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TITULACIÓN: PSICOLOGÌA
NIVEL: IV SEMESTRE
0. Introducción.
Las conductas disruptivas son aquellas que dificultan la relación interpersonal, así
como los aprendizajes y distorsionan la relación individual, y la dinámica de grupo,
afectando tanto al individuo que la provoca como a los que reciben la consecuencia. Dichas
conductas se entienden como resultado de un proceso que tiene consecuencias negativas
socialmente hablando.
La conducta disruptiva puede manifestarse con una conducta contraria a las normas
implícitas (Álvarez, et al., 2016). Esta conducta problemática puede evolucionar, en
función de características personales y de la intervención del entorno, hacia un modelo de
desarrollo adaptativo o hacia un trastorno de conducta, lo que indica la importancia de una
intervención temprana. La combinación de los factores de riesgo, de los factores
protectores, el tipo de intervención y el momento en el que se produce, contribuyen a que se
pase de los problemas de conducta evolutivos a los trastornos de conducta generadores de
inadaptación.
En las últimas décadas, en nuestra sociedad han surgido nuevos valores, como la
necesidad de obtener una recompensa inmediata, poca tolerancia al malestar y el
individualismo (Álvarez et al., 2016). Estos valores han contribuido al incremento de niños
y adolescentes emocionalmente frágiles que pueden, con frecuencia, presentar síntomas de
irritabilidad, agresividad, dificultad para establecer vínculos afectivos e impulsividad, y
que, en algunos casos, viven dificultades económicas como consecuencia de la crisis
económica experimentada en años anteriores. Estos nuevos factores han producido un
elevado impacto en el comportamiento de niños y adolescentes, aumentando de forma muy
preocupante la prevalencia de los trastornos de conducta que, además de las consecuencias
que influyen en el menor, afectan también a su entorno familiar y académico (Corral,
2008).
A causa de la prevalencia y consecuencias negativas de los problemas disruptivos,
del control de impulsos y de los trastornos de conducta en los menores y en sus entornos,
esta problemática supone la mayor demanda de consulta en los centros de salud mental
infanto-juvenil y de atención en los centros educativos.
Cuando se manifiesta el trastorno de conducta, surgen comportamientos que no
respetan los derechos de los demás, que presentan conflictos significativos con las normas o
con las figuras de autoridad. Las causas subyacentes de estos problemas de autocontrol
pueden variar entre los trastornos y entre los individuos (APA, 2014).
El presente trabajo responde a un cuestionario de tres cuestiones planteadas por la
tutora. Hemos seguido el orden preestablecido.
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2. ¿Si usted atendiese un paciente con cualquiera de los trastornos expuestos en esta
categoría (negativista desafiante, explosivo intermitente o trastorno de conducta), que
relevancia le daría a la información que aporten padres, maestros, vecinos o demás
personas que se relacionan con el niño?
b) Tanto el TC, como el TND, están relacionados con problemas de conducta que
llevan al individuo a conflictos con personas adultas y otras figuras de autoridad
(p. ej., profesores, tutores) (APA, 2014, 465).
d) Los factores de riesgo del TC a nivel familiar son el rechazo y la negligencia por
parte de los padres, la crianza incoherente, la disciplina severa, el abuso físico o
sexual, la falta de supervisión, el vivir en una institución a una edad temprana,
los cambios frecuentes de cuidadores, una familia muy numerosa, la
delincuencia de los padres y ciertos tipos de psicopatología familiar (p. ej.,
trastornos relacionados con el consumo de sustancias). Los factores de riesgo a
nivel de la comunidad son el rechazo de los compañeros, la asociación con un
grupo de compañeros delincuentes y un barrio expuesto a la violencia (APA,
2014, 72).
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TND: Los comportamientos del TND son menos graves que los del
Trastorno de Conducta. Además, en el TND hay más problemas
emocionales (enfado e irritabilidad) que no se incluyen en la definición del
TC. En niños y adolescentes, el TND es más prevalente en las familias en
que el cuidado de los niños está alterado por una sucesión de diferentes
cuidadores y en las familias en que el trato severo, inconstante o negligente
es frecuente en la crianza de los niños. El TND, se ha asociado con un
aumento del riesgo de intentos de suicidio y suele tener una comorbilidad
con TDAH y TC. El TND, a menudo precede también al trastorno de
conducta, quienes los padecen tienen un mayor riesgo de presentar
trastornos de ansiedad y trastorno depresivo mayor. (APA, 2014).
Los trastornos con los que el Trastorno de Conducta suele ser más
comórbido, es decir, suele aparecer a la vez, son el TDAH en niños y el
TND, con estos dos trastornos es importante establecer una diferenciación, y
saber cuándo se trata de un TDAH o de un TND y cuándo de un TC, pero en
algunos casos puede ocurrir que aparezcan conjuntamente. Además, el TND
puede también concurrir con el Trastorno Específico del Aprendizaje,
Trastornos de Ansiedad, Depresión Infantil y Bipolares y Trastornos por
Consumo de Sustancias.
utilizan armas que pueden causar heridas graves a terceros (p. ej., un bastón,
un ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma); ejercen la crueldad física
contra personas o animales; han robado enfrentándose a una víctima (p. ej.,
atraco, robo de monedero, extorsión, atraco a mano armada), o han violado
sexualmente a alguien. La violencia física puede tomar la forma de
violación, asalto o, rara vez, de homicidio (APA, 2014).