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Los productos desechables generan hasta 1,5 kilogramos de contaminación anual por cada mujer en

edad reproductiva. Estas son las alternativas.

29 de marzo de 2021

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Con la llegada de las toallas higiénicas desechables, alrededor del año 1895, las mujeres que tenían
acceso a ellas ya no tenían que faltar a clases o a la iglesia ni perderse de reuniones o salidas, lo que les
otorgó mayor libertad y fue un paso para la revolución femenina. Sin embargo, al ser desechables, con
ellas se comenzó también a contribuir a un problema que ahora tiene consecuencias globales: la
contaminación ambiental.

Esto se debe a que, en el mundo, 49,5 % de la población son biológicamente mujeres, de acuerdo con el
Banco Mundial, lo que equivale a cerca de 3.712 millones de personas. Cada una, sin alguna condición
externa, llega a menstruar durante 38 a 40 años al menos cinco días cada mes (2.400 días en total) y se
puede cambiar de toallas o tampones al menos veinte veces por ciclo.

Así, mensualmente, y según los mismos cálculos de Unicef, utilizan entre 25 y 35 productos y al año la
cifra llega a ascender hasta 300 o 400 que son desechados. Estos pueden tardar en descomponerse
alrededor de 500 años, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia.
Todo lo anterior sin tener en cuenta otros complementos, como los plásticos en los que están envueltos
o pañitos húmedos.

El gerente de Negocio de Cuidado de la Mujer del Grupo Familia, Victor Huro Sarmiento, contó a EL
COLOMBIANO que Nosotras, en Colombia, vende más de 1.000 millones de piezas de toallas y
protectores diarios anualmente.

El Instituto Real de Tecnología de Estocolmo determinó en un estudio que, en el caso de estos desechos
sanitarios, el impacto mayor sobre el calentamiento global se debe al procesamiento de polietileno
(plástico) de baja densidad que acompaña a las compresas y tampones, y que la producción de la fibra
de algodón requiere de agua, pesticidas, fertilizantes y otros agrotóxicos que contaminan y deforestan.

Por eso, para hacer frente a esta situación, hay diferentes productos y alternativas para que las personas
con ciclos menstruales tengan periodos amigables con el ambiente.
Tendencias

Enfermedades silenciosas y poco habladas que afectan a las mujeres

Copa menstrual

La copa es una alternativa que se ha popularizado debido a que no genera infecciones o irritaciones,
tiene un ciclo de vida de más de cinco años y puede utilizarse sin vaciar durante máximo 12 horas
seguidas. Sus precios normalmente van desde $ 60.000 hasta $ 150.000 y ya hay muchas marcas
colombianas que las fabrican. Una mujer que opta por la copa puede ahorrar más de $ 200.000
anualmente y más de $ 8 millones en todo el ciclo reproductivo de 40 años.

“A diferencia de las toallas y los tampones, no genera ningún residuo en la vagina, así que disminuye el
riesgo de infecciones”, cuenta la ginecóloga obstetra Alejandra Muriel.

Mariana Arias Castillo, fundadora de la marca de copas @IshaColombia, explicó que son realizadas con
silicona de grado médico, material hipoalergénico, biocompatible que no genera irritaciones ni
infecciones si se usa correctamente. Agrega que el diseño es cómodo, con dureza media (ni muy rígida ni
muy blanda) para que no sea incómoda pero no genere fugas.

Volver a lo de antes

La copa no es para todas. Hay personas que, por razones psicológicas o físicas, decidieron no usarla.
Mujeres con condiciones como vaginismo (contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico
que producen cierre parcial o total de zona íntima); o que consideran que esto afecta su virginidad
(aunque no es cierto, explican ginecólogos); o que tienen alguna condición o enfermedad en su sistema
reproductivo optan por buscar otras alternativas. ¿Qué pasa si, aún así, quieren ayudar al medio
ambiente?

Pensando en estos nichos de mercado, las diferentes marcas de productos de higiene íntima han
recurrido al pasado, antes de que existiera lo desechable, y crearon líneas de productos reutilizables y
lavables.

Sarmiento contó que Nosotras lanzó el año pasado una línea de panties que se puede usar hasta por 50
lavadas y que se usa como la ropa interior. Agrega que la marca le apuesta a tener soluciones para
diferentes grupos de consumidoras y que de acuerdo con las ventas, el mercado está orientado al uso de
productos no invasivos.

Arias menciona también que entiende que cada mujer es diferente, tiene temores, deseos y necesidades
únicas, así que una opción no es suficiente. “Incursionamos en otras alternativas, como toallas y
protectores reutilizables y panties. Estos los puede usar cualquier persona, incluso las que preferimos la
copa y un día sentimos que no queremos usarla”.

Copa menstrual

La copa es una alternativa que se ha popularizado debido a que no genera infecciones o irritaciones,
tiene un ciclo de vida de más de cinco años y puede utilizarse sin vaciar durante máximo 12 horas
seguidas. Sus precios normalmente van desde $ 60.000 hasta $ 150.000 y ya hay muchas marcas
colombianas que las fabrican. Una mujer que opta por la copa puede ahorrar más de $ 200.000
anualmente y más de $ 8 millones en todo el ciclo reproductivo de 40 años.

“A diferencia de las toallas y los tampones, no genera ningún residuo en la vagina, así que disminuye el
riesgo de infecciones”, cuenta la ginecóloga obstetra Alejandra Muriel.

Mariana Arias Castillo, fundadora de la marca de copas @IshaColombia, explicó que son realizadas con
silicona de grado médico, material hipoalergénico, biocompatible que no genera irritaciones ni
infecciones si se usa correctamente. Agrega que el diseño es cómodo, con dureza media (ni muy rígida ni
muy blanda) para que no sea incómoda pero no genere fugas.
Volver a lo de antes

La copa no es para todas. Hay personas que, por razones psicológicas o físicas, decidieron no usarla.
Mujeres con condiciones como vaginismo (contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico
que producen cierre parcial o total de zona íntima); o que consideran que esto afecta su virginidad
(aunque no es cierto, explican ginecólogos); o que tienen alguna condición o enfermedad en su sistema
reproductivo optan por buscar otras alternativas. ¿Qué pasa si, aún así, quieren ayudar al medio
ambiente?

Pensando en estos nichos de mercado, las diferentes marcas de productos de higiene íntima han
recurrido al pasado, antes de que existiera lo desechable, y crearon líneas de productos reutilizables y
lavables.

Sarmiento contó que Nosotras lanzó el año pasado una línea de panties que se puede usar hasta por 50
lavadas y que se usa como la ropa interior. Agrega que la marca le apuesta a tener soluciones para
diferentes grupos de consumidoras y que de acuerdo con las ventas, el mercado está orientado al uso de
productos no invasivos.

Arias menciona también que entiende que cada mujer es diferente, tiene temores, deseos y necesidades
únicas, así que una opción no es suficiente. “Incursionamos en otras alternativas, como toallas y
protectores reutilizables y panties. Estos los puede usar cualquier persona, incluso las que preferimos la
copa y un día sentimos que no queremos usarla”.

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Medio Ambiente

¿Es sostenible la ropa hecha de materiales reciclados?

Estos productos de Isha funcionan igual, por absorción, duran hasta ocho horas de acuerdo con el flujo
de cada mujer y se lavan con jabón neutro. “Están hechas con fibra de bambú, y con el uso adecuado
pueden durar hasta tres años o más”.
Las opciones en el mercado son diversas y se acomodan a diferentes precios. Solo en panties hay otros
como Leonisa, Somos Martina, Madre Selva, Selem, entre otros. En cuanto a protectores diarios lavables
los hay en marcas como Veracup, La Lunera, Vul Boutique, Eva Copa Menstrual y otras.

Existen opciones menos conocidas y disponibles en el mercado colombiano, como el disco o la esponja
menstrual. El primero es similar a la copa, pero se recomienta en casos de suelo pélvico debilitado o para
quienes deseen mantener relaciones sexuales durante el ciclo. La segunda son las esponjas marinas, un
método antiguo de fácil inserción, pero que puede causar alergias en algunas mujeres.

Al final del ciclo de vida, las copas se pueden incinerar y los demás productos se desechan como otras
prendas de tela o se biodegradan. Esto, comparado con 12.000 productos desechables que usa una
mujer en su vida, representa un cambio para el medio ambiente y el bolsillo.

12.000

productos desechables puede usar una mujer en 40 años de edad reproductiva.

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Vanesa de la Cruz Pavas

Vanesa de la Cruz Pavas

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EL ESPECTADOR

Productos de higiene amigables con el medioambiente

Así como en el mundo, en Colombia también se viene presentando una tendencia de las mujeres por el
cambio hacia productos más sostenibles para su higiene femenina. Muchos de estos productos se
venden por internet y, en algunos casos, menos costosos que los productos normales.
(Le puede interesar: ONU: 26% de las mujeres latinoamericanas no decide sobre su cuerpo)

Copa menstrual

La copa menstrual puede durar hasta diez años. En ese tiempo, logrará reducir en gran volumen los
residuos que generan las toallas higiénicas y su costo. Además, al limitarse a recoger el flujo vaginal en
vez de absorberlo, no causa sequedad y es más respetuosa que los tampones con la flora de esta zona.
Hay muchas opciones y tallas, lo importante es asesorarse muy bien para encontrar la indicada.
(También: La menstruación: ¿por qué sigue siendo tabú, si es tan normal?)

Toallas desmaquillantes reutilizables

Las tollas desmaquillantes también pueden generar problemas de residuos en nuestras ciudades. Por eso
en el mercado ya se consiguen opciones reutilizables que se pueden lavar y usar sin ningún problema.
Depende de la marca que se adquiera, pero algunas pueden durar hasta 1.000 lavados. Hay muchas
opciones en internet, incluso con algunas características para el cuidado de la piel.

Shampoo en barra

El shampoo sólido o en barra es un producto que se hace cada vez más popular en algunas cuentas de
Instagram, ya que limpia y acondiciona el cabello, al mismo tiempo que lo llena de nutrientes, sin estar
contenido en una botella. De esta forma, se está evitando usar botellas de plástico que muchas veces
terminan en los rellenos sanitarios.

(Recomendado: La copa menstrual llegó para quedarse)

Además, estos shampoos están elaborados a mano y, en su preparación utilizan menos químicos,
conservadores, fragancias y colorantes que disminuyen la contaminación del agua. Algunos alcanza para
80 y hasta 100 baños.

Calzones para el periodo

La copa menstrual no es el único método amigables con el medioambiente para el flujo menstrual.
También existen los calzones menstruales, cuya idea nació de mujeres sin acceso a toallas sanitarias ni
tampones. Se pueden lavar y volver a usar.
Estos calzones, que a primera vista, son normales, usan varias capas que la sangre y el sudor. Por el
número de capas, no permiten que hayan fugas y no dejan residuos, ya que el contenido es absorbido
por completo.

Algunas marcas usan telas hidrófobas, antibacterianas, es decir, que no generaran olor; además son
impermeables y transpirables. También usan una microfribra con una barrera sanitaria quirúrgica.

El plástico en la higiene femenina y sus alternativas


Productos como los tampones y las compresas contienen una gran cantidad de plástico. Por suerte
existen diversas alternativas mucho más sostenibles para el planeta.

Actualizado a 05 de junio de 2020, 17:58

Guiomar Huguet Pané

La presencia del plástico en nuestra vida cotidiana es constante y muy elevada. Desde que en el siglo XIX
se desarrollaran los primeros plásticos comercializables modificando químicamente elementos naturales,
estos nuevos materiales han proporcionado a la humanidad muchos beneficios en ámbitos tan diversos
como el almacenamiento, la automoción o la construcción. Sin embargo, debido a la popularización de
su uso, la posibilidad de producirlos en serie y el aumento exponencial de la población mundial en los
últimos dos siglos también se han convertido en un gravísimo problema para la naturaleza, pues sus
desechos no son biodegradables y perduran cientos de años una vez llegan al medio ambiente.

La producción en serie y el aumento de la población han convertido al plástico en un grave problema

Es fácil comprobar cómo los plásticos han invadido la gran mayoría de los productos de uso cotidiano
que se consumen en los hogares. Y de igual modo, es preocupante ver cómo están presentes en muchos
productos de primera necesidad.
Productos de higiene femenina

Este es el caso de muchos productos de higiene, especialmente de los productos de higiene femenina.
Un gran número de mujeres de todo el mundo usan productos desechables como tampones o
compresas una vez al mes durante los 5 días de media que dura la menstruación (un total de 65 días al
año), y aproximadamente durante la mitad de su vida.

Se calcula que una mujer puede llegar a utilizar hasta 15.000 tampones a lo largo de su vida

Cuantificar este problema global con números y datos es complicado puesto que, al estar catalogados
como productos médicos, este tipo de residuos no tiene la obligación de ser supervisado. Sin embargo,
la Organización de Consumidores y Usuarios calcula que una mujer puede llegar a utilizar 15.000
tampones a lo largo de su vida. De ahí se puede deducir que la cantidad de residuos generados por estos
productos es ingente, y más si se tiene en cuenta que las opciones más populares y accesibles están
compuestas casi completamente por plásticos y son de un solo uso. Para hacerse una idea de la
dimensión del problema, es suficiente saber que, puesto que las compresas son uno de los 10 productos
de plástico que más se encuentran en las playas, la Unión Europea elaboró en 2018 un plan para la
eliminación del uso de plástico en estos productos.

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Según la Unión Europea, las compresas son uno de los diez residuos de plástico que más se encuentran
en las playas europeas.

Estigma y mercantilización

Durante la mayor parte de la historia, la menstruación ha sido considerada un “problema femenino”: dos
palabras que lo llenaban de connotaciones negativas y lo relegaban exclusivamente a ser tratado dentro
de la esfera femenina. Sin embargo, en el siglo XX empezó un lento proceso de desestigmatización y, a su
vez, para muchas marcas, se abrió un amplio abanico comercial. Si hasta entonces se habían usado
métodos tan sostenibles como incómodos e indiscretos –tales como compresas de tela y trapo, poco o
nada absorbentes, y que a pesar de lavarlas nunca quedaban limpias- a partir de entonces se impusieron
los productos de higiene de un solo uso.
Al mismo tiempo se descubrieron las grandes ventajas de fabricar estos productos con plásticos, pues
aportaban flexibilidad, adhesividad, absorbencia, manipulablidad… El resultado fue un producto letal
para la sostenibilidad: de un solo uso, pero muy perdurable como residuo.

En el siglo XX empezó un proceso de desestigmatización y, a su vez, de mercantilización de la


menstruación

Con el avance del siglo XX y la llegada del XXI la situación respecto al uso de plástico en los productos de
higiene femenina no mejoró. La publicidad vendía un modelo de mujer activa, atractiva, deportista y/o
con largas jornadas de trabajo que, gracias al uso de tampones y compresas, podía seguir un ritmo alto
de vida. Para ser así resultaba casi imprescindible consumir este tipo de productos, y de esta manera las
compresas y los tampones se convirtieron en un producto de higiene íntima imprescindible para las
mujeres, quienes, casi sin más remedio, llenaban los contenedores de grandes cantidades de plástico.

Hacia la environmenstruación

Afortunadamente, en la actualidad existen diversas alternativas para todas aquellas mujeres que no
están dispuestas participar de esta producción masiva ni contribuir al consumo de plásticos y productos
de un solo uso. Una actitud que desde Women’s Enviromental Network (WEN) han dado en llamar
environmenstrual. Esta asociación inglesa trabaja sobre problemáticas que conectan género, salud y
medio ambiente, y en su web explican que el 90% de los productos destinados a la higiene durante la
menstruación contienen un 90% de plástico.

La copa menstrual es una de las alternativas más sostenibles a las compresas y tampones: es
biodegradable y muy duradera.

Desde la WEN también señalan que uno de los mayores problemas a los que la sociedad se enfrenta
cuando se trata el tema de la menstruación es la ausencia de una educación libre de tabús, y que aborde
la cuestión de los residuos como parte indivisible del mismo asunto.

El mayor problema es la ausencia de una educación libre de tabús que ponga el foco también en los
residuos
Las alternativas: una solución sostenible

Tomar consciencia es el primer paso, y conocer las opciones el segundo. A continuación os detallamos
algunas de las alternativas más populares que, como veréis, también tienen diferentes grados de
compromiso con el medio ambiente.

Tampones con aplicador de cartón: El aplicador de los tampones es la parte más contaminante, pues
suele ser de plástico y solo se usa para colocar el tampón. A pesar de que los de cartón también son de
un solo uso, por lo menos son más fáciles de reciclar.

Tampones sin aplicador: Si bien es cierto que el aplicador es lo que más contamina, el propio tampón
también suele contener una fina película sintética. Por ello, un tampón sin aplicador siempre es mejor
que uno con él, pero sigue teniendo cierto impacto en el medio.

Tampón natural: Son una alternativa a todas la anteriores porque pueden usarse sin aplicador y están
hechos de material 100% biodegradable. El único inconveniente es que son de un solo uso, por lo cual
son poco sostenibles.

Esponjas marinas menstruales: Se utilizan como un tampón, pero con la diferencia que son de origen
natural, por lo cual cuando finaliza su uso son fácilmente compostables.

Compresa de tela reutilizable: Se lavan y se pueden volver a usar tantas veces como dure el tejido del
que están hechas.

Bragas menstruales: También reutilizables y lavables.

Copa menstrual: Suelen estar hechas de silicona líquida biodegradable, y sus productores aseguran que
puede usarse durante 10 años. Esta es, definitivamente, la opción más sostenible.

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