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Entre hijos y padres: la trasmisión intergeneracional

pensada en clave de reciprocidad

Disertante: Lic. María Cristina Rojas


Conferencia online de la Asociación Argentinade Psicología y Psicoterapia de
Grupo
24 de agosto de 2019
Cátedra: Psicología de Pareja, Familia y Grupo

Resumen
Esta conferencia partirá de las conceptualizaciones de la trasmisión inter
y transgeneracional entre antepasados y descendientes, proponiendo esta vez
pensar la trasmisión en clave de reciprocidad. Si niños y adolescentes a lo
largo de los tiempos introdujeron elementos novedosos para el mundo adulto,
la vertiginosidad del cambio actual destaca ese rol trasmisor en sus dispositivos
sociales de pertenencia: familia, escuela, otros. Los niños vehiculizan hoy
elementos que, en tanto recientes y novedosos, no han podido ser
reconocidos, inscriptos y transcriptos por los adultos. Modos de trasmisión que
no responden a cadenas ancestrales previas, sino a los códigos pregnantes en
actualidad.

Nos situaremos entonces en las fronteras entre generaciones,


analizando, en la teoría y en viñetas clínicas, aquellos factores que pueden
obstaculizar o favorecer las vicisitudes de la trasmisión recíproca. Pondremos
también en relación con esto la idea winnicottiana de confrontación
intergeneracional.

Disertante

Psicóloga. Miembro titular de la Asociación Argentina de Psicología y


Psicoterapia de Grupo. Docente de Posgrado de la Diplomatura en Vínculos
convenio AAPPG/ Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Docente
invitada de Universidades y otras instituciones científicas en Argentina y otros
países latinoamericanos. Trabaja en el campo del Psicoanálisis Vincular y de la
Niñez y Adolescencia. Se ha dedicado a estos temas en numerosas
publicaciones.
A modo de introducción
En esta ocasión compartiré con Uds. algunas reflexiones en relación con
las vinculaciones intergeneracionales. Desarrollaré más ampliamenteideas
anticipadas en un trabajo breve, presentado en la Jornada de AAPPG en abril
de este año, con el título “Familias con niños y adolescentes: trasmisión
recíproca y confrontación entre generaciones”
Para abrir el tema, algunos comentarios en relación con los títulos de
ambas presentaciones. El primero, puntualiza que se ocupará de los vínculos
entre las generaciones tomando dos vías diferenciables: la de la trasmisión, en
la que me centraré hoy de modo preferencial, y la confrontación
intergeneracional, en el sentido winnicottiano. Por lo demás, ambos títulos se
centran en lo familiar, ya que refieren a “hijos” y “padres”. El uso de estas
denominaciones bien puede relacionarse con que un campo de trabajo
privilegiado para míes la clínica familiar, en especial de la niñez y la
adolescencia;no obstante, estas conceptualizaciones también
podríantitularse“entre niños, adolescentes y adultos”, dado que, y aquí presento
una de las cuestiones a trabajar hoy, la trasmisión entre generaciones se da en
una trama social y familiar, en los distintos dispositivos de pertenencia que
hacen a la producción social de subjetividad. Pensando con Foucault y Guattari
en estos términos, la escuela, distintos grupos de pertenenciaa, las
tecnologías, constituyen dispositivos que hacen subjetividad. La familia no es
pues, ni nunca lo ha sido, único agente de trasmisión y de conformación
vincular y subjetiva.
En los primeros momentos de la vida, las marcas ligadas al entorno de
crianza son predominantes, pero la trasmisión no termina en los momentos
fundantes, ya que los procesos constructivos/ deconstructivos del psiquismo
son constantes. Esa trasmisión entre generaciones, de padres a hijos y de hijos
a padres, y entre pares, es un proceso que se despliega a lo largo de toda la
vida, como la conformación subjetiva misma. Considerando un psiquismo
abierto, trama compleja en constante devenir y sin punto de llegada, lo cual nos
habilita a pensar en nuevas inscripciones y nuevas trasmisiones. Dejando
claramente expuesto, además,que lo familiar y lo social no constituyen
compartimentos separados.Hay, entonces, multiplicidad de trasmisiones en
simultaneidad, distintas herencias.
Un último señalamiento sobre el título, que invierte el orden de las
generaciones:“entre hijos y padres”, dice, para remarcarel propósito de poner
en consideración la reciprocidad de la trasmisión, su bidireccionalidad. Por lo
general,viene siendo pensada por la vía de padres y antepasadoshacia los
descendientes; desde los anteriores, en orden cronológico, a aquellos que son
los receptores, no pasivos, sino aptos, en mayor o menor grado según los
casos, para la apropiación y metabolización de las herencias.

Trasmisión recíproca
Niños y adolescentesencarnan -en las familias y en el mundo- modos de
trasmisión que no responden a las cadenas ancestrales previas, sino a la
potencia productiva de cada situación y a los códigos pregnantes en
actualidad.Aquello que adviene desafiando los instituidos, expresado en la
sobreabundancia de la palabra “nuevo” y equivalentes.Los hijos, marcados por
códigos más o menos ajenos al mundo adulto previo, aportan así elementos
diferentes que pueden resultar “cuerpos extraños”para los adultos.
Este papel trasmisor de los descendientes adquiere hoy una visibilidad
favorecida por ciertas condiciones epocales, entre otras, la vertiginosa
obsolescencia de múltiples concepciones que implica el surgimiento constante
de novedades y la mayor disposición de los adultos a la escucha de niños y
adolescentes.
¿Qué es trasmitir para la Real Academia Española? Trasladar, difundir;
también es llevar a alguien mensajes o noticias, traspasar algo a otro. En este
sentido, pienso en esta ocasión, niños, adolescentes y jóvenes como aquellos
que llevan las noticias a los adultos y les plantean esa exigencia de trabajo, de
poner en movimiento un psiquismo conformado por otros códigos, que requiere
tiempo y trabajo psíquico para aprehender ciertas codificaciones propias del
mundo nuevo.
Además, dicha aptitud elaborativa se ve favorecida, o no, por condiciones
actuales. Y lo que cada generación produce no se reduce a la transcripción de
lo anterior, hay también producción novedosa no anticipada en lo ancestral.
La trasmisión entre las generaciones, sabemos, se hilvana en el tejido
constructivo de subjetividades, en tanto concebimos un psiquismo que, como
ya mencioné, se halla en transformacióny devenir constante, más allá de los
primeros momentos constitutivos. Y en cuanto pensamos más allá de la trama
edípica familiar, por ejemplo,postulando las identificaciones, una de las
principales vías de la trasmisión, como no reducidas al espacio familiar ni solo
reemplazos o sustituciones de “papá”y “mamá”, lo que implicaría el retorno
constante a la centralidad del Edipo.
Además, los procesos identificatorios no finalizan con las identificaciones
primarias, se siguen dando y operan en la construcción de una identidad en
devenir, sin punto de llegada. Los vínculos actuales adquieren así, cualidad
fundante y constructiva.
A partir de todo lo antedicho, se hace posible pensar en reciprocidad en las
fronteras intergeneracionales: en ocasiones el receptor no solo transcribe para
sí, también transforma al trasmisor. La trasmisión, tal como en este momento la
voy pensando, es una producción emergente en las fronteras y cruces de las
generaciones, entre quienes emiten y quienes reciben y transforman. En el
“entre”emisor/ receptor puede operar la transcripción transformadora,
ofreciendo también al emisor opciones de cambio. El encuentro presente
transforma al pasado.

Dado que esta conferencia se centra en la trasmisión intergeneracional


pensada en una perspectiva de mutualidad, y en la potencia productiva y
transformadora, me parece necesario en este punto exponer, aunque con
brevedad, algunasconcepcionesgenerales sobre la trasmisión entre
generaciones, dado que muchos las conocen, pero para otros puede ser
necesario introducirlas.

Acerca de la trasmisión
Con distintas denominaciones y puntos de vista, las consideraciones sobre
trasmisión se despliegan en distintas corrientes de la psicología a partir de la
década del ´60 del siglo pasado, y los desarrollos psicoanalíticos al respecto se
suceden especialmente desde los años ´70 y ´80. Reconocemos, no obstante,
la presencia en Freud de distintas conceptualizaciones que pueden
relacionarse con dichos desarrollos, tanto aquellas que sostienen al sujeto
comofin en sí mismo y a la vez eslabón dentro de una cadena, en “Introducción
del Narcisismo”, (Freud, 1973ª), como las que proponen una herencia cultural,
en “Moisés y el monoteísmo” (Freud, 1973b). Pero es en “Tótem y tabú” (Freud,
1973c) donde la transmisión entre generaciones aparece como inevitable y
necesaria: “Si los procesos psíquicos no se continuaran de una generación a la
siguiente...no existiría en este ámbito progreso ni desarrollo alguno”. Allí cita,
haciéndola suya, una hermosa frase de Goethe: “lo que has heredado de tus
padres adquiérelo para poseerlo”. (Freud, 1973c, pág. 193)
A partir de estas concepciones, y desarrollos posteriores, se hace posible
enunciar que las vicisitudes de la conformación de los sujetos se asientan
también sobre la trasmisión, la cual en su dimensión ligada al narcisismo de
vida sustenta las bases mismas del psiquismo. El sujeto se construye y
conquista una singularidad diferenciada a través de una apropiación
transformadora de lo heredado, respecto de lo cual establece su semejanza y
su diversidad. El corte o desconocimiento de toda herencia puede afectar las
raíces de la identidad; pero también la falta de una transcripción que torne
singular lo recibido puede situarlo en posición de objeto, arrasado en distintos
grados por un discurso alienante que afecta su diferenciación.
Kaës diferencia lo que se trasmite “entre sujetos” de lo que se trasmite “a
través” de ellos. La primera forma, a la que denomina trasmisión interpsíquica -
intersubjetiva, intergeneracional- implica la existencia de un espacio de
transcripción transformadora de la trasmisión. La trasmisión transpsíquica -lo
transgeneracional- supone en cambio la abolición de los límites y del espacio
subjetivo. (Kaës, 1993) Esta vertiente se presentifica en las patologías severas
y refiere a lo no elaborado que, por fuera del campo representacional, puede
irrumpir como trastorno en el cuerpo o en el acto, o como perturbación grave
del psiquismo. Así, por ejemplo,formas actuales de la patología de los vínculos
familiares se conectan con sucesos históricos –catástrofes sociales, eventos
familiares traumáticos- vividos por generaciones anteriores. Acontecimientos
que no pudieron tramitarse y cobrar significación, poco reconocidos y faltos de
palabra, persisten como actuales en tanto productores de efectos. Las
situaciones de índole traumática involucran de forma global al grupo familiar y
abarcan a los descendientes; es decir, el trauma vivido por unos adquiere valor
de tal para los otros.
Por mi parte, tomo en cuenta distintas referencias teóricas, de modo
especial me interesa la diferenciación que Kaës hace entre lo inter y
transgeneracional, refiriéndose a las dos vertientes señaladas de la trasmisión.
Otro aporte teórico muy interesante es el de Haydée Faimberg, con su
concepción de las identificaciones alienantes en las patologías severas. Las
ideas que ella desarrolla permiten percibir cómo una subjetividad que puede
parecer vacía, por ejemplo, en algunas formas de psicosis, puede estar por el
contrario “demasiado llena” de la historia no significada de otros.

Dos vertientes se perfilan entonces en la trasmisión, una, constructiva,


expresión de la pulsión de vida, que sustenta pertenencia e identidad; aparece
como un hilo que se entreteje en lacompleja trama constitutiva. Quien trasmite
dice siempre más, menos y diferente de lo que piensa que dice. Aparece
entonces, en los relatos -en la transmisión- una urgencia de trasmitir, pero
también de interrumpir la trasmisión, y hay producción de tachaduras ligadas a
la represión, ineludible. Esto tiene que ver con elfuncionamiento de un
psiquismo escindido.
En los descendientes/ receptores existe la posibilidad de tramitar esas
tachaduras, que suelen entretejerse en el armado del síntoma, estamos así en
el campo de la neurosis. El síntoma constituye una cifra a ser descifrada; en
sus múltiples anudamientos se expresa también la trasmisión
intergeneracional. Esta constituye la matriz significante de la trasmisión.
En cuanto a la otra vertiente, es en cambio alienante, tanática, ligada a la
compulsión a la repetición y lo no representado.

Trasmisión y multiplicidad
Retomo entonces mi tema y la cuestión de las herencias múltiples, que ya
mencioné: a aquellos elementos, metabolizados o no, trasmitidos por padres y
antepasados intra o extrafamiliares, se agregan -propongo hoy- dimensiones
que, en tanto recientes y novedosas, no han podido ser reconocidas, inscriptas
y transcriptas por los adultos. Son entonces los descendientes quienes
impulsan a los adultos a incorporar códigos epocales de marcada actualidad.
Estos modos de trasmisión no responden a las cadenas ancestrales previas,
sino a la potencia productiva de cada situación y a los códigos vigentes en
actualidad.
Derrida señala que siempre hay herencia, pero no es única ni homogénea,
no hay un pasado original que hoy se pueda repetir, sino múltiples herencias y
por lo tanto debemos escoger, es decir, inventar la nuestra. Heredar implica
entonces la diferencia, la distancia que separa a ese instante fundacional del
hoy que lo actualiza.
Destaco la idea de la multiplicidad de trasmisiones y el hecho de que la
misma no se reduce a las primeras inscripciones. Las inscripciones en
actualidad, sin pasaje de metabolización por generaciones previas, se plantean
a partir de las distintas vertientes constructivas del mundo social, como
diferentes pertenencias, medios y TIC (Tecnologías de la Información y
Comunicación.)
Inscripciones y transcripciones son procesos que se realizan inmersos con
otros, en vínculos. Los otros actúan como trasmisores/ receptores de modo
alternante y resultan, según la cualidad vincular, habilitantes o no de la
apropiación singular.
Lo queaquí pongo a trabajar con la perspectiva de una trasmisión recíproca
constituye un más allá de la trasmisión de los antepasados, adviene desde
sectores no instituidos o en proceso de institución. Junto a esto, que se da
entre distintas generaciones, sitúo a la vez la trasmisión entre pares.
Niños y adolescentes, agrupados, crean situaciones propicias a la
producción acontecimental. Hay producciones del “entre”, y también ejercicios
de trasmisión: llevan mensajes unos a otros. Con este equipamiento muchas
veces, se confrontan con los adultos.
Ahora bien, aquello que se construye y se trasmite entre pares, también
está requerido de una apropiación singularizada, y esto se relaciona con las
dinámicas del poder en cada grupo. La paridad no es una cuestión meramente
cronológica, es también una cuestión de poder. Si el poder entre pares
cristaliza en líderes absolutos, el grupo deviene en una dinámica jerárquica,
entonces esa paridad deja de serlo. De tal manera,es posible que alguien que
es absolutamente capaz de hacer un ejercicio de confrontacióncon unadecaída
autoridadadulta, quede sometido e imposibilitado de sostener diferencia y
singularidad frente al poder de algunos integrantes del grupo de “pares” en
edad. Y entregue de tal modo aspectos de su singularidad a cambio de una
pertenencia que siente indispensable.
Otros grupos de pares mantienen un funcionamiento heterárquico.
Heterarquía, término con el que podemos designar aquellos grupos en los que
hay una circulación del poder; el poder no cristaliza en ningúnintegrante, sino
que lo ejercita en cada momento aquel que está mejor posicionado para
hacerlo. En esa no cristalización se genera realmente la paridad: las asimetrías
son alternantes. Esta índole de grupo habilita no solamente la construcción de
lo novedoso como conjunto, como co-pensamiento, como co-producción, sino
también la posibilidad de diferenciación singular.

Tensiones intergeneracionales en la clínica

PAÑUELOS VERDES
2018: Argentina debate la ley de legalización del aborto. Una primera
entrevista familiar. Entran la madre, dos hijas de 17 y 20 años y un padre que
parece querer pasar desapercibido. Las jóvenes llevan pañuelos verdes en sus
mochilas.
La madre enuncia el problema que los trae: “en nuestra familia entró la
grieta, primero con las protestas políticas, van a todas las movilizaciones. Y
desde ¿cuándo? No sé, ¿2 años? también se volvieron feministas. Pero ahora
esto, esta inmoralidad, esta vergüenza,” dice, muy enojada, señalando los
pañuelos verdes. La hija mayor inicia con ella una discusión que termina en un
llanto desesperado “no puedo soportar que mi madre tenga esas ideas, esos
prejuicios...Yo sé que papá piensa igual, solamente que la deja hablar a ella.”
- ¿Sabés qué? me dice la hija menor, nosotras creíamos que ellos
podían cambiar. Tengo amigas que van con las madres y las tías a las
marchas.
Padre: a nuestra edad ya no hay cambio, son Uds. las que se están
formando
Estas hijas y sus pañuelos verdes fracturan el espejo en el que estos
padres esperaban mirarse. Se sienten devaluados, hasta poco amados. Estas
no son las hijas del espejo, ¿cómo reconocerlas?
A su vez, estos padres desilusionan a sus hijas, que todavía esperan que
ellos se abran y deconstruyan sus creencias a partir de sus propuestas... Cada
generación piensa ¿cómo es posible que ellas / ellos piensen así?
En este punto se manifiesta una dimensión propia de los vínculosdonde
cada uno espera ciertas respuestas de quien cree conocer, pero el otro tiene la
particularidad de hacer lo inesperado, produciendo un descoloque que exige un
cambio, un movimiento de creación. Cuando el otro lo descoloca el sujetodebe
cambiar, hacer algo distinto de lo que tenía planificado y previsto: hay una
posibilidad de transformación autoorganizativa, y esto es recíproco. La aptitud
para transformarse a partir de los cambios de los otrosy el mundo tiene
alcances y topes. Por eso, cuando el desajuste de expectativas es muy grande,
puede pasar, como notamos en estos padres, que haya un cierre, un rechazo a
la diferencia. Imposibilidad de cambio que el padre verbaliza: “a nuestra edad
ya no hay cambio, son ustedes las que se están formando.” Pensándose, claro
está, como un psiquismo cerrado, no apto para nuevas inscripciones, no apto
para renunciar a códigos que lo conformaran en otro momento.
Si el otro siempre me descoloca, ya que no está donde yo espero o donde
quiero que esté, entonces tengo que producir respuestas inéditas, generadas
en situación. Durante la crianza, esta trasmisión infantil y adolescente -en tanto
no controlada, inesperada- genera movimientos adultos ineludibles: algunos
pueden deconstruirse creativamente, otros se violentan,o sostienen respuestas
conocidas que al cambiar los contextos perdieron vigencia.

Hay unas frases de Suely Rolnik, que hago mías, a fin de ampliar el
análisis de esta resistencia a la apertura y el sufrimiento y enojo que estos
adultos presentan. Ella dice, en un reportaje:
“Cuando tú estás habitado por mil semillas del mundo, semillas de futuro, y
por otro lado estás formateada según un cierto repertorio cultural, hay una
tensión entre estas dos experiencias, en esta tensión hay dos movimientos que
se desencadenan, un movimiento que es el movimiento de la vida que tiene
que germinar, y el otro movimiento que es un movimiento desde el sujeto que
tiene que conservar esta forma porque da mucho miedo la desagregación.”
Estos padres actúan a la defensiva, con temor a desarmar creencias
previas. Además, sufren porque sienten la diferencia como fracaso de la
crianza, aun como falta de amor de las hijas hacia ellos.

Estos encuentros y desencuentros intergeneracionales también se dan


entre los alumnosy los docentes y personal de las escuelas, que a menudo se
ven desbordados. Del desconcierto y la falta de respuesta se sale a través de
distintas formas de autoorganización transformadora, pero cuando esto no es
posiblecon frecuenciase recurre a la tercerización de funciones de familia y
escuela: me refiero a la consulta a los “especialistas”, el “mundopsi”, o los
neurólogos. Abundan además los maestros/as integradores. Y en casa, los
maestros/as particulares, “tutores”que han de lograr que los hijos estudien y
hagan sus tareas, cosa que muchos padres no consiguen, dada la peculiar
circulación del poder propia de numerosas familias actuales, que da lugar a
veces a la primacía de la voluntad de los hijos.
El descoloque intergeneracional se reiteraentre pacientes y analistas, lo
cual también va permitiendo a muchos psicoanalistas producir pensamientos y
abordajes creativos. Otros casos se convierten en fuertes desafíos, por la
escasez e ineficiencia de las respuestas. ¿Quizá eso constituya hoy buena
parte de “lo grave”? ¿Consultas que no comprendemos o carecemos de
recursos para abordarlas? por más que intentemos permanentemente
actualizarnos, pensar y ampliar nuestra caja de herramientas.
Por otra parte, entiendo que los elementos transgeneracionalespueden
obstaculizar la recepción transformadora de lo nuevo.

La trasmisión de descendientes a adultos comparte con la trasmisión


vertical el rasgo de lo imperioso del trasmitir. Ahora bien, preguntémonos
¿cómo es posible que los padres se transformen a partir de los hijos, los
adultos a partir de los niños? Por múltiples factores, pero una de las cuestiones
es la enorme investidura narcisista y libidinal que disponen los padres hacia los
hijos, su deseo de amor y reconocimiento, por eso el dolor, el rechazo, la
frustración frente al hijo inesperado. Dicho de otro modo: tanto el
apuntalamiento como el requerimiento de amor y aprobación son recíprocos.
Desde su nacimiento mismo el bebé tiene poder, aun cuando es inerme, aun
cuando depende del otro para la supervivencia. Tiene, para decirlo en términos
de Piera Aulagnier, el poder de hacer sufrir.
Hasta acá, vengo refiriéndome a la producción novedosa y el rol de los
descendientes en su trasmisión y expansión. Señalé inscripciones que a veces
son modificaciones inéditas de la época, como aquello ligado a las tecnologías
epocales, que no tienen precedentes. Quiero además mencionar otra cuestión,
propia de la trasmisión social, que tiene que ver con la expansión en cada
época histórica de códigos que en etapas anteriores fueran considerados
marginales, y así rechazados por las mayorías del consenso social. Es decir, lo
rechazado en una época, ya preexistente, puede en otra época generar
consenso e inscribirse como una de las propuestas hegemónicas.
Los tatuajes, a modo de sencillo ejemplo, hoy consensuados y
generalizados, eran conocidos desde la antigüedad, aunque entre nosotros
relacionados con piratas y presidarios, es decir, propios de sectores excluidos.
Se trata en este caso de la trasmisión de códigos sociales rechazados.
Refuerzo en este punto lo que remarqué al comienzo de esta presentación:lo
familiar y lo social no constituyen compartimentos separados, hacen trama, y la
trasmisión familiar y social se dan en simultaneidad, entrelazadas.
Cuántos impensables se van haciendo pensables de otro modoa travésdel
tiempo y aparecen con connotaciones muy diferentes de las anteriores. Esto
sucedió por ejemplo con profundos cambios sociales y conceptuales que
permitieron el reconocimiento y visibilización del abuso sexual en la infancia.
¿Cuántas veces aparecen familias con hijos ya grandes, donde los adultos se
lamentan de no haber captado los indicios de un abuso, muchas veces
intrafamiliar? “Si hubiera sabido todo lo que sé ahora me hubiera dado cuenta a
tiempo” “No pensaba que estas cosas pasaban”. O “lo supe, y no reaccioné
cómo debía, no lo entendía como ahora”. Frases que aluden a la puesta en
palabras,la visibilización de una problemática antes mantenida en la
clandestinidad.Los hijos son, a menudo, quienes inician a los adultos en estos
temas antes silenciados.
.
Confrontación intergeneracional
La confrontación intergeneracional es otra vía de vinculación entre las
generaciones, se trata de una noción muy trabajada en el psicoanálisis de
adolescentes a partir de la concepción de Winnicott. El autor considera que en
el proceso constitutivo del psiquismo infantil y particularmente en las vicisitudes
adolescentes, el contraponer haceres y pensamientos con los adultos, adquiere
valor constructivo. Del lado adulto, se trata del requerimiento de ofrecer y
sostener regulaciones, lo cual, aunque generador de enojos y disturbios
vinculares, cumple una función ligada a las prácticas de cuidado, el sostén, la
interdicción. Hace décadas, todavía vigentes los aires patriarcales, se advertían
excesos disciplinarios y limitaciones a veces arbitrarias de gestos de
autonomía. Hoy, junto a familias que mantienen la confrontación y transitan sus
efectos inevitables, encontramos a menudo un déficit en la posibilidad del
adulto de ejercer un poder responsable que implique delinear bordes y sostener
las diferencias con los adolescentes.Como dice Marcelo Viñar: "…en el
conflicto intergeneracional no hay triunfadores ni derrotados, es la calidad de la
controversia y no el resultado lo que cuenta para losprotagonistas.” (Viñar,
2009)
En las familias actuales es muy rica la aptitud de apertura de los adultos, la
escucha de los niños y adolescentes, el considerarlos de tal modo sujetos
singulares: aptos para la trasmisión recíproca, si lo relacionamos con el
desarrollo anterior.No obstante, esto no implica adultos obedientes y
complacientes con todo lo que los niños y adolescentes plantean y desean.
El ejercicio del poder adulto opera en la línea de los cuidados, y no es
responsabilidad exclusiva de los padres: el estado, el conjunto social han de
implementar aparatos de protección de la niñez y la adolescencia.
Terminaré destacando quela escucha de la trasmisión de los
descendientes, el acompañamiento de su autonomización en diferencia,no
puede confundirse con la asimetríainvertida, esto es, adultos sometidos a los
mandatos de los más jóvenes.
Niños y adolescentes, entonces, trasmiten propuestas de su tiempo y sus
pares; requieren escucha e intercambios, no obediencia ciega ni acuerdo con
todas sus ideas y demandas.
El acuerdo constante desdibuja la adultez y arroja a los hijos a una libertad
sin apuntalamientos. Esto se acentúa en su faceta de riesgo cuando lo nuevo
se idealiza, favorecido por un pensamiento epocal que devalúa el espíritu
crítico y la resistencia a las creencias y prácticas neoliberales.

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