En la búsqueda
de un camino
La compañera de la Tierra... la Luna
María Elisa Rey | Maestra. Salto.
«El universo no está sometido a la soberanía absoluta del
orden, sino que es el campo de acción de una relación dia-
lógica (relación a la vez antagónica, competitiva y comple-
mentaria) entre el orden, el desorden y la organización.»
Morin (1996:10-11)
Esta frase del pensador francés se corresponde, por un
lado, con el tema a tratar y, por otro lado, se identifica con mi
pensamiento ante la propuesta de trabajar en Astronomía, la
Luna específicamente.
Formar parte de este grupo de trabajo, donde las pro-
puestas se comparten, se debaten, nos permite mantener
un orden de trabajo y organización; pero al mismo tiempo
implica pensar en el compromiso asumido y en el rol que
como educador y aprendiz trasciende en el futuro de una ge-
neración de estudiantes. La incertidumbre se apodera de mí;
no estoy acostumbrada, ya que el proceso de “subjetivación”
que forma parte de mi vida ha dado lugar a las verdades ya
acabadas, a la transmisión de conocimientos científicos sin
dar lugar a la reflexión, a los cuestionamientos y a la cons-
trucción de saberes.
Para poder comenzar a trabajar en este proyecto deci-
do empezar a prepararme desde lo disciplinar, para luego
poder conjugar lo pedagógico y lo didáctico. A medida que
comienzo con diferentes lecturas acerca de la Astronomía,
surgen una serie de interrogantes: ¿cómo se producen los
conocimientos científicos?, ¿cuáles son los problemas epis-
temológicos que enfrentaron estos conocimientos?, ¿qué
relación existe entre los conocimientos científicos y la cultura
en las diferentes sociedades? Por otro lado, los intereses
que guían mi accionar sobre el tema, ¿están de acuerdo con
las perspectivas de mis alumnos?, ¿por qué es necesaria
la enseñanza de la Astronomía en la escuela?, ¿cómo en-
señarla?, ¿cuál es el proceso de aprendizaje de cada uno
de los alumnos?, ¿cuáles son las concepciones que tienen?
Quizás estas interrogantes no puedan tener respuestas cer-
teras o quizás no llegue a contestar mis planteamientos, pero
me permiten reflexionar para poder emprender mi accionar.
Esta propuesta se desprende del proyecto de Astrono-
mía de las escuelas A.PR.EN.D.E.R. de la Zona 4 del de-
partamento de Salto. Está planificada para niños de quinto y
sexto grado de una escuela de Pueblo Lluberas, urbana pero
ubicada a 120 km de la capital del departamento. El hilo con-
ductor está relacionado con la enseñanza de la Astronomía
desde la observación terrestre de la Luna y su relación con el
sistema Sol-Tierra-Luna.
Existen diferentes maneras de abordar el tema. Si bien
la ciencia mantiene características que guían el accionar
del científico –en este caso, la observación– existe un mar-
co referencial que lo perfila, por lo tanto se fomentará la
“explicitación” de sus concepciones acerca de la temática
para así provocar cuestionamientos permanentes. Y la pre-
sentación de diferentes textos, donde puedan confrontar,
comprender y repensar los problemas que a lo largo de la
historia serán necesarios para la construcción de determi-
nados conocimientos.
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 Día y noche
Para poder llevar a cabo la propuesta, partí de los cono-
cimientos implícitos que los alumnos tenían sobre Astrono-
mía. A través del diálogo permanente fueron enumerando los
componentes que estudia dicha disciplina; sus ideas fueron
confrontadas con un texto expositivo sobre el tema. Esta ac-
tividad dio lugar a que me cuestionase si realmente tenían
conocimientos sobre el tema o simplemente repetían. Lo que
logré percibir era que los conocimientos que poseían eran
los expuestos en los libros de texto y que reflejaban una mi-
rada externa a la Tierra. Los conocimientos se presentaban
como “ajenos” a ellos.
Entonces planteé la siguiente secuencia de trabajo te-
niendo en cuenta siempre sus inquietudes, de manera de
brindar una adecuada comprensión a los temas.
Historia de la Astronomía
Su elección se corresponde con la importancia contex-
tual de los temas a estudiar. Fue el punto de inicio para acer-
carlos a la importancia que las primeras civilizaciones dieron
a la observación, cómo fueron estudiando y conociendo los
astros, cómo estos incidieron en su cultura y cómo solucio-
naron sus necesidades a través de la duda y los cuestio-
namientos permanentes. A partir de mi narrativa oral cono-
cieron varios aspectos de algunas civilizaciones de Grecia,
Mesopotamia, Egipto y América.
Posteriormente, les presenté textos breves de cada una
de ellas y una serie de preguntas a responder en equipo: ¿to-
das las civilizaciones observaron lo mismo?, ¿cuáles son los
astros que más observaron?, ¿por qué piensan que crearon
los calendarios?, ¿el calendario solar tiene la misma duración
que el calendario lunar? Esta actividad dio lugar a que los ni-
ños comenzaran a interesarse por observar el cielo, en espe-
cial las constelaciones, lo hicieron con la ayuda de los padres.
Bóveda celeste
Opté por trabajar con esta esfera imaginaria porque a
partir de la observación del cielo estrellado vemos solamente
una parte, hacemos una mirada geocéntrica ya planteada
por Ptolomeo. Realizamos una maqueta sobre dicho modelo.
Al seguir observando la bóveda establecieron que las
estrellas, el Sol y la Luna se mueven.
Ustedes me han dicho en varias oportunidades que la
Tierra realiza dos movimientos, uno sobre su eje y otro alre-
dedor del Sol. Pero ahora observan y me dicen lo contrario,
¿se mueve la Tierra o se mueven el Sol y la Luna?
Ante el cuestionamiento comenzó un gran debate entre
los que defendían una y otra postura. Les propuse que to-
dos los días, cuando vinieran hacia la escuela, observaran si
veían el Sol en el horizonte en la misma posición. Luego de
unas semanas, les solicité que compararan esas observacio-
nes con otras épocas del año, si alguna vez se habían fijado.
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Entre ellos y los padres logramos una representación gráfica
del recorrido aparente del Sol en el horizonte.
Pero ¿qué sucede con el movimiento de la Luna?
Sistema Sol-Tierra-Luna
Desde una perspectiva sistémica realicé un recorte de
la realidad para poder estudiarla y comprenderla en el entor-
no de las relaciones que definen su funcionamiento; en este
caso, el sistema Sol-Tierra-Luna.
Al comienzo simplemente describimos cada uno de los
elementos para visualizar su diversidad y relacionar cada
una de sus partes; no solo su tamaño y composición, sino
sus movimientos y sus cambios. Realizaron diferentes com-
paraciones teniendo en cuenta que la relación entre los diá-
metros de la Tierra y la Luna es de cuatro a uno (pelota de
ping-pong, bolita); y entre el Sol y la Tierra, de cien a uno
(una pelota y una lenteja). Aproximaron modelos a “relativa”
escala, teniendo en cuenta los tamaños o las distancias.
La Luna
La Luna es un objeto celeste conocido por todos, que
genera una atracción muy particular y provoca connotacio-
nes emocionales o mágicas. Es así que les propuse una
actividad libre sobre nuestro satélite natural, podían dibujar
o escribir sobre él. La mayoría de los niños se dedicó a di-
bujar como la veían, la dibujaron en fase llena, de día y de
noche. Algunos realizaron dibujos en ella, predominando los
animales, en especial la figura del conejo, otros percibían
montañas y personas sentadas a una mesa.
La diversidad está presente en la imaginación de estos
niños, lo que me hizo reflexionar. Decidí preguntarles qué
les interesaría saber sobre este astro que nos acompaña
siempre. Surgieron varias inquietudes: por qué a veces se
ve entera y otras veces solo una parte; cómo el hombre llegó
a la Luna; si era verdad que la Luna influye en la Tierra; si
alguna vez existió vida en ella.
¿Por dónde empezar? Dada la altura del año en que nos
encontrábamos, acordamos trabajar las fases y su influen-
cia en la vida del hombre. Esta última postura me pareció
sumamente interesante, se relacionaba con una Astronomía
cultural que los docentes no tenemos en cuenta.
Trabajar las fases me parecía muy difícil por el nivel
conceptual, de abstracción, necesario para comprenderlas
y porque necesitaban conocimientos de Física referidos a la
luz, que no tenían. Por otra parte, si bien se había trabajado
sobre los movimientos de rotación y traslación de los astros,
¿hasta qué punto los habían comprendido? Además, en el
caso de la Luna, ambos movimientos duran lo mismo.
La observación del cielo se hacía eminente, retomamos
aspectos ya trabajados como la posición local del observa-
dor sobre la superficie terrestre, el horizonte y la vertical de
un punto. Durante un mes y una semana les pedí que regis-
traran de noche y de día cómo veían la Luna y dónde. Tuvi-
mos la dificultad de que no siempre se podía observar por
cielos muy nublados. Con los registros obtenidos realizamos
representaciones gráficas, teniendo en cuenta el movimiento
aparente del satélite.
Durante una semana se registró también la posición del
Sol... cuando “salía” entre tantas nubes.
Luego de comparar los registros, en la maqueta del sis-
tema representamos la posición de los astros en diferentes
planos, para comprender la incidencia de la luminosidad del
Sol sobre la Luna. Puse especial énfasis en los distintos pla-
nos para que no confundieran la posición de los astros en los
eclipses, tema que no se trató.
Con las comparaciones realizadas pudieron establecer
que la Luna cambia durante un lapso y luego se vuelve a ver
de forma similar; en ese período de unos veintiocho días,
rota sobre su eje al mismo tiempo que se traslada alrededor
de la Tierra.
La reflexión permanente permitía seguir avanzando en
el proceso de construcción de conocimientos sobre nuestra
compañera inseparable. ¿En qué lugar pondrían la Luna
para verla completa desde la Tierra?, ¿y en la fase de luna
nueva? Trabajar en la maqueta les permitió concluir que en
la fase de luna llena aparece en el este, porque el Sol se
encuentra en el lado opuesto; por lo tanto, cuando está en su
fase de luna nueva, se encuentra del mismo lado que el Sol
y este ilumina la cara que no vemos.
El proceso de construcción de conocimientos astronómi-
cos sobre nuestro satélite estaba iniciado, faltaba un largo
camino a recorrer: ¿por qué a veces la vemos de día y otras
de noche?, ¿por qué de día siempre en la misma fase?
A medida que se trabajaba el tema, en los niños surgían
interrogantes como: ¿es verdad que durante la Luna en fase
llena aparece el lobizón?, ¿por qué en esa fase aparece la
luz mala en el campo?, ¿es verdad que si nos cortamos el
pelo en la fase creciente nos crece más rápido?
Entre mitos y leyendas se trabajó la influencia de la
Luna en la vida cotidiana. Comenzamos retomando cómo
las primeras civilizaciones se guiaron por lo observado en
el cielo, dando lugar a los primeros calendarios lunares (se-
mana, mes); cómo los navegantes se guiaron por la Luna
y las estrellas.
A partir del visionado del documental El poder de la
Luna1, se trabajó sobre las mareas y su influencia en las ac-
tividades del hombre. ¿Pasaría lo mismo con el río?, ¿con la
laguna? Relacionado con experiencias vividas pudieron lle-
gar a comprobar que sí, aunque decían que no de la misma
manera. La propuesta quedó planteada: ¿todos los cuerpos
líquidos están influenciados por la Luna?

Referencias bibliográficas
GALADÍ-ENRÍQUEZ, David; GUTIÉRREZ CABELLO, Jordi (2001): Astronomía General. Teoría y práctica. Barcelona: Ed. Omega.
GALPERIN, Diego (2014): Astronomía para chicos y no tan chicos. Aprender a contemplar el cielo. Buenos Aires: Ed. Novedades Educativas. Colección Biblioteca Didáctica.
MENGUAL, Juan Ignacio (2006): Física al alcance de todos. Madrid: Pearson Alhambra.
MORIN, Edgar (1996): “Por una reforma del pensamiento” en El Correo de la UNESCO, Año XLIX (Febrero), pp. 10-14. En línea: http://unesdoc.unesco.org/
images/0010/001025/102554so.pdf
TIGNANELLI, Horacio (1999): Astronomía en la escuela. Propuestas de actividades para el aula. En línea: www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001431.pdf
VEGLIA, Silvia (2007): Ciencias Naturales y aprendizaje significativo. Claves para la reflexión didáctica y la planificación. Buenos Aires: Ed. Novedades Educativas.

1
En línea: https://www.youtube.com/watch?v=T_-n7TjVPKA

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