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Las primeras ballenas llegan en mayo y las más remolonas parten en diciembre.

Entre un
mes y el otro, alrededor de 1200 ballenas francas aprovechan las tranquilas aguas de los
golfos para alumbrar sus crías, enseñarles a nadar y reanudar el ciclo reproductivo. El
turismo no parece molestar a los cetáceos. Se acercan a las embarcaciones hasta casi
tocarlas y a veces ensayan espectaculares saltos en las cercanías, exponen largamente sus
colas o expulsan chorros de agua en V de varios metros de alto. Con una mayor cuota de
fortuna, es posible incluso observar el tierno juego de madres y ballenatos.
No lejos de las ballenas, en el extremo sur del golfo San José –primer parque marino
de Latinoamérica- , la isla de los pájaros entrega el esplendor de sus colonias de
gaviotas, cormoranes de cuello negro, patos vapor y crestones, biguás, flamencos y
garzas brujas.

Las primeras ballenas llegan en mayo y las más remolonas parten en diciembre. Entre
un mes y el otro, alrededor de 1200 ballenas francas aprovechan las tranquilas aguas
de los golfos para alumbrar sus crías, enseñarles a nadar y reanudar el ciclo
reproductivo. El turismo no parece molestar a los cetáceos. Se acercan a las
embarcaciones hasta casi tocarlas y a veces ensayan espectaculares saltos en las
cercanías, exponen largamente sus colas o expulsan chorros de agua en V de varios
metros de alto. Con una mayor cuota de fortuna, es posible incluso observar el tierno
juego de madres y ballenatos.
No lejos de las ballenas, en el extremo sur del golfo San José –primer parque marino
de Latinoamérica- , la isla de los pájaros entrega el esplendor de sus colonias de
gaviotas, cormoranes de cuello negro, patos vapor y crestones, biguás, flamencos y
garzas brujas.

Las primeras ballenas llegan en mayo y las más remolonas parten en diciembre. Entre
un mes y el otro, alrededor de 1200 ballenas francas aprovechan las tranquilas aguas
de los golfos para alumbrar sus crías, enseñarles a nadar y reanudar el ciclo
reproductivo. El turismo no parece molestar a los cetáceos. Se acercan a las
embarcaciones hasta casi tocarlas y a veces ensayan espectaculares saltos en las
cercanías, exponen largamente sus colas o expulsan chorros de agua en V de varios
metros de alto. Con una mayor cuota de fortuna, es posible incluso observar el tierno
juego de madres y ballenatos.
No lejos de las ballenas, en el extremo sur del golfo San José –primer parque marino
de Latinoamérica- , la isla de los pájaros entrega el esplendor de sus colonias de
gaviotas, cormoranes de cuello negro, patos vapor y crestones, biguás, flamencos y
garzas brujas.

En 1784, un señor llamado Franklin usaba dos pares de anteojos, uno para mirar de
lejos y otro para leer. Un día se cansó de tener que cambiarlos frecuentemente e ideo
un par de anteojos especiales, cuyas lentes estaban preparadas para ver de lejos en
su parte superior y para ver de cerca o leer, en su parte inferior.

En el año 1839, un herrero británico llamado Kirk Patrick Macmillan diseño un vehículo
para que las personas pudieran trasladarse utilizando sus propios músculos a una
velocidad mayor que la marcha. Consistía en dos ruedas, de las cuales la posterior
era algo mayor, con un asiento en el medio de ambas.
Además tenía pedales que accionaban la rueda trasera. Era pesada, tosca y preciso
de numerosos cambios fundamentales antes de convertirse en el instrumento que es
hoy. Pero siempre funcionó.

En 1784, un señor llamado Franklin usaba dos pares de anteojos, uno para mirar de
lejos y otro para leer. Un día se cansó de tener que cambiarlos frecuentemente e ideo
un par de anteojos especiales, cuyas lentes estaban preparadas para ver de lejos en
su parte superior y para ver de cerca o leer, en su parte inferior.

En el año 1839, un herrero británico llamado Kirk Patrick Macmillan diseño un vehículo
para que las personas pudieran trasladarse utilizando sus propios músculos a una
velocidad mayor que la marcha. Consistía en dos ruedas, de las cuales la posterior
era algo mayor, con un asiento en el medio de ambas.
Además tenía pedales que accionaban la rueda trasera. Era pesada, tosca y preciso
de numerosos cambios fundamentales antes de convertirse en el instrumento que es
hoy. Pero siempre funcionó.

En 1784, un señor llamado Franklin usaba dos pares de anteojos, uno para mirar de
lejos y otro para leer. Un día se cansó de tener que cambiarlos frecuentemente e ideo
un par de anteojos especiales, cuyas lentes estaban preparadas para ver de lejos en
su parte superior y para ver de cerca o leer, en su parte inferior.

En el año 1839, un herrero británico llamado Kirk Patrick Macmillan diseño un vehículo
para que las personas pudieran trasladarse utilizando sus propios músculos a una
velocidad mayor que la marcha. Consistía en dos ruedas, de las cuales la posterior
era algo mayor, con un asiento en el medio de ambas.
Además tenía pedales que accionaban la rueda trasera. Era pesada, tosca y preciso
de numerosos cambios fundamentales antes de convertirse en el instrumento que es
hoy. Pero siempre funcionó.

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