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ÉTICA EN MEDICINA, SERVICIOS

MÉDICOS PRIVADOS Y PÚBLICOS

SOCIOLOGÍA MÉDICA

PROFESOR: DRA. CLAUDIA ROJAS SORIANO


E.M. JULIO CÉSAR MAGAÑA JIMÉNEZ
1 E. CICLO ESCOLAR: 2021- 2022
INTRODUCCIÓN

Ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del


hombre. La moral es lo relativo a las acciones o caracteres de las personas desde
el punto de vista de la bondad o malicia. Es aquello que no pertenece al campo de
los sentidos o de lo físico, sino al del entendimiento, conciencia o lo espiritual.
Tampoco pertenece al campo jurídico, sino al fuero interno y el respeto humano.

El término "ética" procede de la palabra griega "étos", que significa costumbres o


conducta, y tiene etimológicamente un significado equivalente al término
"moral" que deriva del latín mos, moris. Aunque ambas palabras tienen el mismo
significado, a la moral se le suele atribuir una connotación religiosa, mientras a la
ética se le aplica un sentido más civil o secular. Sin embargo, en la práctica
pueden utilizarse indistintamente para referirse a la disciplina filosófica que estudia
mediante la razón "como debemos vivir".

El término "deontología" viene del griego deon, deontos, que significa deber,


obligación, y a veces se ha utilizado como sinónimo de ética y moral.
Históricamente se ha referido al conjunto de deberes de una profesión expresado
en un código de normas éticas que afectan a los profesionales de un determinado
colectivo. Generalmente ha sido aprobado por la corporación correspondiente
(Colegio de Médicos p. ej.), que vigilará por la calidad del ejercicio profesional y
prestigio social.

Las leyes están relacionadas con la ética, al menos en su fundamento, pero en la


práctica pueden darse leyes inmorales. No debemos confundir legalidad y
moralidad, aunque sería deseable la máxima coherencia entre ellas.

Existe una gradación de estos tres conceptos (ética, deontología, ley) según su
nivel de exigencia. La ley establece unos mínimos que se deben cumplir para
convivir en sociedad

La ética médica (conjunto de principios y normas morales que regulan la


asistencia médica) tiene como fundamento ineludible el comportamiento y las
relaciones interpersonales establecidas entre un médico (sabedor, conocedor y
actor competente) y un paciente (objeto y sujeto, a la vez orgánico, social y
personal), en el que aquel ve un amigo.

El respeto a la dignidad humana exige el respeto a cada uno individualmente.


Debe valorarse la igualdad entre todos ellos y su distinción individual. Este
concepto no es aceptado por todos los planteamientos éticos.

La ética es tan valorada en la medicina que todos los médicos se comprometen a


adherirse al juramento hipocrático. Este juramento, formulado por el médico griego
Hipócrates hace unos 2.500 años, describe los principios de la ética médica;
muchos de los cuáles siguen vigentes hoy día. En la actualidad todos los
fundamentos éticos se recogen en el código internacional de ética médica.
Sin embargo, la ética médica cambia conforme cambia la sociedad y su brújula
moral.

Para ver el avance de la ética en la práctica médica nada mejor que comprobar
como algunas prácticas médicas habituales hace décadas nos parecerían
aberrantes hoy día. Buena muestra de ello es la lobotomía, una operación en la
que los médicos rompen conexiones en el cerebro de los pacientes para tratar
afecciones como la depresión y la esquizofrenia. En el apogeo de la práctica de la
lobotomía en la década de 1940, antes de los avances en la atención de la salud
mental, este procedimiento era poco cuestionado dentro de la comunidad médica
e incluso consiguió un Premio Nobel en 1949.
MARCO TEÓRICO

La idea de una ética médica existe desde los tiempos precristianos en que el
griego Hipócrates, nacido en el año 460 antes de Cristo, habló de los deberes
éticos de los médicos y los plasmó en lo que se conoce como el juramento
hipocrático. Es un juramento en que los médicos se comprometen a actuar ética y
honestamente con sus pacientes. A Hipócrates se le considera padre de la
medicina ya que fue el primero en hacer ver que las enfermedades tenían causas
naturales no causadas por dioses o espíritus malignos.

El primer código de ética se publicó en el siglo 5 con el título de Formula Comitis


Archiatrorum, al cual siguieron escritos de médicos musulmanes como Ishaq ibn
Ali al-Ruhawi [que escribió el primer libro de ética médica “La conducta del
médico”] y Muhmmad ibn Zakariya ar-Razi, así como pensadores judíos como
Maimónides, y escolares católicos como Santo Tomás de Aquino. Ya para fines
del siglo 18, la ética médica se estructura más, y el inglés Thomas Percival publica
en 1794 un código de ética en que aparecen los términos de ética y jurisprudencia
médicas, pero hay autores de hoy que consideran que el código de Percival
sobreprotegía al médico Berlant, Jeffrey (1975

En 1815, el parlamento inglés propone la primera ley que exige una enseñanza
formal de medicina y plantea una reglamentación ética de la profesión médica. En
1847, la American Medical Association adopta su primer código ético que se
inspira en la ética médica católica, pero que sufre cambios y reconfiguraciones en
el siglo 20 (décadas 60 y 70) utilizando un enfoque más liberal. A partir de
entonces, la ética tiene una importancia creciente en la medicina contemporánea
lo cual ha llevado a la creación de comités de ética institucionales que se
encargan de evaluar y vigilar cualquier experimento en que participan seres
humanos.

Existen ya casos bien conocidos en que no se ha respetado la ética médica y que


apoyaron la necesidad de que el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición Salvador Zubirán tuviera, desde el año 1977, un Comité Ético que revisa
y aprueba todas las investigaciones médicas que va a realizar. Actualmente, uno
no debe participar en estudios médicos que no hayan sido aprobados por el
comité de ética institucional.

La ética médica es una disciplina que acompaña al médico a lo largo de su vida


profesional. Permite, en su condición de ética aplicada, analizar los problemas
éticos para tomar decisiones que utilizan el bagaje de sus valores personales y la
conciencia moral que ha adquirido previamente, y puede aplicar desde muy
temprano en las aulas universitarias al compaginar sus expectativas vocacionales
con sus obligaciones estudiantiles; desde sus primeros contactos con la vida,
enfermedad, dolor, muerte y realidades sociales que experimenta en los
anfiteatros anatómicos, en los laboratorios experimentales con animales, y luego
con los enfermos.

La ética, en su concepto primigenio, analiza las conductas y el comportamiento de


las personas y las califica como aceptables o erróneas, a condición de que sean
voluntarias y conscientes, expresa, así mismo, la propuesta colectiva de la
sociedad. En tanto, la ética médica, en ese mismo sentido, orienta la conducta del
profesional médico hacia el acto médico correcto, y propicia el logro de un
estándar ideal y de excelencia de las relaciones que debe establecer con los
enfermos. Por su parte, la deontología médica complementa a la ética médica
como un suplemento que se expresa en un código profesional para tipificar,
calificar y sancionar los problemas éticos que aparezcan en la relación médico-
paciente, en las relaciones de los médicos entre sí y con las instituciones
sanitarias. La deontología surge del consenso establecido previamente por los
pares y que obliga a los asociados a cumplir como imperativos categóricos de la
profesión que inspiran y guían la conducta profesional y que se manifiestan como
acciones intencionales.

En el siglo V, el médico persa Ishaq ibn Ali al-Ruhawi escribe el primer código de
ética médica conocido como "Ética práctica del médico" o "Deontología médica
práctica" basado en los trabajos de Hipócrates, Galeno y Muhmmad ibn Zakariya
ar-Razi médico, filósofo y erudito que escribió "La conducta del médico".
Maimónides, médico y pensador judío, nacido en Córdova, España, y que ejerció
en Egipto, escribe el "Código de Maimónides" que es reconocido por muchos
como lo más cercano al ideal de la profesión médica.

En 1815, en Inglaterra se dicta la primera ley que exige una enseñanza formal de
medicina y plantea una reglamentación ética de la profesión médica. En 1846, en
los Estados Unidos de Norteamérica se funda la American Medical Association
(AMA), que en 1847, publica el primer código ético, que luego se perfecciona en el
siglo XX, con un enfoque más liberal en su estructura. A partir de entonces, la
ética tiene una importancia creciente en la medicina contemporánea, establece
como deber primario del médico atender el llamado del enfermo y darle asistencia
profesional óptima, guardar discreción y atender los casos difíciles. Además,
enumera una lista de los deberes del paciente, establece la prohibición al médico
de publicidad, al uso de pócimas secretas y de patentes de medicamentos o
instrumentos quirúrgicos, señala el servicio gratuito al colega, la práctica exclusiva
de medicina científica y la exclusión de charlatanes. No se puede negar el influjo
en la medicina de esa época de los cambios sociales, dentro de un ambiente de
libertad, imaginación, independencia y antropocentrismo que produjeron las
revolucione francesa y americana.

A finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX en el mundo, los descubrimientos
científicos y la medicina tecnológica fueron espectaculares y revolucionaron los
métodos diagnósticos y de tratamiento. Aparecieron con el carácter positivista de
la influencia de Auguste Comte y estuvieron orientados, fundamentalmente, a la
explotación de la ciencia, y soslayaban de alguna manera los aspectos de la ética
y la filosofía que habían servido de base a la ciencia y a la medicina tradicional.

La Bioética se establece a fines de la década de los setenta en los Estados Unidos


como producto de una serie de situaciones vinculadas con transgresiones éticas
en la investigación biomédica que determinaron la aparición del informe Belmont,
documento que ha servido de base para su desarrollo y el principialismo bioético,
basado en los principios de autonomía, beneficencia y justicia y que fueron
complementados con la incorporación del principio de no maleficencia y la
generación de la bioética clínica, que se incorpora como una efectiva herramienta
para el respeto irrestricto de los derechos humanos. 

Para analizar los preceptos morales, que han sustentado la práctica médica, es
necesario hacer referencia a la filosofía aristotélica. La ética clásica no indagó en
las cuestiones propias de la profesión médica, sin embargo su tutela se vio
reflejada en las normas morales recogidas en el corpus hipocrático.

El juramento hipocrático es el origen de todos los códigos de deontología que han


regulado la actuación médica en la cultura occidental. Este conjunto de normas,
elaboradas por los propios médicos, incluye preceptos morales que han
permanecido inalterados hasta la actualidad (el secreto médico, la búsqueda del
bien para el enfermo, el no dañar) y prohibiciones de ciertas prácticas, algunas de
ellas de plena actualidad, (el aborto, la eutanasia). La práctica médica, según el
corpus hipocrático, debe adornarse por la que se considera una virtud esencial del
médico: la prudencia o juicio práctico que debe hacer reflexionar al médico sobre
lo correcto en cada caso. Sin embargo, los principios que orientan la opción moral
no fueron objeto de los médicos de la época. Hipócrates no sometió a los médicos
de la escuela de Cos a los condicionamientos de un consenso social, ni de
comisiones o consejos. Más bien intentaba vincularles a unas normas
incondicionales de conciencia.

La teoría de los principios

A partir de los años 60 el modelo paternalista empieza a ser cuestionado. Las


causas que propiciaron las dudas sobre el modelo tradicional son varias:

• El avance de la ciencia médica favoreció el aumento y la complejidad de los


problemas éticos en medicina, novedosos en gran parte.

• El cambio en los valores morales de la sociedad, el pluralismo social y la


desconfianza en las instituciones dieron paso a la aparición de asociaciones de
consumidores y movimientos pro derechos civiles. De esta forma los médicos se
encontraron sin una guía fiable para la toma de decisiones morales, más aún
cuando las mismas podían tener trascendencia legal y ser contraria a las
reconocidas por los tribunales. Este situación, antes no contemplada, de peligro
real a la hora de ejercer la medicina ayudó a la llegada de la filosofía moral como
ciencia capaz de abordar de forma sistemática y objetiva los problemas éticos.

• El antecedente de los crímenes nazis en la segunda guerra mundial y el proceso


de Nüremberg.

• La conmoción social que se produjo en EE.UU tras la publicación de algunos


experimentos realizado en las décadas anteriores (el estudio sobre hepatitis en
niños con retraso mental del Willowbrook State School o el estudio Tuskegee
sobre la evolución natural de la sífilis en una población de afro-americanos).

Esta última causa propició que en 1974, el gobierno de los Estados Unidos
constituyera una Comisión Nacional para el estudio de las cuestiones éticas
relacionadas con la investigación médica en sujetos humanos. Su resultado fue la
elaboración de un documento que vio la luz cinco años después y que se conoció
como el informe Belmont. Este documento es en la actualidad un referente ético
para la investigación médica. La Comisión señaló tres principios relevantes para la
investigación sobre sujetos humanos: el respeto de las personas, la beneficencia y
la justicia. El informe Belmont concluye con las condiciones para la aplicación de
estos principios: El consentimiento informado, la ponderación de riesgo/beneficio
de la experimentación y el criterio de justicia colectiva e individual para la
selección de los participantes en la experimentación.

La crisis de la ética médica en el período actual

Hablar de crisis en la ética médica supone hablar de la falta de una estructura


filosófica que la sostenga. El problema no solo afecta a la medicina, es algo que
incumbe a la ciencia en general, pero en el caso de la medicina sus
consecuencias tienen un mayor alcance por lo que su práctica pone en juego.
Las razones del momento actual tienen que ver con la desilusión generalizada
respecto a las tesis de la modernidad que durante más de dos siglos han
dominado el escenario de la ciencia. La Ilustración y el influjo del pensamiento de
Descartes aspiraron a explicar la realidad en términos exclusivamente naturales.
Su modelo no fue otro que el paradigma de la certeza. Según este modelo la
realidad no esconde ningún secreto cuando se utiliza la razón y un método
científico adecuado. Estas ideas tuvieron continuidad en pensadores como Hume
y la teoría positivista de los filósofos del círculo de Viena que influyeron de forma
decisiva en lo que se ha denominado filosofía de la ciencia. Sin embargo, el
positivismo comenzó a tener dificultades por su exigencia inherente de verificar
todo avance en el conocimiento. De esta forma la necesidad de confirmar lo que
de siempre se había considerado cierto a priori condujo a poner en duda la propia
noción de la verdad.

La crisis de la modernidad se relaciona con acontecimientos históricos como el


Mayo francés o la caída del muro de Berlín. El post-modernismo actual no es en sí
una corriente única. Aunque los términos no son aceptados de una forma
generalizada, uno de los frutos de la post-modernidad es el denominado post-
estructuralismo o tardomodernismo con conclusiones en las que se intuye el
legado de Nietzsche:

• El tiempo entendido como una sucesión de instantes.

• Se niega que haya una verdad única, la verdad es solo una apariencia.

• Las palabras tienen diferentes significados según la concepción del que las
utiliza.

• El placer en sí mismo, no como fruto de una acción, es lo prioritario.

• No existe un marco de referencia.


La ética como forma de conciencia social, se expresa en las más variadas
dimensiones de la actividad del hombre, dentro de las éticas profesionales,
enmarcamos la ética médica, admitida también como Bioética.

La ética médica es una manifestación de la ética en general, concepto


íntimamente relacionado con la moral y se refiere, específicamente, a los
principios y normas que rigen la conducta de los profesionales de la salud, 1 Así,
ha sido concebida también como el conjunto de principios, valores morales y de
acciones relevantes del conjunto de personas responsables de la salud: médicos,
médicos del deporte, enfermeras, técnicos y funcionarios que poseen el
imprescindible encargo social de cumplir con los objetivos científicos, técnicos y
humanistas de la medicina y su práctica profesional.

La base o el fundamento de la ética médica es la idea tradicional sobre la


ocupación, especialmente humana, del trabajo del médico. Una de sus primeras
exigencias es la ayuda a todos los enfermos sin distinción, independientemente de
su posición social y la riqueza que posea.

En toda sociedad que aspire a una práctica profesional humanista, la concepción


social sobre la labor de un médico, en particular, está relacionada con su
preparación y motivación para llegar siempre en ayuda, sin considerar las
dificultades, los obstáculos, llegando, incluso, hasta la autoinmolación, en aras de
la salvación de la vida del enfermo. En el caso del médico del deporte opinamos
debe estar siempre preparado para asistir al deportista sin interesar su estatus
social, así como el lugar donde le corresponda realizar esta actividad.

Del médico y de quienes trabajan en la asistencia médica, se requiere una actitud


cuidadosa y atenta hacia el enfermo, empleando todos los medios para la
conservación y mantenimiento de su vida, incluso cuando la situación del enfermo
se considere desesperada.

Las facilidades y la acción que emanan de estos profesionales deben hacerse con
toda justicia, debido a que todos los seres humanos tienen los mismos derechos a
una atención esmerada, a una salud oportuna y de la misma calidad para todos y
todas.

Desde tiempos pretéritos, la ética médica considera uno de los crímenes más
graves la ejecución de experimentos riesgosos con las personas (lo que, por
ejemplo, era ampliamente ejecutado por los “médicos” fascistas). En
contraposición, la medicina conoce de muchos casos cuando el médico ha
probado un nuevo preparado en sí mismo, poniendo en peligro su vida pero no la
vida del enfermo.

La ética médica se enfrenta también a dilemas tradicionales complejos como, por


ejemplo, la cuestión de si se debe decir siempre la verdad al enfermo acerca del
estado de su salud o si padece de una enfermedad incurable.

Se considera importante en este caso hacer alusión a principios básicos de la


ética médica entendidos para muchos estudiosos del tema como los principios
cardinales.

¿Qué son y para qué sirven los principios? Si todo argumento necesita de
premisas, la ética médica requiere de principios, indican algo que debe hacerse,
una conducta apropiada y valiosa que hay que adoptar: principios como razones
para la acción.

Los principios son un tipo de normas. Tienen carácter general y, sobre todo,
marcan el límite más allá del cual no se puede ir: “dibujan la línea”. Establecen qué
está dentro de lo aceptable y, muy importante, qué ha de quedar fuera (“nunca
más…”)

Las normas siempre prescriben o prohíben algo, pudiendo ser de dos tipos,
principios y reglas. La diferencia consiste en qué aquellos prescriben en términos
generales; indican algo que hay que realizar, según distintos grados. No son
definitivos, por tanto, sino “mandatos óptimos”.

Humanismo
Es el amor hacia los seres humanos, y la preocupación por el desarrollo pleno de
todos sobre la base de la justicia.

Ser benevolente, siempre hacer el bien, dedicar todos los conocimientos y


esfuerzos a la prevención, recuperación y rehabilitación de la salud .Sensibilidad
ante los problemas de los pacientes y sus familiares, ayudarlos a resolverlos.
Amor hacia los demás y hacia la profesión. Identificarse con el ser humano
independientemente de su posición. Ejercer la profesión con altruismo, ver al
hombre como el fin supremo de la actividad médica y no al medio.

Humildad

Estilo desprovisto de artificios, moderación en las relaciones interpersonales con


gran sentido de humildad, sin que decrezca el médico, sin que lo eleve, no creerse
por encima de los demás.

Honestidad

Valoración del paciente por igual, independientemente de las posibilidades


económicas, parentesco y relación personal, rachazo al soborno y a la mentira,
actuando de buena fe, con justeza. Congruencia entre el discurso y el hacer.

Responsabilidad

Es el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo, la familia, el colectivo


y la sociedad. Compromiso permanente, personal y voluntario del médico con el
paciente y con las demás tareas, manifestado en la actuación correcta, en el
cumplimiento cabal de sus obligaciones, sin que eso limite su autenticidad y
creatividad en el desempeño de su profesión.

Profesionalidad

Hacer sagrada la carrera, entrega a la profesión, demostrar preparación médica


especial, dominio de la técnica y la tecnología de avanzada e interés por la
investigación. Respetarse así mismos, respetar a pacientes, familiares, colegas y
demás personas. Salvaguardar las confidencias de los pacientes aún después de
fallecidos.

Solidaridad

Es comprometerse en idea y acción con el bien de los otros: en la familia, en la


escuela, los colectivos laborales, la nación y hacia otros países. Es estar siempre
atento a toda la masa humana que lo rodea.

Identificación de la política internacionalista de la revolución cubana y con las


causas justas de otros pueblos, prestar o aceptar ayuda desinteresada a cada uno
de estos, en cualquier forma o establecer intercambios mutuamente ventajosos.

ÉTICA EN SERVICIOS PUBLICOS

Llevar una vida en relación a la ética parece ser complicado, ya que es


imprescindible cambiar ciertos estilos de vida, principalmente en ciertos casos
donde se reciben beneficios derivados de prácticas contrarias a esta disciplina, es
por ello que la implementación de estrategias represente un gran trabajo. Hay que
tener en consideración que la disciplina filosófica de la ética es un instrumento que
ayuda como guía de orientación a los servidores públicos sobre los deberes
inherentes de la conducta y a su desempeño, en los cuales destacan valores
como la justicia, la dignidad, respeto, igualdad, honestidad, tolerancia, etcétera; e
incluso, se describen las cualidades y virtudes con las que debe conducirse un
servidor público como miembro de ciertos organismos, por ejemplo, el Código de
Ética Profesional de la Auditoría Superior de la Federación, cuyo propósito es
impulsar, fortalecer y consolidar una cultura de respeto hacia los más altos valores
éticos en que debe sustentarse la gestión gubernamental. Es significativo prestar
atención en que la administración pública mejorará en la medida en que los
individuos a quienes se ha encomendado antepongan el interés general al
personal y que su desempeño, dependa activamente de los valores éticos de las
personas que realizan la actividad fiscalizadora.
El hecho de que una institución cuente con un código de ética y que su personal lo
conozca y lo estudie, no es suficiente, ya que para el servidor público es de muy
poca utilidad poseer la conciencia respecto de lo que es correcto y lo que no; si al
final actúa de manera indebida, aprovechándose de las circunstancias derivadas
de las actividades que tiene asignadas en el puesto que desempeña, el acceso a
la información confidencial o, incluso, poder de decisión para obtener un beneficio
propio. Lo que realmente se necesita es un cambio de actitud encaminada al
interés público.

El cambio de conducta no únicamente se debe llevar acabo en la esfera laboral


sino en todos los aspectos en los que se desarrolla el ser humano pudiendo ser
como madre, padre, amigo o amiga, vecino o vecina, etcétera. Una conducta tiene
su raíz desde lo aprendido en el núcleo familiar, fortaleciéndose con el tiempo, de
esta manera se requiere voluntad y un gran trabajo de introspección para
modificar esos comportamientos negativos, por lo tanto, la ética no debe sólo
conocerse sino poseerla.

Si hablamos de la ética en términos de blanco y negro, el discurso se estaría


devaluado desde el principio, estaríamos dialogando de un mundo que no es real
sino utópico. Resulta irreal plantear un discurso de la ética basado términos de
acciones absolutamente correctas o incorrectas. La vida real no es blanca o negra
ya que veces se tienen que tomar decisiones que a veces no son buenas, pero
que deben tomarse. Hablar de la ética en términos de blanco y negro es estar
situados en un paradigma que sobre simplifica nuestra realidad para poder
entenderla mejor, por lo tanto, aquí se puede señalar una distinción: lo simple es
enemigo de lo sencillo.

La ética es la disciplina que estudia la acción en la medida que es buena o mala y


nos ayuda a decidir entre dos o más posibilidades, es por ello, que debe ser un
proceso reflexivo e interiorizado. ¿Qué quiere decir reflexivo o interiorizado? Hacer
conciencia, es detenerse a analizar las consecuencias que tendrán las acciones
que se toman. La conciencia es la vivencia que tenemos de que nuestro actuar
tiene consecuencias, la cual debe llevar de la mano un concepto muy importante
que es la “responsabilidad”. Ética es responsabilidad. Entonces, ¿cómo tenemos
que decidir? De manera responsable y porque tenemos conciencia y ¿porqué
podemos decidir? Porque tenemos libertad.
La importancia de la labor que realiza un servidor público demanda ella se
desempeñe con estricto apego a las normas morales, con un acentrado espíritu
del deber de eficiencia y con un claro sentido de la dignidad y la nobleza que su
función implica.

A los servidores públicos corresponde salvaguardar la soberanía, procurar y


administrar la justicia, garantizar la el orden, la seguridad y la paz.

El médico es considerado un servidor público, ya que es una persona que brinda


un servicio de utilidad social. Además de cuidar la salud de la población, debe
actuar con ética, considerando ésta como el conjunto de normas morales que
rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.1 El deber más
importante de los médicos es proporcionar atención que sea en el mejor interés de
los pacientes, con conocimientos y habilidades actualizados; el no hacerlo así es
no ser ético. El médico sirve a la sociedad; en este caso, al público. Su actuación
ética está observada desde tiempo atrás: pocas profesiones son tan vigiladas
como la de los médicos desde los tiempos de Hipócrates. Para ello se han escrito
códigos y normas sobre los principios y valores que deben tener los médicos como
servidores públicos; entre ellos, la honradez, legalidad, lealtad, imparcialidad,
eficiencia, así como el interés público, respeto, consideración a los derechos
humanos, igualdad y no discriminación, equidad de género, entorno cultural y
ecológico, integridad, cooperación, liderazgo, transparencia y rendición de
cuentas.

Un médico puede tener conflicto de intereses; estos se manifiestan cuando la


capacidad de un médico para actuar en los mejores intereses de una persona se
ve afectada por las relaciones con otros grupos o empresas, como son las
compañías farmacéuticas, obsequios, pagos a congresos, recomendar ciertos
medicamentos (ya sea en la consulta o a médicos en preparación), o referir a un
laboratorio clínico, de patología, gabinete de imagenología o a otro médico en
espera de una retribución económica. Esta práctica desleal se debe evitar.
Cualquier mejora en la actuación de los médicos y hospitales públicos hacia una
mayor eficiencia sólo será posible si se eleva la moral de los servidores públicos a
través de una adecuada formación ética. Es importante que los médicos que
laboran en hospitales públicos tengan una formación integral con valores y
principios, con sentido de responsabilidad, lealtad hacia el paciente y la institución;
compromiso con ellos mismos de ofrecer lo mejor de sí.

Se refiere también a la poca honestidad de la medicina privada. Tampoco estoy de


acuerdo. Las cuatro Hs que debe tener un médico según William Osler,
honestidad, humanidad, humildad y humor, pueden y deben tenerse ya sea
ejerciendo en la sanidad pública o en la sanidad privada. Otra cosa es que
algunos médicos que trabajen para compañías aseguradoras privadas se
conviertan en deshonestos y realicen más pruebas y les hagan más revisiones a
los pacientes sin necesitarlas. Yo no trabajo para compañías aseguradoras
privadas, pero cuando lo hice para una durante poco tiempo fui igual de honesto.
Y voy a detenerme un poco en lo de las compañías aseguradoras privadas. Se
crearon hace muchos años en todo el mundo porque vieron que la salud era un
buen negocio. Y para captar clientes tuvieron que poner unas tarifas que, aunque
no baratas, fuesen accesibles para la clase media y les permitieran buenos
beneficios. Esto lo consiguieron a cambio de pagar a los médicos y cirujanos
miserablemente. Y por eso, en general, los médicos que trabajan para las
aseguradoras de salud dedican menos tiempo en la consulta a los pacientes y,
posiblemente, les hacen más pruebas para compensar algo el trabajo mal
retribuido.
John Dean, después de haber practicado la medicina privada y pública durante
algún tiempo ha llegado a la conclusión de que no es ética. Le pasó como a San
Pablo, que tuvo que caerse del caballo para convertirse. Si no es ética, ¿por qué
la practicaba? ¿Es no ético practicar la medicina pública y privada al mismo
tiempo o son no éticos algunos médicos que la practican?

Sin embargo, se podría replicar que el argumento es poco convincente por cuanto
presume, sin justificación, una valoración del sistema público por sobre el privado
de salud. Después de todo, la migración de médicos al sector privado no tendría
por qué ser negativa per se, cabiendo la posibilidad de que la privatización de los
servicios sanitarios tenga resultados favorables para la población general, como
según algunos sería el caso tras la privatización de otros servicios públicos.
La ética médica juzga los actos médicos con base en cuatro principios
fundamentales: no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia. Los actos de
los médicos y otros profesionales de la salud deben guiarse por estos principios.
El principio de no maleficencia es considerado el más importante, y significa que
cualquier acto médico debe pretender en primer lugar no hacer daño alguno, de
manera directa o indirecta. Con frecuencia se hace referencia a este principio con
su versión en latín, primum non nocere, que significa literalmente primero no
dañar.
El principio de beneficencia está cercanamente relacionado, y se refiere a que los
actos médicos deben tener la intención de producir un beneficio para la persona
en quien se realiza el acto. Estos dos principios pueden ejemplificarse con
cualquier tratamiento médico, como un medicamento o una cirugía. Cuando un
médico prescribe un tratamiento debe tener dos intenciones en mente: en primer
lugar, no hacerle daño, y en segundo lugar, beneficiarlo. Esto puede parecer obvio
y repetitivo, pero la diferencia entre no dañar y mejorar es importante. Todos los
tratamientos médicos tienen efectos adversos o dañinos, incluso pueden resultar
fatales y la mayoría de las veces no puede saberse con seguridad si el efecto
adverso ocurrirá o no. De ahí que es necesario asegurar que la intención de
indicar un tratamiento no es producir un efecto adverso, sino por el contrario, darle
un beneficio al paciente. Cuando un médico considera los potenciales beneficios y
los potenciales efectos adversos de un tratamiento, está haciendo un análisis de
riesgo/beneficio, y en la decisión final de prescribir o no un tratamiento se rige por
los principios de no maleficencia y beneficencia simultáneamente.
El principio de autonomía alude al derecho del paciente de decidir por sí mismo
sobre los actos que se practicarán en su propio cuerpo y que afectarán de manera
directa o indirecta su salud, su integridad y su vida. El ejemplo máximo del respeto
a la autonomía del paciente es el consentimiento informado, que significa que es
necesario que el paciente otorgue su permiso para que cualquier acto médico sea
practicado en su persona. La razón para esto es que todo acto médico puede
tener efectos indeseables e impredecibles, y el paciente debe entender que al
aceptar un acto médico está corriendo un riesgo razonable con la expectativa de
obtener un beneficio. No obstante, para que un paciente pueda autorizar un acto
médico, debe contar con la información suficiente y necesaria, en términos que le
sean claramente entendibles; por eso se llama consentimiento informado. Otro
ejemplo del respeto al principio de autonomía es la toma de decisiones conjunta, y
no significa que el paciente decida de manera absoluta, sino que la decisión final
es el resultado de un diálogo entre médico y paciente en el que el primero actúa
como orientador y facilitador, y el segundo aporta sus deseos, valores y
expectativas. Un ejemplo más en el que el principio de autonomía juega un papel
central es el secreto profesional. Toda la información que un paciente comparte
con su médico es estrictamente confidencial y el médico no debe revelarla sin el
permiso del paciente.
CONCLUSIÓN

No hay dudas de que uno de los grandes retos de la medicina actual es la


implementación de modelos de calidad de atención que garanticen que los
enfermos reciban los tratamientos adecuados, en el momento oportuno,
minimizando las posibilidades de error, en un ambiente de respeto a su dignidad y
derechos, y que se garantice la justicia y la equidad.

Sin embargo, más que un problema gerencial debe verse como un problema ético
y, como tal, debe promoverse a través de la educación en valores y principios,
siendo la excelencia, la solidaridad y la responsabilidad profesional los valores
fundamentales.

Nuestra responsabilidad moral se incrementa en la misma proporción en que se


incrementan nuestros conocimientos. Cuando una persona está enferma y se
complica o muere debido a una enfermedad que no es prevenible o curable no hay
responsabilidad moral; sí cuando es prevenible o existe un tratamiento efectivo
para su mejoría o curación.

Como bien dice Gracia: "Las vías clásicas de control de la ética profesional han
resultado ser muy poco eficaces y hoy es preciso plantear el tema de la
responsabilidad ética de los profesionales desde perspectivas nuevas y con
criterios distintos de los clásicos, como son los de la calidad total y la excelencia,
que ya parecen estar dando importantes frutos en otros campos
REFERENCIAS

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