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“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS

Y PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”

RITO CRISTIANO DE SAN ANDRÉS

INTRODUCCIÓN AL RSA

(San Marcos 8:34) Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".

MATERIAL CRISTIANO DE LA CRUZ DE LA VIRGEN DE COROMOTO


NATANAEL, año 68 Nx Lx
INDICE:

I) Tema de San Andrés:


1.1.- Sobre los orígenes del cristianismo
1.2.- El esoterismo cristiano
1.3.- La Cruz de San Andrés

II) Tema de San Pedro:


2.1.- Las 3 tentaciones
2.2.- Sobre algunas nobles verdades
2.3.- Jesús en el esoterismo

III) Tema de San Pablo:


3.1.- La Fe en el RSA
3.2.- Las 3 vías cristianas
3.3.- La Santísima Trinidad en el RSA

IV) Tema de San Juan:


4.1.- El Cristo interior
4.2.- El significado de Jesús para el RSA
4.3.- La Jerusalén Celeste

V) Tema de Santiago mayor:


5.1.- Las 5 funciones del RSA
5.2.- Fundamentos del RSA
5.3.- Los 7 sacramentos en el RSA

Reflexiones
I) TEMA DE SAN ANDRÉS:

1.1.- LA TESIS DE RENÉ GUÉNON SOBRE LOS ORÍGENES DEL


CRISTIANISMO

Hace unos años, las paredes de la gran ciudad estaban de nuevo


empapeladas con carteles electorales que prometían una ola de renovación y de
felicidad. ¿Acaso no ocurrió un fenómeno similar con el nacimiento del
Cristianismo? San Pablo, el apóstol de los Gentiles, aportó una contribución tan
determinante para la expansión de la joven religión que cabría preguntarse si, sin
él, habría sobrevivido; para ello, comentó y desarrolló el patrimonio judío de esta
nueva religión con la ayuda de elementos y nociones griegas que recuerdan la
filosofía de los Gentiles y sus religiones de Misterios. En efecto, se dedicó al mundo
greco-oriental que, sin esta "preparación", hubiera tenido gran dificultad para
asimilar la enseñanza de Jesús, que se dirigía a la mentalidad judía. Esta
adaptación debió estar en la raíz de las incomprensiones y el odio que surgieron
desde los comienzos, entre judíos y cristianos. Por otra parte, cabría preguntarse si
las sorprendentes semejanzas entre el cristianismo paulino y las religiones de
Misterios o iniciaciones antiguas no fueron las que provocaron las execraciones
mutuas que conocemos.

«Lejos de ser la religión o la tradición esotérica que conocemos actualmente bajo


este término, en sus orígenes el Cristianismo tenía, tanto en sus ritos como en su
doctrina, un carácter fundamentalmente esotérico y por consiguiente, iniciático.
Encontramos confirmación de ello en que la tradición islámica considera al
Cristianismo primitivo propiamente como una tariqah, es decir, una vía iniciática y
no como una shariyah o legislación de orden social dirigida a todos; lo cual es tan
cierto que posteriormente se tuvo que suplir esta falta con la constitución de un
derecho "canónico" que en realidad no fue más que una adaptación del antiguo
derecho romano, o sea, algo que vino enteramente del exterior y no un desarrollo
de lo que estaba contenido en el Cristianismo en sí. Además, es evidente que en el
Evangelio no se encuentra ninguna prescripción que pudiera ser considerada
poseedora de un verdadero carácter legal en el sentido propio de esta palabra; la
expresión que todos conocemos de "Hay que devolver al César lo que es del César
..." nos parece muy adecuada en este caso, ya que implica formalmente, para todo
lo que es de orden exterior, la aceptación de una legislación completamente
extranjera a la tradición cristiana y que no es más que la que existía en el contexto
donde ésta nació, por cuanto estaba incorporada en el Imperio romano. Sería, sin
duda, una grave laguna si el Cristianismo hubiera sido entonces aquello en lo que
se convirtió más tarde; la existencia de tal laguna no sólo sería inexplicable, sino
totalmente inconcebible en una tradición ortodoxa y regular, si dicha tradición tenía
que comportar realmente un exoterismo y un esoterismo, y si tenía incluso,
diríamos, que aplicarse ante todo al dominio exotérico; por el contrario, si el
Cristianismo tuviera el carácter que acabamos de decir, la cosa se explicaría sin
ningún esfuerzo, puesto que no se trataría en absoluto de una laguna sino de una
abstención voluntaria de no intervenir en un sector que, por definición, no le
concernía en estas condiciones.

Para que esto hubiera sido posible, habría sido necesario que la Iglesia
cristiana, en los primeros tiempos, hubiera constituido una organización cerrada o
reservada, en la que no todos eran admitidos indistintamente sino sólo los que
poseían las cualificaciones necesarias para recibir válidamente la iniciación bajo la
forma que se podría llamar "crística"; y se podría encontrar con facilidad muchos
indicios que muestran que realmente ocurrió así, aunque sean por lo general
incomprendidos en nuestra época y que incluso, como consecuencia de la
tendencia moderna que niega el esoterismo, se busque con demasiada frecuencia
de forma más o menos consciente, desviarlos de su verdadero significado.»

Hay que reconocer que el argumento de Guénon tiene su peso. Al fundar el


Judaísmo, Moisés le dio libros legislativos que regulaban toda la sociedad judía (el
Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, etc.). Asimismo, Mahoma, al transmitir la
ley coránica, organizó el mundo del Islam tanto en el terreno profano como en el
religioso. El Nuevo Testamento carece de este carácter legislativo de lo cual
Guénon deduce que no estaba destinado a fecundar una religión nueva con una
sociedad también nueva y abierta a todos.

Pero si los ritos cristianos eran al principio específicamente iniciáticos y


reservados, ¿cómo se explica que hayan pasado a formar parte de una religión que
se dirigía al gran público?

«Seguramente debió tratarse de una adaptación que, pese a las deplorables


consecuencias que tuvo en algunos aspectos, fue plenamente justificada e incluso
necesaria a causa de las circunstancias del tiempo y del lugar.

Si se considera cuál era, en aquella época, el estado del mundo occidental,


es decir, del conjunto de países que comprendía el Imperio Romano; uno puede
fácilmente darse cuenta de que si el Cristianismo no hubiera "descendido" al
dominio exotérico, este mundo, en su conjunto, hubiera quedado rápidamente
desprovisto de toda tradición; ya que las existentes hasta entonces, como la
tradición greco-romana que predominaba de forma natural entonces, habían
alcanzado un grado tan elevado de degeneración que indicaba que su ciclo de
existencia estaba a punto de terminar. Este "descenso", queremos insistir en ello,
no fue en absoluto un accidente o una desviación; al contrario, debemos considerar
que tuvo un carácter verdaderamente "providencial", ya que evitó que Occidente
cayera ya en aquel momento en un estado que, a fin de cuentas, podría compararse
al que vivimos ahora. El momento en el que debía producirse una pérdida general
de la tradición como la que caracteriza a los tiempos modernos, todavía no había
llegado; hacía falta, pues, que hubiera un "restablecimiento", que sólo el
Cristianismo podía operar, con la condición de renunciar al carácter esotérico y
"reservado" que tuvo en un principio; y así, el "restablecimiento" no sólo iba a ser
benéfico para la humanidad occidental, lo cual es demasiado evidente como para
tener que insistir en ello, sino que a su vez, estaba en perfecto acuerdo con las leyes
cíclicas en sí mismas, tal como lo está cualquier acción "providencial" que interviene
en el curso de la historia.
1.2.- El Esoterismo Cristiano

Vamos a tratar el tema del esoterismo cristiano, el cual es un tópico


interesante que deja mucha tela por cortar, antes que nada por el carácter exotérico
que el cristianismo aparentemente posee de manera intrínseca. Se pudiera
considerar que el hecho de considerar a Dios por un lado y al hombre por el otro,
como dos cosas distintas, plantea una dicotomía que obstaculiza el trabajo
reintegrador de las escuelas iniciáticas. Sin embargo, aquí cabría la pregunta:
¿Acaso los Sufí no plantean un reconocimiento del Islam, el Corán, Mohamed y de
Alá más allá de su trabajo interno?, ¿Acaso los Cabalistas no reconocen la autoridad
de Dios, La Tora y los Patriarcas más allá de su trabajo interior?

Ahora bien, la diferencia entre el exoterismo y el esoterismo no radica en sus


textos sagrados, así como tampoco en sus símbolos, pues no existen más textos
que los ya conocidos ni tampoco existen “símbolos esotéricos” en sí. Así mismo,
podemos aseverar que en el Cristianismo no existen más textos ni más símbolos
que los ampliamente reconocidos por la Iglesia. Es más, si reconocemos que el
cristianismo alguna vez gozó de un carácter esotérico (como bien lo reconoce Rene
Guénon, y como origen obligatorio de toda tradición), tendríamos que reconocer
también que no han existido otros ritos que los que Jesús practicó, y estos son: El
Bautismo y La Eucaristía. Por lo tanto, el esoterismo cristiano debió apoyarse,
necesariamente, en estos ritos más allá de las épocas y más allá de los lugares.

También es por nosotros conocido el papel de los Samskaras dentro de la


tradición Hindú, en donde se va avanzando del exoterismo al esoterismo
paulatinamente, no de una manera abrupta como es bien identificado en el
occidente. El mismo autor, RG, también reconoce la interesante correspondencia
entre los samskaras hindúes y los Sacramentos Cristianos. Dejando entrever la
posibilidad de que tal vez nunca ha existido tal cosa como una “iniciación cristiana”,
como se podría entender en el resto del occidente. Más bien, reconocer en el
Bautismo el primer paso de los sacramentos, para ir avanzando hasta poder realizar
la verdadera Eucaristía.

A diferencia de la tradición Hebrea (que fue transmitida por revelaciones a


los Patriarcas) o la tradición Islámica (que fue transmitida por revelación al Profeta)
el Cristianismo fue trasmitido por el hijo de Dios directamente, gracias al grado de
comprensión e identificación que obtuvo Jesús con el Ser. Si aceptamos como cierto
lo que los propios fieles de cada religión profesan, debemos aceptar esta notable
diferencia, en lo que respecta a la génesis cristiana.

Hemos estudiado sobre los sucesivos periodos del tiempo humano (línea
horizontal y cronológica de la cruz), en estos se desarrollan naturalmente los Yugas
a partir del “descenso” (línea vertical y atemporal de la cruz). Si reconocemos en
Jesús a “Dios entre nosotros”, no nos debe extrañar cierta “flexibilización” del
método cristiano en lo que respecta específicamente al VERBO, pues se podría
suponer que la Torre de Babel aún no se ha construido, y por lo tanto, la palabra de
Jesús aún está viva. Esto podría justificar cierta preponderancia del verbo sobre los
ritos y símbolos que acostumbramos a estudiar en otras tradiciones (como la
Masonería, la Cábala, entre otros).

Finalmente, considero que los filtros que estamos acostumbrados a evaluar


en otras formas tradicionales no deben ser los mismos para el Cristianismo, dado el
carácter trascendental de su origen particularmente “especial”. Por lo tanto,
debemos aprovechar la estructura del RSA como escuela en lo concerniente a una
docencia disciplinada que estudia los más hermosos símbolos cristianos.
Recordando, en última instancia, que quien marca la notable diferencia entre la
identificación de un símbolo y su significancia no es el símbolo en sí mismo sino
quien lo estudia y lo comprende.
1.3.- Sobre la Cruz de San Andrés

El simbolismo de la Cruz de San Andrés es profundo y digno de constante


meditación. La “X” ha sido utilizada en nuestra cultura para identificar diversas ideas,
entre ellas tenemos:

- Se usa una X cuando se desea representar una incógnita matemática. Sin


embargo, también se usa una X cuando se desea marcar algo que fue
descartado.
- Se usa una X cuando se desea marcar una ubicación en un mapa. No
obstante, también se usa una X delante de un nombre cuando se desea
representar algo que está “fuera de” (Ej: extraterrestre, extemporáneo,
expresidente, exesposa).
- En fisioterapia, se recomienda “visualizar” una X para que el paciente conecte
ambos hemisferios del cerebro.
Los romanos representaban el número diez (10) con una X.

Como se aprecia, muchas son las propiedades atribuidas a la “X”. Inclusive,


algunas de ellas parecieran contradictorias, lo que hace de la X un símbolo más
profundo y misterioso.

El cristianismo como forma tradicional no podía estar fuera de su


representación simbólica y su uso doctrinal. En este caso, es justamente San
Andrés quien nos devela su misterio y quien posiblemente explique el por qué de la
X en nuestro Rito esotérico cristiano de San Andrés.

Para ello, vamos a hablar de San Andrés apóstol (Andrés significa valeroso).
Pues el cristianismo nos devela sus símbolos en la historia del hombre, su drama,
sus vivencias. En una suerte de imaginario-histórico que pudo o no ser real, pero
que aun así goza del profundo significado doctrinal.

Se dice de San Andrés que fue el “protocletos”, lo cual significa que fue el
primer apóstol. Según los evangelios, Jesús fue donde Juan el Bautista a recibir el
bautismo por parte de él para que se cumpliese la Ley. San Juan Bautista ya tenía
varios discípulos, entre ellos: los hermanos San Andrés y San Pedro y los hermanos
“hijos del rayo” Santiago el Mayor y San Juan evangelista. Pero ese día del
bautismo, San Pedro no se encontraba (símbolo interesante digno de reflexionar).

Juan el bautista reconoció a Jesús como el Cordero de Dios y lo hizo saber


públicamente. Sus discípulos lo escucharon y San Andrés sin ningún tipo de titubeo
se fue a seguir a Jesús. Entonces, Jesús después de bautizarse se retiró y se
percató de que San Andrés (seguido de San Juan evangelista) le seguía, a lo cual
les pregunto: ¿Qué buscan? y San Andrés le respondió: Señor, ¿dónde moras?,
entonces Jesús le replicó: Venga y verán. Después de esto, San Andrés retornó a
su casa, donde se encontraba su hermano menor Simón Pedro para decirle: hemos
encontrado al salvador del mundo.
Aquí existe un profundo significado, pues a lo largo del Nuevo Testamento
no se hace referencia del lugar donde moraba nuestro Señor Jesucristo; al contrario,
se plantea como un ser nómada, que peregrinaba aquí y allá, que viaja de pueblo
en pueblo. San Andrés conoció donde moraba Jesús, “en el corazón”, solo la
intuición pura se conecta con el corazón espiritual, solo un ser inocente, puro como
un niño, sigue los dictados del corazón sin dudas ni titubeos. San Andrés representa
cristianamente la intuición del corazón, aquel hombre que siendo el mayor de todos
los apóstoles fue el más inocente (junto con el apóstol más joven San Juan
evangelista), el que se atrevió a seguir a Jesús sin que él se lo ordenase, confiando
plenamente en las palabras de su maestro (San Juan el bautista), y sin considerar
que lo estaba abandonando.

A lo largo del nuevo testamento, no volvemos a ver mayores anécdotas que


esta, vemos como su protagonismo mengua a medida que crece el rol de su
hermano menor, San Pedro. Tampoco vemos grandes discursos o hazañas
especiales, pareciera que solo se limitó a seguir las enseñanzas desde el corazón,
en silencio. Sin embargo, al final de los días de los doce apóstoles, solo dos de ellos
sufrieron el martirio en una cruz al igual que su Maestro Jesucristo, de nuevo ambos
hermanos, San Pedro y San Andrés.

Hablaremos primero de San Pedro, en su momento del martirio se le


presentó la cruz donde iba a ser crucificado, una cruz exactamente como la de
Jesús. Pero San Pedro al verla les dijo que él no era digno de morir como su
maestro, por lo que pidió ser crucificado boca abajo, a lo que alegó: Jesús, mi
Señor, descendió desde el cielo a la tierra; … yo, que he recibido la gracia de
su llamada, voy a subir desde la tierra hasta el cielo. Este hermoso pasaje nos
plantea el camino de retorno, el método de ascensión del hombre para aspirar el
cielo. Recordemos que San Pedro es la piedra de la iglesia establecida por Jesús,
y de aquí la sucesión apostólica, que es la cadena ininterrumpida en el tiempo de la
influencia espiritual de nuestra cristiandad. Esta cadena ha sido muy cuestionada
hoy en día por reconocidos autores. Sin embargo, nosotros no somos quienes para
juzgar si esta cadena está rota o no. Como toda tradición sobre la tierra ha sufrido
degeneración en esta época de oscuridad. Los mismos criterios que se usan para
juzgar el cristianismo pueden ser perfectamente aplicables a cualquier otra forma
tradicional de carácter esotérico e iniciático, “Con la vara que mides serás medido”.
Además, considerar que la degeneración externa que han sufrido las tradiciones es
hablar de la tradición como un todo, es prácticamente decir que no queda ninguna
vía esotérica sobre la faz de la tierra. Sería darle una concesión demasiado grande
a lo que ya sabemos es lo menos importante en cualquier tradición. Sea como fuese,
la iglesia de San Pedro se visualiza hoy en día como una vía exotérica. Aunque
también sabemos que quienes la representan exteriormente no necesariamente son
los mismos actores que realmente establecen la verdadera autoridad espiritual.
Todo esto es así, dado el carácter subrosa que el cristianismo ha tenido desde sus
orígenes.

En contraposición, cuando San Andrés sufrió su martirio se le presentó ante


sus ojos una cruz en “X”. Al contrario de su hermano, el protocletos de sintió
orgulloso de morir como su maestro Jesucristo, se contentó y agradeció su suerte,
hecho que asombró a sus verdugos. Se dice que él exclamo: "Yo te venero oh
cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho
había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al
recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo". Aquí
podemos apreciar otro poderoso simbolismo, pues San Andrés quiso “imitar” al
Cristo, él no sintió que lo estuviese ofendiendo ni banalizando. Al contrario, así como
los niños imitan a sus padres, así mismo San Andrés imitó a nuestro Señor
Jesucristo, sin prejuicios, con la inocencia y sinceridad del corazón nuevamente,
con admiración y sin ningún vestigio de temor ni a la cruz, ni a la muerte, ni a nada.
Solo una dulce y anhelada entrega.

Es de hacer notar que esta pequeña gran diferencia entre ambos hermanos
nos plantea dos maneras, dos vías, dos métodos de cómo reencontrarnos con el
Cristo, la vía de San Pedro, negando al hombre, al individuo y la vía de San Andrés,
identificándose con el Ser, con la divinidad. Ambas vías no tienen por qué ser
excluyentes, por algo fueron hermanos de sangre, por algo fueron llevados a la cruz
como Jesús quien sintetiza en sí mismo todas las vías y todas las posibilidades del
ser.

Oración de San Andrés ante la Cruz

«Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has
convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas.
Antes de que el Señor subiera sobre ti, provocabas un temor terreno. Sin
embargo, ahora, dotada de un amor celeste, te has convertido en un don.
Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos deparas.
Confiado, por tanto, y lleno de alegría, vengo para que tú también me recibas
exultante como discípulo de quien fue colgado de ti… Cruz bienaventurada,
que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor…, tómame
y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través
de ti me reciba quien por medio de ti me ha redimido. ¡Salve, oh Cruz, sí,
verdaderamente, salve!»

San Andrés nos evoca a la intuición pura, la conexión con el corazón


espiritual, ese primer chispazo que cada uno de nosotros siente y escucha como
una vocecita interior, que nos dice qué hacer, qué camino escoger, sin prejuicios y
con valor. Nuestro corazón físico tiene dos lados, con dos arterias (pulmonar y
Aorta) que se cruzan formando una “X”, movilizando toda la sangre de nuestro
cuerpo.

Luego, estando en la cruz siguió predicando el evangelio, y hasta sus propios


verdugos lo escucharon y aparentemente luego se convirtieron al cristianismo.
Además, se dice que antes y después de la muerte de Jesucristo, varios apóstoles
le consultaban, entre ellos San Felipe y San Juan evangelista, pues veían en él la
autoridad de un hermano mayor.
Por otra parte, en la propia ejecución de nuestro Señor Jesucristo, podemos
identificar dos eventos trascendentales: el vía crucis y la crucifixión en sí misma (en
el Gólgota). La crucifixión es identificada como la cruz fija, el momento de
centrarnos, de clavarnos y al mismo tiempo de liberarnos, de abrir las llaves del
cielo. Mientras que el vía crucis es la cruz móvil, las 14 estaciones que evocan el
camino de retorno como tal. En esta circunstancia, la cruz cargada sobre los lomos
de Jesús toma la forma de una X.

En conclusión, el simbolismo de la X nos representa así un proceso, algo que


está en camino, en vías de, no es un fin en sí mismo. La cruz en “X” es una etapa,
un método de renuncia, de reidentificación. Es la pregunta del iniciado: ¿Quién
Soy?, es la vía iniciática en sí, no su respuesta. Es escuchar la voz del corazón,
seguir la intuición. Es dejar de ser el viejo hombre y encaminarse en el verdadero
ser. Es el lugar del tesoro, donde mora el Cristo. Es poder integrar ambos
hemisferios cerebrales y poder entender el número diez (10), la cantidad de dedos
en nuestras manos, la unión del cero “0” y el “1”, el todo y la unicidad. Son las
arterias del corazón que reciben toda la sangre del cuerpo, la reúne en un punto y
la vuelve a distribuir por todo el cuerpo para continuar la vida… esperando, la
reintegración final del ser y una vez reintegrado todos los seres, volver a ordenar la
creación, en un proceso que va y viene, como los latidos de un gran corazón eterno,
omnipresente, omnipotente y omnisciente.
II) TEMA DE SAN PEDRO:

2.1.- LAS 3 TENTACIONES

(Mateo 4:1-11) “Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le
pusiera a prueba. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió
hambre. Se acercó el diablo a Jesús para ponerle a prueba, y le dijo: Si de verdad
eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan. (IGNORANCIA)
Pero Jesús le contestó: - La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que salga de los labios de Dios.”

Luego el diablo lo llevó a la santa ciudad de Jerusalén, lo subió al alero del


templo y le dijo: - Si de verdad eres el Hijo de Dios, échate abajo, porque la Escritura
dice: “Dios mandará a sus ángeles a que te cuiden. Te levantarán con sus manos
para que no tropieces con ninguna piedra.” (MENTIRA/SUPERSTICIÓN) Jesús le
contestó: - También dice la Escritura: “No pongas a prueba al Señor tu Dios.”
Finalmente el diablo le llevó a un monte muy alto, y mostrándole todos los países
del mundo y su grandeza, le dijo: - Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras.
(AMBICIÓN) Jesús le contestó: - Vete, Satanás, porque la Escritura dice: “Adora al
Señor tu Dios y sírvele sólo a él.” Entonces el diablo se apartó, y unos ángeles
acudieron a servirle.”

2.2.- Sobre algunas nobles verdades

Es pertinente exponer algunas ideas que sabemos serán justas para


entender el hermoso simbolismo que se encuentran en el RSA. Se dice que el
hombre a medida que trasciende sus niveles de comprensión de la vida, de la
realidad que lo rodea y afecta o incluso de Dios, pasa a través de ciertos “grados”
de conciencia, que sin que sean obligatorios o exactos, más o menos rezan así:

1° de conciencia, Tierra-el mundo Material, en este nivel el ser humano toma


conciencia de todo el mundo sensible que él puede comprender a través de sus 5
sentidos (a saber: oído, gusto, vista, olfato y tacto). En este campo se encuentran
millones de personas; sin embargo, una persona con un problema mental o con
alguna limitante física (ceguera, sordera, etc.) pudiera no comprender cabalmente
el mundo sensible que lo rodea (o por lo menos en minusvalía con respecto a las
demás personas).

2° de conciencia, Bautismo, en este nivel el individuo puede comprender


ideas formales que no necesariamente existen de manera sensible, corpórea o
física, aquí podemos hablar de los Números como ejemplo, ellos no existen
físicamente como tal; sin embargo, se pueden entender a través de ciertos símbolos
(al igual que las letras). Asimismo, tenemos la abstracción de un Unicornio, que a
pesar de jamás haber existido realmente alguno, podemos concebirlo y hasta
imaginarnos su forma recreando ideas formales preexistentes (la del caballo y la del
cuerno).

3° de conciencia, Confirmación, en este nivel se comprenden ideas puras


que trascienden la forma, es decir, ideas sin forma, en este caso podemos citar
como ejemplos: la vida, la muerte, la paz, el amor, la justicia, la igualdad, el destino,
la verdad, el Espíritu Santo, etc. En este punto, nos encontramos con miles de
personas que son incapaces de comprender estas ideas sin forma, hasta el punto
de negarlas, argumentando que muchas de ellas “no existen”, “son utopías”, “no se
pueden demostrar”, etc. No se pretende demostrar ninguna de ellas, solo se busca
ilustrar cómo el ser humano es capaz de concebir ideas profundas que ningún otro
ser es capaz de imaginar.

4° de conciencia, Ordenación, lejos de ser el mundo arquetipal planteado por


Jung (corriente psicológica), aquí trataremos sobre el nivel de conciencia en donde
distintas ideas puras pueden coexistir armónicamente. Para citar un noble ejemplo
tenemos: La Santísima Trinidad, en la cual Dios es tanto Padre, como Hijo y Espíritu
Santo al mismo tiempo, a este respecto alguien pudiera objetar: ¿cómo es posible
que Dios sea el Padre y el Hijo al mismo tiempo si el primero precede
necesariamente al segundo? La respuesta doctrinal es: este es un Misterio.

5° de conciencia (y último), Eucaristía, lejos de ser la metafísica comercial y


fenomenológica que encontramos en el mundo moderno, aquí trataremos sobre el
nivel de conciencia en donde distintas ideas puras “que aparentemente son
contrarias” pueden coexistir armónicamente, para darnos a entender podemos
hablar de cómo Dios puede ser: tanto la Luz como la Oscuridad, sin necesidad de
contrariarse ni de negarse. Se puede mencionar como: Dios puede hacer una roca
tan pesada que Él mismo no la pueda levantar, y sin embargo, poderla levantar.
Obviamente, en este caso como en los dos últimos, ya la lógica Aristotélica
(principalmente usada para describir y comprender el mundo sensible) no da
respuesta satisfactoria, y sin embargo, el ser humano es capaz de concebir
“naturalmente” estas ideas.

El RSA, como un buen ritual de enseñanza iniciática, no podía escapar de


estas nobles verdades, introduciendo en el iniciado el simbolismo pertinente del
cómo la conciencia va progresando a medida de que el hombre sea capaz de
comprender más y más las grandes verdades de orden superior. Recordemos un
viejo pensamiento que enseña que: “la diferencia entre el Orden y el Caos es
simplemente el grado de conocimiento que se tiene del fenómeno (o del sistema)”.

El hombre, a lo largo de su existencia, transita por situaciones diversas,


algunas gloriosas, otras penosas, algunas llenas de alegría, otras de dolor; sin
embargo, y pese a ello, el ser humano tiene una profunda sed de conocimiento, él
no se conforma con sufrir su destino de manera pasiva, a diferencia de los demás
animales, él se levanta, y busca activamente comprender cada vez más y más
cuáles leyes lo afectan, de esta manera, trata de entender: las leyes naturales, las
leyes físicas, las leyes del universo, las leyes psicológicas, las leyes sociales, las
leyes económicas, en fin, trata de forjar su propio destino, cambiando si es
necesario todas estas leyes para que se rija su voluntad.

Los grados de conciencia que hablamos en el capítulo anterior tienen que ver
con la comprensión de las distintas leyes que rigen la vida del individuo, de la
sociedad, del hombre y del universo en general. Muchas de las cosas se explican
con el grado de conciencia del mundo material; sin embargo, no todas las cosas
que nos afectan y gobiernan se pueden explicar aquí, es por ello, que el hombre
busca más y más, y va comprendiendo el mundo formal, el mundo ideal y así
sucesivamente, a medida que el individuo o la sociedad requiera de entender más
el porqué de las cosas.

De esta manera, el ser va madurando y va entendiendo que existen cosas


que son indescriptiblemente más grandes que él, cosas que en principio pueden
verse “malas” pero que luego son “buenas” y/o viceversa. Que existen profundas
verdades que trascienden nuestras vidas y que nosotros solo somos un breve
momento en la existencia del universo; sin embargo, no por ello somos menos
importante que el Sol o que la misma Tierra. El RSA nos habla de todo esto a través
de sus ritos, grados y símbolos, y nos demuestra que más allá del aparente final de
todas las cosas, nuestra conciencia nos dictamina lo que siempre debemos hacer,
sea cual sea el caso, y cómo podremos continuar con nuestra misión crística.

2.3.- Jesús en el Esoterismo

Hablar de Jesús, el Cristo, ha sido uno de los temas más álgidos que la
humanidad ha podido tratar, pues toca la fe y la sensibilidad de muchas personas,
y literalmente han corrido ríos de sangre por este tema. Humildemente, quisiéramos
abordar este apasionante tema, pero para ello debemos precisar algunos tópicos
previamente.

Primero, y antes que nada, nos encontramos con el Cristo histórico


(científico). Tierra-Comprensión Material. Se trata de una suerte de demostración o
contradicción que muchos "eruditos" han querido forjar a lo largo de los años,
tratando de argumentar con "pruebas" tanto su existencia física como su no-
existencia física. Debemos recordar que el iniciado nunca debe confundir el Símbolo
(Jesús) con lo Simbolizado (Cristo), pues el primero es la expresión externa del
segundo, siendo este último quien posee un profundo carácter interno y del cual
todos nosotros estamos invitados a desarrollar. No discutiremos aquí si realmente
existió históricamente un hombre llamado Jesús, pues la respuesta no altera para
nada la verdad que se encuentra en el Cristo; además, al ser Dios el gran Todo, la
simple existencia física de Jesús es una posibilidad contenida en él mismo, lo que
dejaría esta discusión al ámbito profano (fuera del templo). Nos contentaremos con
indicar que el Cristo es verdadero y se encuentra en cada uno de nosotros.

En segundo plano, debemos separar el Cristianismo exotérico (religioso)


del esotérico (de carácter íntimo y vivencial). Aire-Comprensión Formal. Debido a
que el exoterismo plantea una dicotomía conceptual entre Dios y el hombre, en
donde se plantea que uno es de naturaleza "diferente" al otro o que el otro posee
una "mácula" que lo separa gravemente del primero. En este sentido, el esoterismo
no contempla oposiciones sino más bien un TODO con sus respectivos
subconjuntos, siendo el hombre (subconjunto) una posibilidad de Dios (Todo); así
mismo, el mundo material es una manifestación de Dios e incluso lo que
entendemos por Diablo (falso yo), infierno, cielos, etc. Para el esoterismo, Dios es
todo, causa una y origen de todas las cosas, por lo tanto, toda criatura proviene de
su único creador y nosotros como hombres podemos identificarnos con el todo del
cual pertenecemos, resucitando nuestro cristo interno, develando la "chispa divina"
que mora dentro de nosotros.

En tercer lugar, y no por ello menos drástico, es el complejo Sincretismo


cristiano (superstición). Agua-Comprensión Ideal. Ya que desgraciadamente
muchos de los iniciados buscan en el simbolismo cristiano una serie de
"correspondencias" con otras tradiciones, por ejemplo, Alquimia, Astrología,
Kabalah, Hinduismo, Tao, Masonería, Hermetismo, Helenismo, Templarios, entre
otros. No dudamos para nada que estas correspondencias puedan darse, pues
sabemos que la tradición es Una y que incluso entre ellas mismas también se
pueden demostrar, pero a veces nos olvidamos del método cristiano y nos
quedamos hablando de "las otras formas" tradicionales. En la mayoría de los casos,
llega a ser más grave y termina creándose un sincretismo (mera yuxtaposición de
elementos) que lejos de aclarar la vía terminan por confundir y hasta alejar al
iniciado de su camino de reintegración con el Ser. Lamentablemente, dada la
tortuosa historia del cristianismo primitivo es casi imposible no incurrir en esta
confusión hoy en día.

Aprovechamos el párrafo anterior para aclarar la ultima gran confusión que


se ha dado en innumerables corazones y a lo largo de los años y es aquella de
considerar al hermoso simbolismo cristiano circunscrito al ámbito Satriya (Orden de
los Reyes, Nobles y Guerreros). Fuego-Comprensión Arquetipal. Esta confusión es
muy común en los iniciados, dado que los Caballeros del Temple efectivamente
fueron iniciados cristianos que utilizaron el simbolismo satriya y que incluso llegaron
a "gobernar" (por contingencia). Sin embargo, el hecho de que los sacerdotes de la
Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón hayan tenido
que tomar las armas en ese "contexto histórico" no significa que el cristianismo sea
de carácter satriya; al contrario, el Cristianismo es de naturaleza Brahmánica
(Sacerdotal), simplemente dicha posibilidad estaba contenida dentro de su amplio
simbolismo (quien puede lo más puede lo menos). Por ello, nosotros nos
concentraremos en el carácter sacerdotal de nuestra cristiandad.

Ahora bien, ¿A qué nos referimos cuando hablamos del Esoterismo


cristiano?, como hemos hecho entrever en las líneas anteriores hablamos de la
búsqueda del Cristo interno, hablamos de que existe una "chispa divina" en cada
uno de nosotros que espera resurgir. Éter-Comprensión Metafísica. Además,
realizamos esta búsqueda a través de la metodología que Jesús nos enseñó,
específicamente en el nuevo testamento y principalmente en los cuatro evangelios.
Esta metodología se desarrolla en la vida de Jesús, en su drama profundamente
humano, en su pasión (vía crucis y crucifixión), estudiando su simbolismo,
meditando las parábolas, los ritos de los sacramentos, trabajando con la estructura
del cristianismo primitivo, realizando los ejercicios espirituales, practicando las
virtudes teologales y reuniéndose para compartir el pan. En fin, ir despertando poco
a poco el Cristo interno para finalmente poder desarrollar aquella oportunidad de
Dios que cada uno de nosotros es y así cumplir con nuestra sagrada misa (misión).

Esperamos que estas breves palabras sirvan de guía en nuestro trabajo


iniciático y que podamos seguir multiplicando cruces de San Andrés para poder
restituir el hermoso simbolismo cristiano, el cual responde al drama moderno de
nuestra humanidad, pues sin temor a equivocarnos es el Cristianismo la forma
tradicional que mejor comprende el símbolo del Hombre, con sus sueños, con sus
penas, sus anhelos y sus debilidades. Nuestra época actual requiere restituir al
Hombre, con más urgencia que nunca, han cambiado muchos paradigmas, el poder
temporal se ha ido separando cada vez más de la autoridad espiritual. No nos
corresponde a nosotros restituir estos lazos, pues las condiciones de la era son
otras, pero sí podemos restituirlos dentro de cada uno de nosotros, en cada corazón
humano y en cada cruz de San Andrés, nunca olvidemos que nuestro Señor
Jesucristo se reunió con sus apóstoles en una mesa redonda y les indicó que donde
dos o más se reúnan en su nombre allí estará él, presente entre ellos.
III) TEMA DE SAN PABLO:

3.1.- La Fe en el RSA

Desde hace un tiempo, nos hemos topado con la palabra Fe en el ámbito


cristiano; de hecho, pareciera no tener mayor cabida que en dicho contexto, pues a
decir verdad, las demás formas tradicionales ofrecen otros conceptos, más acordes
con su cosmogonía y con su simbolismo tradicional. Lamentablemente, la acepción
más ampliamente extendida entre los cristianos, que a todas luces son los
principales “dolientes”, es la acepción más exotérica posible. La fe ha sido
secuestrada por la incomprensión religiosa que se ha generado (o degenerado) del
cristianismo primitivo, hasta el punto de convertirla en una suerte de “creencia sin
argumentos”. A lo que simplemente respondemos con un silencio, pues no merece
otra cosa que nuestra indiferencia. Sin embargo, no subestimamos para nada las
terribles repercusiones que dicha incomprensión ha dejado en nuestra cultura
occidental: medieval, moderna y contemporánea. No exageraríamos al denunciar
que buena parte de la actitud pasiva de los profanos, tanto científicos como
religiosos, se debe a esta triste incomprensión.

Para ilustrar mejor lo alejado que se encuentra el punto de vista profano de


la verdadera noción tradicional, vamos a citar el concepto de fe definido según el
Tao: “La fe es poder igualar el corazón del hombre al corazón de Dios”. Al principio
pudiera sonar bastante fuerte e incluso bastante confuso; sin embargo, resume muy
bien toda la carga simbólica que cada cristiano debería reflexionar cuando evoca su
fe. En este sentido, aprovechamos para diferenciar una confusión bastante común,
y es el hecho de considerar la fe como un concepto contrapuesto al conocimiento,
entendiéndose como ideas opuestas e irreconciliables. Cuando en verdad, y dada
la naturaleza real de las cosas, el conocimiento se pudiera comprender como un
subconjunto de la fe o una exteriorización de la misma, obviamente cuando dicha
exteriorización se pueda dar sin deformar la realidad de orden sutil que la fe
contenga. Por lo tanto, la fe comprende tanto realidades expresables como
realidades inexpresables, lo cual no significa que no puedan ser comprendidas.

Habíamos mencionado la definición que de la fe se tiene en las escuelas


tradicionales del antiguo oriente y quisiéramos resaltar la importancia que se le da
al hermoso simbolismo del corazón, que efectivamente se puede “igualar” a Dios,
pues es “el puente”, “la puerta”, “el camino”, es en esencia parte del Sí Mismo,
Verdadero Yo o simplemente El Ser. En el occidente, el simbolismo del corazón no
es ajeno y de hecho posee las mismas cualidades que en el Oriente. Retomando
nuestro tema central, podemos citar una frase bastante conocida: “La certeza del
corazón”. Cuando hablamos de la certeza del corazón hacemos alusión a la
“Gnosis”, aquel conocimiento no-aprendido, el cual reside en el interior de cada uno
de nosotros. Efectivamente, el corazón puede conectarse con la Verdad Una y
darnos una respuesta precisa y contundente a una determinada interrogante que
nos hayamos hecho, preferiblemente de índole tradicional, aunque tampoco se
descarta el hecho de poder dar respuesta satisfactoria a interrogantes banales, pues
“quien puede lo más puede lo menos”.

Cabe destacar que dicha respuesta que proviene del Sí Mismo, se diferencia
notoriamente de las respuestas “mentales”, “lógicas” y provenientes de la
individualidad, debido a que esta deja tres (3) sensaciones que marcan el alma del
individuo, a saber: 1.- la sensación de Recuerdo, de hecho, recuerdo proviene de
Re-Cordis, volver a traer al corazón, y no es otra cosa que sentir que dicho
conocimiento ya se poseía, lo cual es doctrinalmente cierto, puesto que el
Verdadero Ser es eterno, no posee origen ni fin, es anterior a todo y lo sabe todo
antes de que ocurran los fenómenos. 2.- la sensación de Paz, en este sentido, el
individuo sentirá una suerte de paz interior, esto es así debido a que el corazón
efectivamente puede saciar la sed del alma, otorgándole una respuesta plena y
satisfactoria. 3.- la sensación de Sobrecogimiento, por lo tanto, el individuo percibirá
al mundo como un lugar más pequeño, más acogedor, más íntimo, logró
comprender parcialmente (o plenamente) la “Rueda del Mundo” y así dio un paso
más hacia el centro de la circunferencia. Estas tres sensaciones están
profundamente emparentadas con las tres cualidades divinas, a esencia: 1.-
Omnisciencia (todo lo sabe), 2.- Omnipotencia (todo lo puede) y 3.- Omnipresencia
(está en todas partes), respectivamente. Es precisamente la Fe que activa estas
tres sensaciones o cualidades divinas en el hombre, otorgándole la sensación de
Recuerdo, de Paz y de Sobrecogimiento.

Pudiéramos simplificar que la Gnosis de las escuelas Pitagóricas es la misma


Fe de los cristianos primitivos y que la Intuición en los primeros es el Espíritu Santo
en los segundos. “No puede haber fe sin intervención del Espíritu Santo así como
tampoco puede haber Gnosis sin intuición”. Del mismo modo, es el Espíritu Santo
el intermediario entre Dios y el Hombre, y es la Fe la que aumenta hasta hacernos
merecedor del Reino de los Cielos. Es en este orden de ideas que podemos
comprender que la fe es de carácter vivencial, concierne a aquellas verdades que
re-descubrimos en el seno de nuestro verdadero ser (el Cristo) sin recurrir a la
mentalidad lógica y profana. Esto no quiere decir que la fe es irracional o que es
absurda, todo lo contrario, es más profunda y cierta (Omnisciencia) que el
conocimiento externo, experimental y racional. Así como la intuición (Abel) está por
encima de la razón (Caín), así mismo, lo está la fe (Recordemos que la Fe mediante
el Espíritu Santo otorgó el Don de Lenguas a los Apóstoles y María en Pentecostés).

Continuando con nuestro enunciado, aseveramos que la fe nos brinda paz,


pues en este instante la individualidad se hace a un lado y deja espacio al verdadero
ser, nuestra esencia crística, en este momento ya no hay temor, ya no hay
necesidad de reconocimiento ni de aprobación, todo se puede, pues Él lo puede
todo. Es solo así como a través de la segunda cualidad divina (Omnipotencia)
ocurren los milagros de la fe. Finalmente, la fe nos retrotrae con nuestra esencia,
pues somos parte de ella y estamos en ella (Omnipresencia), nos ayuda a superar
la ilusión de la dualidad, nos salva y nos libera. A primera vista pudiera confundirse
la fe esotérica con la fe religiosa, pero en el fondo de las cosas es solo una
apariencia, pues la primera es activa y de-veladora, mientras que la segunda es
pasiva y supersticiosa.

No podemos dejar de largo una gran diferencia que el cristianismo primitivo


tuvo con respecto a la Gnosis grecorromana, es decir, la sutil y notable diferencia
entre la Fe versus el Conocimiento (Gnosis). En este orden de ideas, ya los helenos
tenían bien claro el rol de la Gnosis como símbolo en el proceso de identificación
que el iniciado debe alcanzar con el verdadero Ser; pero el conocimiento mal
entendido puede traer un terrible inconveniente, la falsa erudición, la vanidad y la
exaltación del ego por medio de la arrogancia. Jesucristo ya conocía este posible
vicio derivado de la deformación del “intelecto” y por ello habló de la Fe a los
apóstoles y estos lo dejaron claro en las sagradas escrituras. La Fe nos conecta con
el Dios Uno, nos hace comprender y nos hace todopoderosos, pero sin exaltar el
ego, sin vanagloriar la individualidad, sino todo lo contrario, negándola,
aminorándola y olvidándola; es solo así como se alcanza la verdadera Fe. “Ahora
bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración)
de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). “Le pido que, por medio del Espíritu y con el
poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo
de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones…” (Efesios 3:16-17). “La
fe es una obra del Espíritu de Dios” (Gálatas 5:22-23). “Así que la fe viene por el oír,
y oír, la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Dios no teme ser conocido, al contrario,
nos invita a conocerlo y a amarlo, es un proceso de doble identificación, por medio
del conocimiento y por medio del amor, ambos se fusionan en una sola palabra: Fe.

3.2.- Las 3 vías cristianas

Toda forma tradicional completa contempla en su universalidad varias vías


de asimilación, comprensión e identificación. El cristianismo desde su origen
(eminentemente esotérico) no podía escapar de la posibilidad de ser asimilada bajo
diversos puntos de vista, que naturalmente van a variar según la comprensión o
incomprensión de cada individuo. Desde sus orígenes hasta nuestros días,
podemos identificar tres (3) sapiencias que han devenido en el entendimiento del
cristianismo, estas se subdividen en dos de carácter exotérico y una de naturaleza
esotérica. La esotérica es la que mejor resguarda la verdadera esencia del
cristianismo primitivo, mientras que las dos vías exotéricas han cumplido un rol
histórico determinante, bastante cuestionado y tal vez necesario. Las vías
exotéricas responden al desenvolvimiento espontáneo de una verdad de orden sutil
aplicado a las circunstancias y contingencias de nuestras limitaciones espacio
temporales. Sabemos que el individuo debe buscar la máxima sapiencia en su
recorrido iniciático, crístico, pero también sabemos que no todos los individuos
pueden o quieren lograrlo. Las vías exotéricas dan justa cabida a dichas
individualidades, otorgando todo lo positivo que una vía exotérica pueda ofrecer y
estando limitada “por arriba” a las características de su cualidad dualista. No
discutiremos aquí si las vías exotéricas deban existir o no, simplemente nos
limitaremos a describir las diferentes vías que se han generado del cristianismo
desde su origen hasta nuestro presente.

Para aclarar mejor estas vías, vamos a citar lo que los hindúes han
denominado los tres senderos del Yoga, a saber: 1) Jnana-marga: el sendero del
conocimiento trascendente, 2) Bhakti-marga: el sendero de la devoción y 3)
Karma-marga: el sendero de la acción y de las obras. El primer sendero conduce
a la Liberación de las formas y es de orden esotérico, mientras que los dos últimos
conducen a la Salvación del alma y son de naturaleza exotérica. En este orden de
ideas, podemos identificar en el cristianismo estas mismas vías o senderos
(margas). En efecto: la vía del conocimiento trascendente, Gnosis, Fe en su
verdadera acepción (equivalente al Jnana-marga), la vía de la Devoción o
Adoración en Cristo (equivalente al Bhakti-marga) y la vía de las Buenas Obras
para con el prójimo o próximo (equivalente al Karma-marga).

Las Buenas Obras (Karma-marga): el Cristianismo, al igual que muchas


formas tradicionales, plantea la Caridad como vía de aproximación a Dios. En el
Islam, el Zakat (Caridad) es obligatorio en la vida del musulmán. Pues Jesús dijo:
“… Amaras al prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Y también leemos: 20 “Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que
no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha
visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame
también a su hermano (I de Juan 4:20-21). Particularmente en el Cristianismo, la
Caridad tomó el valor de ser el mandamiento que resume los otros nueve (9)
mandamientos. Pues de los diez (10) mandamientos de Moisés solo el primero se
mantuvo intacto en la nueva palabra de Jesús. Por lo tanto, la caridad no es solo
una virtud teologal, sino que es una vía de aproximación a Dios en sí mismo. Por lo
menos en lo que respecta a la culminación plena de los Misterios Menores (misterios
del hombre), realización del Hombre Primordial.

La Devoción (Bhakti-marga): muchas son las citas que nos invitan a asumir
a Jesús como el Cristo (Mateo 1:17; 11:2; Marcos 8:29; 12:35; 13:21; 14:61; 15:32;
Lucas 2:26; 22:67; 23:39; 24:26-46; Juan 1:20-25; 3:28), como el Hijo de Dios
(Mateo 3:17; Marcos 1:11; Lucas 3:22; 4:3-9; 20:13-14; Juan 1:49; 11:27; 20:31),
como el Salvador (Lucas 1:47; 2:30; 3:6; 24:46) o como el Elegido de Dios (Lucas
9:35; 23:35). Así mismo, en nuestro cristianismo vemos la Devoción como un
camino: “Yo soy el camino, y la vida, nadie viene al Padre sino por mi” (Juan 14:6).
También, podemos analizar: a) El Padre quiere ser adorado por creyentes (Juan
4:24), b) Es al Padre a quien debemos dirigir nuestras oraciones (Juan 15:16) y c)
La promesa de ser hechos morada del Padre y del Hijo se da a aquellos que aman
a Cristo (Juan 14:23). Para millones de creyentes hoy en día, es la devoción a Jesús
el único camino que los va a salvar, el camino que los va a reintegrar con el Padre
y es totalmente cierto, pero aun bajo la perspectiva de los Misterios Menores, pues
aun se plantea la Dualidad.

La Gnosis-Fe (Jnana-marga): en otra parte hemos mencionado la


correspondencia que para los cristianos primitivos se entendía de la Fe con respecto
a lo que hoy en día definimos como Gnosis en las escuelas iniciáticas. Recordemos
también que el cristianismo primitivo era eminentemente esotérico, no religioso. Es
en el evangelio de San Juan donde mejor apreciamos el carácter esotérico del
cristianismo: “En el principio era el Logos (Verbo), y el logos era con Dios y el logos
era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas;
y sin él nada de lo hecho fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. 5 Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la
comprendieron” (Juan 1:1-5). En esta cita, el Logos o el Verbo posee un carácter
trascendental y metafísico, ya que plantea varias cualidades difíciles de entender
racionalmente, pero que invitan a ser meditadas con el corazón. En este orden de
ideas podemos reflexionar: a) la equivalencia que se plantea entre el Logos y Dios,
no como un subconjunto sino como una igualdad, b) su calidad atemporal o eterna,
debido a que existía antes que el tiempo, c) sin embargo, se expresa con otro
término “Logos”, que significa: verbo, inteligencia, verdad, el Uno, el Ser, d) su
potencial creador y su relación con la creación (la luz), porque ha hecho todo y nada
existe sin él, e) su conexión con la criatura, puesto que contiene a la vida, a los
seres y al mismo hombre (todos tenemos Logos) y f) la aparente dicotomía que las
tinieblas (ignorancia) se plantean ante el Logos cuando en realidad es parte de él;
para el Logos no existe la dualidad, por más que la dualidad no la pueda
comprender, dado que el Logos es unidad en sí misma, y la dualidad es la
incomprensión del uno. De todo esto, se infiere la gran importancia que el Logos
representa para el cristianismo esotérico, planteándose así su principio metafísico.

Continuando con San Juan, podemos apreciar como el evangelista describe


la naturaleza de Dios con un carácter esotérico y ontológico, así tenemos: “Dios es
espíritu; …” (Juan 4:24), “… Dios es luz, …” (I Juan 1:5) y “… Dios es amor” (I Juan
4:8). Son atributos ontológicos que describen al Ser, a Dios, pues no se dice que
Dios es amoroso sino que Dios es Amor en sí. Además, dichos atributos poseen
correspondencia con las tres primeras esferas del Árbol Sefirótico: Kether-Jokmah-
Binah y con las tres identidades de la Santísima Trinidad: Padre-Hijo-Espíritu Santo.
La Santísima Trinidad es uno de los conceptos más esotéricos del cristianismo y es
quien mejor describe el principio ontológico. Recordemos la significancia que tiene
el Espíritu Santo con el Padre y el Hijo para San Juan: “Pero cuando venga el
Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede
del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26). Y con esto queda claro el
rol de Jesús, el Cristo, en la ontología crística.

Como hemos explicado en otro tratado, a primera vista podríamos indicar


que la Fe es una creencia mientras que la Gnosis es una certeza. Sin embargo, la
Fe para el cristianismo primitivo iba mucho más allá de ser una simple “creencia sin
argumentos”. Era como hemos explicado la “certeza del corazón”, aquella
alcanzada cuando el “corazón del hombre se iguala al corazón de Dios”, vale decir,
cuando “nos hacemos Uno con el verdadero Ser a través del Logos”. Por todo
lo anterior expuesto, estamos invitados a trabajar la vía cristiana de la Fe bien
comprendida, esta vía no excluye a las otras (buenas obras y devoción), sino que
las contiene. La vía de la Fe (Jnana-marga) es una vía de los Misterios Mayores, es
la realización del Hombre Universal y culminación plena de la vía iniciática
(esotérica). Pero así mismo, debemos hacer una serie de advertencias con respecto
a las tres vías cristianas: 1) Las Buenas Obras se pueden degenerar en una
excesiva moralina pacata, en una falsa caridad a suerte de limosna y en una
conveniente “ayuda” a ciertos sectores “necesitados”. 2) La Devoción se puede
degenerar en fanatismo, proselitismo y sectarismo religioso, ya nuestra historia
puede dar abundantes ejemplos penosos sobre esta incomprensión y finalmente, 3)
La Fe-Gnosis se puede degenerar en la simple creencia a ciegas, sin argumentos
e irracional. Insistimos, Dios no teme ser conocido, sino que nos invita a conocerlo
y a amarlo, en un proceso de doble identificación, por medio del Conocimiento (Fe:
Jnana-marga) y por medio del Amor a Dios (Devoción: Bhakti-marga) y a los
hombres (Buenas obras: Karma-marga).
3.3.- La Santísima Trinidad en el RSA

En otras oportunidades hemos hablado del hermoso y profundo significado de Jesús


según el RSA. En resumen, Jesús es en si mismo los grados de realización que el iniciado
en los misterios cristianos va desarrollando a medida que aumenta su amor, sus grados de
conciencia y/o sus grados de realización espiritual. Según el Rito de San Andrés son siete:
1) Cordero de Dios, 2) Redentor, 3) Hijo de Dios, 4) Alfa y Omega, 5) Cristo, 6) Cuerpo
Glorioso y 7) Emmanuel. Es importante destacar que a lo largo de la vida del iniciado Jesús
(‫ )י ה ש ו ה‬siempre te acompaña, lo único que varía es su grado de comprensión a través
del recorrido en la senda espiritual, pasando de una comprensión más cosmológica hasta
llegar a una comprensión ontológica e inclusive metafísica.

Es tal vez el 5º (Ordenación Sacerdotal) del RSA en donde se de-vela de mejor


manera el misterio de Jesús-Cristo, en su santo nombre. Y esto es así puesto que, todo
aquel que sea llamado a evangelizar y profesar la palabra de Dios (acción sacerdotal) debe
conocer su verdadero nombre (el Cristo interior). Recordemos que “Cristo” significa ungido
(iniciado). No queremos ahondar más, para no revelar los sagrados misterios, solo nos
conformaremos con recordar las siete iglesias del apocalipsis, de las cuales Jesús es una
de ellas y en si mismo es la suma de todas ellas…

Además, hemos hablado también sobre el misterio del Espíritu Santo y su relación
con la Fe cristiana, aclarando que esta última no es una mera “creencia sin argumentos” si
no todo lo contrario, la comprensión más cabal y profunda de la Verdad. En este sentido y
para darnos a entender, habíamos realizado una suerte de analogía: “La intuición es a la
Gnosis lo que el Espíritu Santo es a la Fe”.
Recordemos que nosotros, los cristianos, somos quienes hemos “humanizado” los
símbolos sagrados de la verdad una. Siendo Jesús el camino y la vía (lo que en el Oriente
denominan Tao) y siendo el Espíritu Santo quien nos conecta y/o comunica con lo divino,
fungiendo como intermediario entre el cielo y la tierra (entre la mente y el corazón).

Es de esta manera que deseamos ahondar mejor en los conceptos de Cosmología,


Ontología y Metafísica según los misterios cristianos. Para ello, nos valdremos de una tabla
de correspondencias de distintos pensamientos para abordar dicha terminología.

La visión esotérica de la Verdad Una define los principios: Cosmológico-Ontológico-


Metafísico en función del Ser. Y obviamente es la mejor definición que podemos dar. Sin
embargo, para los iniciados en el cristianismo surge una duda razonable: ¿Qué o quién es
el Ser?...

Esta última pregunta la podemos complementar con más interrogantes: ¿Es el Dios
exotérico?, ¿Es el Hijo?, ¿Quién es el Hijo?, ¿Es Jesucristo?, ¿Es el Hombre?, ¿Soy yo?...

Para responder esto recordemos que los cristianos poseemos uno de los conceptos
más hermosos entre todas las formas tradicionales derivadas de la tradición primordial, y
es la Santísima Trinidad (triunidad), el cual nos devela que es: Padre-Hijo-Espíritu Santo
al mismo tiempo. Vale decir, principios: “cosmológico-ontológico-metafísico” al mismo
tiempo y esto es rigurosamente cierto si se comprende bien el principio metafísico; el cual
abarca a los otros dos como subconjuntos, así mismo como ocurre a su vez que, el principio
ontológico abarca al cosmológico como subconjunto. Por lo tanto, no exageramos al
equiparar al principio metafísico del esoterismo universal con la Santísima Trinidad de los
cristianos.

Ahora bien, aun nos resta otras consideraciones por terminar de aclarar, y es
justamente el rol del Padre y del Hijo en esta ecuación. Debido a que, párrafos atrás ya
habíamos definido al Espíritu Santo como la intuición intelectual según la terminología
tradicional. Comenzaremos con el Padre, parte protagónica dentro de la Santísima Trinidad
o comprensión originaria y positiva de la misma, pues recordemos que al “humanizar” los
eternos símbolos sagrados necesario fue determinar un origen (génesis), aunque sabemos
que tal cosa es irrelevante para el No-Ser (principio metafísico), puesto que no existe el
tiempo ni el espacio. Por sus cualidades el Padre (origen humanizado) es el “Gran Yo Soy”,
Yo Soy el que Soy (‫)י ה ו ה‬, hasta cierto punto es el Dios de los cristianos exotéricos o
religiosos, puesto que el símbolo es el mismo, lo único que varía es nuestra comprensión
de dicho símbolo al hacerlo más próximo, más íntimo.

Mientras que, el Hijo, efectivamente es Jesucristo, hecho a su imagen y semejanza.


Pero si no nos identificamos en él y para él (a través del Espíritu Santo) y si no lo amamos
de verdad (como él nos amó a nosotros), entonces Jesús siempre será un personaje
histórico y nunca nacerá en nuestros corazones. Los misterios cristianos del RSA nos
invitan a realizarnos en Cristo, identificarnos con él, en él, por él y para él, permitir que él
albergue en nuestros corazones; negándonos, tomando nuestra (la) cruz y siguiéndolo.
Esta tarea es individual, de cada iniciado, por lo tanto, la respuesta ante la pregunta de:
¿Quién es el Hijo?... El Salvador, Jesucristo, Cordero de Dios, Redentor, Hijo de Dios, Alfa
y Omega, Cristo, Cuerpo Glorioso, Emmanuel, Ieshua… Todo esto será verdad
dependiendo del corazón y la fe de cada hermano. Recordemos que según el Oriente: “la
Fe es igualar el corazón del hombre al corazón de Dios”. Por lo tanto, nuestra misión es
amarnos e identificarnos en Cristo, pues él es el mundo, es la cruz, es la humanidad, es
Dios, es la vía y es la verdadera vida o vida eterna. Todo dependerá de nosotros, de nuestra
fe y de nuestro amor.

Para concluir, como iniciados debemos re-cordar que estas divisiones en los
principios: cosmológicos-ontológicos-metafísicos son mayores mientras veamos la Verdad
Una o la Santísima Trinidad como algo disgregado, separado, fraccionado. Pero si logramos
identificarnos en ella por medio del amor y la fe (a través del Espíritu Santo), estas divisiones
desaparecerán, no existirán, y el Padre y el Hijo serán Uno solo, y nosotros como iniciados
seremos verdaderos cristianos (otro cristo), no seremos más cuerpos de carne arrojados
en el mundo, sino que seremos con él, en él, por él y para él. La fe de cada uno de nosotros
determinará si somos o no el verdadero Ser (principio ontológico) o si más bien estamos
como extensiones del Ser (principio cosmológico). En el misterio de la Santísima Triunidad
convergen todas las verdades en una sola gran verdad, la que cada uno de nosotros, como
iniciados en los misterios cristianos, debemos descubrir; allí el mundo, nosotros y Dios
seremos una sola verdad, su verdad, mi verdad, la única verdad eterna.
IV) TEMA DE SAN JUAN:

Ejercicio: ¿Dónde esta el error?

4.1.- El Cristo Interior

Nuestra cultura occidental ha sido la heredera de muchas formas de


pensamiento y filosofías diferentes a lo largo de las épocas. A veces, han
repercutido en nuestro sistema de creencias, en nuestra manera de concebir
nuestra fe, en el cómo comprendemos la realidad, como vemos el mundo, como nos
percibimos y como nos relacionamos con Dios.

Se podría decir que la concepción materialista aristotélica nos “enseña” que


todo lo que aprendemos proviene del mundo sensible hacia nuestros órganos
sensoriales y que nuestra mente “está en blanco” cuando nacemos, pero
respondemos positivamente ante la lógica. Por otro lado, el pensamiento platónico
nos “enseña” que existe un mundo ideal, perfecto y puro, pero que no es posible
alcanzarlo dadas las “imperfecciones del hombre”, siendo inalcanzable. Finalmente,
la tradición judeocristiana nos “enseña” que venimos al mundo con el “pecado
original”, con un defecto, una mácula que nos aleja de antemano del principio divino
(cabe destacar que dicho pecado está asociado a la adquisición de cierto
conocimiento). En conclusión, podríamos simplificar el pensamiento occidental en 3
posibles opciones:

1) nacemos con la mente en blanco y la vamos rellenando con información


externa,
2) existe un mundo ideal, pero estamos imposibilitados de comprenderlo,
3) nacemos con algo negativo que debemos purificar.

Por lo tanto, tratar de comprender la máxima sapiencia del oriente resulta


muy difícil de digerir para nuestra mentalidad occidental, y esta es muy simple:
“nacemos con información positiva, ideal y pura que nos conecta directamente con
el principio divino”, ya que dicho conocimiento proviene del mismo principio divino
y, lejos de “castigarnos”, nos invita a conocerlo, pues este conocimiento es
“comprensible” y accesible al hombre. Este planteamiento rompe prácticamente con
todo el pensamiento occidental y con todo lo “enseñado” en nuestra cultura.

Sin embargo, esto no siempre ha sido así y han existido otros puntos de vista,
profundamente occidentales, que han sido vetados a lo largo de las épocas. En este
sentido, quisiera hablar del verdadero esoterismo cristiano. Este nos enseña que:
“Cristo vive dentro de cada uno de nosotros”, solo debemos reconocerlo, debemos
hacer resurgir nuestro “Cristo interior”. Reconocer al Cristo interno es romper en sí
mismo con las 3 limitantes antes expuestas:

1) nuestra mente no está en blanco, de hecho, todos nacemos con el Cristo


interior,
2) el mundo ideal está contenido en nuestro interior y tenemos acceso a él
mediante el Cristo interno,
3) nacemos con el pecado original, pero también con el Cristo interno,
debemos purificarnos (corrigiendo el pecado) y encontrarnos con nuestra
esencia (Cristo interno).

Además, coincidimos con la sapiencia oriental, pues el Cristo interior o


“chispa de divinidad” es parte y reflejo de Dios en nosotros (Emmanuel).
Encontrarnos con él es parte de su plan, parte de su deseo y estamos invitados a
ello. Dios quiere que nos reencontremos, y la mejor manera de hacerlo es mediante
el Cristo, aquel que habita en el interior de cada uno de nosotros.

Ahora bien, ¿Cómo podemos realizar tal encuentro? Según el RSA, esta
pregunta se responde por el trabajo crístico en cuatro etapas, a saber: 1° el DESEO
(Encontrar la Palabra), 2° el SERVICIO (Resguardar la Palabra), 3° la MISIÓN
(Defender la Palabra) y 4° el CRISTO INTERIOR (Promulgar la Palabra).

1° El Deseo: el hombre común (profano y/o religioso) se plantea una crisis,


ya el mundo ordinario no le satisface y siente que nada de lo que éste le brinda
pueda saciar su sed. Esto es así porque la sed que el individuo tiene es espiritual,
el mundo que le rodea es como un desierto, desolado, es “la voz que clama en el
desierto”. El individuo no estará satisfecho hasta que “nazca de nuevo”, pero esta
vez del espíritu, solo así podrá encontrarse en un nuevo mundo, un mundo donde
podrá saciar su sed espiritual, podrá beber de la Palabra Sagrada, pues el iniciado
habrá ENCONTRADO el verbo divino.

2° El Servicio: una vez ya nacido del espíritu, el iniciado debe adecuarse en


cuerpo, alma y espíritu ante su nuevo mundo, debe dar armonía a sus acciones,
palabras, pensamientos, sentimientos y amor, tanto en lo más íntimo de su ser como
en sus expresiones más externas, es de esta manera que debe “prestar servicio”,
tanto al cielo como a la tierra, a los hombres, a sus iguales y hermanos. Sin
embargo, para el RSA este servicio debe ser anónimo, desinteresado y
preferiblemente universal. La oración es de gran importancia, pero también
debemos RESGUARDAR el verbo divino dentro de lo más profundo de nuestro
corazón.

3° La Misión: el iniciado vive cabalmente como un servidor de Dios ante los


hombres y el mundo, solo así es como podrá encontrar su “misión crística” (dentro
de su corazón). La misión crística es nuestra misión de vida, es nuestra verdadera
función y es nuestra razón de ser y de existir, es única y particular en cada iniciado,
además, cada quien debe descubrirla por sí mismo. Cada ser humano es una
“oportunidad de Dios” en este mundo y en esta vida, esa es la gran virtud que posee
el hombre, es un valioso don que debemos DEFENDER, es el verbo divino puesto
en acción, es acción creadora y restauradora del mundo y de los hombres.

4° El Cristo Interior: todos poseemos el Cristo Interno, es nuestra verdadera


esencia, nuestro verdadero ser, pero solo aquel que “nazca del espíritu”, “ame a su
prójimo como a sí mismo” y realice su “misión crística” podrá ser llamado “el Hijo de
Dios” y será por lo tanto, bienvenido en el seno del Padre, siendo uno con Él mismo,
pues este es el gran misterio de la Santísima Trinidad. “Padre-Hijo-Espíritu Santo
son un mismo Dios”, estamos llamados a reencontrarnos con nuestro Padre y volver
a ser uno con Él, pues Él lo es todo. “En el principio era el Verbo…” debemos por
tanto PROMULGAR el verbo divino.

No estamos solos en este camino, “Dios está en nosotros” y el Espíritu


Santo nos guía a través de nuestra intuición. Estamos colmados con: la Sed del
Deseo, el Amor al Servicio, la Virtud para cumplir nuestra Misión y finalmente,
Poseemos el Cristo Interior. Simplemente es lo más valioso y sagrado, ¿Cuántos
ángeles quisieran tener esa “chispa divina” dentro de su interior?, ¿Cuántos seres
quisieran tener el don de la creación, del verbo?, solo nosotros lo tenemos, es
nuestro más grande tesoro y nuestra verdadera identidad. ¡Encontrémosla,
Resguardémosla, Defendámosla y Promulguémosla!
4.2.- El significado de Jesús según el RSA
A través de los siglos la cristiandad ha tratado de responder aquella pregunta que
Jesús les hizo a sus discípulos: y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?... (Mateo 16:15).

Han corrido ríos de tinta para tratar de responder esta pregunta, y la gran mayoría
de los cristianos subestima el poder de esta incógnita al responder prematuramente: “es
Dios, es la Santísima Trinidad” …

Tampoco queremos decir que esta respuesta sea incorrecta, pues efectivamente es
así: es Dios, es la Santísima Trinidad. Pero advertimos que la gran mayoría de las veces
parece una respuesta automática, poco comprendida, algo que nos enseñaron a recitar sin
cuestionamiento alguno. Como cuando de niños repetíamos la tabla de multiplicar una y
otra vez hasta aprenderla.

Otros podrán ahondar un poco más y argumentar: “Jesús es el hijo, parte de la


Santísima Trinidad y, por lo tanto, es uno con Dios, es Dios”. Y esta respuesta es otra noble
verdad. … “Es un misterio”, dirán otros tantos sin especificar más. Pero existen almas que
desean saborear un poco más, que necesitan escrudiñar más sobre su simbolismo y, por
lo tanto, sobre su método. Puesto que, en su santo nombre está el método.

Lo primero que vale la pena rescatar es él porque del nombre JESUS, sabemos que
el Ángel Gabriel le informo a la Virgen María sobre la selección de YHVH (Lucas 1:31), pero
no nos conformaremos con esta respuesta, pues lo único que estamos haciendo es delegar
la duda a la autoridad de YHVH. En este sentido, realizaremos la gematría del nombre de
YHVH en el alefato antiguo, como justamente se escribía en aquellos días.

‫יהוה‬
‫י‬ ‫ה‬ ‫ו‬
Recordemos que YHVH significa: Y ( ) “Yo”, H ( ) “Soy”, V ( ) “El Que”, H ( ‫ה‬
) “Soy”. Leyendo de derecha a izquierda. Además, el valor cardinal de Y es 10, el de H es
5 y el de V es 6, lo que da un total de 26. Vale decir, que el nombre de YHVH tiene afinidad
con el número 26. Aprovechamos la ocasión para recordar que la manera más fácil o directa
de expresar el número 26 con el alefato antiguo es por medio de las letras: CV, es decir: (
‫) כ ו‬. Pues recordemos que en aquel entonces no existían números como tal, sino que las
mismas letras eran los números, y solo el contexto las diferenciaba. A parte del valor
cardinal de cada letra del alefato, existía un significado propio para cada letra, y en el caso
de las letras “C” y “V” significan: “Palma de la mano o Mano abierta” y “Clavo o Llave”
respectivamente. Dejamos esta pregunta al aire: ¿Dónde hemos visto a alguien con un
clavo en la palma de su mano, sumando precisamente 26? Finalmente, como curiosidad
de-velamos que un (1) año posee 52 semanas, el doble de 26.

Ahora bien, los antiguos cabalistas conocían estos secretos, y también calculaban
el ATh-BaSh de una palabra o un nombre, que no era otra cosa que sustituir la primera letra
por la ultima, la segunda letra por la penúltima y así sucesivamente. Como el alefato posee
22 letras era muy cómodo calcular el ATh-BaSh de una determinada letra según la siguiente
formula: X= 23-Y, donde “Y” es el valor ordinal de la letra a la cual se desea conocer su
ATh-BaSh y “X” es el valor ordinal de la nueva letra. Retomando el nombre de Dios (YHVH)
tenemos:

 Para Y: 23-10 (Y)= 13, donde 13 corresponde ordinalmente con la letra “M”.
 Para H: 23-5 (H)= 18, donde 18 corresponde ordinalmente con la letra “Tz”.
 Para V: 23-6 (V)= 17, donde 17 corresponde ordinalmente con la letra “P o F”.
 Para H (nuevamente): 23-5 (H)= 18, donde 18 corresponde con “Tz” (ídem).

De este resultado, el ATh-BaSh del nombre de Dios (YHVH), podemos meditar


muchas cosas, la primera es reflexionar que significa “lo contrario” de Dios, su “opuesto” o
su “reflejo”… y parte de esto lo podemos encontrar en el significado de MTzFTz o MTzPTz.
Lo segundo, es que el valor cardinal de esta palabra es 300, dado que M (40) +Tz (90) +P
o F (80) +Tz (90) = 300, y trescientos es justamente el valor cardinal de la letra Sh (300).
Es por ello que, en resumen, el reflejo (Ath-BaSh) de Dios (YHVH) es Sh (300), lo cual
significa “Fuego”.

Convenientemente, podemos dar una segunda interpretación al ATh-BaSh del


nombre de Dios, diciendo que 300 (el Fuego) realmente representa al Hombre, aquel Adam
(ser de luz) que fue hecho a imagen y semejanza de YHVH, siendo el más justo “reflejo de
Dios” en la creación. Aclarado esto, al introducir la letra del hombre (Sh) dentro del nombre
de Dios (YHVH) resulta el nombre de JESUS escrito en alefato antiguo:

‫י ה )ש( ו ה‬
Es decir, YHShVH o IeShUA (recordando que en alefato antiguo casi nunca se
escribían las vocales), cuyo profundo significado de-vela que en realidad JESUS significa:
Dios entre los Hombres o Dios entre nosotros (Emmanuel, como se lee literalmente en
Mateo 1:23). Por lo que no fue un nombre ordinario, sino que desde la anunciación ya se
otorgaba una misión, una función sagrada: Ser Dios en la tierra.

Para el Rito de San Andrés, hacer énfasis en esto no es un mero capricho,


como podremos ver a continuación, el mismo nombre de IESHUA nos sugiere un método
de realización espiritual. Recordemos que el RSA posee siete (7) grados o sacramentos
cristianos, en el cual el iniciado en los misterios del cristianismo va avanzando en grados
de realización espiritual a medida que avanza en estos sacramentos ordenadamente.

1º) Bautizo = Nombre de Jesús para el 1º: “Cordero de Dios”.

2º) Penitencia = Nombre de Jesús para el 2º: “Redentor”.

3º) Confirmación = Nombre de Jesús para el 3º: “Hijo de Dios”.

4º) Matrimonio = Nombre de Jesús para el 4º: “Alfa y Omega”.

5º) Ordenación Sacerdotal = Nombre de Jesús para el 5º: “Cristo”.

6º) Unción de los Enfermos = Nombre de Jesús para el 6º: “Cuerpo Glorioso”.
7º) Eucaristía = Nombre de Jesús para el 7º: “Emmanuel”.

Cada grado de realización espiritual de-vela una comprensión de Jesús en los


misterios cristianos. Son siete (7) aspectos que el iniciado debe meditar según cada paso,
cada etapa, cada avance en el método, el cual responde a un orden trascendental, sutil y/o
tradicional.

El Bautizo es el 1º de realización espiritual en los misterios iniciáticos del RSA. Por


lo tanto, para un observador ingenuo, las semejanzas con el exoterismo religioso son
mayores. Pero, quien sabe “ver” más allá, podrá apreciar el profundo carácter esotérico.
Para este sacramento Jesús es identificado como el Cordero de Dios. Recordemos que el
Cordero era usado en el holocausto para el ritual de sacrificio o sacro-oficio. Es nuestra
comprensión profana quien comienza a morir y es nuestro cristo interior quien comienza a
de-velarse. El sacrificio del Cordero (Jesús) permite dicha transmutación, volver a nacer o
nacer en el espíritu, siendo el primer paso del iniciado.

Según nuestro RSA la Penitencia es el 2º y así como en el sacramento anterior, las


semejanzas de este rito con el exoterismo aun suelen confundirse, pero a diferencia del
exoterismo religioso, el misticismo y las practicas ascetas tienen mayor identificación en
este grado. Jesús es nombrado como el Redentor, el reparador de los mundos, único ser
capaz de restaurar cualquier condición, humana o no, visible e invisible, terrestre, celeste e
incluso infernal. Para este grado se da un giro inexperado en el ritual intermedio de
Confesión, el cual de-vela el profundo carácter esotérico del grado.

Para el 3º del RSA la Confirmación es el tercer sacramento a meditar y vivenciar.


Este grado se puede apreciar como un rito plenamente iniciático sin lugar a dudas. Todo lo
profano es reducido a cenizas y el nombre de Jesús es Hijo de Dios, titulo otorgado al
verdadero iniciado en los misterios cristianos. En este sacramento se confirma nuestro
compromiso en la noble empresa de representar a un iniciado en el RSA, es un ser que
pertenece más a todo lo celeste que a cualquier otra cosa terrestre. Su corazón, su tesoro,
está ubicado en un lugar donde nadie podrá robarlo ni ningún ser podrá penetrarlo.

El 4º del RSA es el Matrimonio, posición central dentro de los siete (7) sacramentos.
En este grado se debe meditar sobre la dualidad y la ilusión, sobre el ego y sobre los demás,
el mundo y la vida. Con esperanza de debe trascender este nivel, el cual es, probablemente,
el grado más difícil de completar, dado su profundo carácter humano y social. Es por ello
que, el nombre de Jesús que nos ayuda a comprender este sacramento es Alfa y Omega.
En este nivel, el iniciado debe ordenar su existencia terrenal sin renunciar a ella, sin
ocultarse ni esconderse.

La Ordenación Sacerdotal representa el 5º del RSA. Este sacramento es, tal vez, el
más importante en la consolidación del iniciado propiamente dicha (coronación de los
misterios menores). En este grado debemos de-velar nuestra verdadera misión, aquella
oportunidad de Dios que cada uno de nosotros representa. Para este sacramento, Jesús
es nombrado como el Cristo, lo cual significa literalmente ungido o iniciado. Recordemos
que el mismo Jesús fue un iniciado en la tradición. Decir Cristo es decir iniciado,
reconocernos como iniciados es reconocernos como cristianos, vale decir, “otro cristo”.

Ya una vez consolidado el iniciado en los misterios del RSA, se nos abren las
puertas de los misterios mayores. Es en este sentido que, el 6º es representado en la Unción
de los Enfermos, y el nombre de Jesús es identificado precisamente como el Cuerpo
Glorioso. Profundo símbolo que debemos meditar para poder trascender lo visible y lo
invisible, lo terrestre y lo celeste e incluso los mismísimos infiernos. Aquí el iniciado no solo
cumple con su misión sagrada, sino que con su inmensa misericordia trae luz en la
oscuridad.

Finalmente, el 7º del RSA es la Eucaristía, ultimo sacramento para el iniciado en los


misterios cristianos. Jesús es denominado como Emmanuel, donde ya habíamos
demostrado que significa “Dios entre nosotros”. Es precisamente el símbolo que encierra la
última noble verdad, puesto que, como iniciados debemos ser garantes de la palabra de
Dios, debemos ser antorchas encendidas de luz, debemos establecer el camino para el
prójimo y debemos cargar con la cruz que el mismo Jesús cargo. Es la misión noble misión
de la tradición, la cual es celebrada tanto en el cielo como en la tierra eternamente, sin
distinciones, sin oposiciones, sino una misma meta, la verdad.

En el caso de las reuniones ordinarias (misiones) del RSA, la comprensión de Jesús


es notablemente metafísica, ontológica y cosmológica. Para ello, tomaremos como primera
cita la estación siete (7) sobre las ofrendas, la cual reza:

“Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de
él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades: todo fue creado por él y para él. Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza y el cuerpo de la Iglesia. Él es el
principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso
Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del
cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.”

En esta cita, se puede apreciar todo un proceso cosmológico, pues la rueda de la


vida, el devenir del mundo y la creación del universo pueden comprenderse en doce (12)
etapas, el antiguo hermetismo cristiano lo asocia con los signos zodiacales y/o con los doce
apóstoles, al retomar la cita bajo esta perspectiva tenemos:

“Cristo Jesús es imagen de Dios invisible (1: Aries-Andrés), primogénito de toda criatura (2:
Tauro-Pedro); porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres,
visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades: todo fue creado por él
y para él (3: Géminis-Santiago el Mayor). Él es anterior a todo (4: Cáncer-Juan), y todo se
mantiene en él (5: Leo-Felipe). Él es también la cabeza y el cuerpo de la Iglesia (6: Virgo-
Bartolomé). Él es el principio (7: Libra-Mateo), el primogénito de entre los muertos (8:
Escorpio-Tomas), y así es el primero en todo (9: Sagitario-Santiago el Menor). Porque en él
quiso Dios que residiera toda la plenitud (10: Capricornio-Tadeo). Y por él quiso reconciliar
consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra (11: Acuario-Simón), haciendo la paz
por la sangre de su cruz (12: Piscis-Judas y/o Pablo).”

Para finalizar, dejaremos la más hermosa, plena y profunda comprensión de Jesús que
el Rito de San Andrés nos de-vela, la cual justamente se encuentra en sus primeras líneas,
esperando a ser internalizado, esperando a ser vivenciado. Es tal vez, la comprensión más
ontológica y a la vez metafísica que podamos encontrar en la literatura cristiana.
Recordemos que, al abrir el ritual de las misiones, el diacono nos dice:
…”es con estas duras palabras que hemos condenado con la cruz a nuestro señor Jesucristo y
él simplemente aceptó su destino. Es por ello, hermanos, que los invito a arrepentirnos de
nuestros pecados, pues no hay peor pecado que el creer que estamos librados de cualquiera de
ellos (Se hace una breve pausa). Éste es el gran misterio de nuestro señor Jesucristo, el misterio
del “Espíritu de Dios”.

En esta sencilla oración: …Este es el gran misterio de nuestro señor Jesucristo, el


misterio del “Espíritu de Dios”. Nos invita a comparar a Jesús con el “Espíritu de Dios”.
Recordemos que incluso antes de la misma creación, el “espíritu de dios” revoloteaba sobre
las aguas (Genesis 1:2). Siendo Jesucristo el mismo principio metafísico en si y retomando
la trinidad (Mateo 28:19), siendo también el mismo principio ontológico en si (Juan 1:1-3 y
Juan 1:14).

No cabe duda que para el iniciado en los misterios cristianos, la figura de Jesús posee
un rol central, determinante, metodológico, de identificación, es el camino, la verdad y la
vida en si. Su comprensión es la Comprensión, su identificación es la Identificación y su
verdad es la Verdad.

Para el RSA Jesús es mucho más que un personaje histórico, es mucho más que el
Hijo de Dios, es mucho más que Adam o que el modelo de hombre a seguir, e inclusive
podemos ir más allá, según la acepción metafísica, nos atrevemos a decir que, la figura de
Jesús es, sin duda alguna, su mejor representación.

4.3.- Entre la Jerusalén celeste y el paraíso


Según nuestra tradición judeocristiana, en el principio Adam convivía con
nuestro Señor en el jardín del Edén, junto con ellos coexistían todos los demás seres
periféricos, los ángeles y los animales. Hemos de suponer que, en ese entonces,
nadie habitaba “la Tierra”, así como tampoco “los infiernos”, pues ningún ser había
pecado aún, ni Adam, ni el ángel Lucifer. Todo coexistía en perfecta armonía,
alrededor de Dios, inmersos en el Edén.

Luego, sabemos que el ángel Lucifer (en su sed de ambición), disfrazado de


serpiente (mintiendo al cambiar su forma original), logra tentar a Adam y Eva,
convenciéndolos de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (para
superar su supuesta ignorancia). El comer del árbol logra que, nuestra pareja en
cuestión, tomen conciencia de “verse desnudos”, sintiendo pena ante los demás y
luego ocultarse entre los arbustos.

Dios se percata de su ausencia, les interroga por su ajeno actuar y Adam le


demuestra su cambio de conciencia. Todo esto causa “la caída” de Adam y Eva, así
como el castigo del ángel Lucifer. A partir de este momento, el jardín del Edén más
nunca será el mismo, Adam investido con túnica de piel es expulsado a la Tierra,
los animales le acompañaran en su suerte. Luego, los ángeles traidores
encabezados por Lucifer serán desterrados a los infiernos y solo los ángeles justos
acompañarán a Dios en su eterna gloria.

Después de estos acontecimientos, los hombres, según su actuar, pueden


ganarse la convivencia con Dios en los cielos o pueden sufrir eternamente en el
infierno. En su corta estadía por la Tierra, pueden aspirar el paraíso y fracasar por
su ignorancia, por su mentira y/o por su ambición. La dualidad está ya planteada, la
Tierra es un sitio distinto del cielo y los infiernos son otro sitio distinto al cielo. El
jardín del Edén ya no será el mismo. La Tierra ya no será la misma, tampoco los
infiernos. Los hombres deberán escoger si participar de uno o del otro, pero nunca
ambos, y más nunca como fue en el principio.

Es por ello que los hombres modernos aspiran a ganarse el paraíso, en


contraposición de los infiernos. Tampoco pueden escoger perdurar en la Tierra
indefinidamente. Todo esto bajo la perspectiva de la individualidad humana. ¿Quién
se salva? ¿Quién existe? ¿Qué acciones puedo generar como individuo para
“salvar” la individualidad? ¿Acaso existe otra suerte para los hombres, otra
aspiración?

La última reflexión planteada se responde con un No contundente, para el


hombre caído No, para la individualidad No. Sin embargo, San Juan nos plantea
otro escenario (Apocalipsis 21): “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el
primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe más. 2 Y yo vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén que descendía del cielo de parte de Dios, preparada
como una novia adornada para su esposo. 3 Oí una gran voz que procedía del trono
diciendo: "He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron." 5 El que estaba
sentado en el trono dijo: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas." Y dijo: "Escribe,
porque estas palabras son fieles y verdaderas." 6 Me dijo también: "¡Está hecho! Yo
soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré gratuitamente
de la fuente de agua de vida. 7 El que venza heredará estas cosas; y yo seré su
Dios, y él será mi hijo. 8 Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables
y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los
mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda."

Todo será borrado, llevado al olvido, y solo aquellos que renuncien a la


individualidad llevarán el sello de los elegidos, y serán Uno con el verdadero Ser,
ya no habrá más Tierra, ni más cielo, ya no habrá más ignorancia, ni mentira, ni
ambición, ya no habrá más muerte. El mismo infierno será borrado, el mismo
demonio será olvidado. Ya no habrá más Sol ni más Luna, pues Dios mismo será la
luz.

Es por ello que el iniciado en los misterios del Rito de San Andrés (RSA)
comprende que su aspiración va más allá de la salvación, pues la salvación solo
tiene sentido para la individualidad. El esoterista cristiano desea corregir el error del
hombre, del demonio y de la dualidad en sí misma. Comprender el alfa y el omega,
resolver la dicotomía del Ser, superando la ignorancia, la mentira, la superstición y
la ambición.

Llama poderosamente la atención el enriquecedor simbolismo que el RSA


plantea en la estación dos (2) de las misiones (reuniones ordinarias). Los dos San
Juan:

“Diácono: hermanos ¿Cuánto tenemos de San Juan Bautista?, Jesús es el


cordero de Dios, aquel que quita el pecado del mundo, él es quien se sacrificó
por todos nosotros para que podamos entrar al reino de los cielos…

… Diácono: hermanos, ¿Cuánto nos falta de San Juan Evangelista?, el reino


de Dios será la Jerusalén Celeste, seamos pues dignos de merecerla.”

Aquí se aprecia la notable correspondencia entre los dos San Juan con
respecto a la ingreso al Paraíso y/o a la Jerusalén Celeste. San Juan bautista
(¿Cuánto tenemos de…?), representa el solsticio de verano, el trópico de Cáncer,
la puerta de los hombres y por lo tanto, el ingreso al Paraíso y la salvación. Mientras
que, San Juan evangelista (¿Cuánto nos falta de…?), representa el solsticio de
invierno, el trópico de Capricornio, la puerta de los dioses y por lo tanto, el
reencuentro en la Jerusalén Celeste y la liberación total.

Recordemos que solo serán 144 mil los que convivirán con Dios en el último
reino. La reintegración final del ser. Pero este número resguarda un profundo
secreto cabalístico, y es que, 144 es la suma en guematria del Adam Kadmon. Vale
decir, el Adam que convive con Dios, el creador. Es por ello que, al decir 144 mil
estamos hablando del Adam restituido, el hombre en su verdadero estado de
perfección. Es también, aquel iniciado que ya ha comprendido los misterios menores
y ahora se ha de identificar en los misterios mayores, nuestra noble misión.

La Jerusalén Celeste es la reintegración final de la totalidad del Ser en la


santísima tri-unidad. Es la restitución del jardín del Edén, donde no había dualidad
ni pecado alguno. Es el principio y el fin, quien comprenda este misterio no podrá
morir. Por lo tanto, el verdadero cristiano anhela el plan definitivo de Dios,
renunciando cabalmente a su falso yo, re-identificándose en el verdadero ser
¿Quién se salva? ¿Quién existe? ¿Cuál es mi misión?

Finalmente, debemos concluir que el verdadero cristiano es quien establece


la Jerusalén Celeste aquí y ahora, no debemos esperar “el final de los tiempos”.
Quien está en el centro está en la eternidad, el no-tiempo, por lo tanto, nada debe
de “esperar”, él reintegrará el cielo y la Tierra en una sola existencia, un solo ser.
Ya no habrá más dualidad, ya no habrá más contradicciones, la libertad y la misión
serán lo mismo, el libre albedrío y la determinación de la providencia serán un mismo
plan, nuestra identidad profana y nuestro ser trascendental serán uno solo, nuestra
cotidianidad y nuestra trascendencia serán lo mismo, es el reino del preste Juan, la
tierra prometida, la Jerusalén celeste…
V) TEMA DE SANTIAGO MAYOR:

5.1.- Las 5 Funciones del RSA

A parte del sistema jerárquico (línea vertical de la cruz), el cual se expresa


mediante el avance en los sacramentos del RSA (7 grados o consagraciones);
existen también las funciones o cargos dentro del mismo (línea horizontal de la
cruz). Estas funciones representan los 5 pilares del rosario (o expresiones del alma
humana), por lo tanto, se expresan en 5 cargos a saber: 1- diácono, 2-hermano
mayor, 3- hermano menor, 4- hermano evangelista y 5- hermano carismático. Cabe
destacar que el desempeño o no de alguna función no influye para nada en el orden
jerárquico del avance sacramental, simplemente representa una posibilidad latente
en el plano individual. A continuación, se expresan muy brevemente cada una de
las funciones:

1-Diácono: es quien transmite el ritual, evalúa los ejercicios espirituales, da


consejos y actúa guiado por la Verdad y el Amor. Debe tener buen Oído para
escuchar a cada hermano y debe meditar en la corona de espinas (mist.
Dol.), el nacimiento (mist. Goz.) y la llegada del Espíritu Santo (mist. Glo.).

2-Hermano Mayor: es quien define el día de reunión, organiza las ofrendas


(recordemos que las ofrendas pueden ser lecturas de disertaciones, frutas
para el ágape o cualquier otra cosa que se desee donar), motiva al estudio
del simbolismo cristiano y actúa guiado por la Virtud. Debe tener buen Gusto
para escoger bien los estudios que cada hermano debe realizar y debe
meditar en la agonía (mist. Dol.), la anunciación (mist. Goz.) y la resurrección
(mist. Glo.).

3-Hermano Menor: es quien define el lugar de reunión, organiza la


indumentaria ritual, prepara a los hermanos en el preludio ritual y actúa
guiado por el Orden. Debe tener buena Vista para velar que se preserve la
solemnidad antes, durante y después de cada ritual y debe meditar en la
flagelación (mist. Dol.), la visitación (mist. Goz.) y la ascensión (mist. Glo.).

4-Hermano Evangelista: es quien organiza la comunidad por medio de las


leyes y reglas, organiza la lectura de los evangelios en cada reunión, fiscaliza
el cumplimiento de un adecuado comportamiento ético de todos los
hermanos (incluyendo al Diácono) y actúa guiado por la Moral. Debe tener
buen Olfato para identificar los posibles vicios o errores que se estén
gestando dentro de la comunidad y debe meditar en el viacrucis (mist. Dol.),
la presentación (mist. Goz.) y la ascensión de la Virgen María (mist. Glo.).

5-Hermano Carismático: es quien administra la comunidad, organiza las


donaciones (por lo menos una vez al año), lleva registro y memoria de la
actividad de los miembros (así como saber sobre la salud de sus respectivas
familias) y actúa guiado por la Compasión. Debe tener mucho Tacto para
identificarse con cada hermano así como por el prójimo en general y debe
meditar en la crucifixión (mist. Dol.), el hallazgo en el templo (mist. Goz.) y la
coronación de la Virgen (mist. Glo.).
5.2.- Fundamentos del RSA

1.- Fundamento de San Pedro: Dios es el único dios, él creó todas las
cosas con su amor y él se encuentra presente en toda su creación. Debido a
que Dios se encuentra en todas las cosas y que la mejor manera de identificarse es
a través del amor, debemos amar al prójimo para aprender a escuchar el espíritu de
Dios que se encuentra dentro de cada uno. Hermano Evangelista.

2.- Fundamento de San Juan: La Santísima Trinidad es el misterio de


Dios: él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre es el gran Yo Soy, el hombre
es el Hijo con Jesucristo como el modelo a seguir y el Espíritu Santo es el amor de
Dios en cada uno de nosotros. Hermano Menor.

3.- Fundamento de Santiago mayor: El ego, por medio del odio y del
miedo, nos aleja del amor, del prójimo y de Dios. La única manera de trascender
el ego es a través del amor. Debemos dar amor y perdonar, solo así nos realizamos
como cristianos. El ego genera la dualidad, los nervios, la pena y el dolor. Hermano
Mayor.

4.- Fundamento de San Pablo: Aprendemos a escuchar el amor de Dios en


nosotros por medio del amor al prójimo, la caridad, el perdón, la fe, los ejercicios
espirituales, el estudio del evangelio y del simbolismo cristiano, la profunda
meditación y la sincera reflexión. Existen grados crísticos, solo se logra el verdadero
amor a Dios cuando no exista más dualidad. Hermano Carismático.

5.- Fundamento de San Andrés: El Ritual cristiano de San Andrés (RSA)


estudia el simbolismo crístico, trabaja los ejercicios espirituales, la meditación y
promueve la caridad. El RSA trabaja en cruces (grupos de personas) con el fin de
estudiar el esoterismo cristiano, a través de los siete sacramentos católicos de
manera gradual y ascendente, evocando el simbolismo de la pasión de cristo (vía
crucis y crucifixión) según cada grado. Diácono.
5.3.- Los 7 Sacramentos del RSA

El RSA se estructura en la práctica y el estudio profundo de los siete


sacramentos de la iglesia cristiana, desenvolviéndose según el siguiente orden
teúrgico: 1) Bautismo, 2) Penitencia, 3) Confirmación, 4) Matrimonio, 5) Ordenación,
6) Unción y 7) Eucaristía. Esto responde a las necesidades que el hombre de hoy
en día tiene con respecto a la comprensión del mundo que le rodea, de la vida que
lleva y del destino que cada ser debe realizar en conformidad con lo más sagrado.

El hombre moderno vive en una terrible polaridad, en una dualidad sin fin, en
una dicotomía simplista, incomprendiendo la unidad del Ser, del Gran Yo Soy, de
nuestro Dios como única verdad absoluta e irrefutable. Además, incomprendiendo
también la trinidad de su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, develándose
como Dios puede ser Padre, Hijo y Espíritu Santo al mismo tiempo, sin contradecirse
y sin llegar a negarse.

Es por ello que, nuestra humanidad debe comprender como la dualidad que
nos es común día a día, no es otra cosa que la transición de la unidad hacia la
trinidad y viceversa, es parte de un método de integración al uno y de máximo
esplendor del sí mismo. Los antiguos misterios nos hablaban de cómo siete (7) leyes
explicaban dicha transición de la dualidad (psique humana) hacia sus extremos
divinos: Dios (unicidad) y Santísima Trinidad (triunidad). Estas leyes en orden de
expansión son: 1) Espíritu, 2) Correspondencia, 3) Vibración, 4) Polaridad, 5) Ritmo,
6) Causa-Efecto y 7) Generación.

De esta manera podemos resumir la expansión de la siguiente forma: Dios,


Espíritu, Correspondencia, Vibración, Polaridad, Ritmo, Causa-Efecto,
Generación y Trinidad. Mientras que el retorno de la creación a su origen o
Creador es: Trinidad, Generación, Causa-Efecto, Ritmo, Polaridad, Vibración,
Correspondencia, Espíritu y Dios. Sabemos muy bien que a nosotros, los
hombres, no nos corresponden las cosas divinas, esto es menester de Dios, por lo
que ambos extremos son profundos misterios que sobrepasan las posibilidades
humanas.

Nosotros, como cristianos, nos enfocaremos en: 1) Generación, 2) Causa-


Efecto, 3) Ritmo, 4) Polaridad, 5) Vibración, 6) Correspondencia y 7) Psiquismo. En
el preciso orden que los iniciados deben estudiar y practicar. Este es el método de
reintegración que los hombres tenemos con Dios. Superando la dualidad,
resolviendo la dicotomía de nuestra individualidad. El RSA por lo tanto plantea: 1)
Bautismo/Generación, 2) Penitencia/Causa-Efecto, 3) Confirmación/Ritmo, 4)
Matrimonio/Polaridad, 5) Ordenación/Vibración, 6) Unción/Correspondencia y 7)
Eucaristía/Espíritu.

1) El Bautismo es el segundo nacimiento, es la Generación de nuevos seres


nacidos del espíritu, con conciencia más elevada y con un mayor compromiso
cristiano. Es el camino que Jesús indicó, es el paso de la Trinidad para que el
hombre comience su camino de retorno, siendo voluntarioso en su empeño. Según
el RSA el color del Bautismo es Rojo, corresponde con el planeta Marte y la
reproducción (asociada con la generación).

2) La Penitencia es el camino de la rectificación del cristiano, el iniciado debe


tener conciencia de que cada Causa genera un Efecto, y debe estar a la altura de
dichas consecuencias, tomar acciones correctas y mediar para que todo lo que
ocurra este conforme a la voluntad divina y no a nuestra individualidad. Según el
RSA el color de la Penitencia es Naranja, corresponde con el planeta Mercurio y la
comunicación (asociada con la confesión).

3) En la Confirmación el cristiano empieza a moldear su vida conforme al Ritmo


de vida que Jesús nos enseñó, siempre para nuestro bien y provecho, solo así se
puede avanzar en el sendero iniciático, debemos llevar una vida armónica, tanto
para con Dios, para con los demás y para con nosotros mismos. Según el RSA el
color de la confirmación es Amarillo, corresponde con el Sol y la vida (asociada con
el ritmo cardiaco).
4) El Matrimonio es el sacramento en donde el iniciado por fin comprende
cabalmente cuál es la verdadera importancia de la Polaridad en nuestras vidas, sin
minusvalías ni exageraciones, es aquí donde el cristiano debe develar el significado
del real complemento y el justo reflejo que cada ser posee. Según el RSA el color
del Matrimonio es Verde, corresponde con el planeta Venus y el amor (asociado con
la pareja).

5) La Ordenación Sacerdotal es un sacramento trascendental, de vital


importancia y con una profunda reflexión, el cristiano debe exaltar todo lo anterior y
comprender en su corazón la Vibración primordial que anima todo lo que existe, es
la más pura esencia o chispa de vida que participa en toda la creación. Según el
RSA el color de la Ordenación Sacerdotal es Azul, corresponde con el planeta
Júpiter y lo celestial (asociado con el primum mobile).

6) La Unción de los Enfermos es un sacramento profundamente cristiano, lleno


de caridad, esperanza y fe, el iniciado debe comprender la Correspondencia que
existe entre el Cielo y la Tierra, uno como reflejo del otro, meditar sobre la más bella
intención divina y sobre el retorno que todos tendremos con nuestro Dios. Según el
RSA el color de la Unción de los Enfermos es el Morado, corresponde con la Luna
y lo receptivo (asociado con el reflexio).

7) En la Eucaristía nuestro Señor Jesucristo nos develó el método efectivo que


une al Cielo con la Tierra, Dios nos quiere en su seno, aquí se devela como lo más
importante en cada uno de nosotros es nuestro Espíritu, y como este retornará al
Padre, Jesús realizó el Sacro-Oficio para que todos nosotros completemos la
unicidad. Según el RSA, el color de la Eucaristía es Negro/Blanco, corresponde con
el planeta Saturno y lo trascendente (asociado con lo sutil).

Es así como el noble RSA nos devela a través de su simbolismo el método


de reintegración con el Ser, para que podamos volver con nuestro Padre cumpliendo
cabalmente cada uno de sus sacramentos en el orden estipulado, AMeN para que
esto se cumpla armónicamente en cada uno de nosotros.
REFLEXIONES:

1) ¿Qué es el RSA? ¿Por qué el RSA?


2) ¿Cuál es mi compromiso para con Dios, para con los demás y para conmigo
mismo? ¿Quién es Cristo? ¿Qué es la Santísima Trinidad?
3) ¿De dónde vengo?, ¿quién soy?, ¿a dónde voy?
4) ¿Qué traigo para el RSA?, ¿Qué espero del RSA?, ¿Qué voy a dar al RSA?
5) ¿Cree en la vida?, ¿cree en el hombre?, ¿cree en el futuro?
6) ¿Puedes amar al prójimo como a ti mismo? ¿Perdonar al enemigo?
7) ¿Crees que debas mejorar algo en ti?

Este trabajo, que no es otra cosa que realizar “efectivamente” nuestro RSA,
se puede abarcar en varios aspectos:
A.- En la meditación sobre el simbolismo,
B.- En el trabajo ritual en reunión y
C.- En la concientización de estos últimos en nuestras vidas.

MATERIAL CRISTIANO DE LA CRUZ DE LA VIRGEN DE COROMOTO


NATANAEL, año 68 Nx Lx

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