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Desde el punto de vista sistémico, es decir un sistema de interacción. Mías (2000) describe
la conducta como un fenómeno en el que intervienen 3 factores:
Por tanto, las conductas problemáticas que caracterizan a los trastornos de conducta se
sitúan fuera del sistema de normas social, y como resultado suelen desencadenar reacciones
sociales en el entorno del sujeto como: rechazo, aislamiento, condena púbica y social,
castigos, estrés ambiental, respuestas desmedidas, exclusión social, prejuicios y etiquetaje,
etc.
Todos los niños se comportan mal algunas veces, e incluso muestran conductas y
comportamientos problemáticos en mayor o menor grado, pero los trastornos de conducta
van más allá del mal comportamiento y la rebelión. En los casos de trastornos de la
conducta, el niño o el adolescente muestran comportamientos hostiles, agresivos o
desordenados durante más de 6 meses de forma continua y en todos los ambientes (escolar,
social, familiar, etc.)
Según la clasificación del DSM-IV, el TDAH estaría incluido dentro de los trastornos de
conducta presentes en la infancia y la adolescencia.
Los síntomas nucleares y las propias características del TDAH en el niño/a como su
excesiva actividad motora y verbal y su dificultad para controlar e inhibir sus acciones o
conductas y expresar sus emociones de manera desmedida pueden llevarles a desarrollar
conductas problemáticas, o incluso cuadros problemáticos más severos o un trastorno de
conducta.
Esta falta de recursos internos ante la presentación de situaciones conflictivas hace que
afloren estos problemas de conducta, pero también la posibilidad de aparecer problemas
afectivos o emocionales.