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30/8/2017 Antiguos Astronautas - Artículos del Mes

¿UNA GUERRA NUCLEAR PREHISTÓRICA?

Desconcertantes hallazgos
arqueológicos parecen señalar
que nos precedió otra humanidad
que tuvo un catastrófico final.
BRAD STEIGER
EUA
www.bradandsherry.com

Me encuentro ahora, en la séptima década de vida, haciendo todavía las dos mismas
preguntas que de una manera u otra la gran mayoría de mis 165 libros publicados han
buscado contestar: 1.) ¿Quiénes somos como especie? y 2.) ¿Cuál es nuestro destino?

La razón básica por la que escribí Worlds Before Our Own (G.P. Putnam‘s Sons, 1978;
Anomalist Books, 2007) es que siempre he encontrado increíble que personas tan
sofisticadas como nosotros nos consideramos, realmente no sepamos quiénes somos.

Los arqueólogos, antropólogos, y varios académicos que siguen las reglas de juego de los
"orígenes del Hombre", renuentemente y sólo muy de vez en cuando reconocen algunos
casos donde una inusual evidencia ósea y cultural del registro prehistórico aparece,
repentinamente, mucho antes de lo que debería - y en lugares donde no debería estar. Estos
irritantes hallazgos destruyen la ordenada línea evolutiva que los académicos le han
presentado al público desde hace tanto. Por consiguiente, tales datos han sido en gran parte
dejados de lado en los informes, olvidados en depósitos y archivos polvorientos donde uno
sospecha que existe mucha evidencia cultural prehistórica suprimida, ignorada y extraviada,
que alteraría las interpretaciones establecidas acerca de los orígenes humanos y nos
proporcionaría una definición mucho más clara de lo que significa ser humano.

Hay hoy un consenso académico básico de que el linaje "homo" se remonta a unos tres
millones de años por lo menos, y que un antepasado de hombre moderno evolucionó hace
aproximadamente un millón de años. El Homo Sapiens, el "hombre que piensa" (nuestra
propia especie), se convirtió en la forma de vida planetaria dominante a nivel mundial hace
aproximadamente 40.000 años.

Es muy difícil de explicar la súbita aparición del Homo Sapiens en esa época, pero es aun
más compleja la pregunta sobre por qué el hombre de Neanderthal y Cro-Magnon
desaparecieron de la misma manera. Y la encarnizada guerra académica que incesantemente
discute acerca de si los hombres de Neanderthal y nuestros antepasados eran o no dos
especies separadas o si ambas se cruzaron entre sí.

Y así como los científicos están aumentando un cuerpo de evidencia cada vez mayor de que
la humanidad se desarrolló en África, una excavación húngara saca a la luz un fragmento de
cráneo de Homo Sapiens en un contexto que se aparta en más de 600.000 años del
alineamiento del calendario aceptado para las migraciones del hombre a través del planeta.
Fósiles de homínidos de unos 1,77 millones de años de antigüedad fueron desenterrados en
Dmanisi, Georgia; y un diente de homínido datado en siete millones de años se encontró en
depósitos del Neoceno cerca del Río Maritsa en Bulgaria.

¿Qué pasa con la evolución darwiniana cuando hay sitios tales como el de Australia que
revelan la existencia de Homo Sapiens (hombre moderno), Homo Erectus (nuestro
antepasado de un millón de años de antigüedad), y de Neanderthal (nuestro primo de la Edad
de Piedra) en lo que parece ser un ambiente contemporáneo? Está además el sitio de Tabun,
donde se encontraron fragmentos de Homo Sapiens en estratos por debajo (que significan ser
más antiguos) de los huesos de Neanderthal clásicos. En agosto de 2007, científicos que

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fechaban fósiles encontrados en Kenya desafiaron la opinión convencional de que el Homo


Habilis (1.44 millones de años) y el Homo Erectus (1.55 millones de años) evolucionaron uno
después del otro. Las dataciones de nueva evidencia fósil revelaron que las dos especies
vivieron lado a lado en África por casi medio millón de años.

En alguna parte, de lo que parecería ser una auténtica batalla campal biológica y cultural,
debe de estar la respuesta a la pregunta más importante: ¿Quiénes somos?

Pero así como estamos intentando hacer lo mejor para adecuar fragmentos de esqueletos de
una manera que resultará aceptable con lo que nosotros creemos que sabemos sobre
nuestros orígenes, se están encontrando huellas en la piedra que, si son lo que parecen ser,
traerán un caos total a nuestro calendario evolutivo aceptado. En el Condado de Pershing,
Nevada, se encontró una huella de zapato en una piedra caliza del Triásico, estrato indicativo
de 400 millones de años, en la que la evidencia fosilizada revelaba una doble costura
delicadamente trabajada en las junturas.

Antes, en 1975, el Dr. Stanley Rhine, de la


Universidad de Nuevo México, anunció su
descubrimiento de huellas semejantes a la
humanas en estratos de 40 millones de años de
antigüedad. Unos meses antes, un hallazgo similar
fue hecho en Kenton, Oklahoma. Casi al mismo
tiempo, se reveló el descubrimiento de una huella
en piedra en el norte de Wisconsin.

En Death Valley, hay amplia evidencia fósil y ósea


para indicar que el área desolada fue una vez un
tropical Jardín del Edén donde una raza de
gigantes vivió y se alimentó con sabrosas comidas
provenientes de los lagos y bosques locales.

Hablar de una raza de gigantes prehistóricos en lo


que es ahora el desierto del Death Valley es refutar
simultáneamente la doctrina que decreta que el
hombre es un relativo recién llegado a los
continentes americanos Norte y Sur. Aunque por
un lado las nuevas fechas del radiocarbono demuestren que el puente de tierra de Bering y el
corredor de hielo cordillerano no eran transitables hasta hace 9.000 años, una cantidad
creciente de evidencia física indica que el hombre estaba ciertamente en este hemisferio
mucho antes que en esa reciente fecha.

En primer lugar, se dice que el maíz, una contribución americana a las mesas del mundo, es
en 9.000 años nuestro cultivo doméstico más antiguo. Algún agricultor tenía que estar en las
Américas hace más de 9.000 años para cultivar la semilla. Las antiguas semillas de calabaza,
los cacahuetes y el algodón fechados en 8.500 años, hallados en el Valle de Nanchoc de
Perú, constituye evidencia adicional de que la labranza estaba bien establecida en el Nuevo
Mundo. La prueba concluyente de que tales granjeros antiguos existieron en las Américas se
obtuvo cuando un taladro de la Humble Oil Company perforó polen de maíz mexicano que
tenía más de 80.000 años.

La anómala separación de la sangre y dentición india, y la distribución geográfica del indio


americano, exige una imposible escala genética de tiempo para transformar a los inmigrantes
asiáticos en los distintivos habitantes del Nuevo Mundo.

Aun cuando intentemos conservar algún orden con las teorías aceptadas sobre el
asentamiento del Nuevo Mundo, deberemos reconocerle a América del Norte una evolución
mayor en 40.000 años que la que tuvo lugar en más de un millón de años en Europa, África, y
Asia.

Cráneos encontrados en California, que son claramente de indios americanos, han sido
datados en 50.000 años. Pero nosotros nos quedamos con otro misterio. Un cráneo del tipo
indio americano (vía análisis métrico) de 140.000 años de antigüedad se ha encontrado en
un sitio de excavación iraní.

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¿Qué de la civilización amerindia perdida de Cahokia, con pirámides y una gran pared
incluidas? Un sitio, cerca de la actual ciudad de St.Louis, puede haber contenido una
metrópoli de más de 250.000 indios norteamericanos.

¿Y quién construyó las misteriosas paredes de siete millas de las colinas de Berkeley y
Oakland, California?

¿Y qué gentes pre-mayas diseñaron en Yucatán una complicada fuente de agua para irrigar
las cosechas hace más de 2.000 años?

El Caracol de Chichen Itza es un notable observatorio mesoamericano que parece haber


correlacionado sus resultados con sitios similares de América del Norte, incluyendo Mesa
Verde, Wichita, y Chaco Canyon.

Uno de las teorías más heréticas que yo sugiero en Worlds Before Our Own (Mundos Antes
del Nuestro) es que la cuna de la civilización posiblemente podría haber viajado del llamado
Nuevo Mundo al Viejo. Ahora, en diciembre de 2007, años después de que Ruth Shady Solis
encontrara la ciudad antigua de Caral, en Perú, los científicos han aceptado la datación por
carbono de 2.627 a. de C., estableciendo de ese modo que la civilización en Sud América es
mucho más antigua que los pueblos del Valle de Harappa y las pirámides de Egipto. Caral
debe ser reconocida ahora como “la madre de todas las civilizaciones,” el eslabón perdido de
la arqueología, la Ciudad Madre.

El conocimiento científico ha sido al parecer bien valorado por los habitantes de cada cultura,
conocida y desconocida. Grabados en piedra que pueden tener tanto como 60 millones de
años representan en detalladas ilustraciones un trasplante de corazón y una cesárea. Los
egipcios antiguos usaron el equivalente de una jalea anticonceptiva y tests de orina para
determinar el embarazo. El cemento utilizado para llenar las cavidades dentales mayas
todavía se sostiene después de 1.500 años.

Se supone que ningún tejido hubo sido encontrado hasta que Egipto produjo el material de
tela hace 5.000 años. ¿Cómo, entonces, podemos hablar del sitio ruso que cuenta con husos
y géneros estampados de 80.000 años de antigüedad?

No sólo parece que los antiguos babilónicos usaron cerillas de azufre, sino que ellos tenían
una tecnología bastante sofisticada para emplear baterías electroquímicas con cableado. Hay
también evidencia de baterías eléctricas y electrólisis en el Antiguo Egipto, India, y
Swahililand.

Se encontraron restos de una fábrica de metales con más de 200 hornos en lo que es ahora
Medzamor, en la Armenia rusa. Aunque para fundir platino se requiere una temperatura de
más de 1.780 grados, algunos pueblos pre-incaicos en Perú fabricaron objetos del metal.
Incluso hoy el proceso para extraer aluminio de la bauxita es un procedimiento complicado,
pero Chou Chu, famoso general de la era Tsin (265-316 A.D.), fue enterrado llevando broches
de aluminio en el cinturón de su vestimenta funeraria.

Huesos tallados, tiza, piedras, junto con lo que parecerían ser decoradas ''monedas," salieron
de las grandes profundidades durante excavaciones. Una extraña losa grabada fue
encontrada en una mina de carbón. El artefacto estaba decorado con cuadrados en forma de
diamante con la cara de un anciano en cada ''caja”. En otra mina de carbón, los mineros
encontraron lisos y pulidos bloques de concreto que formaban una pared sólida. Según el
testimonio de un minero, él cortó un bloque y encontró en su interior la mezcla normal de
arena y cemento que constituye la mayoría de los ladrillos típicos de hoy.

Un collar de oro fue hallado incrustado en un trozo


de carbón. Una púa de metal se descubrió en una
mina de plata en Perú. Un instrumento de hierro se
encontró en una capa de carbón escocesa. Se
calculó que era millones de años más antiguo de lo
que se cree que el hombre ha existido. Un
recipiente de metal, con forma de campana e
incrustaciones de un motivo floral de color plata,
fue arrancado de la roca sólida por una explosión
cerca de Dorchester, Massachusetts.
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Dos hipótesis pueden explicar la presencia de


estos desconcertantes artefactos: 1) que ellos
fueron manufacturados por una civilización
avanzada de la Tierra que, debido a una catástrofe
natural o tecnológica, fue destruida antes del
propio génesis de nuestro mundo; 2) que estos
son vestigios de una civilización tecnológica de
origen extraterrestre que visitó este planeta hace
millones de años, dejando atrás varios artefactos.

Aun cuando una raza extraterrestre muy


adelantada podría haber visitado este planeta en
tiempos prehistóricos, parece poco probable que
tales artículos comunes, cotidianos como los
clavos, collares, hebillas y jarrones fuesen llevados
a bordo de una nave espacial y depositados en áreas tan extensamente separadas, para que
hayan sido encontrados en el Norte y Sur de América, Gran Bretaña, en toda Europa, África,
Asia, y el Medio Oriente.

A pesar de la impopularidad general de catastrofismo, parecen ser varias las “pruebas"


recientemente descubiertas de antiguos cambios catastróficos en la corteza de la Tierra, que
pueden responder por la desaparición casi total de estos mundos prehistóricos. La evidencia
geológica indica que estos cambios fueron súbitos y drásticos y podrían haber destruido
completamente a los primeros habitantes y sus culturas.

Quizás la evidencia más inconcebible de una


tecnología prehistórica avanzada que podría haber
aniquilado su cultura madre será encontrada en esos
sitios que ofrecen ostensiblemente evidencia muda
de una guerra nuclear prehistórica.

Se han encontrado grandes áreas de vidrio verde


fundido y ciudades vitrificadas en profundos estratos
de zonas de excavaciones arqueológicas en
Pierrelatte, en Gabón, África; el Valle del Éufrates; el
desierto del Sahara; el desierto de Gobi; Irak; el desierto de Mojave; Escocia; los reinos
Antiguo y Medio de Egipto; y Turquía. En los tiempos contemporáneos, material tal como el
vidrio verde fundido sólo ha sido hallado en los sitios de pruebas nucleares (donde la arena se
hubo fundido para formar la substancia). Es bastante perturbador para algunos considerar
posible que estos sitios proporcionen evidencia de una guerra nuclear prehistórica. Al mismo
tiempo, los científicos han encontrado varios depósitos de uranio que parecen haber sido
explotados o agotados en la antigüedad.

Si es posible que la aniquilación nuclear de una civilización global tuviera lugar en tiempos
prehistóricos, parece más urgente saber quiénes somos realmente, antes de que nos
encontremos condenados a repetir las lecciones dejadas por un mundo anterior al nuestro.

EL AUTOR es escritor. Ha publicado hasta hoy más de 2.000 artículos y 165 libros, muchos de ellos
relacionados con los grandes misterios de la humanidad, tales como Atlantis Rising y Worlds Before
Our Own. Su trabajo ha sido premiado en diversas ocasiones por diferentes instituciones culturales.

© Brad Steiger – Derechos reservados.


Traducido y publicado con autorización expresa del autor.

Prohibida su reproducción sin permiso del autor.

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