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INTRODUCCIÓN AL RSA
(San Marcos 8:34) Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".
Reflexiones
I) TEMA DE SAN ANDRÉS:
Para que esto hubiera sido posible, habría sido necesario que la Iglesia
cristiana, en los primeros tiempos, hubiera constituido una organización cerrada o
reservada, en la que no todos eran admitidos indistintamente sino sólo los que
poseían las cualificaciones necesarias para recibir válidamente la iniciación bajo la
forma que se podría llamar "crística"; y se podría encontrar con facilidad muchos
indicios que muestran que realmente ocurrió así, aunque sean por lo general
incomprendidos en nuestra época y que incluso, como consecuencia de la
tendencia moderna que niega el esoterismo, se busque con demasiada frecuencia
de forma más o menos consciente, desviarlos de su verdadero significado.»
Hemos estudiado sobre los sucesivos periodos del tiempo humano (línea
horizontal y cronológica de la cruz), en estos se desarrollan naturalmente los Yugas
a partir del “descenso” (línea vertical y atemporal de la cruz). Si reconocemos en
Jesús a “Dios entre nosotros”, no nos debe extrañar cierta “flexibilización” del
método cristiano en lo que respecta específicamente al VERBO, pues se podría
suponer que la Torre de Babel aún no se ha construido, y por lo tanto, la palabra de
Jesús aún está viva. Esto podría justificar cierta preponderancia del verbo sobre los
ritos y símbolos que acostumbramos a estudiar en otras tradiciones (como la
Masonería, la Cábala, entre otros).
Para ello, vamos a hablar de San Andrés apóstol (Andrés significa valeroso).
Pues el cristianismo nos devela sus símbolos en la historia del hombre, su drama,
sus vivencias. En una suerte de imaginario-histórico que pudo o no ser real, pero
que aun así goza del profundo significado doctrinal.
Se dice de San Andrés que fue el “protocletos”, lo cual significa que fue el
primer apóstol. Según los evangelios, Jesús fue donde Juan el Bautista a recibir el
bautismo por parte de él para que se cumpliese la Ley. San Juan Bautista ya tenía
varios discípulos, entre ellos: los hermanos San Andrés y San Pedro y los hermanos
“hijos del rayo” Santiago el Mayor y San Juan evangelista. Pero ese día del
bautismo, San Pedro no se encontraba (símbolo interesante digno de reflexionar).
Es de hacer notar que esta pequeña gran diferencia entre ambos hermanos
nos plantea dos maneras, dos vías, dos métodos de cómo reencontrarnos con el
Cristo, la vía de San Pedro, negando al hombre, al individuo y la vía de San Andrés,
identificándose con el Ser, con la divinidad. Ambas vías no tienen por qué ser
excluyentes, por algo fueron hermanos de sangre, por algo fueron llevados a la cruz
como Jesús quien sintetiza en sí mismo todas las vías y todas las posibilidades del
ser.
«Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has
convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas.
Antes de que el Señor subiera sobre ti, provocabas un temor terreno. Sin
embargo, ahora, dotada de un amor celeste, te has convertido en un don.
Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos deparas.
Confiado, por tanto, y lleno de alegría, vengo para que tú también me recibas
exultante como discípulo de quien fue colgado de ti… Cruz bienaventurada,
que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor…, tómame
y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través
de ti me reciba quien por medio de ti me ha redimido. ¡Salve, oh Cruz, sí,
verdaderamente, salve!»
(Mateo 4:1-11) “Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le
pusiera a prueba. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió
hambre. Se acercó el diablo a Jesús para ponerle a prueba, y le dijo: Si de verdad
eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan. (IGNORANCIA)
Pero Jesús le contestó: - La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que salga de los labios de Dios.”
Los grados de conciencia que hablamos en el capítulo anterior tienen que ver
con la comprensión de las distintas leyes que rigen la vida del individuo, de la
sociedad, del hombre y del universo en general. Muchas de las cosas se explican
con el grado de conciencia del mundo material; sin embargo, no todas las cosas
que nos afectan y gobiernan se pueden explicar aquí, es por ello, que el hombre
busca más y más, y va comprendiendo el mundo formal, el mundo ideal y así
sucesivamente, a medida que el individuo o la sociedad requiera de entender más
el porqué de las cosas.
Hablar de Jesús, el Cristo, ha sido uno de los temas más álgidos que la
humanidad ha podido tratar, pues toca la fe y la sensibilidad de muchas personas,
y literalmente han corrido ríos de sangre por este tema. Humildemente, quisiéramos
abordar este apasionante tema, pero para ello debemos precisar algunos tópicos
previamente.
3.1.- La Fe en el RSA
Cabe destacar que dicha respuesta que proviene del Sí Mismo, se diferencia
notoriamente de las respuestas “mentales”, “lógicas” y provenientes de la
individualidad, debido a que esta deja tres (3) sensaciones que marcan el alma del
individuo, a saber: 1.- la sensación de Recuerdo, de hecho, recuerdo proviene de
Re-Cordis, volver a traer al corazón, y no es otra cosa que sentir que dicho
conocimiento ya se poseía, lo cual es doctrinalmente cierto, puesto que el
Verdadero Ser es eterno, no posee origen ni fin, es anterior a todo y lo sabe todo
antes de que ocurran los fenómenos. 2.- la sensación de Paz, en este sentido, el
individuo sentirá una suerte de paz interior, esto es así debido a que el corazón
efectivamente puede saciar la sed del alma, otorgándole una respuesta plena y
satisfactoria. 3.- la sensación de Sobrecogimiento, por lo tanto, el individuo percibirá
al mundo como un lugar más pequeño, más acogedor, más íntimo, logró
comprender parcialmente (o plenamente) la “Rueda del Mundo” y así dio un paso
más hacia el centro de la circunferencia. Estas tres sensaciones están
profundamente emparentadas con las tres cualidades divinas, a esencia: 1.-
Omnisciencia (todo lo sabe), 2.- Omnipotencia (todo lo puede) y 3.- Omnipresencia
(está en todas partes), respectivamente. Es precisamente la Fe que activa estas
tres sensaciones o cualidades divinas en el hombre, otorgándole la sensación de
Recuerdo, de Paz y de Sobrecogimiento.
Para aclarar mejor estas vías, vamos a citar lo que los hindúes han
denominado los tres senderos del Yoga, a saber: 1) Jnana-marga: el sendero del
conocimiento trascendente, 2) Bhakti-marga: el sendero de la devoción y 3)
Karma-marga: el sendero de la acción y de las obras. El primer sendero conduce
a la Liberación de las formas y es de orden esotérico, mientras que los dos últimos
conducen a la Salvación del alma y son de naturaleza exotérica. En este orden de
ideas, podemos identificar en el cristianismo estas mismas vías o senderos
(margas). En efecto: la vía del conocimiento trascendente, Gnosis, Fe en su
verdadera acepción (equivalente al Jnana-marga), la vía de la Devoción o
Adoración en Cristo (equivalente al Bhakti-marga) y la vía de las Buenas Obras
para con el prójimo o próximo (equivalente al Karma-marga).
La Devoción (Bhakti-marga): muchas son las citas que nos invitan a asumir
a Jesús como el Cristo (Mateo 1:17; 11:2; Marcos 8:29; 12:35; 13:21; 14:61; 15:32;
Lucas 2:26; 22:67; 23:39; 24:26-46; Juan 1:20-25; 3:28), como el Hijo de Dios
(Mateo 3:17; Marcos 1:11; Lucas 3:22; 4:3-9; 20:13-14; Juan 1:49; 11:27; 20:31),
como el Salvador (Lucas 1:47; 2:30; 3:6; 24:46) o como el Elegido de Dios (Lucas
9:35; 23:35). Así mismo, en nuestro cristianismo vemos la Devoción como un
camino: “Yo soy el camino, y la vida, nadie viene al Padre sino por mi” (Juan 14:6).
También, podemos analizar: a) El Padre quiere ser adorado por creyentes (Juan
4:24), b) Es al Padre a quien debemos dirigir nuestras oraciones (Juan 15:16) y c)
La promesa de ser hechos morada del Padre y del Hijo se da a aquellos que aman
a Cristo (Juan 14:23). Para millones de creyentes hoy en día, es la devoción a Jesús
el único camino que los va a salvar, el camino que los va a reintegrar con el Padre
y es totalmente cierto, pero aun bajo la perspectiva de los Misterios Menores, pues
aun se plantea la Dualidad.
Además, hemos hablado también sobre el misterio del Espíritu Santo y su relación
con la Fe cristiana, aclarando que esta última no es una mera “creencia sin argumentos” si
no todo lo contrario, la comprensión más cabal y profunda de la Verdad. En este sentido y
para darnos a entender, habíamos realizado una suerte de analogía: “La intuición es a la
Gnosis lo que el Espíritu Santo es a la Fe”.
Recordemos que nosotros, los cristianos, somos quienes hemos “humanizado” los
símbolos sagrados de la verdad una. Siendo Jesús el camino y la vía (lo que en el Oriente
denominan Tao) y siendo el Espíritu Santo quien nos conecta y/o comunica con lo divino,
fungiendo como intermediario entre el cielo y la tierra (entre la mente y el corazón).
Esta última pregunta la podemos complementar con más interrogantes: ¿Es el Dios
exotérico?, ¿Es el Hijo?, ¿Quién es el Hijo?, ¿Es Jesucristo?, ¿Es el Hombre?, ¿Soy yo?...
Para responder esto recordemos que los cristianos poseemos uno de los conceptos
más hermosos entre todas las formas tradicionales derivadas de la tradición primordial, y
es la Santísima Trinidad (triunidad), el cual nos devela que es: Padre-Hijo-Espíritu Santo
al mismo tiempo. Vale decir, principios: “cosmológico-ontológico-metafísico” al mismo
tiempo y esto es rigurosamente cierto si se comprende bien el principio metafísico; el cual
abarca a los otros dos como subconjuntos, así mismo como ocurre a su vez que, el principio
ontológico abarca al cosmológico como subconjunto. Por lo tanto, no exageramos al
equiparar al principio metafísico del esoterismo universal con la Santísima Trinidad de los
cristianos.
Ahora bien, aun nos resta otras consideraciones por terminar de aclarar, y es
justamente el rol del Padre y del Hijo en esta ecuación. Debido a que, párrafos atrás ya
habíamos definido al Espíritu Santo como la intuición intelectual según la terminología
tradicional. Comenzaremos con el Padre, parte protagónica dentro de la Santísima Trinidad
o comprensión originaria y positiva de la misma, pues recordemos que al “humanizar” los
eternos símbolos sagrados necesario fue determinar un origen (génesis), aunque sabemos
que tal cosa es irrelevante para el No-Ser (principio metafísico), puesto que no existe el
tiempo ni el espacio. Por sus cualidades el Padre (origen humanizado) es el “Gran Yo Soy”,
Yo Soy el que Soy ()י ה ו ה, hasta cierto punto es el Dios de los cristianos exotéricos o
religiosos, puesto que el símbolo es el mismo, lo único que varía es nuestra comprensión
de dicho símbolo al hacerlo más próximo, más íntimo.
Para concluir, como iniciados debemos re-cordar que estas divisiones en los
principios: cosmológicos-ontológicos-metafísicos son mayores mientras veamos la Verdad
Una o la Santísima Trinidad como algo disgregado, separado, fraccionado. Pero si logramos
identificarnos en ella por medio del amor y la fe (a través del Espíritu Santo), estas divisiones
desaparecerán, no existirán, y el Padre y el Hijo serán Uno solo, y nosotros como iniciados
seremos verdaderos cristianos (otro cristo), no seremos más cuerpos de carne arrojados
en el mundo, sino que seremos con él, en él, por él y para él. La fe de cada uno de nosotros
determinará si somos o no el verdadero Ser (principio ontológico) o si más bien estamos
como extensiones del Ser (principio cosmológico). En el misterio de la Santísima Triunidad
convergen todas las verdades en una sola gran verdad, la que cada uno de nosotros, como
iniciados en los misterios cristianos, debemos descubrir; allí el mundo, nosotros y Dios
seremos una sola verdad, su verdad, mi verdad, la única verdad eterna.
IV) TEMA DE SAN JUAN:
Sin embargo, esto no siempre ha sido así y han existido otros puntos de vista,
profundamente occidentales, que han sido vetados a lo largo de las épocas. En este
sentido, quisiera hablar del verdadero esoterismo cristiano. Este nos enseña que:
“Cristo vive dentro de cada uno de nosotros”, solo debemos reconocerlo, debemos
hacer resurgir nuestro “Cristo interior”. Reconocer al Cristo interno es romper en sí
mismo con las 3 limitantes antes expuestas:
Ahora bien, ¿Cómo podemos realizar tal encuentro? Según el RSA, esta
pregunta se responde por el trabajo crístico en cuatro etapas, a saber: 1° el DESEO
(Encontrar la Palabra), 2° el SERVICIO (Resguardar la Palabra), 3° la MISIÓN
(Defender la Palabra) y 4° el CRISTO INTERIOR (Promulgar la Palabra).
Han corrido ríos de tinta para tratar de responder esta pregunta, y la gran mayoría
de los cristianos subestima el poder de esta incógnita al responder prematuramente: “es
Dios, es la Santísima Trinidad” …
Tampoco queremos decir que esta respuesta sea incorrecta, pues efectivamente es
así: es Dios, es la Santísima Trinidad. Pero advertimos que la gran mayoría de las veces
parece una respuesta automática, poco comprendida, algo que nos enseñaron a recitar sin
cuestionamiento alguno. Como cuando de niños repetíamos la tabla de multiplicar una y
otra vez hasta aprenderla.
Lo primero que vale la pena rescatar es él porque del nombre JESUS, sabemos que
el Ángel Gabriel le informo a la Virgen María sobre la selección de YHVH (Lucas 1:31), pero
no nos conformaremos con esta respuesta, pues lo único que estamos haciendo es delegar
la duda a la autoridad de YHVH. En este sentido, realizaremos la gematría del nombre de
YHVH en el alefato antiguo, como justamente se escribía en aquellos días.
יהוה
י ה ו
Recordemos que YHVH significa: Y ( ) “Yo”, H ( ) “Soy”, V ( ) “El Que”, H ( ה
) “Soy”. Leyendo de derecha a izquierda. Además, el valor cardinal de Y es 10, el de H es
5 y el de V es 6, lo que da un total de 26. Vale decir, que el nombre de YHVH tiene afinidad
con el número 26. Aprovechamos la ocasión para recordar que la manera más fácil o directa
de expresar el número 26 con el alefato antiguo es por medio de las letras: CV, es decir: (
) כ ו. Pues recordemos que en aquel entonces no existían números como tal, sino que las
mismas letras eran los números, y solo el contexto las diferenciaba. A parte del valor
cardinal de cada letra del alefato, existía un significado propio para cada letra, y en el caso
de las letras “C” y “V” significan: “Palma de la mano o Mano abierta” y “Clavo o Llave”
respectivamente. Dejamos esta pregunta al aire: ¿Dónde hemos visto a alguien con un
clavo en la palma de su mano, sumando precisamente 26? Finalmente, como curiosidad
de-velamos que un (1) año posee 52 semanas, el doble de 26.
Ahora bien, los antiguos cabalistas conocían estos secretos, y también calculaban
el ATh-BaSh de una palabra o un nombre, que no era otra cosa que sustituir la primera letra
por la ultima, la segunda letra por la penúltima y así sucesivamente. Como el alefato posee
22 letras era muy cómodo calcular el ATh-BaSh de una determinada letra según la siguiente
formula: X= 23-Y, donde “Y” es el valor ordinal de la letra a la cual se desea conocer su
ATh-BaSh y “X” es el valor ordinal de la nueva letra. Retomando el nombre de Dios (YHVH)
tenemos:
Para Y: 23-10 (Y)= 13, donde 13 corresponde ordinalmente con la letra “M”.
Para H: 23-5 (H)= 18, donde 18 corresponde ordinalmente con la letra “Tz”.
Para V: 23-6 (V)= 17, donde 17 corresponde ordinalmente con la letra “P o F”.
Para H (nuevamente): 23-5 (H)= 18, donde 18 corresponde con “Tz” (ídem).
י ה )ש( ו ה
Es decir, YHShVH o IeShUA (recordando que en alefato antiguo casi nunca se
escribían las vocales), cuyo profundo significado de-vela que en realidad JESUS significa:
Dios entre los Hombres o Dios entre nosotros (Emmanuel, como se lee literalmente en
Mateo 1:23). Por lo que no fue un nombre ordinario, sino que desde la anunciación ya se
otorgaba una misión, una función sagrada: Ser Dios en la tierra.
6º) Unción de los Enfermos = Nombre de Jesús para el 6º: “Cuerpo Glorioso”.
7º) Eucaristía = Nombre de Jesús para el 7º: “Emmanuel”.
El 4º del RSA es el Matrimonio, posición central dentro de los siete (7) sacramentos.
En este grado se debe meditar sobre la dualidad y la ilusión, sobre el ego y sobre los demás,
el mundo y la vida. Con esperanza de debe trascender este nivel, el cual es, probablemente,
el grado más difícil de completar, dado su profundo carácter humano y social. Es por ello
que, el nombre de Jesús que nos ayuda a comprender este sacramento es Alfa y Omega.
En este nivel, el iniciado debe ordenar su existencia terrenal sin renunciar a ella, sin
ocultarse ni esconderse.
La Ordenación Sacerdotal representa el 5º del RSA. Este sacramento es, tal vez, el
más importante en la consolidación del iniciado propiamente dicha (coronación de los
misterios menores). En este grado debemos de-velar nuestra verdadera misión, aquella
oportunidad de Dios que cada uno de nosotros representa. Para este sacramento, Jesús
es nombrado como el Cristo, lo cual significa literalmente ungido o iniciado. Recordemos
que el mismo Jesús fue un iniciado en la tradición. Decir Cristo es decir iniciado,
reconocernos como iniciados es reconocernos como cristianos, vale decir, “otro cristo”.
Ya una vez consolidado el iniciado en los misterios del RSA, se nos abren las
puertas de los misterios mayores. Es en este sentido que, el 6º es representado en la Unción
de los Enfermos, y el nombre de Jesús es identificado precisamente como el Cuerpo
Glorioso. Profundo símbolo que debemos meditar para poder trascender lo visible y lo
invisible, lo terrestre y lo celeste e incluso los mismísimos infiernos. Aquí el iniciado no solo
cumple con su misión sagrada, sino que con su inmensa misericordia trae luz en la
oscuridad.
“Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de
él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades: todo fue creado por él y para él. Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza y el cuerpo de la Iglesia. Él es el
principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso
Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del
cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.”
“Cristo Jesús es imagen de Dios invisible (1: Aries-Andrés), primogénito de toda criatura (2:
Tauro-Pedro); porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres,
visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades: todo fue creado por él
y para él (3: Géminis-Santiago el Mayor). Él es anterior a todo (4: Cáncer-Juan), y todo se
mantiene en él (5: Leo-Felipe). Él es también la cabeza y el cuerpo de la Iglesia (6: Virgo-
Bartolomé). Él es el principio (7: Libra-Mateo), el primogénito de entre los muertos (8:
Escorpio-Tomas), y así es el primero en todo (9: Sagitario-Santiago el Menor). Porque en él
quiso Dios que residiera toda la plenitud (10: Capricornio-Tadeo). Y por él quiso reconciliar
consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra (11: Acuario-Simón), haciendo la paz
por la sangre de su cruz (12: Piscis-Judas y/o Pablo).”
Para finalizar, dejaremos la más hermosa, plena y profunda comprensión de Jesús que
el Rito de San Andrés nos de-vela, la cual justamente se encuentra en sus primeras líneas,
esperando a ser internalizado, esperando a ser vivenciado. Es tal vez, la comprensión más
ontológica y a la vez metafísica que podamos encontrar en la literatura cristiana.
Recordemos que, al abrir el ritual de las misiones, el diacono nos dice:
…”es con estas duras palabras que hemos condenado con la cruz a nuestro señor Jesucristo y
él simplemente aceptó su destino. Es por ello, hermanos, que los invito a arrepentirnos de
nuestros pecados, pues no hay peor pecado que el creer que estamos librados de cualquiera de
ellos (Se hace una breve pausa). Éste es el gran misterio de nuestro señor Jesucristo, el misterio
del “Espíritu de Dios”.
No cabe duda que para el iniciado en los misterios cristianos, la figura de Jesús posee
un rol central, determinante, metodológico, de identificación, es el camino, la verdad y la
vida en si. Su comprensión es la Comprensión, su identificación es la Identificación y su
verdad es la Verdad.
Para el RSA Jesús es mucho más que un personaje histórico, es mucho más que el
Hijo de Dios, es mucho más que Adam o que el modelo de hombre a seguir, e inclusive
podemos ir más allá, según la acepción metafísica, nos atrevemos a decir que, la figura de
Jesús es, sin duda alguna, su mejor representación.
Es por ello que el iniciado en los misterios del Rito de San Andrés (RSA)
comprende que su aspiración va más allá de la salvación, pues la salvación solo
tiene sentido para la individualidad. El esoterista cristiano desea corregir el error del
hombre, del demonio y de la dualidad en sí misma. Comprender el alfa y el omega,
resolver la dicotomía del Ser, superando la ignorancia, la mentira, la superstición y
la ambición.
Aquí se aprecia la notable correspondencia entre los dos San Juan con
respecto a la ingreso al Paraíso y/o a la Jerusalén Celeste. San Juan bautista
(¿Cuánto tenemos de…?), representa el solsticio de verano, el trópico de Cáncer,
la puerta de los hombres y por lo tanto, el ingreso al Paraíso y la salvación. Mientras
que, San Juan evangelista (¿Cuánto nos falta de…?), representa el solsticio de
invierno, el trópico de Capricornio, la puerta de los dioses y por lo tanto, el
reencuentro en la Jerusalén Celeste y la liberación total.
Recordemos que solo serán 144 mil los que convivirán con Dios en el último
reino. La reintegración final del ser. Pero este número resguarda un profundo
secreto cabalístico, y es que, 144 es la suma en guematria del Adam Kadmon. Vale
decir, el Adam que convive con Dios, el creador. Es por ello que, al decir 144 mil
estamos hablando del Adam restituido, el hombre en su verdadero estado de
perfección. Es también, aquel iniciado que ya ha comprendido los misterios menores
y ahora se ha de identificar en los misterios mayores, nuestra noble misión.
1.- Fundamento de San Pedro: Dios es el único dios, él creó todas las
cosas con su amor y él se encuentra presente en toda su creación. Debido a
que Dios se encuentra en todas las cosas y que la mejor manera de identificarse es
a través del amor, debemos amar al prójimo para aprender a escuchar el espíritu de
Dios que se encuentra dentro de cada uno. Hermano Evangelista.
3.- Fundamento de Santiago mayor: El ego, por medio del odio y del
miedo, nos aleja del amor, del prójimo y de Dios. La única manera de trascender
el ego es a través del amor. Debemos dar amor y perdonar, solo así nos realizamos
como cristianos. El ego genera la dualidad, los nervios, la pena y el dolor. Hermano
Mayor.
El hombre moderno vive en una terrible polaridad, en una dualidad sin fin, en
una dicotomía simplista, incomprendiendo la unidad del Ser, del Gran Yo Soy, de
nuestro Dios como única verdad absoluta e irrefutable. Además, incomprendiendo
también la trinidad de su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, develándose
como Dios puede ser Padre, Hijo y Espíritu Santo al mismo tiempo, sin contradecirse
y sin llegar a negarse.
Es por ello que, nuestra humanidad debe comprender como la dualidad que
nos es común día a día, no es otra cosa que la transición de la unidad hacia la
trinidad y viceversa, es parte de un método de integración al uno y de máximo
esplendor del sí mismo. Los antiguos misterios nos hablaban de cómo siete (7) leyes
explicaban dicha transición de la dualidad (psique humana) hacia sus extremos
divinos: Dios (unicidad) y Santísima Trinidad (triunidad). Estas leyes en orden de
expansión son: 1) Espíritu, 2) Correspondencia, 3) Vibración, 4) Polaridad, 5) Ritmo,
6) Causa-Efecto y 7) Generación.
Este trabajo, que no es otra cosa que realizar “efectivamente” nuestro RSA,
se puede abarcar en varios aspectos:
A.- En la meditación sobre el simbolismo,
B.- En el trabajo ritual en reunión y
C.- En la concientización de estos últimos en nuestras vidas.