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DEL CRATILO Y OTRAS PREOCUPACIONES

“REFLEXIONES”

Doctor: JULIAN SERNA ARANGO

Por:
GERMAN ANTONIO VAQUEZ VARGAS.

Doctorado en ciencias de la educación

Cohorte XII.

Universidad Tecnológica de Pereira.

Noviembre de 2022.
Hubo días en que me sentí reflexivo y me atreví a pensar, pensamiento que creí propio, ideas que

consideré únicas, pero luego, bebiendo un dulce trago de mi propio lenguaje, me di cuenta que

nada de ello era autóctono, que otras personas ya habían reflexionado sobre mis inquietudes

primarias. En tal escenario me formulo preguntas, para las que, por fortuna, aún no tengo

respuesta, algunas de ellas son: ¿Por qué nuestro cerebro necesita de seguridad que la naturaleza

no ofrece? ¿Cuál es el verdadero lenguaje que debería hablar el conocimiento? ¿Por qué

pensamos que debemos saberlo todo, conocerlo todo, definirlo todo?

El lenguaje no es objetivo, por tanto, no muestra la realidad, por el contrario, la cambia y la

condiciona lingüísticamente hablando, razón por la cual es posible afirmar que los imperativos

categóricos, muy comunes en nuestra lengua indoeuropea, se convierten en el primer obstáculo

para acceder al conocimiento.

Desde la época de los griegos el hombre emprendió un camino que le permitiera intentar dar

respuestas a las preguntas que se ha hecho sobre el universo, en ese proceso surgieron una serie

de teorías y tras ellas se han escondido determinados sesgos cognitivos, que como ya sabemos,

desvirtúan la percepción de la realidad, por tanto, es posible que sea comúnmente aceptado el

surgimiento de esos imperativos categóricos que excluyen otras ideas sobre el objeto del

conocimiento. Es de reconocer pues, que con la filosofía platónica empezamos a dar crédito a los

universales, los cuales, para este autor no existen en nuestro planeta, él los ubicó en un mundo

imaginario el que denominó el “topus uranus”, por su parte Aristóteles ubica estos universales en la

naturaleza. Tuvimos que esperar hasta la época de René Descartes para que dichos universales

fueran ubicados en el hombre, teoría que se conoce como “las ideas innatas”, en ella afirma
Descartes que la experiencia empírica o percepción no posibilita la justificación de ciertos

contenidos mentales, y que si los tenemos es porque descansan en la propia naturaleza de nuestra

mente.

Con el paso de los siglos llegó Emmanuel Kant, quien genera un giro en las premisas centrales de

la filosofía, en sus escritos reconoce que los postulados de Copérnico y Descartes hacen que esas

concepciones del universo cambien, pues, lo que estaba en el centro pase a la periferia y

viceversa, Kant lo denomina como el giro copernicano. Posteriormente una serie de autores entre

los que se encuentran Heidegger, Brunner, Bajtín, empiezan a reconocer cómo el lenguaje

condiciona el proceso de pensamiento, dicho en palabras del doctor Julián Serna Arango,

dependiendo del mecano lingüístico que cada persona tenga, podrá desarrollar determinados tipos

de pensamiento y a partir de allí elaborar algún tipo de conocimiento de la naturaleza. En tal

sentido, Gustav Bermann acuña el concepto de giro lingüístico, concepto que empezó a usarse en

diversas disciplinas, no sólo en la filosofía del siglo XX, sino que el concepto se extendió a diversas

disciplinas humanistas.

Es de tenerse en cuenta que al poner la mirada en el lenguaje como herramienta del conocimiento

se postulan los siguientes criterios:

1. La pragmática lingüística, propone la importancia del contexto, toda vez, que no se pueden dar

los actos de habla si los sujetos hablantes no toman como referencia el entorno, tanto de lo

expresado, como de la significación de los términos en una comunidad determinada. Este

criterio toma mayor importancia cuando hablamos de la escuela básica y media, ya que, por lo

regular los maestros trabajamos algunos temas de clase desconectados de la realidad próxima
de los escolares o por lo menos es lo expuesto por la OCDE en su informe de 2019 sobre los

resultados de la prueba pisa aplicada por ellos en 2018.

2. La relatividad lingüística, vista a partir de lo postulado por Benjamin L Whorff, quien propone

que la producción lingüística se estudia desde la sintaxis, en especial cuando dichos productos

son comparados con lenguas de orígenes diversos. Este criterio es muy usado en la escuela, ya

que la escuela colombiana, o por lo menos en la institución donde laboro, se le da mayor

importancia a que los estudiantes, en la clase de lenguaje, trabajen sólo la gramática de la

lengua, foco que, por lo general, impide que los aprendices se acerquen a la producción

lingüística de manera autónoma.

3. El problema de las explicaciones (definiciones), debe reconocerse que en algunas áreas del

conocimiento son vitales, sobre todo cuando hablamos del dialogo pedagógico en la escuela, un

ejemplo de ello son las explicaciones en áreas como matemáticas y ciencias naturales, pero el

lío surge en las áreas humanísticas, donde pretendemos definir una serie de conceptos que no

son conciliables, principalmente por ser sustantivaciones abstractas, algunos ejemplos de lo

afirmado es cuando en clase se pretende definir conceptos como: el amor, lo humano, lo real,

entre otros.

Las definiciones aparecen en las lenguas indoeuropeas con la llegada del verbo ser, ello se debe a

la tendencia a sustantivar los verbos en la representación de la realidad, en especial, cuando

queremos acudir a la noción de los universales conceptuales, es el verbo ser quien resuelve ese

problema, toda vez que reduce los atributos de un concepto o entidad a sólo uno, no

necesariamente el más representativo de él.


Los sustantivos generan en el usuario de las lenguas indoeuropeas una sensación de unidad y

permanencia, cuando en el mundo las particularidades es lo que hace a natura cambiante, es por

ello que la escritura surge como herramienta para mantener en la memoria conceptos tratados en

algún momento de la historia. Conviene entonces mencionar algunas características que hace tan

potente el sustantivo en nuestra lengua:

1. El uso del sustantivo abstracto: Permite hacer referencia a categorías que sólo existen en el

lenguaje y no en el mundo natural, por tanto, no son refutables, ya que no se pueden percibir

por los cinco sentidos.

2. El uso del nombre común: Surge de la necesidad de llamar con el mismo nombre a objetos que

tienen cercanía o parecido. Los nominalistas lo reconocen como el apodo a diversas cosas.

Afirma el doctor Julián Serna Arango “Lo único que tienen las cosas que llamamos con un

mismo nombre de común, es que tienen un aire de familia”.

3. Uso copulativo del verbo ser: Surge con la escritura, por ello se ubica su génesis a partir de la

filosofía platónica, para ello los griegos resignificaron el “aion” que en un principio se usaba para

referirse al tiempo de la vida, pasando a ser usado para referirse a lo eterno.

4. La definición: Surge como consecuencia del uso del verbo ser, en tal caso, es de tenerse en

cuenta que la definición edita el mundo, lo que posibilita el surgimiento de varias versiones

(definiciones) sobre un concepto o idea. Con la definición surgen otros dos conceptos usados

por el lenguaje:
a. La causalidad: Tendemos a usar la causalidad lineal para realizar explicaciones de la

mayoría de las cosas, ello se debe a que nuestra lengua tiene inmerso en el artefacto

lingüístico, el concepto de tiempo, elemento necesario para la conjugación verbal.

b. La objetividad: Se considera desde la perspectiva en que leemos el mundo,

principalmente con la vista, lo que nos excluye de lo observado. Este es el único sentido

con el que podemos separar y jerarquizar los objetos percibidos. Los humanos no

usamos un lenguaje universal, siempre ha sido particular y construido a partir de

nuestros propios prejuicios.

Debe quedar claro que hay lenguas en las que no existen el concepto de sujeto y predicado, ello

provoca que haya cosas que no se puedan expresar con las palabras y por tanto el lenguaje es

inútil en determinadas acciones humanas, ahora bien, en cuanto a los procesos de lectura y

escritura, es necesario evidenciar que existen algunas diferencias, entre ellas:

 En el proceso del habla, lo único totalmente consciente es la intención comunicativa, no las

palabras usadas.

 En la escritura existe la posibilidad de pensar lo que se quiere decir, toda vez que hay

oportunidad de elegir las palabras y el orden de las ideas a expresar.

 En la escritura el emisor debe ser más cuidadoso, ello se debe a que desconoce a su

interlocutor, es decir, no existe un contexto compartido entre escritor y lector, además, el

concepto presenta diversos problemas, el primero de ellos es que va recubierto de unos

atributos, adjetivos, que el autor, por lo general, muestra como los únicos.
Con respecto a estos usos del lenguaje, se afirma que existen prioridades diferentes para la

escritura y la oralidad, para la primera lo es la permanencia y por ello se piensa, dicho en otras

palabras, requiere de tiempo. En el caso del habla se prioriza el contexto, debido a que el hablante

no piensa en cada palabra que va a decir, sólo en los referentes conceptuales que quiere expresar,

ahora bien, tanto en una como en la otra, no es suficiente con lo expresado, también es necesario

reconocer la forma como se dice (el tono), es por esta razón que no se puede hablar de lenguajes

neutros.

Según Mijaíl Bajtín existe en la literatura la polifonía (varias voces en la obra) y paralelo a ello,

diversidad de léxicos. Posteriormente esta teoría fue asimilándose en las interacciones sociales.

Este autor reconoce que el lenguaje evoluciona, hecho que provoca que reconozca la validez del

discurso del otro. Una figura de la literatura que representa con mayor potencia este concepto, es

la metáfora, ya que ella no se limita a decir lo mismo de forma literaria, sino que permite expresar

ideas para las que no tenemos palabras.

En tal sentido podemos acuñar el concepto que los géneros literarios y las figuras de la literatura

emergen como herramientas para expresar lo que el uso lingüístico cotidiano no permite, por

ejemplo, en la lírica el verso muestra una ruptura necesaria para ir más allá del discurso y del

lenguaje, sin que por ello sea más cercano al mundo práctico, por el contrario, sólo alude a algunos

elementos de él.

Como ya se dijo párrafos antes, nuestra lengua necesita del concepto de tiempo, en este sentido

hay que reconocer las diferencias existentes entre el tiempo lineal (lingüístico) pasado, presente
futuro, y otros tiempos inmateriales que nos permiten el conocimiento, citemos a manera de

ejemplo el término griego del “Kairos” que se usaba para expresar el tiempo oportuno. Así pues,

podemos reconocer, a grandes rasgos, tres concepciones del tiempo:

El tiempo futuro: Admite la opción de la elección y a partir de allí recorrer los caminos que de

manera consciente o no, decidimos seguir.

El tiempo simultaneo: Todo ser humano habita en los dos conceptos de tiempo, el lineal y el

simultaneo; el primero para realizar las actividades cotidianas con un elemento externo a nosotros,

el reloj; simultaneo porque las actuaciones humanas están determinadas por el cúmulo de

concepciones del mundo y al tiempo la unión de los tiempos verbales.

Tiempo emocional: A diferencia del lineal, éste habita dentro de nosotros, sólo de esta manera el

tiempo puede contraerse y expandirse (Teoría de Albert Einstein)

En conclusión, por lo general reconocemos que el lenguaje es la herramienta única y validad para

llegar al conocimiento del mundo y sus leyes, pero luego de reflexiones sobre el lenguaje mismo, la

humanidad misma empezó a encontrar que no todo lo relata el lenguaje e inclusive que el lenguaje

provoca desviaciones en la compresión de fenómenos que se escapan a los sentidos humanos, es

el caso, por ejemplo, de las leyes físicas del universo (bueno, hoy en día considerado como

multiverso), además de las limitantes lingüísticas, están las de carácter conceptual, como es el

caso del surgimiento por ejemplo de teorías como la acuñada por Miguel Ángel González y que

denominó “los lenguajes de poder” donde que expresa la necesidad de descolonizarnos de algunas

concepciones sociales que impide a las personas mejorar sus interrelaciones.

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