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La tendencia a la realización • 417

Teoría centrada en la persona

Carl Rogers, probablemente el vocero mejor conocido de la psicología humanista, fue uno de
los primeros miembros de la Asociación de la Psicología Humanista. Creía que a todos los seres
humanos los motiva fundamentalmente un proceso dirigido al crecimiento, al que denominó la
tendencia a la realización (Rogers, 1963). Rogers abordó el problema de proporcionar eviden-
cia empírica a favor de la psicología humanista mediante la investigación.

AVANCE: PERSPECTIVA DE LA TEORÍA DE ROGERS


La teoría de Rogers tiene implicaciones para cuestiones teóricas importantes, como se presenta
en la tabla 13.1.

LA TENDENCIA A LA REALIZACIÓN
Rogers (1961a) propuso que toda la motivación se subsume bajo un proceso fundamental, la
tendencia a la realización, es decir:

Tabla 13.1 Avance de las teorías de Rogers


Diferencias individuales Rogers no se centra en diferencias individuales estables, aun-
que se puede decir que los individuos difieren en su nivel de
desarrollo y en las condiciones que perciben que deben cum-
plir para ser aprobados por los demás. Recientemente, otros in-
vestigadores han desarrollado escalas para medir aspectos de
su teoría que pueden ser comparables con los rasgos de perso-
nalidad.
Adaptación y ajuste Rogers describe en detalle su técnica terapéutica centrada en el
cliente. La terapia individual y la terapia de grupo, incluidos los
grupos de encuentro, producen el progreso a lo largo de las
etapas de funcionamiento, dando lugar a una mayor apertura
a los sentimientos, el presente y la elección.
Procesos cognoscitivos El pensamiento y el sentimiento pueden ser obstaculizadas
cuando se aceptan los mensajes de otros acerca de lo que de-
beríamos ser.
Sociedad La aproximación centrada en la persona tiene implicaciones
para el mejoramiento de la sociedad, incluidos la educación, el
matrimonio, los roles de trabajo y el conflicto de grupo (incluso
el conflicto entre naciones).
Influencias biológicas Rogers no consideró los factores biológicos, pero su proceso
de realización se basa en una metáfora biológica.
Desarrollo infantil Los niños se alejan de sus fuerzas internas de crecimiento si se
les cría en condiciones de valía. Los padres deberían criar a sus
hijos con aprecio positivo incondicional.
Desarrollo adulto La gente puede cambiar en la vida adulta, volverse más libre.
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La tendencia direccional que se hace evidente en toda la vida orgánica y humana —el
impulso a expandirse, extenderse, desarrollarse, madurar—, la tendencia a expresar y
activar todas las capacidades del organismo, o el sí mismo (p. 351).

Denominó tendencia formativa a la propensión amplia y general hacia el desarrollo en la


naturaleza. La comparó con una inclinación a la aleatoriedad (entropía) y sugirió que la ten-
dencia a avanzar de las formas más simples a las más complejas es igual de poderosa en la na-
turaleza (Rogers, 1979). El aspecto humano específico de la tendencia formativa es la tendencia
a la realización, la cual describe a los seres humanos y al resto de los organismos, animales e
incluso plantas. Las motivaciones biológicas, como el hambre y la sed, forman parte de esta
tendencia a la realización, al igual que las motivaciones humanas “superiores”.
No nos comportamos de manera irracional como suponía el psicoanálisis. Más bien, “nues-
tra conducta es exquisitamente racional, avanza con una complejidad sutil y ordenada hacia las
metas que el organismo intenta alcanzar” (Rogers, 1983, p. 292). La tendencia a la realización
conduce a la diferenciación (complejidad), independencia y responsabilidad social. Para Ro-
gers (1986a) la motivación intrínseca de cada persona es básicamente buena y sana. En el psi-
coanálisis, el cristianismo y las instituciones educativas prevalecen visiones más negativas de la
motivación humana. En contraste, el optimismo de Rogers “es profundamente radical” (p. 127).

El proceso de valoración orgánica


Una persona autorrealizada está en contacto con la experiencia interna que de manera inheren-
te produce el crecimiento, el proceso de valoración orgánica. Es una guía subconsciente
que evalúa el potencial de crecimiento de la experiencia. Acerca a la persona a experiencias que
producen crecimiento y la aleja de las que lo inhiben. Incluso las actividades que pueden pare-
cer divertidas o fructíferas para la experiencia consciente serán evitadas si esta guía interna las
considera erróneas. Es entonces la experiencia interna, más que las reglas externas, la que diri-
ge las elecciones. Este proceso interno de valoración es natural en el lactante, quien valora el
alimento y la seguridad. Desafortunadamente, cuando las personas se desarrollan sustituyen
esta experiencia interna con reglas externas, conforme aprenden valores de la sociedad que in-
terfieren con el desarrollo psicológico (Rogers, 1964).
¿Qué hay acerca de las personas con trastornos emocionales o que son delincuentes? Mucha
gente no parece sana y madura. ¿Cómo puede ocurrir esto si todos somos motivados por la ten-
dencia a la realización? Rogers culpaba a las fuerzas sociales que ocasionan que una persona
pierda contacto con sus procesos internos de crecimiento. Los individuos desconfían de sus
sentimientos internos porque se les reitera que esos sentimientos son malos. Esos mensajes
provienen de los padres, de las escuelas e incluso de los psicoanalistas. Es el temor y la actitud
defensiva de las personas, más que las fuerzas innatas malignas, lo que las hace volverse des-
tructivas.

La persona plenamente funcional


Una persona que presta atención al proceso de valoración orgánica es autorrealizada o plena-
mente funcional. Dicha persona no pierde el uso de algunas de las funciones humanas a con-
secuencia de los mensajes adversos de la socialización. Una persona potencialmente creativa
puede dejar de serlo si se le enseña que estar sin hacer nada es una pérdida de tiempo. De ma-
nera similar, una persona potencialmente empática puede dejar de serlo si se le enseña que de-
mostrar los sentimientos es un signo de debilidad.
La persona que es plenamente funcional, la que es más sana, posee varias características
que Rogers menciona. Esas características pueden interpretarse como signos de salud mental.
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APERTURA A LA EXPERIENCIA
La persona plenamente funcional está abierta a la experiencia, es receptiva a los sucesos sub-
jetivos y objetivos de la vida. Otros pueden censurar la experiencia por medio de las defensas
(por ejemplo, no reconociendo un insulto o la ira que éste provoca). En contraste, la persona
plenamente funcional percibe de manera precisa dichos acontecimientos. En este sentido, po-
dríamos decir que esa persona tiene una conciencia expandida. Esta apertura incluye la capaci-
dad para tolerar la ambigüedad en la experiencia. Una situación que parece ser de cierta
manera en un momento y diferente en otro.

VIVENCIA EXISTENCIAL
Una persona abierta a la experiencia muestra “una tendencia creciente a vivir en plenitud cada
momento” (Rogers, 1961a, p. 188). La experiencia cambia y cada momento permite emerger al
sí mismo, cambiado posiblemente por la nueva experiencia. Parte de la persona participa en
cada momento de la vivencia existencial, pero parte es un observador del proceso. Esto “signi-
fica... un máximo de adaptabilidad... una organización fluida y cambiante del sí mismo y la per-
sonalidad” (Rogers, 1983, p. 288). El sí mismo no se experimenta como una entidad fija sino
como un proceso fluido. La experiencia no es rígida y estructurada.

CONFIANZA ORGÁNICA
Una persona con confianza orgánica confía en cada momento en la experiencia interna para
guiar la conducta. Esta experiencia es precisa. La persona percibe sin distorsión las necesidades
internas, las emociones y varios aspectos de la situación social. La disfunción ocurre cuando
una persona pierde contacto con los sentimientos y valores internos (Watson y Greenberg,
1998). El individuo integra todas esas facetas de la experiencia y llega a un sentido interno de
lo que es correcto para él. Este sentido es fidedigno; no es necesario depender de autoridades
externas para decir qué es correcto.

EXPERIENCIA DE LIBERTAD
En cada momento, la persona plenamente funcional experimenta libertad para elegir. Esa expe-
riencia de libertad es subjetiva y no niega que existe determinismo en el mundo. Viktor Frankl
describió los campos de concentración de prisioneros, cada uno con la libertad de elegir al me-
nos una actitud hacia las experiencias de la vida (Rogers, 1969). En la mayoría de las circuns-
tancias, existe también una considerable libertad conductual.

CREATIVIDAD
La persona plenamente funcional vive creativamente. En cada momento encuentra nuevas for-
mas de vivir, en lugar de encerrarse en patrones rígidos pasados que ya no son adaptativos. Ro-
gers (1961a, p. 194) describió a los humanos plenamente funcionales como los más capaces de
adaptarse a las nuevas condiciones, como la “vanguardia de la evolución humana”.

Experiencia subjetiva, valores y ciencia


En su última publicación, Rogers fue más lejos en su énfasis en la subjetividad. Los participan-
tes en sus talleres en ocasiones describían la experiencia en términos de espiritualidad. Esto su-
giere una dimensión transpersonal de la experiencia humana. Las experiencias de los estados
alterados de conciencia y de misticismo son similares a la autorrealización. Muchos terapeutas
han encontrado que el enfoque de Rogers, y otros enfoques humanistas-existenciales, es com-
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patible con la espiritualidad (por ejemplo, Benjamin y Looby, 1998). Rogers (1979) sugería que
tal vez había subestimado la “dimensión mística, espiritual” de la experiencia. La comparación
que hizo Fritz Capra (1975) de la física moderna con el misticismo oriental validó la creencia de
Rogers de que la experiencia subjetiva podía ser compatible con la ciencia (véase Bozarth,
1985). Escribió con especial interés acerca del misticismo y sugirió que los fenómenos paranor-
males deberían ser explorados por la investigación empírica (Rogers, 1973, 1979, 1980). A
partir de la teoría de Rogers se desarrolló una escala para medir la creencia en los pode-
res mentales trascendentales (Cartwright, 1989). Su enfoque nos reta a considerar el papel de
la subjetividad dentro de un marco científico, incluso en áreas que parecen contradecir a la
ciencia.
Los valores son explícitamente importantes en la teoría de Rogers (DeCarvalho, 1989). Afir-
maba que del proceso de la experimentación surgen los valores para cada individuo y para el
género humano como un todo (Rogers, 1964). Esta posición ofende a quienes sostienen que la
ciencia debería estar libre de valores y a los que consideran que se trata de una invitación al
egoísmo, donde nadie sostiene un estándar externo del bien y el mal. Resulta irónico que Ro-
gers, quien estaba en desacuerdo con el psicoanálisis, fuera criticado junto con Freud, quien
cuestionó los valores religiosos (véase Fuller, 1982).

EL SÍ MISMO
Buena parte del crecimiento de la personalidad, incluso el que tiene lugar en la terapia, implica
cambios en el sí mismo. Rogers dudaba de introducir este término en su teoría, pero los pacien-
tes decían, por ejemplo: “No estoy seguro de estar siendo mi verdadero yo.” Al principio de
manera renuente, Rogers aceptó la necesidad de incluir el concepto de sí mismo en su teoría,
pero le sorprendió que se volviera tan popular en la psicología. Al revisar la historia del estudio
de la personalidad, Walter Mischel (1992) elogió a Carl Rogers por su influyente reconocimien-
to de la importancia del sí mismo como unidad organizadora de la personalidad.
Estamos familiarizados con los términos sí mismo ideal y sí mismo real de la teoría psicoana-
lítica (en especial de la teoría de Karen Horney). Rogers también empleó esos términos. Obser-
vó que muchas personas experimentan una discrepancia entre ambos. Deseamos ser como el
sí mismo ideal, tal vez pretendamos incluso ser como él. El sí mismo real es diferente; contie-
ne las cualidades verdaderas o reales de la persona, incluida la tendencia a la realización. El
proceso de valoración orgánica conduce a la salud; el sí mismo ideal conduce a la perturba-
ción. Rogers utilizó el término incongruencia para describir la experiencia de conflicto entre el
sí mismo real y el sí mismo ideal. Cuando una persona es incongruente experimenta el sí mis-
mo real como una amenaza. Para impedirlo, los mecanismos de defensa distorsionan y niegan
la experiencia: “¿Enojado yo? ¡Nunca!” “¿Mentir? ¡Jamás!” “¿Cansado? No, siempre tengo energía
para ayudar a un amigo” y así sucesivamente. El sí mismo real puede ser suprimido.
La mayoría de la gente usa el término autorrealización de manera vaga para referirse al pro-
ceso saludable de realización. El propio Rogers (1951) no distinguía en su trabajo inicial entre
autorrealización y realización. Sin embargo, después describió la autorrealización como un
“subaspecto” del proceso de realización. Si la persona ha renunciado al sí mismo real, la reali-
zación y la autorrealización están en conflicto. Una autorrealización falsa impide el proceso sa-
ludable de realización. En el sentido más preciso del término, la autorrealización es una
tendencia enferma cuando la persona se encuentra en un estado de incongruencia porque es
la sociedad, y no el individuo, la que define al sí mismo que se está realizando. La realización, la
tendencia más general, siempre es sana (Ford y Maas, 1989; Rogers, 1959). Según Roy DeCar-
valho (1990b), esta complicada distinción significa que cualquiera está en un “devenir crea-
tivo”, pero sólo para algunos el crecimiento se convierte en un proceso elegido por la persona
y verdaderamente individual.

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