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Historia de la bioética
La bioética tiene sus orígenes en Egipto y la Mesopotamia. Fue allí en donde
se detectaron las primeras regulaciones vinculadas a la medicina. Es
a Hipócrates (Grecia, 460-370 a.C) y a quien se le adjudica el Juramento
Hipocrático, esto es, una guía obligatoria que orienta a los médicos en su labor.
Más allá de estos orígenes, en los que el término “bioética” como tal no existía, en
general, la historia de esta disciplina se divide en dos grandes etapas: antes de
Potter y después de Potter.
La etapa Antes de Potter incluye los dos ítems antes mencionados: el Juramento
Hipocrático y la Deontología Médica. La etapa denominada Después de Potter se
la ubica dentro del período que va desde el Código de Núremberg hasta el primer
trasplante de corazón, que llevó adelante Christian Barnard en 1967.
En el siglo XIX se sistematiza la reflexión teológica moral con los manuales de teología
moral y el desarrollo de los libros de medicina pastoral y de ética médica.
La bioética es una disciplina que surge a mediados del siglo XX como respuesta al desarrollo tecnocientífico
sobre la vida. Su finalidad es elaborar un pensamiento fundamentado en la ética, que responda a
deliberaciones sustentadas en la razón, a fin de ofrecer criterios éticos a la hora de tomar decisiones que
afecten a la vida.
Una de las primeras formulaciones de la bioética hace referencia al sentido más global de la supervivencia de
la humanidad en la tierra, donde queda definida como "un llamamiento a la responsabilidad de preservar
el medio ambiente, la atmósfera y la biodiversidad".
Pero es en el campo de la investigación y de la actividad asistencial donde se ha desarrollado más,
surgiendo, por un lado, de la necesidad de regular la ética de la investigación con sujetos humanos,
después de la experiencia trágica durante la II Guerra Mundial, a la vez que por el contexto clínico ante las
dificultades de los profesionales de tomar ciertas decisiones donde se planteaban conflictos de valores
(recursos limitados, decisiones al final de la vida, etc.). La bioética ofrece respuestas, proponiendo un diálogo
entre las diversas disciplinas de las ciencias y las humanidades para poder encontrar soluciones a los
posibles conflictos éticos de su día a día. Así, la bioética reflexiona de manera global sobre cuestiones
sociales que tienen que ver con la salud de las personas y, por tanto, que interesan a todo el mundo.
PRINCIPIALISMO
Cuatro son entonces los Principios de este modelo, contenidos y explicados en la segunda parte
del libro en cuestión.
3) Principio de no maleficencia: nos obliga a no dañar a los demás. Clásicamente conocido como
primun non nocere, es un principio prioritario.
4) Principio de Justicia: en el acto médico hay un tercer actor, la sociedad, en la que el médico y
el paciente se insertan. En ella, todos los sujetos merecen el mismo respeto y deben reivindicar su
derecho a la vida, a la salud y a la equidad en la distribución de los recursos sanitarios. El principio
de justicia refiere a la obligación de igualdad en los tratamientos y, en lo que respecta al Estado, a
la equitativa distribución de recursos para la sanidad, los hospitales, la investigación, etc.