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Andruetto resumen:

El arte no provoca grandes cambios, pero es un espacio por donde circulan sentimientos, pasiones
y dolores. La literatura es un lugar en donde se habla de lo que importa, la literatura es un fruto
extraño frente al mundo violento.

Hay que reflexionar sobre la escritura para chicos que debe ser medida con iguales parámetros
que la de adultos. Los libros dirigidos a la infancia también deben ser puestos en tela de juicio. En
las clases de literatura nos podemos encontrar con dos clases de libros: los libros cascara que
atraen con su exterior y los que atraen con su interior.

La literatura infantil debe ser pensada como un lugar de resistencia, en donde los valores entren
en equilibrio con la imaginación. Abundan las novedades de cáscara vacía, el mercado está lleno
de títulos y la tarea de elegir se hace compleja para mediadores de lectura, hay que tener en
cuenta que si el adulto halla un libro infantil que despierta en él entusiasmo seguro generará lo
mismo en los niños. La calidad estética es algo que se reconoce, más allá del destinatario.

Quienes escriben para niños deben comprometerse a respetarlos y no subestimarlos. Lo mismo


pasa con los mediadores. Los niños absorben violencia constantemente frente a la tv.

Debemos reflexionar sobre el mundo de las infancias a veces asediado por la incertidumbre, otras
veces por la felicidad. Ser niño es vivir en un escenario resbaladizo con más incertidumbre que
certezas. Por eso es importante la responsabilidad de quienes participan en el circuito del
libro.

Quien quiera introducir la literatura a la escuela debe tener ciertas características:

Seducción (la batalla es desigual porque la sociedad declama una valoración positiva de los libros y
esto no se ve reflejado en la realidad, para motivar a los chicos depende del entusiasmo y
cualidades de quien proponga), conocimiento (los criterios de selección pesan muchos a la hora de
iniciar a los nuevos lectores. Tener criterio involucra haber leído mucho), astucia (las normativas
escolares son de difícil modificación, el mediador idóneo encontrará un sitio para la libertad que
lleve a la expresión, leer literatura ayuda a ampliar horizontes, al coordinador le será posible
instalar la modalidad taller y legitimar un tiempo dentro de la currícula).

En los talleres se establecen importantes vínculos. Convencer a directivos es una tarea que lleva su
tiempo, pero no es imposible. Para evaluar hay que encontrar una vía que no atente contra la
libertad del taller y que a a la vez permita su seguimiento.

Los caminos de lectura y escritura para chicos llevarán a un camino insospechado. El arte es un
vehículo expresivo.

Esa arcilla, la palabra

La palabra taller mantiene vivo lo artesanal, la idea de que se puede trabajar al lenguaje como
arcilla. Cada uno se apropia de las palabras de distintas maneras, la experiencia de escribir es la
celebración de la variedad de la vida y de lo inagotable en su significado.
En un taller se rompe con el diseño homogeneizador y tradicional de los procesos de enseñanza. El
coordinador ofrece libros diversos al grupo, técnicas diversas. En muchos espacios, es una buena
manera de acercarse a materiales no convencionales a los que de otro modo no se accedería.

Lo que se persigue es facilitar la exploración del imaginario, la estimulación de la percepción


sensorial y de la memoria afectiva, a través de juegos, obstáculos y condicionantes en donde se
ponga en juego la palabra. Un sitio en donde desarmar textos para construir a través de ellos,
contra ellos u otros textos.

El objetivo último del taller es la vivencia de una palabra propia.

Por dónde empezar.

Hay que pensar en el lugar donde se desarrollará, debe ser cálido y abierto para las transgresiones.
En el centro del círculo el coordinador entusiasma, debe ganar la confianza del grupo.

El taller es trabajo, es hacer y su cuestión fundamental estimular, considerar, cuidar y alimentar el


producto de ese hacer.

El diseño del taller:

Tiempo de trabajo:

Se trata de un tiempo que todos conocen, respetan y esperan. Es habitual un encuentro por
semana (1 hora y media/ 2 horas).

Espacio:

Lugar cálido, “diferente, donde los participantes puedan mirarse a la cara.

Clima:

Se busca un espacio abierto donde se le dan cabida a los cuestionamientos, desvíos, lo


imprevisible y que suponga libertad de acción para todos. Del clima del taller depende la apertura
de los participantes.

Coordinación:

Cualquier coordinador con un caudal de lecturas tendrá técnicas diversas y podrá cambiarlas si las
circunstancias lo requieren. Su rol es más horizontal que vertical.

Alguien demasiado atado a su propio plan no podrá observar y capitalizar los desvíos creativos que
el taller propicia.

Participantes:

Hay participantes que siguen al pie de la letra las consignas del coordinador y otros las
transgreden.

Momentos de trabajo:

Una secuencia ordenada podría ser:


Motivación:

Tiempo que el coordinador disponer para generar un clima apto mediante diversos recursos

Consigna:

Se trata de una suerte de “deber lúdico”. Una buena consigna es escueta, plantea un problema y
promueve el deseo de resolverlo. Dispara los recorridos a caminos no habituales.

Tiempo de escritura:

Destinado a la producción en el espacio mismo. Se busca una escritura rápida, espontanea,


despreocupada de las exigencias. El tiempo debe ser breve para permitir la salida de lo más
azaroso, porque la idea no es alcanzar resultados perfectos, sino sencillamente “manipular” las
palabras. Generalmente ocupa entre un tercio/ una cuarta parte del tiempo total.

Lectura de las producciones:

Cada reunión se cierra con la lectura o muestra de las producciones de los participantes.

Cierre:

Un momento para compartir lo sucedido: ¿Cómo se sintieron? Una lectura puede ser una buena
opción.

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