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Para los griegos, physis (naturaleza) era lo maduro, lo pleno, lo bello, lo sano7.
la enfermedad (páthos) era algo contranatural, inmoral. El médico, que tenía la
virtud de hacer volver a su cauce la physis, era, en cierta forma, un moralista,
pues la enfermedad coloca al hombre en riña con lo bueno y lo bello. Si hay
páthos no hay éthos, como que éthos no significaba rigurosamente "ética" sino
"orden natural", el "modo o forma de vida"8. El enfermo (in - firmus, sin
firmeza física y moral), colocado en condición de incapacitado, debía ser
tratado como un niño pequeño y el médico, en su función de ordenador,
desempeñar el papel de padre. Esto explica el paternalismo que caracterizó a
la medicina occidental hasta época reciente.
EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO
Queda establecido, pues, que la ética médica en sus inicios se fundamentó con
criterio "naturalista", Siendo sabia la physis, todo lo natural tenía que ser
bueno. Pero, como afirma Lain17, el gran legado de los médicos hipocráticos a
la ética médica de la posteridad, fue haber fundido en el alma del sanador lo
humano y lo técnico, es decir, curar al hombre técnicamente.
Hacia el año 190 a.C. fue escrito en Alejandría el Libro Sagrado denominado el
Eclesiástico (del latín eclesiastes, profeta), tenido como un tratado de ética ya
que diserta sobre las virtudes y la sabiduría práctica18. Uno de los capítulos
está dedicado a honrar al médico. Jesús, autor del Libro e hijo del sabio profeta
Sirácides, nos legó un testimonio importante acerca de los conceptos que
sobre la medicina y el médico tenían personas cultas e influyentes como él. El
capítulo en mención no es propiamente una guía de comportamiento para el
médico sino para el enfermo. Dada la gran influencia que los sagrados Libros
ejercieron en el mundo cristiano y en la vida de Occidente, es bueno revisar los
conceptos que nos son de particular interés y que registra el Eclesiástico:
NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA
cuando me referí atrás al influjo que la ciencia tuvo sobre la ética en los
inicios de aquella, anotaba que si no se le añadía ciencia a la ética, esta
sería algo vano, inconsistente. Pues bien, a raíz de los sorprendentes
atrevimientos de la ciencia en terreno de la biología, los moralistas,
alarmados por sus potenciales repercusiones. establecieron que si no se le
añadía ética a la ciencia, esta se convertiría en algo peligroso para la
supervivencia de la humanidad. Advino entonces una nueva revisión de la
fundamentación y sistematización de la ética, que cobijó particularmente a
la ética científica y, desde luego. a la ética médica.
Dice el varias veces mentado médico y filósofo español Diego Gracia que la
bioética médica es una consecuencia necesaria de los principios que viven
informando la vida espiritual de los países occidentales desde hace dos
siglos39. Es cierto, junto con la formulación y vigencia de los principios de
libertad política y libertad religiosa, se impuso también el principio de
libertad moral. El mismo Gracia añade: Todo ser humano es agente moral
autónomo, y como tal debe ser respetado por todos los que mantienen
posiciones morales distintas"40. Si lo moral es la esencia de lo ético, deberá
aceptarse entonces que la Etica Médica con el advenimiento de la Bioética
ha sido modificada en su esencia. En efecto, fue en los inicios de los años
70 cuando al paciente se le concedió la ciudadanía libre y responsable. Esa
ciudadanía quedó refrendada con la "Declaración de los derechos del
paciente", aprobada por la Asociación Americana de Hospitales en 1973 y
que, como era de esperar, ha venido haciendo carrera en todo el mundo,
siendo un ingrediente más de los muchos que han hecho del ejercicio
profesional de la medicina una disciplina francamente conflictiva. En
Colombia, en 1991, el Ministerio de Salud dictó una resolución en tal
sentido, con carácter de general para instituciones de salud, ofíciales y
privadas41.
Junto con el de autonomía, los principios morales de beneficencia y justicia
constituyen el trípode que sirve de base de sustentación a la ética médica
actual. El primero tiene que ver con el paciente, el segundo con el médico y
el tercero con el Estado y la sociedad. Adviértase, entonces, que el
paternalismo que caracterizó a la medicina durante veinticinco siglos dejó
de tener vigencia. El paciente, por una parte, superó su condición de
incapacitado moral para convertirse en un sujeto activo, con derechos
legales; el médico, a su vez, continúa siendo el benefactor del paciente,
pero no a contrapelo del querer de éste; a la sociedad, que no fue tenida en
cuenta sino hasta época reciente se le adjudicó la función de distribuir
equitativamente los bienes escasos en la comunidad, es decir, a actuar con
criterio justo. Sin duda, tal ingrediente, involucrado en el concepto de ética
médica, tiene sus raíces en las tesis propuestas por John Stuart Mill en su
tratado de filosofía moral, El utilitarismo. Para él, la esencia de la justicia no
es otra que el derecho al bienestar que posee el individuo. La justicia -
escribió- es el nombre de ciertas clases de reglas morales que se refieren a
las condiciones esenciales de bienestar humano de forma más directa y
son, por consiguiente, más absolutamente obligatorias que ningún otro tipo
de reglas que orienten nuestra vida