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GESTION MENSTRUAL DESDE UN ENFOQUE HISTORICO Y

CULTURAL

.El proceso civilizatorio de la modernidad occidental impuso el control de


los fluidos y desechos corporales (Elias, 1994) que, combinado con el discurso
de la asepsia del higienismo, incentivó la fabricación de compresas -primero de
forma doméstica y luego comercial- que pudieran absorber la sangre
menstrual. Al parecer cuestiones que tenían que ver con la higiene femenina y
habitos de cuidar el cuerpo para protegerlo de ciertos gérmenes resultaron
claves a la hora de confeccionar materiales para dicho propósito.

Hacia el 1900, las compresas de tela, los cinturones y los delantales


que las sostenían se comercializaban con éxito: menarcas más tempranas,
menor cantidad de embarazos y menopausias más tardías aseguraban un
importante número de clientas. Así en Estados Unidos, las primeras toallas
higiénicas datan de la década de 1920. Su fabricación estuvo vinculada con la
invención de un sustituto del algodón que había sido utilizado por el ejército
norteamericano durante la Primera Guerra Mundial (Jacobs Brumberg, 1997).
Los tampones aparecieron a partir de 1930, relacionados con la posibilidad de
hacer deportes y actividades recreativas puntuales. Para 1970, los nuevos
adhesivos de las toallas sanitarias volvieron innecesarios los cinturones y los
alfileres, y los tampones se posicionaron como opción confortable para usar un
traje de baño pequeño, nadar o llevar ropa de calle ajustada y clara. Para las
feministas estadounidenses de entonces, los "instrumentos de tortura
femenina" eran los tacos altos, los corpiños y las fajas, pero no los tampones:
ellos eran dispositivos de liberación.

En la década de 1930, Leona Chalmers patentó Tass-ette, una de las


primeras copas menstruales. El producto no prosperó entonces: había quejas
por la dureza del material y a muchas mujeres les resultaba extraño colocarse
algo en la vagina. Chalmers buscaba facilitar el deporte durante la
menstruación y ofrecer una "protección invisible" que diera confianza a las
mujeres. Entre fines de 1950 y 1970 se intentó hacer resurgir la copa con
nuevas estrategias de marketing, pero muchas mujeres eran reacias a lavarla
para reusarla. Además continua la autora, al ser reutilizable, las ventas se
congelaban con facilidad y no resultaba un buen negocio. Se necesitaba un
nuevo contexto social y cultural para que este producto tuviera más llegada.
Para finales de los años 1970, se comenzaron a cuestionar los métodos de
fabricación de los tampones, ante la evidencia de la relación que tenían con
casos de síndromes de shock tóxicos, algunos mortales.

Al finalizar la guerra y para evitar pérdidas económicas, la empresa


Johnson & Johnson crea la marca Kotex de “servilletas sanitarias” y de la
mano de sus campañas publicitarias nació la imagen de la mujer moderna, que
utilizaba productos descartables y era más activa. Tarzibachi, E. (2015). Usos
comerciales y transnacionales del etiquetamiento menstrual y la liberación
femenina.

Siguiendo esta misma línea Tarzibachi añade ”Este nuevo mercado


logró convertir a los cuerpos menstruantes en mercancía, y con
menstruaciones estandarizadas y simplificadas con disimulo, se podía
aumentar la productividad de esos cuerpos”

Con el correr de los años y avance en las tecnologías las industrias han
discurrido entre distintos materiales de uso menstrual que han transformado la
imagen de la mujer en etapa reproductiva.

Finalmente la autora menciona aspectos positivos y negativos: “un valor


positivo: reforzando la femineidad, siendo el pasaje al mundo de las “cosas
femeninas” pero también un valor negativo: reafirmando a la menstruación
como un desecho vergonzoso que debía ser ocultado”.

La copa menstrual como método de gestión menstrual

En octubre del año 2021 el Ministerio de Salud de la Nación publicó el


Resumen de políticas Justicia menstrual: la introducción de la copa menstrual,
en el que menciona distintos dispositivos que distingue entre los de absorción
para fererirse a “toallitas descartables, tampones y las toallitas de tela u
otros materiales absorbentes reutilizables, incluidas las más recientes
“bombachas menstruales” ; y dispositivos llamados de recolección menstrual
como los recolectores o copas menstruales que habitualmente son fabricados
de látex, silicona, caucho o elastómeros. Plan Enia y UNICEF (2021). Resumen
de políticas. Justicia menstrual: la introducción de la copa menstrual.

Entre las ventajas que indica su vida util puede variar entre 5 a 10 años, ya que
puede reutilizarse con un debido lavado e higiene (Tellier, 2012). Esto
demuestra la diferencia con el tampón y la toalla descartable industrial. Sin
embargo la copa menstrual como alternativa efectiva, sustentable, segura y
durable, es una opción poco utilizada como producto de gestión de higiene
menstrual.

Los PGM (Productos de gestion menstrual) descartables resultan ser negativos


como las toallitas y tampones están compuestos en un 60% por pasta fluff
(celulosa en copos), un material no biodegradable. Tanto su composición como
su producción y utilización a gran escala contaminan e incentivan la
deforestación.

Este programa menciona también que en la Argentina existen alternativas de


PGM reutilizables en el mercado que sirven para promover la distribución y
utilización de estos productos –como las toallitas reutilizables hechas de tela,
que además tienen una vida útil de hasta tres años– se presenta como una
opción mucho más amigable con el medio ambiente. Cuyo objetivo es reducir,
además de los desechos, los costos de gestionar la menstruación ya que se
hace una única compra que dura por muchos años.

Finalmente el Ministerio de Economía de la Nación y UNICEF subraya que se


llevaron adelante diversas iniciativas a nivel local que ponen en acción alianzas
entre Estado, ONGs, activistas y productoras dedicadas a la elaboración de
toallitas reutilizables hechas de tela.

https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/
gestion_menstrual_para_mas_igualdad.pdf

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