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INSTITUTO DEL DESIERTO DE SANTA ANA

ESCUELA DE POSGRADO
DOCTORADO EN DOCENCIA

ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN EDUCATIVA

Lo Humano- Afectivo- Social de la Organización Escolar

PRESENTA:

Omar Tadeo Torres Armendáriz

CD. OBREGÓN, SONORA, A 08 DE JULIO DE 2009


Cualquier persona dentro de una organización escolar, que tenga una idea clara
de su quehacer, reconoce la necesidad de estimular y estimularse para lograr los
objetivos propuestos por la organización y además en los alumnos propiciar el
aprendizaje en el sentido más obvio, es decir, la adquisición de determinados
conocimientos o destrezas. Esto vale tanto para el profesor y directivos de
Preescolar que para el profesor o directivos universitarios; aquélla enseñará a sus
pequeños a reconocer distintas formas, tamaños, o colores de los cuerpos, a
identificar dibujos y letras, a leer en el sentido fonético; el profesor de la
Universidad estimulará en sus alumnos la capacidad para resolver sistemas de
ecuaciones simultáneas, las características, épocas y manifestaciones de tal o
cual actividad o estilo artístico, los procedimientos de análisis cuantitativos o
cualitativos. Pero la tarea de un profesor, y en este sentido dirigiré mi análisis en el
sentido de la organización escolar, va más allá de los aprendizajes concretos. Y si
reconoce la necesidad de éstos, se hace cargo también de que tras estos
aprendizajes, y bajo su orientación, el estudiante debe llegar a ser capaz de
ejercer la actividad intelectual propia del hombre y, mediante ella, llegar a un
conocimiento profundo de la realidad y resolver los problemas que la vida le
plantea. En otras palabras, el profesor tiene, mediante la organización, que
enseñar cosas, impartir conocimientos concretos, pero ha de llegar más allá, hasta
enseñar a pensar o, hablando más propiamente, estimular y orientar a sus
alumnos para que lleguen a aprender a pensar. Pero aprender a pensar es tanto
como adquirir capacidad de reflexión y relación, de suerte que tal aprendizaje sólo
es posible cuando los diversos conocimientos particulares y los múltiples
contextos y quehaceres de la educación se ordenen en un sistema que refleje la
unidad del pensar y del obrar.

La justificación y diseño de un modelo organizacional como el de contingencia en


el aula, en el que se ordenen (burocrático) y armonicen (análisis de contexto y
ambiente) las múltiples funciones del conocer-hacer y se identifiquen los
componentes que trascienden el aprendizaje puramente animal, es una cuestión
viva y fundamental a la vez. Viva, porque hoy atrae la atención de un buen número
de investigadores, y fundamental, porque es el punto de referencia y apoyo para
una educación real, personalizada, es decir para un auténtico despliegue de la
persona humana. Teniendo presente la complejidad de la vida y, por consiguiente,
de la educación, fácilmente se comprenderá que la unidad del proceso educativo
plantea serios problemas.

Brevemente se pudiera decir que hay tres grandes cuestiones por resolver. En
primer lugar, la integración de las enseñanzas, de tal manera que el aprendizaje
de una materia o ciencia no obstaculice, sino refuerce, el aprendizaje de otra, y
todas en conjunto vengan a constituir el contenido de un proceso intelectual en el
que no haya lagunas ni solapamientos. En segundo lugar, la vinculación con las
aptitudes cognitivas culturales y efectivas que constituyen la capacidad de
comunicación y realización. En tercer lugar, las enseñanzas, concentradas en el
llamado plan de estudios en la aceptación más estricta, que cubren el campo de
los aprendizajes específicos, han de estar a su vez integradas con las actividades
orientadoras y formativas que deben cubrir el campo de las decisiones, las
actitudes, lo hábitos y, en definitiva, de toda la vida. Dado que la unidad de la vida
humana se hace realidad cuando todos los actos concurren a un mismo fin, los
objetivos particulares de cada acto educativo habrán de concurrir también a un
mismo fin si el proceso de la educación ha de tener unidad. Esto vale tanto como
decir que la integración y la armonía de todos los elementos educativos exige la
integración de todos los objetivos de la educación. En esta integración, el
pensamiento se proyecta en la vida de tal suerte que el aprender a pensar viene a
ser la cimentación del aprender a vivir.

Tanto el razonamiento teórico en cuanto a las investigaciones mencionadas y


analizadas permiten concluir que todas las manifestaciones de la educación se
hallan ligadas entre sí de tal suerte que se puede ofrecer un modelo en el que
estén representados la variedad de actos educativos y la unidad del proceso de la
educación. Esta doble visión del proceso educativo como realidad única en la que
se integran una multiplicidad de elementos, permite prever el riesgo de su
desintegración en una suma de actos inconexos en los que se perdería que más
allá de cualquier clasificación que mire a un campo de la educación se ha de ir
hacia un sistema de objetivos en el cual queden incluidas todas las
manifestaciones de la vida humana y de su proceso perfectivo. A esta idea
responde la clara razón de unificar las clasificaciones corrientes que
separadamente cubren alguno de los aspectos o campos de la educación, entre
los que se han hecho bien conocidos el campo cognitivo, el afectivo y el
psicomotor.

Una nueva formación y organización humana abierta nacida de la confrontación


entre la educación de la modernidad y la postmodernidad, requiere ante todo una
actitud abierta. La modernidad nació como un rechazo de la tradición, y la
postmodernidad, a su vez como un rechazo de la modernidad. Las relaciones de
distinción y complementariedad entre conceptos, ideas y situaciones se
interpretaron erróneamente, como relaciones de oposición e incompatibilidad,
contraponiendo la ley a la libertad, el orden a la espontaneidad, la creatividad a la
capacidad receptiva, negando uno de los aspectos de la realidad por generalizar el
otro.

En el terreno de las ideas, la actitud abierta supone amplitud para utilizar todos los
métodos de investigación pedagógica y modelos de organizacionales que
razonablemente se presuma puedan aportar algún dato al conocimiento de la
educación, sin que la utilización de un método estricto implique la descalificación
mecanicista del otro, el orgánico; así, la utilización de la investigación histórica, la
experimental, la especulativa...,cada una en su propio campo, intentando
armonizar las aportaciones de uno con las aportaciones de los otros a fin de lograr
un conocimiento integrado y completo, en la medida de lo posible, de los
problemas educativos.

La educación y en especial los docentes, necesita estar arquitectónicamente


abiertos en el orden teórico a cualquier idea que tenga bases razonables y, en el
orden práctico, a cualquier actividad que de un modo u otro pueda ser útil, además
es necesaria que esa sensación de que la escuela es una miscelánea de
estructuras administrativas, planes de coordinación y de estilos docentes se lleven
a un punto de análisis y reflexionar si es o no un nuevo modelo basado en las
condiciones contextuales y ambientales de esa institución.

En nuestra realidad, nos encontramos inmersos en un modelo burocrático


propiciado por la gran cantidad de reglamentos e instrucciones que se deben
llevarse al pie de la letra por directivos, administradores y docentes, que
incentivados por las fuerzas de poder y de presión nos encaminan a tomar
decisiones muy a la ligera.

Si consideramos que la formación docente, nos lleva a la reflexión de que para


llegar a un aprendizaje es necesario, primeramente, gestionarlo analizando las
condiciones contextuales y ambientales para tomar decisiones reales y planear de
una manera real para posteriormente administrarlas asertiva y emocionalmente.

Se entiende que en la formación inicial de los profesores debe hacerse posible,


conjugar coherentemente la teoría y la práctica en situaciones escolares reales,
haciendo especial hincapié en ello, porque para poder aprender y desarrollar
óptimamente las capacidades emocionales y las habilidades sociales hacen falta
la práctica. En cualquier caso, llevar la educación emocional al terreno de la praxis
nos obliga en definitiva a revisar o replantear nuestra propia actividad como
docentes, dado que el alumno aprende sobre el profesor, además de aprender de
él. Sea o no intencionado, el profesor se convierte en un modelo potencial de
adulto o de profesor, y, si enseña a niños, es muy probable que estén tan
interesados en él como en la materia.

Efectivamente, el papel del profesor cobra vital importancia a la hora de plantearse


el tema de la educación y organización emocional, dada que en su persona recae
la tarea de ayudar a desarrollar todas las potencialidades del alumno. A la luz de
esto, se considera que los futuros profesores con su peculiar forma de ser y hacer,
al enseñar, también van a transmitir conjuntamente una serie de valores que a su
vez son aprendidos.
En todo caso, es importante que al final, los futuros profesores estén preparados
para poder aplicar los conocimientos adquiridos. Esto supone que en el último
cuarto de siglo los psicólogos han llegado a comprender en profundidad el proceso
de aprendizaje y sus motivaciones; sabemos mucho de cómo educar bien, lo que
nos falta, en cantidades colosales, no es el conocimiento sino el uso del
conocimiento.

Desde esta perspectiva, el problema del uso del conocimiento nos lleva a
reflexionar sobre cómo los futuros maestros van a gestionar y administrar los
conocimientos Psicológicos-Pedagógicos que se van adquiriendo durante la época
de los estudios.

Siguiendo con la misma idea, se considera también que cuando un futuro profesor
ha aprendido y ha reflexionado por sí mismo sobre los aspectos fundamentales de
la inteligencia emocional –y que además ha aprendido a percibir correctamente y
de una forma diferenciada sus propias vivencias así como los sentimientos, los
deseos y las necesidades de otras personas-, dispondrá de más posibilidades de
poder enriquecer y mejorar nuestro sistema educativo y formativo.

Uno de los retos de la educación del siglo XXI se basa en los siguientes pilares
básicos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a
ser. Así, teniendo en cuenta estos cuatro tipos de aprendizaje se puede observar
que un alto porcentaje de estos aprendizajes esta emparentado con el mundo
emocional. Se trata entonces de considerar la educación emocional desde la
misma formación del profesorado, donde se ha de aprender a armonizar el marco
racional con el marco emocional.

Desde este horizonte se cree que es preciso seguir discutiendo e investigando en


cuestiones como las emociones y como estas impactan en la sociedad, en la
forma de tomar decisiones, al momento de dirigir una organización escolar, con
un enfoque y modelos más amplios que abarquen la capacidad creativa, el
entusiasmo, el talento para la organización, la motivación y las actitudes
humanitarias y que abra al ámbito científico-educativo un vasto campo de estudio
de investigación para que se vea reflejado en el quehacer del aula.

Desde otra perspectiva, al analizar las prácticas educativas escolares que


intervienen en el desarrollo emocional del sujeto se observan tres ámbitos que van
a influir en la educación de la alfabetización emocional del alumnado.

Por un lado, tenemos la influencia que ejerce la propia actuación docente sobre el
desarrollo de un modelo burocrático, de contingencia, con un enfoque abierto y
articuladas de un modo impreciso del proceso educativo y didáctico. En segundo
lugar, hay que considerar que la legislación educativa siempre nos ofrece el marco
que posibilita la introducción en el currículum de los contenidos necesarios para
permitir la integración de estos modelos, dando al profesorado la posibilidad de
introducir en sus áreas aquellos elementos curriculares que pueden educar las
transversalidades de su que hacer. En tercer lugar, hay que considerar la
posibilidad de incluir este tipo de enseñanzas (Organización escolar por niveles)
dentro del currículo ordinario de forma específica para que se pueda aprovechar la
capacidad metacognitiva y metaemocional de profesores y directivos. El primer
entorno donde se desarrolla el docente niño es a nivel cognitivo como emocional.
El siguiente entorno es el escolar, de aquí que los centros escolares deban ser
compensadores de las carencias de cualquier tipo, también desde un punto de
vista de la educación emocional; porque, se planifique o no, los centros educan la
gestión emocional del sujeto. Si no lo planifica lo hará sin garantía de eficacia.

Comprender el sentido de las cosas y por qué suceden de una cierta manera es
uno de los mayores placeres que nos está dado saborear, aunque como todos los
placeres se disfruta más cuando se ha aprendido a degustarlo. Y cuanto más
fascinante es el fenómeno que tratamos de comprender mayor placer se obtiene
en el esfuerzo para encontrar un hilo conductor bajo la diversidad de los hechos.
Sin duda uno de los fenómenos más fascinantes que nos es dado presenciar, para
el que además estamos muy sensibilizados, en el desarrollo del hombre en un
contexto y en un ambiente, el esfuerzo por madurar, en todos los sentidos, y pasar
del ser desvalido que todos nosotros hemos sido en el nacimiento, nos
convertimos en hombres de bien, hacia un mundo en constante transformación.

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