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¿A quiénes afecta el trastorno de conducta oposicionista y
desafiante?
Los trastornos de la conducta, como categoría, son sin duda la causa mas
común de derivación a los servicios de salud mental para niños y
adolescentes. Las estadísticas indican que este trastorno afecta entre un
2 y un 16 por ciento de los niños y adolescentes de la población general y
que se presenta con una frecuencia mayor en los varones que en las
mujeres.
Rabietas frecuentes
Discusiones excesivas con los adultos
Negativa a acceder a las solicitudes de los adultos
Cuestionamiento constante de las reglas; negativa a obedecerlas
Conducta dirigida a molestar o enojar a los demás, incluidos los adultos
Intentos de culpar a otras personas por su mala conducta o errores
Facilidad para enojarse con otros
Actitud de enojo frecuente
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Vocabulario desagradable o poco amable
Actitud vengativa
Los síntomas del trastorno de conducta oposicionista y desafiante pueden
parecerse a los de otros cuadros clínicos o problemas de la conducta.
Siempre consulte al médico de su hijo adolescente para obtener un
diagnóstico.
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La edad de su hijo, su estado general de salud y sus antecedentes
médicos
La gravedad de los síntomas de su hijo
La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias
Las expectativas para la evolución del trastorno
Su opinión o preferencia
El tratamiento puede incluir:
Psicoterapia individual
La psicoterapia individual para el ODD suele emplear un enfoque
cognitivo conductual a fin de aumentar la capacidad del paciente para
resolver problemas y su habilidad de comunicación y de control del enojo
y el impulso.
Terapia familiar.
La terapia familiar tiene a menudo como objetivo realizar cambios en la
relación familiar, como por ejemplo, mejorar la capacidad de
comunicación y fomentar la interacción entre sus miembros. La crianza de
los adolescentes con el trastorno suele ser una tarea muy difícil para los
padres, quienes necesitan apoyo, comprensión y ayuda para desarrollar
enfoques más eficaces para la crianza de sus hijos.
Terapia grupal con pares
La terapia grupal con pares a menudo prioriza el desarrollo de las
habilidades sociales e interpersonales.
Medicamentos
Si bien no se consideran eficaces para el tratamiento del ODD, pueden
utilizarse si se presentan otros síntomas o trastornos que responden al
medicamento.
Cómo prevenir el trastorno de conducta oposicionista y desafiante en la
adolescencia:
Algunos expertos consideran que en la manifestación del trastorno de
conducta oposicionista y desafiante se produce una secuencia de
experiencias relacionadas con el desarrollo. Esta secuencia puede
iniciarse con una actitud ineficaz por parte de los padres, seguida de
dificultades con otras figuras de autoridad y malas relaciones con los
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compañeros. A medida que estas experiencias se exacerban y persisten,
la conducta desafiante y oposicionista se transforma en un patrón. La
detección y la intervención precoces en las vivencias negativas familiares
y sociales pueden lograr interrumpir la secuencia de experiencias que
llevan a conductas más oposicionistas y desafiantes. La detección precoz
y la intervención con habilidades más efectivas de comunicación, de
crianza, de resolución de conflictos y de control del enojo pueden alterar
el patrón de conductas negativas y disminuir la interferencia del trastorno
en las relaciones interpersonales con los adultos y los compañeros, así
como también en la adaptación en el ámbito escolar y social. El objetivo
principal de la intervención precoz es favorecer el crecimiento y el
desarrollo normales del adolescente y, además, mejorar la calidad de vida
del niño o adolescente que padece el trastorno de conducta oposicionista
y desafiante.
ARTICULO 5
INTRODUCCION
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Desde muy diversos ámbitos estamos, en la actualidad, asistiendo a
importantes desafíos referidos a la valoración y a la actuación ante las
necesidades de las personas con retraso mental. El nuevo concepto de
Retraso Mental (Luckasson y cols., 1992; Verdugo, 1994; Font, 1997) ha
sido catalizador de nuevas actitudes, de nuevos modos de pensar sobre
ello, de pensar en las personas antes que en los Centros y Servicios. Ha
sido también impulsor de nuevos planteamientos de intervención y
gestión. En este sentido, se está realizando un importante esfuerzo por
aunar intervenciones que tengan un impacto real positivo en la mejora de
la calidad de vida de las personas con retraso mental, con procesos de
gestión en las organizaciones que se caractericen por una calidad total,
por una mejora continua. En concreto, el modelo propuesto por Schalock
(Schalock, 1997) puede ser una poderosa herramienta para lograr la
mejora de la calidad de vida en las personas y la mejora continua en las
organizaciones proveedoras de los apoyos necesarios para ellas.
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intervención no está totalmente modulada por la presencia de esas
conductas. Las conductas desafiantes son una expresión más de las
interacciones entre las personas y sus entornos. No son una fatalidad
vinculada sin remedio a la patología de las personas. No son un problema
de la persona (y por eso no nos referimos a ellas como problemas de
conducta) sino una manifestación de las competencias de la persona en
interacción con un entorno físico, social y cultural determinado. Pero, ¿a
qué nos referimos concretamente cuando hablamos de conductas
desafiantes?.
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Es decir, la conducta desafiante es una expresión más, peculiar, de la
persona en interacción con el entorno. Y cabe hacer cierta analogía con
respecto al nuevo concepto de Retraso Mental. En este sentido se afirma:
"El retraso mental no es algo que uno tenga, como los ojos azules o un
corazón enfermo. Ni es tampoco algo que uno sea, como bajo o delgado.
(... ) El Retraso Mental se refiere a un particular estado de funcionamiento
que comienza en la infancia y en el que coexisten limitaciones
intelectuales junto con limitaciones relacionadas en habilidades
adaptativas" (Luckasson y cols., 1992, p. 9). Pues, del mismo modo, la
conducta desafiante no es algo que tenga la persona o no es algo que
sea la persona. La persona no es toda ella una conducta desafiante. Tal y
como he expresado en otro lugar "el término desafiante no hace
referencia a conductas realizadas intencionadamente por una persona
para desafiar, retar o provocar a su interlocutor; el desafío se dirige a los
servicios y recursos destinados a su desarrollo personal y social. Un
comportamiento desafiante hace que centremos nuestra atención no en la
culpa de quien lo manifiesta sino en el contexto en el que se produce y en
los recursos que debemos disponer para favorecer que, en el futuro, ante
una situación similar, el comportamiento expresado sea ajustado y
eficiente en ese contexto." (Tamarit, en prensa). En resumen, la conducta
desafiante no es algo de uno o del interlocutor, tiene su sentido en la
interacción entre ambos en contextos determinados.
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despliegan grados importantes de al menos una de las conductas
analizadas (conducta agresiva, conducta autolesiva, destrucción de
bienes). Según este estudio aproximadamente 6 personas de cada
10.000 presentan algún tipo de conducta destructiva grave. Estos datos
son superiores a los obtenidos en otros estudios realizados en Inglaterra
también con una amplia población de personas con discapacidades
evolutivas. Según Emerson (op. cit.) aproximadamente 2 personas de
cada 10.000 presentan conductas desafiantes importantes, incidencia
equivalente al 6,1% de las personas administrativamente definidas como
personas con discapacidad del aprendizaje.
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asocian a niveles muy bajos de ocurrencia de conductas autolesivas; por
el contrario, situaciones o eventos estresantes tales como la enfermedad,
personas o situaciones nuevas y quitar los mecanismos de restricción
para el baño, se asocian, de acuerdo a las respuestas de los padres, con
altas tasas de conductas autolesivas. Otro autor (Carr, 1977), al realizar
un exhaustivo análisis de las motivaciones subyacentes a las conductas
autolesivas, afirma que, aún en el caso de la existencia de claras
alteraciones orgánicas, tales como en el síndrome de Lesch-Nyhan,
existen importantes evidencias de componentes operantes y de control
estimular.
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biológica sino también de las habilidades adaptativas con las que cuente
la persona y de las habilidades del medio para relacionarse y ajustarse a
sus necesidades. Esto es, siempre hay algo que hacer; y toda persona,
con independencia del síndrome, mejorará en la conducta si le
proporcionamos los apoyos adecuados.
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En primer lugar, las características biológicas más sobresalientes son:
bajo peso en el nacimiento (inferior a 2.500 gr.), corta estatura y
crecimiento retrasado y microbraquicefalia. Otras características típicas
son cejas pobladas que se juntan frecuentemente en el entrecejo
(sinofridia) y pestañas largas, agujeros nasales en posición anterior y
puente nasal deprimido, labios delgados, curvados hacia abajo. Otras
características frecuentes son: hirsutismo (vello corporal excesivo,
especialmente en espalda), manos y pies pequeños, moderada limitación
en la extensión de los codos... En cuanto a características relacionadas
con la salud, destacan reflujo gastroesofágico, crisis epilépticas, defectos
cardíacos, paladar hendido, anormalidades en la vejiga y dificultades en la
alimentación (The Cornelia de Lange Syndrome Foundation, Inc.:
http://cdlsoutreach.org/ ; Borderas y cols., 1974).
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Locomoción: el 39% podían moverse sin gran apoyo por los alrededores
de su casa.
Beck concluye: " ... debería hacerse hincapié en que los pacientes con
Cornelia de Lange son relativamente capaces de hacer frente a sus
necesidades diarias, si bien, para la gran mayoría de ellos, será siempre
necesaria ayuda en lo referente a la vida social y especialmente en
cuanto a la comunicación" (Beck, 1987, p. 257). En un estudio sobre las
habilidades de habla y lenguaje en 116 personas con síndrome de
Cornelia de Lange, Marjorie Goodban encuentra las tres características
siguientes: "1. En la mayor parte de los casos la capacidad para producir
lenguaje era notablemente inferior a la capacidad para comprender
lenguaje; 2. Había una discrepancia entre las habilidades de vocabulario y
las habilidades sintácticas: quienes han desarrollado mucho vocabulario
no tienen el nivel esperado de habilidad sintáctica. (... ); y 3. Casi todos
los pacientes con síndrome de Cornelia de Lange, incluso aquellos con un
vocabulario muy desarrollado, son inusualmente callados y hablan muy
poco" (Goodban, 1993, p. 1060).
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En tercer lugar, en cuanto a las características conductuales del síndrome
de Cornelia de Lange, destaca el hecho de que, de forma similar al
síndrome de Lesch-Nyhan, parece existir, con una prevalencia superior a
la esperada, una constelación de comportamientos autolesivos
característicos, específicamente morderse los dedos y los labios, a veces
de forma muy lesiva, aunque en general se detecta una cierta buena
respuesta a la intervención. En algún estudio se habla de una cierta
tendencia en algunas personas al aislamiento social y se cita,
especialmente en los casos en los que la afectación es más ligera, un
perfil de personalidad caracterizado por rigidez e inflexibilidad al cambio y
una preferencia por un entorno estructurado (citado en Bay y cols., 1993).
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con anterioridad.. Pesó al nacer 2.480 gr. y presentaba un perímetro
craneal inferior a la media. Durante la infancia presentó episodios
claramente comiciales que en la actualidad se encuentran controlados sin
medicación específica. Con respecto a la salud, en la actualidad, salvo
alergia al pescado y algún episodio de dificultad respiratoria con motivo de
alguna excursión por una zona de montaña, no es de reseñar ninguna
otra característica.
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ejemplo con respecto a su obsesión con todos los mecanismos eléctricos,
especialmente los enchufes y los conmutadores generales de luz),
contenidos escolares funcionales (va comprendiendo los pictogramas
pero carece de habilidades mínimas relacionadas con las letras y
números y contenidos culturales básicos) y ocio (va aprendiendo diversas
alternativas de ocio, por ejemplo, la bici, o juegos adaptados, pero
requiere ayuda total para la organización del ocio y para su ejecución). En
cuanto al área de cuidado propio, requiere apoyo limitado en
prácticamente todas las actividades, siendo especialmente intenso y
necesario ese apoyo en la actividad de comer, donde manifestaba con
bastante frecuencia comportamientos desajustados (ruptura de platos y
vasos, negativismo, agresiones ... ). En las Escalas de Conducta
Adaptativa Vineland (Sparrow y cols., 1984) Hector obtiene puntuaciones
mayores en habilidades motoras y de la vida diaria (entre tres y tres años
y medio de edad equivalente) que las que obtiene en habilidades de
comunicación y socialización (entre dos y tres años de edad equivalente).
Como puede observarse, Hector tiene un perfil de puntos fuertes (cuidado
propio, habilidades motoras) y de puntos débiles (comunicación,
habilidades sociales, autodirección ... ) muy similar al encontrado por
Beck en el estudio anteriormente mencionado.
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encender y apagar una y otra vez los interruptores de luz, especialmente
el diferencial general si tenía ocasión para ello, aunque a la vez,
manifestaba un alto grado de ansiedad en ocasiones en que la luz se iba.
En una ocasión intentó introducir un objeto metálico en un enchufe. En la
comida manifestaba cierta ansiedad exagerada, intentando comer
separado del resto, o lanzando los platos y vasos por los aires de modo
descontrolado. Este tipo de manifestaciones conductuales se daban
igualmente en el entorno familiar. Especialmente en este entorno
realizaba conductas de provocación, tales como romper algo y enseñarlo,
generalmente al padre, verbalizando "roto".
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tranquilidad, consiste en movimientos repetidos de giros sobre su cuerpo,
con ambos brazos en alto medio flexionados, y con inclinación lateral de
la cabeza, terminando, en ocasiones, con sacudidas cortas y repetidas,
acompañadas de risa, de los brazos. Este perfil conductual no se ajusta
en absoluto a un síndrome de autismo; la puntuación en la prueba
C.A.R.S. (Schopler y cols., 1980) es de 20, lo que indica claramente que
Hector no es una persona con autismo. Por el contrario, encaja
adecuadamente con lo observado en otras personas con síndrome de
Cornelia de Lange.
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Para asegurar la adecuación de los modos de intervención, éstos han de
ser consecuencia del análisis previo de los condicionantes y de las
circunstancias que operan en relación a la manifestación de esas
conductas desafiantes. Esta evaluación es un paso esencial en la
determinación de los procesos de intervención (para una revisión sobre
evaluación de las conductas desafiantes, ver Rueda, 1997). Además, al
plantear la intervención debemos pensar que el fin de la misma no es
tanto modificar conductas como crear habilidades y modificar contextos; y
que el fin último es la mejora de la calidad de vida de la persona, por lo
que las intervenciones han de ser absolutamente respetuosas con el
derecho de toda persona a un trato digno y humano.
La historia previa:
Hector había recibido atención desde la edad de tres meses hasta los seis
años en que ingresó como alumno en el Colegio mismo donde estaba
recibiendo esa atención temprana. Tras varios años en los que no se
observan, según la familia, problemas especiales, comienza una etapa
especialmente problemática a nivel conductual, coincidiendo con el
traslado del Colegio a una ubicación distinta. Los contenidos a los que
más se hace referencia en los informes disponibles de esa época son los
propios de una etapa de preescolar (iniciación al cálculo, preescritura,
prelectura, colores ... ), hacia los que Hector, según información de sus
maestras, no muestra especial atención. Se producen episodios de fuerte
negativismo y de no querer acudir al Colegio y comienzan a aparecer
mayores situaciones de descontrol conductual. Una de sus maestras
escribió: "Se le trata con cariño y responde con agresividad. Él mismo
quiere poner remedio, pero se le olvida fácilmente y al menor descuido
vuelve a la idea inicial. Pide perdón para salirse con las suyas".
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Tras un tiempo en esta situación de aprendizaje los padres empiezan a
valorar la posibilidad de cambio de Colegio. Comenzaban, además, a
darse situaciones de exclusión de actividades amparándose en el hecho
de las negativas de Hector a participar en ellas (por ejemplo, la piscina) y
a aislarse. Los siguientes comentarios escritos en los informes del Colegio
son un ejemplo de esta época: "Evolución lenta poco favorable, debido a
su falta de colaboración. Utiliza al adulto sólo cuando le interesa (cogerte
de la mano para pedirte algo, etc)" (Informe de la logopeda). "Hector se
ha negado este año a acudir a fisioterapia y realizar los ejercicios, por lo
que no he podido trabajar nada con él" (informe de la fisioterapeuta). En
general, los profesionales del Centro manifestaban su falta de recursos
para afrontar las conductas desafiantes de Hector y los padres percibían
que esta situación se iba agravando cada vez más, aumentando la
frecuencia de tales comportamientos y aumentando las situaciones en las
que Hector no participaba y quedaba excluido. Todo ello es lo que decide
finalmente a la familia a intentar un cambio de Centro. Hector tenía
catorce años.
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física del adulto Hector le daba una bofetada, fuerte, repentina, rápida y a
continuación se quedaba como parado y con cara apenada, verbalizando
normalmente expresiones del tipo: "¿qué pasó?", o "perdón",
acompañando de acciones de acercamiento de ambas manos como para
que se le agarraran. La consecuencia que se seguía, que previamente se
había acordado, tras la información obtenida del anterior Centro y los
datos de los que disponíamos, era verbalizarle: "Tranquilo, Hector; te has
puesto nervioso pero no pasa nada. Ahora, tranquilízate, pon tus manos
atrás cogidas y ya se pasó".
Con los episodios de este tipo, que ocurrieron con una frecuencia un poco
menor a uno diario, temíamos que se produjera una situación de evitación
activa de la relación con Hector por parte de los adultos. Habíamos
valorado el estilo social de Hector y encajaba con un estilo social de
evitación de la relación; un estilo que, tal y como Taylor y Carr señalan
(1994), se caracteriza por: "a) raramente inician interacciones sociales
con los adultos; b) manifiestan sus niveles más altos de conductas
problema bajo un alto nivel de atención por parte del adulto; y c) muestran
sus niveles más bajos de conducta problema en condiciones de bajo nivel
de atención por parte del adulto" (p. 280). Para evitar estilos no
adecuados de interacción se instruyó a los adultos para que activamente
realizaran interacciones aunque respetando las distancias que Hector
requería para no elevar innecesariamente sus niveles de activación.
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Smith y cols., 1992) son: a) restringir el movimiento del cuerpo con partes
del cuerpo (por ejemplo, sentarse encima de las propias manos); b)
restringir movimientos mediante el uso de objetos (por ejemplo, introducir
las manos dentro de las mangas); y c) restringir movimientos mediante
petición expresa de restricción (por ejemplo, solicitar que le pongan un
casco o que le aten las manos). Todas estas conductas tienen el riesgo
de que provoquen en sí lesiones (por ejemplo, permanecer durante horas
con los brazos entrelazados en el respaldo de la silla en la que se está
sentado puede ocasionar problemas serios relacionados con la dificultad
de circulación de la sangre) o que interfieran con el acceso a actividades
educativas y rehabilitadoras. Pero denotan una intención y deseo de
permanecer en una situación de control conductual, un malestar por la
ocurrencia de conductas de descontrol, lo que explica las emisiones de
pesar y las expresiones de pesadumbre posteriores a la conducta (lo que
veíamos que también ocurría en las personas con síndrome de Lesch-
Nyhan y que se vinculaba al nivel de estrés).
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una comida, gimnasia, piscina, elaborar y tomar un aperitivo ... ) y mucho
mayor que la manifestada, según la información del Colegio anterior,
frente a tareas escolares tradicionales.
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6. El objetivo último de la intervención es el cambio en el estilo de vida, en
lugar de la eliminación de los problemas de comportamiento" (p. 24).
Ordenando el tiempo
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Cuando fue siendo hábil en el reconocimiento de las claves y en su
sentido, comenzamos a enseñarle estrategias ante acciones
imprevisibles, estrategias de afrontamiento de hechos imprevistos y
desconocidos. La estrategia era: "A lo mejor ocurre A, a lo mejor ocurre B"
(Tamarit, 1996). Hector manifestaba altos grados de ansiedad que le
hacían propenso a expresar conductas desafiantes agresivas y/o
autolesivas ante lo no previsto. Como gran parte de las situaciones de la
vida diaria son imprevisibles nos pareció que era necesario enseñarle
estrategias de pensamiento probabilístico, es decir, que ante el hecho X
se pueden dar no sólo una respuesta A, sino A o B (para continuar en el
futuro con A,B,C...). Esto se lo enseñamos mediante tareas tan simples
como "leer" el menú del día a través de fotos. Estaba la foto del primer
plato, la foto del segundo plato pero en el postre había una interrogación.
Ante esa interrogación le planteábamos que "a lo mejor había fruta o a lo
mejor había yogur", a la vez que se le enseñaban fotos de ambas cosas.
Se le pedía que eligiera lo que él creía que habría y después, en cuanto
llegaba la comida, íbamos a comprobar si había acertado o no. Esta
estrategia se generalizó a otras situaciones de mayor "valencia
emocional" para Hector, es decir a situaciones en las que su implicación
emocional era mayor (tales como "a lo mejor está ya el autobús de ruta
cuando salgamos o a lo mejor llega tarde").
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debía volver al grupo; si bien, en caso de continuar nervioso podía volver
a "pedir" ir a la sala para relajarse.
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Veamos los objetivos del primer año, en la actividad de compra, en el
entorno de tienda: Desarrollar el lenguaje oral con distintos propósitos
comunicativos; desarrollar habilidades implicadas en la interacción
conversacional; aumentar el vocabulario; mejorar la articulación; mejorar
la estructura sintáctica; potenciar y utilizar pautas de comportamiento
social (turnos, saludos, despedida, dar las gracias, por favor); desarrollar
estrategias para resolver problemas sociales; conocer, identificar y
nombrar objetos y alimentos relacionados con el contexto; descubrir el
empleo de algunas monedas; conocer conceptos cuantificadores (grande,
pequeño; lleno, vacío); desarrollar estrategias para la regulación de la
propia conducta; mantener la atención; potenciar la relación con iguales
(dar ayuda y ofrecer colaboración).
CONCLUSIONES
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Mediante el caso de Hector, he pretendido explicar que una condición
biológica no conlleva necesariamente una expresión conductual única y
específica (Hodapp, 1997); la intervención ante sus conductas desafiantes
requiere de una valoración de sus necesidades educativas, especialmente
en las áreas de habilidades comunicativas, sociales y de autodirección.
Todo ello sin olvidar los estilos sociales, de aprendizaje y perceptivos
individuales. Tenemos en la actualidad herramientas para abordar la
atención ante conductas desafiantes desde la escuela, como tarea
eminentemente educativa; no podemos seguir planteando viejas formas
ineficaces que pretenden excluir de la educación estos aspectos; no es
cuestión de "mandarle al psicólogo" cuando se presentan estos retos (¡y
lo dice un psicólogo!); es cuestión de que psicólogos, maestros,
logopedas, fisioterapeutas, auxiliares trabajen como equipo para la
programación de la respuesta educativa que personas como Hector
necesitan para mejorar en su calidad de vida, para progresar y
desarrollarse como persona.
RESUMEN
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posibles entre síndromes y manifestaciones conductuales específicas. Se
analizan los factores concretos que en el caso de Hector podían estar
propiciando la presencia de esas conductas y se describe el proceso de
intervención seguido. Dicho proceso hace especial hincapié en: a) ofrecer
permanente información por adelantado (feed-forward); y b) la enseñanza
de habilidades de comunicación, sociales y de autodirección en entornos
educativamente significativos.
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