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PROYECTO:

QUEREMOS DIENTES SANOS

Fundamentación:
Ante el problema de la falta de higiene bucal de los alumnos
planificamos este proyecto para colaborar con la tarea diaria y constante de los padres.
De esta forma se les inculcara a los niños la importancia y valoración
que tiene su dentadura, los métodos de mantenimiento, de prevención, la adquisición de
hábitos de higiene y alimentación que posibiliten una mejor salud buco dental desde la infancia.
Es en la edad preescolar cuando debemos de implantar rutinas adecuadas para que los
pequeños las interioricen y no tengan problemas relacionados con la salud bucal. Desde la
escuela y en colaboración con la familia se puede y debemos fomentar estos buenos hábitos.
Una buena higiene bucal infantil junto a la adquisición del hábito de su mantenimiento,
comportará que el adulto pueda conservar sus dientes para toda la vida.

Objetivos:
Que los niños y las niñas logren:
• Reconocer al odontólogo como sujeto importante dentro de la comunidad para el cuidado de
la salud bucal.
• Conozca la importancia de una correcta higiene y alimentación para la salud buco dental.
• Participe de forma activa del cuidado de sus dientes, creando el hábito diario de un buen
cepillado.
• Valore la consulta al odontólogo.
• Conocer los métodos de prevención de caries.
• Tomar conciencia de que la salud buco dental es parte de la salud física del ser humano.

Contenidos :
Ciencias Naturales:
• La salud y el cuidado del cuerpo. Prácticas higiénicas de la dentadura.
• Prevención de enfermedades: caries.
• Alimentos que favorecen la salud buco dental.
• Descripción. Narración. Secuencias
Ciencias Sociales:
• El odontólogo: su función social.
Tecnología:
• Utilización de instrumentos simples.
Lengua y Literatura:
• Características de los diferentes textos en función de su intencionalidad: informativos,
instructivos (enciclopedias, folletos, recetas)
• Elaboración y realización de una entrevista.
• Reconocimiento de turnos en el uso de la palabra.
Matemáticas:
• Observación y comparación de imágenes.
• Establecimiento de relaciones de: lejos-cerca; al lado; adentro-afuera; arriba-abajo.
Identidad y convivencia:
• Aceptar las opiniones de los demás y defendiendo las propias.
• Participación activa en el cuidado de sus dientes.
• Valoración y cuidado de su cuerpo.

Estrategias Metodológicas:

• Actividad: el niño aprende y se expresa a través de la acción. En nuestra metodología


potenciaremos situaciones y tiempo donde los niños/as puedan desarrollar sus capacidades de
manipular, explorar, observar y experimentar, proporcionando experiencias variadas que les
permitan aplicar y construir sus propios esquemas de conocimiento.
• Centros de interés: basándonos en que cualquier aprendizaje tiene que partir del propio
interés de nuestros alumnos/as.
• Actividad lúdica: el juego es la manera más eficaz para conseguir los nuevos aprendizajes
propuestos. El juego tiene dimensiones intelectuales, afectivas, sociales, motrices, facilita el
autodominio, los contactos físicos, evoca sentimientos y emociones, ayuda a superar bloqueos
psicológicos, a interiorizar modelos y valores, traduce fantasías,etc.
• Motivación: para que el niño/a se interese por cualquier aprendizaje o nueva experiencia, uno
de los factores fundamentales es que esté motivado. Por lo que nuestras actividades y
propuestas irán encaminadas a despertar en nuestros alumnos/as una motivación para
realizarlas, que les lleve a la curiosidad, al afán de aprender y sobre todo a la gratificación en
su realización.

Actividades:
-Abordar el tema de la higiene bucal teniendo en cuenta los alimentos que son dañinos para
nuestros dientes.

- Reunidos en grupo conversar sobre: ¿Cómo hay que cepillarse los dientes? ¿Por qué y para
que hay que hacerlo? ¿Cuántas veces por día? ¿Cada cuánto se cambia el cepillo? ¿Por qué?
Se anotarán preguntas para formularle a un especialista.
-Llevamos al hogar para averiguar sobre la importancia de consultas al odontólogo y cómo
mejorar la salud bucal. Conversamos y cotejamos lo investigado.

- Los niños observan sus bocas por dentro con un espejo, reconociendo diferentes partes.
Luego identifican en una lámina de la boca las siguientes partes: labios, dientes, muelas,
lengua, paladar.

-Lectura de imagen y registro: Los niños tienen que contar los dientes que hay en la imagen

- ¿Cuántos dientes tenemos en la parte superior?


- ¿Cuántos Molares hay?
- ¿Cuántos Premolares?
- ¿Cuántos Caninos hay?
- ¿E Incisivos?
-Invitar a un odontólogo a que nos dé una charla. Aprendemos la técnica del cepillado.

-Obsevar el vídeo Como lavarse los dientes . Enseñanza de un buen cepillado


-Tachar los alimentos perjudiciales para los dientes.
-Escucha de la canción “El ratón Pérez”
-Narración del cuento “el ratón Pérez”
-Dibujos.
-Video “El doctor Muelita.”
-Observación de láminas ilustradas sobre los dientes y sus funciones.
-Trabajo grafico-plástico.
-Escuchar cuentos y relatos referidos al tema.
-Visitar al odonto pediatra en su consultorio.

Recursos:
• Audiovisuales.
• Laminas ilustradas.
• Recursos literarios.

Evaluación:
Será permanente teniendo en cuenta:
• El cumplimiento de consignas asignadas en trabajos.
• La participación activa de los alumnos.
• La cooperación en trabajos grupales.
• La valoración de su propio cuerpo.

Cuento del Ratoncito Pérez


Pepito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad. Vivía con su familia en un agujerito de la
pared de un edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la
comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo
que encontraban para comer.
Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era
trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos,
sillones, flores, cuadros..., parecía que alguien se iba a instalar allí. Al día siguiente Pepito
volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso
de arriba habían puesto una clínica dental. A partir de entonces todos los días subía a mirar
todo lo que hacía el doctor José María. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo
que podía en una pequeña libreta de cartón. Después practicaba con su familia lo que sabía. A
su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un
poquito de medicina... Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían
ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de
comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos,
flacos... Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca. Pero entonces empezaron
a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer
turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito
Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi
siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vio como el doctor José María
le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían
en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él
para nada. Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la
clínica un niño con su mamá.
El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente
fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la
solución: "Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente", pensó. Lo siguió por toda la ciudad
y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito
Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se
había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre
ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un
bonito regalo.
A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus
amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de
la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo. Y colorín
colorado este cuento se ha acabado.
Taller de ciencias:
Influencia de ciertos compuestos químicos sobre los dientes

Primer encuentro

En el comienzo de la clase se retoman los conceptos ya aprendidos sobre alimentación sana,


observando que las gaseosas ocupan la cúspide de la pirámide y recordando que se deben
consumir en poca cantidad. Se propone a los chicos experimentar el efecto de la gaseosa
sobre los mismos.

La propuesta consiste sumergir en coca-cola, en agua y en jugo de limón cáscaras de huevo,


similares al esmalte dentario.

Se les explica que hay experiencias que llevan su tiempo, y que la comprobación esperada
tendrá lugar recién la semana siguiente.

Dedicar el resto del encuentro a analizar la masticación:


Observar sus propios dientes en el espejo y los de sus compañeros, discriminando sus
diferentes formas: con filo y rectos (frontales), en punta (colmillos), más cuadrados y con
montañitas (muelas).

Para verificar la función de los distintos tipos de dientes durante la masticación de alimentos,
se les ofrece alimentos con diferentes texturas: zanahorias, bananas, pan.

La consigna es que observen con qué dientes muerden cada alimento por primera vez y con
cuales lo siguen masticando.
Sacar conclusiones como por ejemplo que los alimentos blandos son mordidos con los
incisivos, mientras los duros con los caninos o molares, y que la masticación final se hace con
las muelas.

Segundo encuentro

-El objetivo es sacar conclusiones de la propuesta de la semana anterior.

-Se observarn las cáscaras de huevo dejadas en diferentes medios, comprobando el estado de
cada una.

-Los chicos evaluarán que el limón ha destruido la cáscara, mientras el agua no le hizo nada y
la coca cola la ha teñido y debilitado.

-Proponer que utilicen cepillos de dientes y pasta dental para sacar las manchas de las
cáscaras teñidas con la gaseosa.
Comprobarán así que algunas manchas salen con el cepillado y otras no, y extraerán
conclusiones relativas al cuidado de los dientes.

El Dragón que se lavaba los dientes

Había una vez un Dragón, que estaba cansado que todos los niños del pueblo le temieran y
corrieran a esconderse toda vez que aparecía.
Se trataba de un Dragón muy bueno y juguetón y esta situación no hacía más que entristecerle.
Resuelto a cambiar las cosas, se sentó en medio de la plaza del pueblo y grito: no me voy a ir
de aqui hasta que alguien hable conmigo!
Nadie se atrevía a salir y así todas las familias del pueblo se quedaron encerradas en sus
casas esperando que sucediese algún milagro.
Un niño muy pequeño, que se aburría un montón de tanto estar encerrado en casa, se armó de
valor, salió de la casa y se fue a la plaza.
Oye Dragon, le dijo, por qué no nos dejas salir de las casas?
El Dragon, feliz a que alguien acudiera le contesto: bueno, en realidad yo sólo quiero jugar con
vosotros. hace tiempo sabéis que no os voy a hacer daño. Por qué no queréis que juguemos?
A lo que el niño respondió: nos encantaría jugar contigo...., que nos lleves volando a la
montaña y provocar algunos incendios.... pero tu aliento huele tan mal!!!
Y añadió: yo he podido venir a verte porque estoy resfriado... pero el olor a azufre que sale de
tu boca es tan desagradable que no podemos pensar en acercarnos.
Al principio, el Dragón se sintió herido...., pero luego reflexionó un poco y llegó a la conclusión
que sería buena idea lavarse los dientes. Y asi pues, a partir de ese día el Dragón se lavó los
dientes todos los días y los niños pudieron jugar con él
El sapo dentudo
Hace mucho, mucho tiempo, hubo un mago que por casualidad inventó un hechizo un poco
tonto, capaz de dar a quien lo recibiera una dentadura perfecta. Como no sabía qué hacer con
aquel descubrimiento, decidió utilizarlo con uno de sus sapos. El sapo se transformó en un
sonriente y alegre animal, que además de poder comer de todo, comenzó también a hablar.
- Estoy encantado con el cambio- repetía el sapo con orgullo- prefiero mil veces las dulces
golosinas que seguir comiendo sucias y asquerosas moscas.
Viendo el ragalo tan maravilloso que suponía aquella dentadura para el sapo, y el poco cuidado
al elegir sus comidas, el mago no dejaba de repetirle:
- Cuida tus dientes, Sapo. Lávalos y no dejes que se enfermen ni tengan caries. Y sobre todo
no comas tantas golosinas...
Pero Sapo no hacía mucho caso: pensaba que su dentadura era demasiado resistente como
para tener que lavarla, y las golosinas le gustaban tanto que ni intentaba dejar de comerlas.
Así que un día aparecieron las caries en su dentadura y se fueron extendiendo por su boca
poco a poco, hasta que al descuidado de Sapo descubrió que tenía todos los dientes huecos
por dentro, y se le empezaron a caer. Intentó cuidarlos entonces, pero ya poco pudo hacer por
ellos, y cuando el último de sus relucientes dientes cayó, perdió también el don de hablar.
¡Pobre Sapo! Si no lo hubiera perdido, le habría podido contar al mago que si volviera a tener
dientes los cuidaría todos los días, porque no había nada más asqueroso que volver a comer
bichos ¡puaj!

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