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VIÑETA 1

Francisco nació en 1914 en una familia obrera de un medio urbano. Tiene seis
hermanos mayores. Su padre, un maquinista que trabaja desde hace muchos años en
una fábrica, lleva a la casa un salario modesto que le permite con gran esfuerzo llevar
una vida modesta.
Las excelentes capacidades intelectuales que demuestra Francisco desde los primeros
años en la escuela llevan a que su entorno lo estimule y lo destaque en cuanto a sus
capacidades intelectuales. Sus profesores recalcan su curiosidad intel ectual y su
aplicación al estudio. Contrariamente a sus hermanos, particularmente a tres de ellos,
no manifiesta ninguna disposición marcada para los deportes o el trabajo manual. En
cambio, con relación a las actividades extraescolares, participa con much o entusiasmo
como miembro del club de Jóvenes naturalistas y del Centro de misioneros.
A la edad de 11 años, termina sus estudios primarios, en un medio en el que los otros
jóvenes eran en promedio dos años mayor que él y que ya hablaban del momento en
el que comenzarían a trabajar y a ganar dinero. Pero Francisco sueña con ser médico,
como aquel hombre que lo curó de una neumonía cuando era más chico, este hombre
“sabio” y compasivo al que él admiraba tanto. El sueña tanto con ser médico que sus
padres piensan usar sus pocos recursos para inscribirlo en un “curso clásico” que es la
vía de acceso a la universidad, con el deseo de que este séptimo hijo sea la esperanza
de la familia. Francisco empieza estos estudios, a diferencia de sus compañeros que
comienzan a insertarse en el mercado laboral. En ese momento, él se percibe y es
percibido por su entorno, como un joven estudioso, apasionado y animado del ideal de
servicio.
Por desgracia, cuatro años más tarde, en 1929, su sueño se rompe: la crisis económica
de esos años hace que su padre se quede sin trabajo, como la mayoría de las personas
de su entorno. Francisco debe dejar el colegio, que venía cursando con éxito y con
premios. Durante muchos años, intenta conseguir sin éxito un trabajo de cualquier
tipo, sea modesto, empleos ocasionales y mal pagos.
Posteriormente con el inicio de la Segunda Guerra mundial, como miles de otros
jóvenes de su edad, Francisco, que tiene ahora 25 años, aspira a un trabajo estable
para lograr una cierta seguridad. Es contratado como aprendiz en la misma fábrica en
la que su padre ha retomado su trabajo. A pesar de sus progresos en el dominio del
oficio de maquinista, no tarda en sentirse profundamente desafortunado tanto en su
tarea cotidiana como en el medio de trabajo. No poseyendo aptitudes particulares
para el trabajo con las herramientas y sin demasiado interés por la mecánica, necesita
desplegar mayor esfuerzo que los otros para llegar a los mismos resultados. Además,
las preocupaciones, las conversaciones y las actividades de tiempo libre de sus
compañeros de trabajo lo llevan a sentirse más o menos extraño en ese contexto.
Una vez pasada tanto la crisis como la guerra, Francisco comienza a reprensar
nuevamente en su futuro. Está decidido a no pasar su vida en una fábrica. Sin
embargo, la necesidad de ganarse la vida y el deseo de formar un hogar le impiden
pensar en empezar estudios de tiempo completo. Desea encontrar un empleo y un
medio de trabajo que le resulte motivador y sobre todo, que le sirva de acceso a
funciones exigentes y más interesantes, mientras efectúa una formación
complementaria que podrá ir realizando en su tiempo libre. Aunque hizo su duelo con
relación a la medicina, considera que realizar un trabajo en un medio hospitalario
podría convenirle. Después de algunas búsquedas, le ofrecen un empleo en la oficina
del Servicio de compras de un gran hospital. El ámbito de trabajo le gusta y, si bien las
tareas que realizan tienen una cierta monotonía, piensa que este trabajo le dará la
ocasión de explorar las posibilidades que ese medio puede ofrecerle. Acepta el puesto
y poco a poco, sus superiores lo distinguen a causa de diversas cualidades: su
competencia y su sentido de responsabilidad, su facilidad en las relaciones humanas,
su gusto por aprender, su iniciativa, su manera sistemática de abordar el trabajo, su
aptitud para organizar. Francisco se va dando cuenta que un día podrá acceder a un
puesto jerárquico como el de administrador financiero. Está casado y es padre de dos
hijos; sin embargo, logra conciliar sus responsabilidades familiares con cursos de
tiempo parcial en contabilidad, administración y en relaciones de trabajo. A sus 40
años, obtiene la promoción que deseaba.
¿Puede ser Francisco considerado como un hombre que encuentra satisfacción en su
trabajo? Las responsabilidades exigentes que asume ¿le permiten expresarse,
manifestar su personalidad? Si y no. Cuando decide hacer un balance de su situación,
en el medio de su vida, siente que está haciendo un trabajo que tiene una función
social y que le permite conocer mucha gente. Desde ese punto de vista, su interés por
las relaciones sociales es bastante satisfactorio, pero él querría poder establecer con
las personas relaciones más estrechas que las que le permiten sus tareas. Sus aptitudes
de planificación y de organización son fuente de satisfacción y de orgullo. Al mismo
tiempo, subsiste siempre en él un interés científico que no pudo actualizar en su
trabajo, pero que cultiva con lecturas sobre biología y otras ciencias. Además, participa
activamente del comité de padres de la escuela de sus hijos, y contribuye a estimular la
organización de exposiciones científicas en la misma.
En el curso de los siguientes 25 años, Francisco ocupa una parte importante de su
tiempo y de sus energías en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales, que lo
llevan a obtener promociones que le permiten gradualmente acceder a un puesto de
gran responsabilidad de orden administrativo. Continúa realizando otras actividades
por fuera del trabajo, para satisfacer sus intereses y manifestar valores que no puede
desarrollar en su medio de trabajo.
Cuando comienza a jubilarse, le dedica más tiempo a la lectura, preside un comité de
benevolencia y participa de una organización humanitaria. Los viajes le permiten seguir
desarrollando los gustos culturales que tiene desde chico, pero que por las
circunstancias de su vida muchas veces tuvo que abandonar.
Unos años después, y con una salud que comienza a flaquear, debe comenzar a
explorar, con la ayuda de sus hijos, los cambios que debe hacer a su estilo de vida, y a
prepararse para nuevas situaciones que tendrá que afrontar en esta última etapa de su
vida.

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