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PARADOJA Y JUEGO
A partir de esta reflexión, los terapeuta sistémicos intentan proponer un conjunto de reglas
terapéuticas cuyo arquetipo se encuentra en la actitud terapéutica paradójica o paradoja de la
prescripción del síntoma.
Métodos:
1.- DOUBLE BIND TERAPÉUTICO - “la imagen especular de una doble acción patógena”
Procedimiento:
Frente a una fuerte relación de dependencia terapéutica, se trata de pedir al paciente que
cambien no cambiando, mediante la construcción de una paradoja cuyo arquetipo es la
“prescripción del síntoma”. La relación se estructura de manera que el paciente no pueda salir del
marco así estructurado, entonces el acto terapéutico recae menos en el síntoma que en la
tentativa de solución que el paciente ya intentó elaborar y de la que el síntoma es el signo
registrable.
“Tratar la solución”
Procedimiento:
Caracteria a la actitud misma de los terapeutas sistémico son respecto a la comunicación
paradójica, reencuadrada como patógena en terapia.
El terapeuta procura identificar el sistema, el “marco psicológico” dentro del cual el paciente
plante el problema. Esta modificación se efectúa mediante un ensanchamiento del marco, que
hace aparecer otro “marco” otra pertenencia encuadrada del síntoma. El reencuadramiento
busca, cierta toma de conciencia de un sentido latente, potencial. Este arquetipo del
reencuadramiento es la inversión del valor subjetivo atribuido al síntoma. Con su ayuda el
síntoma, de malo por cambiar, pasa a ser bueno por conservar.
Crear una situación en la cual el conjunto de las premisas del sistema se vea cuestionado. Queda
constituido un inter-sistema por medio de la meta-comunicación.
Procedimiento:
Cada cual intenta percibir y describir su propio vertex, su propio marco psicológico en
confrontación con el otro. Así, la meta-comunicación constituye un nuevo marco cuya
característica principal es constituir un inter-marco (¡un marco “transicional”?). Su fin es permitir a
uno y otro explorar su propio marco de pensamiento empezando por situar este no en la cosa
misma sino en el punto de vista; es decir, poner de manifiesto el concepto mismo de marco
psicológico definido como meta-realidad, o sea: conjunto de premisas que dan sentido a lo real.
En otro texto se mostró que la actitud terapéutica paradójica estructuraba un especio de juego y
relanzaba los procesos transicionales (si se cumplían las condiciones) y que permitía a los
terapeutas “contener” con beneficio terapéutico la agresividad transferencial inducida.
En el tiempo, el marco de la actitud terapéutica paradójica debe ser temporario, transitorio y por
otra parte localizado en cierto tipo de funcionamiento psíquico (esencialmente, los procesos de
desligazón.
Los diferente “métodos” utilizados por los terapeutas sistémicos no son antipsicoanalíticos. La
diferencia reside en el hecho de que en análisis este modo de intervención no podría ser
sistemático, ni vectorizado por las contra-actitudes que preconizan los sistémicos, porque a
menudo estas no pueden ser consideradas sino como efectos inducidos y reactivos a la
trasferencia, y tratables, por lo tanco, como movimientos contratransferenciales.
Anzieu (1975).- Desmonta minuciosamente las paradojas que invaden la relación analítica,
acompañada concretamente de una modificación del “encuadre” analítico, por cuanto propone a
los pacientes asociar “cara a cara” durante el período de “crisis”. Dice Anzieu que no basta con
desmontar lógicamente la paradojas de la comunicación paradójica. La toma de conciencia no
alcanza, e indefectiblemente la acompaña otro movimiento transferencial caracterizado por la
necesidad, para el paciente sometido a una comunicación paradójica, de infligirla a su ve al
analista. Aunque Anzieu no lo señala, es un proceso de trastorno, trastorno pasivo/activo, que
toma el relevo trastorno hacia sí mismo de la paradojalidad. El trastorno no afecta directamente a
la pulsión, como en la fantasía, sino que procede por comportamientos y se emparienta así con la
identificación proyectiva, con la externalización de una parte de sí.
El aparato psíquico, trasformado por el marco (cf. A. Green, 1984) en aparato de lenguaje, se
trasforma entonces masivamente en aparato de acción.
Las psicoterapias de corriente humanista se desarrollaron en Francia en 1980, actúan sobre todo
por su carácter lúdico, se trata de un juego posicional, un juego corporal y de un juego de
representación psíquica. Lo que los diferencia es la “pantalla” del juego, la escena donde se acepta
que “eso e juega”, el espacio del juego.
Winnicot (1971) desarrollo la analogía del análisis del juego y propuso las bases para una teoría del
juego.
Bateson (1949-1954) fue el primero en teorizar las relaciones del espacio terapéutico con el
espacio del juego. Se preguntó sobre la paradojas implicadas por las actividades lúdicas, buscando
circunscribir las características singulares del juego (1954), su trabajo es difícil de resumir, por lo
que se mencionaran algunos puntos de sus aportes esenciales.
El “marco psicológico” del juego puede ser considerado en tres niveles distintos:
1. Nivel abstracto, lógico.- mediante una definición de tipo “esto es un juego” y analizando
su implicaciones existenciales.
2. Nivel Concreto.- por la delimitación de un espacio de juego destinado a evitar las
paradojas generadas por la primera definición
3. Nivel Inermedio.- que da más acabada cuenta de las ambigüedades esenciales del juego y
de su carácter precario.
“Las acciones a las que nos volcamos ahora no designan lo ismo que designarían las acciones de las
que son el equivalente” (1954, pág. 211).
Ejemplo:
El mordisqueo del conejo, denota mordedura sin denotar por ello lo que denotaría mordedura
El juego, pues, el espacio del juego, remite a un no-juego; utiliza signo que valen por otros
acontecimientos que a su vez deben permanecer ausentes para que el juego continúe: no ven el
mordisqueo se hace mordedura, el espacio del juego se ve amenazado.
El poder evocador del juego, que le confiere todo su valor; se debe a este proceso de
simbolización que sin duda es preciso vincular con la metonimia y en el cual la parte (el signo del
juego) vale por el todo (el acto de no-juego). G. Bateson ve en esto la marca de los procesos
primarios.
“Por consiguiente, el marco del juego supone una combinación particular de lo proceso primarios
y secundario” (1943, pág. 216)
Esto supone y constituye el signo de una tópica organizada, reaparece en la parada, la amenaza, el
humor y el ritual. Pero esta organización sigue siendo precaria, el signo-acto del juego corre
siempre el riesgo de ser interpretado como el propio acto no-juego. Así la afirmación “Esto es un
juego” no puede subsistir sin consenso intersubjetivo.
Los procesos mentales “tienen necesidad de un marco exterior para delimitar el fondo sobre el
cual deben ser percibidas la figuras”. “La necesidad de delimitar el fondo mediante una línea
exterior proviene del deseo de evitar las paradojas de la abstracción”.
También por este procedimiento el juego corre el riesgo de hacerse juego de reglas fijas. Al perder
su precariedad, el juego corre el riesgo de perder su valor. Según Bateson cuando pasa del marco
psicológico del juego al marco psicoterapéutico. El juego debe ser un “sistema evolutivo abierto de
interacción”. Se caracteriza entonces por un cambio de reglas, homólogas a la creación del
consenso de que es portadora la pregunta “¿Es esto un juego?”. Es así como la transferencia
conserva su valor.
“la transferencia” se distingue del amor y el odio reales por señales que indican el marco
psicológico, y en realidad es este marco el que permite a la trasferencia alcanar su plena
intensidad, y al enfermo y al terapeuta, discutir sobre ella”.