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Motor Asíncrono

El motor asíncrono o de inducción es uno de los tipos de propulsores que


podemos encontrar en los coches eléctricos. Se diferencian de los demás en que
su estator produce una velocidad electromagnética mayor que la velocidad de giro
que el rotor. Es la mejor opción si buscas que genere poco ruido o vibraciones, un
bajo coste y, sobre todo, que sea fiable y eficiente.

¿Qué es un motor asíncrono?


Existen dos grandes familias de motores en los vehículos eléctricos: los síncronos
y los asíncronos. Ambos son capaces de transformar la energía eléctrica rotativa
en energía mecánica, pero lo hacen de distinta forma.

Los asíncronos son motores de corriente alterna (AC) en los que la corriente
eléctrica se provoca por inducción electromagnética del campo magnético de la
bobina del estator con el fin de producir la torsión del rotor. Por tanto, no necesitan
una conmutación mecánica como en el caso de los motores síncronos.

Se componen, básicamente, del rotor, que puede ser de jaula de ardilla o


bobinado, y de un estator, donde se alojan las bobinas inductoras, que son
trifásicas y están desfasadas entre sí 120 grados.

¿Cómo funciona?
Cuando se aplica una corriente alterna trifásicamente en las bobinas inductoras se
origina un campo magnético giratorio -denominado campo rotante- que envuelve
al rotor en estado de reposo.

En ese instante se produce el efecto Laplace: “todo conductor por el que circula
una corriente eléctrica, inmerso en un campo magnético experimenta una fuerza
que lo tiende a poner en movimiento”.

Ese campo magnético que sigue el movimiento del campo estatórico es lo que da
lugar al par motor, el encargado de hacer que el rotor gire.
Como existe una diferencia entre las velocidades relativas del campo estatórico y
el rotórico, la velocidad del rotor nunca alcanza a la del campo rotante. Y, al no
existir posibilidad de que los magnetismos se alineen, el rotor sigue girando.

La ventaja de este tipo de motores es su capacidad de generar un par motor


constante. Además, no provocan emisiones de gases contaminantes a la
atmósfera, son fiables y económicos. Sin embargo, su densidad de potencia es
baja al igual que su par de arranque, y existe en ellos un posible riesgo de
sobrecarga.

¿Cómo han evolucionado?


Para conocer el origen de este tipo de motores hay que remontarse a 1824,
cuando el físico francés François Arago formuló la existencia de campos
magnéticos rotatorios. Años más tarde, en 1879, el matemático estadounidense
Walter Baily logró el primer motor de inducción primitivo y demostró ante la
Physical Society de Londres la posibilidad de producir una rotación mediante las
corrientes inducidas en un disco de cobre.

Sin embargo, fue el ingeniero de origen serbocroata Nikola Tesla quien pasaría a
la historia como el inventor del motor asíncrono, ya que fue él quien construyó y
patentó por primera vez este tipo de motores.

Los primeros que se fabricaron eran bifásicos y con polos salientes en el estator, y
estaban alimentados con dos corrientes desfasadas 90 grados en el tiempo y dos
devanados desfasados en el espacio.

El empresario e ingeniero George Westinghouse se dio cuenta del potencial de


estos motores y compró rápidamente la patente de Tesla. En 1893, durante la
Feria Mundial de Chicago, la fábrica de Westinghouse presentó un motor bifásico
de 300 CV, 12 polos a 220V.

Aquel motor –toda una proeza para la época– se alimentaba mediante dos
alternadores monofásicos de 500 CV, 60 Hz, acoplados mecánicamente en el
mismo eje, pero desplazados 90 grados eléctricos para generar una tensión
bifásica.
Mientras, en Europa, el ingeniero de la empresa alemana AEG Dolivo
Dobrowolsky logró un nuevo avance al sugerir la utilización de circuitos trifásicos,
pero no independientes, sino conectados entre sí. Así, en 1889 inventaba el primer
motor de inducción trifásico de rotor enjaulado y rotor bobinado.

En 1896, General Electric y la empresa de Westinghouse firmaron un acuerdo de


licencia cruzada para diseñar el rotor de bobinado en barra (que más tarde se
conocería como rotor en jaula de ardilla).

Las mejoras e innovaciones que introdujeron en el motor asíncrono fueron tales


que, actualmente, un motor de inducción de 100 CV tiene las mismas dimensiones
de montaje que uno de 7,5 CV de la época.

Entre 1888 y 1895 se desarrollaron fuentes de potencia de dos y tres fases, los
estatores con embobinados distribuidos y se introdujeron los rotores de jaula de
ardilla.

Después, y hasta 1970, lo esfuerzos se centraron en mejorar la calidad del acero,


el aislamiento y las características de construcción. Todo ello se tradujo en
motores más reducidos, pero no llevaron necesariamente a mejoras en la
eficiencia de su funcionamiento.

En la actualidad, los fabricantes producen motores asíncronos de alta eficiencia


usando para ello varias vías. Por ejemplo, se está utilizando más cobre en los
embobinados del estator; el acero se hace de un calibre especialmente fino con el
objetivo de reducir las pérdidas por corrientes parásitas en el motor; se incrementa
la longitud del núcleo del rotor y del estator para minimizar la densidad del flujo
magnético en el entrehierro (lo que reduce las perdidas en el núcleo), y un largo
etcétera.

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