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‘Con la Reforma, la Biblia se eleva a una posición única de autoridad’

El teólogo Bernard Coster nos presenta las “columnas teológicas” que sustentaron la
Reforma, y analiza si las mismas siguen teniendo validez y sentido para la iglesia en la
actualidad.

DANIEL HOFKAMP

PONTEVEDRA · 30 DE OCTUBRE DE 2014 · 21:45

La Biblia ocupa el centro en la teología protestante.


Como cada 31 de octubre, millones de cristianos en todo el mundo recuerdan el
movimiento que surgió en Europa en el siglo XVI que cambiaría para siempre el
mundo: la Reforma protestante.

Tras acercarnos a la figura de Lutero y los sucesos históricos que le tocó vivir, y repasar


asimismo la influencia del pensamiento protestante en la formación de la sociedad
europea, examinamos la teología de la Reforma, los principios que sostuvo entonces, y si
éstos siguen siendo válidos para la iglesia del siglo XXI.

Atiende a Protestante Digital Bernard Coster; teólogo, profesor bíblico en varios


seminarios protestantes en España y coescritor del libro “La reforma ayer y hoy”.
Pregunta. Este 31 de octubre se celebra el Día de la Reforma. ¿Cuál era la situación
de la iglesia cristiana ante la que Lutero “protestó”? ¿Qué creía aquella iglesia y por
qué reaccionó así aquel fraile alemán?

Respuesta. Debemos comprender la reforma protestante como un momento en el que se


forma una nueva tradición cristiana. En este siglo vemos un agotamiento de las
tradiciones medievales: la institución del papado, la jerarquía, la teología escolástica, y los
movimientos monásticos principales. Ya en el XV el pueblo cristiano busca una
espiritualidad propia, independiente de la iglesia. No obstante, esta espiritualidad propia
estaba desorientada.

Esta espiritualidad recibe un impulso enorme de la Reforma por dos cosas: una teología


y una orientación nuevas hacia la Biblia. Al mismo tiempo aparece un nuevo modelo de
la iglesia. No tan jerárquico y autocrático, sino más aristocrático, aproximándose hacia una
forma democrática.

P. El día 31 de octubre se relaciona con las 95 tesis de Lutero, un tratado contra la


venta de indulgencias. Pero ¿qué había detrás de esta protesta?

R. Lutero es mucho más que la lucha contra las indulgencias. Más que una nueva
soteriología, aunque el movimiento de la Reforma comienza con una acción
teológica para despertar el debate sobre el abuso de poder de las almas por la Iglesia
Católica, muy corrupta en Alemania.
En aquella época, por ejemplo, en España, la iglesia está mucho más controlada por los
reinos, las autoridades, que en Alemania, donde la iglesia papal tiene mucho más
espacio para abusar de un pueblo ingenuo por medio de este sistema de indulgencias.
Lutero reacciona contra este engaño.
P. La Reforma, ¿fue un movimiento personalista (es decir, basado en la doctrina y
enseñanza de algunos líderes concretos) o tuvo un impulso de base, de la gente del
pueblo?

R. Suelo definir la reforma protestante como un momento profético en el que la Biblia


recibió autoridad sobre la iglesia. Empezó a hablar la Biblia, y el hombre conectado con
este nuevo hablar de la Biblia en Europa – tal vez por primera vez en la historia, porque
Europa había sido cristianizada, porque había llegado a todos sus rincones pero no con la
proclamación de la Biblia –. Dicho esto, no se puede separar a Lutero de la Reforma. La
Reforma no es su obra, pero es estimulador de este movimiento. Al mismo tiempo,
Lutero habló a un pueblo con hambre y sed de este mensaje. Tenían hambre espiritual y
recibieron la enseñanza de un teólogo con una comprensión nueva de la Palabra de Dios. Y
esta coincidencia es lo que da lugar a la Reforma.

Lutero sin el pueblo es una voz que clama en el desierto, como antes fue Wycliffe en
Inglaterra y otros en otras regiones. Estos tenían un auditorio, pero no de toda Europa.
Lutero en cambio sí tiene influencia en toda Europa.

Hay otros nombres importantes, entre ellos los teólogos de Francia y otros países.

Zwinglio tiene su forma de criticar a la iglesia, pero se adapta, se sujeta a la teología de


Lutero. Lo mismo hace Calvino. Son hombres con gran capacidad, tienen un papel
enorme en la Reforma, pero lo principal para entender que era un movimiento común es esa
sujeción de todos los teólogos a la soteriología – la doctrina de salvación – de Martín
Lutero, teniendo otras diferencias.

P. ¿Qué importancia crees tuvo el acceso generalizado a la Biblia en la Reforma?

R. La Biblia se leía en la Edad Media. Pero la impresión de Biblias era escasa, el
conocimiento teológico estaba ausente en algunas áreas de Europa. Además, la Iglesia
Católica Romana, con su magisterio exclusivo de interpretar la Biblia, lo dificultaba más.
Lutero da una importancia a la Biblia que es nueva. Esto da forma a la Reforma
protestante. La Biblia no es una autoridad o una de las autoridades, sino que se
convierte en la principal autoridad, la única autoridad en la iglesia. ¿Cómo podemos
conocer la verdad de Dios y la verdad del hombre? La reforma dice: sólo por la Biblia.

LAS CINCO "SOLAS"

P. Se considera que la Reforma propuso “5 solas” ¿Puedes hacernos un resumen para


saber en qué consiste cada una de ellas?

Originalmente eran tres. Es un resumen de las columnas de la Reforma. Estos puntos


forman el eje de la teología como de la espiritualidad protestante. Había una espiritualidad
en transformación y un método de teología nuevo, que se concentraba en la Biblia.

Tres puntos que definen la identidad protestante:

 Solo la Biblia, como fuente de conocimiento de Dios, como autoridad en la iglesia,


que explica quién es Dios y quien es el hombre.
 Solo la gracia. La salvación del hombre, la reconciliación con Dios, el perdón de
nuestro pecado, el donativo de la vida nueva solo depende de la gracia de Dios. No se
busca mérito en el hombre para merecer la misericordia. Solo contamos con la gracia
de Dios para la salvación por medio del Evangelio de Jesucristo.
 Solo fe. Es la forma en la que recibimos la gracia. No es un recibir intelectual o
emocional, es poniendo la confianza en la palabra de Dios y en Dios mismo, en el
Dios Trino. Este es el canal, el vehículo de la gracia de Dios. La Reforma no busca
intelectualismo ni activismo, sino una posición de confianza.

Posteriormente, para precisar, se han agregado dos aspectos:


 
 Solo Cristo. Ya está en los puntos anteriores, pero así se enfatiza que la salvación
depende del sacrificio de Cristo
 Soli Deo Gloria. Es una afirmación más de la gracia de Dios.
Estos son los cinco puntos. Afirmar estos puntos te colocan dentro del protestantismo;
negar alguno de estos puntos o despreciarlos te colocan fuera del protestantismo.

P. ¿Piensas que los principios teológicos de la reforma tienen continuidad, siguen hoy
vigentes?

R. Estoy convencido de que sí. Estos cinco puntos determinan nuestra identidad como
protestantes. Es una identidad abierta, porque se han unido nuevos movimientos, con la
gran renovación evangélica en el XVIII y la renovación pentecostal en el XX. Pero en la
medida que las renovaciones se sujetan a estos puntos centrales, son
protestantes. Entonces sí son vigentes.

Cada generación debe buscar y descubrir lo que significan estos puntos para la iglesia de
hoy. No son un esquema escolástico, como ha acontecido en algunas ocasiones con la
historia del protestantismo. Sujetarse a esta doctrina una vez formulada no es el espíritu de
la Reforma. Sino, comprender para la actualidad, las bases y las esencias de lo que es
una iglesia cristiana.

La iglesia protestante no quiere ser una nueva “Iglesia”, sino buscar el centro del
cristianismo, y piensa haber encontrado el centro en estos cinco puntos. Si buscas el
centro en otros puntos, llegarás a otra teología, casi a otra religión.

APRECIANDO NUESTRA HISTORIA

P. La iglesia reformada, ¿cada vez se sigue reformando?

R. Tenemos que buscar y sentir la responsabilidad para toda la iglesia. Podemos mantener
la idea de que hemos dejado atrás la Iglesia Católica, que no nos hemos separado, sino que
nos han echado en el siglo XVI. Esta renovación produjo una ruptura. Pero buscar una
pureza mayor en cada generación es un trabajo difícil, y cansa. ¿Por qué no buscar para
nosotros mismos la Reforma en la comprensión para nuestro tiempo de la esencia de
esta? Debemos distinguir la prioridad, aprender de otras generaciones, pero sin esta idea
que en algún momento podríamos llegar a una iglesia completamente pura. Es un intento de
comprender.

P. Entonces, ¿crees que los evangélicos tendemos a olvidar la historia? ¿Podemos


desafiarnos a recuperar la pasión por las doctrinas de la gracia, de la fe?

R. Cada país tiene su particularidad. El recordar la Reforma en mi país (Holanda) es un


sentir de identidad. Pero en España es una afirmación de identidad aún más
importante, porque las iglesias evangélicas con su pasado post-católico reciente, con
bastante resentimiento, estamos muchas veces en una identidad negativa, basada en que
no somos católicos.

Pero acordarnos de la Reforma protestante es hacernos más europeos. Nos hace tener


más unidad con el movimiento protestante en Europa, y en España debemos apropiarnos de
esta parte europea de nuestra historia, y fomentar lazos directos con la reforma de
Wittenberg, de Ginebra, de Estrasburgo. El protestantismo español debe buscar allí su
identidad.

Además España tiene una colección de teología protestante, del siglo XVI, impresionante.
Tiene derecho España a sentirse orgullosa, porque el cuerpo teológico es grande comparado
con el movimiento, que era pequeño. Pero nos han dejado un legado grande.

Es interesante que en el XIX el protestantismo en España ha reclamado el nombre de


“segunda Reforma”. Es una pretensión que casi no puede ser defendida, es difícil
defender que el movimiento misionero da origen al movimiento protestante. No es una
Reforma, pero la pretensión es interesante. Busquemos la identidad en el
protestantismo del XVI que conecta con Europa. Las Biblias de la Reforma
Protestante
(JUAN MANUEL QUERO, 09/06/2016) | 
Todos los cristianos evangélicos debemos mucho a la Reforma Protestante,
estando más unidos a esta de lo que podríamos pensar. Yo no me considero ni
luterano, ni calvinista, ni zwingliano, ni seguidor de algunos de los reformadores
más o menos destacados de ese tiempo tan significativo; pero, me puedo
identificar con una buena parte de sus enseñanzas, pues, hay algo común, y es la
base de Las Escrituras.
Muchos evangélicos podríamos decir que nos convertimos en un contexto que
nada tiene que ver con la Reforma Protestante, y que Cristo se nos reveló a través
de la lectura de la Biblia, o de una predicación o mensaje que tenía esta base, sin
más datos, o planteamientos de terceros. Esto que es lo que yo llamo
«evangelicalismo», es decir, el surgimiento de creyentes e iglesias por un
encuentro con el evangelio, y por tanto con Cristo, no está ajeno de una realidad,
que queramos o no, nos une con la Reforma Protestante, --a pesar de que esto no
suponga que seamos iglesias reformadas en el sentido histórico a lo que se refiere
esta clasificación.
El encuentro con la Palabra de Dios ha sido facilitado, porque muchas personas
no escatimaron esfuerzo, --especialmente desde esta Reforma del siglo XVI--,
para que la Biblia pudiera ser asequible a todas las personas. Esto significaría
traducirla a las lenguas vernáculas, en el idioma de cada pueblo, pues solamente
podría encontrarse la traducción en latín, de La Vulgata, realizada por uno de los
Padres de la Iglesia, como fue San Jerónimo.
Pocos, sabían leer, pero más distante se haría el conocimiento de la Biblia en
latín, que solamente estaba al alcance de muy pocos, además del clero. Por otro
lado, habría que liberalizarla de la posesión de los que habían hecho de ella un
monopolio de su traducción, lectura e interpretación, para que pudiesen adquirirla
y leerla todas las personas. Por ello entre las «cinco solas» de Reforma
Protestante, que marcan los énfasis de esta, la primera era «Sola scriptura».
Así podríamos hablar de La Biblia de Lutero, de la que ya he comentado diferentes
cuestiones en otras reflexiones. Esta última, en la que trabajó hasta su muerte,
sería la base para muchas versiones y biblias en el idioma germano y en otros
lugares[1].

Es cierto que antes de la Reforma Protestante también se realizaron distintas


traducciones de toda la Biblia, incluso en suelo germano. La «Biblia Pauperum» de
la Edad Media, fue un tanto especial, conocida como Biblia de los pobres, pues
era una Biblia sin apenas texto, más que dibujos para contar historias. Si bien, se
pudieron publicar algunas biblias en el Medievo con un lenguaje diferente al latín,
estas siempre tenían que estar basadas en la Vulgata, que era Biblia oficial de la
Iglesia Católica, y con toda la supervisión y cortapisas que imponía la Iglesia
Católica.
Las biblias de la Reforma del XVI, tendrían dos características importantes: Por un
lado, la libertad para ir a los manuscritos más antiguos y a los idiomas originales,
sin tener la necesidad de someterse a una traducción como la Vulgata, aunque
esta se tuviera en cuenta; por otro lado, la consideración idiomática para hacer
una traducción fidedigna, pero al mismo tiempo que pudiese expresarse en el
idioma que entendiera la mayor parte del pueblo.

En 1525 se traduciría la «Biblia de Lutero» al holandés y se publicaría por el


impresor Jacob van Liesveldt; aunque en 1627 saldría a la luz otra traducción que
actualmente se puede encontrar en todos los hogares protestantes de los Países
Bajos.  La «Biblia de King James» usada por la Iglesia Anglicana, y muy divulgada
en los países de habla inglesa, se inspiraría en el trabajo de la Biblia de Lutero.
Esta última recibiría este nombre, porque el Rey James mandaría realizar este
trabajo en 1604.
De la Reforma Protestante destaca también la «Biblia de Ginebra» en la que
colaboraron protestantes de la talla de Juan Calvino, John Knox, Coverdale Myles,
John Foxe. Su traducción fue al inglés y se publicaría en 1560. Biblia que llegaría
con los puritanos del Mayflower hasta América[2]. Así podríamos referirnos a
diferentes traducciones e impresiones, como la francesa de Robert Estienne, o la
Biblia de Kralice que es la primera traducción de los idiomas originales al Checo; o
la Biblia española de Casiodoro de Reina y de Cipriano de Valera, --a quien
dedicaremos un tiempo aparte.

Las iglesias evangélicas y/o protestantes están ligadas también a la Reforma


Protestante, y a tantos esfuerzos a lo largo de la Historia, que han hecho posible
que la Biblia llegase a nuestras manos, y en nuestro propio idioma. Quizás puedan
existir diferencias sustanciales en nuestra forma de entender el evangelio; pero es
este mismo evangelio el que nos une en Cristo. Debemos recordar que su propia
traducción, difusión y formato, ha hecho posible que hoy conozcamos a Cristo; y
esto, gracias también a aquellos reformadores del siglo XVI, que no escatimaron
esfuerzo, incluso llegando a dar su vida, por la elaboración de los textos bíblicos.
En este empeño de dar a conocer la Palabra de Dios, se realizaría un trabajo
ímprobo. Las biblias citadas anteriormente son algunos ejemplos de los ingentes
que eran estos proyectos, tanto, que afectarían positivamente las gramáticas de
los pueblos a los que se dirigirían.  Algo así ocurriría ya con Ulfilas muchos siglos
atrás, --incluso antes de la traducción al latín de la Biblia Vulgata--, que realizó un
gran trabajo misionero, y se esforzó por la traducción de una Biblia desde los
originales para el pueblo godo, con la dificultad de que no tenían idioma escrito,
por lo que tendría que trabajar en un alfabeto al respecto. El propósito de todo ello,
dar a conocer la Palabra de Dios, la que tiene poder para trasformar vidas y
sociedades, permeando incluso la cultura de los pueblos, de esos principios, que
hacen al hombre más humano, más noble, más espiritual.

Hoy seguimos teniendo el reto de comunicar la Palabra de Dios, según los


formatos, la cultura y los medios en la que actualmente se mueve la sociedad. Un
reto sigue siendo también que la Palabra de Dios se siga traduciendo a los
idiomas de aquellos pueblos, que todavía no tienen posibilidad de tener una Biblia
en sus manos. Nuestra labor evangelizadora y misionera ha de seguir procurando
lo que nos enseña el evangelio:
Que la Palabra de Dios corra y sea glorificada (2ª Tesalonicenses 3:1).

[1]  Juan Manuel Quero Moreno. «Un nuevo descubrimiento relacionado con la Biblia de
Lutero». En: Actualidad Evangélica. [En línea]. [Consultada el 10 de junio de 2016];
[2]  Nathalie Rabines Rodríguez. «Proceso de la traducción de la Biblia de Martín
Lutero». Facultad de Traducción e Interpretación Universitat Autònoma de Barcelona.
[En línea].  [Consultada el 10 de junio de 2016].
Autor: Juan Manuel Quero
© 2016. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y
citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de
los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la
línea editorial de Actualidad Evangélica.

Causas y consecuencias de la Reforma protestante


Causas

Las principales causas del surgimiento de la Reforma protestante fueron las


siguientes:

 La venta de indulgencias promovida por el Papado para financiar la


construcción de la Basílica de San Pedro, en Roma. La entrega de
dinero para obtener la indulgencia o perdón de los pecados por
parte de las autoridades eclesiásticas era una práctica habitual
desde el siglo XI.
 La prédica contra la venta de indulgencias y las riquezas de la
Iglesia realizada por precursores de la Reforma, como el
inglés John Wyclif (1320-1384), creador del movimiento de los
lolardos, y el bohemio Jan Hus (1370-1415), fundador de la iglesia
husita.
 El rechazo de Lutero a lo que consideraba prácticas corruptas de la
jerarquía eclesiástica católica y su llamada a la nobleza alemana
para que negase la autoridad al Papa y apoyase la creación de una
iglesia nacional alemana.
 La estructura sociopolítica del Sacro Imperio, en la cual la alta
nobleza quería tener mayores márgenes de autonomía frente a los
intentos centralizadores de los emperadores de la dinastía de los
Habsburgo. La baja nobleza, por su parte, deseaba apropiarse de
las tierras improductivas que poseía la Iglesia católica, para
mejorar así su situación económica.
 La influencia de algunas de las ideas del Humanismo, en especial la
crítica a la teología de la Iglesia católica y a las excesivas
riquezas de los representantes de la jerarquía eclesiástica.
 La pretensión del Papado de tener autoridad no solo sobre las
cuestiones espirituales, sino también sobre las terrenales. Esta
concepción, llevó al Papa a tratar de imponer su autoridad por
encima de los reyes y generó múltiples conflictos con las
monarquías europeas de la época.
 La invención de la imprenta, que permitió difundir en poco
tiempo Las 95 tesis de Wittenberg por gran parte del norte y el
centro de Europa.
Consecuencias

Las consecuencias más importantes de la Reforma protestante fueron las siguientes:

 La división de la cristiandad occidental en dos grandes ramas:


o La católica apostólica romana, que luego
del Concilio de Trento (1545-1563) se reivindicó a
sí misma como heredera de la tradición cristiana
medieval y aceptó la autoridad infalible del Papa.
o Varias iglesias protestantes, como el luteranismo,
el calvinismo, el anglicanismo y el
presbiterianismo, que rechazaron la autoridad del
Papa y se propusieron restaurar los valores del
cristianismo primitivo.
 El enfrentamiento entre el emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, el católico Carlos V (1520-1558), y los príncipes
alemanes que adhirieron a la reforma protestante. Ese
enfrentamiento se saldó con la Paz de Augsburgo (1555), en la que
el emperador reconoció el derecho de los príncipes a adoptar la
religión de su preferencia. Los intentos del emperador Fernando II
(1619-1637) de desconocer la tolerancia religiosa acordada en
Augsburgo derivaron en el estallido de la guerra de los Treinta
Años (1618-1648).
 La extensión de las guerras religiosas a otras regiones de Europa,
como Suiza (guerras de Kappel entre 1529 y 1531), Inglaterra
(luchas entre católicos y anglicanos entre 1534 y 1558), los Países
Bajos (Guerra de los Ochenta Años entre 1568 y 1648) y Francia
(guerras de religión entre 1562 y 1598).

 El lanzamiento de la Contrarreforma por parte del Papado. Este


proceso de renovación espiritual incluyó una serie de medidas
para reorganizar la Iglesia católica y responder a los
cuestionamientos de los protestantes.
 La traducción de La Biblia a diversos idiomas, entre ellos el alemán,
el inglés, el francés, el español, el ruso, el finlandés y el islandés.
Protagonistas de la Reforma protestante
Entre los principales protagonistas y autores de la Reforma protestante se
encuentran:

 Martín Lutero (1483–1546): teólogo y fraile alemán, principal


impulsor de la Reforma protestante.
 Ulrico Zuinglio (1484–1531): impulsor de la Reforma protestante
en la Confederación Helvética y creador de la Iglesia reformada
suiza.
 Thomas Müntzer (1489-1525): predicador alemán, uno de los
creadores del anabaptismo.
 Enrique VIII(1491–1547): rey de Inglaterra, fundador del
movimiento protestante conocido como anglicanismo.
 Juan Calvino(1509–1564): teólogo nacido en Francia y principal
promotor de la Reforma calvinista o calvinismo, una de las ramas
del protestantismo.
 John Knox(1514–1572): predicador escocés, padre de la Reforma
escocesa y fundador del presbiterianismo.

La autoridad de las escrituras

Patrick Zuckeran 21 Minute Read


Hay muchos libros hoy que dicen ser la palabra de Dios. El Corán, el libro sagrado del
Islam, pretende ser la palabra de Dios. El libro de Mormón afirma ser la palabra de Dios.
Los hindúes creen que el Bhagavad Vita es la fuente de verdad eterna. Karl Marx, con
una visión del mundo atea, afirmó que su escrito, el manifiesto comunista, era la verdad
última.
Los cristianos creemos que la Biblia sea la palabra de Dios y la fuente eterna de la
verdad que vivimos. ¿Cómo sabemos que la Biblia es la palabra de Dios? ¿Podemos
demostrar realmente que la Biblia es verdaderamente la palabra de Dios? La respuesta
es «sí».

Antes de comenzar esta discusión de la autoridad de la Biblia, déjame citar primero


encuentran las palabras de Jesús en Juan 15:18. Jesús advierte a sus discípulos acerca
de la actitud que el mundo tendrá hacia aquellos que le siguen. Jesús dice, "si el mundo
te odia, tenga en cuenta que él me odió primero. Si usted perteneció al mundo,
encantaría como propio. Como es, no perteneces al mundo, pero yo os elegí del mundo.
Es por eso el mundo te odia". 1 Pedro 5:8 Estados, "Su enemigo la ronda del diablo
alrededor como león rugiente buscando a quién devorar".

Lo que es vital para entender de estos pasajes es la actitud del mundo hacia Dios. El
mundo está en rebelión contra Dios, y gente mundana, bajo la influencia de Satanás,
busca destruir su fe. Teniendo en cuenta los tiempos que vivimos, es importante que los
cristianos no sólo saben lo que ellos creen, sino por qué creen lo que creen.
Una vez oí una estadística sorprendente. Indicó que 80 por ciento de los estudiantes de
Universidad que profesan ser cristianos, deja para la escuela y regresar a casa ya no
creer en Cristo. Una de las razones es la siguiente: cuando un estudiante se sienta en
clase y oye al profesor desacreditar la Biblia, el estudiante no tiene una defensa y es
fácilmente engañado haciéndole creer que la Biblia ya no es creíble. Esto sucede muy a
menudo, porque los cristianos saben lo que ellos creen, pero no por qué ellos creen.

En mi experiencia, no hay ningún libro que criticó y atacó más de la Biblia. Muchos
eruditos inteligentes han escrito libros que intentan desacreditar la autoridad de la
Biblia. Este es uno de los objetivos de Satanás: al hombre a dudar de la palabra de Dios.

Para contrarrestar este ataque estudiaremos algunas de las pruebas en el caso de


prueba de la autoridad y origen divino de la Biblia. Este conocimiento nos permitirá
hacer una defensa sólida de la fe cuando somos atacados.

No ha habido en la historia del hombre de un libro que ha estremecido el mundo ya que


tiene la Biblia. El impacto que ha hecho es fenomenal. Algunos granizaron la Biblia
como la palabra de Dios; otros critican y condenan. Con la Biblia frente a tal oposición
grande hoy y muchos otros trabajos alegando que la "palabra de Dios", ¿cómo saber
que la Biblia es la palabra verdadera de Dios?

EVIDENCIA INTERNA

La evidencia de la autoridad de la Biblia se divide en dos categorías principales: la


evidencia interna y evidencia externa. Me refiero por evidencia interna, la evidencia que
se encuentra en la Biblia misma. Por evidencia externa, me refiero a evidencia que se
encuentra fuera de la Biblia, como la arqueología, ciencia, filosofía y manuscritos
antiguos. Consideremos primero el anterior, las evidencias internas.

UNO MISMO-PROCLAMACIÓN

El primer hecho es que la Biblia afirma ser la palabra de Dios. Los autores sabían que
estaban escribiendo las palabras de Dios, aunque a menudo no totalmente entendían lo
que estaban escribiendo. 2 Timoteo 3:16 dice, "Toda la escritura es inspirada por Dios".
2 Peter 1:21 dice, "ninguna profecía jamás hizo un acto de voluntad humana, sino los
hombres movidos por el Espíritu Santo habló de Dios." Jesús considera el Antiguo
Testamento como autoritario y cotizado de él durante todo su Ministerio.

ESPÍRITU SANTO

En segundo lugar, el Espíritu Santo nos confirma que la Biblia es la palabra de Dios.
John 16:13 dice, "Pero cuando él, el espíritu de verdad venga, él os guiará a toda
verdad". El Espíritu Santo que convence al mundo de pecado también asegura al
creyente que la Biblia es palabra de Dios.

CAPACIDAD DE TRANSFORMACIÓN
En tercer lugar, tenemos evidencia sobre la capacidad transformadora de la Biblia.
Hebreos 4:12 dice, "la palabra de Dios es viva y activa y más cortante que cualquier dos
bordeadas espada y piercing en cuanto a la división del alma y el espíritu." Romanos
12:2 dice, "y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de
su mente." La palabra de Dios y el espíritu de Dios realmente transforman la vida de las
personas. La Biblia ha cambiado la vida de asesinos, drogadictos, altos funcionarios del
gobierno, empresarios y estudiantes, por nombrar sólo unos pocos de cada caminata de
la vida que han sido transformados. Ningún otro libro puede hacer dicha reclamación.
Esto es porque la Biblia no es un libro simple sobre el buen vivir, pero está literalmente
lleno de energía. Es la palabra de Dios con el poder de cambiar vidas.

Estas son sólo tres evidencias internas apoyan la autoridad de la Biblia. Estos, por
supuesto, no son los mejores argumentos para un debate, pero son pruebas. En la
siguiente sección estudiaremos lo que creo es el mejor argumento interno.
UNIDAD

Hemos estudiado tres evidencias internas que apoyan la autoridad y la inspiración


divina de la Biblia. En esta sección, estudiaremos la cuarta evidencia interna: la unidad
de la Biblia.

La Biblia cubre cientos de temas, sin embargo, no se contradice a sí mismo. Permanece


unida en su tema. "Bien, ¿qué es tan asombroso acerca de que?" os preguntaréis.
Considere estos hechos. En primer lugar, la Biblia fue escrita durante un período de mil
quinientos años. En segundo lugar, fue escrito por más de cuarenta hombres de cada
caminata de la vida. Por ejemplo, Moisés fue educado en Egipto y se convirtió en un
profeta sobre Israel. Pedro era un simple pescador, Salomón fue un rey, Lucas fue un
médico, Amós fue un pastor y Mateo era un recaudador de impuestos. Todos los
escritores eran de orígenes y ocupaciones muy diferentes.

En tercer lugar, fue escrito en muchos lugares diferentes. La Biblia fue escrita en tres
continentes diferentes: Asia, África y Europa. Moisés escribió en el desierto de Sinaí,
Pablo escribió en una prisión en Roma, Daniel escribió en el exilio en Babilonia, y Esdras
escribieron en la arruinada ciudad de Jerusalén.

En cuarto lugar, fue escrito bajo muchas circunstancias diferentes. David escribió en una
época de guerra, Jeremías escribieron en el triste momento de la caída de Israel, Peter
escribió mientras Israel estaba bajo la dominación romana, y Josué escribió mientras
invadiendo la tierra de Canaán.

En quinto lugar, los escritores tenían diferentes propósitos para escribir. Isaías
escribieron advertir el juicio venidero de Israel de Dios en su pecado, Mateo escribió
para probar a los judíos que Jesús es el Mesías, Zechariah escribió para alentar a un
Israel descorazonado que había vuelto de exilio babilónico, y Pablo escribió a abordar
los problemas en diferentes Iglesias de Asia y Europa.
Si juntamos todos estos factores, la Biblia fue escrita mil quinientos años, por cuarenta
autores diferentes, en diversos lugares, bajo diversas circunstancias y hacer frente a una
multitud de cuestiones, es increíble que con tal diversidad, no hay tal unidad en la la
Biblia. Que la unidad se organiza alrededor de un tema: la redención de Dios del hombre
y de toda la creación. Cientos de temas controvertidos se tratan, y sin embargo los
autores no se contradicen. La Biblia es un documento increíble.
Permítame ofrecerle una buena ilustración de apologista Josh McDowell. Tomar a diez
autores contemporáneos y pídales que escriban sus puntos de vista sobre un tema
controvertido. ¿Todos están de acuerdo? No, no tendríamos desacuerdos de un autor a
otro. Ahora mira la autoría de la Biblia. Todos estos autores, de un período de mil
quinientos años, escribieron sobre muchos temas controversiales, y no contradicen una
another.1 parece uno de los autores guiada por estos escritores a través de todo el
proceso: el Espíritu Santo. 1 Pedro 1:21 dice, "ninguna profecía jamás hizo un acto de
voluntad humana, sino los hombres movidos por el Espíritu Santo habló de Dios." La
unidad de la Biblia es sólo una prueba más asombrosa de la inspiración divina y la
autoridad de la Biblia.

EVIDENCIA EXTERNA

En nuestro estudio sobre la autoridad de la Biblia, hemos estudiado las evidencias


internas, que se encuentran en la Biblia misma. Excepción de la unidad de la Biblia, la
mayoría de estos argumentos es subjetiva en naturaleza. Ahora estudiaremos las
evidencias externas de la Biblia, es decir, evidencias encontradas fuera de la Biblia.

INDESTRUCTIBILIDAD

La primera evidencia externa es la indestructibilidad de la Biblia. La Biblia es el libro más


bien conocido en la historia del mundo, y ningún libro ha sido atacado más. Los
escépticos han tratado de destruir la autoridad de la Biblia desde hace mil ochocientos
años. Ha sufrido todo tipo de control posible de la arqueología, ciencia, filosofía y
ordenadores. Sin embargo, a pesar de todos estos ataques, la Biblia demuestra ser
verdad una y otra vez. Cada vez los escépticos han estado equivocados, y la Biblia ha
demostrado ser verdadera. Sólo el hecho de que la Biblia se ha mantenido firme en su
autoridad después de 2 mil años es otra pieza de evidencia que apoya su origen divino.

ARQUEOLOGÍA

La segunda fuente de evidencia externa proviene de la arqueología. Las investigaciones


arqueológicas del Oriente Medio han demostrado la Biblia a ser verdadera e
infaliblemente exacta en sus descripciones históricas.
Nelson Glueck, un renombrado arqueólogo judío, dice, "ningún descubrimiento
arqueológico ha controvertida jamás una referencia bíblica." 2
El Dr. William Albright, quien no era amigo del cristianismo y fue probablemente la
primera autoridad
en Arqueología de Oriente en su tiempo, dijo esto acerca de la Biblia: "no puede ser
ninguna duda que la arqueología ha confirmado la historicidad sustancial del Antiguo
Testamento." 3

Aquí hay un par de ejemplos de la exactitud histórica de la Biblia. Un buen ejemplo se


encuentra en Génesis 14. La Biblia habla de la victoria de Abraham sobre Chêdorlaomer
y de los cinco reyes de Mesopotamia. Durante años, los críticos afirmaron que estas
cuentas eran ficticias y muchas personas desacreditaron la Biblia. En la década de 1960,
sin embargo, descubrieron a las tabletas de Ebla en Siria norteña. El Reino de Ebla fue
un reino poderoso en el siglo XX A.C. Las tabletas de Ebla son registros de su historia. Se
han descubierto miles de tabletas. Lo importante es que muchas de estas pastillas
hacen referencia a cinco ciudades de la llanura, demostrando la cuenta de Génesis 14
que accurate.4

Otro ejemplo es la historia de Jericó registrada en el libro de Josué. Para los escépticos
años pensamiento la historia de las caída paredes de Jericó era un mito. Sin embargo,
en la década de 1930, el Dr. John Garstang hizo un descubrimiento notable. Afirma que
"en cuanto a lo principal, entonces, no queda duda: los muros cayeron hacia afuera por
completo, los atacantes serían capaces de trepar hacia arriba y sobre las ruinas de la
ciudad." Esto es notable porque ciudad paredes caídas hacia adentro, no outward.5

El tema del 05 de marzo de 1990 de la revista Time publicó un artículo llamado,


"puntuación de la Biblia." En él, arqueóloga Kathleen Kenyon afirmó paredes de Jericó
habían caído repentinamente. Muchos eruditos se sienten que esto fue causado por un
terremoto que puede explicar también el embalse de el Jordán. Además, grano fue
descubierto, que muestra que la ciudad fue conquistada rápidamente. Este hallazgo
añade crédito a la cuenta bíblica. Otro estudio realizado por Brian Wood encontró la
fecha de la caída de Jericó para que coincida con date.6 la Biblia

Aquí hay sólo dos grandes ejemplos de Arqueología autenticar la confiabilidad histórica
de la Biblia. Ningún libro es como antiguo y al mismo tiempo, como convincentemente
exacto como la Biblia.

Indestructibilidad y la arqueología son dos evidencias externas a la Biblia.

PROFECÍA

Hay muchas evidencias más externas a la Biblia, pero solo cubriré uno más: evidencia de
profecía. La Biblia contiene cientos de profecías que han llegado a pasar. Ningún libro
de historia alguna vez ha llegado cerca de la Biblia cuando se trata de cumplimiento de
la profecía.
Las profecías en la Biblia son muy específicos y precisos. Nostradamus dice que han
hecho cientos de profecías que han hecho realidad, pero si lees sus profecías, usted
encontrará que son vagas y poco claras. Sus símbolos y el lenguaje pueden tomarse
como un número de acontecimientos históricos. A diferencia de muchas de esas
profecías, profecía bíblica es muy específica.

Estos son algunos ejemplos. En Ezequiel 26, que fue escrito en el año 587 A.C., Ezequiel
profetiza que la poderosa ciudad de tiro sería destruida. Neumático se compone de dos
partes, una ciudad de puerto de tierra firme y una ciudad de la isla media milla costa.
Ezequiel predijo neumático continental sería destruida por Nabucodonosor, muchas
naciones lucharían contra ella, la ruina de la ciudad sería lanzada en el océano, la
ciudad nunca se encontrarían otra vez y pescadores llegaría allí para poner sus redes.

En el 573 A.C., Nabucodonosor destruyó la ciudad continental de tiro. Muchos de los


refugiados de la ciudad rumbo a la isla y la ciudad de tiro de la isla seguía siendo una
ciudad poderosa. En el año 333 A.C., sin embargo, Alejandro Magno sitió tiro. Con los
escombros del tiro continental, construyó una calzada a la ciudad de la isla de tiro.
Capturado y había destruido la ciudad.

Hoy en día, el neumático es un pequeño pueblo de pescadores donde barcos de pesca


para descansar y pescador extendió sus redes. La gran ciudad antigua de tiro hasta el
día de hoy se encuentra enterrada en ruinas exactamente como fue profetizado. Si
tuviéramos que calcular las probabilidades de que este evento ocurre por casualidad,
las cifras sería astronómico. No, no era por coincidence.7

Este es otro ejemplo. Existen más de trescientas profecías de Jesús en el Antiguo


Testamento. Profecías, como su lugar de nacimiento, cómo iba a morir, su rechazo por
la nación de Israel y así sucesivamente. Todas estas profecías fueron hechas cientos de
años antes de que Jesús nunca vinieron a la tierra. Debido a la exactitud de las
profecías, muchos escépticos han creído que deben haber sido escritos después de 70
A.D.—after el nacimiento y muerte de Jesús y la destrucción de Jerusalén. Lo han
intentado negar que son profecías incluso.

Sin embargo, en 1947, se descubrieron los rollos del mar muerto. Estos rollos contienen
el libro de Isaías y otros libros proféticos. Cuando la fecha, se encontraban escrita de 120
a 100 B.C.,8 bien antes del nacimiento de Jesús. Hubiera sido un logro increíble para
Jesús haber cumplido todas las profecías de trescientos. Algunos dicen que estas
profecías se cumplieran por casualidad, pero las probabilidades de esto sería
excepcionalmente grandes. Se necesitaría más fe para creer en que eso suceda de
oportunidad, que en el hecho de que Jesús es Dios y que estas profecías son
divinamente inspired.9
Ningún libro puede coincidir con la Biblia cuando se trata de profecía. Entender que sólo
he tocado la punta del iceberg. Hay cientos de pruebas adicionales a la Biblia, pero sólo
he mencionado algunos. Espero que este estudio ha despertado su interés para seguir
estudiando la palabra de Dios.
NOTAS

1. Josh McDowell, evidencia que exige un veredicto (San Bernardino: aquí está la vida
editores, 1979), 17.
2. Nelson Glueck, ríos en el desierto: una historia del Negev (Nueva York: Farrar,
Straus y Cudahy, 1959), 31.
3. William F. Albright, la arqueología y la religión de Israel (Baltimore: John Hopkins,
1953), 176.
4. Merrill Unger, Diccionario de la Biblia de Unger (Chicago: Moody, 1971), 330.
5. John Garstang, los fundamentos de la historia de la Biblia; Josué, jueces (Londres:
Constable, 1931), 146.
6. Michael Lemonick, "cuenta de la Biblia," tiempo, 05 de marzo de 1990, 59.
7. Ralph H. Alexander, "Ezequiel", en Bible Commentary del Expositor, ed. Frank E.
Gaebelein (Grand Rapids: Zondervan, 1986), 869.
8. Unger, 291-292.
9. McDowell, 167.

La Autoridad de la Biblia

(Reflexión-estudio y testimonio personal)

«La fe no es un problema de racionalidad, sino de autoridad»

La Iglesia de Jesucristo ha nacido de la Palabra de Dios, la Palabra


eterna que por el Evangelio le ha sido anunciada (1 Pe. 1:23-25). Esa
Palabra llega a nosotros mediante la Sagrada Escritura, reconocida por
la Iglesia cristiana como fuente de revelación divina (en las iglesias
protestantes, fuente única). Tal hecho justifica que la Biblia sea tenida
por digna de todo respeto, confianza y sumisión. Esta triple actitud, sin
embargo, no es en nuestros días característica distintiva en algunos
sectores teológicos. Si la Iglesia del primer siglo tuvo que hacer frente al
error de los judaizantes, la de los siglos inmediatamente posteriores a
herejías relativas a la persona de Cristo, la de la Edad Media a falsas
doctrinas soteriológicas, y la de tiempos modernos a corrientes de
pensamiento surgidas de la Ilustración, en los últimos tres siglos -y
todavía hoy- la batalla se ha venido librando en torno a la Biblia y su
autoridad.
En los albores del cristianismo, tanto entre los judíos como entre los
cristianos, las Escrituras del Antiguo Testamento eran determinantes de
la doctrina y de toda forma de piedad. El mismo Señor Jesucristo
recurrió a ellas para rechazar las incitaciones del diablo. Usó las
Escrituras tanto para refutar los errores de sus adversarios como para
confirmar la fe de sus discípulos. Y siempre sus declaraciones estaban
avaladas por el categórico «Escrito está». Los apóstoles siguieron su
ejemplo, y en la Iglesia cristiana de los primeros siglos se mantuvo la
misma reverencia hacia los textos sagrados. En días de la Reforma el
principio de sola Scriptura informó todos los postulados de la teología
protestante. Pero el racionalismo de la Ilustración primeramente, el
deísmo en el siglo XVII y la crítica histórico-literaria después vinieron a
socavar no sólo los elementos históricos de gran parte de las Escrituras,
sino también las enseñanzas doctrinales y morales que contienen. La
autoridad de la Biblia como testimonio de la revelación quedaba así
menospreciada. Tristemente famosa se hizo la frase del crítico Lessing al
definir la Escritura como un «papa de papel».

Fe y desmitologización

En su afán de mantener a toda costa una interpretación naturalista de


todos los relatos bíblicos en que aparecen hechos sobrenaturales,
algunos teólogos, imbuidos de prejuicios filosóficos, han recurrido a la
categoría del mito, explicando los milagros existencialmente al estilo de
Bultmann(1). El mensaje de la cruz, por ejemplo, no radica en el hecho
de que el sacrificio de Cristo tuvo un carácter vicario y expiatorio. Esto -
se dice- es mito. Su verdadero significado es que cada uno de nosotros
debe hacer morir sus propias aspiraciones a fin de lograr unos objetivos
nobles en sí, pero aparte de un Dios todopoderoso. Se pone en tela de
juicio o se rechaza abiertamente el milagro, haciendo a Dios esclavo de
las leyes naturales que él mismo estableció para el buen orden de la
creación. A todo prodigio milagroso se le busca una explicación
naturalista en una complicada tarea de desmitologización. A toda costa
hay que desmitificar cuanto de sobrenatural hay en la Biblia. Incluso la
resurrección de Cristo, fundamento insustituible de la fe cristiana, es
explicitada valiéndose de medias tintas. Cristo «resucitó» en la mente
de los discípulos, que, inspirados por la fe y el amor, actuaron como si
realmente se hubiese levantado de los muertos; es decir, resucitó
subjetivamente en la mente de ellos, pero en realidad, objetivamente,
no resucitó; sí, pero no... En concreto, ¿qué quieren decir los sucesores
de los antiguos miembros del sanedrín, empeñados en negar lo
acontecido aquel «primer día de la semana»?
Bultmann, a quien muchos han seguido sin titubeos ni matizaciones,
todavía hoy tiene adictos poco menos que incondicionales. Muchos
sostienen con Moltmann que «el hombre que durante toda la semana se
rige técnicamente con la validez de las leyes naturales no puede creer,
el domingo, en milagros sobrenaturales. Pero ¿de verdad está unida la
proclamación cristiana a la imagen de un mundo mítico? ¿Exige la fe en
Cristo adicionalmente el reconocimiento de la ideología anticuada del
mundo? Y puesto que esto no puede ser así, el mensaje cristiano debe
librarse de esa cosmovisión mítica, para que en un mundo moderno,
racional, pueda hablar a los hombres desde un lenguaje que no sea
mitológico».(2) Algunos bultmannianos han llevado el pensamiento de su
maestro tan lejos que han presentado su opinión como la única
conclusión lógica en un sistema aceptable para el hombre de nuestro
tiempo.

Fe y secularización

Otra versión del pensamiento liberal aparece a mediados del siglo


pasado, cuando adquiere realce la teología de la secularización con su
visión reduccionista de la realidad, lo que en la práctica equivale a la
exclusión de Dios y de lo sobrenatural. Es el momento histórico en que
suscita mayor interés la llamada «Teología de la muerte de Dios». Toda
la preocupación religiosa de la Iglesia ha de centrarse, más que en
residuos pietistas de tiempos pasados, en la dimensión horizontal de la
fe. Esta prioridad otorgada al secularismo reduce el cristianismo a mero
humanismo, privándolo de sus creencias básicas, distintivas en la Iglesia
de todas las épocas. De hecho, lo único que queda del mensaje cristiano
es lo que el hombre puede hacer en favor de sus semejantes, pero
prescindiendo de Dios (ut si Deus non daretur, como si Dios no
existiese). Dietrich Bonhoeffer, aun sin proponérselo, suministró oxígeno
a los secularizadores con expresiones como «mundanidad cristiana» o
«interpretación no-religiosa de la terminología bíblica». (3) Sintetizando se
puede decir que tanto la teología existencial de Bultmann como la
secularista presentan un cristianismo sin Cristo (me refiero al Jesús de
los Evangelios) y una salvación sin cruz. No faltaron, sin embargo,
líderes cristianos que, frente a secularistas como Gogarten, Harvey Cox,
Paul van Buren o John Robinson opusieron en las décadas de los 70 y
los 80 del siglo pasado una tenaz resistencia al avance de las nuevas
ideas. Su benéfica influencia todavía se deja sentir hoy. Figuras como
Carl F. H. Henry, William L. Craig, R. K. Harrison, Donald Guthrie o John
Stott (incluido por la prestigiosa revista Time entre «las cien personas
más influyentes en el siglo XX») son luces de esperanza y fuente de
estímulo para que el pueblo de Dios prosiga sin desfallecimientos «la
buena batalla de la fe» (1 Ti. 6:12).
Quienes asumen las formas modernas de pensamiento teológico
consideran que son partícipes de un saludable proceso de actualización
de las ciencias bíblicas; pero cualquier interpretación existencialista o
humanista de la Escritura que se adopte es sospechosa de error, pues
nace de un subjetivismo que abre el camino a todo tipo de
interpretaciones, aun las más arbitrarias, casi siempre disolventes.

La fe ante la crítica histórica

Algo parecido puede decirse de la crítica histórico-literaria de las


Escrituras. Su práctica puede aportar algunos datos útiles sobre los
autores bíblicos y el contexto histórico de sus textos, por lo que no debe
ser satanizada totalmente sin más objetivas consideraciones. Justo es
reconocer que algunos de los especialistas en crítica histórica han
llevado a cabo un trabajo de investigación serio y valioso; pero cuando
la investigación se ha emparejado con la teología, las más de las veces
ese maridaje ha tenido efectos deplorables. En vez de presentar una
exposición respetuosa y edificante de la Escritura ha hecho una
desmembración de la misma, reduciéndola a un montón de huesos
secos. La exposición se ha trocado en disección. Sólo un milagro
comparable al visto por Ezequiel puede remediar la situación
infundiendo vida nueva por la acción del Espíritu de Dios (Ez. 37:1-14).

Con razón se ha dicho que la crisis más grave de la fe cristiana, y hasta


hoy no superada, se debe en su mayor parte la crítica histórica. Por eso
es importante estar en condiciones de criticar a los modernos críticos de
la Escritura. Aunque no sea intención de éstos, su labor socava la
fiabilidad histórica de relatos bíblicos fundamentales, sólidamente
insertados en el mensaje global de la Escritura, con lo que se ha
sembrado la duda y la confusión en la mente de muchos creyentes
piadosos. El resultado final demasiado a menudo ha sido el
derrumbamiento de su fe. Al principio, el deterioro afectó sólo a
cuestiones periféricas de escasa importancia (autoría y fecha de
composición de los libros de la Biblia, exactitud de la información
geográfica, cuestiones de fechas y cifras, de culturas y costumbres,
etc.). A ello se añadieron después dudas sobre la fiabilidad histórica de
hechos básicos narrados en los textos canónicos. Algunas de las propias
palabras del Señor Jesucristo fueron puestas en tela de juicio, pues
según algunos «eruditos» es imposible saber lo que él dijo realmente
(su ipsissima verba). Esto conduce a la desconfianza en cuanto a
fiabilidad de las Escrituras como depósito de la revelación. Un paso más
y se deslegitima a los escritores sagrados, sobre todo cuando se trata de
puntos que chocan frontalmente con las opiniones de moda en nuestra
época posmoderna. Puede servir de ejemplo actual lo retorcido de las
interpretaciones que algunos hacen de textos bíblicos relativos a la
sexualidad.

Conclusión del proceso crítico según sus defensores: debo interpretar la


Biblia de acuerdo con particulares criterios que no choquen con mi razón
personal (o mis prejuicios) o con el pensamiento de los teólogos de
vanguardia, que a su vez atraen a su posición a los de segunda o
tercera línea. La consecuencia frecuente de este proceso es que se llega
a un punto en que la fe es ahogada por la duda, y la estructura
espiritual levantada sobre la base bíblica se desmorona, ello a pesar de
que los críticos discrepan ostensiblemente entre sí (lo que uno afirma
otro lo niega). No se necesita una capacidad de percepción
extraordinaria para comprobar que el rechazo de la autoridad de la
Escritura afecta negativamente a la vitalidad de la Iglesia. En palabras
de C. G. Berkouwer, «cuando la Biblia ha estado en crisis, la Iglesia ha
estado en crisis». Y no han faltado observadores agudos que ven en la
situación actual signos catastróficos.(4) Personalmente he conocido tres
casos de estudiantes de teología formados en diferentes seminarios
abiertos a tendencias liberales. La evolución espiritual de esos jóvenes
no podía ser más deplorable. Dos de ellos habían sido miembros de mi
iglesia que, concluidos sus estudios, con los fundamentos de su fe
arruinados, renunciaron al ministerio cristiano; uno de ellos incluso
perdió su fe.

Con Barth se puede estar o no de acuerdo, pero es significativo que él


escribió su famoso comentario a la carta a los Romanos prescindiendo
por completo de la crítica histórica, como si la autoridad de Pablo fuese
incuestionable. «Él repudiaba la idea de que uno puede sentirse
satisfecho con un análisis de palabras griegas y grupos de palabras,
como si la investigación filológica y arqueológica pudiera dar la Verdad
de la Palabra.»(5) Y añadía: «No hemos entendido las Escrituras si no
hemos oído el mensaje de la Palabra viviente de Dios para todos los
tiempos».(6) Eso, el mensaje de la Palabra, es lo decisivo, no las
observaciones críticas sobre las palabras.

El hecho de no reconocer explícita o implícitamente la autoridad de la


Escritura no sólo tiene efectos negativos en la estructura teológica de la
fe. Los tiene también en el campo de la ética. Cuestiones como el
divorcio por causas banales, el aborto como medio de control de la
natalidad, los problemas de índole sexual, etc. han adquirido en
nuestros días un relieve que no podemos ignorar. Soy consciente de su
complejidad, así como del drama que suele torturar a quienes han de
tomar decisiones ante problemas como los mencionados. Por otro lado
no me parece que la inhibición -el silencio por temor a errar- sea
correcta.

En la decisión de muchas personas, frente al problema moral prevalecen


criterios que la sociedad considera «posturas de progreso». Tales
criterios están invadiendo de modo imparable, en una metástasis
profunda, el tejido social de nuestro tiempo, con las inevitables y
deplorables consecuencias que ello está teniendo. Según el adagio
popular, «con el pecado va la penitencia». En términos más serios la
Escritura nos previene de los efectos nefastos que en el orden moral
tiene vivir de espaldas a Dios. Basta leer el capítulo 1 de la carta a los
Romanos para ver el grado de degradación a que los seres humanos
pueden llegar cuando, tras su desvarío religioso, se entregan a formas
nefandas de comportamiento.

Una opción sabia en un mercado de ideas

Ante el mare mágnum de ideas y conclusiones de teólogos, críticos y


moralistas, empeñados en desvirtuar el testimonio bíblico, se impone
una decisión personal. Por mi parte prefiero admitir la veracidad
sustancial y la autoridad de los textos canónicos del Antiguo y del Nuevo
Testamento. Tales escritos me merecen más confianza que los de sus
impugnadores. Hay motivos para pensar que los moralistas del siglo
XXI, al igual que los defensores de la crítica histórica, generalmente
modelan su pensamiento según su propia idiosincrasia; en cuyo caso,
apropiándome frase de Montgomery, «la teología degenera en
autobiografía». En algún lugar he leído de alguien que se asomó al pozo
de la historia y al mirar al fondo vio reflejado su propio rostro. ¡Cuánto
mejor mirar al fondo de las Escrituras! En lo que a mí se refiere, prefiero
lo declarado por Moisés, Marcos, o Pablo a lo sugerido por muchos
profesores de teología o de ética liberales. Permítaseme una nota de
carácter personal: cuando alguna vez determinadas lecturas de autores
radicales han empezado a marearme, me he puesto a leer el Evangelio
de Juan, lo que siempre ha sido para mí fuente de estabilidad
reconstituyente, algo así como el descanso a la sombra de un oasis
después de haber andado kilómetros por un árido desierto.

La lectura directa de las Escrituras, no la lectura de lo que los críticos


han escrito sobre ellas, ha confirmado mi fe y consolidado mi estructura
doctrinal. No quiero decir con esto que en mi estudio de la Biblia no
haya tenido que afrontar problemas y dificultades. No todo en ella es
meridianamente claro, fácil de interpretar o asumir, pero siempre
procuro examinarlo a la luz de la cristología bíblica. Cuando Cristo instó
a sus contemporáneos a escudriñar las Escrituras, de importancia vital
para ellos («os parece que en ellas tenéis la vida eterna»), les dio su
razón fundamental: «ellas son las que dan testimonio de mí» (Jn. 5:39).
Lo que los autores bíblicos escribieron era un mensaje que tenía a Cristo
como centro. Las sombras que en el Antiguo Testamento puedo hallar
las más de las veces se desvanecen con la luminosidad de los Evangelios
y los restantes escritos del Nuevo. Si alguna dificultad subsiste, pido a
Dios la guía de su Espíritu para alcanzar un conocimiento más pleno de
la Verdad. Y mientras espero respuestas, que no faltan, descanso en la
esperanza de que algún día «conoceré como soy conocido»
(1 Co. 13:12).

Una fe intelectualmente honesta

Subrayo a renglón seguido una doble apostilla sobre la honestidad


intelectual y la fe asentada sobre el fundamento inconmovible de la
revelación cristiana.

¿Creyentes bíblicos intelectuales? En opinión de algunos, negarse a


aceptar los postulados de los críticos o de teólogos existencialistas es
un sacrificium intellectus. ¿Es cierta esa aseveración o debemos
rechazarla por gratuita? El creyente evangélico tiene suficientes razones
intelectuales para mantener sus convicciones relativas a la fiabilidad y la
autoridad de las Escrituras, y con Lutero puede declarar: «Soy un
cautivo. No puedo escapar. El texto es demasiado fuerte para mí; las
palabras no me permitirán evitar su significado».

Por otra parte, ¿hemos de condenar tajantemente todas las


proposiciones críticas? En determinados casos, algunas sugerenciass del
pensamiento teológico contemporáneo abren perspectivas nuevas que
pueden enriquecer el contenido de la fe. Este beneficio, cuando se da,
es digno de reconocimiento en su justo valor, pues no todo,
absolutamente todo, en sus conclusiones finales es recusable. Pero es
triste que más frecuentemente la labor de muchos entusiastas de la
critica se haya realizado con un sentimiento de superioridad, tildando a
los teólogos más conservadores de ingenuos, tradicionalistas
retrógrados, empeñados en ignorar los avances científicos de la
historiografía y de la teología. La integridad intelectual de los teólogos
«conservadores» es puesta en tela de juicio y la ortodoxia evangélica
tradicional es vista como la arena en que el avestruz esconde su cabeza.
Eso es falso. Pero aun si en cierta medida fuera cierto, ¿acaso no son la
ingenuidad y la sencillez elementos esenciales en el conocimiento de la
verdad cristiana? ¿No alabó Jesús al Padre celestial porque había
escondido los misterios del Reino de los sabios y entendidos y los había
revelado a los niños (Mt. 11:25)? Integridad intelectual, sí; pero para
todos, conservadores y liberales, con actitudes de humildad; de
apertura, pero también -y sobre todo- de fidelidad a la Palabra eterna
que Dios nos ha dejado en el testimonio de las Escrituras. A sus textos
debemos acudir con mente abierta. De ellos debemos nutrir nuestra fe
ateniéndonos a los principios de una hermenéutica sana, exenta de
prejuicios (dentro de lo posible), no ávidos de novedades aireadas por
los teólogos más discrepantes de la tradición cristiana; a todas luces sus
ideas son incompatibles con las enseñanzas clarísimas que nos dejaron
profetas y apóstoles mediante sus escritos bajo el mandato de Dios
mismo y la inspiración del Espíritu Santo.

La Palabra de Dios, roca de los siglos

Las conclusiones de teólogos e historiadores pasan y quedan las más de


las veces sepultadas en el olvido tras haber chocado entre sí en un
debate digno de más positivos fines. El testimonio que de la revelación
divina nos ofrecen las Escrituras sigue siendo siempre la lámpara en el
camino del creyente y de la Iglesia. Contra la Biblia se han estrellado las
olas de muchos mares, las embestidas agresivas de la «sabiduría y el
progreso» humanos. Pero el mensaje contenido en los textos canónicos
permanece como testimonio eterno de la Verdad de Dios.

Con todo respeto me permito afirmar que las ideas de muchos críticos,
amantes de ideas avanzadas, son generalmente comparables a las
arenas movedizas de las playas; según sople el viento, formarán dunas
cuya forma variará casi constantemente, pero nunca llegarán a ser
cimiento sobre el cual pueda levantarse una catedral. Por el contrario,
quien asume el mensaje central de la Escritura y de sus círculos
concéntricos asienta su fe sobre la Roca de los siglos. Sus convicciones
no serán conmovidas.

Una consideración de índole pastoral

El Señor dijo: «Por sus frutos los conoceréis». Y yo me pregunto:


¿Cuáles son los frutos de la teología liberal y la crítica histórica? ¿A
cuántos espíritus desorientados han dado sus portavoces luz y paz?
¿Cuántos ateos o agnósticos han llegado a la fe en Cristo como
resultado de su predicación? ¿Qué consuelo han hallado en sus
enseñanzas los creyentes afligidos si las preciosas promesas de Cristo
han sido oscurecidas por una crítica generadora de dudas e
incertidumbre? Por algo Pablo renunciaba a las sutilezas de la filosofía
griega y se aferraba al mensaje de la cruz que anunciaba «no con
palabras de humana sabiduría, pues está escrito: "Destruiré la sabiduría
de los sabios y desecharé el entendimiento de los entendidos"»
(1 Co. 1:19).

Situados en terreno pastoral, obligado es que escuchemos al «gran


Pastor» de la grey cristiana: «Las ovejas lo siguen porque conocen su
voz; pero al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no
conocen la voz de los extraños» (Jn. 10:4-5; cf. 1 Jn. 4:1-6).

Con razón decía el salmista: «Bienaventurados los que guardan los


testimonios de Dios y con todo el corazón le buscan» (Sal. 119:2). Yo,
con él, confiando en la gracia de Dios, añado: «En tus mandamientos
meditaré; consideraré tus caminos..., no me olvidaré de tus palabras»
(Sal. 119:15-16).

José M. Martínez
 

Notas al pie

(1) Bultmann interpreta la muerte de Cristo «con las categorías del mito


gnóstico... El mito gnóstico contiene, en cuanto tal, únicamente la
concepción del venir y el marchar del liberador, pero no contiene
necesariamente la idea de que su despedida de la tierra acontece por
medio de una muerte violenta. Es presumible que se uniera fácilmente
aquella idea de los misterios con el mito gnóstico en las comunidades
gnósticas, que se hallaban organizadas como comunidades mistéricas, y
en las cuales la figura del liberador gnóstico se había identificado con el
dios Attis.» (Teología del NT, Sígueme, 1981, p. 356). - volver

(2) J. Moltmann, ¿Qué es Teología hoy? («En busca de una relevancia


secular»). - volver

(3) Sin embargo, estas pinceladas del pensamiento bonhoeferiano, con


frecuencia incomprendidas y mal interpretadas, no nublan la
profundidad de su piedad y el arrojo de su fe, puestos de manifiesto en
su espíritu pastoral, así como en su encarcelamiento por las SS
hitlerianas y en su ejecución poco antes de que el régimen nazi se
derrumbara. - volver

(4) Montgomery, The Suicide of Christian Theology, Bethany Fellowship,


1975, pp. 17, 27 ss. - volver
(5) C. G. Berkouwer, A Half Century of Theology, Eerdmans, 112.
- volver

(6) op. cit. 114. - volver

Publicado en la revista “Alétheia”, número 28, 2/2005

La influencia de la
Reforma: Un
modelo para la
Iglesia de hoy, por
Tony Flaquer

¿Por qué, a 500 años de haber ocurrido, nosotros hoy revisitamos un evento como la Reforma

Protestante? Porque la Reforma es todavía un referente para la iglesia de Jesucristo hoy, y no sólo

eso: es también un referente para las naciones modernas. La Reforma trajo a la luz fundamentos

para la iglesia y la sociedad como fruto de la Palabra de Dios, la cual fue predicada y expuesta con

claridad. El cuidado, la defensa y la vivencia de la verdad en una sociedad tienen consecuencias;

las ideas tienen consecuencias.

La Reforma fue un movimiento que hizo regresar a la iglesia a su esencia y misión, una idea que

había sido totalmente pervertida y deformada. La iglesia se reenfocó en la misión de ser la luz

del mundo y sal de la tierra, de defender la verdad y la doctrina, y de repetir el modelo de la

iglesia primitiva. La Reforma también transformó las culturas, civilizaciones y gobiernos a

través de la vivencia de la verdad y la predicación de la Palabra. En fin, la Reforma constituye un

evento sumamente importante en la construcción de occidente y de todo su sistema de valores.  


Ahora, ¿cuál es la relevancia de la Reforma hoy? Creo que estamos en un periodo de la historia

donde la iglesia debe revisar qué es lo que piensa y cree, cuál es su misión y su esencia. 

La reforma del pensamiento crítico

Comencemos por precisar de qué se trató la Reforma Protestante. Su punto central estuvo en la

fe que venía de entender críticamente la predicación de la Palabra de Dios. El creyente entendió

la necesidad que tenía que ir a las fuentes, a la Escritura misma, para comprender las diferentes

doctrinas que afectaban su vida. De aquí que los líderes de la Reforma entendieran que la

educación era un elemento esencial e importante en el crecimiento del cristianismo y en el

crecimiento personal y espiritual de cada persona. En una Europa donde el 90% de las personas

eran analfabetas, la Reforma irrumpe y lleva ese número al 10%. Se llegó a contar que en

congregaciones como los cuáqueros el 100% de las personas fueron alfabetizadas.

Así, la Reforma no solo se trató de una revolución teológica. Por ejemplo, en ese tiempo se creó

el primer sistema de escuelas públicas gratuitas y obligatorias en Ginebra en 1536, que luego sería

copiado en todo lugar. Podemos imaginar lo que sucede cuando sociedades enteras, con base en

esa educación, podían ir a la Biblia con un espíritu crítico, entender los pensamientos de Dios y

ver sus vidas transformadas. El impacto social que experimentó esa generación fue muy

profundo. 

Dicha influencia también fue evidente en las universidades y el desarrollo de las lenguas. Hoy en

día la mayoría de las 100 primeras universidades del mundo viene de países reformados. En un

estudio del Banco Mundial se encontró que de 1901 a 1990 el 64% de los premios Nobel habían
surgido de países reformados, y un 22% por ciento de Israel, de los judíos. En cuanto a las

lenguas, Cipriano de Valera tradujo la Biblia al español, y su obra fue catalogada como un éxito

lingüístico por el lingüista Menéndez Pelayo. Cuando Lutero traduce la Biblia de dialectos rudos

y básicos al alemán, produce un documento que constituyó el fundamento del alemán moderno.

En fin, la salvación por fe implicaba que las personas debían tener un juicio crítico acerca de todo

lo que estaban viendo. La Biblia llevaba a la gente a pensar críticamente y a sujetar sus

pensamientos a la Palabra de Dios. Ahora el individuo tenía que juzgar todas las cosas por sí

mismo. 

El gobierno también estaba dentro de esa esfera del juicio crítico del creyente. El conocimiento

de la doctrina de la depravación total del hombre hacía que el creyente reformado viera con

sospecha la adquisición de poder ilimitado. Allí nació el constitucionalismo: toda autoridad

gubernamental, comenzando por el rey, tenía que gobernarse por una constitución, pues una

persona depravada no podía vivir sin límites. Ese modelo se replicó en Ginebra, luego en Escocia

y finalmente en los Estados Unidos de América, donde la Constitución de 1787 reflejó ese espíritu

crítico. Los sistemas constitucionales traen como consecuencia el surgimiento del estado de

derecho moderno, cuya idea es que los gobiernos deben estar regidos y limitados por la ley.

Tristemente, ese es uno de los grandes problemas que afectan a América Latina. 

La economía tuvo un boom extraordinario como consecuencia del mismo espíritu. Antes de la

Reforma, el sistema clerical aparentaba constituir todo aquello que era sublime y para la gloria

de Dios, pero el trabajo de las personas comunes y corrientes no era apreciado. Con la Reforma

hay un retorno al mandato de Dios a todo hombre, no solo a los clérigos, de ir y sojuzgar la
tierra, buscando la gloria de Dios en todo. Ahora el artesano en su pequeña zapatería estaba

dando honra al Creador. Ese nuevo empeño crea un círculo virtuoso en la economía de las

naciones: el trabajador busca producir buena mercancía, venderla, ahorrar e invertir, todo con

un propósito divino. Sociólogos como Max Weber plantearon más tarde que ahí nace el

capitalismo moderno. 

Una Reforma hoy

Pero la iglesia de hoy no tiene tan grande impacto en las sociedades modernas. Creo que la

iglesia ha abandonado el principio de ‘Sola Scriptura’, que la lleva a usar la Palabra de Dios

como único artículo de fe para determinar su esencia y misión. No todas, claro; digo esto en un

sentido general. Gran parte de las iglesias se han refugiado en un tradicionalismo eclesiástico que

surge del combate contra dos movimientos históricos: el racionalismo y el fundamentalismo.

El primero planteaba, en su grado extremo, que el hombre puede conocer todas las verdades

acerca del mundo, de sí mismo y aun de otras cosas, como Dios, a través del uso de la razón pura.

Eso provocó que la iglesia empezara a apartarse avergonzada de la escena pública, pues si por

medio la razón pura yo puedo conocer todas las cosas, ¿quién necesita La Biblia? Allí la iglesia se

retira de los círculos académicos. El segundo movimiento, el fundamentalismo, comenzó en la

propia iglesia y los seminarios de alta crítica, donde se empezó a cuestionar si la Palabra de Dios

era pertinente como guía de fe y práctica. La iglesia se retiró del mundo y de participar en todo

lo que no fuera espiritual.


Es común escuchar que lo único que tiene que hacer la iglesia es predicar el evangelio. Pero ¿qué

evangelio estamos predicando? Sociedades que florecieron a la luz de la Reforma hoy en día son

viven en la ‘postcristiandad’, donde Dios ya no es un referente. El creyente de hoy diría que lo

único que hay por hacer es predicar el evangelio. ¿Cuál evangelio? ¿Aquél en que la única misión

de la iglesia es preparar a la gente para seguir predicando y añadir personas al ‘gueto’ del

cristianismo? Ese evangelio deja por fuera el mandato del Señor de ser sal y luz en la tierra.

Debemos volver al evangelio completo. La agenda de ser sal y luz no es opcional. Los valores que

tiene una cultura son el reflejo de la salud de una iglesia. En Europa los valores cristianos se han

perdido, pues son el reflejo de una iglesia que no actúa a tiempo. En América estamos todavía a

tiempo de levantarnos como iglesia y luchar por los valores, no porque la misión de la iglesia

sean los valores en sí mismos, sino porque somos columna y baluarte de la verdad, la cual

produce cambios en todos los niveles de la sociedad. Esa verdad hará que personas que no son

creyentes empiecen a ver la gloria de Dios en nosotros.

La agenda de Dios no es la sola conversión de las personas; la agenda de Dios es su gloria, la cual

es reflejada en la iglesia, en nosotros, en nuestras vidas. Su voluntad es que su gloria sea llevada al

mundo, aún a aquellos que no han de convertirse. Hay distorsiones, claro. Hay iglesias en las que

los líderes cristianos se dedican a la política, lo cual es una aberración completa. Se necesitan

pastores que preparen al pueblo de Dios para el ministerio de los santos, que no es solo predicar el

evangelio, sino ser la luz del mundo y sal de la tierra. 

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