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Muzlera, S. (2017) - El Funcionamiento Psíquico de Los Equipos Interdisciplinarios de Salud Mental
Muzlera, S. (2017) - El Funcionamiento Psíquico de Los Equipos Interdisciplinarios de Salud Mental
Silvia Muzlera
Escrito en 2017
Revisado en 2020
Introducción
La Ley n° 26.657 de Salud Mental vigente en nuestro país, otorga gran importancia a la
conformación de equipos interdisciplinarios para la atención de las problemáticas en el campo
de la salud mental. En su artículo 8° expresa que:
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Trabajo presentado en el IV Simposio de la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza. 29 y 30 de septiembre de 2017. Mendoza,
Argentina.
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áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y
otras disciplinas o campos pertinentes (Ley 26.657, 2010, art. 8).
La interdisciplina puede estar definida, tal como lo hace la ley de salud mental, por la existencia
de variadas disciplinas en un equipo de trabajo. Sin embargo, algunos autores (Stolkiner, 2005;
García, 2006) la consideran en relación al modo en que este equipo o grupo opera; es decir que
la interdisciplina se define, fundamentalmente, por un modo de funcionamiento grupal. Desde
esta perspectiva, en sentido estricto, los equipos no serían interdisciplinarios sino multi o
pluridisciplinarios. Lo que resulta interdisciplinaria es una modalidad de trabajo que implica
interrelación, integración, confluencia operativa de diversos conceptos disciplinares en pos de
cierto objetivo concreto que tienda a resolver alguna problemática, definida como compleja, en
el campo de la salud mental. Se produce así un proceso de reorganización de los conocimientos,
tanto en cada uno de los participantes como en las producciones grupales. Entonces, la
diversidad disciplinar es condición necesaria en la medida en que los conceptos disciplinares
están portados por o encarnados en las personas miembros del equipo, pero no es condición
suficiente.
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El trabajo interdisciplinario requiere considerar dos áreas o campos de condiciones. El primero
se refiere al encuadre técnico, es decir, a la adopción de una metodología específica, una
estrategia o dispositivo técnico que encuadre las reuniones, y que, a su vez, sea coherente con
el objetivo o problema que se intenta resolver. El segundo es el campo que hace referencia a la
conformación de un grupo que funcione como tal. Se han señalado (Roo, 2014) algunas
características como: cooperación entre los miembros, intencionalidad de hacer interdisciplina,
flexibilidad, actitud de apertura, reciprocidad, etc. Como del dicho al hecho hay mucho trecho,
propongo pensar, fundamentalmente, sobre este segundo aspecto.
Pensadores dentro del psicoanálisis grupal (Anzieu, 1993; Bion, 2006; Bernard, 2006; Kaës,
1995) han descrito dos aspectos del funcionamiento de los pequeños grupos (Anzieu, 1971). Si
bien han utilizado diferentes denominaciones, todos coinciden en la existencia de un
funcionamiento adaptativo, basado en la realidad, en el consenso, en la creación de normas
compartidas y en la cooperación; y otro funcionamiento regido por el impacto de las
formaciones del inconsciente de los miembros sobre el primero. Sostiene, René Kaës, que el
grupo es el lugar de una realidad psíquica específica: la realidad psíquica grupal, la que
constituye en sí misma un campo epistémico válido. (Kaës, 1995).
En la literatura sobre interdisciplina se consideran varias condiciones desde las que debe
conformarse el grupo, poniendo en juego, cada miembro, sus aspectos más adaptativos (o
yoicos). La interdisciplina como práctica tiene sentido en el contexto de estas condiciones:
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- Un marco epistémico compartido acerca del sujeto como ser complejo, es decir,
multidimensional (biológico, psicológico, social, cultural), no fragmentado por un saber
disciplinar aislado; lo que significa posicionarse en un paradigma pos-positivista (García, 2006;
Stolkiner, 2005).
- La adopción de una metodología que, entre varias otras cosas, requiere la definición de la
problemática a ser abordada, el recorte criterioso de esa compleja realidad, para, a partir de allí,
definir las disciplinas intervinientes y tal vez la importancia de cada una en el proceso. (García,
2006; Stolkiner, 2005).
Algunos de los obstáculos para llevar adelante la interdisciplina son de índole institucional,
como por ejemplo, la obturación de tiempo y espacio compartido por la exigencia de una
demanda de asistencia que sobrepasa la capacidad de atención de la misma. Otros pueden ser
de índole política ya que la intervención interdisciplinaria en la salud pública está subordinada a
la decisión política de la cual depende.
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Y otros obstáculos dependen del modo de funcionamiento del propio grupo. Me refiero a los
que se organizan según la lógica del inconsciente y su impacto coadyuvante u obstaculizante de
la lógica adaptativa. Se trata de funcionamientos coexistentes, correlativos y alternantes con los
adaptativos y que otorgan la cohesión y la vitalidad necesarias para el logro de la tarea; pero
que en su predominio persistente se transforman en obstáculos.
Detallaré solo algunos de estos últimos teniendo en cuenta que el saber disciplinar no existe en
abstracto sino que está portado por sujetos, y, en este caso, además, agrupados.
- En ocasiones, ansiedades persecutorias organizan los vínculos grupales instalando la figura del
perseguidor dentro o fuera del grupo. En el primer caso el saber disciplinar diferente, encarnado
por otro miembro, se transforma en el enemigo al cual hay que atacar o del cual hay que huir.
Los conflictos de cualidad agresiva impregnan la grupalidad y se ataca al conocimiento en sí, a
los vínculos que éste implica y a los sujetos portadores de esos saberes. El segundo caso, por
cierto muy frecuente, es la producción de la cohesión grupal mediante el hallazgo de un
enemigo común externo al grupo, por lo general otra institución del medio que aborda un
campo de problemáticas diferentes o semejantes. En este contexto, las derivaciones de
pacientes, pueden ser utilizadas como canales portadores de fantasías violentas con las que se
intenta dañar al enemigo institucional externo. Cuando las derivaciones son expulsiones de
contenidos inconscientes violentos se pierde la consideración por la persona derivada.
- Ansiedades de caos y masificación han sido descriptas (Puget y otros, 1991) como
características de los grupos. La hiperdiscriminación disciplinaria puede ser la respuesta
defensiva ante el temor de perder la propia identidad disciplinar y quedar confundido con, o
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masificado en, la disciplina diferente. La integración queda ecuacionada con la masificación o
con el caos. De manera inversa puede también ocurrir una falta de la discriminación necesaria
entre los campos disciplinares y la invasión de un campo diferente al propio lleva a realizar
prácticas para las que no se está capacitado.
- Por factores de la historia personal de los miembros, por mandatos culturales o a causa de la
historia del desarrollo de las disciplinas, o por variables específicamente institucionales, alguna
de las disciplinas suele ser depositaria de fantasías idealizadas que le otorgan poderes mágicos
de resolución de las problemáticas. La organización grupal consecuente es una configuración
dualista: una parte del grupo soporta sobre sí esta posición de ideal del yo (o más bien de yo
ideal) y la otra encarna el despojo de todo saber alternando entre la dependencia vacua y los
ataques envidiosos. De la idealización a la persecución siempre hay solo un paso.
- Actualmente (y no solo actualmente) los equipos de salud mental de las instituciones públicas,
se sienten desbordados, y en ocasiones también arrasados, por el alto impacto emocional que
producen las problemáticas abordadas: situaciones que implican el riesgo de muerte biológica, y
a veces, si hay supervivencia, el riesgo de muerte psíquica, social y, por supuesto, cultural. Si
bien no todos los casos entrañan esta destructividad, el panorama no es liviano. Suelen sufrir,
estos equipos, momentos de inermidad; me refiero a la vivencia de no tener armas,
herramientas teóricas ni técnicas para aliviar el sufrimiento ajeno, sufrimiento a veces sin, ni
siquiera, la opción de ser sentido. El alto impacto emocional puede llegar a afectar la tarea
profesional y, en auxilio de este sufrimiento, el grupo de pertenencia se convierte en una red de
sostén y apuntalamiento de estas vivencias. Sostiene Kaës (1999) que en situaciones de crisis, el
grupo aloja la posibilidad de pensar, de reinstalar y recuperar las funciones del preconsciente.
Conclusión
Los grupos dedicados al trabajo interdisciplinario, al igual que todo grupo, están siempre
movilizados por la dialogía entre las fuerzas vitales que genera en los miembros la enorme
satisfacción de realizarse a sí mismos y con otros en un aspecto tan importante como es el
vocacional y laboral; y otras fuerzas que intentan lidiar defensivamente contra las angustias de
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desamparo, el temor de ser aniquilado o tragado por el grupo, la imperiosa necesidad de ser
cobijado o de cobijar el desamparo de otro.
Referencias bibliográficas
Anzieu, D. y Martin, J. (1971). La dinámica de los grupos pequeños. Buenos Aires: Kapeluz.
Bernard, M. (2006). El trabajo psicoanalítico con pequeños grupos. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Kaës, R. (1995). El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teoría psicoanalítica del
grupo. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Puget, J.; Bernard, M.; Games Chaves, G. y Romano, E. (1991). El grupo y sus configuraciones.
Terapia psicoanalítica. Buenos Aires: Editorial Lugar.
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Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina (2/12/10). Ley Nac. de Salud Mental [Ley
N° 26.657]. Recuperado de
http://www.fepra.org.ar/docs/observatorio/ley_nacional_salud_mental_26657.pdf