Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a. Ruptura Prematura de Membranas Cerca del Término (Entre las 34-37 semanas.
En todos los pacientes con ruptura prematura de membranas entre 34 y 37 semanas debe
ser examinada la edad gestacional cierta, la presentación fetal y el bienestar fetal. Ante la
presencia de evidente infección intrauterina, desprendimiento de placenta normoinserta o
evidencia de compromiso fetal el nacimiento se debe suceder a la brevedad. Si no se efectuó el
estudio de presencia de Estreptococo grupo B se debe efectuar la profilaxis intraparto.
b. Ruptura Prematura de Membranas lejos del Término (entre las 24-34 semanas).
La RPM lejos del término conlleva riesgos maternos y riesgos fetales tales como:
Riesgos Maternos:
1. Infección intra-amniótica, puede ocurrir entre 13 y 60%.
2. Desprendimiento prematuro de placenta, puede presentarse entre 4-12%
3. Infección post parto, puede ocurrir entre 2 y 13%. 3
Riesgos Fetales:
1. Síndrome de membrana hialina (problemas respiratorios), enterocolitis necrotizante,
hemorragia intraventricular, sepsis y muerte neonatal.
2. Síndrome de respuesta inflamatoria fetal.
3. Compresión del cordón y prolapso del cordón umbilical.
4. Oligohidramnios.
TIEMPO DE LATENCIA
El lapso de tiempo que media entre la rotura de las membranas y el inicio del parto se define
como periodo de latencia. Su duración puede variar desde 1 hora hasta semanas o meses.
Lo habitual es que las contracciones de parto comiencen antes de las 24 horas después de
producida la rotura (el periodo de latencia es más corto cuando más avanzado este el embarazo).
ETIOLOGÍA
Insuficiencia ístmico-cervical
La insuficiencia ístmico-cervical, tanto congénita como adquirida, ha sido considerada como
factor de riesgo, aunque no se ha demostrado de forma clara su relación. El cuadro típico de
insuficiencia ístmico-cervical conduce sobre todo a partos prematuros o abortos tardíos que
trascurren precisamente con rotura tardía de membranas. 2
Factores obstétricos
Numerosas anomalías de la gestación pueden asociarse con RPM, por ejemplo, las hemorragias
obstétricas (placenta previa), el hidramnios, el embarazo gemelar, la situación transversa y otras
anomalías de la estática fetal. Incluso se ha achacado la posibilidad de producir una RPM a la
hiperactividad fetal.
Factores mecánicos.
Sin que se haya encontrado una relación clara, se ha considerado que el coito puede ser un
factor de riesgo. Sin embargo, más que por acción mecánica, su importancia derivaría de ser
agente de transmisión de gérmenes infecciosos. Similar papel podría atribuirse a los tactos
vaginales repetidos. 2
Factores iatrogénicos.
Determinadas maniobras exploratorias o quirúrgicas podrían desembocar en una RPM. Así
ocurre con los cerclajes cervicales, la amnioscopia o las biopsias coriales. Más discutible es que
puedan ser agentes de RPM la amniocentesis o la funiculocentesis. 2
PATOGENIA
En estudios realizados para conocer la ultraestructura de las membranas cercano al sitio de rotura,
se ha apreciado que se genera un adelgazamiento de las mismas, con pérdida de la celularidad y
disminución del colágeno. A esto se le conoce como “zona de morfología alterada” ZAM por sus
siglas en ingles. Existen 2 posibles mecanismos que explican esta circunstancia. Por un lado que se
produzca una disminución de la capacidad de proliferación celular, por otro que aumente la
perdida celular.
Esta última ha ido adquiriendo credibilidad en los últimos tiempos, a medida que se conoce más
sobre la apoptosis. Se ha comprobado que la apoptosis es un proceso clave en múltiples
engranajes fisiológicos y patológicos. En ella las células mueren por un mecanismo activo que
consume energía y son eliminadas por fagocitos sin que esto produzca una reacción inflamatoria.
Este proceso se caracteriza por algunos rasgos morfológicos específicos, como la fragmentación
del ADN, la condensación de la heterocromatina nuclear y la aparición de unos cuerpos
apoptóticos, los cuales se pueden identificar mediante microscopia electrónica.
Mediante estudios realizados en pacientes que fueron sometidas a cesárea programada a termino
con las membranas integras, se ha demostrado que los cuerpos apoptóticos se encuentran
aumentados en la zona de las membranas que se encuentran justo por encima del cérvix, con
respecto a membranas de la porción central del cuerpo uterino. Esto sugiere entonces que de
forma natural, se selecciona una de las partes de las membranas para irse debilitando a lo largo
del embarazo, programando la futura rotura de las mismas.
Los cambios precedentes se han descrito así mismo en los partos pretermino, incluso con mayor
intensidad, fundamentalmente en pacientes con rotura prematura de membranas. Lo que se
desconoce aún es el motivo que determina la aceleración de la apoptosis en dichos casos. Otros
estudios en la zona de la rotura en casos de RPM han documentado que existe una
desestructuración de la trama de fibra colágena o una reducción del colágeno del subtipo III y una
mayor actividad colagenolítica.
Por último los gérmenes infecciosos activan la síntesis de prostaglandinas, que aumentan la
tensión de las membranas, favorecen la necrosis local y en último termino, pueden desencadenar
contracciones uterinas que incrementan la presión intrauterina y contribuyen a la RPM.
CORIOAMNIONITIS
El feto se encuentra en el útero bien protegido y aislado del medio exterior por el tapón mucoso
cervical y las membranas ovulares. Además, el líquido amniótico tiene una cierta capacidad de
defensa ante los microorganismos. La rotura de las membranas propicia la posibilidad de un
ascenso de gérmenes desde la vagina y la consiguiente infección intraamniótica.
Desde hace algún tiempo se admite la posibilidad de que pueda producirse una colonización
bacteriana del líquido amniótico a pesar de que las membranas ovulares estén integras. Ello puede
dar origen a una corioamnionitis subclínica que tal vez sea capaz de desencadenar a su vez la
rotura de membranas o el inicio del parto.
Cuando se produce la rotura ovular, las bacterias que se encuentran en la vagina ascienden hacia
la cavidad uterina y de este modo pueden provocar la infección de las membranas (así como de la
superficie placentaria) y del feto. Por otra parte, pueden determinar una infección materna, que se
manifieste sobre todo después del parto en la forma de una endometritis puerperal o sepsis
materna.
Puede existir una invasión microbiana de la cavidad amniótica sin que la colonización del líquido
amniótico cause una infección neta. Ello dependerá de la eficacia de los mecanismos
antibacterianos del líquido amniótico o quizá también del número y la agresividad de los
microorganismos infectantes. Esta invasión asintomática solo puede ponerse de manifiesto en
presencia de un cultivo positivo de bacterias de líquido amniótico extraído por amniocentesis
abdominal en ausencia de signos clínicos de infección.
La tasa de cultivos positivos en gestantes con RPM es de 29% en el embarazo pretérmino y 34% en
el embarazo a término. No obstante dadas las dificultades para la extracción del líquido, la
frecuencia puede ser superior. La presencia de oligoamnios representa una mayor probabilidad de
infección amniótica.
La flora bacteriana demostrada en el líquido amniótico de las mujeres con RPM es semejante a la
que se considera como flora vaginal nativa, lo que permite deducir que los gérmenes llegan por vía
ascendente a la cavidad amniótica. Los más frecuentemente aislados son: Ureaplasma
urealyticum, Mycoplasma hominis, Streptococcus agalactiae, viridans y pneumoniae, Gardnerella,
Bacteroides y Peptoestreptococos. No existen diferencias cualitativas entre las series bacterianas
encontradas en embarazos pretérmino y a término.
Las tasas de corioamnionitis en la RPM se estiman, por término medio, del 15 al 20%. Los índices
comunicados en la literatura presentan unos márgenes muy amplios, ya que en las publicaciones
no es frecuente encontrar unanimidad en el concepto de corioamnionitis.
Diagnóstico
- Anamnesis
En el 90 % de los casos el diagnóstico de la RPM es sencillo, pues se basa en que la mujer refiere
haber expulsado líquido por la vagina. Esta expulsión de líquido puede ser continua o intermitente.
Puede confundirse en ocasiones con una emisión involuntaria de orina o con una pérdida de
carácter acuoso del moco cervical mezclado con flujo vaginal. Cuando el diagnóstico no está claro,
hay que recurrir a otros medios para confirmarlo.
- Exploración obstétrica
- Pruebas complementarias
Son infinidad las pruebas que se han propuesto para en caso de duda asegurar la existencia una
RPM. Su valor es muy dispar y su utilizacion difiere según los criterios de cada escuela Los métodos
basados en la modificación del pH vaginal han sido muy variados. Habitualmente, el pH vaginal es
ácido (4.5-5.5), mientras que el del liquido amniótico es alcalino (7-7.7).
Test de Nitrazina
Para medir las variaciones que se producen en la vagina se ha empleado las tiras de nitrazina, así
como algún método físico como el electrodo de hidrogeniones (Bock y Wolf). Estos métodos son
poco seguros porque diversas circunstancia (orina, colpitis,sangre) pueden alterar el medio
vaginal.
En caso de presencia de líquido amniótico, la citología vaginal puede mostrar rarificación de las
células del frotis, con aparición o aumento de acidofilia.
Test de Cristalizacion:
Amniocentesis
Quizá el método más eficaz, aunque también más agresivo, sería la inyección de un colorante,
como el índigo-carmín (el azul de metileno sería tóxico para el feto) o fluoresceina a través de
amniocentesis. El colorante se detecta 2 horas después en un tampón dejado en la vagina junto al
cuello uterino y La detección de fluoresceína en vagina a los 30-60 minutos confirma el diagnóstico
de RPM, aunque pasado este tiempo pierde especificidad.
- Pruebas bioquimicas
Diagnóstico de la corioamnionitis
Para una conducta apropiada resulta de interés diagnosticar la existencia de corioamnionitis y ello
no siempre resulta fácil.
Los criterios clínicos no son sensibles ni específicos. La presencia de fiebre y taquicardia materna (y
fetal), y la salida por la vagina de un líquido oscuro y maloliente muestran la existencia de una
corioamnionitis grave, de larga duración. A veces existe en la exploración una hipersensibilidad
uterina. Pero puede haber una corioamnionitis subclínica, que no dé síntomas.
Pronóstico
- Pronóstico materno
Los riesgos aumentan cuando se prolonga el período de latencia, siendo mayores cuando la rotura
de las membranas se produce pretérmino. Por otra parte, la posibilidad de infección se asocia más
a los casos que terminan con cesárea. Por último, en caso de que el parto se produzca por vía
vaginal lógicamente la incidencia de fiebre puerperal es mayor cuando el parto se prolonga mucho
y si se practican exploraciones vaginales repetidas.
La mortalidad perinatal está aumentada en los casos de RPM: sus cifras varían según los autores
entre 70 y 250 por mil nacidos. Depende fundamentalmente de dos factores: la prematuridad y la
infección. Pero pueden añadirse otros, como la mayor frecuencia de presentaciones anómalas
(nalgas) y la posibilidad de un prolapso de cordón por falta de acomodación de la presentación.
Asimismo, en RPM de muy larga duración (rotura anterior a 26 semanas) podrían aparecer los
sindromes achacables a un oligoamnios.
La prematuridad es una de las complicaciones más importantes de la RPM. Aunque es verdad que
el estrés causado por la rotura de membranas provoca una aceleración de la maduración
pulmonar del feto, los riesgos de la inmadurez en general y del síndrome de dificultad respiratoria
del recién nacido en particular, son tanto más elevados cuanto más precozmente se interrumpe la
gestación.
Junto con ello existe el riesgo de infección fetal y, subsecuentemente, de infección y sepsis
neonatales. Probablemente, después de las 34 semanas la sepsis asume el papel principal en la
causalidad de la morbilidad y la mortalidad perinatales. Está plenamente demostrado que a las
pocas horas de la RPM, los gérmenes que contaminan el líquido amniótico pueden encontrarse ya
en la cavidad nasofaríngea del feto.
Conducta
Existe mucha controversia sobre la conducta adecuada, en principio, toda gestante con sospecha
de RPM debe ser ingresada en un centro hospitalario, donde se tratará de fechar la edad de
gestación, se realizará un diagnóstico de confirmación o exclusión de RPM y se evaluará el estado
del feto.
Como decíamos al hablar del diagnóstico, puede ser preciso un tacto vaginal inicial que determine
el estado del cervix o la posible existencia de un prolapso de cordón, pero después se procurara
que la paciente permanezca en cama y se evitara todo tipo de exploraciones vaginales en tanto no
se determine la conducta que se va a seguir.
Si existe una corioamnionitis claramente documentada, debe procederse a la inducción del parto;
por otra parte, la infección suele provocar el inicio de este. si el parto se desencadena
espontáneamente, no hay que tomar medidas para detenerlo de forma artificial, pues no valdría la
pena ya que muy difícilmente se conseguiría prolongar unos días la gestación, las contracciones de
parto son las que contribuyen a la diseminación de los gérmenes, con riesgos tanto para la madre
como para el feto. en la conducta obstétrica pueden distinguirse dos situaciones distintas, según
que la gestación este a término o no.
Gestación a término
En los casos en que el embarazo haya llegado a las 37 semanas completas, existe acuerdo si la
presentación es cefálica y el cervix es favorable (test de Bishop mayor de 4), lo mejor es recurrir a
la inducción del parto mediante goteo con oxitocina.
Si el test de Bishop no es favorable será conveniente esperar un lapso de tiempo antes de decidir
la inducción (los criterios varian entre 12 y 24 horas) para permitir que el parto se desencadene
espontáneamente. Algunos emplean en estos casos prostaglandina E2 en gel de aplicación
intracervical, o, más recientemente, en forma de liberación intravaginal prolongada, pero estos
métodos de amplia difusión en la maduración cervical con membranas íntegras no son aceptados
por todos cuando están rotas.
En caso de que se trate de presentación de nalgas (y salvo raros casos de multíparas en los que el
parto se inicie espontáneamente con rapidez), habrá que recurrir a la cesárea. De la misma forma,
habrá de efectuarse una cesárea si fracasa la inducción (repetir la inducción supondría un mayor
peligro de infección). La cesárea se acompañará siempre de profilaxis antibiótica.
Esta conducta comporta necesariamente un aumento del número de cesáreas, por lo que una
cierta corriente de opinión propugna en casos de cérvix inmaduro una conducta expectante con
vigilancia cuidadosa de las constantes maternas y del estado fetal. Se discute la necesidad de
realizar en todos los casos que sobrepasen las 12 horas de RPM profilaxis con antibióticos de
amplio espectro para reducir el riesgo de infección.
Hay menos datos fiables relativos al tipo de antibiótico que se debe emplear. Debido a que la
infección suele ser polimicrobiana, el antibiótico elegido debe ser de amplio espectro. Tampoco:
está completamente aclarada la pauta idónea de aplicación, siendo muy abundantes los
protocolos usados. Parece claro que se deben emplear al menos durante la semana que sigue a la
de la rotura; pero sobre la conducta posterior hay centros en los que no se aplican más
antibióticos a menos que se presenten signos o síntomas de infección, mientras que en otros se
administran un día o dos por semana, o de continua hasta el momento del parto. Esta última
pauta presenta el riesgo de que aparezcan cepas resistentes de difícil tratamiento ulterior.
Parece recomendable realizar una pauta de frenado corta, durante 12 ó 24 horas, con
betamiméticos, para facilitar la maduración pulmonar en gestaciones de menos de 34 semanas.
Los inhibidores de las prostaglandinas están contraindicados porque tienen un efecto muy escaso
y pueden enmascarar una infección debido a su efecto antipirético. Actualmente, está en marcha
un estudio que trata de demostrar el efecto de un fármaco antagonista de la oxitocina, llamado
atosibán, que ya se está utilizando con éxito en países fuera de Europa. Consigue los mismos
beneficios que los betamiméticos, pero con una tasa mucho menor de efectos secundarios.
Por debajo de las 22 semanas de gestación, el pronóstico de la RPM es malo. En casos de RPM
iatrogénica, se puede intentar sellar el cérvix con fibrina, o por medio de la inyección
intraamniótica de plaquetas y crioprecipitados que reparan el defecto, obteniéndose resultados
favorables en muchos casos.