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Revista Caminos Abiertos 2007

Revista de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Unidad 095


Azcapotzalco. Espacio itinerante de reflexiones educativas,
pedagógicas y algo más...
Domingo, 4 de noviembre de 2007
Características del Pensamiento Moderno. ¿Cuándo
perdió el hombre su relación filosófica con la
naturaleza?
Cristina Patricia Chávez Rangel

Salvo que revise profundamente sus modos de vida


y produzca sus riquezas de otro modo, la humanidad
destruirá cada vez más de prisa los recursos que han
requerido milenios para constituirse
Jaques Attali

En estas páginas, ahondaré en algunos antecedentes del pensamiento


moderno y las características de esta época, hasta llegar a las
implicaciones que tuvieron en la modificación radical de la relación del
ser humano con la naturaleza, situación que ha traído graves
consecuencias al medio ambiente poniendo en riesgo la sobrevivencia
de todas las especies que habitamos el planeta.

Antecedentes y características del pensamiento moderno


Los antiguos pensadores griegos en especial
Aristóteles[1] establecieron un patrón que duró aproximadamente dos
mil años: concibieron una gran tierra estacionaria al centro del
universo y alrededor de ésta el Sol, la Luna y pequeñas estrellas
ordenadas; todos estos cuerpos orbitando a velocidades constantes y
más allá se encontraba solamente Dios.

El mundo se percibía como algo finito, donde todo ocupaba un lugar


de acuerdo a ese centro que era Dios, y al decir todo se hace
referencia al mundo celeste y al mundo geográfico, los seres humanos
se ordenan de acuerdo a ése centro y tienen al igual que las cosas un
lugar natural que obedece a su naturaleza la cual está regida por leyes
que no se pueden rebasar, según Villoro (1992). La física aristotélica,
además, reconocía que cada cosa tiene su propia esencia y que cada
individuo sigue las finalidades que le son determinadas por su
entelequia, es decir que ninguna cosa puede darse por su naturaleza.

En la Edad Media el pensamiento estuvo determinado por un


elemento: Dios. Y el lugar o sitio natural que cada persona o cosa
ocupaba era primordial, sin embargo, después surgió una nueva
imagen del mundo la función que cada quien desempeñaba resultaba
clave. En este punto las relaciones que rigen entre las cosas y las
personas, el lugar que cada individuo ocupa en la tierra se relativiza,
se desmoronan los estamentos de la sociedad, Villoro (1992).

La Edad Media fue sucedida por la época moderna,[2] cuyo punto


máximo fue el Renacimiento donde se rompió con la idea de un mundo
ordenado en centro y periferia. Esto provocó un cambio radical en la
imagen del mundo y, por tanto, en el pensamiento de los seres
humanos. Es a partir de ésta época que el hombre concibió y apreció
al mundo desde una perspectiva distintita: hombre y naturaleza se
separaron. Con este cambio, anota Villoro (1992), surgió un rasgo
característico de la modernidad: el individualismo, ¿quién soy yo? Esto
provocó que el mundo del hombre fuera el que él mismo realizara con
su práctica y el entorno se convirtiera en un objetivo de estudio más
para ser medido, organizado, cuantificado y estructurado.

En el siglo XVI científicos modernos como Kepler, Galileo, Descartes,


Pascal y Newton supusieron en sus obras una condición: la ruptura de
la naturaleza, entendida como la convicción de que el mundo está ante
nosotros, para que actuemos sobre él, no únicamente para ser
contemplado[3]. Esta figura de la naturaleza tiene, según Villoro
(1992) las siguientes características: comprender al mundo
descubriendo la naturaleza de cada cosa, cada cosa obedece a su
propia naturaleza, la naturaleza obedece a leyes generales
inmanentes, todo está vinculado con todo y la naturaleza está
constituida por materia universal en perpetuo desarrollo.
En esta época el mundo ya se ve como algo infinito, y esta nueva idea
acerca de la naturaleza se expresa en términos metafísicos con
Giordano y Telesio en Villoro (1992), que resumen así las posibilidades
de un saber científico de la naturaleza: la posibilidad de una síntesis
universal en el espacio, en el tiempo, en estos dos aspectos por
separado y unidos después para poder dar razón de los hechos.

La nueva imagen de la naturaleza subyace a la ciencia y a la magia


renacentista. En los siglos XV y XVI la magia tiene gran auge y es
admitida en lo que se consideraba como conocimiento científico; ya
que no había distinción entre la magia y la ciencia. La magia
proporcionó una gran cantidad de datos empíricos sobre la naturaleza
que obligaba a la observación directa y a la clasificación de los hechos
observados, la alquimia es un buen ejemplo de como, la ciencia y la
magia, se vinculaban para construir y crear nuevos objetos.

Sin embargo, esta concepción se modificó, pues, como todo modelo


explicativo, fue rebasado y fue sustituido por otro. En este punto de
inflexión se evidencia el cambio de un paradigma a otro que es
cuando, según Kuhn (1971) se gesta una revolución científica.

Revolución científica
La pérdida de significado en sentido religioso o filosófico está
enraizada en la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII que
rompió con la visión de un mundo encantado, que según Berman
(1987), hasta entonces había predominado, todo lo que había en la
naturaleza se contemplaba como algo maravilloso, hasta antes de la
Revolución científica, el cosmos era un lugar de pertenencia y
correspondencia, el destino personal estaba ligado al cosmos como ya
se mencionó anteriormente, y es esa relación la que daba significado a
la vida.

El conocimiento pasado, fue desdeñado por diversos pensadores y a


mediados del siglo XVII el desarrollo del método científico[4], facilitó
llegar a soluciones que permitieron el rápido desarrollo de la ciencia y
técnicas modernas.

Newton manifestaba que ya no se apoyaba en los antiguos que ahora


iba en hombros de sus predecesores como Kepler, Galileo y Descartes.
Se inició un creciente interés por la matemática y por la importancia
práctica de ésta ciencia en las técnicas y en las artes: “J. Kepler fue
quien dio el primer paso decisivo al llegar a descubrir por inducción
fórmulas matemáticas para regular problemas naturales. Enunció las
leyes matemáticas del movimiento de los planetas”, Abbagano y
Visalberghi (1964). De igual manera las contribuciones del científico
italiano Galileo fueron de gran importancia, ya que construyó y utilizó
el telescopio para realizar observaciones del Sol, la Luna, las estrellas y
los planetas; con lo que demostró que nuestro planeta no era el único
centro de movimiento celeste, y que la Vía láctea era un conjunto de
estrellas, y decía que para ser filósofo hay que observar directamente
a la naturaleza y no solo consultar los textos aristotélicos o de la Biblia.
Galileo pudo vislumbrar con claridad el método que servirá a la ciencia
para mayores éxitos. Abbagano y Visalberghi (1964).

La compenetración de la tecnología y la ciencia estuvo en la raíz de la


Revolución Científica, la tecnología se convirtió en un medio de
producción muy importante en la conciencia humana; los procesos de
pensamiento se estaban convirtiendo en algo matemático-
experimental. La cognición, la realidad y el método científico occidental
están relacionados con el surgimiento del capitalismo a principios de la
época de la Europa moderna, la ciencia forma parte de los desarrollos
sociales y económicos a gran escala, como la invención de la imprenta
en 1450 o el descubrimiento de América en 1492.

El cambio de pensamiento se origina en el ser humano debido a la


nueva forma de percibir la realidad, el universo antes visto como algo
vivo, poseyendo sus propias metas y objetivos, ahora es visto como
una colección de materia inerte, que se mueve rápidamente sin fin ni
significado[5]. Esto en forma conjunta con el súbdito énfasis en el
dinero, el surgimiento de la ciencia, así como la tecnología (aunque
ésta surge mucho tiempo antes), como una forma de controlar al
medio ambiente, formaron parte de los pasos sin precedente para la
transformación del pensamiento moderno.

Implicaciones ambientales
La historia de la época moderna al menos al nivel de la mente es la
historia de un desencantamiento continuo, desde el siglo XVI la mente
ha sido exonerada del mundo fenoménico. En la actualidad estamos
presenciando el resultado de una lógica que tiene ya varios siglos, por
lo que ahora enfrentamos la urgencia de resolver la crisis ambiental
que ha dejado la modificación del pensamiento de los seres humanos,
y donde está en juego la sobrevivencia de todas las especies. “La
humanidad se encamina irremediablemente al holocausto en este siglo,
sino logra reducir sustancialmente las emisiones de gases
contaminantes que están generando el calentamiento global. El
llamado efecto invernadero estabiliza la temperatura media de la Tierra
cuando la atmósfera evita la fuga inmediata de energía que nuestro
planeta recibe del Sol. Sin embargo a partir de la revolución industrial
se generalizó la quema de combustibles fósiles, que en los últimos
cincuenta años ha aumentado, lo que provoca el aumento de la
temperatura media”[6].

Este cambio de cosmovisión al cual se ha hecho referencia, ha dejado


una crisis en la sociedad, y muchas de éstas crisis pueden considerarse
un conjunto policrístico en el que están entre ramificadas y
enmarcadas, crisis de desarrollo, crisis de la modernidad, crisis de
todas las sociedades, por lo que no hay un solo problema vital, sino
varios problemas vitales, Morín en Ramírez (1997).

La idea de que la modernidad es entendida como el dominio racional


sobre la naturaleza y sociedad, no es verdadera, ya que se comprueba
que no ha sido racional y que además ha provocado desencanto,
desesperanza, desilusión en los seres humanos, así como alarma
porque lo que está en juego es la sobrevivencia de todas las especies;
ya que el poder que adquirieron los seres humanos al dominar a la
naturaleza no lo utilizaron para construir una morada mejor, no
convirtieron la naturaleza en espíritu como soñaron los renacentistas,
sino que, el ser humano actuó por codicia al afán del dominio más que
al amor y a la inteligencia. La naturaleza fue transformada al servicio
de nuestras necesidades pero también fue socavada hasta inhabilitarla
como morada del hombre reducida a capricho de los intereses
humanos, Villoro (1992).

Cuatro siglos después, la modernidad se pone en entredicho, a pesar


de que se reconoce que en ésta etapa se dio un gran paso para la
emancipación de los seres humanos, que quisieron ser dueños de su
propia historia; y que modificaron la forma de concebir a la naturaleza,
para dominarla, manipularla, controlarla, vejarla y destruirla; y los
costos que se están pagando por ello son muy altos.

Otro factor determinante es el desarrollo del Capitalismo que si bien es


cierto condujo a sociedades donde los seres humanos disfrutaran de
mayores libertades, también provocó la enajenación en el intercambio
de mercancías, a la explotación del trabajo, y al olvido de valores como
solidaridad, la justicia y la igualdad social. El potencial destructivo
generado por el desarrollo capitalista lo colocó en una posición
negativa con respecto de la naturaleza. Tal situación no es
consecuencia de desastres naturales o del simple azar, es fruto de un
modelo de desarrollo social y económico que se dirige sólo al lucro
inmediato de una minoría, Gadotti (2000).
Todo esto ha afectado a los países de gran desarrollo industrial y en
los países subdesarrollados ha subsistido la miseria y la opresión, todo
lo anterior obliga como dice Ramírez (1997) a un análisis económico-
político sobre el modelo de desarrollo que estamos siguiendo. La
globalización[7] como modelo de desarrollo es característica central de
nuestro tiempo y del futuro previsible, implica que la fronteras se
borran, que la información las traspasa a gran velocidad, que la
políticas se unifican, que la producción de bienes y el ofrecimiento de
servicios se internacionalizan. Este modelo está marcado por la
incertidumbre, desde la caída del muro de Berlín en 1989 hasta el fin
de la historia. La globalización es un proceso que se acelera como
tendencia al mismo tiempo que se debilitan las organizaciones como la
ONU, UNESCO, UNICEFF, etc. que fueron fundadas para vivir un
concierto planetario, han perdido su razón de ser.

Mención aparte merece la globalización de sur a norte de la pobreza, la


informalidad y la economía subterránea, los negocios ilícitos y
criminales, en los países ricos crece la marginación a la par que la
pobreza; se globaliza también el desempleo, constatamos diariamente
que se globaliza el ideal de una sociedad de consumo dispendiosa,
productora de bienes innecesarios, se globaliza un modo de producción
irrespetuoso con el medio ambiente, el capital se mueve libremente
hacia los países donde las leyes al respecto son más laxas, Schmelkes
(2000).

Hemos llegado al punto de que, el mundo en el que vivimos está


formado por un conjunto de artefactos dirigidos por el ser humano, y
si la producción de los países que no pueden consumir empezara a
crecer como creció en los países industrializados, lo que estaría en
peligro, de acuerdo con Campos (1995), sería la supervivencia de la
especie humana. Y es precisamente el momento que ahora estamos
enfrentando: cómo sobrevivir a la situación por la que atraviesa
nuestro planeta que tiene alarmantes daños como el calentamiento
global, desastres naturales, abuso irracional de los recursos naturales,
deterioro de la salud; se propone sustituir el modelo de producción y
consumo vigente, ya que, como afirma Ramírez (1997), este modelo
tiende a la acumulación, a la industrialización, a la urbanización, al
armamentismo, al consumismo, a la americanización, al deterioro
ambiental y a la multiplicación de la pobreza; por lo que se hace
necesario y urgente que se cambie por otro modelo que reparta
equitativamente la riqueza, elimine lo superfluo y nos reconcilie con la
naturaleza.

Implicaciones educativas
El II Foro de la UNESCO sobre Ciencia y Cultura, realizado en
Vancouver (Canadá), en 1989 para analizar el tema “La sobrevivencia
en el siglo XX”, concluyó que la sobrevivencia del planeta se volvió una
preocupación inmediata. La situación actual exige medidas urgentes en
todos los sectores-científico, cultural, económico y político y una mayor
sensibilidad de toda la especie humana, Gadotti ( 2000).

Ante esta emergencia surge la necesidad de tener un mejor


conocimiento del medio ambiente, de adquirir habilidades apropiadas
para utilizar este conocimiento, e iniciar acciones tendientes a un uso
sensato del medio ambiente sin perturbar el equilibrio ecológico, esto
determina una pedagogía del medio ambiente, en donde la conducta
de uso correcto de los recursos del planeta viene a constituirse en uno
de los objetivos finales del proceso educativo Otero (1998).

También debe estimular el desarrollo de una capacidad crítica y


creativa de los alumnos, para facilitar la adquisición de una “dimensión
ambiental”, en la que el entorno deja de ser un simple recurso para
convertirse en un eje alrededor del cual los aprendizajes adquieren
sentido.
La escuela[8] es capaz de construir el futuro en el presente, para ello
es necesario entender la escuela como un fenómeno social, además de
verla como una institución que se inserta en la sociedad. Es una
microsociedad que puede conscientemente vivir en pequeño el futuro
deseable, por lo que debemos darnos a la tarea de desarrollar en los
alumnos capacidades y habilidades que les permitan transformar lo
que haya que transformar para vivir en armonía con la naturaleza.
Asimismo, Perkins (2000) señala que la educación depende de las
experiencias de aprendizaje que el maestro proponga y de los
aprendizajes que los alumnos adquieran, sin embargo los docentes no
son máquinas a las que se programe el currículo a desarrollar; los
docentes[9] son más que un mero cúmulo de saber, habilidad y
técnica; los docentes son también personas, y no podemos
comprenderlos a ellos ni a su quehacer sin entender lo que es él como
persona. Por lo que una de las grandes asignaturas pendientes es
sensibilizar y concientizar a los docentes de la responsabilidad social
que tenemos, en este momento histórico.

Consideraciones finales
La relación filosófica que el ser humano tenía con la naturaleza en la
Edad Media, se fue diluyendo en la época moderna, donde los seres
humanos se concibieron como algo aparte de la naturaleza, la visión
de la ciencia, el control del medio ambiente a través de la tecnología, y
las relaciones comerciales, dieron paso a una escalada de dominio,
vejación, perturbación y alteración; a tal grado que hoy está en peligro
la sobrevivencia en el planeta.

Por lo que es necesario conservar el momento de verdad del


pensamiento moderno y superarlo en un pensamiento nuevo, una
modernidad repensada desde el estadio posterior de una nueva
imagen del mundo, Villoro (1987). De ahí que es apremiante tomar
conciencia del desafío que representa para los seres humanos en
general, y particularmente para los que elegimos la docencia, el
momento histórico que estamos viviendo; para promover una
educación tomando en cuenta la totalidad de la realidad, sin
fragmentarla, considerando a la educación ambiental como una
educación permanente, es decir, como un proceso que se inicia desde
los primeros años de vida escolar, y que no debe concluir jamás.

La educación sólo puede ayudar si se enfoca hacia metas acordes a la


problemática actual, teniendo en cuenta el futuro inmediato y
vivenciando con los alumnos, la importancia de reconstruir la relación
entre la sociedad y la naturaleza. Esta podría ser la contribución desde
las instituciones educativas, sin embargo no sería suficiente, ya que la
velocidad con que se dan los cambios sobrepasa la habilidad de
diferentes disciplinas, por lo que se requiere que todos desde los más
poderosos hasta los que menos tienen, aportemos la parte que nos
corresponda, que no es poca.

Bibliografía
Abbagano, N. y A. Visalberghi (1964) Historia de la Pedagogía. (trad.
de Jorge Fernández Campos) México, Fondo de Cultura Económica,
cap. VII.
Berman, Morris (1987) El Reencantamiento del mundo. (trad. de R.
Bendersky y F. Huneeus), Santiago de Chile, Cuatro Vientos,cap.
I,II,III y IV.
Campos Julieta (1995) ¿Qué hacemos con los pobres?. México, Nuevo
siglo.
Carrión F. Vicente(2004) Educación digna. México, SEP.
Chalmers, Alan (2001) ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una
valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos.
(trad. de E. Pérez y P. López), México, Siglo XXI.
Fullan, M. Y A. Hargreaves (1996) La escuela que queremos. Los
objetivos por los vale la pena luchar. México, S.E.P.
Gadotti, Moacir (1996) Pedagogía de la Tierra. México, Siglo XXI.
Kunh, Thomas S. (1971) La estructura de las Revoluciones Científicas.
(trad. de A. Contin) México, Fondo de Cultura Económica.
Otero, Alberto(1998) Medio Ambiente y Educación, capacitación en
educación ambiental para docentes. Argentina, Novedades Educativas.
Perkins, David (1997) La escuela inteligente. México, Gedisa.
Ramírez, Tonatiuh (1997) Malthus entre nosotros: Discursos
ambientales y la política demográfica en México 1970-1975. México.
UPN-Taller abierto.
Schmelkes, Silvia, (2004) La formación de valores en la educación
básica. México, SEP.
S.E.P.,(1997) Ciencia: conocimiento para todos (trad. de Castilleja M.).
México.
Villoro, Luis (1992) El pensamiento moderno. Filosofía del
renacimiento. México. El Colegio Nacional-Fondo de Cultura
Económica, .cap. I,II,VI,VIII,IX.
OTRAS BIBLIOGRAFÍAS:
“Revolución u holocausto” La Jornada, El mundo, 08-02-07. Ángel
Guerra.

[1] SEP, ( 1997) Ciencia y conocimiento para todos (trad. Castilleja), México.
[2] En este punto, equiparo el término época moderna con el momento en el que la historia de
Occidente que rompe con la forma de vida de la Edad Media.
[3] Morris Berman (1987), El reencantamiento del mundo, Cuatro vientos, Santiago de Chile.
[4] Entiendo por método científico el modo riguroso de los hechos de la experiencia adquiridos por
la observación y experimentación.
[5] Morris Berman (1987), El reencantamiento del mundo, Cuatro Vientos, Santiago de Chile.
[6] Véase “Revolución u holocausto” La jornada, El mundo 08-02-07.
[7] Silvia Schmelkes, La formación de valores en la educación básica, México 2004. S.E.P.
[8] Silvia Schmelkes, (1998), La formación de valores en la Educación Básica, SEP, México.
[9] Michael Fullan y Andy Hargreaves, (1996), La escuela que queremos, SEP, México.

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