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RVR95
INTRODUCCIÓN
Hoy vivimos en un mundo donde las personas le temen a tantas cosas en
la vida y entre estas están: El temor a la delincuencia, el temor a las tragedias, el
temor a la brujería, el temor a la muerte, el temor a la pobreza y banca rota, el
temor a las enfermedades terminales, entre otros. Sin embargo, hay un temor que
lejos de traer preocupación y angustia a nuestra vida trae confianza y seguridad a
las personas que lo experimentan, y este es el temor a Jehová.
“Huye el impío sin que nadie lo persiga; más el justo está confiado como un león”.
Proverbios 28:1
El libro de proverbios dice que el impío huye sin que nadie lo persiga, y esto
es así porque sin Dios el corazón del hombre vive con temores. La principal razón
por la cual los hombres temen a tantas cosas es porque en ellos no existe la
confianza que solamente Dios puede traer al corazón del hombre, la cual es una
confianza que está basada en su infinito amor: “En el amor no hay temor, sino que
el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De
donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”, (1 Juan 4:18). Juan nos
dice que la razón por la cual los hombres temen tanto es porque en ellos no se ha
perfeccionado el verdadero amor y en ellos existe un sentimiento de culpa por
causa del pecado el cual provoca una sensación de castigo o juicio, y por
consiguiente eso despierta grandes temores en la vida del ser humano: porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor. Pero todo aquel que ha sido perfeccionado en el amor de Dios no teme
nada, porque sus pecados han sido perdonados y la confianza que provoca la
relación con el Señor trae seguridad en la vida. Pero, la pregunta es ¿cómo
alcanzar este amor que es capaz de echar fuera todos nuestros temores? La
respuesta está en temer a Jehová. Esta afirmación es en cierto punto paradójica,
pero lo cierto es que cuando el hombre aprender a temer a Dios y se reconcilia
con Él, su nueva vida en Cristo trae el gozo y la paz que solo la salvación puede
otorgarle. Pero, veamos porque el temor de Dios trae confianza a nuestra vida.
“No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová.
Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su
deseo”.
En general, el hombre que teme a Jehová no teme de mal alguno porque
goza de la protección divina. No teme de malas noticias, ni tragedias o cualquier
otra cosa porque el Señor es su protector tal y como lo declara el Salmo 91: “El
que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del
lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de
sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror
nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni
mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu
diestra; más a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la
recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al
Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues
a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las
manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid
pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su
amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le
glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación”, (Salmo 91:1-16).
Sin duda este Salmo expresa la verdadera seguridad que experimente el hombre
que teme a Jehová.
CONCLUSIÓN.
Por Tanto, hoy vivimos en un mundo donde las personas viven temerosas
de las tragedias, de la brujería, de la delincuencia, de la muerte, el fraude, de los
fracasos financieros, de las enfermedades, y tantas cosas. En contraste, el temor
a Dios trae a nuestra vida confianza y seguridad porque: