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En el PERÚ han pasado más de 100 años desde que se empezó a regular la jornada laboral
máxima legal de 8 horas diarias (enero 1919). No es difícil escuchar a muchos trabajadores
que realizan horas extras sin pago adicional alguno, es importante analizar su regulación, pues
la misma podría implicar una afectación a los derechos constitucionales. Si lo que se busca es
conciliar el sobretiempo con el tiempo de ocio, consideramos que ello no es correcto, pues el
trabajador podría preferir trabajar más a costa de su tiempo de descanso. Así que para ser más
claros la jornada ordinaria de trabajo es de ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas
semanales, como máximo y todo trabajador tiene derecho a un descanso semanal y anual
remunerados. El disfrute y la compensación que tengan son establecidos por ley o por
convenio.
Estas situaciones tienen ventajas evidentes para las personas y la sociedad, la más palpable es
que ofrecen más opciones al interesado sobre dónde vivir y trabajar; pueden reducir la
congestión del tráfico, el tiempo de desplazamiento y la contaminación. Además, en los países
desarrollados —y en cierta medida también en los países en desarrollo— las tecnologías de la
información permiten a los empresarios conectarse con mercados, instituciones bancarias y
autoridades.
Pero así como brindo grandes beneficios, algunos autores mencionan que al emplear esta
nueva forma de trabajo se perdió la esencia de este, es decir si el trabajo no es realizado por
grupos de personas en un mismo tiempo y un mismo lugar, si se lleva a cabo de forma remota
y virtual, si no es objeto de una relación de empleo duradera, es probable que no cumpla la
función social que tuvo en su día, o que no la cumpla del mismo modo, pues ya no habría un
nexo entre el trabajo y el sentido de comunidad, de comportamiento asociativo y de
interacción social que determinan la proximidad física y las relaciones personales de confianza
y familiaridad forjadas en el tiempo.
El trabajo en sus diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del Estado, el cual
protege especialmente a la madre, al menor de edad y al impedido que trabaja. El Estado
promueve condiciones para el progreso social y económico, en especial mediante políticas de
fomento de empleo productivo y de educación para el trabajo. Ninguna relación laboral puede
limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del
trabajador. Nadie está obligado a prestar trabajo sin retribución o sin su libre consentimiento.
Como se estipula en el artículo 22 y 23 Los trabajadores tienes derecho a remuneraciones
justas, las que procuren para él y el bienestar familiar, a trabajar en un buen ambiente de
laboral, al trato justo e igualitario por parte de su empleador.
El trabajo constituye un bien necesario para la obtención de una vida digna y la clave esencial
de toda cuestión social, cuyo contenido esencial entraña el derecho a la estabilidad laboral y a
la protección contra el despido injustificado, ya sea a través de la reposición laboral o el pago
de una indemnización.
Sin embargo, pese a que la Constitución Política del Perú garantiza una protección adecuada
contra el despido arbitrario, la Ley de Productividad y Competitividad Laboral ha establecido
que para el despido de un trabajador que labore cuatro o más horas diaria para un mismo
empleador es indispensable la existencia de causa prevista en la ley, dejando sin protección a
los trabajadores contratados a tiempo parcial.