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En la actualidad, los trastornos de la personalidad tienen una gran relevancia diagnostica y desempeñan un papel

contextual en el sistema multiaxial. Componen uno de los dos ejes necesarios del trastorno mental. El formato
multiaxial revisado requiere que el conjunto de los síntomas no se evalúe como una entidad clínica separada del
contexto más amplio del paciente, que incluye el estilo de relacionarse, comportarse, pensar, sentir y afrontar
dificultades (su personalidad).
Los rasgos de personalidad son el sustrato y el contexto en el que podemos comprender mejor las formas más atípicas
y variadas de la psicopatología. Las ansiedades normales, los conflictos personales menores y las dificultades en las
relaciones sociales son precursores de los problemas mentales graves. Con la personalidad como base contextual, los
especialistas son más capaces de comprender la dinámica y el procedimiento a través del cual se presentan los
síntomas clínicos, sean sutiles o espectaculares.
Los trastornos de la personalidad están inmersos en un pluralismo conceptual que contrasta de forma notable con la
epistemología intrínsecamente integradora del mismo constructo de la personalidad. La totalidad de la personalidad se
conceptualiza cada vez más a través de perspectivas particulares. Los sistemas de pensamiento que tienden a la
cohesion son los que mejor permiten comprender el fenómeno de la personalidad y sirven además como fundaqmento
para la taxonomía de sus trastornos.

CUESTIONES SOBRE LA DEFINICIÓN


¿Qué es la personalidad?
 Deriva del término griego “persona”, que representaba la máscara utilizada por los actores de teatro. Como tal
máscara, sugeria una pretensión de apariencia, la posesión de otros rasgos, además de los que normalmente
caracterizaban al individuo que había tras la máscara.
 Con el tiempo, empezó a representar a la persona real, sus características aparentes, explícitas y manifiestas.
 Luego, el término se centra en las características psicológicas más internas, ocultas y menos aparentes del
individuo. Término más cercano a su uso actual.
Actualmente, es un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas, que son en su mayor
parte inconscientes y difíciles de cambiar, y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento
del individuo. Estos rasgos surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y aprendizajes, y
comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, pensar, afrontar y comportarse.

Perspectiva nomotética/centrada en el constructo: Verdad universal en la personalidad


Se refiere a la personalidad en un sentido abstracto, no individual. Énfasis en el descubrimiento de cómo ciertos
constructos tienden a relacionarse con otros o a adherirse a ellos y por qué, lo que implica centrarse en los constructos
subsidiarios de la personalidad como un fenómeno integrado (necesidades, motivos, mecanismos, rasgos, esquemas y
defensas). En ningún momento se menciona a una persona concreta.
Una vez que se han aislado las unidades fundamentales de la personalidad, será posible expresar cada personalidad
particular en términos de estas unidades sin recurrir a la persona en su totalidad. El error experimental se considera un
reflejo de la ignorancia de importantes variables independientes que hacen que uno sea consciente de la dificultad de
su explicación.
La personalidad se describe en términos de desviación de las puntuaciones individuales de la media del grupo. La
combinación de varios niveles de diferencias individuales constituye la individualidad, para la cual el perfil de
personalidad del sujeto se convertirá en una variable interviniente. Las taxonimias se construyen utilizando métodos
de análisis factorial. Se subraya la parsimonia; miles de rasgos pueden traducirse en un puñado de dimensiones.
Ventaja: sirve a las necesidades de la ciencia al considerar la personalidad como un ente abstracto, sin
individualizarlo. Es indispensable si la personalidad es considerada un fenómeno genuinamente científico. La
personalidad no puede permitirse el lujo de limitarse al descubrimiento y la explicación de leyes de comportamiento
específicas para una persona o para un grupo muy reducido de personas. Para asentar estas proposiciones universales
sobre el comportamiento, los psicólogos de la personalidad buscan regularidades o covariancias que puedan aplicarse
a muchas personas diferentes.

Perspectiva ideográfica: Verdades particulares sobre personas particulares


Resalta la individualidad, complejidad y singularidad de cada persona. Las personas tienen diferentes personalidades.
La personalidad hace que cada persona sea esa persona y hace a cada persona distinta de las demás.
La individualidad es el resultado de una historia única de transacciones entre factores biológicos y contextuales, una
historia que nunca antes había existido y que no se repetirá. No puede entenderse mediante la aplicación de leyes
universales o mediante dimensiones de diferencias individuales. El entendimiento de la personalidad requiere una
aproximación basada en el desarrollo que sea tan rica desde el punto de vista descriptivo como la propia historia de la
persona. “La historia de la personalidad es la personalidad” (Murray). La perspectiva ideográfica se plantea el cómo y
el por qué. El centro de atención de esta perspectiva es la visión de la personalidad como un fenómeno altamente
contextualizado e intrínsecamente transaccionado, que emerge de un mundo de posibilidades casi infinito. La ciencia
no necesita solo una descripción de sección transversal de la persona, sino también una explicación de por qué esa
persona ha evolucionado hacia lo que es.
Esta perspectiva milita contra toda taxonomía, considerándola una ilusión que mantiene la pretensión de ser ciencia,
pero que en sí misma no lo es. Las taxonomías se consideran solo sistemas explicativos provisionales que deben
modificarse cada vez que se disponga de nuevas evidencias. La individualidad absoluta es demasiado compleja y
variada para ser organizada en clases o situada en dimensiones de diferencias individuales. Si se utilizan deben serlo
con la conciencia de que son artefactos que facilitan la investigación de la individualidad y no objetivos finales. Los
constructos deben utilizarse de manera heurística, como guias que se reformulan y cambian cuando sea necesario; el
interés clínico inmediato reside solo en la manifestación única del constructo o rasgo en el individuo. Está interesada
en la validez descriptiva del contenido. Los constructos son únicamente puntos de partida. Lo importante es lograr una
caracterización relativamente completa y muy descriptiva del individuo tal y como es, y conocer el por qué.
Las taxonomías oficiales de la personalidad y sus trastornos tienen limitaciones en cuanto a su capacidad explicativa y
utilidad clínica. Las proposiciones nomotéticas y las etiquetas diagnósticas son meras superficialidades que quedarán
superadas cuando avance el conocimiento. Son necesarias pero no suficientes.
A medida que las teorías y los estudios empíricos se amplíen, las manifestaciones de la mayoría de las entidades
diagnósticas se irán perfilando: las categorías diagnósticas más amplias empiezan a fragmentarse en múltiples
categorías más concretas, de mayor especificidad y valor descriptivo. A medida que el proceso continúa, se produce
un interesante cambio estructural en la taxonomía: esta empieza a adquirir una estructura jerárquica que permite su
propia acomodación a los diferentes contextos. Su cobertura crece cuando las grandes categorías se dividen en
categorías más específicas.
Los rasgos de personalidad están organizados de forma jerárquica. Los descriptores de la personalidad son amplios,
pero poco precisos cuando nos acercamos a la cima de la jerarquía, estrechándose cada vez más, pero siendo más
precisos, cuando descendemos a los rasgos que ocupan los lugares inferiores y finalmente a los actos del
comportamiento.

Perspectiva integradora
Busca una síntesis entre las otras dos perspectivas. Ambos aspectos de nuestra ciencia deberían integrarse de forma
que no solo poseyésemos un conocimiento exhaustivo de cada constructo de la personalidad y su relación con otros,
sino también un conocimiento profundo del universo de mecanismos transaccionales a través de los cuales las
personalidades individuales se transforman durante su desarrollo. Es necesario un punto de partida para comprender al
individuo, y las verdades universales y las particulares no pueden reconciliarse completamente, pues en última
instancia el individuo es un fenómeno singular que solo es accesible parcialmente a la ciencia y a sus métodos.

Sistema
 Este concepto ofrece un nivel óptimo de precisión y alcance si se pretende crear un puente entre las dos
perspectivas.
 Constructo integrador que contiene elementos estructurales y funcionales. La parte y el todo se unen mediante
procesos autorreguladores.
 La unidad de análisis apropiada en los sistemas es la limitación, algo que actua para disminuir el número de
estados o configuraciones que pueden asumir otras partes del sistema. Algunas son más severas que otras en el
sentido de que excluyen más posibilidades.
Si la personalidad como ciencia informa sobre el caso individual, se debe luchar contra las formulaciones en las que
las diferentes construcciones nomotéticas pueden integrarse como un todo orgánico. La estructura del campo debe
reflejas su materia de estudio.
La esencia de la personalidad reside en su holismo implícito. No todos los mecanismos de defensa funcionan igual de
bien en todos los estilos interpersonales. Aunque las necesidades, motivos, mecanimos, rasgos, esquemas y defensas
forman parte de la personalidad, nunca constituyen la historia completa. Como constructo, la personalidad busca
englobar la matriz entera de la persona con el fin de diferenciar del remolino de comportamientos algunos principios
subyacentes, lógicos y organizadores que engloban precisamente el funcionamiento individual. La personalidad nos
lleva a observar los comportamientos manifiestos en conexión uno con otro como medio por el cual inferir algun tema
o unidad de propósito subyacente con el cual cada aspecto del todo es de algun modo numerable. Como constructo, la
personalidad nos lleva más allá de la superficie, para sacar conclusiones e integrar las diversidades manifiestas
basadas en principios lógicos latentes.
Estos principios nomológicos se basan en actividades adaptativas desde el punto de vista evolutivo que son aplicables
a todo organismo vivo como un sistema biopsicosocial: existencia (placer-dolor), adaptación (activo-pasivo),
replicación (Yo, otros) y abstracción (pensamiento-sentimiento). Cada actividad va asociada a una polaridad o
bipolaridad que confiere contenido al sistema.
La idea de un sistema es una unidad de análisis más consistente desde el punto de vista estructural que un rasgo o una
categoría, aunque estas últimas unidades pueden ser convenientes para la comunicación clínica. Las implicaciones y
los beneficios de los conceptos de sistemas para los trastornos de la personalidad se han traducido en principios
intrínsecamente conectados desde un punto de vista lógico.

 Principio 1: Los trastornos de la personalidad no son enfermedades


 Principio 2: Los trastornos de la personalidad son sistemas estructurales y funcionales internamente
diferenciados, no entidades internamente homogéneas.
 Principio 3: Los trastornos de la personalidad son sistemas dinámicos, no entidades estáticas y permanentes.
 Principio 4: La personalidad consiste en múltiples unidades, en múltiples niveles de datos (biofísicos,
intrapsíquicos, fenomenológicos, comportamentales y socioculturales)
 Principio 5: La personalidad existe en un continuum; no es posible una división estricta entre la normalidad y
la patología.
 Principio 6: La patogenia de la personalidad no es lineal, sino que se distribuye secuencialmente y de forma
múltiple a través de todo el sistema.
 Principio 7: Los criterios mediante los que se evalua la patología de la personalidad deben estar coordinados
de forma lógica con el propio modelo de sistemas (los niveles son poca estabilidad, inflexibilidad adaptativa y
círculos viciosos).
 Principio 8: Los trastornos de la personalidad pueden ser evaluados, pero no diagnosticados de una forma
definitiva.
 Principio 9: Los trastornos de la personalidad requieren modalidades de intervención combinadas y diseñadas
estratégicamente.

CARÁCTER
Características distintivas que constituían la “marca” de la persona. Al emplear las etiquetas “estructura del carácter” y
“trastornos del carácter”, los teóricos analistas se refieren a las características del comportamiento y del pensamiento
que están muy arraigadas y se mantienen relativamente imperturbables a lo largo de la vida.
Es la forma habitual en que se armonizan los elementos relacionados con las demandas internas y el mundo exterior,
es una función de una parte de la personalidad constante, organizada e integradora, que es el Yo. Esta concepción
excluye al Ello y al Superyó.
Otra concepción es que cuando hablamos del carácter de una persona, aplicamos probablemente una forma moral de
juzgar el comportamiento, tomando características asociadas al superyó.

TEMPERAMENTO
La atención está sobre el Ello. El sustrato biológico del que emerge la personalidad. Refleja todo lo que tiene que ver
con lo más constitucional, la bioquímica, endocrinología, y la estructura neurológica que subyace a la tendencia a
responder a la estimulación en determinadas áreas.
Estado de animo habitual de la persona, su periodicidad y su intensidad. El término se ve restringido a la disposición
constitucional de un individuo para la actividad y la reactividad emocional.

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