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ORÍGENES DE LA ÉTICA MÉDICA

La ética, es decir, el conocimiento organizado de la moral, no tiene una


antigüedad mayor de veinticinco siglos. Para Aristóteles fue Sócrates su
fundador, puesto que fue el primero en señalar y definir las virtudes éticas y
en cuestionar la forma como debemos vivir. Séneca confirma este concepto
cuando dice que Sócrates fue quien puso la filosofía al servicio de las
costumbres y definió que la sabiduría suprema es distinguir los bienes de los
males

Antes de Sócrates y Aristóteles la virtud era atributo de los dioses. SI alguna


se les asignaba a los hombres, tenía que ver con disposiciones guerreras y
otras cualidades físicas, que eran regalo de los dioses, dones divinos. En
concepto de Sócrates, la virtud es única y a partir de ella se puede establecer
lo que es lícito y lo que no lo es, vale decir, lo que es bueno y lo que es malo.
Esa única virtud consiste en la obediencia de la ley. En diálogo con Critón,
Sócrates pregona su respeto por las leyes, pues atentar contra ellas puede
derivar en daño para la colectividad. No obstante estar hechas por los hombres
-dice-, las leyes son de naturaleza divina.

De ahí que se hubiera opuesto a los sofistas, que amenazaban el auténtico


fundamento de las leyes. De esa manera pretendió, además establecer una
cultura ciudadana, lo cual le da créditos para considerarlo fundador de la ética
social. Más tarde Platón, influido por los pitagóricos que habían hecho de la
filosofía de las matemáticas un sistema ideal de vida, eleva la teoría de la ética
a nivel de ciencia.

La Ética Médica, por su parte, es ligeramente posterior a Sócrates, o mejor,


contemporánea. Sócrates consideraba que la medicina era un servicio de los
dioses (medicina teologal).

En mi concepto, en este pasaje se consagra un aspecto de la ética del


paciente, a la que no se le ha prestado mayor atención. Sin duda, hermoso
testimonio de respeto al principio de gratitud.

Para los griegos, physis (naturaleza) era lo maduro, lo pleno, lo bello, lo sano7.
la enfermedad (páthos) era algo contranatural, inmoral. El médico, que tenía la
virtud de hacer volver a su cauce la physis, era, en cierta forma, un moralista,
pues la enfermedad coloca al hombre en riña con lo bueno y lo bello. Si hay
páthos no hay éthos, como que éthos no significaba rigurosamente "ética" sino
"orden natural", el "modo o forma de vida"8. El enfermo (in - firmus, sin
firmeza física y moral), colocado en condición de incapacitado, debía ser
tratado como un niño pequeño y el médico, en su función de ordenador,
desempeñar el papel de padre. Esto explica el paternalismo que caracterizó a
la medicina occidental hasta época reciente.

La medicina en los tiempos de Sócrates y de Hipócrates no estaba organizada


ni reglamentada como profesión. Los conocimientos médicos se heredaban, se
transmitían en el grupo familiar. La profesión tenía carácter de secta; era como
un sacerdocio profesionalizado, aunque también ejercían curadores empíricos y
autodidactos. La sociedad, en general, desconfiaba de los que hacían de
médicos. No existían disposiciones que obligaran al practicante a ser
responsable de sus actos, como sí ocurría en la Mesopotamia. Recordemos que
en Babilonia el rey Hammurabi, que reinó unos 1.800 años antes de Cristo,
registró en su famoso Código derechos y obligaciones de los profesionales de la
medicina. Veamos una muestra de esas disposiciones:
"215. Si un médico ha tratado a un hombre libre de una herida grave mediante
la lanceta de bronce y el hombre cura; si ha abierto la nube de un hombre con
la lanceta de bronce y ha curado el ojo del hombre, recibirá diez siclos de
plata". "218. Si un médico ha tratado a un hombre libre de una herida grave
con la lanceta de bronce y ha hecho morir al hombre, o si ha abierto con la
lanceta de bronce la nube de un hombre y destruye el ojo del hombre, se le
cortarán las dos manos"

EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO

Esta falta de disposiciones reglamentarias del ejercicio médico en Grecia, junto


con la natural desconfianza de la sociedad hacia los médicos, indujo a la secta
a dictar sus propias normas de conducta, las cuales quedaron consignadas en
un documento que pasó ala posteridad con el nombre de "Juramento
hipocrático", tenido como un paradigma de ética profesional, de
responsabilidad moral e impunidad jurídica10. Más adelante volveremos sobre
este asunto.
Históricamente no existe ningún documento que legitime la autoría del
Juramento, es decir, que le otorgue a Hipócrates o a otro distinto la
paternidad. Debe tenerse en cuenta que Hipócrates fue un personaje cuasi
legendario, llegándose a afirmar que fue más un nombre que un hombre. De lo
que no queda duda es que de verdad existió. Por lo menos dos
contemporáneos suyos lo mencionan. En Fedro, Platón (427-348 a.c) recoge el
siguiente diálogo:
"Fedro. - Si hemos de creer a Hipócrates, el descendiente de los hijos de
Asclepíades, no es posible, sin este estudio preparatorio, conocer la naturaleza
del cuerpo

EL VIRTUOSISMO MORAL DEL MÉDICO

Queda establecido, pues, que la ética médica en sus inicios se fundamentó con
criterio "naturalista", Siendo sabia la physis, todo lo natural tenía que ser
bueno. Pero, como afirma Lain17, el gran legado de los médicos hipocráticos a
la ética médica de la posteridad, fue haber fundido en el alma del sanador lo
humano y lo técnico, es decir, curar al hombre técnicamente.
Hacia el año 190 a.C. fue escrito en Alejandría el Libro Sagrado denominado el
Eclesiástico (del latín eclesiastes, profeta), tenido como un tratado de ética ya
que diserta sobre las virtudes y la sabiduría práctica18. Uno de los capítulos
está dedicado a honrar al médico. Jesús, autor del Libro e hijo del sabio profeta
Sirácides, nos legó un testimonio importante acerca de los conceptos que
sobre la medicina y el médico tenían personas cultas e influyentes como él. El
capítulo en mención no es propiamente una guía de comportamiento para el
médico sino para el enfermo. Dada la gran influencia que los sagrados Libros
ejercieron en el mundo cristiano y en la vida de Occidente, es bueno revisar los
conceptos que nos son de particular interés y que registra el Eclesiástico:

1. De Dios viene toda medicina, vale decir, tiene carácter divino, es


teúrgica.
2. Dios hizo al medicó para bien del enfermo. El médico es un
intermediario entre aquél y éste, y su misión es proporcionar beneficio.
3. De la tierra creó Dios los medicamentos, y la virtud de estos
pertenece al conocimiento de los hombres, por lo cual deben glorificarlo.
Por tal información y mandamiento la terapéutica es de naturaleza
divina y se obtiene de la naturaleza misma, pudiéndose equiparar al
concepto naturalista griego.
4. Al sentirse enfermo, el individuo no debe descuidarse, sino que debe
apartarse del pecado, limpiar el corazón, dedicarse a la oración, hacer
ofrendas y oblación. Sólo entonces será posible que obre el médico.
Este, a su vez, deberá rogar al Señor para que surtan efecto sus
remedios. En resumen, lo que se quiere significar es que la enfermedad
es consecuencia del pecado y la curación se obtiene con la oración y el
arrepentimiento.

NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA

cuando me referí atrás al influjo que la ciencia tuvo sobre la ética en los
inicios de aquella, anotaba que si no se le añadía ciencia a la ética, esta
sería algo vano, inconsistente. Pues bien, a raíz de los sorprendentes
atrevimientos de la ciencia en terreno de la biología, los moralistas,
alarmados por sus potenciales repercusiones. establecieron que si no se le
añadía ética a la ciencia, esta se convertiría en algo peligroso para la
supervivencia de la humanidad. Advino entonces una nueva revisión de la
fundamentación y sistematización de la ética, que cobijó particularmente a
la ética científica y, desde luego. a la ética médica.

No obstante que el fundador de la ética, Sócrates, relacionara el


comportamiento del individuo con las leyes y la sociedad, su curso posterior
estuvo muy ligado con el "otro", es decir, con efecto que mi
comportamiento pudiera tener sobre mi congénere. Más tarde, en virtud de
una interpretación comunitaria del moral, derivada del concepto del Estado
secular y democrático la ética individual se extendió a la ética social.
Cuando la ciencia en su afán inquisitivo y transformador, se convirtió en
amenaza para él individuo, la sociedad y la especie toda, se vio la
necesidad de ponerle un freno á ese afán, dándole un nuevo rostro a la
ética científica. Así surgió la Bioética.
Ese nuevo rostro, que fue, sin duda, un original enfoque de la ética
científica, se puso en circulación hace poco más de veinte años. Esta ética
novedosa gira alrededor de la vida, no solo de la humana, sino también de
las demás formas conocidas sobre el planeta, es decir, la animal irracional y
la vegetal.

LA NUEVA ÉTICA MÉDICA

Dice el varias veces mentado médico y filósofo español Diego Gracia que la
bioética médica es una consecuencia necesaria de los principios que viven
informando la vida espiritual de los países occidentales desde hace dos
siglos39. Es cierto, junto con la formulación y vigencia de los principios de
libertad política y libertad religiosa, se impuso también el principio de
libertad moral. El mismo Gracia añade: Todo ser humano es agente moral
autónomo, y como tal debe ser respetado por todos los que mantienen
posiciones morales distintas"40. Si lo moral es la esencia de lo ético, deberá
aceptarse entonces que la Etica Médica con el advenimiento de la Bioética
ha sido modificada en su esencia. En efecto, fue en los inicios de los años
70 cuando al paciente se le concedió la ciudadanía libre y responsable. Esa
ciudadanía quedó refrendada con la "Declaración de los derechos del
paciente", aprobada por la Asociación Americana de Hospitales en 1973 y
que, como era de esperar, ha venido haciendo carrera en todo el mundo,
siendo un ingrediente más de los muchos que han hecho del ejercicio
profesional de la medicina una disciplina francamente conflictiva. En
Colombia, en 1991, el Ministerio de Salud dictó una resolución en tal
sentido, con carácter de general para instituciones de salud, ofíciales y
privadas41.
Junto con el de autonomía, los principios morales de beneficencia y justicia
constituyen el trípode que sirve de base de sustentación a la ética médica
actual. El primero tiene que ver con el paciente, el segundo con el médico y
el tercero con el Estado y la sociedad. Adviértase, entonces, que el
paternalismo que caracterizó a la medicina durante veinticinco siglos dejó
de tener vigencia. El paciente, por una parte, superó su condición de
incapacitado moral para convertirse en un sujeto activo, con derechos
legales; el médico, a su vez, continúa siendo el benefactor del paciente,
pero no a contrapelo del querer de éste; a la sociedad, que no fue tenida en
cuenta sino hasta época reciente se le adjudicó la función de distribuir
equitativamente los bienes escasos en la comunidad, es decir, a actuar con
criterio justo. Sin duda, tal ingrediente, involucrado en el concepto de ética
médica, tiene sus raíces en las tesis propuestas por John Stuart Mill en su
tratado de filosofía moral, El utilitarismo. Para él, la esencia de la justicia no
es otra que el derecho al bienestar que posee el individuo. La justicia -
escribió- es el nombre de ciertas clases de reglas morales que se refieren a
las condiciones esenciales de bienestar humano de forma más directa y
son, por consiguiente, más absolutamente obligatorias que ningún otro tipo
de reglas que orienten nuestra vida

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