0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
5 vistas2 páginas
El documento describe la experiencia de un estudiante de magisterio durante su segunda práctica docente en una escuela primaria. En su primera práctica, el estudiante tuvo dificultades para asumir su rol de docente debido a problemas de comunicación y falta de involucramiento con los estudiantes. En su segunda práctica, logró cambiar su enfoque al valorarse a sí mismo como parte del equipo docente y dejarse guiar por las experiencias del aula, lo que mejoró su comunicación y relación con los estudiantes. Ahora busca reflex
El documento describe la experiencia de un estudiante de magisterio durante su segunda práctica docente en una escuela primaria. En su primera práctica, el estudiante tuvo dificultades para asumir su rol de docente debido a problemas de comunicación y falta de involucramiento con los estudiantes. En su segunda práctica, logró cambiar su enfoque al valorarse a sí mismo como parte del equipo docente y dejarse guiar por las experiencias del aula, lo que mejoró su comunicación y relación con los estudiantes. Ahora busca reflex
El documento describe la experiencia de un estudiante de magisterio durante su segunda práctica docente en una escuela primaria. En su primera práctica, el estudiante tuvo dificultades para asumir su rol de docente debido a problemas de comunicación y falta de involucramiento con los estudiantes. En su segunda práctica, logró cambiar su enfoque al valorarse a sí mismo como parte del equipo docente y dejarse guiar por las experiencias del aula, lo que mejoró su comunicación y relación con los estudiantes. Ahora busca reflex
Durante la realización de mi segunda etapa intensiva, en un primer grado de
una escuela periférica de la ciudad, fui vivenciando una ruptura y gran cambio en mi posicionamiento docente, dado por mi necesidad de afianzarme en el rol, por el ajuste constante en mis intervenciones, porque la comunicación fue el medio principal para afianzar la relación pedagógica. El cambio fue posible porque comencé a valorarme como parte del grupo, un miembro importante y no un mero espectador, dejándome atravesar por las vivencias cotidianas del aula.
Estos componentes fueron esenciales debido a que en la anterior etapa tuve
grandes desaciertos que me imposibilitaron asumir el rol docente a través de intervenciones básicas, uno de ellos y el más importante fue la falta de comunicación, éste fue un gran obstáculo en mi integración al grado, me sentía sin herramientas para relacionarme con los niños desde lo afectivo, mis clases eran cada vez más forzadas y no me sentía a gusto porque no me encontraba como docente, se convirtió en algo virtual, en un “como sí” que me llenó de frustraciones sobre todo porque los niños sentían la falta de involucramiento de mi parte.
Al leer los sucesivos registros de la tutora e informes de la maestra guía vi
con claridad que no logré asumirme como docente, ni siquiera como “colaboradora” dentro del aula, si bien esto estuvo dado desde el principio de la práctica, no pude traducirlo en acciones concretas. Esta sucesión de acontecimientos sin rasgos de cambio me llevó a rehacer la práctica intensiva.
En ese momento pude evidenciar un gran distanciamiento entre la teoría y la
práctica mi postura e imagen de docente eran claras pero no podía asumirme como tal. En su informe final la tutora remarcaba: “tuvo serias dificultades para integrarse a la escuela y al grado. Su actitud poco comunicativa y a la espera de que se le indique lo que tenía que hacer fue un gran impedimento durante esta etapa en la que no logró asumir todas las tareas propias del trabajo docente”.
Esto me llevo a ver mi práctica desde afuera, lo más objetivamente posible,
teniendo en cuenta que comenzaría en una nueva escuela en un lapso de tiempo muy breve y tenía que revertir lo acontecido, para ello me centré en una pregunta que me hizo en determinado momento la maestra guía “¿te gusta la docencia?”, comencé a buscar razones concretas acerca de la elección de la carrera, rasgos y fortalezas míos en la interacción áulica, deseos y metas que al comenzar la residencia me propuse y en ese momento habían desaparecido.
Pude verme en dos posturas totalmente diferentes, una negativa al no lograr
asumirme como docente y otra de creciente cambio donde comenzaron a surgir temas fuertes que requieren de un análisis de mi parte: la configuración de la identidad docente, la relación pedagógica que se genera en el grado, el involucramiento desde lo afectivo/ emocional para generar vínculos de confianza con los alumnos, trabajar en conjunto con otras personas, solicitando ayuda y valorando el acompañamiento, pensar y reflexionar la práctica para generar cambios positivos en las mismas, buscando intervenciones concretas que den cuenta de mi posicionamiento teórico.
Debido a esto me resulta importante abordar en este trabajo una temática
clave: la constitución de la identidad docente en la instancia de formación en relación con la reflexión sobre la propia práctica.
Para generar un análisis pertinente que me permita resignificar la importancia
de configurar una identidad docente partiré de interrogantes aun inconclusos para mí: ¿Qué hechos me permitieron cambiar? ¿Cuán importante es “retornar sobre sí mismo” y reconocer al otro como un ser diferente a mí? ¿por qué a veces cuesta tanto desprenderse de la postura de alumno para asumirse como profesional? ¿Cuál es la importancia de los vínculos y la comunicación con los alumnos y otros actores de la institución? ¿El docente puede ser afectivo y compartir emociones con los alumnos sin correrse de su lugar de autoridad del aula?