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Resumen 2° Parcial
SEMINARIOS
-Clisés que se repiten: Todo ser humano, por efecto conjunto de sus disposiciones innatas
y de los influjos que recibe en su infancia, adquiere una especificidad determinada para el
ejercicio de su vida amorosa. Esto da por resultado un clisé que se repite de manera
regular en la trayectoria de la vida. Sólo un sector de esas mociones determinantes de la
vida amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psíquico; ese sector está vuelto hacia la
realidad objetiva, disponible para la personalidad conciente. Otra parte de las mociones
libidinosas ha sido demorada en el desarrollo, está apartada de la personalidad conciente
como de la realidad objetiva, y sólo tuvo permitido desplegarse en la fantasía o bien
permanecido por entero inconciente.
Los clises son, entonces, repeticiones de la vida amorosa infantil inconcientes, que se dan
en el análisis con la persona del médico.
-Posición del analista: ni guía, ni consejero ni pedagogo; hacer cumplir asociación libre:
Es preciso ser sobre todo tolerante con las debilidades del enfermo. La ambición
pedagógica es inadecuada. Es incorrecto dictar al analizado unos deberes. Este tiene que
aprender sobre todo que ni en virtud de una actividad mental como la reflexión, ni de un
esfuerzo de atención y de voluntad, se resolverán los enigmas de la neurosis, sino solo por
la paciente obediencia a la regla psicoanalítica que ordena desconectar la critica a lo
inconciente y sus retoños.
-Nueva técnica: hacer repetir: El hacer recordar dentro de la hipnosis no podía menos
que provocar la impresión de un experimento de laboratorio. El hacer repetir en el curso
del tratamiento analítico, según esta técnica nueva, equivale a convocar un fragmento de
la vida real. De aquí arranca todo el problema del empeoramiento durante la cura.
Cuando la ligazón transferencial se ha vuelto de algún modo viable, el tratamiento logra
impedir al enfermo todas las acciones de repetición más significativas y utilizar el designio
de ellas como material para el trabajo terapéutico.
-El síntoma como satisfacción sexual sustitutiva: En la formación del síntoma tiene que
haber ocurrido algo que ahora podemos reconstruir por las experiencias que hacemos en
su solución. La existencia del síntoma tiene por premisa que algún proceso anímico no fue
llevado hasta el final normalmente, de manera que pudiera devenir conciente. El síntoma
es un sustituto de lo que se intercepto. Debe haberse producido una violenta renuncia a
que el proceso anímico cuestionado penetrase hasta la conciencia. El síntoma es un
sustituto de algo que fue estorbado por la represión (representación sexual). Los síntomas
sirven de la satisfacción sexual de los enfermos, son un sustituto de esta satisfacción que
les falta en la vida. Dan satisfacción y a la vez su contrario porque son producto de una
formación de compromiso entre la fuerza reprimida y la represora.