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UN PROYECTO DE

Lee y escucha cómo es un día con el Grupo de Investigación


Molecular y Traslacional del Hospital Universitario Virgen del
Rocío de Sevilla

Así trabaja uno de los mejores equipos de


investigación del cáncer de mama
Este grupo multidisciplinar del Hospital Universitario Virgen del
Rocío de Sevilla combina más de 600 intervenciones anuales de
tumores de este tipo con el desarrollo de tratamientos innovadores.
Entramos en su zona reservada de trabajo para conocer su día a día
profesional y personal
MANU TOMILLO
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Sevilla - 29 JUN 2023 - 11:57 CEST

En el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla realizan hasta ocho operaciones de


cáncer de mama al día, el de mayor incidencia en mujeres en 2022, según la
Sociedad Española de Oncología Médica. Pero, en este centro, a los
tratamientos se une la investigación científica para aportar luz a los misterios
por resolver de esta patología.

Esa luz se busca en los laboratorios donde trabaja el Grupo de Investigación


Molecular y Traslacional del hospital, un equipo de 30 profesionales de
distintas disciplinas. Como destaca Javier Salvador, jefe de Servicio de
Oncología del hospital e investigador principal del grupo, lo que hacen en él
“parece magia”. El objetivo es que estas técnicas sean la avanzadilla de la
ciencia oncológica en nuestro país y se traslade directamente a las pacientes:
“Es muy gratificante saber que servimos de manera directa en la calidad de
vida de los pacientes, aquí sentimos que contribuimos a la sociedad”, explica
María Ángeles Domínguez, una de sus investigadoras.

Pulsa el ‘play’ para descubrir el trabajo del Grupo de Investigación


Molecular y Traslacional del Virgen del Rocío de Sevilla. Continúa
leyendo para conocer la faceta más personal de sus profesionales

La suma

El laboratorio que analiza los misterios del cáncer en el Virgen del R


00:00 / 24:04
La labor de este equipo transversal empieza en las consultas. En ellas
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trabajan especialistas como la ginecóloga Lina Alfaro, que atiende a las
pacientes y les explica su diagnóstico, o la patóloga especialista Begoña
Vieites, la primera en determinar si un tumor es peligroso o no. Allí han
comprobado cómo el perfil de las pacientes que tratan ha evolucionado hacia
personas más jóvenes: “Ahora atendemos a mujeres con 30 años”, reconocen.
Un cambio que se explica a la vez por el aumento significativo de casos y por
la detección precoz. El trabajo continúa en los laboratorios, donde Carolina
Castilla coordina la conservación de las muestras y la bióloga María Ángeles
Domínguez investiga simulaciones de tumores en las que aplicar
tratamientos.

Hablamos con ellos no solo para que nos cuenten qué hacen, sino quiénes
son: el doctor Salvador también es Javier, el hombre que dirige cortometrajes
en su tiempo libre; la coordinadora Castilla es Carolina, a quien desde
pequeña ya le apasionaban los microscopios; o la ginecóloga Alfaro es la
mujer a la que todos llaman Lina, que se pone los guantes rosas para
practicar kick boxing cuando sale del hospital. Así trabajan y así son estos
profesionales.
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Un servicio para el tratamiento


y la investigación
El Hospital Virgen del Rocío de Sevilla es el
centro de referencia en Andalucía y cuenta
con la segunda unidad de Patología
Mamaria más antigua de España. Dispone
de un biobanco, un espacio donde se
almacenan muestras biológicas vinculado
al Instituto de Biomedicina de Sevilla

900
nuevos casos
600
operaciones de tumores
atendidos al año de mama al año

30
investigadores en activo
Javier Salvador SUSCRÍBETE
Jefe de Servicio de Oncología e investigador principal
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“Vamos a seguir mejorando la supervivencia


del cáncer”

Javier Salvador se ofrece a hacer de guía por los pasillos del Servicio de
Oncología del hospital, donde trabaja el Grupo de Investigación Molecular y
Traslacional. Un paseo que va de las consultas al laboratorio, donde Salvador,
con decenas de personas investigando el cáncer de mama, expresa lo
fundamental de esta labor para vislumbrar un futuro donde los tumores no
sean un problema: “Vamos a seguir mejorando la supervivencia del cáncer”.
Lo dice convencido tras 21 años dedicado a esta enfermedad y saber que la
investigación siempre da sus frutos. Como ejemplo, la propia sala de espera
de Oncología: “No tiene nada que ver con la que se podía hacer hace 25 años”,
comenta, en referencia al aspecto de quienes en ella esperan, sobre los que
reconoce no saber distinguir a veces entre el paciente y el acompañante
debido a la mejoría de los tratamientos, mucho menos invasivos.

Al volver a hablar de supervivencia, Salvador tiene claro que todo pasa por la
inversión: “Es una cuestión de dinero. El covid se ha resuelto a una velocidad
de vértigo, por ejemplo”. Este oncólogo, que se mueve entre biólogos y
científicos, todavía se siente fascinado por lo que se hace en el laboratorio.
Escucharle hablar de investigaciones, biopsias o tratamientos es como estar
en una película de ciencia ficción: “Encontramos un tumor con múltiples
metástasis, le aplicamos un tratamiento y desaparece. ¡Es realmente
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mágico!”, exclama.

Menciona el cine a menudo porque es su otra gran pasión: “La magia del cine
me encanta. La oncología, a veces, parece magia, es como el cine”, dice este
aficionado a la dirección de cortometrajes. Una magia que en realidad es el
resultado del esfuerzo de los investigadores y del equipo médico que luego la
aplica en los tratamientos a los pacientes. Así logran alargar la vida de los que
tienen peor diagnósticos, como la metástasis. Después de tanta realidad
cruda durante el trabajo, Salvador se evade en su afición por contar historias:
“Yo hago ficción; demasiado tiempo paso aquí, me gusta hacer lo opuesto”.

Begoña Vieites
Patóloga especialista
en cáncer de mama y ginecológico
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“Ser mujer me hace más fácil ponerme en el


lugar de la paciente”

El despacho de Begoña Vieites está lleno de muestras de tumores, pequeños


portaobjetos de cristal morados o azules que contienen trazos de tejidos. La
imagen del lugar se completa con un microscopio y otros artilugios de
medición repartidos por la sala. En ese espacio, señala esta patóloga que lleva
15 años en la profesión, se produce uno de los momentos clave en el
tratamiento del cáncer de mama: “Averiguamos si es tumor o no y si es o no
es maligno”, explica. Un procedimiento que realiza centenares de veces al
año y que requiere muchísima concentración.

Precisamente, la entrevista se interrumpe cuando llega un tumor de mama


directamente desde el quirófano, recién extraído a una paciente, para que
Vieites lo analice. El objetivo es conocer su naturaleza para decidir si
continuar con la operación o no. Tras palparlo, realiza varios cortes, toma
unas muestras y las analiza. Un proceso de unos 15 minutos que proporciona
un veredicto: “Carcinoma de 1,8 centímetros. Respeta los márgenes. Pueden
terminar la operación y cerrar a la paciente”, ordena.

Vieites habla con orgullo sobre la incidencia que tiene lo que hace en el
hospital para que las pacientes reciban el mejor tratamiento posible: “Es
decisivo”, sentencia. Afirma que ser mujer influye en cómo aborda su trabajo,
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“es más fácil ponerse en el lugar de la paciente”. Pero hay otro factor
importantísimo para dar un correcto análisis de los tumores: “El tiempo es
fundamental”. Es esencial ofrecer un diagnóstico con rapidez para dar a la
paciente el mejor tratamiento posible. Cuando sale del hospital, Vieites opta
por el deporte para relajarse. “Necesito hacer ejercicio físico al salir de aquí:
caminar, ir al gimnasio… Desconectar para poder volver al día siguiente”,
confiesa.

Carolina Castilla
Coordinadora técnica del biobanco del hospital
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“De pequeña pedía juegos con microscopios”

Carolina Castilla trabaja en un pequeño espacio con poca luz y muchos


congeladores. Ella es la coordinadora del biobanco del hospital: “Una
institución a caballo entre la asistencia, los proyectos de investigación y los
ensayos clínicos”, describe. En él se guarda algo más valioso que el dinero:
custodia muestras biológicas de pacientes. Algunas llevan más de 25 años
congeladas a 80 grados bajo cero. “Les damos una segunda vida para
proyectos de investigación y ensayos clínicos”, explica.
La solidaridad de los pacientes es abrumadora y supone la base de su trabajo.
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Son muchos los que dan su consentimiento para que la ciencia avance.
“Normalmente, la gente que ha pasado una enfermedad quiere que otras
personas no la pasen”. Incluso han empezado a tener problemas de espacio
debido a la cantidad de muestras que reciben. Pese al altruismo de los
pacientes, Castilla cree que en España no se apoya lo suficiente la
investigación. “Estamos a niveles inferiores de otros países de Europa y de
Estados Unidos. Nos salvamos porque la gente es muy voluntariosa”.

Castilla lleva 10 años dedicada al biobanco, uno de los lugares más tranquilos
del hospital, en comparación con otros espacios donde todo requiere de
mayor rapidez, como los quirófanos. “Me gusta porque el trabajo tiene
muchas facetas: documentación, colaboración con los investigadores…”. Hace
una década entró en el biobanco y ya no se ve en ningún otro sitio. Le
encanta su trabajo, aunque reconoce la “dureza, por la inestabilidad laboral”.
Asegura que lo de la ciencia en ella es vocacional, por eso acabó estudiando
Biología. Aunque la pasión viene de antes: “Desde pequeña me llamaba la
atención la investigación, siempre pedía los juegos con microscopios”,
recuerda con una sonrisa.

Mª Ángeles Domínguez
Investigadora
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“Buscamos una medicina más personalizada”

Cuando conocemos a María Ángeles Domínguez acaba de recibir una


muestra para que sea puesta a disposición de su investigación. El objetivo es
conocer lo que aún es un misterio. Ella está especializada en cáncer de mama
y lleva 10 años centrada en este estudio en el Instituto de Biomedicina de
Sevilla. “Buscamos una medicina más personalizada”, dice, recordando que lo
más importante es obtener los mejores resultados posibles para que mejoren
tanto la supervivencia como la calidad de vida de las pacientes.

Su trabajo se centra en los organoides, “un órgano que se ha cultivado en un


laboratorio, dentro de un sistema in vitro”, explica mientras apunta a la
pantalla del ordenador en la que se muestra cómo estos tumores responden
a los tratamientos que se les aplican. Ese es su objetivo, analizar cómo
reaccionan. Esta investigadora cuenta que el tejido se usa para la
experimentación con fármacos. Y, en función de los resultados, ya saben a
qué tipo de pacientes le va mejor uno u otro, lo que permite tratarlos de
manera más certera.

Su historia con la ciencia y la investigación comenzó en el instituto. Fue su


profesora de Biología quien hizo que le picara el gusanillo de la biotecnología
y la genética. Sin embargo, se lamenta de que no todo el mundo tiene suerte
de tener estímulo en su educación: “Falta formación en ciencia básica”,
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denuncia. Para olvidarse de los sinsabores de esa falta de reconocimiento,
especialmente institucional, disfruta de la música en directo cuando no está
en el laboratorio. Esa es su otra gran pasión: “Un buen concierto de un grupo
de rock, como Foo Fighters”. Solo ese género musical es el que puede hacer
que cambie los microscopios por riffs de guitarra.

Lina Alfaro
Ginecóloga en la Unidad de Mama
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“Si estoy cansada, cojo mis guantes rosas y


doy unos golpes”

Lina Alfaro es una ginecóloga poco habitual. Cuando no está en su consulta le


encanta practicar kick boxing: “Si estoy cansada del trabajo, me pongo mis
guantes rosas y doy unos cuantos golpes. Aunque debo tener cuidado con las
manos, trabajo con ellas”, bromea. Alfaro es tan apasionada con los puños
como con su trabajo en el hospital: “Mil veces que viviera, mil veces que haría
esto”, asegura. Es una de esas doctoras que no tuvo dudas sobre su vocación.
Ella quería ser médica “por encima de la campana gorda”, exclama con
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gracejo, para explicar que eso era lo que, sí o sí, quería ser en la vida.

La mañana en la que cuenta esto ha atendido a casi una decena de pacientes.


Y la cifra crece cada año, pues ha aumentado la incidencia de casos de cáncer
de mama. En 2022 operaron a 602 mujeres de este tumor. Eso supone que
hubo días de hasta cuatro y cinco intervenciones. Por suerte, con un éxito
altísimo en la mayoría de los casos. “Las pacientes están contentas por cómo
trabajamos y cómo las asistimos”. Aunque siempre resulta complicado
explicar a las pacientes que tienen cáncer, “lo que intentamos es mantener
abierta la puerta de la esperanza”, destaca.

También informan a las pacientes de la importancia de la investigación. La


acogida, dice con alegría, es enorme, la gran mayoría acepta donar sus
tejidos y órganos a la ciencia. La pasión por su trabajo, en el que lleva ya dos
décadas, la ha heredado de su madre que también era médica. Ahora ella le
transmite lo mismo a su hija, que está estudiando Medicina. Aunque
reconoce que le ha advertido algo: “Es una profesión apasionante, pero
esclava, vives pendiente de tus pacientes... pero te hace feliz”, concluye.

CRÉDITOS

Coordinación editorial: Francis Pachá y Javier A. Fernández 


Redacción:  Manu Tomillo
Fotografía: Paco Puentes
Programación: Belén Polo
Diseño: Belén Daza
Coordinación de diseño:  Adolfo Domenech
Guion, producción y locución del pódcast: Manu Tomillo
Edición sonora del podcast: Daniel Gutiérrez
Producción ejecutiva del podcast: Elia Fernández 

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