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Sobre píldoras, cápsulas, inyecciones, y otros hechizos médicos…,


Armando H. Toledo
Edición y publicación de The Ucli Press
Edición 2023.

El llamado de The Ucli Press es difundir lo mejor de la inteligencia cristiana


mundial en idioma español entre las juventudes estudiantiles y
profesionales de América Latina y el mundo, para fomentar el desarrollo
de una fe cristiana inteligente.

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1
Primera parte:

ANTECEDENTES:
ORIGEN DE LA VISIÓN
NEWTONIANA/CARTESIANA
MATERIALISTA-MECANICISTA DEL
MUNDO Y EL HOMBRE

1
2
Hasta el día de hoy, tanto la física como la biología han sido
sirvientas de los puntos de vista expuestos por Isaac
Newton (1643-1727), considerado el padre de la física
moderna (también conocida como física clásica o física
newtoniana).

Newton describió un mundo material de objetos discretos


individuales que se comportaban de manera previsible a
través del espacio y del tiempo según ciertas leyes del
movimiento: pensó también en el universo como si fuera
una gran máquina.

“Isaac Newton utilizó las matemáticas para verificar y


afianzar la premisa de Descartes de que el Universo era una
máquina. Al observar y medir los cuerpos planetarios,
Newton dio origen a una nueva filosofía sobre el
funcionamiento del Universo… y de la vida en general.
Fundó oficialmente la ciencia de la mecánica, también
conocida como física, que es la disciplina que estudia los
mecanismos básicos del funcionamiento del Universo.”1

1
LIPTON, B. y BHAERMANS, S. (2010). La biología de la transformación.
Madrid: La esfera de los libros, p. 133.

3
“Los teóricos matemáticos de los siglos XVIII y XIX
razonaron que el cálculo de Newton, debido a que
analizaba en forma tan satisfactoria el cambio y el
movimiento podía finalmente servir para revelar el futuro
de uno o de todos los sucesos con absoluta precisión. Y de
esta forma en su mayor parte avanzaron rápidamente hacia
una filosofía de determinismo mecánico.”2

El mundo newtoniano podía seguir ciertas leyes, pero en


último término era un lugar solitario y desolado. El enorme
engranaje del mundo seguiría adelante tanto si nosotros
estuviéramos presentes como si no. Con unos cuantos
movimientos hábiles, Newton y su antecesor Descartes
“arrancaron a Dios y a la vida del mundo de la materia, y a
nosotros y nuestras conciencias del centro de nuestro
mundo. Arrancaron el corazón y el alma del universo,
dejando tras su paso una colección inerte de piezas
interconectadas.”3 Pero, sobre todo, “la visión de Newton
nos desgarró del tejido universal.”4

Las ideas cartesianas y newtonianas, en esencia, han creado


una visión del mundo basado en la separación. Todo lo que
2
BERGAMINI, David, et Al. (1983): “Matemáticas”. Colección científica
Time-Life. México: Ediciones Culturales Internacionales, p. 127.
3
McTAGGART, Lynn (2002): The Field. The Quest for the Secret Force of the
Universe, [Harper Perennial: New York]. Hay versión en español:
McTaggart, Lynn (2006): El Campo, [Sirio: Buenos Aires], p. xiv.
4
ZOHAR, Danah (1991): The Quantum Self. [Londres: Flamingo].

4
creemos sobre nuestro mundo y el lugar que ocupamos
dentro de él se deriva de las ideas formuladas en el siglo
XVII, que aún siguen formando la columna vertebral de la
ciencia moderna; teorías que presentan los elementos del
universo como si fueran divisibles, como si estuvieran
aislados unos de otros y completamente autocontenidos.

“Desde los tiempos en que las «leyes» de la física de Isaac


Newton quedaron formalizadas tras la publicación de
Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (Principios
matemáticos de filosofía natural) en 1687, hemos basado lo
que aceptamos con respecto a nuestras capacidades y
límites en información falsa o, al menos, muy incompleta.
Desde entonces, la mayoría de la ciencia se ha
fundamentado en la creencia de que somos insignificantes
en el gran esquema de las cosas. ¡Nos ha sacado
directamente de la ecuación de la vida y de la realidad!”5

“Los experimentos y las teorías de Isaac Newton ayudaron


a perpetuar las ideas cartesianas. El matemático y científico
inglés no solo consolidó el concepto del universo como una
máquina, sino que creó una serie de leyes que afirmaban
que los seres humanos podíamos determinar, calcular y
predecir con precisión las formas ordenadas con las que el
mundo físico funcionaba. Según el modelo físico
newtoniano ‘clásico’, todo se consideraba sólido. Por
5
BRADEN, G. (2010). La curación espontánea de las creencias. España: Sirio, P.
13.

5
ejemplo, la energía se interpretaba como una fuerza que
movía los objetos o cambiaba el estado físico de la materia.
Pero, como verás, la energía es mucho más que una fuerza
exterior ejercida sobre la materia. La energía es el
entramado mismo de la materia y responde a la mente. Por
extensión, la labor científica de Descartes y Newton
estableció un modo de pensar según el cual la realidad
estaba gobernada por principios mecanicistas, la
humanidad apenas podía influir en los resultados. Toda
realidad estaba predeterminada. Dada esta visión, no es
extraño que los seres humanos empezaran a dudar sobre la
idea de que sus acciones importaran y ni se plantearon que
sus pensamientos fueran importantes o que el libre albedrío
desempeñara un papel en el universo. ¿Acaso muchos de
nosotros no seguimos suponiendo (de manera consciente o
inconsciente) que los seres humanos somos a menudo poco
más que víctimas?”6

6
DISPENZA, J. (2012). Deja de ser tú. La mente crea la realidad. Barcelona:
Urano, PP. 33-34.

6
“Newton dio pasos de gigante con respecto a sus
antecesores: sintetizó sus ideas y métodos y los hizo
avanzar enormemente. Las conclusiones a las que llegó
fueron tan convincentes que, durante casi trescientos años,
los científicos estuvieron persuadidos de que describían de
forma precisa el funcionamiento de la naturaleza.

“Para Newton, como para Descartes, el mundo era como


máquina que funcionaba en un espacio tridimensional, con
acontecimientos que tenían lugar en el tiempo, como los
movimientos de las estrellas o la caída de las manzanas.
Según él, la materia era sólida y tenía partículas diminutas
en el núcleo. Esas partículas, al igual que objetos gigantes
como los planetas, se movían de acuerdo con leyes de la
naturaleza, como la fuerza de la gravedad, y esas leyes
podían ser descritas con tal precisión matemática que, si
conociéramos las condiciones iniciales de cualquier objeto,
como por ejemplo la localización de un planeta y la
velocidad y la trayectoria de su órbita, podríamos predecir
su futuro con certeza absoluta. La conexión de dos
acontecimientos tan dispares como la caída de una
manzana y el movimiento de un planeta fue un hecho
completamente revolucionario. La conexión era una
«fuerza», en este caso, la fuerza de la gravedad.
“El enfoque mecanicista no tardó en ser aplicado a
todas las ciencias, a la astronomía, a la química, a la
biología, etc. Ese es el mundo en el que, salvo unas cuantas

7
variaciones (como la visión más sofisticada del nivel
atómico de la realidad), a todos nos han enseñado a creer.”7

Nunca sabremos con certeza si Newton se dio cuenta o no


de la tremenda influencia que sus descubrimientos
tendrían en la historia de Occidente; de cómo impulsarían
y darían sustento a la Era de la Razón, a la Revolución
Industrial y a la confianza en que la ciencia es la única
forma válida y confiable de conocer el universo.
“La influencia de estos tres pensadores [Bacon,
Descartes y Newton] produjo una visión del mundo
fragmentada, mecánica, reduccionista, positivista,
materialista, unilateral, etc., que se extendió de la ciencia al
conjunto de la sociedad, influyendo en la educación, la
economía, la política y la cultura. […] Es así como cambia
la concepción de ciencia, la racionalidad entra en juego a
manera de discurso; sin embargo, la actividad científica fue
guiada por los principios del positivismo, reduccionismo,
dualismo, etc. La institución que monopolizó el
conocimiento fue la universidad. La ciencia llegó a ser
sinónimo de verdad, por lo tanto, todos los pensadores de
corriente principal querían ser científicos. Este paradigma
científico ha predominado desde el siglo XVII hasta fines
del siglo XX” (Gallegos, 1999:4, 10, 11).

7
ARNTZ, W., B. CHASSE, y M. VICENTE (2006). ¿Y tú qué sabes? Palmyra:
España, p. 17.

8
“El súbito auge de la ciencia en el siglo XIX produjo una
filosofía llamada «cientificismo». Este concepto (que se
esparció como una marejada en el mundo occidental)
sostuvo que la ciencia podía resolver todos los problemas y
garantizar la más perfecta felicidad a la humanidad. Como
resultado de ello se consideró innecesaria la creencia en
Dios y en la Biblia. Y se llegó al extremo de pensar que la
religión era un obstáculo al progreso científico. Pero la
ciencia y el cientificismo son dos cosas diferentes. […] En
su forma más extrema, el cientificismo es el culto que se
rinde a los logros científicos, con el propósito de eliminar a
Dios de la vida humana.” (Ridenour, 1979: 181-82).

En Science is a Sacred Cow [La ciencia es una vaca sagrada],


Anthony Standen hace referencia a un punto señalado por
el filósofo G.K. Chesterton, quien observó que la
popularidad del evolucionismo, desde los días de Darwin
a la fecha, no se debe solamente a su valor científico. Las
implicancias de la teoría de la evolución orgánica
involucran asuntos morales y de comportamiento humano.
Al respecto, el célebre biólogo inglés Sir Julian Huxley
reconoció por qué muchos habían aceptado tan rápida y
vehementemente la teoría de la evolución: “Yo supongo
que una de las razones principales por las cuales admitimos
tan radicalmente El Origen de las Especies, fue porque no
queríamos que Dios interfiriera con nuestras costumbres
sexuales” (Citado por Morris, 1982, p.58). En otra ocasión,
Huxley comentaría: “Es enorme la sensación de alivio que

9
uno experimenta al rechazar la idea de un Dios
sobrenatural todopoderoso” (Huxley, 1966:223).

“Las consecuencias de haber vivido durante tres siglos


sobre un modelo civilizador basado en los principios y
valores de la ciencia mecanicista las estamos viviendo hoy:
destrucción generalizada de los recursos naturales del
planeta, contaminación tanto de ciudades como de hábitats
naturales, proliferación de nuevas enfermedades como el
sida, guerra, racismo, pobreza extrema, incapacidad
humana para acciones conjuntas globales, corrupción,
deshumanización profunda, aumento alarmante de
depresión, estrés y otras patologías en niños y jóvenes”
(Gallegos, 1999).

La visión puramente materialista/mecanicista de la


naturaleza humana nos ha llevado a una era de desolación
espiritual, a un sentimiento de depresión, y a una pérdida
del sentido sagrado de la vida y de la existencia del
universo (Weinberg, 1977).8 Bien pudiéramos llamar a este
sentimiento almaperdismo, que incluso parece ser la
enfermedad que agobia a Occidente y que se manifiesta en
una pérdida del valor sagrado de la vida.

Se ha vuelto imprescindible una visión nueva y


científicamente original de la conciencia humana. De
8
En su obra, Weinberg concluye su epílogo diciendo que “mientras más
comprensible nos parece el universo, más parece algo sin sentido”.

10
hecho, el tema de la dimensión espiritual del hombre es
quizá el concepto sencillo más significativo de nuestros
tiempos: es uno que requiere un enfoque espiritual, aunque
sin dejar de tomar en cuenta las aportaciones al mismo
desde la tribuna de la ciencia.

Sin una nueva visión del mundo podríamos estar en peligro


de perder nuestras almas —si no es que ya las perdimos.
Aún peor, si seguimos estudiando el mundo sacando la
consciencia humana de nuestras ecuaciones, estaremos
eliminando la base moral que guíe el futuro de la
humanidad.

“La ciencia nunca ha llegado a la objetividad pura, y nunca


lo hará. Negar el valor de la experiencia subjetiva equivale
a despojarse de lo que hace que la vida sea digna de vivirse:
el amor, la confianza, la fe, la belleza, el azoro, la maravilla,
la compasión, la verdad, las artes, la moralidad y la mente
misma. El campo de la neurociencia ha dado por sentado
que la mente no existe, sino que es un subproducto del
cerebro. El cerebro (una ‘computadora hecha de carne’,
como afirma Marvin Minsky, experto en inteligencia
artificial) es nuestro amo, y decide químicamente cómo nos
sentimos, determina genéticamente cómo crecemos,
vivimos y morimos. Este panorama no es aceptable para mí,

11
porque al hacer a un lado la mente, eliminamos nuestro
portal al conocimiento y a la introspección.”9

9
CHOPRA, D. & Mlodinow, L. (2011): War of the Worldviews: Science Vs.
Spirituality. [New York: Harmony Books.]. Hay versión en español: Guerra
de dos mundos: ciencia contra espiritualidad. México: Aguilar Fontanar, p. 25.

12
13
Segunda parte:

CRÍTICAS AL PARADIGMA MÉDICO


DOMINANTE

14
15
1

“La medicina científica, que empezó a ganar terreno en el siglo


XVIII, se convirtió en el principal modo de curación dentro del
mundo occidental industrializado a mediados del siglo XIX,
caracterizándose por prestar una atención mínima a [los] métodos
alternativos de curación. Médicos de diversas generaciones que
habían sido adiestrados para ser una especie de mecánicos
especializados del cuerpo humano y que entendían la enfermedad
como una simple avería dentro del funcionamiento de un motor
bien ajustado, fueron incapaces de hallar una explicación racional
para las curaciones efectuadas mediante otros sistemas…”

— Poderes curativos, (1993).


Colección Misterios de lo
Desconocido de Time Life, p.
9.

16
2

“En Occidente, después de Aristóteles, el mundo es considerado


como un conjunto de elementos individuales, separados y
aislados. Y, después de René Descartes, no podemos estudiar más
que lo que es visible, perceptible, físico y material. Aplicando esta
dicotomía, Descartes y, a continuación, los filósofos del Siglo de
las Luces, han favorecido el surgimiento de una visión dividida
del ser humano. Por un lado, está el cuerpo; por otro, el espíritu.
Reducido a su dimensión material, el cuerpo es definido como un
mecanismo preciso, lógico y secuencial. Las partes que lo
constituyen están objetivadas, clasificadas y analizadas en sus
detalles ínfimos. La naturaleza y todo el universo están sometidos
a la misma suerte: cartesianismo, reduccionismo y materialismo
son, en su origen, los descubrimientos de mayor envergadura de
la ciencia occidental. En medicina, el reduccionismo ha permitido
enormes avances. Al mismo tiempo, es causa de una importante
crisis. Al considerar el cuerpo como un objeto, la medicina olvida
que el ser humano también es pensamiento, creencias,
sentimientos y emociones. En consecuencia, un gran número de
enfermos se quejan de ser reducidos a un conjunto de resultados
de análisis, y se lamentan de no poder expresar sus emociones y
sus intuiciones, y, a la vista de la naturaleza deshumanizada, en
ocasiones incluso brutal, de la medicina tecnológica, acuden a
medidas más «suaves».
“En estos tiempos, los médicos, marcados por la ciencia
materialista, tienden a dar importancia únicamente a los detalles.
Piensan que pueden tratar un problema particular actuando sobre

17
un parámetro anormal, pero de esta forma descuidan la
repercusión que su tratamiento tiene en el resto del organismo e
ignoran las consecuencias de su acción en el medio ambiente.
Esta falta de visión de conjunto en muchas ocasiones conlleva un
consumo excesivo de exámenes y de tratamientos médicos. En
consecuencia, se desarrolla una industria farmacéutica próspera,
los costes de la salud se incrementan más allá de cualquier
previsión, y nos preguntamos cuánto tiempo los sistemas de
seguridad social y las aseguradoras privadas podrán asumir tales
gastos.”

— Janssen, T. (2007). La
solución está en ti, México:
Diana, pp. 19-20.

18
3

“Las debilidades del sistema médico convencional son evidentes


desde hace algún tiempo. Sus procedimientos son demasiado
invasivos y tienen demasiados efectos secundarios perjudiciales.
No existe un modelo médico convencional para el tratamiento de
la mayoría de las enfermedades crónicas y degenerativas (la
teoría de los gérmenes y la predisposición genética no
constituyen explicaciones adecuadas para la mayoría de los
trastornos de esta categoría). Y, por último, pero no menos
importante, la medicina convencional resulta cara. […]
“La medicina convencional se basa en una filosofía, el
realismo material, o «material-realismo» (todo se basa en la
materia, que es la única realidad), de modo que las personas
encuadradas en el enfoque médico convencional pueden
consultar entre sí sin enigma filosófico alguno. [Se han hecho
evidentes] las falacias de la visión del mundo basada en la física
newtoniana clásica, en esa visión determinista que quedó
descartada dentro del mundo de la física hace ya muchas décadas
[…], en la cual se ve el universo como algo mecánico, como una
máquina predeterminada. […] Los médicos de viejo cuño,
devotos de la física clásica, ejercen una medicina de máquina,
diseñada para máquinas (que es la imagen que se tiene del
paciente en esta visión clásica del mundo) y por máquinas (los
médicos que se declaran a sí mismos máquinas). […]
“La medicina que el paciente obtiene, la medicina alopática,
también es de naturaleza mecánica, con sus productos químicos
(los fármacos), su cirugía mecánica o trasplantes de órganos y

19
sus radiaciones de energía. […] Aunque nuestra cultura se
vanagloria una y otra vez de los ‘grandes’ avances de la medicina
mecánica, sigue habiendo muchas personas que están
decepcionadas con ella; en parte porque todos echamos en falta
el toque humano consciente que esperamos de un sanador, y en
parte porque, a pesar de sus ‘milagros’, la medicina alopática no
funciona bien para la mayor parte de nuestros problemas
médicos cotidianos (las enfermedades crónicas, por ejemplo). Y
esto se debe a que la medicina mecánica y los procedimientos
mecánicos son sumamente costosos. [Además], los fármacos
alopáticos tienen efectos secundarios perjudiciales […]. Los
procedimientos alopáticos, como las vacunas que nos
administran cuando somos niños, debilitan el sistema
inmunológico hasta tal punto que nos hacemos más vulnerables
a las enfermedades en nuestra vida posterior.
“Muchos profesionales de la medicina alternativa se
muestran igualmente desdeñosos con la práctica alopática. Los
fármacos alopáticos son en gran medida venenos que tienen
efectos secundarios perjudiciales para el organismo, dicen; de
modo que, ¿para qué envenenar al organismo cuando se puede
echar mano de las medicinas alternativas? Y, de todas formas, la
alopatía es ineficaz tanto en las enfermedades crónicas como en
las degenerativas. Y, por último, la medicina alopática tiene una
decepcionante relación eficacia-coste. Como sin duda sabrá el
lector, es el coste de la medicina alopática lo que está haciendo
que la gente busque alternativas para sanar sus dolencias.
“Ciertamente, la práctica médica en la tradición alopática, en
la cual reina el materialismo y el reduccionismo, resulta muy
prosaica. Vas a la consulta del médico, unas máquinas miden tus
diferentes indicadores de salud, el médico observa las lecturas de

20
los instrumentos y es entonces cuando está preparado para
ayudarte. Aquí no hay ninguna poesía. Y la ayuda que obtienes
también es mecánica. A igual que la física clásica, todo es rutina,
todo es determinismo.”

—Goswami, A. (2008): El médico cuántico. Guía de la física cuántica


para la salud y la sanación. España: Obelisco, pp. 9, 10, 17-19, 24, 33-
34.

21
4

“Los médicos estudian para ser técnicos. No piensan en el


alma y mucho menos trabajan para sanarla. Una visita al
médico constituye un ritual que no difiere mucho de llevar el
coche a un taller mecánico donde nos dicen por qué no está
funcionando bien”.

—Chopra, D. (2010). Reinventa tu cuerpo, resucita tu alma. Cómo


crear un nuevo yo, EUA: Vintage, p. 27.

22
5

“Uno de los problemas fundamentales en nuestro sistema


sanitario hoy en día es que los indicadores de la industria médica
miden su valor en función del alivio de los síntomas que consigan.
Los médicos recetan pastillas para eliminar el dolor, reducir la
inflamación, o bajar la fiebre. No obstante, disminuir nuestros
síntomas por medio de fármacos puede resultar tan destructivo
como ocultar los arañazos de nuestro coche con cinta de ojalatero.
Eso no soluciona el problema; solo nos ayuda a ignorarlo… hasta
que el coche queda destrozado. […]
“La misma medicina materialista que nos dio la penicilina,
la vacuna contra la poliomielitis y la cirugía cardiaca a corazón
abierto (sin los conocimientos compensatorios del reino invisible)
se ha convertido en una de las principales causas de muerte en las
sociedades actuales. […] El hecho de crear un sistema sanitario
basado en una idea falsa […] ha limitado los avances en los
campos de la salud, y ha dado lugar a la disminución de la
efectividad y el aumento de los costes de la medicina alopática.
La insatisfacción pública con el actual sistema sanitario queda de
manifiesto en que casi la mitad de la población de los Estados
Unidos ha buscado ayuda en distintas modalidades de medicina
alternativa. Curiosamente, las medicinas alternativas más
radicales enfatizan el papel fundamental de los campos
energéticos invisibles en relación con el carácter de la vida
humana.
“La ciencia médica moderna parece interesantemente
desinteresada en las características intangibles e invisibles de la
enfermedad y la sanación. Gracias a trescientos años de

23
programación y a los efectos del dogma central sobre la medicina
moderna, hemos llegado a considerarnos vehículos robóticos
bioquímicos. Cuando algo va mal, cuando experimentamos algún
síntoma, corremos a ver a nuestro mecánico médico para que nos
diga que saquemos la lengua y digamos «Aaaaah» antes de echar
una mirada bajo nuestro cofre. Tal y como señala Fritjof Capra,
en su libro El punto crucial, la práctica doctoral mecánica
consiste por lo general en la versión clínica de las tres R: Reparar,
Reemplazar o Retirar. De hecho, la historia de la medicina
bioquímica moderna se basa en esa metáfora médica. Desde que
Descartes proclamó que el cuerpo es una máquina (hasta el punto
que aseguró que los animales no sufrían durante las vivisecciones
y que sus gritos eran como «el chirrido de una rueda»), hemos
albergado la idea de que la medicina está más relacionada con las
partes que con el todo. Pese a que la antigua medicina china
considera que el corazón es el asiento del alma y la tradición
ayurvédica cree que ese órgano es el mediador entre el Cielo y la
Tierra, la medicina moderna se da por satisfecha con la definición
antediluviana del destacado médico renacentista William Harvey,
que dice que el corazón es una bomba mecánica. Los filósofos
científicos del siglo XX (como el bioquímico británico Joseph
Needham, que dijo: «El hombre no es más que una máquina», o
el fisiólogo y biólogo nacido en
Alemania, Jacques Loeb, que añadió:
«Los organismos vivos son máquinas
químicas»), reforzaron la idea de que el
cuerpo es un mecanismo físico.”

—Lipton, B. y Bhaerman, S. (2010). La


biología de la transformación, p. 48, 94, 95,
180.
24
6

“[cada vez] se hacen más audibles las voces de desconfianza hacia


esta casi omnipotente medicina moderna. Es cada día mayor el
número de los que confían más en los métodos, antiguos o
modernos, de la medicina naturista o de la medicina homeopática,
que en la archicientífica medicina académica. No faltan los
motivos de crítica ―efectos secundarios, mutación de los
síntomas, falta de humanidad, costes exorbitantes y otros
muchos― pero más interesante que los motivos de crítica es la
existencia de la crítica en sí, ya que, antes de concretarse
racionalmente, la crítica responde a un sentimiento difuso de que
algo falla y que el camino emprendido, a pesar de que la acción
se desarrolla de forma consecuente, o precisamente a causa de
ello, no conduce al objetivo deseado. Esta inquietud es común a
muchas personas, entre ellos no pocos médicos jóvenes. […]
“Ya para nadie es un secreto que la medicina académica ha
perdido de vista al ser humano. La superespecialización y el
análisis son los conceptos fundamentales en los que se basa la
investigación, pero estos métodos, al tiempo que proporcionan un
conocimiento del detalle más minucioso y preciso, hacen que el
todo se diluya. […] Si prestamos atención al animado debate que
se mantiene en el mundo de la medicina, observamos que,
generalmente, se discute de los métodos y de su funcionamiento
y que, hasta ahora, se ha hablado muy poco de la teoría o filosofía
de la medicina. Si bien es cierto que la medicina se sirve en gran
medida de operaciones concretas y prácticas, en cada una de ellas
se expresa ―deliberada o inconscientemente― la filosofía
determinante. La medicina moderna no falla por falta de

25
posibilidades de actuación sino por el concepto sobre el que ―a
menudo implícita e irreflexivamente― basa su actuación. La
medicina falla por su filosofía o, más exactamente, por su falta de
filosofía. Hasta ahora, la actuación de la medicina responde solo
a criterios de funcionalidad y eficacia; la falta de un fondo le ha
valido el calificativo de ‘inhumana’. Si bien esta inhumanidad se
manifiesta en muchas situaciones concretas y externas, no es un
defecto que pueda remediarse con simples modificaciones
funcionales. Muchos síntomas indican que la medicina está
enferma. Y tampoco esta ‘paciente’ puede curarse a base de tratar
los síntomas. Sin embargo, la mayoría de críticos de la medicina
académica y propagandistas de formas de curación alternativas
asumen automáticamente el criterio de la medicina académica y
concentran todas sus energías en la modificación de las formas
(métodos)”.
—Dethlefsen, T. y Dahlke, R.
(2011). La enfermedad como
camino. Un método para el
descubrimiento profundo de la
enfermedad. México: Debolsillo,
pp. 13-15.

26
7

“La medicina moderna basada en conocimientos especializados


y procedimientos técnicos representa un paradigma médico-
tecnocrático. Durante su preparación, los médicos son
imbuidos de este modelo y provistos de los fundamentos
básicos para la práctica médica estándar. Los principios del
modelo tecnomédico son:

1. Separación mente-cuerpo.
2. Considerar el cuerpo como una máquina.
3. Ver al paciente como objeto.
4. Supremacía del médico sobre el paciente.
5. Diagnóstico y tratamiento desde fuera hacia dentro
(curando enfermedades, reparando disfunciones).
6. Organización jerárquica y estandarización de los cuidados.
7. Autoridad y responsabilidad atribuidas al médico, no al
paciente.
8. Sobrevaloración de la ciencia y la tecnología.
9. Intervenciones agresivas, con énfasis en resultados a corto
plazo.
10. Muerte como derrota.
11. Sistema guiado por las ganancias.
12. Exclusión de otras modalidades.

“El desarrollo de las especialidades y la consolidación de


los planes de medicina de prepago o seguros de salud han
modificado el modelo de profesión médica y han favorecido la
aparición de conflictos de intereses derivados del hecho de

27
tener que responder —sobre una misma conducta— ante
distintos sujetos que poseen intereses diferentes: el pagador o
contratante y el paciente.
“Tiempo atrás leí un artículo que la relación médico-paciente
pasaba por su peor momento. El doctor De Los Santos, profesor
de la Universidad de Buenos Aires, explicaba: «…La medicina
tecnológica soluciona los problemas de unos pocos, porque la
mayoría de a gente tiene malestares que son una mezcla de
factores orgánicos, biológicos, sociales, familiares, económicos,
expectativas sin concretar, problemas con los hijos; es decir, tiene
problemas con la vida. Y la medicina, en su conjunto, no le
responde. No lo escucha para extraer la dimensión humana de su
enfermedad; es que el sistema se ha estructurado de una manera
en que paga a resonancia magnética y no las horas médicas, y en
que lo más probable sea que un paciente de un hospital no sepa
quién lo operó cuando uno le pregunta por una cicatriz tremenda,
es decir, no sabe cómo se llama quien tuvo la vida de él en sus
manos».”

—Maris, M.E. (2011). El laboratorio del


alma, Barcelona: Vergara, pp. 61-62,67-68.

28

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