Her Protector Cowboy

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Este brusco vaquero hará lo que sea necesario para proteger a su
curvilínea mujer...
Jack Callaway:
Ella es la dama de honor en la boda de mi hermana. Ella es años
más joven que yo. No debería quererla, pero la quiero.
Después de una noche calurosa juntos, me despierto para
encontrar que ella se ha ido. No volví a saber de ella hasta tres
meses después. Ahora, ella está en peligro y yo soy el único que
puede mantenerla a salvo.
Justice Holden:
Jack es un protector, el tipo de hombre que haría la guerra y
sitiaría las ciudades para mantenerme a salvo. No quiero
arrastrarlo a mi infierno. Pero ya no soy solo yo para
preocuparme.
Ahora estoy embarazada de su bebé. ¿Puedo encontrar la fuerza
para finalmente liberarme de mi pasado y descubrir un futuro
con el hombre que amo?
Bienvenido al Condado de Courage, Carolina del Norte, donde los

vaqueros alfas se enamoran de mujeres con curvas y fuertes y
encuentran el amor en el rancho. NO hay trampas ni finales
abiertos. Solo un HEA dulce y sexy.

SINOPSIS .......................................................................... 3
CONTENIDO ...................................................................... 4
DEDICATORIA ................................................................... 5
CAPÍTULO UNO ................................................................. 6
CAPÍTULO DOS................................................................ 12
CAPÍTULO TRES .............................................................. 18
CAPÍTULO CUATRO ......................................................... 25
CAPÍTULO CINCO ............................................................ 31
CAPÍTULO SEIS ............................................................... 37
CAPÍTULO SIETE ............................................................. 43
CAPÍTULO OCHO ............................................................. 49
CAPÍTULO NUEVE ........................................................... 56
EPÍLOGO ......................................................................... 62
ADELANTO ...................................................................... 65
SOBRE EL AUTOR ........................................................... 69

Para los heridos e indefensos, que
encuentren su protector.

JACK
Llamo a la puerta del dormitorio del Rancho Taylor y espero a que
me inviten a entrar. Mi hermana, Summer, está sentada en un
banco frente a un tocador blanco. Lleva el pelo recogido en la
parte superior de la cabeza y, con el vestido blanco que lleva, está
radiante.
Hoy se casará con mi mejor amigo. No me entusiasmaba que los
dos se casaran después de sólo dos semanas juntos. Pero luego
vi lo feliz que la hacía, y la forma en que Cash haría cualquier
cosa por mi hermanita.
—¿Qué te parece? —Pregunta con un tono suave. Es el que utiliza
cuando quiere mi aprobación.
Nuestra madre murió cuando Summer era pequeña. Nuestro
padre se arruinó y perdió la granja familiar, dejando a mí yo
adolescente criando a una niña de ocho años.
—Estás preciosa. —mi voz sale ronca. Deseo más que nada poder
devolverle a nuestros padres en este momento. Que pudieran
verla y rodearla con sus brazos.
Mira a Riley, su futura cuñada, y las dos mantienen una
conversación silenciosa. No hace mucho que se conocen, pero ya
han congeniado como hermanas de nacimiento.
Frunzo el ceño y meto las manos en los bolsillos de mis
pantalones de vestir. —¿Qué pasa?
Summer aparta su mirada de la rubia embarazada. —Justice
debería haber estado aquí para ayudarme con el peinado y el

maquillaje. Sigo enviando mensajes de texto y llamándola, pero
no obtengo respuesta.
—¿Suele llegar tarde?
Justice es amiga de Summer y su asistente en la tienda que tiene
mi hermana. A pesar de ello, nunca nos hemos visto. Siempre
nos perdemos por unos minutos. Probablemente tenga algo que
ver con el hecho de que soy un contratista de seguridad privada.
Suelen llamarme para un trabajo en cualquier momento.
Una vez en la misión, puedo estar fuera durante meses.
A decir verdad, el estilo de vida se está haciendo viejo y ahora que
he conseguido recuperar el rancho familiar, estoy deseando
acabar con los trabajos. Quiero pasar mis días en mi granja,
cuidando de mis animales y plantando mis cultivos.
—Nunca. Es responsable y, además, siempre responde a mis
mensajes. —dice Summer—. Me preocupa que le haya pasado
algo en el camino.
El Rancho Taylor está en las afueras del Condado de Courage. Si
Justice no está familiarizada con el camino, sería fácil que se
desviara.
Echo un vistazo a mi teléfono, viendo que todavía tenemos mucho
tiempo antes de la ceremonia. —¿Por qué no doy una vuelta para
ver si la localizo?
Riley suelta un suspiro lento y me hace un gesto con la cabeza.
—¿Qué podemos hacer?
—Sigue intentando con su móvil. Probablemente se haya perdido
en el camino sin cobertura telefónica. La encontraré y la traeré
de vuelta a tiempo para la boda. —digo esas cosas para
mantenerlas tranquilas. Pero hay una sensación de malestar en
mis entrañas.

Le prometo a mi hermana que estoy en ello y luego me dirijo al
estudio donde el novio y sus hermanos están jugando al póquer.
Cash me sonríe con entusiasmo. Está deseando ver a su novia
desde que no se han visto en tres días. Vaya mierda está haciendo
Summer para que todo sea más mágico. —¿Está todo listo?
—Todo sigue en marcha. Sólo falta la dama de honor. —explico.
Cash frunce el ceño. —Justice no es de las que fallan.
Comparto mi teoría de que se ha perdido en algún lugar del
camino y Dean, uno de los hermanos Taylor, se pone en pie. Hizo
labores de búsqueda y rescate durante su estancia en el ejército.
—¿Qué necesitas?
No pasa mucho tiempo antes de que el juego haya sido
abandonado y haya un mapa extendido sobre la mesa en lugar
de las cartas.
Mientras tanto, vuelvo con Summer y Riley para obtener una
descripción de la dama de honor y su vehículo.
—¿Algo más que debamos saber sobre ella? —le pregunto a mi
hermana.
Summer duda. —Bueno, ella es... diferente, Jack.
—Aclara. —ladro la palabra como si fuera uno de mis hombres
en un trabajo mientras tiro del nudo Windsor que casi me
estrangula. Hago un ovillo con la corbata y la meto en el bolsillo
de mi traje negro.
Se queda pensando un momento antes de decir: —Es muy
nerviosa con la gente. Es como si no pudiera relajarse o algo así.
Así que, si la ves, tienes que ser amable con ella. Prométemelo.
Le hago un gesto a mi hermana. Me reiría de su petición si la
situación no fuera grave. He asediado ciudades, he luchado para

salir del infierno y aun así he sido el último hombre en pie. La
palabra gentil nunca se ha aplicado a mí.
Cuando vuelvo de hablar con Summer, le transmito todo lo que
ha compartido. Dean ya ha creado las redes de búsqueda. Ha
asignado a cada uno de sus cinco hermanos a diferentes lugares
del Rancho Taylor y sus alrededores.
En cuanto recibo mi asignación, salgo por la puerta y me subo a
mi Range Rover. Odio pensar en todos los problemas en los que
se podría haber metido una mujer que no conociera esta zona.
Mientras busco, me mantengo en contacto con Dean y sus
hermanos. Ha pasado casi una hora de búsqueda antes de que
vea algo que brilla en el bosque al lado de la carretera. Varios
árboles están doblados y rotos en ángulos extraños.
Se me aprietan las tripas y, de alguna manera, sé con la
sensación de malestar en el estómago que he encontrado a la
mujer que buscamos.
Llamo a Dean para darle mi ubicación, diciéndole que venga lo
más rápido posible y que traiga a Cash, -el novio y médico del
pueblo-, con él.
El Condado de Courage es tan rural que no tenemos un equipo
de respuesta a emergencias más que el departamento de
bomberos. Pero están al menos a una hora de distancia y no sé
cuánto tiempo lleva Justice aquí.
Fuera de mi vehículo, me asomo a la espesa maraña de árboles.
En cuanto veo el parabrisas aplastado y el Honda azul, maldigo
en voz baja. Esa es la marca y el modelo exactos que conduce
Justice.

El sentido común me dice que debería esperar a los refuerzos.
Pero a la mierda. Está sola y podría estar gravemente herida o
algo peor.
En la guerra, he perdido la cuenta del número de civiles heridos
que he visto. Pero hay algo en encontrarse con las mujeres y los
niños. Verlos heridos y traumatizados se queda conmigo. Sus
rostros y su dolor aún persiguen mis sueños.
Respirando profundamente, empiezo a bajar la pendiente. No he
elevado una oración desde aquel día en que fui capturado tras
las líneas enemigas, pero por alguna razón hoy sí lo hago.
Lo primero que veo es una cascada de pelo negro. Está
desplomada sobre el volante, probablemente inconsciente. Tiene
un pequeño hilillo de sangre en la frente.
El tronco de un gran roble está firmemente presionado contra la
puerta del lado del conductor. No podré entrar, pero aun así
intento golpear la ventanilla.
No es suficiente para despertarla, así que intento abrir la puerta
de atrás. También está atascada, por lo que no me queda más
remedio que probar con la ventanilla. Me apresuro a volver al
Range Rover y cojo un martillo y una cuchilla.
Golpeo los bordes de la ventanilla del pasajero delantero hasta
que el centro cede y puedo trepar por la abertura.
Justice sigue desplomada.
La llamo por su nombre con un tono agudo. No responde, pero
una rápida comprobación me asegura que su pulso es estable.
La piel de su cuello es suave y lisa.
La sangre de su frente parece ser de una herida superficial en la
cabeza, pero al revolverle el pelo percibo su dulce aroma. Huele a
tarta de fresa. Tan rica como para comerla.

No sé por qué me doy cuenta de estas cosas ahora. Tiene que ser
porque no he tenido una mujer en mucho tiempo y estoy muy
preocupado por esta.
Pero definitivamente no es del tipo que debería atraerme. Por un
lado, ella apenas se ve en este lado de la legalidad. En segundo
lugar, es la mejor amiga de mi hermana pequeña.
Me aseguro de que no está atrapada por nada más que un
cinturón de seguridad retorcido. Cuando lo confirmo, tiro del
cinturón y empiezo a serrarlo con el cuchillo que he traído.
—Me has dado un susto de muerte. —le digo mientras trabajo—
Pensé que tal vez estabas aquí abajo sin respirar.
Ella gime y yo me quedo helado.
Sus largas pestañas se agitan y, de repente, me encuentro con la
mirada más azul que he visto nunca. Me golpea directamente en
el pecho y durante una fracción de segundo no puedo respirar,
no puedo apartar la mirada. Estoy cautivado por una mirada que
me hace sentir que nuestras almas se conectan.
—Hola, hermoso. —murmura ella.

JUSTICE
Nunca he conocido a Jack Callaway, pero sé quién es. Lo vi una
vez en la tienda de comestibles aquí en el Condado de Courage.
No me vio y no es que sea lo suficientemente valiente como para
presentarme.
Sin embargo, había algo en la forma en que sus anchos hombros
rellenaban su camiseta que me hizo echarle un vistazo y pensar
que me mantendría a salvo. Es una tontería pensar en ello
cuando nunca he estado a salvo en ningún sitio. Pero él me hace
desear que sea una posibilidad real.
Me duele la cabeza mientras me despierto lentamente. Cuando
veo a Jack en el asiento de al lado, me doy cuenta de que debe
ser otro sueño sobre él. Pero es extraño. En la mayoría de mis
sueños con él, no lleva ropa y me toca de forma sucia.
—Hola, hermoso. —murmuro las palabras. Siempre lo llamo así
en mis fantasías porque es hermoso. Su mandíbula cincelada, su
corte de pelo rubio y su penetrante mirada verde, que no pierde
detalle, se combinan para darle un aspecto frío y austero.
Pero hay algo en su forma de comportarse. Como un hombre con
la tranquila confianza de que puede sobrevivir a los fuegos más
calientes del infierno.
Se ríe y es un sonido rico y gutural. —Hola, a ti también.
—Estás vestido. Eso es decepcionante. —murmuro. Yo también
estoy vestida, maldita sea. Con unos vaqueros azules cortados y
una camiseta salpicada de pintura junto con mis zapatillas
blancas de correr. Demasiada ropa para hacer lo que quiero con
Jack.

Quiero estar despierta, pero me pesan mucho los párpados. Me
arrastra una corriente furiosa y estoy demasiado cansada para
luchar contra ella.
—Quédate conmigo. —Pone una mano en mi rodilla desnuda y,
por alguna razón, siento su tacto entre mis muslos—. Pronto
recibiremos ayuda.
Me lamo los labios resecos y trato de encontrarle sentido a todo
esto mientras los pedazos caen lentamente en su lugar. Conducía
hasta el Rancho Taylor para la boda de mi mejor amiga. Vi la
esponjosa bola gris justo en el camino de mi coche. —El conejito.
¿El conejito estaba bien?
—No me digas que te desviaste por un maldito conejo. —dice
Jack. Alcanza el cinturón de seguridad por encima de mi
hombro—. Te liberaré.
Veo sus bíceps trabajar mientras corta el cinturón de seguridad,
la hoja aserrando de un lado a otro contra la tela de alta
resistencia.
—Nunca seré libre. —repito las palabras que mi tío me ha lanzado
desde que era una niña asustada de siete años que perdió a sus
padres.
Podría argumentar que soy libre aquí, en el Condado de Courage.
Pero eso no es realmente cierto. Siempre estoy mirando por
encima del hombro. Siempre esperando que uno de los hombres
de mi tío salga de las sombras y me arrastre hacia él. Por eso hay
una bolsa de viaje en la parte de atrás con dinero, ropa y todo lo
que necesito para empezar de nuevo.
—Mírame. —dice Jack. Su voz es dominante y áspera. Hay algo
que me gusta, pero estoy demasiado cansada para saber por
qué—. Voy a masticar esta maldita cosa si eso es lo que se
necesita. Te liberaré, Justice.

—Nada de hospital. —susurro las palabras desde una garganta
reseca. Una visita al hospital significaría la posibilidad de que me
encuentre.
—Tienes una lesión en la cabeza. —replica mientras sigue
trabajando con el cinturón. Por encima de mí, oigo el sonido de
la tela gris que cede.
He trabajado muy duro para construir una vida aquí y Summer
es mi primera amiga de verdad. No quiero dejarla.
—Prométemelo. Por favor.
Hace una pausa y me mira, algo cambia en su expresión. Hay
una comprensión, como si lo supiera.
—Te lo prometo. —murmura finalmente.
Sus palabras son lo último que oigo antes de que la furiosa
corriente de negrura vuelva a absorberme con una furia rápida
contra la que ya no puedo luchar.
***
JACK
—Ojos abiertos, preciosa. —digo, tocando su suave muslo con la
punta de los dedos. Me está dando un susto de muerte y no tiene
nada que ver con el hecho de que no pueda mantenerse despierta.
Había terror en su expresión cuando insistió en no ir al hospital.
Dado lo joven que parece, no puedo evitar preguntarme si ha
mentido sobre su edad a todo el mundo. Podría ser fácilmente
una adolescente fugitiva. De qué está huyendo no me importa.
Haré lo que sea necesario para mantenerla a salvo.

El cinturón de seguridad finalmente cede y respiro aliviado.
Compruebo mi teléfono para ver si tengo algún mensaje de los
Taylor diciéndome que están cerca. Pero aquí abajo no hay
cobertura.
Con una maldición, miro a mi paciente inconsciente. —Parece
que vamos a salir.
Hay una bolsa en la parte de atrás. Me imagino que puede
contener su ropa de boda, así que la cojo. Después, saco de una
patada los últimos cristales de la ventanilla del pasajero, para
que los fragmentos no la alcancen, y la cojo en brazos al estilo
nupcial.
Un sentimiento de justicia y paz se apodera de mi corazón en
cuanto la tengo abrazada. Hay una tranquilidad en mí que no ha
existido durante años.
Me obligo a ignorar estos sentimientos y la cubro con mi
gabardina. Es la única forma de protegerla de la ligera lluvia que
acaba de empezar. Espero que esto no se convierta en una gran
lluvia y retrase la llegada de nuestra ayuda.
Apretando mis brazos alrededor de ella, me concentro en el
barranco y en la escarpada subida que tengo por delante. Soy un
antiguo miembro de las Fuerzas Especiales y he realizado
ejercicios agotadores con doscientos kilos de equipo atados a mi
espalda. Pero nunca he llevado una carga tan valiosa para mí.
Se agita en mis brazos, pero sus ojos no vuelven a abrirse. Lucho
contra una ola de decepción por no poder ver esa mirada azul de
verano.
—Casi estamos cerca de la ayuda. —prometo en voz alta.
Después de mi última conmoción, el oído volvió a mí más rápido
que cualquier otro sentido, incluida la vista. Si puede oír, quiero
que sean palabras tranquilizadoras.

A cada paso, mi determinación de mantenerla a salvo y fuera del
hospital se fortalece. Lucharé contra los hermanos Taylor si es
necesario para protegerla.
Para cuando llegamos a la cima del barranco, el sudor se
desprende de mi cuerpo y estoy jadeando. La próxima vez que la
tenga en mis brazos y respire con tanta fuerza, será por una
razón totalmente diferente.
Afortunadamente, Dean y Cash han llegado para ayudar.
Dean me hace un gesto para que le pase a Justice. Pero no lo
hago. No puedo entregársela a otro hombre, aunque sea uno de
los más honorables que he conocido.
No, Justice es mía ahora. Ella necesita mi protección y la tendrá.
—Creo que estamos tratando con heridas superficiales. —le digo
a Cash.
Le mira la cabeza, pero dice: —Llevémosla al rancho. Tengo
suministros allí. —No sólo ve pacientes en la clínica del pueblo.
Algunos de los veteranos no ponen un pie allí, así que los atiende
en su propia casa.
En el corto trayecto hasta el rancho, sostengo a Justice en mis
brazos todo el tiempo mientras Cash me acribilla a preguntas.
Quiere saber en qué condiciones la encontré y si respondió en
algún momento. Parece aliviado al saber que fue capaz de
mantener una conversación en algún momento.
Cuando estamos en el rancho de los Taylor, la acuesto en un sofá
amarillo en el estudio. Pero sigo rondando cerca, sin querer
perderla de vista. Hay algo en esta mujer, algo que me dice que
necesita un protector y yo estoy más que dispuesto a ser ese
hombre para ella.

***
JUSTICE
El sofá es horrible. Es lo primero que pienso cuando abro los ojos
y me doy cuenta de que estoy en un sofá amarillo brillante con
flores anaranjadas que huele como si lo hubieran rociado con
perfume.
—Está despierta. —Summer me aprieta la mano y me envía una
mirada de preocupación.
Hoy tenía que pasar algo importante. Algo que tenía que ver con
ella. Pero sea lo que sea esa cosa, se cierne justo fuera de mi
alcance.
—¿Cómo te sientes? —Cash me ilumina los ojos.
—Ciega. —murmuro, parpadeando y apartando la cabeza de la
brillante luz que sólo está empeorando mi dolor de cabeza.
Una cálida mano en mi hombro me impide moverme. —Quédate
quieta y deja que haga su trabajo. —La voz de mando de Jack me
inunda y tengo la extraña sensación de que me ha cargado antes.
Cash se asegura de que puedo mover los dedos de las manos y
de los pies. En algún momento de su examen, recuerdo lo que
pasó. El accidente de coche. Estar junto a Jack. Está borroso,
pero Jack fue sin duda el que me encontró.
—La boda. —digo al darme cuenta de que Summer está vestida
con un precioso vestido blanco, el que yo le ayudé a elegir. Mi
corazón se hunde— ¿Me he perdido tu boda?

JUSTICE
La sonrisa de Summer está llena de alivio. —No podía casarme
sin mi dama de honor.
Cash ignora nuestra conversación y empieza a hacerme
preguntas tontas como qué día de la semana es y mi nombre.
Respondo a sus preguntas con facilidad. Aparte del persistente
dolor de cabeza, me siento bien. Se lo digo mientras me esfuerzo
por incorporarme.
Jack me pone una mano en la espalda, su toque es suave y fuerte.
Cuando por fin me recuesto contra las almohadas, me aparta el
pelo de la cara. Hay preguntas en su mirada. Preguntas que sé
que nunca podré responder.
Miro hacia abajo y veo la vía intravenosa en mi brazo. —Quiero
ver la boda.
Nunca he estado en una. Hay tantas experiencias normales que
mi tío me quitó. Me siento como si hubiera pasado los últimos
meses jugando a ponerme al día con los últimos diez años.
Cash y Summer intercambian una mirada, comunicándose de
esa forma silenciosa que tienen las parejas. Ella le hace un gesto
con la cabeza. Es casi imperceptible, pero está ahí.
—Primero tienes que descansar. —dice Cash—. Quiero vigilarte
un rato.
Le dedico una sonrisa a Summer y recuerdo que mi vida cambió
gracias a ella hace seis meses. La vi colgar ese cartel de “Se busca
ayuda” en la fachada de su tienda y vislumbré su rostro. Se

parecía a una muñeca que tenía de niña y sentí que era una señal
del universo para solicitar el trabajo.
Ahora somos las mejores amigas. Bueno, tan mejores amigas
como se puede ser con alguien que no conoce tu verdadera
identidad o tu edad o las cosas de las que huyes. Pero mientras
mi pasado no regrese a mi presente, todo estará bien.
—Quiero hablar con ella. —dice Jack. Cuando ni Cash ni
Summer hacen un movimiento para irse, gruñe—. A solas.
Las mariposas bailan en mi estómago. Me gusta la idea de estar
a solas con Jack más de lo que me importa admitir, aunque me
pone nerviosa la mirada dura que hay en su mirada verde.
En cuanto nos quedamos solos, toma asiento en el suelo frente a
mí y frunce el ceño. —Sé sincera conmigo. ¿Por qué no estás en
un hospital ahora mismo?
Trago saliva y miro la alfombra bereber gris. Parece que en algún
momento fue blanca. —Las batas de hospital son horribles.
Resopla. —Déjame decirte lo que pienso. Creo que has mentido a
mis amigos y a mi familia. No eres quien dices ser y, por la razón
que sea, no te han llamado la atención por tus tonterías.
El corazón me late en el pecho. ¿Cómo puede saber esto? ¿Revisó
mi bolso mientras estaba inconsciente?
—Ojos en mí. —La nota en su voz es autoritaria. Registra que es
un hombre que está acostumbrado a ser obedecido. Como mi tío.
Ese pensamiento hace que la ira corra por mis venas. Después
de escapar de su casa, me prometí a mí misma que nunca más
sería controlada por otro hombre. Pase lo que pase.
Mantengo la mirada en la gastada alfombra. —Vete a la
mierda. —No sé quién ha dicho eso, pero no ha sido la chica que
solía ser. Hay una mujer en su lugar y está muy cabreada.

Para mi sorpresa, Jack se ríe. Es una risa profunda que hace que
mi mirada se dirija a la suya. Cada vez que creo que lo he
descubierto, me doy cuenta de que no tengo ni idea de quién es.
—Eres una cosita muy luchadora, ¿Verdad? —Sigue riéndose.
Me encojo de hombros. Si fuera mi tío, ya tendría un moretón en
la mejilla. Pero Jack es diferente. Puede que a Jack no le guste
que le desafíe, pero estoy a salvo con él. Lo sé sin ninguna duda.
—¿Cuántos años tienes? —Él exige—. Y no me vengas con esa
mierda de los veinticuatro en tu carnet de conducir.
Trago saliva. Hay una parte de mí que está tentada de mentirle,
sólo para ver si puedo salirme con la mía. Pero decido no hacerlo.
Mis instintos me dicen que debo darle algo a Jack, aunque sea
una pequeña victoria. —Cumplí dieciocho años hace unas
semanas.
—Entonces, dime por qué te escapaste. —dice, estirando sus
largas piernas. Sus pantalones están cubiertos de barro. Apoya
su peso en las manos, empujando el pecho hacia delante. Intenta
darme la idea de que está relajado, de que somos amigos y de que
puedo compartir mis secretos más profundos con él.
Definitivamente hay cosas que quiero compartir con Jack, como
una ducha caliente y una follada sucia. Pero mis secretos no
están sobre la mesa. He logrado estar los últimos nueve meses
lejos de mi tío sólo porque he sido cuidadosa. No he dejado que
nadie se acerque demasiado. Incluso Summer, a quien quiero
como a una hermana, no conoce mi verdadero yo.
—¿Qué te hace pensar que estoy huyendo?
Jack me estudia por un momento. —El negro no es tu color de
pelo natural. El corte es demasiado desigual para ser una
elección intencionada. Además, tienes lentillas que cambian de

color y pelucas en tu bolso. También tienes una pistola. Una que
apostaría que ni siquiera sabes usar.
Intento despistarle. —¿Revisaste mis cosas? Eso es una gran
violación de mi privacidad.
—Déjate de falsa indignación, Tigresa. He revisado todo para
asegurarme de que no estás tomando medicación diaria. Podría
haberle contado a Summer y a Cash lo que vi, pero no lo hice.
Porque te estoy dando la oportunidad de confesar. Aquí.
Conmigo. Ahora, ¿De qué demonios estás huyendo?
Me desplomo sobre los hombros. Tengo que venderle esto. —Mis
adinerados padres me enviaron a la universidad, y no era lo mío.
En lugar de decepcionarlos, decidí que me movería un poco. —Es
una mentira que he practicado en el espejo tantas veces que he
perdido la cuenta.
Jack inclina la cabeza, estudiándome. —¿Saben que estás a
salvo? —Pregunta.
Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa. —Hablo con
ellos un par de veces al mes. Siguen pensando que estoy
estudiando a tope.
Ojalá fuera cierto. Ojalá pudiera coger el teléfono y simplemente
llamar a mis padres. Nada te prepara para perder a las dos
personas que más te quieren en el mundo. Y menos cuando
tienes siete años y todavía vas a dormir con un tutú rosa de
bailarina todas las noches.
—Sabes. —dice suavemente—. He hecho muchos trabajos de
seguridad a lo largo de los años. Vigilando cosas, protegiendo a
la gente. Podría ayudarte si estuvieras en problemas.

Summer dijo que era un mercenario o algo así. No entendí muy
bien su explicación de lo que hace su hermano ahora que está
fuera del ejército.
Pero no importa. No tengo el dinero necesario para pagar la ayuda
de alguien tan entrenado como Jack. Sólo tengo algo más de dos
mil dólares ahorrados y los necesito en caso de tener que huir.
Mirando hacia la puerta, pregunto: —¿Se lo vas a decir a Summer
o a Cash?
Esta es la parte que se complica. Tendré que recordar qué
mentiras le he dicho a Jack y cuáles a su hermana. Al menos, él
no suele estar en la ciudad. Dudo que vuelva a verlo después de
la boda.
Me dedica una pequeña sonrisa que no llega a sus ojos. —No, ya
ha habido suficiente drama por hoy. Esto seguirá siendo nuestro
secreto.
***
JACK
Me mintió en la puta cara.
¿Padres ricos? ¿Huyendo de la universidad? No se cambia el color
del pelo o la apariencia para hacer eso.
Algo está mal aquí.
Mis instintos me gritan que esta chica está en más problemas de
lo que cree. Necesita un guerrero que la cuide y yo nunca he
huido de una pelea.

—¿Estás preparada para ver una boda? —Le pregunto, sabiendo
que he obtenido todo lo que puedo obtener de ella en este
momento. Esperaré, ablandaré sus defensas y atacaré de nuevo
más tarde.
Al instante, la tensión desaparece de sus hombros y su mirada
se suaviza. Me recuerda a Tigre, un gato atigrado naranja que
tuve hace años. Siempre se comportó tan feroz como un tigre en
la superficie. Pero no había nada que le gustara más que
acurrucarse en mi regazo y ronronear durante horas.
La imagen de Justice en mi regazo, ronroneando satisfecha, me
hace ponerme de pie antes de que se me ponga dura aquí mismo,
en la boda de mi hermana pequeña.
Ella se levanta y se tambalea. Al instante, mi brazo rodea su
cintura y vuelvo a oler su aroma a tarta de fresa. Olvídate de la
boda. Me apetece el postre.
Ella parpadea y me mira. —No se lo digas. Quiero participar.
La ayudo a sentarse en el sofá amarillo. —Pero no hagas
movimientos bruscos. Ese es el truco para que todos piensen que
estás bien después de una lesión en la cabeza.
Ella frunce el ceño. —Me da miedo preguntar cómo tienes
experiencia en eso.
—Tres conmociones cerebrales. Explosiones de artefactos
explosivos improvisados. Irak. —respondo. Normalmente no
hablo de mi experiencia pasada sirviendo a mi país. Estoy muy
orgulloso del trabajo que hicimos mis chicos y yo. Pero fue un
trabajo duro, y tuvo un precio que todavía nos persigue a todos.

Como no quiero que haga preguntas, me apresuro a decirle: —Yo
buscaré a los tortolitos y les diré que estás lista para poner en
marcha este espectáculo.

JUSTICE
Me pregunto si todas las bodas son así de mágicas mientras me
sitúo en la parte delantera del pabellón, agarrando un ramo de
flores y esperando que aparezca Summer.
Después de que Cash me liberara de esa vía, Summer me ayudó
a prepararme peinándome. Riley, su cuñada embarazada, me
maquilló. Estuvo charlando todo el tiempo, pareciendo que
estaba completamente a gusto.
Desearía que Connie pudiera verme así. Era el ama de llaves de
mi tío y probablemente lo más parecido a un padre de verdad que
tuve tras la muerte de los míos. Ella me ayudó a alejarme de él.
Obligando a mis pensamientos a volver al presente, observo de
nuevo el pabellón. En los espacios abiertos se han colgado
minúsculas cuerdas de luz blanca, creando cortinas que brillan
a primera hora de la tarde.
A mi lado, el predicador de la pequeña iglesia del pueblo se aclara
la garganta. A su otro lado hay un Cash de aspecto muy nervioso
que vuelve a juguetear con su corbata.
Finalmente, uno de sus hermanos se inclina y le murmura algo
al oído.
Cash se queda quieto y una expresión de paz se instala en su
rostro. Asiente a su hermano y se concentra en la entrada del
pabellón.
Sigo su mirada y aspiro cuando veo a Jack entrar con Summer
del brazo. Está muy guapo con su traje negro, sus pantalones de

vestir y sus brillantes zapatos oxford. Me guiña un ojo cuando
me pilla mirando.
El calor me sube por el cuello y miro para ver si Summer se ha
dado cuenta de nuestro intercambio. Pero solo mira a Cash
mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
Parpadeo para contener mis propias lágrimas, preguntándome si
alguna vez seré lo suficientemente libre para encontrar esto.
Alguien que me ame y alguien a quien amar a cambio. ¿Cómo
sería poder instalarme en Courage con amigos que se sientan
más como una familia y un marido al que ame?
Por alguna razón, mis ojos se dirigen a Jack en cuanto pienso en
la palabra marido. Apuesto a que sería uno bueno. Sería el tipo
de hombre que me cuidaría y protegería, que no dejaría que mi
tío se acercara a mí.
Deshaciéndome de ese pensamiento, me concentro en la
ceremonia de la boda. Veo cómo Cash y Summer se prometen su
amor, y mi corazón se llena de felicidad por ellos.
Después, hay una recepción con barbacoa y estoy sentada junto
a Dean, uno de los hermanos Taylor. Cuando Riley me estaba
maquillando, me dijo que fue él quien coordinó la búsqueda para
encontrarme.
Le doy las gracias por lo que ha hecho, pero él hace un gesto de
rechazo. —Nos alegramos de que estés a salvo. Un par de mis
hermanos ya han sacado tu coche del barranco y lo han
remolcado al mecánico.
Se me revuelve el estómago. Con toda la emoción de la boda, ni
siquiera pensé en mi coche. Es mi único medio de transporte, mi
única forma de huir si mi tío me encuentra.

—No te preocupes por eso. —dice Dean—. Te lo devolverán
mañana por la mañana. El coste de las reparaciones ya está
cubierto.
Frunzo el ceño, preguntándome quién habrá asumido la factura
del coche. Deben haber sido Cash y Summer. Encontraré la
manera de pagarles aunque tenga que trabajar horas extra en su
tienda durante las próximas semanas. —¿Por quién?
Dean mira en dirección a Jack. —No te has enterado por mí.
***
Mientras las parejas de la boda comienzan el último baile de la

noche, Jack se acerca a la mesa. Envía una mirada a Dean, que
sonríe y le da una palmada en el hombro. —Es toda tuya.
Jack le gruñe algo al hermano Taylor antes de tomar la silla vacía.
—¿Sigues sintiéndote mareada y aturdida?
Tomo un sorbo de mi agua. Todos los demás en la mesa tienen
cervezas. Pero prefiero mantener la cabeza despejada por si tengo
que salir de repente. —Viene en oleadas.
—Suena bien. ¿Estás lo suficientemente bien como para
acompañarme a la pista de baile?
Lo estudio. Las luces parpadeantes iluminan su pelo, haciendo
evidente que tiene un mechón de inicio color plateado. Por alguna
razón, creo que es sexy. Le hace parecer experimentado y
sofisticado. Dos cosas que definitivamente no soy.
Vi la forma en que algunas de las mujeres de la boda lo miraban.
Un hombre como Jack tiene muchas opciones. No sé por qué
siente la necesidad de hacerme compañía. Entonces recuerdo

que fue él quien me rescató. —No eres responsable de mí.
Deberías ir a divertirte esta noche. Estoy bien, de verdad.
Me coge la mano con la suya, grande y fuerte, y me pone en pie.
Inclinándose cerca de mi oído, susurra: —Pienso divertirme.
Contigo.
Esas palabras me producen un escalofrío al imaginar todas las
formas sensuales en que podríamos divertirnos juntos. No lo dice
en serio, pero las imágenes que aparecen en mi mente hacen que
un torrente de humedad se introduzca en mis bragas.
Me lleva a la pista de baile, haciéndome girar sin esfuerzo. No
parece el tipo de persona que sabe bailar. Pero mueve su cuerpo
con facilidad, con fluidez. Es la prueba de un hombre que se
siente cómodo en su piel y, ¿Por qué no iba a estarlo? Está
construido como una de esas estatuas griegas talladas en
mármol.
—¿Buscas a Dean?
Hay una nota de celos en su tono y sólo entonces me doy cuenta
de que estoy escudriñando a la multitud, buscando cualquier
cara nueva que no pertenezca. Por eso elegí instalarme en un
pueblo pequeño. Los extraños, -como los hombres de mi tío-, me
llaman la atención más rápido que si estuviera en una gran
ciudad.
Vuelvo a fijar mi mirada en la suya, incapaz de negar que me
encanta la nota posesiva de su tono. Me gustaría pertenecer a
un hombre sin que me poseyera. Ni siquiera sé si eso es posible,
pero si lo es, me gustaría que ese hombre fuera Jack Callaway.
—¿Estás celoso?

Una vez más, no estoy segura de quién soy con Jack. Sólo sé que
me hace sentir audaz, como si pudiera decir o hacer cualquier
cosa porque él será mi escudo. Es un pensamiento tonto, un
pensamiento nostálgico. Pero aun así hace que mis pezones se
tensen bajo la tela de mi sedoso sujetador.
—Él no puede tenerte. —gruñe.
Mi ritmo cardíaco se acelera y se me seca la boca. —¿Y eso por
qué?
—Porque vas a venir a casa conmigo esta noche. —Pega mi
cuerpo al suyo y siento la evidencia de su excitación contra mi
estómago.
Un escalofrío me recorre la espalda. Nunca he hecho esto. Nunca
he tenido sexo y, desde luego, nunca he ido a casa con un
desconocido. Pero esta noche, quiero hacerlo.
—¿Me cuidarás? —Las palabras salen como una pregunta en voz
baja en lugar de la afirmación contundente que quería que
fueran.
—Tus demonios serán míos por esta noche. —promete justo
antes de bajar la cabeza y apretar sus labios contra los míos. Su
beso es exactamente como él es: exigente, feroz, posesivo,
consumidor.
Abro la boca a su lengua, incapaz de resistirme. Nunca he sentido
nada parecido a su beso, algo que me hace sentir en el cielo y en
el infierno al mismo tiempo. El cielo porque es tan maravilloso
que no quiero que se acabe y el infierno porque no podemos
arrancarnos la ropa el uno al otro aquí, en medio de la boda de
mi mejor amiga.

Al darme cuenta de dónde estoy, rompo el beso. Siento los labios
hinchados y me duele el corazón mientras doy un paso atrás.
—Jack. —su nombre es un gemido, una súplica desesperada. Le
necesito de un modo que no había comprendido hasta esta
noche.
Su mirada se calienta cuando digo su nombre. —No te preocupes,
Tigresa. Gritarás mi nombre antes de que acabe la noche. —Su
voz es baja y sensual.
No hay posibilidad de que nadie haya oído su sucia promesa, pero
mis mejillas siguen ardiendo.
Presiona su frente contra la mía. —Vamos a despedir a los novios.
Luego te llevaré a mi casa y aliviaré ese dolor entre tus pequeños
muslos.

JACK
Se supone que tienes que ganarte su confianza, no follar con ella
sin sentido. La voz en mi cabeza me reprende mientras llevo a
Justice a mi casa. Le digo al imbécil mandón que se vaya a la
mierda. Esta noche voy a echar un polvo.
Mañana descubriré sus secretos. Encontraré los demonios que la
persiguen, aunque tenga que hacer la guerra al mismísimo
diablo. Nadie hará arder a mi Tigresa, no mientras haya aliento
en mi cuerpo.
En el momento en que subió al todoterreno, Justice puso la radio
en una emisora de música country y desde entonces no ha dicho
ni una palabra.
—Estás muy guapa esta noche. —le digo mientras tomo la
conocida curva hacia mi granja. En el momento en que vi a Dean
caminando por el pasillo con ella y diciéndole lo guapa que
estaba, luché contra el impulso de romperle el cuello con mis
propias manos.
Creo que él debe haber sentido que estaba en el hielo delgado
también. A pesar de que se sentó junto a ella toda la noche
mientras yo desempeñaba mis funciones de padrino, nunca la
sacó a bailar ni intentó cogerle la mano.
—Tú también lo haces. Guapo, quiero decir. —aclara
rápidamente—. Estabas guapo.

Lucho contra una sonrisa en la oscuridad mientras empieza una
canción de Luke Bryan. Una en la que canta sobre desnudarse
para estar con la mujer que le importa.
—Esta es mi favorita. —dice cuando llego a mi casa. Apago el
motor, pero dejo la radio encendida y escucho cómo tararea la
letra.
La imagino tarareando con sus labios alrededor de mi cuerpo.
Mierda, hay tantas cosas que quiero hacer con ella. Tantas cosas
que necesito hacer con ella.
Cuando la canción termina, ella abre su puerta antes de que yo
pueda salir del vehículo.
Se queda mirando mi casa. Está oscuro y me gustaría haber
dejado una luz encendida para ella. Pero acabo de llegar de un
trabajo esta mañana. Ni siquiera llegué al ensayo de la boda de
mi propia hermana. Probablemente una señal más de que tengo
que dejar el maldito trabajo por cuenta propia que tengo.
—Es tan bonito. —dice con un suave suspiro mientras estudia la
granja blanca con el porche envolvente. Mis padres se sentaban
juntos en él todas las noches y hablaban de cómo habían ido sus
días. Algunas noches, cuando la brisa es adecuada, juro que aún
puedo oír sus voces en el viento.
—Ha estado en mi familia durante generaciones. —respondo
mientras me detengo a observar el lugar. Mi padre no podía
mantener el rancho ni permitirse la medicación para prolongar la
vida de mi madre, así que vendió partes del terreno a sus amigos,
que prometieron que sólo se lo revenderían a su hijo.
Dieciséis años más tarde, he vuelto a comprar todas las
escrituras, haciendo que el rancho este completo y, con suerte,
haciendo que mis padres se sientan orgullosos.

—Apuesto a que hay mucha historia en este lugar. —dice
mientras sube las escaleras del porche.
—Sí. —respondo, con la voz áspera. No puedo evitar pensar en
los años pasados, cuando las fiestas y los cumpleaños
significaban una mesa llena de amor y risas. Ahora sólo estoy yo,
volviendo a una casa oscura.
Me sacudo los pensamientos mientras abro la puerta y le hago
un gesto a Justice para que se adelante. Me gusta ver el lugar a
través de sus ojos, la forma en que exclama sobre los grifos de la
cocina de época y pasa la mano por el poste de la escalera que se
tambalea. —Este lugar tiene tanto carácter. Te debe encantar
vivir aquí.
No respondo porque estoy imaginando cómo sería tener una
mujer con la que volver a casa cada noche. El hecho de que la
mujer sea exactamente igual a la belleza de pelo oscuro que tengo
delante no es una coincidencia. De alguna manera, ella encaja
aquí. En mi casa. En mi cama. En mi vida.
No sé cómo voy a convencerla de ello, pero sé que encontraré la
manera.
Me sonríe mientras observa la sala de estar vacía con el viejo y
destartalado sofá que compré en una tienda de segunda mano.
Todavía no he decorado exactamente el lugar y, hasta este
momento, no me importaba que mi granja pareciera que en ella
vive un soltero.
—¿Cuál es tu habitación favorita de la casa?
Tengo en la punta de la lengua decirle que el dormitorio. Pero
luego lo pienso mejor. Hay una habitación que le gustará aún
más si los pesados libros guardados en su bolsa de viaje son un
indicio.

—El estudio. —respondo, cogiendo su mano. Sus palmas son
suaves, su piel sedosa. Me pregunto si su piel es así de suave en
todo el cuerpo.
Abriendo las puertas francesas que gimen sobre bisagras
oxidadas, entro en el estudio. Mis abuelos lo convirtieron en una
biblioteca con estanterías empotradas del suelo al techo.
Algunos de sus libros -los que he conseguido conservar a lo largo
de los años- están en las estanterías. Pero también hay muchos
de los libros que yo leo. Principalmente, novelas de suspense, de
misterio y de no ficción histórica.
Su mirada se ensancha al contemplar el espacio. —Me pasaba
horas leyendo cuando era niña. Pero no te tomé por un ratón de
biblioteca.
Me apoyo en el escritorio de la esquina. Definitivamente me gusta
que esté en mi casa, aunque aún no la haya desnudado. —¿Por
qué?
Ella agita una mano hacia mí. —Ya sabes.
Espero.
Finalmente, se sonroja, con un suave color rosa que le sube por
el cuello. Es el mismo color que tomó cuando la besé en medio de
la pista de baile. —Tienes esa... vibración. De duro soldado
guerrero.
—¿Que significa analfabeto y tonto? —Pregunto. Sus palabras no
me molestan. No es la primera vez que oigo algo así. La verdad es
que nunca he prestado demasiada atención a lo que la gente
piensa de mí.
Se lame los labios con la punta de la lengua mientras el
suave color rosa de su cuello se convierte en un profundo
carmesí. —No quería decir eso.

Cruzo la habitación y me sitúo detrás de ella, inhalando su dulce
aroma a tarta de fresa. Las cosas que quiero hacer ahora que
tengo a esta mujer sola. —¿Te pongo nerviosa?
Su espalda se pone rígida y su barbilla se inclina hacia arriba.
Maldita sea, si esas sutiles respuestas no hacen que mi polla se
endurezca al instante. —Por supuesto que no.
Le quito el pelo de la nuca y le doy un beso en la piel enrojecida.
—Entonces dime que estás lista para follar.
Ella no responde con sus palabras, pero sí aprieta su culo contra
mi ingle, dejando escapar un lento gemido mientras se restriega
contra mí.
—Dilo. —Le pellizco el lóbulo de la oreja y me encanta el pequeño
jadeo que emite. Antes de que termine la noche, voy a conocer
cada uno de sus ruidos y cómo tocar una sinfonía con su cuerpo.
Se muerde el labio. No sé por qué siente la necesidad de
probarme. ¿No lo entiende? Lo único que quiero darle es un
placer increíble.
Paso una mano por debajo del vestido y recorro la piel de sus
gruesos muslos. Maldita sea, no quiero correrme en mis
pantalones sólo por estar tan cerca de su cuerpo. —He estado
duro toda la noche, imaginando como te sientes.
Su respiración se acelera cuando mis dedos se introducen en sus
bragas, trazando sus delicados pliegues. Necesito verla, necesito
saber exactamente qué tono de rosa tiene su coño. Pero todavía
no se ha rendido.
Unos rizos húmedos y suaves me saludan, y me estremece saber
que está tan excitada como yo. —No era el único que tenía
pensamientos sucios, Tigresa.

Se apoya en mí, pero no se relaja. Pero hay una parte de mí que
disfruta con esto. Que me haga trabajar para ello, para ganarme
el derecho a reclamarla de todas las formas que necesito. Pero
dos pueden jugar a este juego. Puedo volverla tan loca como ella
a mí.
Gime cuando le rodeo el clítoris. Lo hago una y otra vez,
llevándola al límite y negándole lo único que necesita. O confía
en mí para satisfacerla o los dos nos iremos adoloridos esta
noche.
—Dilo y dejaré que te corras. —le prometo.
Su cabeza vuelve a rodar contra mi pecho. Me mira con esos ojos
azules de verano. Están llenos de vulnerabilidad y miedo, y el
deseo abrumador de acallar sus demonios brota en mí.
—Estás a salvo aquí. —le digo, recordando su petición de que la
cuide esta noche. No sé de qué demonios tiene miedo esta mujer.
Pero sea lo que sea, estoy dispuesto a ir a la puta guerra para
liberarla.
Ella traga. —Fóllame.

JUSTICE
Jack me mira con tanto deseo y ternura en su mirada que me
hace doler.
Entonces sus grandes dedos vuelven a encontrar mi clítoris. Los
callos de sus manos rozan mi piel húmeda y sensible.
—Más. —gimoteo la palabra.
—¿Más rápido? —Me chupa un punto del cuello que hace que un
escalofrío me recorra mientras mi cuerpo se tensa, esforzándose
por conseguir esa ola de placer que está justo fuera de su alcance.
—Más fuerte. —respondo. Jack es grande y fuerte, construido
como un tanque. Sin embargo, me trata como si fuera delicada y
pequeña. Pero ahora no quiero que me trate como un tesoro.
Quiero que me folle contra la pared porque él no puede evitarlo.
Maldice en voz baja, pero responde frotando mi clítoris con más
fuerza mientras me palmea el montículo. —Lo quieres sucio,
¿Verdad?
Pero no puedo responder porque ha encontrado esa combinación
mágica que me impide hablar o pensar. Sólo puedo aceptar lo que
le está haciendo a mi cuerpo, la forma en que me está llevando al
borde del placer.
Me corro con un grito agudo, gritando su nombre en la silenciosa
casa. Pero él no detiene sus movimientos. Continúa
trabajándome durante un segundo orgasmo hasta que las
piernas me tiemblan y me derrumbo.

Jack me rodea la cintura con un brazo y me sostiene. —Buena
chica. —me canturrea al oído—. Cada vez que confíes en mí,
serás recompensada.
Hay tantas cosas que desearía poder confiarle a Jack. Tantos
secretos que desearía poder contarle. Pero cambiaría todo si lo
supiera. Es mejor que no lo sepa.
Agarro su cinturón de cuero, necesito distraerme antes de
contarle las cosas que bullen en mi interior.
—Fóllame con tu polla ahora. —tengo que susurrar las palabras.
Se me hace raro decirlas, pero me gusta cómo se le iluminan los
ojos al oír mi sucia petición.
Me coge en brazos con un rápido movimiento y me sube las
escaleras. Mientras camina, busco los botones de su camisa
blanca de vestir y los separo para revelar su pecho. Solo que aquí
hay cicatrices. Líneas irregulares de color rosa y púrpura.
Acciona un interruptor de luz en el dormitorio y me pone de pie.
Se ríe irónicamente mientras termina de desabrochar la camisa:
—Así es como se ve ser un prisionero de guerra. No es tan bonito,
¿Eh?
Tira la camisa al suelo detrás de sí, pero no se me escapa el
destello de vulnerabilidad en sus ojos antes de ocultarlo.
Por primera vez, considero que tal vez no soy la única que tiene
secretos. Me adelanto y pongo una mano en su pecho, pasando
mis dedos por una de las cicatrices. —Eres aún más hermoso que
en mis fantasías.
Su mirada busca la mía durante un largo momento. Lo que ve
debe convencerle de que estoy diciendo la verdad, porque se
relaja. Arrastra una ceja. —¿Has fantaseado conmigo?

Me encojo de hombros y mis mejillas vuelven a calentarse. ¿Qué
tiene él que me hace sonrojar constantemente? —Tal vez. Una o
dos veces.
Me hace girar y busca la cremallera de mi ropa. Mi bonito vestido
se estanca en el suelo y de repente me doy cuenta de que sólo
llevo las bragas rosas empapadas y el sujetador a juego con el
lacito negro.
—Dime qué haces cuando tienes estas fantasías. —Su voz es un
gruñido que siento en lo más profundo de mi coño.
—Me toco. —admito, agradecida de no estar frente a él.
—Muéstrame. —dice, empujándome suavemente hacia la cama.
Le miro y aprieto los muslos. Seguramente he entendido mal su
petición. Es imposible que me haya dicho que haga eso... ¿Lo ha
hecho?
—Hazlo por mí, Tigresa. Déjame ver cómo juegas con tu bonito
coño. —Se quita el cinturón de las caderas y se baja los
pantalones. Sus calzoncillos son los siguientes y entonces estoy
mirando la magnífica polla de Jack. Es grande y pesada, el
presemen ya gotea de la punta.
Se me hace agua la boca al verlo. Aunque nunca he hecho una
mamada, estoy segura de que me gustaría intentarlo con Jack en
algún momento.
Se agarra a sí mismo. —¿Recuerdas lo que le pasa a mi chica
buena?
—Soy recompensada. —murmuro.
Su recordatorio me hace abrir las piernas y deslizar la mano entre
mis pliegues. Todavía están resbaladizos desde antes y cierro los
ojos, imaginando que estoy en mi cama. Gimo el nombre de Jack
mientras me toco. No es tan bueno como cuando lo hace él.

—Mírame cuando toques lo que es mío. —me ordena Jack.
Abro los ojos y miro fijamente su mirada verde. Mi cuerpo se
siente caliente por todas partes mientras trabajo mi necesitado
coño con una mano y cojo mi pesado pecho con la otra. Pellizco
la punta a través del material, fingiendo que son los dedos de
Jack los que me agarran con tanta dureza.
Mis caderas se retuercen, pero aún no es suficiente.
—Te necesito. —suelto un gemido agudo. De alguna manera, sé
que la única forma de acabar con esto es sentir la gran polla de
Jack entre mis muslos. Llenándome por completo.
Antes de poder parpadear, me encuentro de espaldas en la cama,
mirando al techo.
Jack se cierne sobre mi cuerpo. —Eres jodidamente perfecta. —
susurra antes de introducirse profundamente en mi canal.
Gimo cuando lo siento en mis paredes, estirándome tanto que
jadeo. El sudor me recorre la frente y apenas puedo respirar.
Esperaba dolor. Pero no esta sensación de ardor y desgarro.
—Mierda, nena. —se calla Jack al instante—. Eres virgen,
¿Verdad?
—Era. —digo débilmente. Estoy bastante segura de que ya no lo
soy, a juzgar por el nivel de dolor que siento.
Aprieta su frente contra la mía. —Ojalá me lo hubieras dicho.
Podría haber ido más despacio.
—Me gusta tu rudeza. —admito mientras las lágrimas con las que
he estado luchando resbalan por mis mejillas—. No quería que
me rechazaras por ello.
Me limpia las lágrimas con el pulgar. —Eres mía, Tigresa. Nunca
te rechazaré.

Suelto una lenta respiración y me doy cuenta de que cada vez es
más fácil. El dolor está pasando y en su lugar florece una
sensación de placer. —¿Lo intentas de nuevo?
Se retira casi por completo. Pero cuando entra esta vez, sólo hay
una punzada de dolor que rápidamente da paso a la necesidad.
La misma necesidad que sentí antes cuando me tocaba y pensaba
en él.
—Sigue. —le insisto, ya que su ritmo es demasiado lento.
Continúa su movimiento superficial y llega a mi clítoris. Juega
con mi punto hinchado. Pero ni siquiera eso es suficiente.
Necesito estar conectada con este hombre en todos los sentidos.
—Prometiste follarme. —gimoteo.
Se ríe. —Y lo haré, mi chica codiciosa.
Entonces empieza a conducir más y más rápido hasta que me
penetra de golpe, con su cuerpo golpeando el mío con cada
empuje.
Gimo mientras las olas de placer se apoderan de mí, forzándome
a una corriente de pura felicidad que nunca he experimentado.
No así. No con otra persona. Lo que estamos compartiendo es
mágico e increíble. Como si fuéramos las únicas dos personas
que quedan en el mundo entero.
Se libera con un gemido, diciendo mi nombre una y otra vez. Me
encanta cómo suena en sus labios, como el estribillo más dulce
que jamás se haya escrito.
Su semen sale disparado dentro de mí, cubriendo mis paredes
con su pegajosa esencia. Es como si me hubiera marcado. Como
si ahora fuera suya y esa idea me gusta más de lo que me gustaría
admitir.

Después, Jack me limpia con una toalla caliente. Mi cuerpo está
sensible y adolorido, pero en el buen sentido.
Luego me mete debajo de las mantas y se une a mí en la cama,
tirando de mí en sus brazos. —La próxima vez, iremos más
despacio.
Intento ignorar la forma en que la esperanza se agita en mi
corazón al oír las palabras “la próxima vez”. Lo deseo tanto.
Podría verme a mí misma estableciéndome aquí, construyendo
una vida con Jack. ¿Pero cuánto tiempo duraría eso antes de que
mi tío me encuentre?

JACK
Me doy la vuelta en la cama a última hora de la mañana. No he
dormido tanto tiempo en años y mi cuerpo se siente realmente
descansado.
Más que eso, estoy feliz y contento. Perezosamente, busco a
Justice, la fuente de mi felicidad y satisfacción. La despierto cada
dos horas para comprobar si tiene síntomas de conmoción
cerebral.
Aunque cada vez quería volver a hacer lo mismo con ella, me
abstenía. Me mataba que estuviera sufriendo por mi culpa.
Las sábanas están frías y, de alguna manera, en mis entrañas,
ya sé que se ha ido. Aun así, me levanto de la cama y me pongo
unos pantalones. Busco en la casa, gritando su nombre.
Pero es inútil. No está aquí.
Mi todoterreno sigue en la entrada, así que llamo a Dean y le
pregunto por Justice. Sólo confirma lo que ya me imaginaba. La
recogió y la llevó a buscar su coche esta mañana temprano.
Después de una ducha rápida, corro a la ciudad hasta la tienda
de mi hermana. Ella está con Cash en su luna de miel en los
Ozarks. Pero Justice accedió a mantener la tienda abierta en su
ausencia y es algo bueno también. Necesito ver a esta mujer,
necesito tenerla en mis brazos de nuevo.
—No te la vas a follar otra vez ya. —me recuerdo mientras entro
en el aparcamiento. Excepto que algo va mal. Porque el lugar está
vacío y las luces están apagadas.

Un par de llamadas más tarde y sé dónde vive Justice. Pero
tampoco está allí.
Su casero, el viejo Teller, me frunce el ceño. —Solo recogió y se
ha ido. Intenté darle el dinero por el resto del contrato, pero me
dijo que no era correcto. Dijo que no volvería.
Mi corazón se hunde al confirmarse mis peores temores. Justice
realmente estaba huyendo. El único problema es que no sé de
qué estaba huyendo ni cómo coño encontrarla y protegerla.
***
JUSTICE
—¡Hijo de puta! —Me paso una mano por el pelo, ahora rojo, y
miro fijamente la prueba de embarazo que hay en el baño de los
grandes almacenes. Es el tercero que me hago hoy. Tres marcas
diferentes. Todas confirman lo que mi cuerpo ha intentado
decirme durante las últimas doce semanas.
Estoy embarazada de Jack. La idea me hace presionar una mano
contra mi estómago con ternura mientras las lágrimas se agolpan
en mis ojos. En otra época, esto sería lo mejor. Llevar en mi
cuerpo un trozo de la noche más increíble de mi vida.
Pero ahora lo único que puedo hacer es preocuparme por cómo
mantendré a salvo a este pequeño e indefenso niño. Apenas
puedo mantenerme a salvo. He estado a punto de ser agarrada
por los hombres de mi tío dos veces en el último mes. Ambas
veces fueron escapes afortunados.
Pienso en mis menguantes reservas de dinero. No tengo mucho.
Tal vez Jack acepte pagos. Es probablemente una posibilidad

remota, pero necesito encontrar una manera de terminar con
esto. Tengo que asegurarme de que mi bebé estará a salvo de una
vez por todas.
Ya decidida, salgo del baño y me lavo las manos. Mi próxima
parada será el Condado de Courage. Sólo puedo esperar que Jack
esté allí... y que no se enfade demasiado conmigo por haberle
abandonado.
***
La granja de Jack parece diferente cuando llego esta vez. Hay un

columpio en el porche delantero y un pequeño parterre delante.
La puerta está pintada de un rojo alegre y brillante que atrae mi
atención al instante y me haría sonreír si no estuviera aquí hoy
para una visita como esta.
Llamo al timbre y espero. Es pleno día y, tras varios minutos,
tengo que reconocer que quizá no esté en casa.
Me giro y bajo los escalones de dos en dos por el porche cuando
Jack aparece por el lado de la casa. Lleva una gran bolsa de tierra
para macetas echada al hombro y la deja caer al verme.
He ensayado lo que voy a decirle un millón de veces en el camino.
Pero aquí, frente a él, todo lo que puedo murmurar es: —Hola.
Un músculo salta en su mandíbula. —Hola, Tigresa.
El apodo me hace querer romperme en cien pedazos, pero me
obligo a ser fuerte ahora. Por mi bebé. —¿Podemos hablar?
Asiente con la cabeza y me lleva a las escaleras y a su casa. El
salón ya no es solo un sofá austero. Ahora hay alfombras y

cojines. Por un momento horrible, me pregunto si tiene otra
mujer.
—Pareces cansada. —dice Jack en voz baja cuando estamos de
pie en su cocina. Me da un vaso de agua.
Tomo un sorbo del líquido fresco, dándome cuenta de que no me
detuve a comer ni a beber durante las seis horas de viaje hasta
aquí. Sólo quería estar cerca de Jack. En el momento en que me
di cuenta de que nuestro hijo podía estar en peligro, supe que
tenía que llegar hasta él.
Con las manos temblorosas, saco el sobre de mi bolso. Tiene
hasta el último dinero que pude reunir. —Sé que eres un
mercenario. ¿Crees que podría contratarte?
Ignora el sobre. —No soy un mercenario y déjame adivinar. No
estás huyendo de padres ricos.
—Es todo lo que tengo. Pero te haré llegar los pagos. —Todavía
no sé cómo. Me imagino que he perdido cualquier oportunidad
que tenga con Jack, Summer y Cash. Los tres fueron muy buenos
conmigo.
Me tira del brazo y me acerco a él, sintiendo cómo sus brazos me
rodean al instante.
No debería buscar su consuelo. No tengo derecho a pedirle nada.
Pero cuando me pone una mano en la nuca y me acaricia el pelo,
empiezan las lágrimas. Calientes y rápidas, se derraman por mis
mejillas.
Ojalá le hubiera confiado esto hace meses. Entonces no estaría
en esta situación, tan jodidamente asustada y sin saber qué
hacer a continuación.

Cuando por fin he dejado de llorar, Jack me guía hasta el sofá de
su salón. Entrelaza sus dedos con los míos mientras nos
sentamos juntos. —Puedes decírmelo. Sea lo que sea.
Abro la boca. Es la primera vez que comparto la historia de mi
vida con alguien. Le cuento el accidente de coche en el que
murieron mis padres cuando tenía siete años y cómo mi tío me
acogió después.
—No era un mal tipo. Simplemente... me mantenía encerrada
lejos de todo el mundo. No me permitía salir ni tener amigos ni
nada.
El mismo músculo se mueve en la mandíbula de Jack de nuevo.
Me apresuro a explicar: —Pensé que me protegía, que tal vez,
aunque no pudiera decirlo, me quería. Entonces, una noche, pasé
por su despacho. Resulta que soy una especie de heredera.
Me río, ya que el mero hecho de decir la palabra heredera me
parece surrealista. Una vez hice la investigación. Si tuviera
acceso a la fortuna, sería una de las multimillonarias más jóvenes
de la historia. —Era pequeña cuando mis padres murieron. No
sabía que tenían tanto dinero. Como era mi tutor, lo controlaba
todo.
—Sin planes de hacerse a un lado cuando llegara el momento. —
suministra Jack. Hay un destello de ira en su mirada verde.
—Unos meses después de cumplir los diecisiete años, encontré
el papeleo. Planeaba internarme para un tratamiento
psiquiátrico. —Dejo escapar una lenta respiración. Todo suena
tan descabellado cuando lo digo en voz alta, como si estuviera
escuchando la historia de otra persona. No es posible que esta
sea mi vida.
—¿Cómo saliste? —Jack pregunta suavemente.

Me encojo de hombros. —Me fui con la ayuda de su ama de llaves.
A ella no le gustaba mi tío ni confiaba en él. Pero se quedó por
mí. Creo que sabía que la necesitaba. —No he hablado con
Connie desde que me fui y la echo de menos. Me gustaría poder
darle las gracias. Gracias a ella encontré a Jack.
—¿Y te está buscando? —Me incita, interrumpiendo mis
pensamientos.
—Creo que quiere llevarme de vuelta y hacer que me internen. Sé
que todo parece ridículo. No sabía en quién confiar esto. Nunca
he tenido a nadie a quien contarle. —Dejo escapar un suspiro y
me recuesto en el sofá de cuero.
—¿Justice es tu verdadero nombre? —Me pregunta.
Me retuerzo las manos, odiando que le haya mentido sobre cosas
en el pasado. —Soy Justice Holden, no Justice Fields. Connie me
ayudó a dejar documentos que hacían parecer que me había
cambiado el nombre. Pensamos que le despistaría si mantenía mi
nombre de pila.
Asiente con la cabeza, asimilando esta última noticia.
Espero mucho tiempo a que diga algo. Cuando no lo hace,
finalmente le pregunto: —¿Lo harás? ¿Aceptarás mi dinero y me
ayudarás?
Jack junta los dedos y me clava una mirada intensa. —Digamos
que puedo ayudarte. ¿Cómo quieres que sea el final?
Una imagen de Jack y yo casándonos aparece en mi mente. Ese
es el final que realmente me gustaría. Pero es demasiado esperar.
Estoy bastante segura de que soy la única en esta habitación que
está enamorada.

JACK
Veo que algo parpadea en la cara de Justice en cuanto le
pregunto cómo quiere que se resuelva esta situación.
No responde.
Sugiero: —Puedo hacer que nunca lo encuentren.
A pesar de mi entrenamiento e incluso de mis experiencias
pasadas en la guerra, odio matar. Es la peor sensación del mundo
ver cómo la vida se escapa de los ojos de otra persona y saber que
tú fuiste la causa.
Pero para Justice, seré el juez, jurado y verdugo de este hombre.
Haré lo que sea necesario para asegurarme de que esté a salvo y
no perderé ni un momento de sueño por ello.
Finalmente, traga saliva y deja caer su mirada hacia sus manos
entrelazadas en su regazo. Incluso con las ojeras y el color de pelo
que la hace parecer cetrina, sigue siendo un bombón.
—No quiero eso. Sólo quiero que me deje en paz. —dice—. No me
importa si tiene el dinero. Tengo mi... lo que realmente quiero en
la vida.
Asiento con la cabeza. —Quédate aquí. Haré algunas llamadas y
me ocuparé de ello.
Me mira como si acabara de decirle que camino sobre el agua en
mi tiempo libre. —¿De verdad puedes ayudarme? —Se limpia los
ojos—. Te conseguiré más dinero.
El comentario me cabrea. No entiende que ella lo es todo para mí
y que prendería fuego a todo el puto mundo si eso significa

mantenerla a salvo. —Me encargaré de esto y luego tú y yo vamos
a tener una charla.
Principalmente sobre el hecho de que mi tigresa se va a convertir
en mi esposa y que, si vuelve a intentar huir de mí, la perseguiré
hasta el fin del mundo.
Traga saliva, pero asiente.
Cojo mi teléfono y salgo al porche. La primera llamada que hago
es a un amigo mío. Hace un trabajo de seguridad similar y
también ha hackeado casi todas las bases de datos en línea que
existen, incluyendo el FBI, la CIA y la NSA.
No hay ningún sistema que pueda mantenerlo al margen y si
alguien puede encontrar la suciedad que busco, será él.
Tan pronto como termino la llamada, hago una a Dean. Le digo
que reúna a todos los hermanos Taylor que estén dispuestos a
apoyarme.
No pide ningún detalle. Simplemente dice: —Estaremos allí.
Cuando vuelvo al salón, Justice está acurrucada en mi sofá de
lado, con una almohada debajo de la cabeza.
Su respiración es profunda y constante. Me pregunto si la última
vez que durmió bien fue la misma que yo, la noche que estuvimos
juntos.
Tirando de la manta azul del respaldo del sofá, la cubro con ella
y luego me dirijo a la cocina para prepararme una taza de café.
Una vez que lo tengo, me acomodo en el sillón frente a Justice
para verla dormir.
Me invade un sentimiento de satisfacción por tenerla en casa. De
alguna manera está bien y no voy a dejar que vuelva a salir de mi
vida. No importa lo caliente que arda el fuego.

Finalmente, mi café se acaba y recibo la llamada de mi
compañero de hackeo. Me dice que el tío de Justice no tuvo nada
que ver con el accidente de sus padres. Doy un suspiro de alivio
con esas palabras. No quería tener que decirle que se los había
quitado a propósito.
Pero no, parece que el bastardo simplemente tuvo suerte en la
posición en la que está ahora. Aunque eso no significa que el tipo
sea un santo. Hay muchas acciones sucias en las que ha tenido
que ver.
Mientras termino la llamada con mi amigo, oigo el sonido de los
camiones entrando en el camino. Mi ejército está aquí. Estos
hombres me cubrirán la espalda, y lo que es más importante, la
espalda de Justice, sin importar lo que les pida.
Ella se revuelve en el sofá y se levanta de golpe. —¿Nos han
encontrado? —El terror en su voz es inconfundible. Se me rompe
el corazón de nuevo por haber soportado esto durante tanto
tiempo sola.
—Estás a salvo. —la tranquilizo rápidamente, acercándome al
sofá. La tomo en mis brazos, saboreando la cercanía de su
cuerpo. Después de hoy, no pienso separarme nunca de ella—
Sólo son los Taylor. Se van a quedar contigo mientras hablo con
tu tío.
Sus ojos se abren de par en par cuando suena el timbre. —No te
hagas herir por mí.
Le sonrío y le doy un beso en la sien. —Confía en mí en esta
ocasión.
***

Todos los hermanos Taylor han venido a mi casa: Nick, Cash,
Dean, Adam, Luke y Jake. Nick ha traído a su mujer, Riley, y a
su hija de un mes. Summer también está aquí.
En el momento en que las tres mujeres se reúnen, hay una ráfaga
de lágrimas entre ellas y se presenta a la pequeña de Riley. Les
hago un gesto para que me sigan a la cocina, donde les explico
rápidamente la situación.
Dean acepta acompañarme a visitar al tío de Justice en el norte
de Nueva York, mientras que los demás hermanos Taylor se
quedarán en mi casa.
—¿Cómo demonios se las ha arreglado para dar esquinazo a
profesionales capacitados dos veces? —exige Nick cogiendo la
última taza de café de mi cafetera. Tiene esa mirada cansada que
parecen tener los nuevos padres.
—Sospecho que ha tenido suerte. —digo. La idea me aterra. Si no
hubiera podido escapar de ellos, nunca la habría vuelto a ver.
—Digamos que la rastrearon hasta aquí. ¿A cuántos estamos
buscando? ¿Un par de hombres? —Adam pregunta. Él es el
gerente de negocios del Rancho Taylor y si tuviera que adivinar,
es la razón por la que ese lugar sigue siendo el rancho más
rentable del estado.
—Podrían ser un par de tipos. Podría ser un pequeño ejército con
tanto dinero en juego. Si pensara que es más seguro, la llevaría
conmigo. —Dudo que esto se vaya a torcer. Pero si lo hace, no la
quiero cerca.
Hablo con los chicos durante un par de minutos más,
asegurándome de que conocen la distribución de la casa lo
suficientemente bien como para poder proteger a las mujeres con
facilidad.

Luego cojo un vuelo privado a Nueva York con Dean. Me alejé del
trabajo independiente después de esa noche con Justice. Pero
todavía tengo suficientes favores en los libros que puedo
conseguir esto.
Dean mira el papeleo que le he dado. Son pruebas contundentes
de las fechorías de su tío.
—Sabes que sería más fácil ocuparse de él. —dice finalmente
Dean, que sólo ha pasado la mitad de la pila de páginas.
Gruño. Mentiría si dijera que la idea no me atrae. —Eso no es lo
que ella quiere.
Después de haber sido criada en un mundo en el que no tenía
opciones, ahora se merece que se respeten todas las opciones.
Quiero que sepa que lo que quiere me importa.
Exhala un suspiro. —Su corazón es demasiado blando para un
bastardo como tú.
Me río. —No lo sé.
Pero incluso sabiendo que es demasiado buena para mí, nunca
la dejaré ir. Es mía ahora y para siempre.
***
Horas más tarde, entro en una reunión con el tío de Justice, John
Holden. No es fácil entrar en la agenda del multimillonario con
tan poca antelación. Tuve que resucitar un viejo alias de otra
misión que había sido totalmente respaldada.
En el momento en que veo a John, quiero darle un puñetazo. Este
es el hombre que mantuvo a una niña asustada prisionera en su
casa durante años. El hombre que planeó enviarla

tranquilamente a un hospital psiquiátrico para poder tener
acceso a su fortuna. No se merece el próximo aliento que respira.
La mirada de John me recuerda a una serpiente. Es una mirada
fría y sin vida. —Sr. Sanders, he estado esperando esta reunión.
Nos hace un gesto a Dean y a mí para que tomemos asiento en
las dos sillas de cuero que hay frente a su escritorio. —Tengo
entendido que usted y su amigo están interesados en invertir en
Holden Corporate.
Holden Corporate posee editoriales, periódicos, cadenas de
televisión, estudios de cine, dos redes sociales e incluso un
servicio de streaming. Es un conglomerado de entretenimiento y,
teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que John haya sido
capaz de mantener a Justice tan lejos del radar.
—En realidad, estoy aquí por su sobrina. —respondo.
El barniz de cortesía en su rostro se desliza por un segundo antes
de recuperarse rápidamente. —No sé de quién está hablando. —
Se ha cuidado de ocultar su nombre a los medios de
comunicación, de hacer como si no existiera en absoluto.
Me inclino hacia delante en mi silla. —No me mientas. Sigues
existiendo en este mundo sólo porque ella no es la asesina a
sangre fría que soy yo.
Enarca una ceja. —¿Es eso cierto?
—Cada aliento que tomes a partir de este momento es a su
merced. Así que vas a hacer dos cosas hoy.
Me meto la mano en el bolsillo y saco un papel. Lo deslizo sobre
la superficie pulida de su escritorio.
—Primero, vas a hacer un depósito de esa cantidad en esta
cuenta. Seguirás depositando el diez por ciento de esa cantidad
cada mes durante el resto de tu vida.

Puede que Justice no quiera nada de este hombre. Pero eso no
cambia el hecho de que se merece hasta el último centavo de su
legítima herencia. Como sé que él no va a renunciar a eso, lo
menos que puedo hacer es obligarle a darle una generosa
asignación cada mes.
Ni siquiera mira el papel sobre el escritorio. —¿Por qué estoy
haciendo esto? Podría matarte a ti y a tu amigo y luego recuperar
a mi sobrina.
Su teléfono suena y le hago un gesto con la cabeza. —Comprueba
tus mensajes.
John frunce el ceño, pero hace lo que le ordeno. Su cara se pone
pálida porque mi amigo hacker le ha enviado pruebas de sus
fechorías. Ni siquiera todas. Sólo algunas de las más jugosas.
Me levanto de mi asiento. —Lo segundo que harás es olvidar que
Justice ha existido. La dejarás en paz y la dejarás vivir su vida en
paz. Si no lo haces, me cabrearás y ese no es un hombre que
quieras conocer.

JUSTICE
Si hay algo que los hermanos Taylor saben hacer cuando se
reúnen, es cocinar. Están preparando una deliciosa barbacoa.
Todo el mundo está fuera, pasando un buen rato. Bueno, excepto
Luke y Jake. Están patrullando la propiedad, vigilando cualquier
cosa inusual.
No puedo evitar pensar que si Jack estuviera aquí, todo sería
perfecto. Como es, estoy abrazando a la bebé Annie. Es la cosa
más preciosa que existe. Me maravilla ver lo pequeña que es y
saber que en unos seis meses tendré a mi propio bebé en brazos.
Summer también está embarazada. Todavía no se le nota, pero
está prácticamente radiante de emoción. Ya me ha perdonado por
dejarla en la estacada en su luna de miel y me ha ofrecido
recuperar mi antiguo trabajo. Todo ello antes de que le explicara
por qué me fui.
Todavía no les he dicho a Summer ni a Riley que estoy
embarazada. Estoy emocionada porque nuestros bebés tendrán
más o menos las mismas edades. Tal vez se hagan amigos y vayan
juntos a la escuela y se queden a dormir. Quizá mi bebé no tenga
que crecer tan solo como yo.
Guardarme la noticia es difícil cuando quiero compartirla. Pero
Jack merece ser el primero en saberlo, aunque no quiera tener
nada que ver conmigo o con nuestro bebé. Ese pensamiento me
hace sentir una ola de tristeza. Puede que me haya enamorado
de Jack, pero no estoy segura de cómo se siente él.
}

Todavía no sé nada de Jack desde que él y Dean se fueron de la
casa hace horas. Cada vez que empiezo a preocuparme, Nick me
llama la atención y sacude la cabeza. —Tiene esto bajo control.
Justo cuando se hace tarde y empiezo a preocuparme de que Nick
esté tratando de mantenerme tranquila, se oye el sonido de un
camión en la distancia. —¿Es...?
Nick asiente. —Está en casa.
No puedo decir nada por el tono de Nick ni por su expresión.
Espero, con el estómago hecho un nudo, a que lleguen por la
parte trasera de la casa.
Cuando por fin aparecen, Jack recorre la multitud que ha estado
comiendo su comida y bebiendo su cerveza. Su mirada se cruza
con la mía y juro que veo alivio en ella.
—Todo ha ido bien. —dice al grupo. Pero no se molesta en
mirarlos.
En su lugar, se acerca y ocupa la silla vacía junto a mí. Me pone
una mano en el muslo en un gesto que me recuerda nuestra
primera vez juntos en su estudio. Quiero mil momentos más
como ese.
Summer le pone un plato de comida delante y él lo acepta
agradecido. Durante todo el tiempo que come, su mano no
abandona mi muslo.
Después, pasa un rato charlando con los hermanos Taylor antes
de que empiecen a salir y a dirigirse a sus propios vehículos.
A regañadientes, devuelvo a la pequeña Annie a su madre. Pero
le hago prometer que puedo ir a hacer de niñera alguna vez.
Finalmente, nos quedamos solos Jack y yo en su sala de estar.

—¿Qué dijo? —Le pregunto— ¿Está dispuesto a dejarme en paz?
—Sí, está de acuerdo en no volver a contactar contigo. —dice
antes de sacar un papel del bolsillo. Me lo pasa—. Esta es tu
nueva cuenta bancaria. Este es el saldo actual y recibirás
depósitos regulares como disculpa de esa mancha de mierda.
Frunzo el ceño al ver todos los ceros. Nunca quise tanto dinero y
no podré gastarlo todo en mi vida. Pero al menos ahora puedo
mimar a mi pequeño bebé. —¿Todo esto es mío?
—Hasta el último centavo. —responde con una sonrisa—. Eres
una heredera.
Bostezo entonces, el estrés del día me golpea. Podría dormir
durante cien años.
—Vamos a llevarte a la cama. Podemos hablar del resto
mañana. —dice Jack y, antes de que pueda protestar, me coge
en brazos y me lleva por las escaleras hasta su gran cama tamaño
king.
Dejo que me despoje de la ropa hasta quedar en ropa interior.
Una parte de mí espera que volvamos a tener sexo cuando se
deshace de su camisa de vestir y sus pantalones. En lugar de eso,
Jack se arrastra hasta la cama, me atrae hacia sus brazos y
simplemente me abraza.
Debería hablarle de nuestro hijo. Pero mientras me acurruco en
su abrazo, decido que puede esperar hasta la mañana.
***

Al día siguiente, cuando me despierto, Jack no está a mi lado.
Pero el aire huele a bacon, así que cojo una de sus camisetas y
sigo el olor hasta encontrarlo.
Me sonríe mientras me ofrece una taza de café. —Roncas
mientras duermes.
—No lo hago. —protesto, pero no puedo evitar sonreírle. Sacudo
la cabeza ante el ofrecimiento de café. Estoy bastante segura de
que ahora debo evitarlo.
Todo el tiempo que Jack cocina e incluso mientras comemos, es
así entre nosotros. No dejamos de burlarnos el uno del otro por
pequeñas cosas. Como quién ronca y cuál de nosotros ha leído
más libros de miedo y cuál es la mejor manera de comer una
galleta de sándwich. Es una tontería, ligera y juguetona.
Cuando por fin terminamos, me aclaro la garganta y tiro la
servilleta en el plato. Ahora es el momento de la parte difícil. Las
conversaciones que me ponen nerviosa. —Dijiste que
hablaríamos cuando volvieras del viaje.
—Nunca nos pusimos de acuerdo en una cantidad exacta de
pago. —dice Jack.
—Oh, por supuesto. —respondo. Pensaba que estaba siendo
dulce y sexy porque me deseaba, cuando en realidad sólo tiene
derecho a una gran paga— ¿Qué te parece el veinte por ciento de
la cantidad de la cuenta?
El ochenta por ciento restante será más que suficiente para que
yo sola pueda criar a un niño.
—Quiero algo diferente a eso. —dice levantándose de la mesa.
Jack se arrodilla frente a mí y saca un joyero de su bolsillo—
Quiero una promesa de por vida.

Abre la caja.
Miro fijamente el diamante de corte princesa y se me llenan los
ojos de lágrimas. —Jack...
—Te quiero, Justice. Quiero estar para siempre contigo. Lo supe
la primera noche que estuvimos juntos y maldita sea si no
corriste y mandaste al diablo todos mis planes.
Secándose las lágrimas, me río de sus palabras.
—Pero no voy a dejar que te alejes de mí otra vez, Tigresa. Ahora
eres mía y si tengo que seguirte hasta el fin del mundo, eso es lo
que haré.
Empiezo a coger el anillo y me detengo. No le he contado mis
noticias y no sé si esto cambia las cosas.
—Di que sí. —gruñe Jack.
Le miro fijamente a su mirada verde. —¿Sabes por qué he vuelto
contigo?
—El sexo fue fantástico. —bromea.
Vuelvo a reírme. —Bueno, eso y que no usamos condón esa
noche. No lo pensé en el momento... —Se me corta la voz y el
resto de las palabras parecen atascadas en mi garganta.
—¿Estás embarazada? —Pregunta, con el asombro cruzando sus
rasgos.
Asiento con la cabeza y miro el anillo. Es muy bonito, pero no lo
quiero si Jack no está de acuerdo. —No sé si esto cambia las
cosas para ti. Si lo hace, lo entiendo. Quiero decir, estamos
hablando de algo que cambia completamente la vida y...
Jack presiona sus labios contra los míos durante un largo
momento. Su beso es suave y gentil, nada que ver con los
hambrientos y exigentes que compartimos aquella primera noche

juntos. —¿Me estás tomando el pelo? Esto sólo hace que te quiera
más.
Desliza el anillo en mi dedo y me levanta la camiseta lo suficiente
como para dar un beso a mi vientre desnudo. —Este es el
comienzo de nuestra eternidad.

JUSTICE
Cinco años después
—¡Maldita sea! —grita mi hijo de cuatro años a todo volumen
justo cuando entro en su habitación, donde él y su padre están
montando uno de esos juegos de construcción con bloques.
Me pongo una mano en la cadera. —Carson Callaway, ¿Qué
acabo de oír salir de tu boca?
Su mirada verde, exactamente del mismo tono que la de su padre,
parpadea de culpabilidad. Señala con un dedo pequeño y
regordete a Jack. —Papá lo dijo primero.
Entorno una ceja hacia mi marido, que evita mi mirada. Como no
me mira, vuelvo a centrarme en nuestro hijo. —Es hora de
recoger tus bloques. El tío Nick estará aquí en cinco minutos para
llevarte a jugar con tus primos esta noche.
—¿Papá va a la silla de tiempo muerto? —Pregunta mientras me
agacho para ayudarle con sus juguetes. Tengo que apoyarme en
el hombro de Jack porque no es fácil mantener el equilibrio
cuando estás embarazada de siete meses.
—Papá sólo puede desearlo —murmura Jack en voz baja.
Le doy una palmada en el hombro y él me dedica una sonrisa que
todavía me deja sin aliento, incluso todos estos años después.
Después de guardar los bloques de Carson, Jack ayuda a nuestro
hijo a encontrar su abrigo y sus guantes.
—Pórtate bien con el tío Nick y la tía Riley. —le digo.

—Y no te burles de Annie por ser un vampiro. Podría volver a
morderte. —le advierte Jack.
—Ni siquiera me dolió. —dice Carson. Su recuerdo del suceso es
aparentemente muy diferente al nuestro. Ambos niños lloraron.
Annie puede actuar como una marimacho dura en la superficie,
pero lloró cuando vio las lágrimas de Carson.
Finalmente, se fue con una ráfaga de besos y abrazos.
Pero todavía hay una persona más que despedir hoy. Entrando
en la cocina, beso a Connie en su arrugada mejilla. Está sentada
en la barra de la cocina, rellenando alegremente el menú de la
semana que viene.
Fiel a su palabra, nunca he tenido noticias de mi tío. Nunca veo
a sus hombres por aquí ni tengo la sensación de que me estén
vigilando.
Por supuesto, eso no ha impedido a Jack instalar el sistema de
seguridad más sofisticado que ha podido alrededor de la casa.
Estoy bastante segura de que utiliza la misma tecnología que la
NSA, aunque nunca lo admitiría.
—¿Cómo está el pequeño? —Connie me regala una suave sonrisa
y me presiona una mano en mi creciente barriga. Vive con
nosotros como nuestra cocinera y ama de llaves desde que la
invité a mi boda.
—Fuerte. Creo que tenemos un futuro jugador de fútbol en
nuestras manos. —le digo. Jack y yo hemos optado por
sorprendernos sobre el sexo del bebé.
Ella se ríe y ve a Jack rondando por la puerta. Finge un bostezo
y dice: —Creo que esta noche me iré temprano a mi habitación.
Al pasar junto a Jack, éste le aprieta el hombro y le susurra algo
al oído.

—¿Qué has dicho? —Pregunto cuando Connie se ha ido.
—Sólo le he dado las gracias por cuidar de mi familia. —responde.
—Bueno, ahora. —me pongo una mano en la cadera— ¿Cómo
quieres llenar estas largas horas a solas con nosotros dos?
—Se me ocurren unas cuantas formas. —dice mientras me
envuelve en sus brazos. No importa lo grande que sea cuando
estoy embarazada, a Jack le sigue gustando llevarme en brazos.
Arriba, en nuestra cama, mi feroz guerrero hace lo que siempre
hace. Me consiente con múltiples orgasmos, mirando mi cara
mientras me corro cada vez.
Luego me hace el amor, lenta y dulcemente. Se toma su tiempo
para arrancar un orgasmo más de mi cuerpo antes de encontrar
su propio placer, susurrando mi nombre mientras se corre dentro
de mí.
Después, acurruco mi cabeza contra su hombro, acariciando otra
noche junto a Jack. —Te quiero, mi sexy marido.
—Te amo, mi hermosa Tigresa. —murmura él contra mi pelo.
Todo el tiempo que pasé huyendo, pensé que estaba huyendo de
mi tío. Pero ahora entiendo el plan del destino. No estaba
huyendo de mi tío. Estaba corriendo hacia el amor de mi vida, el
hombre que se convertiría en mi refugio y mi protector.
***
¿Quieres un adelanto del siguiente libro: Her Forever

Cowboy? Sigue leyendo.

HER FOREVER COWBOY
HALEY
Si Satanás llevara una bata de casa y una mala permanente de
los años ochenta, sería exactamente igual que mi suegra. Tan
pronto como pienso en ese pensamiento poco amable, siento
inmediatamente una puñalada de culpabilidad.
Hace apenas unos meses, enterramos juntas a Ben. Era su hijo
y mi marido. De acuerdo, era un marido terrible y un padre
pésimo. Pero nada de eso importa a los ojos de Edna o de todo el
Condado de Courage. Todo el mundo sólo ve al héroe de guerra
que murió tratando de salvar a una joven de ahogarse en una
inundación repentina.
—Lo único que digo es que nunca dejaría que otro hombre tocara
mis cunetas, aunque mi Todd desapareciera. —Edna sigue
despotricando mientras entro en el camino de entrada a mi
pequeña granja. Se ha pasado la última hora de trayecto
regañándome.
No es la primera vez que quiero decirle a esta mujer que no se
meta en mis asuntos. Pero una mirada al bebé de trece meses
que duerme en el asiento trasero me hace apretar los labios. Mi
hijo ya ha perdido mucho y no voy a arrancarle a su abuela, por
muy antipática que sea.
Recojo al pequeño en mis brazos mientras Edna cambia su
perorata para hablar de lo mucho que le costó criar a su hijo. Me
cuenta cómo se las arregló para cuidar de su nuevo bebé

mientras era la secretaria de la iglesia local y mantenía una
comida caliente en la mesa para su marido cada noche.
Ben fue un bebé tardío. Sus padres tienen ahora más de setenta
años y Edna se comporta como si tuviera su edad.
Hago malabares con Levi, la bolsa de los pañales y mi bolso.
Luego miro la alta escalera donde el mejor amigo de mi difunto
marido, Dean Taylor, está limpiando mis canaletas.
Según Edna, esta debería ser mi tarea. No importa que esté
embarazada de siete meses del segundo hijo de Ben. Un hermoso
hijo para el que aún no he elegido nombre.
Me protejo los ojos del sol, ignorando las continuas críticas de
Edna sobre las muchas maneras en que estoy fallando en la
maternidad y, bueno, en la vida en general.
—Gracias, Dean. —digo en voz baja.
Debe de llevar ya un par de horas aquí, porque el césped está
cortado y bien arreglado. Viene cada dos semanas y hace
pequeñas cosas en la granja para mí.
Sé que se siente culpable por no haber estado con Ben, por no
haber estado allí para salvarlo. Le he dicho un millón de veces
que no tiene que hacer esas cosas por mí. Cada vez, se encoge de
hombros y continúa haciéndolas de todos modos. A estas alturas,
simplemente le doy las gracias y acepto su ayuda. No es que no
la necesite.
Dean hace una pausa en su trabajo para mirarme. Su mirada
marrón me recorre y me llena de calidez. Hay algo en su forma de
mirarme que me hace sentir transparente, como si no pudiera
ocultarle nada. Luego me dedica una breve inclinación de cabeza
antes de volver a su tarea.

Debería ir por la parte de atrás a ver cómo están las gallinas. Pero
algo me dice que, dado que el cielo se está oscureciendo, Dean ya
las ha encerrado en su gallinero y se ha tomado la molestia de
meter a mi poni Shetland en el pequeño cobertizo que yo llamo
granero.
Así que, en lugar de eso, entro en mi centenaria granja, que
necesita desesperadamente algunas reparaciones básicas. Me
quito los zapatos y entro descalza en la cocina. La madera
desgastada es fría y relajante para mis pies hinchados y
adoloridos.
Tengo la suerte de que, como cajero de banco, mi trabajo no
requiere demasiada actividad física. Sin embargo, estar de pie
durante ocho horas al día pasa factura.
—Nunca le hablaría así a un hombre que no fuera mi marido. —
me reprende Edna mientras me sigue.
Frunciendo el ceño, meto a mi adormilado hijo en su corralito de
la cocina. Cada vez es más difícil agacharse con este embarazo.
—No me había dado cuenta de que dar las gracias a Dean
equivale a hacerle una proposición. Bendita seas por corregir mi
error. —No puedo ocultar el sarcasmo en mi voz mientras me
enderezo hasta alcanzar mi máxima altura, ignorando la familiar
punzada muscular en la parte baja de la espalda.
—Más te valdría haberlo hecho. ¿Qué va a pensar el pueblo de
que Dean esté siempre por aquí? Te diré lo que pensarán.
Pensarán que hay... —Ella baja la voz—. que están haciendo
cosas sexuales.
La brisa de verano agita las cortinas de la cocina y me recuerda
que la ventana está abierta. Probablemente Dean pueda oír cada
palabra de nuestra conversación.

Marchando hacia ella, me asomo para gritar: —Dean, ¿quieres
tener sexo conmigo en la mesa de mi cocina?
—Ahora mismo voy. —me grita sin perder el ritmo. Esto es lo que
siempre me ha gustado de él. Compartimos el mismo sentido del
humor. Solía volver loco a Ben. Sospecho que a Edna le
extirparon el sentido del humor cuando tenía unos cinco años.
Me giro hacia Edna, que me mira boquiabierta, y su mirada me
llena de satisfacción. Eso sí que fue una propuesta.

Mia Brody escribe historias apasionantes sobre hombres alfas
que se enamoran de mujeres grandes y hermosas. ¡A ella le
encantan los finales felices y cada pareja que escribe tendrá uno!
Cuando no está escribiendo, Mia está buscando la porción

perfecta de pastel de queso y viendo demasiados K-dramas.

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TRADUCCIÓN DE FANS PARA FANS, NO OFICIAL. SIN FINES DE LUCRO.

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Bienvenido al Condado de Courage, Carolina del Norte, donde los

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Mientras las parejas de la boda comienzan el último baile de la

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La granja de Jack parece diferente cuando llego esta vez. Hay un

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