Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1° Parte
Intro: La pobreza es el que tema que preocupa a los gobiernos de las naciones. Mas aun
en estos tiempos de incertidumbre económica y aumento de la pobreza, la Iglesia de
Cristo necesita conocer este tema, porque la mayor preocupación de la gente es su
situación financiera.
No basta con tomar fuera de contexto las palabras de Jesús y decir que “los pobres
siempre estarán con nosotros”. La pregunta es ¿que debemos hacer para salir de la
pobreza?
Como consecuencia, nos olvidamos de que Dios tiene poder para obrar en medio de
nuestras circunstancias. La pobreza es la voz del diablo que dice: Dios no puede
ayudarte.
Esta lección nos ha enseñado que la pobreza es uno de los peores dilemas de la
sociedad en todos los tiempos; y que ésta está establecida en nosotros en la mentalidad
no renovada.
Aquí Dios les habla a aquellos que vivían en abundancia y que por olvidarse de Él
perdieron todo lo que tenían y terminaron en la bajeza de la esclavitud. Note la
secuencia del mal que el enemigo les causaría:
a. Hambre y sed
b. Desnudez
c. Falta de todas las cosas
d. Yugo de hierro
e. Destrucción
La desobediencia del ser humano a los principios de Dios trajo la maldición sobre la
tierra, la cual incluye la pobreza, la escasez y la miseria. Este principio sigue vigente y
solo puede ser cortado por la obra de Jesucristo en la cruz del calvario.
Romanos 6:23 dice que la paga o retribución del pecado es la muerte. Juan 10:10a
advierte que el ladrón (figura del diablo) no viene sino para hurtar, matar y destruir. De
manera que cuando las personas viven en desobediencia, la tierra sufre y es maldita por
la clase de vida que llevan sus habitantes.
“La Palabra de Dios, en Ezequiel 47, habla sobre las aguas que salían del templo
alcanzando varis niveles de profundidad. Esas aguas que fluyen son un símbolo de la
presencia del Espíritu Santo derramándose sobre la tierra. Luego el versículo 9 dice:
«Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá
peces en abundancia porque el agua de este río transformará el agua salada en
agua dulce, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá».
Y luego el versículo 12 añade: «Porque el agua que los riega sale del templo. Sus
frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales».
Este es un pasaje profético que habla acerca de la sanidad de las naciones por medio
de la presencia de Dios. Por lo general hemos pensado que el pasaje se refiere a lo
espiritual, y así es; pero podemos perder de vista que también se aplica a lo natural. Tal
concepto se evidencia a través de todas las páginas de la Biblia. Lo espiritual siempre da
lugar a lo natural. La Biblia dice que lo que se ve (lo natural) fue hecho de lo que no se
veía (lo espiritual), es decir, primero está lo espiritual y luego lo natural (véase Hebreos
11:3).
“Dios Quiere Renovar Nuestra Manera De Ver Las Cosas. Como cristianos sabemos
que existen dos clases de vista: la natural, que solo ve lo físico, y la espiritual, que ve el
obrar de Dios con los ojos de la fe. De forma lamentable, existen cristianos que no han
aprendido a ver con los ojos de la fe y, por lo general, critican o rechazan lo que solo se
puede discernir espiritualmente. Dios quiere que entendamos las cosas espirituales y
todo lo que él quiere hacer, lo cual se revela y se recibe por fe.
Nuestra manera de ver las cosas, a menos que experimentemos una renovación de la
mente por medio del Espíritu Santo, hará que percibamos solo los resultados naturales
de las cosas visibles.
Cuando nos ejercitamos para ver como Dios ve, dejamos de percibir solo el
resultado natural de algo visible sino también advertimos lo que hay detrás, lo
espiritual, pues lo natural siempre tiene sus raíces en lo espiritual.
Este concepto de ver lo que hay detrás de lo natural es sumamente práctico. Por
ejemplo, cuando operan los espíritus inmundos de perversión y libertinaje sexual,
esto se ve plasmado en una conducta sexual pervertida y libertina de la gente y
su medio ambiente; en cambio, cuando opera el Espíritu de santidad, vemos su
efecto santificador en los individuos y su entorno.
Dios es un transformador por excelencia, completo y total. Es por eso que la
sanidad de las naciones vendrá, en lo natural, como resultado del cambio
espiritual.
”Esto que estoy hablando no tiene nada que ver con la teología errónea del «reino de
Dios ahora», la cual niega el arrebatamiento, la venida de Cristo y el cumplimiento de los
acontecimientos escatológicos revelados en la Biblia. Nuestro temor a abrazar una
doctrina errónea nos ha hecho perder fuerza espiritual en la tierra, de tal manera que
mientras el Señor retarda su venida para dar la posibilidad de que todos puedan
arrepentirse y volver a él, la iglesia se cruza de brazos esperando que todo se ponga
peor y que Dios nos saque de la tierra. Esta perspectiva de la iglesia ha sido la de una
huida derrotada, cuando en realidad la propuesta del Señor es un arrebatamiento en
conquista y victoria frente a las fuerzas de maldad.
El Señor está cambiando las cosas en este tiempo y abriendo los ojos a su iglesia para
que ella sea el agente sanador, la embajadora de Dios que manifieste el poder y la
autoridad divinos dondequiera que se encuentre. Esta es nuestra misión como iglesia
mientras estemos en la tierra hasta que los tiempos proféticos de su venida se cumplan.
La iglesia de Jesucristo es un agente sanador total cuando se mueve bajo el poder del
Espíritu Santo.
El pasaje de Jeremías 1:10 refleja una verdad importante, relacionada con lo que Dios
quiere hacer con la unción de riqueza. He hablado en otros capítulos acerca de que se
avecinan tiempos en los cuales Dios operará de modo sobrenatural con la producción de
la tierra, desatándose una bendición celestial sobre lo que la tierra produzca. No
obstante, este pasaje nos dice que antes de plantar y edificar es necesario realizar
varias cosas: «Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y
derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar».
Cuando leemos acerca de la creación en el libro de Génesis, vemos que Dios colocó a
Adán en un jardín, una parcela de tierra, para que la labrara, cuidara y guardara
(Génesis 2:15). Note el mandato de Dios: cuidar y guardar. El jardín se llamaba Edén,
que significa «gozo», un lugar de deleite para el ser humano. Esa parcela de terreno
asignada a Adán estaba protegida por Dios, el dueño creador, y a la vez debía ser
cuidada y guardada por el hombre, el administrador de la tierra. Se trataba de una doble
asociación del cielo con la tierra para el cuidado de esta última. Todo marchaba bien,
hasta que el hombre cayó en la trampa del enemigo y desobedeció a Dios (Génesis 3).
La Biblia dice que, como consecuencia, la tierra comenzó a producir espinos y cardos,
dando a entender que la misma cayó bajo la influencia del enemigo y quedó maldecida.
Gracias a Dios, y lo creo de todo corazón, a través de la obra de Cristo en la cruz del
Calvario se quebró por completo (tanto a nivel espiritual como material) todo reinado o
imperio de la muerte (Hebreos 2:14). En Cristo podemos cancelar toda maldición y tener
ahora vida abundante y eterna (Juan 10:10b), podemos tener sanidad y salud divina
cada día y también sanar la tierra para que produzca la bendición de Dios.
Ahora bien, lo que legalmente nos corresponde por decreto de Dios no se obtiene con
los brazos cruzados, sino actuando por fe y en obediencia. Dios tenía preparado para mí
en Cristo su salvación, pero el que tuvo que dar el paso de fe para recibirla fui yo, y con
todas las demás bendiciones del Señor sucede lo mismo. Esta es una tarea conjunta
entre Dios en el cielo y nosotros aquí en la tierra.
Dios nos ha dado a cada uno una parcela de terreno para cuidar y trabajar, no se nos ha
asignado todo el mundo. Debemos ser agentes sanadores en el lugar geográfico donde
Dios nos ha ubicado; y eso, repito, implica una lucha espiritual, un sacrificio esforzado y,
por cierto, una gloriosa recompensa divina.
No sé si toda la iglesia en la actualidad está dispuesta a pagar este precio, pero declaro
de modo profético que Dios renovará por medio de su Espíritu la autoridad de su cuerpo,
la iglesia, para que se levante más que vencedora y ocupe de una vez por toda su
posición de autoridad espiritual sobre la faz de la tierra.
En los últimos años he hablado con algunos pastores, y cada vez que les mencionaba la
necesidad de levantarse con autoridad divina para hacer guerra espiritual, con acciones
proféticas para sanar la tierra, me miraban con desinterés y decían: «No quiero meterme
en problemas, quiero una vida “normal” para la iglesia». Más de una vez le he
manifestado mi frustración al Señor, diciendo: «Señor, parezco el único “loco” que
pretende esto. ¿No estaré equivocado con respecto a lo que quieres hacer en tu
iglesia?» ¡Bendigo el nombre del Señor, pues siempre me ha animado a no bajar los
brazos y seguir adelante a pesar del rechazo de aquellos que, con su actitud de
complacencia y adormecimiento espiritual, no pueden mirar más allá de sus narices a lo
que Dios está diciendo en esta hora crucial de la historia! Glorifico al Señor también
porque ya en muchos lugares ha levantado, y lo seguirá haciendo, un remanente fiel de
gente llena de la gloria de Dios que está poniendo las cosas en su debido lugar,
convirtiéndose en la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16). Ellos se han
colocado en la brecha espiritual y son canales disponibles para hacer uso de la
autoridad de Cristo en la tarea de limpiar el suelo en el que habitan… ¡y Dios los está
respaldando ampliamente! ¡Es tiempo de que, como iglesia, nos levantemos para ser
agentes sanadores totales en el nombre del Señor Jesús!
En la Biblia encontramos a los serafines que rodean el trono del Señor mientras ven la
tierra llena o sanada por la presencia de Dios (Isaías 6:3), así como también el poder de
Dios que fluye para la sanidad de la tierra (Apocalipsis 22:2). En Isaías 61:11 leemos
que el Señor quiere hacer brotar de la tierra justicia y alabanza en todas las naciones.
Esto queda ejemplificado en la sanidad de las aguas amargas de Mara (Éxodo 15:22-
27). Lo encontramos en las palabras que Jesús le dijo a sus discípulos, seguro también
pensando en su iglesia del futuro, acerca de que somos la sal de la tierra (Mateo 5:13).
La sal en aquella época era un agente preservador, que evitaba que los alimentos se
echaran a perder y permitía que se conservaran bien. Aplicado a nosotros hoy, Dios nos
llama a ser agentes sanadores de la tierra, pues si esta no es sanada no puede fluir la
bendición de la misma a través de la unción de riqueza.
Los minerales, el petróleo, el oro y las piedras preciosas están debajo de la tierra, y creo
que se avecinan tiempos en los que el Espíritu Santo nos asombrará, pues cuando
limpiemos las cuatro capas de Jeremías 1:10 podremos ver y tomar lo que ha estado
oculto debajo de la tierra por mucho tiempo, produciendo grandes dividendos y riquezas
para la iglesia de Cristo. Declaro de modo profético que se descubrirán nuevas reservas
en diferentes suelos y en lugares donde naturalmente es imposible hallarlos. ¡Esta será
la obra del Espíritu Santo operando sin precedentes en la tierra!
Ahora bien, ¿cómo se limpiará la tierra? En verdad, se realizará con el poder del
Espíritu Santo, a través de la acción decidida y valiente de la iglesia por medio de la
intercesión profética, la autoridad espiritual y las declaraciones proféticas. Posterior a
este proceso de limpieza vendrá un proceso diferente y ascendente de plantación y
edificación. No será nada inmediato, sino algo similar al proceso de la siembra y la
cosecha, aunque Dios es soberano y puede acelerar los tiempos según lo determine en
su sabiduría.
En la parábola del sembrador encontramos diferentes tipos de terreno que nos pueden
dar una orientación de cuáles capas debemos remover para traer sanidad a la tierra y
que, de esta manera, pueda fluir la unción de riqueza:
Primera capa de tierra: «Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego
viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven» (Lucas
8:12).
Aquí vemos que este tipo de tierra está dominada por el diablo, que vino para hurtar,
matar y destruir (Juan 10:10a). Estas son capas originadas por el pecado de la gente,
las maldiciones generacionales, la idolatría, el ocultismo, los derramamientos de sangre,
el quebrantamiento de los pactos estipulados por Dios, etc. La práctica de todas estas
cosas no hace más que darle dominio y señorío al enemigo, causando muerte y
destrucción.
Segunda capa de tierra: «Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra
con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por algún tiempo, pero se
apartan cuando llega la prueba» (Lucas 8:13).
Este es un terreno de piedra, endurecido por los años de resistencia a la entrada del
evangelio y la Palabra de Dios. Son zonas de esterilidad espiritual, donde hubo o existe
persecución y rechazo a toda cosa relacionada con el reino de Dios, lugares donde
predominan las sectas diabólicas y las religiones falsas y pseudo-cristianas.
Tercera capa de tierra: «La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el
correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta
vida, y no maduran» (Lucas 8:14).
Estas y otras capas de terreno que el Espíritu revelará a aquellos que se pongan en la
brecha espiritual para ser sanadores de la tierra necesitan ser primero detectadas
espiritualmente para luego ser quebradas, desmenuzadas en el nombre de Jesús. Tal
tarea requerirá una gran búsqueda de Dios, fe, perseverancia, paciencia, tiempo y
esfuerzo, pero el precio a pagar no es comparable a lo que Dios va a hacer. La Biblia
promete en el Salmos 126:5: «El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El
que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas». Recuerdo cuál fue la
secuencia en mi país, Argentina, de la llegada del avivamiento tan conocido hoy por todo
el mundo. Nada sucedió del día a la noche, sino que hubo un proceso. Recuerdo
también que después de que la nación cayera bajo un espíritu de depresión debido a la
derrota militar frente a Inglaterra por la posesión de las Islas Malvinas, Dios cambió el
sistema de gobierno, pasando de un gobierno militar a un gobierno democrático.
Paralelo a eso, el Señor comenzó a utilizar a un evangelista poderoso, llamado Carlos
Annacondia, que junto con otros evangelistas recorrieron de forma incansable la nación
de norte a sur y de este a oeste, no solo predicando a Cristo, sino limpiando el terreno y
echando fuera a los demonios. Fue un largo proceso por el cual se fueron quitando
capas y capas de todo lo que impedía el avance del reino de Dios. Aquellos que hayan
podido presenciar una reunión masiva al aire libre con este evangelista durante esos
años, podrán comprender lo que digo. Cientos y hasta miles de personas
simultáneamente fueron liberadas de las garras del diablo y el poder del ocultismo; el
satanismo fue quebrado en el nombre de Jesús. Este proceso de liberación y limpieza
duró alrededor de diez años, hasta que Dios comenzó en 1992 a utilizar al pastor
Claudio Freidzon como canal para bendecir a la nación con la presencia del Espíritu
Santo. ¿Puede notar la similitud en todo lo que sucedió antes de la llegada del
avivamiento en Argentina con la secuencia detallada en Jeremías 1:10?
En los tiempos venideros la iglesia se levantará con el poder del Espíritu Santo y quitará
capas de iniquidad, pecados y maldiciones que por años hicieron estragos, originando la
contaminación espiritual y ambiental de pueblos, ciudades y naciones.
Declaro proféticamente que la iglesia se levantará con el poder sanador del Espíritu
Santo y, ante la palabra de fe y la autoridad de la iglesia, las aguas contaminadas de
ríos, mares y lagos serán sanadas de forma milagrosa; los terrenos desérticos y
contaminados serán sanados asombrosamente en el nombre de Jesús para dar
testimonio a todos del poder vigente de Dios; los aires serán purificados de todo humo
tóxico producto de las fábricas, los motores y el combustible. Se podrá ver con claridad
la diferencia entre una parcela de tierra sanada por Dios y otra contaminada, y lo mismo
sucederá al comparar un río sanado por Dios con otro en estado de contaminación.
¡Con todo el obrar sanador de Dios podremos ver cumplida antes nuestros ojos la
promesa de Habacuc 2:14: «Porque así como las aguas cubren los mares, así también
se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor»!
Sanar La Tierra Traerá La Bendición Sobre La Tierra. El artículo que he escrito sobre
“Cómo cancelar el plan destructor del diablo sobre las naciones” nos inspirará a creer lo
que Dios puede hacer en nuestra tierra de influencia. El artículo dice lo siguiente:
Leemos por ejemplo, que el apóstol Pablo tuvo un aguijón en la carne. No se sabe con
certeza si era una situación de enfermedad o dificultad o una persona enviada por el
diablo para atormentarlo. Pero sí sabemos que, temporalmente, Dios permitió el aguijón
en Pablo para enseñarle a tener una mejor apreciación de la gracia. Dios a menudo
utiliza los aguijones para protegernos e impedir que nos salgamos del camino.
Los demonios son espíritus malignos asignados por el diablo para producir destrucción y
pérdida. Los demonios siempre vienen para hacernos daño, por eso siempre debemos
resistirlos y echarlos fuera en el nombre de Jesús (Marcos 16:14; Santiago 4:7).
La bondad de Dios se expresa en todo lo que Él hace. Cuando Dios creó al ser humano
no lo puso en un desierto desolado. ¡Esa no era su voluntad para nosotros! Dios es
bueno. Él no quiere que sus hijos vivan en desolación. Tampoco Dios puso al hombre en
un barrio pobre o marginal. Un lugar de esas características es solo un lugar más de
desolación. Es un lugar donde la vida no puede florecer. Esta no era la voluntad de Dios
para nosotros. Él no quiere que sus hijos vivan en pobreza y opresión.
Cuando Dios creo al ser humano lo puso en un paraíso terrenal, un lugar de belleza y
lleno de provisión. Era un lugar de abundancia y vida. El plan de Dios siempre es la vida
abundante. Si en algún momento no estamos experimentando esta clase de vida
abundante significa que Satanás y sus demonios están “haciendo de las suyas”. Jesús
dijo que el diablo vino para hurtar, matar y destruir (Juan 10:10a).
En Isaías 14:17 encontramos una frase interesante referida al enemigo: “puso el mundo
como un desierto”. Dios puso un jardín… la meta del diablo era poner un desierto.
Satanás quiere traer desolación a todo lo que Dios ha creado. ¿Qué significa la palabra
desolación? El diccionario la define como “ruina, un lugar estéril, desértico, un lugar
inhabitable, solitario, abandonado, vacío y sin esperanza”.
Estar desolado, entonces, significa llegar a estar seco, como en un desierto, vaciado de
vida, sin esperanza ni propósito. Satanás envía a sus demonios para traer desolación a
tu territorio y a tu vida. Hay cinco cosas que Satanás utiliza para traer desolación a un
territorio. Para vencerlas debemos ganar la batalla en cada una de estas áreas. ¿Cómo
toma el diablo un territorio?
El primer pilar que el diablo establece para ejercer su influencia en una tierra es la falsa
religión o idolatría. La falsa religión es la adoración a cualquier dios que no sea el
verdadero Dios, manifestado a través de Jesucristo. Satanás utiliza la falsa religión para
llevar desolación a un territorio (y a sus habitantes). La idolatría trae maldición
(Deuteronomio 27:15).
La adoración a Dios abre una ventana en el cielo, a través de la cual Dios envía y
derrama su bendición y la tierra florece. Deuteronomio 28:11-12 dice que si obedeces al
Señor… “te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de
tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había
de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su
tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos”.
Así Es La Bondad De Dios. Él quiere que vivamos en una tierra que florezca. Una tierra
que refleje Su Gloria. Dios quiere cambiar la atmósfera espiritual de tu territorio. Él
quiere libertar a los cautivos del diablo y llevarlos a Su luz admirable, para que adoren al
Dios vivo y verdadero, manifestado en la persona del Señor Jesucristo”.
El paso posterior será instruir y enseñar a la gente las dimensiones de la productividad y
la administración personal de los recursos:
3. Enseñar los principios de administración personal de los recursos (Este tema lo
trataré en otro documento)
PARA TERMINAR: Es mi oración que el presente documento pueda servir para que la
Iglesia cumpla su misión evangelística en la forma adecuada a los tiempos que vivimos y
el Reino de Dios sea extendido hasta lo último de la tierra