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Deseo ponerme ante Ti, Señor, como Abraham,

con el corazón lleno de tu esperanza,

poniendo mi vida en tus manos.

Deseo ponerme ante Ti como Samuel,

con los oídos y el corazón dispuestos

a hacer tu Voluntad.

Quiero entrar dentro de mí, Señor,

y encontrar la fuerza suficiente

para darte una respuesta sin excusas,

sin pretextos.

TEXTO BÍBLICO Lc 16. 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la
denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es eso que me cuentan de ti?
Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.»

El administrador se puso a echar sus cálculos: «¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el
empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que,
cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.»

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?» Éste
respondió: «Cien barriles de aceite.» Él le dijo: «Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.»

Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?» Él contestó: «Cien fanegas de trigo.» Le dijo: «Aquí está tu
recibo, escribe ochenta.»

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los
hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas
eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo
menudo tampoco en lo importante es honrado.

Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar
en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se
dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

1
Este evangelio nos presenta a un administrador que desempeñó fraudulentamente su trabajo,
derrochando los bienes de su amo. Pero cuando su amo le descubrió buscó solucionar su futuro con más
mentiras y más fraude: rebajando injustamente las deudas a los deudores de su amo para congratularse
con ellos. Podríamos decir que este hombre solo buscaba salvar su futuro. En ningún momento del
relato se percibe ningún atisbo de arrepentimiento.

Al final de esta parábola Jesús alaba la astucia que este hombre tuvo para gestionar esta situación tan
difícil para él. El cristiano tiene que ser astuto siempre para hacer el bien. Las palabras de Jesús son
preciosas: un cristiano tiene que ser un hijo de la Luz, y tiene que utilizar todos los recursos que ofrece
este mundo para que la Luz del evangelio alumbre a cuantos más mejor.

El administrador injusto quiso usar el dinero para su propio beneficio. Jesús nos invita a que
consideremos que el dinero puede servir también para hacer el bien, para ayudar a los más necesitados,
a los que menos tienen. El administrador falló a la confianza que había depositado en él su señor. Jesús
quiere que pensemos que todos tenemos pequeñas o grandes responsabilidades que se nos han
confiado. Que si en las cosas pequeñas somos de fiar también lo seremos en las grandes.

Un hijo de la Luz no pone su esperanza en el dinero, no usa el fraude ni la mentira para arreglar su
vida. Un hijo de la Luz sabe que solo Dios puede llenar su corazón. Solo Dios basta.

El Señor vuelve una vez más a hablarnos del espíritu del mundo, de la mundanidad: cómo actúa ésta y
cuán peligrosa es. Y Jesús, precisamente Él, en la oración después de la cena del Jueves santo oraba al
Padre para que sus discípulos no cayeran en la mundanidad, en el espíritu del mundo. (Papa Francisco)

Debemos pedir al Señor la capacidad de practicar «la honestidad en la vida, la honestidad que nos hace
trabajar como se debe trabajar». Esta «astucia cristiana» —la astucia de la serpiente y la pureza de la
paloma— es un don, es una gracia que el Señor nos da y tenemos que pedirla. (Papa Francisco)

Jesús quiere que los hijos de la luz sean como el administrador: astutos y sagaces en las cosas del Reino
de Dios y su justicia. Necesitamos dedicar más energía y esfuerzo a los asuntos del alma, porque a
menudo nos olvidamos de ello.

Algunos cristianos son muy capaces de obtener lo que se proponen en el ámbito del trabajo, de la familia
o con las amistades. En cambio se comportan con temor y se sienten impotentes a la hora de hablar de
Jesucristo y de su doctrina, o de hacer algo por la construcción de la paz, de la justicia y del amor
cristiano.

COMPARTIR el dinero, puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos
de los demás, en especial pobres y necesitados y no lo convertimos en nuestro dios, no dejamos que nos
esclavice.

3
Señor, enséñame a ser generoso,

a dar sin calcular, a devolver bien por mal,

a servir sin esperar recompensa,

a acercarme al que menos me agrada,

a hacer el bien al que nada puede retribuirme

a amar siempre gratuitamente,

a trabajar sin preocuparme del reposo.

Y, al no tener otra cosa que dar,

donarme en todo y cada vez más

a aquel que necesita de mí,

esperando solo de Ti la recompensa.

Sé Tú, Señor, mi recompensa.

La llamada de Jesús hoy es más actual que nunca. «No podéis servir a Dios y al Dinero». Estas palabras
no pueden ser olvidadas en estos momentos por quienes nos sentimos seguidores de Jesús. El dinero,
convertido en ídolo absoluto, es el gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno, querido
por Dios.

Hay que escoger. No hay alternativa. La lógica de Jesús es aplastante. Si uno vive subyugado por el dinero
pensando sólo en acumular bienes, no puedes servir a ese Dios que quiere una vida más justa y digna
para todos, empezando por los últimos.

La riqueza tiene un poder subyugador irresistible. Cuando el individuo entra en la dinámica del ganar
siempre más y del vivir siempre mejor, el dinero termina sustituyendo a Dios. En esa vida ya no reina el
Dios que pide amor y solidaridad, sino el dinero que sólo mira el propio interés.

Algo falla en el cristianismo, cuando somos capaces de afanarnos por asegurar y acrecentar más y más
nuestro bienestar, sin sentirnos interpelados por el mensaje de Jesús y el sufrimiento de los pobres del
mundo. Algo falla cuando somos capaces de vivir lo imposible: el culto a Dios y el culto al Bienestar.

Los seguidores de Jesús no podemos vivir encerrados en una religión aislada del drama humano. Las
comunidades cristianas deben ser en estos momentos un espacio de concienciación, discernimiento y
compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabilidad. La crisis nos puede hacer más
humanos y más cristianos. Más auténticos.

5
Toma conciencia de cómo es tu búsqueda de Dios, de qué prioridad le das a Él antes que al dinero, si
puedes decir que Él es más importante en tu vida que el dinero, tu familia, tu tiempo…

Haz una revisión de cuantas cosas tienes y ve prescindiendo de todo aquello que no necesitas. Renuncia
a algo tuyo en beneficio de otros.

Toma conciencia de cómo muchas veces piensas y te dejas llevar por los valores de la sociedad de
consumo. Actúa. Si no vives como piensas, terminas pensando como vives.

Examina si tu fidelidad a Dios te lleva a ser recto y justo en todo momento, aún cuando no quedes bien
ante los demás.

sirves-a-Dios-o-al-dinero

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