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REVISTA NOMADÍAS

Diciembre 2020, Número 29, 237-255

¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo? Una perspectiva


fenomenológica

Why use inclusive language? A phenomenological


perspective

Sofía Carreño
Universidad Nacional de Colombia
scarrenoc@unal.edu.co

RESUMEN
En este artículo argumentaré a favor del uso del lenguaje inclusivo desde una
perspectiva fenomenológica para concluir que el uso de este puede resultar ser
transformador tanto en la esfera identitaria personal, como en el pensamiento y
en la historia colectiva, influenciados por procesos socioculturales, institucionales
y políticos que no dejan de tensionar y coartar el desenvolvimiento de nuevas
subjetividades. Para esto, empezaré por evidenciar los análisis fenomenológicos
acerca de la manera en que vivimos el lenguaje y en que este puede llegar a influir e
incluso potenciar las opresiones en el orden del género. Posteriormente, examinaré
el Informe de la Real Academia Española sobre el Lenguaje Inclusivo y cuestiones
conexas para problematizar los argumentos que se presentan en contra del uso del
lenguaje inclusivo y así, finalmente, mostrar los efectos positivos del uso del mismo.

ABSTRACT
In this article I will argue in favor of the use of inclusive language from a phenome-
nological perspective to conclude that the use of it can turn out to be transformative
both in the personal identity sphere, as well as in collective thought and history,
influenced by sociocultural, institutional and political processes that do not stop
stressing and restricting the development of new subjectivities. For this, I will begin
by highlighting the phenomenological analyzes about the way we live language and
how it can influence and even enhance oppressions in the order of gender. Later,
I will examine the Report of the Royal Spanish Academy on Inclusive Language
and related issues to problematize the arguments that are presented against the
use of inclusive language and thus, finally, show the positive effects of its use.

Palabras clave: Fenomenología, lenguaje inclusivo, identidad, género, RAE.


Keywords: Phenomenology, inclusive language, identity, gender, RAE.

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Revista NOMADÍAS Nº 29, 2020

¿Cómo vivimos el lenguaje?

En su análisis fenomenológico del lenguaje, consignado en la


última sección de la primera parte de la Fenomenología de la percepción,
Merleau-Ponty señala que con frecuencia se suele pensar que el habla
consiste en la traducción de pensamientos en palabras y, por lo tanto,
la comunicación consiste en una interpretación de los pensamientos
del otro mediante su hablar. No obstante, esta concepción se basa
en el dualismo mente-cuerpo que procura ser superado por la feno-
menología. Así, los análisis fenomenológicos de Merleau-Pony, los
cuales tratan experiencias patológicas en contraste con experiencias
“normales”, parten de la premisa de que el pensamiento por sí solo
no es suficiente para el reconocimiento de los objetos, ni el habla pre-
supone el pensamiento, en tanto que, sostiene el autor, no hay algo
así como el pensamiento puro previo al lenguaje (cf. 1945 203-32).
Esta última afirmación se basa en el hecho de que la experiencia
muestra que la manera en que los objetos dejan de ser entes indeter-
minados es cuando los nombramos, es decir, que el nombrar un objeto
es al mismo tiempo reconocerlo. En este sentido, los nombres de los
objetos llevan consigo el/los significado/s de estos. Así, en tanto que
“nosotros mismos no conocemos nuestros pensamientos hasta que
los formulamos en ‘un discurso interno o externo’” (Langer 1989 59)1,
se evidencia que el habla no acompaña ni traduce el pensamiento
previo a esta, sino que es la materialización misma del pensamiento.
Adicionalmente, el autor señala que si el lenguaje no fuese idén-
tico al pensamiento, entonces la comunicación sería imposible, en
tanto que, “a menos de que el oyente pueda aprender algo de las
palabras mismas del hablante, la comunicación se convierte en una
ilusión” (Ibid.); de este modo, si bien la comunicación supone un suelo
común de lenguaje entre los hablantes, se hace claro que este tuvo
que originarse en algún punto de la historia a partir de significaciones
gestuales, dado que de otra manera la pregunta por la posibilidad
de la comunicación supondría un regreso al infinito. Para ilustrar
esto y enfatizar en que el lenguaje es en sí mismo el pensamiento,
Merleau-Ponty utiliza como ejemplo una situación en la que decimos
o escuchamos algo nuevo, y señala que:

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SOFÍA CARREÑO • ¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo? Una perspectiva fenomenológica

El hablante no precede o acompaña su hablar con un pensamien-


to, tampoco conceptualiza ni visualiza su significado. Simplemente
utiliza un lenguaje común de tal manera que el nuevo significado
nace [comes into being] cuando él habla […]. Del mismo modo, el
oyente tampoco decodifica signos ni conceptualiza lo que escu-
cha; él entiende el nuevo significado del otro cuando este emerge
y se desenvuelve (Ibid.).

Lo anterior se hace evidente en la experiencia cotidiana cuando,


por ejemplo, comprendemos inmediatamente verbos como “tuitear”
[to tweet] o cuando mi lector o lectora comprende lo que digo al afirmar
que “me encuentro ‘Merleau-Ponteando’ en esta sección del artículo”,
a pesar de nunca haber escuchado esta expresión que recién invento
en mi escritura.
Esto, según el autor, no solo sucede con las palabras, también
con el lenguaje corporal. Los gestos que realizamos no representan
nuestros estados de ánimo, sino que son ellos mismos nuestros estados
de ánimo; por ejemplo, el morder mis uñas no representa mi estar
nerviosa, sino que es mi estar nerviosa. De este modo, la comunica-
ción tanto de palabras como de gestos requiere una reciprocidad en
las intenciones de los sujetos involucrados en la interacción para que
surja la comprensión (cf. 60-1). Sin embargo, esta reciprocidad no se da
ni de manera mecánica ni por medio de una operación del intelecto,
sino que surge a partir de un cohabitar prereflexivo de un mundo
inersubjetivamente estructurado, así, “no es más natural, y no menos
convencional, el gritar con rabia o el besar con amor que el llamar a
una mesa ‘una mesa’”(Merleau-Ponty 1945 220), pues si bien ni los
pensamientos ni las emociones pueden separarse del cuerpo, estos
tampoco se puede reducir a una formación anatómica, y así es como
el lenguaje, en equivalencia a toda actividad humana, es una forma
de vivir el propio cuerpo en-el-mundo. Pero tomar nota de que hay
una diferencia entre el lenguaje y las otras actividades, la cual radica
en que “la primacía del significado lingüístico tiene que ver con su
habilidad de sedimentarse en una adquisición intersubjetiva para su
uso futuro en la búsqueda de la verdad, una búsqueda sin fin cuyo
origen se basa en el habla misma” (Langer 1989 63).
De este modo, las nuevas significaciones también nos abren nue-
vas posibilidades experienciales; el nombrar nuevas cosas no solo crea

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una coordinación intersubjetiva de la experiencia, sino que también


hace patente que “el lenguaje es aquí inseparable de la actividad básica
de trascendencia, de modo que el lenguaje es la manera de ‘tomar una
posición’ en el mundo ‘mental’ o cultural” (Id. 64).
Teniendo en cuenta lo anterior, y basada en el texto de Martin
Heidegger Construir, habitar, pensar, Iris Marion Young señala que:
El lenguaje, afirma Heidegger, es la morada del ser. El hombre no
solo construye refugios materiales, templos [y] puentes […], los
sujetos masculinos son también los fundadores de la civilización
misma, aquellos que nombran las cosas y construyen las teorías y
épicas en las que sus significados son preservados a través de las
generaciones (Young 2005 130).

Se nos hace patente, pues, que con el lenguaje habitamos el mundo


e interactuamos con los otros, pero también que es con el lenguaje
que construimos el mundo entendido como entramado de significa-
ciones comunes y pre-reflexivamente comprensibles. Considerando
estos elementos a la base de esta reflexión, en la siguiente sección me
dispongo a mostrar cómo ciertos tipos de lenguaje han fomentado
opresiones específicas de género para, posteriormente, argumentar
a favor del uso del lenguaje inclusivo.

¿Cómo el lenguaje ha sedimentado opresiones de género?

Habiendo visto cómo habitamos y construimos el mundo


mediante el lenguaje, se hace evidente que la incapacidad de apro-
piarnos del lenguaje acaba por despojarnos de mundo. De acuerdo
con Iris Marion Young, el hombre suele construir su identidad al edi-
ficar el mundo tanto material como lingüísticamente, mientras que la
mujer suele verse relegada a la preservación pasiva de esta identidad
a causa de factores históricos que la han encasillado en aquel papel
y que impiden que construya una identidad propia en tanto que su
actividad se agota en la preservación de las significaciones masculinas
(cf. 124) y, si bien de acuerdo con Young y Heidegger (125) el preservar
(usualmente femenino) y el construir (usualmente masculino) son
igualmente necesarios para habitar el mundo. El mero preservar sin

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construir impide el ejercicio de la creación de nuevas significaciones


proyectadas hacia el futuro (cf. De Beauvoir 1952 448).
El hecho de que en las sociedades occidentales y capitalistas las
mujeres suelan asumir el papel de preservar las significaciones en
lugar de construirlas se observa en el hecho de que son las mujeres
quienes suelen verse encargadas del cuidado y la crianza de lo hijos
y, como nota Young, “el trabajo de preservación también involucra
de manera importante el enseñar a los niños los significados de las
cosas entre las cuales uno habita, enseñarles las historias, prácticas y
celebraciones que mantienen vivos significados particulares” (2005
142). Sin embargo, cabe notar que, si bien las mujeres biológicas han
sido las encargadas de las labores de preservación, otro tipo de iden-
tidades de género también se han visto históricamente despojadas de
la capacidad de construcción, como se mostrará más adelante. Ahora,
el hecho de no participar en la construcción del lenguaje tiene conse-
cuencias prácticas contra quienes se ven privados de este privilegio.
Un claro ejemplo de esto es la historia de Carmita Wood contada por
Miranda Fricker de la siguiente manera:
Una tarde, una ex empleada de la universidad buscó a Lin Farley
para pedirle ayuda. Carmita Wood, de cuarenta y cuatro años, na-
cida y criada en la región del huerto de manzanas del lago Cayuga,
y único apoyo de dos de sus hijos, había trabajado durante ocho
años en el departamento de física nuclear de Cornell, pasando de
asistente de laboratorio a un trabajo de escritorio manejando ta-
reas administrativas. Wood no sabía por qué había sido seleccio-
nada, de hecho, no sabía si había sido seleccionada, pero un profe-
sor distinguido parecía incapaz de mantener sus manos lejos de
ella. Como Wood contó la historia, el hombre eminente sacudía su
entrepierna cuando se paraba cerca de su escritorio y miraba su
correo, o deliberadamente rozaba sus pechos mientras buscaba
algunos papeles. Una noche, cuando los trabajadores del laborato-
rio salían de su fiesta anual de Navidad, él la arrinconó en el as-
censor y le plantó algunos besos no deseados en la boca. Después
del incidente de la fiesta de Navidad, Carmita Wood hizo todo lo
posible por usar las escaleras en el edificio del laboratorio para
evitar un encuentro repetido, pero el estrés de los acosos furtivos
y sus esfuerzos por mantener al científico a distancia mientras
mantenía relaciones cordiales con su esposa, quien le agradaba, le
provocó una serie de síntomas físicos. Wood desarrolló dolores

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crónicos en la espalda y el cuello. Su pulgar derecho cosquilleaba


y se adormeció. Ella solicitó una transferencia a otro departamen-
to, y cuando no resultó, renunció. Salió por la puerta y fue a
Florida para descansar y recuperarse. A su regreso, solicitó el se-
guro de desempleo. Cuando el investigador de reclamos le pre-
guntó por qué había dejado su trabajo después de ocho años,
Wood no pudo describir los episodios odiosos. Estaba avergonza-
da y abochornada. Bajo insistencia, el espacio en blanco en el for-
mulario debía completarse, respondió que sus razones habían
sido personales. Su reclamo por beneficios de desempleo fue de-
negado. “Los estudiantes de Lin habían estado hablando en su
seminario sobre los avances sexuales no deseados que habían en-
contrado en sus trabajos de verano”, relata Sauvigne. “Y luego
entra Carmita Wood y le cuenta a Lin su historia. Nos dimos cuen-
ta de que para una persona, cada una de nosotras, las mujeres del
personal, Carmita, las estudiantes, habíamos tenido una experien-
cia como esta en algún momento, ¿sabes? Y ninguno de nosotros
le había dicho a nadie antes. Fue uno de esos momentos de click,
una revelación profunda”. Las mujeres tenían su problema. Meyer
localizó a dos abogadas feministas en Syracuse, Susan Horn y
Maurie Heins, para asumir la apelación del seguro de desempleo
de Carmita Wood. “Y luego...”, informa Sauvigne, “decidimos
que también teníamos que mantener un discurso para romper el
silencio sobre esto”. El “esto” sobre el que iban a romper el silen-
cio no tenía nombre. “Ocho de nosotras estábamos sentadas en
una oficina de Asuntos Humanos”, recuerda Sauvigne, “haciendo
una lluvia de ideas sobre lo que íbamos a escribir en los carteles
para nuestro discurso”. Nos referíamos a esto como “intimidación
sexual”, “coerción sexual”, “explotación sexual en el trabajo”.
Ninguno de esos nombres parecía del todo correcto. Queríamos
algo que abarcara toda una gama de comportamientos persisten-
tes sutiles y no sutiles. A alguien se le ocurrió “acoso”. ¡Acoso se-
xual! Al instante estuvimos de acuerdo. Eso es lo que era (2007
149-50).

El ejemplo de Carmita Wood citado por Fricker pone de presente


que la falta de un lenguaje que recoja las experiencias que vivimos
impide comprender a cabalidad dichas experiencias, lo cual no solo
puede causar confusión, irritación, dolor y/o frustración, sino que
impide evitar la repetición de estas experiencias o protestar contra
ellas. Si solo un grupo de personas tiene el privilegio de construir el

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lenguaje, las únicas experiencias comprensibles son las de aquel grupo


privilegiado, mientras que las experiencias de los grupos privados de
la construcción del lenguaje, al resultar incomprensibles, no pueden
ser comunicadas o socializadas y por ende no pueden ser reprochadas
en el caso de ser experiencias negativas, ni celebradas en el caso de
ser experiencias positivas. En la siguiente sección se relacionarán este
tipo de experiencias con el lenguaje inclusivo.

Lenguaje inclusivo

En el español, el género gramatical se utiliza en sustantivos, adje-


tivos, artículos y pronombres, pero, a diferencia de otros idiomas con
género gramatical, como el alemán o el griego, el español, al igual que
el francés, conserva el género neutro únicamente en los pronombres
demostrativos (esto, eso, aquello) y los artículos (lo), mas no cuenta
con sustantivos, adjetivos u otro tipo de pronombres neutros. Es por
esto que recientemente se ha popularizado el uso de la x, la e, el guion
corto, la @, o la supresión de la letra que otorga el sexo a la palabra
como terminaciones alternativas a las masculinas y femeninas (usual-
mente en o y a, respectivamente), esto en los casos en que se quiere
expresar un género indeterminado. Y aunque esta alternativa es cada
vez más usada por activistas feministas y del sector LGTBI+, también
ha generado álgidos debates en los que incluso el Informe de la Real
Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas parece
expresar opiniones encontradas. Por un lado, el informe establece que:
La Real Academia Española, como institución arraigada en la cul-
tura humanística, se declara totalmente contraria a cualquier tipo
de sexismo, ya sea de mujeres o de miembros del colectivo LGTBI.
Nuestra Institución se halla en un proceso de renovación, lenta
pero irreversible, en el que la mujer asumirá cuantitativa y cualita-
tivamente un papel más relevante (32).

Y, del mismo modo, afirma que:


La mujer representa la mitad de la población mundial y no existe
ni ha existido prueba fehaciente de su inferioridad respecto al va-
rón en ninguna de las dimensiones del ser humano. Sin embargo,
ha sido relegada en todos los ámbitos de influencia. En su educa-

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ción ha sido apartada de las rutas que conducen a la cultura, al


conocimiento, a la ciencia. En la vida social no ha tenido acceso a
gran número de profesiones, de cargos, de dignidades, de puestos
de representación (desde la religión hasta la política) […]. Durante
siglos ha carecido de autonomía e independencia económica y es
objeto de desigualdades en derechos y en salarios. Incluso en el
hogar, su único reducto, perduran asimetrías y abusos que no po-
cas veces llegan a la violencia, incluso al crimen. De este injusto
panorama se culpa a una milenaria visión androcéntrica que ha
impuesto una dictadura patriarcal perpetuada durante milenios.
Se comprende que en sus actuaciones arremetan contra barreras,
desigualdades, tópicos culturales, supuestos ideológicos, medios
e incluso contra símbolos que contribuyan a perpetuar el poder de
la bota machista. No extraña que se haya fijado su punto de mira
en el lenguaje y que se censuren los discursos misóginos (47).

Además, el Informe expone una serie de ejemplos de casos en


los que ciertas expresiones han sido adecuadas y modificadas para
darles un uso más igualitario. Por ejemplo, señala que en el 2014 las
definiciones de ciertas profesiones pasaron de empezar con “hombre
que realiza X o Y oficio” a “persona que realiza X o Y oficio” (cf. 34),
y en 2001 palabras como “alcaldesa” dejaron de tener la definición de
“mujer del alcalde” para definirse como “mujer que ejerce el cargo
de alcalde” (cf. 35), indicando que:
La formación de tales femeninos no está vetada por las estructuras
de la lengua. Cuando la mujer accede a un trabajo previamente
ejercido solo por varones, inmediatamente cambia el significado
de la voz y aparece el femenino: primero de desinencia común (el
abogado/la abogado) y, por último, si los hablantes así lo deciden,
la oposición desinencial (abogado/abogada) (38).

Adicionalmente, en el Informe se reconocen como válidas algunas


alternativas al masculino genérico, por ejemplo, respecto a los desdo-
blamientos (p.e. “los lectores y las lectoras”, en vez de “los lectores”)
se afirma que estos no solo no son agramaticales, sino que tienen la
ventaja de impedir por completo ambigüedades y fomentan un sen-
timiento subjetivo de presencia por parte de quienes oyen/leen estas
expresiones (cf. 51). Sin embargo, a pesar de esto, el Informe acaba por
condenar el uso del lenguaje inclusivo y señala que:

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Uno de los tópicos más extendidos en el ideario común es la con-


sideración de que el lenguaje es sexista. Sin embargo, este aserto,
ya casi dogma, incurre en la generalización acrítica de las medias
verdades. Aplicada a la lengua misma, es una acusación tan in-
consistente como tildar de ponzoñosa a una copa por el hecho de
haber sido recipiente de un veneno o de un barbitúrico. Es una
evidencia irrefutable que han existido, existen y existirán mensa-
jes sexistas e incluso textos y géneros claramente misóginos. Pero
tal sexismo y misoginia no son propiedades de la lengua, sino
usos de la misma. No son responsabilidad del medio, sino de los
hablantes. No se corrigen mejorando la gramática, sino erradican-
do prejuicios culturales por medio de la educación (32-3).

Refiriéndose a las fechas (algunas tan tardías como el 2014) en que


se aceptó el femenino de ciertas profesiones, señala que “La lentitud
con la que se incorporan estos dobletes al diccionario no depende de
la lengua española ni de la institución académica, sino de la sociedad”
(35) y pese a haber reconocido el valor de alternativas al masculino
genérico frente a el uso del mismo, señala que:
El masculino posee un valor genérico que neutraliza la diferencia
entre sexos (Los derechos de los ciudadanos = “Tanto de los ciuda-
danos como de las ciudadanas”) y un valor específico (Luis es un
ciudadano ejemplar). En algunos ámbitos se ha difundido la idea
de que el masculino genérico es una herencia del patriarcado. Su
uso es lesivo para la mujer, por lo que se ha de evitar en el discur-
so. Sin embargo, esta tesis carece de fundamento. El masculino
genérico es anterior al masculino específico y su génesis no se ha-
lla relacionada con el androcentrismo lingüístico (50).

Frente a alternativas como utilizar expresiones del tipo “quien lea


este artículo”, en lugar de “el que lea este artículo”, el Informe señala
que, si bien no son agramaticales, son innecesarias y que las sustitucio-
nes del sujeto por construcciones impersonales son una propuesta que,
“más que una defensa de la mujer constituye una discriminación hacia
los varones que, por otra parte, reduce las posibilidades expresivas
de la lengua” (61). Así, el Informe concluye afirmando que “el llamado
‘lenguaje inclusivo’ supone alterar artificialmente el funcionamiento
de la morfología de género en español bajo la premisa subjetiva de
que el uso del masculino genérico invisibiliza a la mujer” (73).

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En lo que sigue, pretendo contrastar algunas de las razones en


contra del uso del lenguaje inclusivo dadas por la Real Academia
Española con los análisis fenomenológicos acerca de cómo vivimos el
lenguaje para intentar demostrar la importancia del uso del lenguaje
inclusivo. Posteriormente, agregaré otros puntos a favor del lenguaje
inclusivo que no han sido hasta ahora discutidos.

¿Por qué no condenar el uso del lenguaje inclusivo?

La primera razón dada por la Real Academia Española para


condenar el uso del lenguaje inclusivo a la que quiero dirigirme es
a la afirmación de que carece de sentido tildar el lenguaje de sexista
cuando este no es más que un medio con el que los hablantes expresan
sus pensamientos que sí pueden ser sexistas (cf. RAE 32-3). Considero
que esta afirmación es en sí misma un desacierto, pues, como se vio
en la primera sección, los análisis fenomenológicos de Merleau-Ponty
permiten establecer que el lenguaje y el pensamiento no son dos
fenómenos distintos que se puedan disociar el uno del otro, sino que,
por el contrario, el lenguaje es el pensamiento mismo, independiente-
mente de si este lenguaje se da de manera verbal, netamente corporal
o en forma de una suerte de “discurso interno”. Pretender separar el
lenguaje del pensamiento, entendiendo el primero únicamente como
un medio para transmitir el segundo, implica aceptar la existencia de
algo así como un “mundo” interno del sujeto cuya única forma de
comunicarse con lo que sería un “mundo” externo de objetos es repre-
sentando aquel mundo interno mediante el lenguaje. Lo problemático
de esto, como ampliamente lo ha notado la fenomenología, es que
tal separación entre lo subjetivo y lo objetivo carece de fundamento
en la experiencia, ya que, mediante la epojé fenomenológica, se pone
de presente que la conciencia es esencialmente intencional, es decir,
es un “yo pienso que”, e incluso un “yo puedo” (cf. Merleau-Ponty
1945 154), lo cual releva que el mundo aparece ante la conciencia que,
en esencia, está dirigida hacia él y no puede desligarse del mismo,
diluyendo la distinción entre el sujeto y el objeto. Además, si el len-
guaje fuese una representación de aquel “mundo” interno, para tener
sentido este requeriría de un intérprete que tuviese acceso tanto a
aquel “mundo” interno del sujeto como a aquel “mundo” externo

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de objetos, lo cual, en la experiencia, no sucede. En este sentido, sí


se puede decir que el pensamiento puede ser sexista y que el pensa-
miento es equivalente al lenguaje, entonces es válido afirmar que el
lenguaje puede también ser sexista.
La segunda afirmación hecha por la Real Academia Española a
la que me quiero dirigir es aquella que señala que los pensamientos
sexistas “no se corrigen mejorando la gramática, sino erradicando
prejuicios culturales por medio de la educación” (33) y que, además,
“la lentitud con la que se incorporan estos dobletes al diccionario
[refiriéndose a los femeninos de profesión] no depende de la lengua
española ni de la institución académica, sino de la sociedad” (35).
Estas afirmaciones pretenden desligar los cambios sociales de los
cambios lingüísticos, argumentando que los segundos siempre deben
ir precedidos por los primeros. Sin embargo, considero que ejemplos
como el citado por Fricker con respecto al caso de Carimta Wood
demuestran que en ocasiones los cambios lingüísticos pueden llevar
a cambios sociales, como sucedió cuando los hablantes del español
empezamos a utilizar el verbo “tuitear” sólo después de haber empe-
zado a utilizar Twitter; las mujeres empezamos a denunciar casos
de acoso sexual y estos empezaron a ser sancionados solo después
de que se construyó la significancia del término “acoso sexual”. El
mismo informe de la Real Academia Española ya citado habla de casos
en los que “cuando se pide en el aula dibujar a un magistrado, a un
taxista, a un científico o a un jardinero, el alumno (hombre o mujer)
responde mayoritariamente representándolos bajo forma masculina,
no femenina” (51).
Atendiendo a esta información, decidí replicar aquella orden con
un grupo de veinte estudiantes de tercero de primaria (nueve años)
compuesto por nueve niñas y once niños, y los resultados fueron los
mismos, ninguno de los veinte representó en sus dibujos una figura
femenina. Por el contrario, al pedirles que dibujasen una magistrada,
todos entregaron dibujos de cuerpos con características femeninas.
No fue el dibujo lo que me hizo llamar a aquella representación “una
magistrada”, fue mi orden de dibujar “una magistrada” lo que llevó
a los estudiantes a dibujar figuras femeninas. Entonces, si bien el
informe indica que “la razón de este valor prototípico de magistrado,
taxista, científico o jardinero no emana del género, sino de la memoria

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social: los hombres han ocupado mayoritariamente esas profesiones


y la representación masculina se convierte en prototípica” (51), en el
caso de solicitar el dibujo de “una magistrada” sí fue el género gra-
matical aplicado al sustantivo lo que impulsó la conducta de dibujar
una figura femenina. Del mismo modo, los casos de injustica herme-
néutica señalados por Fricker y definidos por ella como “la injusticia
de tener obscurecida de la comprensión colectiva un área significativa
de la propia experiencia a causa de la marginalización hermenéutica”
(2007 158), muestra cómo el lenguaje, y la falta del mismo, pueden
afectar conductas sociales en tanto que “la situación concreta es tal
que el sujeto se vuelve incapaz de hacer comunicativamente inteli-
gible algo que está particularmente en su interés ser capaz de hacer
inteligible” (Id. 162).
En tercer lugar, quiero dirigirme, aunque muy brevemente, a
la afirmación de que las sustituciones del sujeto por construcciones
impersonales son una propuesta que “más que una defensa de la
mujer constituye una discriminación hacia los varones” (RAE 61),
señalando que si el Informe tilda una propuesta de lenguaje inclu-
sivo como “discriminación hacia los varones”, está aceptando que el
lenguaje en efecto puede ser una forma de discriminar a alguien en
razón de su sexo o género, lo cual de entrada desvirtúa los argumen-
tos presentados a favor de la idea de que el lenguaje mismo, en tanto
“medio” del pensamiento, no puede, por su naturaleza, discriminar
a alguien en razón de su sexo o género y, por ende, esta afirmación
también desvirtúa aquellos argumentos presentados por el Informe
como razones para no adoptar en lenguaje inclusivo dentro de la
lengua española.
Finalmente, resulta problemática la conclusión del Informe en la
que se sostiene que “el llamado ‘lenguaje inclusivo’ supone alterar
artificialmente el funcionamiento de la morfología de género en espa-
ñol bajo la premisa subjetiva de que el uso del masculino genérico
invisibiliza a la mujer” (73). La razón de mi inconformidad frente
a esta conclusión radica en el hecho de que esta supone que alterar
“artificialmente” un lenguaje es de entrada reprochable. Sin embargo,
considero que ni el lenguaje inclusivo sería una alteración “artificial”
a un lenguaje, ni sería reprochable que lo fuese. Con respecto a mi
primera afirmación, debo señalar que si no considero que el lenguaje

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inclusivo es una alteración artificial al lenguaje es por dos razones,


una más simple y una más compleja. La razón simple es que este
tipo de lenguaje ya está siendo ampliamente utilizado en espacios
de activismo social (más que todo feminista y LGTBI+), a tal punto
que quienes se desenvuelven en estos terrenos lo utilizan de manera
fluida e irreflexiva, como decir “buenos días a todes” en estos espacios
es tan habitual que parece una conducta “natural” y lo disruptivo
y fuera de lo usual sería entrar a estos espacios saludando “buenos
días a todos”. La razón más compleja, surge nuevamente del análisis
fenomenológico de nuestras prácticas lingüísticas. Si aceptamos que
el lenguaje es equiparable al pensamiento y que no hay una distinción
entre sujeto y mundo, debemos decir entonces que no hay una sepa-
ración entre el lenguaje y el mundo, sino una relación co-originaria
entre ellos. Ahora bien, en términos fenomenológicos, el mundo se
refiere a aquel entramado de sentido constituido por las relaciones
entre entes intramundanos (cosas), entes como yo (personas), y el ente
que soy yo (cf. Heidegger 2016 72-96), basado en un contexto histórico
que se mantiene y a la vez se actualiza de manera intersubjetiva. En
ese sentido, las expresiones lingüísticas que surjan a partir de nuestra
relación con el mundo –como lo es el lenguaje inclusivo–, no serían
expresiones artificiales, si por “artificial” comprendemos –como la
hace la Real Academia Española (cf. RAE 2019)– aquello ajeno a lo
natural y por natural comprendemos –como también lo hace la Real
Academia Española– aquello relativo a la naturaleza en tanto “con-
junto de todo lo que existe y que está determinado y armonizado en
sus propias leyes” (Ibid.).
Ahora bien, si aun con lo dicho anteriormente se admitiese que
el uso del lenguaje inclusivo es una alteración artificial del lenguaje,
considero que esto tampoco sería un argumento válido para dejar de
utilizarlo, ya que en el mismo Informe de la Real Academia Española
se señala, frente algunos usos del lenguaje inicialmente percibidos
como artificiales, que estos “con el paso del tiempo, si encajan en el
sistema de la lengua, terminan por normalizarse” (43).
Para finalizar, quiero ahora proponer algunas razones todavía
no discutidas en el presente texto por las que considero que hay un
valor en utilizar lenguaje inclusivo.

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¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo?

Como se ha argumentado en las primeras secciones, el lenguaje


no es un mero instrumento, sino que es una manera de construir
nuestra identidad, construir mundo, abrirnos a nuevas posibilidades
experienciales, apropiarnos de nuestra historia y transmitirla a futuras
generaciones. En este sentido, excluir a alguien de la construcción lin-
güística es cerrarle todas estas posibilidades ya mencionadas. Ahora
bien, si el debate por el lenguaje inclusivo está vigente es a causa de
que en ciertos ámbitos este se ha estado imponiendo como una forma
de apropiación de la propia identidad y de la construcción de mundo,
de modo que intentar oponernos a este cambio lingüístico y luchar
contra él, no sólo constituye una opresión a quienes intentan abrir y
arraigar nuevas significaciones mediante este tipo de lenguaje, sino
que también es oponerse a lo que Heidegger consideraría nuestro rol
como seres humanos. En De la esencia de la verdad, el autor señala que
todo enunciado “tiene que atravesar un enfrente abierto” (2001 156),
es decir, que antes de realizar un enunciado sobre algo particular y
concreto, el enunciado en su propia estructura está mostrando un
mundo de sentido y relaciones que permiten referirse a algo parti-
cular y concreto. Por ejemplo, al hablar de algún objeto con alguna
forma y color muestra que los conceptos de “forma” y “color” tienen
un sentido para quien realiza el enunciado2. Así, lo que Heidegger
llama el “comportarse” [Ver-halten], que debe ser llevado a cabo por
el ser humano con respecto al lenguaje, consiste en mantener [halten]
abierto aquello que se abrió, en mantener el traer a la presencia hecho
por el lenguaje, pues con el lenguaje y la conducta ordinara mante-
nemos las referencias de sentido, mantenemos abierto un entorno de
significación (cf. 2001 157). Esto teniendo en cuenta que las aperturas
de sentido no son fijas, sino históricas y variables, pues si fuesen fijas,
no sería necesario un comportarse que la mantuviese. Para el filósofo,
este dejar que la cosas se manifiesten constituye la libertad. Es decir,
la libertad es el no imponerles un sentido a las cosas sino dejar que
este se presente como es. De este modo, quien se comporta dentro
de la apertura para mantenerla puede tener una actitud subjetivista
que impone al ente sus condiciones y de esta manera no lo deja ser,
sino que lo somete a sus proyectos de sentido y de esta manera lo

250
SOFÍA CARREÑO • ¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo? Una perspectiva fenomenológica

domina. No obstante, esta actitud sería la opuesta al exponerse que


define la libertad, pues si la libertad es la esencia del ser humano,
entonces la libertad es la existencia entendida como el estar arrojado
a posibilidades abiertas, lo cual se hace manteniéndose en la apertura,
dejando ser a aquellas posibilidades abiertas (cf. 2001 160).
En suma, nuestra libertad esencial se manifiesta en tanto que
permitimos que el lenguaje y el mundo se mantengan abiertos en su
historicidad y variabilidad sin intentar fijarlos y dominarlos como pre-
tenden hacer quienes se oponen al lenguaje inclusivo intentando evitar
un cambio solicitado por el mismo carácter histórico del lenguaje.
Por otro lado, en sus trabajos tardíos, donde Husserl reexamina
la relación entre lo trascendental y lo empírico, y reconoce la impor-
tancia trascendental de la historicidad, la tradición y la normalidad
(cf. Zahavi 2003 133), el filósofo resalta la importancia de la escritura,
en tanto que esta permite que ciertos significados sean transmitidos
y actualizados de una generación a otra e incorporados al acervo de
conocimiento, haciendo las veces de memoria colectiva y teniendo
así un papel constitutivo (cf. Id. 136). Además, frente al lenguaje, el
pensador advierte que:
En lugar de vivir y actuar de manera responsable basados en la
evidencia correcta, somos fácilmente seducidos por las asuncio-
nes que se nos dan, las estructuras de entendimiento y las formas
de interpretación que están arraigadas en el lenguaje […] En se-
gundo lugar, uno debe estar atento a un objetivismo amenazante.
En el momento en que las idealidades se desprenden de su origen
relativo al sujeto, es fácil olvidarnos de la subjetividad constitu-
yente (Ibid.).
La relación de la primera advertencia con el lenguaje inclusivo
radica en que hay “una serie de episodios que han ocurrido donde
nuevos tipos de objetos […] fueron constituidos por primera vez.
Gradualmente, estos nuevos tipos de entendimiento se han vuelto
más y más ampliamente utilizados; han sido trasmitidos de genera-
ción en generación y se han vuelto tan familiares y obvios que son
simplemente dados por hecho” (Ibid.). En este sentido, considero que
el lenguaje inclusivo, en tanto empiece a ser escrito, puede llegar a ser
uno de esos casos en los que su transmisión haga que las identidades
que se ven representadas por este lenguaje se vuelvan tan familiares

251
Revista NOMADÍAS Nº 29, 2020

y obvias como lo menciona Husserl, lo cual conlleva una normaliza-


ción de las identidades de género no normativas (y de la presencia
en el mundo de las identidades femeninas normativas) que, a su vez,
implica una reducción, si no eliminación, de la discriminación de
estas identidades.
Con respecto a la segunda advertencia, Zahavi señala que “el
criticismo de Husserl al objetivismo puede también verse como un
intento de delimitar la validez de la noción científica de verdad,
permitiéndonos reconocer la existencia de diferentes tipos de des-
cripciones igualmente válidas” (2003 137), lo cual también se puede
entender como una invitación a reconocer la validez de distintos tipos
de experiencias no normativas.
Ahora bien, quisiera hacer un par de comentarios finales acerca
la cuestión de las identidades no normativas, las cuales no son men-
cionadas en el Informe ya citado de la Real Academia Española, a
excepción de la única mención a la comunidad LGTBI, citada en la
tercera sección, y se ven silenciadas no solamente por las termina-
ciones masculinas y femeninas del español, sino por el hecho de que
solo estos dos géneros son reconocidos en la lengua. Con respecto al
concepto de normalidad en Husserl, Zahavi señala que “si una acepta
la convicción de Husserl de que la realidad es intersubjetivamente
constituida, uno debe tomar en serio no sólo el consenso, sino tam-
bién el disenso de los sujetos que experiencian el mundo” (2003 133),
esto debido a que nuestra experiencia se guía por anticipaciones de
normalidad que, una vez confrontadas con experiencias fuera de lo
esperado o “anormales”, pueden ser modificadas (cf. Husserl 1966
63-105). En este sentido, Zahavi señala que “he estado entre gente
desde que tengo memoria y mis anticipaciones están estructuradas
de acuerdo con las formas de apercepción que se me han dado inter-
subjetivamente […], [así], la normalidad también es convencionalidad”
(2003 134). Lo problemático en este caso surge de que el concepto de
normalidad es bastante estrecho, y en Husserl (cf. Id. 135) se refiere
a un adulto racional y saludable y, agregan las fenomenólogas femi-
nistas, hombre y no racializado (cf. Al-Saji 149). Ahora bien, aquello
percibido como fuera de lo normal es percibido entonces como ajeno
al mundo constituido por sujetos normales, como mencionaba Zahavi,
el disenso entre sujetos normales permite una mayor compresión del

252
SOFÍA CARREÑO • ¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo? Una perspectiva fenomenológica

mundo a partir de la incorporación de distintas perspectivas, pero el


disenso entre sujetos “normales” y “anormales” parece no tener una
labor constitutiva del mundo y por ende, perpetúa la reproducción y
sedimentación en la memoria colectiva de lo que es normal y anormal
(cf. Al-Saji 2017 149). Entonces, para normalizar aquellas identidades
que han sido históricamente vistas como no normativas (y así permi-
tir su participación en la constitución de mundo a partir del disenso
constructivo) es necesario que estas empiecen a hacer parte de nues-
tras anticipaciones en la experiencia, lo cual se puede lograr, como
ya se ha visto, mediante el lenguaje, en tanto que, como nos muestra
Merleau-Ponty, la manera en que los objetos dejan de ser entes inde-
terminados es cuando los nombramos, es decir, que el nombrar un
objeto es al mismo tiempo reconocerlo y el reconocimiento repetido
puede llevar a la normalización. En este sentido, como muestra de
que la clasificación de un género por medio del lenguaje puede tener
efectos materiales, sociales y en la propia identidad de una persona
(cf. Haslanger 2017 163), quiero cerrar con un par de testimonios:
No se imaginan lo maravilloso que es ver a mis familiares, ami-
gues y seres cercanes usar el pronombre indicado para referirse a
mí. Es como si volviese a nacer cada vez que les escucho y me
confirman que vale la pena todo el proceso de educación que he
emprendido en las comunidades a las que pertenezco (LoMaasBello
2020).

La voz era lo que no dejaba que los otros me vieran como yo que-
ría. Iba a una tienda, preguntaba el precio de algo y me decían:
“Cuesta mil pesos, señor”. En todos lados era lo mismo y yo pen-
saba: “Marica, me ven con estas tetas, con este escote, el pelo largo
como una vieja, ¿cómo me van a decir señor?”. Y no me gustaba
ese rol pedagógico que me tocaba asumir, de hablarles como profe
de kínder y explicarles con plastilina que no soy un señor
(Maldonado 59-60).

253
Revista NOMADÍAS Nº 29, 2020

Notas
1. Todas las traducciones del inglés y del francés son mías a menos de que se indique
lo contrario.
2. Cabe señalar que, en concordancia con lo ya citado de Merleau-Ponty, esta apertura
no es creada por el representar, esta es previa y permite el representar.

Referencias bibliográficas

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nist Philosophy. Ed. Ann Garry, Serene Khader & Alison Stone. New York:
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Beauvoir, Simone de. The Second Sex. Trad. Howard Madison Parshley. New
York: Random House, 1952.
Fricker, Miranda. Epistemic injustice. Oxford: Oxford University Press, 2007.
147-177
Haslanger, Sally. “The Sex/Gender Distinction and the Social Construction
of Reality”. The Routledge Companion to Feminist Philosophy. Ed. Alison
Garry, Serene Khader & Alison Stone. New York: Routledge, 2017.
Heidegger, Martin. “De la esencia de la verdad”. Hitos. Madrid: Alianza
Editorial, 2001.
—. Ser y Tiempo. Trad. J.E. Rivera. Madrid: Trotta, 2016.
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Forschungsmanuskripten 1918-1926. Hrsg. Margot Fleischer. Den Haag:
Martinus Nijhoff, 1966.
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The MacMillan Press, 1989.
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de género fluido?”. Shock, 7 de junio 2020. Disponible en: https://www.
shock.co/orgullo-lgbtiq/ella-el-o-elle-como-reconocerme-en-el-lenguaje-
si-soy-de-genero-fluido-ie10260?EE=
Maldonado, Daniela. “Mi voz”. Encorazonadas. Bogotá: Editorial La Pola
Cartonera, 2020.
Merleau-Ponty, Maurice. Phénoménologie de la perception. Paris: Gallimard,
1945.
RAE. Diccionario de la lengua española 2019. 24 de junio 2020. Disponible en:
https://dle.rae.es/artificial

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SOFÍA CARREÑO • ¿Por qué utilizar lenguaje inclusivo? Una perspectiva fenomenológica

RAE. Diccionario de la lengua española 2019. 24 de junio 2020. Disponible en:


https://dle.rae.es/naturaleza
RAE. Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones
conexas. Madrid: Real Academia Española, 2020.
Young, Iris Marion. “House and Home: Feminist Variations on a Theme”.
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Zahavi, Dan. Husserl’s Phenomenology. California: Standford University
Press, 2003.

255
MONOGRAFÍA

Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación


ISSN: 1576-4737

https://dx.doi.org/10.5209/clac.78294

El lenguaje inclusivo en la universidad española: la reproducción del enfrentamiento mediático


Susana Guerrero Salazar1

Recibido: 8 de abril de 2021 / Aceptado: 9 de agosto de 2021

Resumen. El debate sobre el lenguaje inclusivo ha encontrado en los medios de comunicación y en las redes sociales un campo
que lo retroalimenta y donde la Real Academia Española, unas veces como institución y otras veces a través de sus miembros de
forma particular, es muy activa. Sin embargo, no es un debate que en las universidades españolas tenga gran relevancia, al menos si
lo comparamos con lo que está sucediendo en algunas universidades latinoamericanas. Los objetivos de este trabajo son, en primer
lugar, hacer un estado de la cuestión sobre el lenguaje inclusivo en el ámbito académico de habla hispana e indagar en las razones por
las cuales este debate ha llegado tan tarde a las universidades españolas y no se le ha prestado suficiente atención, a pesar del ruido
mediático que genera. En segundo lugar, analizar las causas del desprestigio de las guías sobre lenguaje no sexista, centrándonos en las
realizadas por lingüistas en las universidades españolas. En tercer lugar, demostrar cómo la polarización del debate mediático parece
replicarse en los espacios académicos sin dejar paso a un análisis en profundidad que pueda llevar al entendimiento entre posturas
enfrentadas.
Palabras clave: Lenguaje inclusivo; Real Academia Española; Feminismo; Universidad.

[en] The inclusive language at the Spanish university: the reproduction of the media confrontation
Abstract. The debate on inclusive language has found in the media and social networks a field that feeds back on it and where the Real
Academia Española, sometimes as an institution and sometimes through its members in particular, is very active. However, it is not
a debate that has great relevance in Spanish universities, at least if we compare it with what is happening in some Latin Americans.
The objectives of this paper are, firstly, to assess the issue of inclusive language in Spanish-speaking universities and to investigate the
reasons why this debate has come so late to Spanish universities and has not been given sufficient attention, despite the media hype it
generates. Secondly, to analyse the causes of the discredit of the guides on non-sexist language, focusing on those made by linguists
teaching in Spanish universities. Thirdly, to demonstrate how the polarisation of the media debate seems to be replicated in academic
spaces without allowing for an in-depth analysis that could lead to an understanding between conflicting positions.
Keywords: Inclusive language; Real Academia Española; Feminism; University.

Cómo citar: Guerrero Salazar, Susana. El lenguaje inclusivo en la universidad española: la reproducción del enfrentamiento mediático.
Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 88, 15-29, https://dx.doi.org/10.5209/clac.78294

Índice. 1. Introducción. 2. La implementación del lenguaje inclusivo en las universidades de habla hispana. 3. La implementación del
lenguaje inclusivo en las universidades españolas. 3.1. Las guías de uso no sexista del lenguaje. 3.2. Las guías sobre lenguaje inclusivo
editadas en castellano por las universidades españolas. 4. El enfrentamiento ideológico del debate mediático. 5. Reflexiones finales
6. Agradecimientos. Bibliografía.

1. Introducción

En España, el debate social en torno a si la lengua española es o no sexista y si se debe intervenir o no en paliar los
usos lingüísticos discriminatorios hacia las mujeres tiene un recorrido prácticamente parejo a la Constitución del 78.
De hecho, el primer trabajo académico en esta línea que se publica en España es de Álvaro García Meseguer (1977),
aunque, realmente, el primero sobre la lengua española es el de la investigadora argentina Delia Esther Suardiaz,
cuya tesis de maestría, realizada en la Universidad de Washington, se publicó en inglés en 1973 con el título Sexism
in the Spanish Language. En español no se publicó hasta veintinueve años después, El sexismo en la lengua española
(Suardiaz 2002).
Los trabajos de investigación que se suceden en territorio español durante la década de los ochenta coinciden con
las primeras guías de uso no sexista editadas en castellano, dirigidas, en principio, al ámbito de la administración
pública (Guerrero Salazar 2007); igualmente, es en esta década cuando el tema del feminismo y de la influencia de las

1
Universidad de Málaga (España). Correo electrónico: salazar@uma.es http://orcid.org/0000-0003-0715-9690

CLAC 88: 15-29 15


16 Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29

mujeres sobre el lenguaje cobra realmente protagonismo en el discurso metalingüístico de la prensa española. De esta
forma, personajes influyentes, como el marqués de Tamarón o los académicos Emilio Lorenzo y Fernando Lázaro
Carreter, dedican varias columnas (sobre todo en el periódico ABC; si bien de 1999 a 2002 Lázaro Carreter continua-
rá con la publicación de su columna “El dardo en la palabra” en el diario El País) a tratar sobre el habla singular de
las mujeres, el léxico sexista, las nuevas feminizaciones y masculinizaciones de los términos, las presiones que las
feministas ejercen sobre el lenguaje, las demandas sociales para que el diccionario académico cambie determinadas
definiciones o elimine palabras, etc. (Guerrero Salazar 2019c y 2020b).
Este debate, lejos de extinguirse, sigue en plena vigencia hoy en día, cada vez con posturas más enfrentadas, las
cuales han encontrado en las redes sociales un campo que las retroalimenta y donde la Real Academia Española,
unas veces como institución y otras a través de sus miembros de forma particular, es muy activa. Sin embargo, no
es un debate que en las universidades españolas tenga gran relevancia, al menos si lo comparamos con lo que está
sucediendo en algunas universidades latinoamericanas.
Los objetivos de este trabajo son, en primer lugar, hacer un estado de la cuestión sobre el lenguaje inclusivo
en el ámbito académico de habla hispana e indagar en las razones por las que este debate ha llegado tan tarde a las
universidades españolas, donde no se le presta suficiente atención, a pesar de que es un tema de gran actualidad que
genera bastante ruido mediático. En segundo lugar, analizar las causas del desprestigio de las guías sobre lenguaje
no sexista, centrándonos en las realizadas por lingüistas en las universidades españolas. En tercer lugar, demostrar
cómo la polarización del debate mediático parece replicarse en estos ámbitos académicos sin dejar paso a un análisis
en profundidad que pueda llevar a un punto de encuentro entre las posturas enfrentadas. Para la consecución de este
último objetivo, se han obtenido los ejemplos de dos bases de datos sobre prensa en lengua española que trata as-
pectos metalingüísticos: por un lado, la Hemeroteca Virtual de la Lenguas de España (HEVILE), que registra textos
periodísticos sobre temas lingüísticos en general (disponible en: http://www.lenguayprensa.uma.es); por otro, la base
de datos del Proyecto DISMUPREN, que registra exclusivamente textos periodísticos relacionados con la feminiza-
ción del lenguaje y el lenguaje inclusivo (disponible en: https://dismupren.com/).

2.  La implementación del lenguaje inclusivo en las universidades de habla hispana

En Hispanoamérica, el tema del lenguaje inclusivo en los ámbitos académicos ha despertado un mayor interés que en
las universidades españolas y lo hizo en la primera década del siglo XXI. De este modo, Morales y González (2007)
ya alentaban sobre la necesidad de estudiar, desde la perspectiva del análisis crítico del discurso, los textos escolares
venezolanos de todos los niveles y modalidades, los reglamentos, los estatutos y las leyes, así como el discurso oral
producido en el aula; todo ello con la finalidad de “desmontar el sexismo institucional” y el androcentrismo.
En la segunda década se han sucedido los trabajos en distintas universidades de distintos países hispanoameri-
canos. Tapia-Arizmendi y Romani (2012) se han centrado en algunas prácticas lingüísticas discriminatorias que es
posible identificar en la documentación académica de la Universidad Autónoma del Estado de México, que, según
las autoras, ocultan o desprestigian tanto a las docentes como a las estudiantes.
Cabán Pérez (2019) critica la escasez de estudios dentro de los foros académicos puertorriqueños que reconozcan
la importancia del lenguaje inclusivo, entendido como prácticas lingüísticas que pretenden hacer visibles no solo a
las mujeres, sino también a las personas de la comunidad LGBTTQIA+. En este trabajo propone evaluar cada una
de las alternativas propuestas al masculino genérico, pues, según la autora, pueden no resultar del todo inclusivas.
El estudio de Rivera Alfaro (2019) analiza, con una perspectiva glotopolítica, la planificación lingüística sobre
el uso del lenguaje inclusivo en documentos administrativos y noticias de la Rectoría de la Universidad de Costa
Rica, relacionándola con propuestas de otras instituciones de educación superior del mundo hispanohablante. Los
resultados muestran que la manera en que se están implementando las políticas no han sido claras, por lo que se ve la
necesidad de encontrar mecanismos para concienciar a la comunidad sobre la relación de la política lingüística con
la realidad institucional y el sexismo en la academia en general.
Sobre la misma universidad versa el análisis llevado a cabo por Martínez Rocha y Rivera Alfaro (2019), que se
centra en el uso del lenguaje inclusivo en 50 revistas científicas de dicha institución. Uno de los principales resul-
tados es que un 66 % de ellas no ha discutido en sus comités editoriales esta política lingüística (aunque data del
2003), y el restante 34 %, que sí lo ha hecho, se encuentra en distintos niveles de implementación. En Ingeniería,
Ciencias Básicas y Ciencias Agroalimentarias, el 100 % está en el grupo de revistas sin acuerdos; en el área de
Ciencias Sociales, el 70 %; en el de Artes y Letras, el 40 %; en el de Salud, el 50 % y las revistas ubicadas en mul-
ticategoría, el 33 %.
La Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez de Chile ha publicado en 2019 un monográfico titu-
lado El lenguaje inclusivo y los (des) acuerdos de la Academia, que reúne cuatro trabajos. El de Barrera Linares
(2019) presenta los resultados iniciales de una investigación para verificar qué piensan los hablantes que no son
docentes, lingüistas o académicos sobre los temas referentes a la relación género gramatical/sexo y al masculino
inclusivo en español. Las conclusiones destacan la conciencia lingüística de los hablantes respecto de la relación
género/sexo y cómo algunas de las propuestas para sustituir el masculino genérico presentan mejor aceptación
que otras.
Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29 17

El estudio de Bolívar (2019) aborda la complejidad del debate acerca del lenguaje inclusivo, pues se trata de un
problema ideológico que involucra a la lingüística y a la política. Por ello, argumenta que la investigación en este
ámbito debe enfocarse desde los Estudios Críticos del Discurso (ECD). El artículo, además, reflexiona sobre las guías
de uso no sexista del lenguaje y analiza las críticas que reciben. Chávez Fajardo (2019) también aporta un estado de
la cuestión sobre el debate académico en cuanto al género gramatical en español y muestra cómo las posturas enfren-
tadas que existen son debidas a que se aborda el problema desde niveles de análisis muy distintos.
El trabajo de Castillo Sánchez y Mayo (2019) plantea la necesidad de incorporar el debate sobre el lenguaje inclu-
sivo en la formación docente y en la comunidad universitaria, puesto que se trata de una realidad que existe y en cuyo
uso está implicada la identidad de las personas. El trabajo muestra los resultados con dos grupos focales de docentes
en formación que estudian Educación Básica en una Universidad chilena de la Región Metropolitana, quienes pusie-
ron de manifiesto dos posturas contrarias: por un lado, la preocupación en torno a la manera en que los estudiantes de
Pedagogía pueden usar el lenguaje inclusivo en la universidad y en las escuelas donde realizan sus prácticas; por el
otro, el desinterés hacia dicho lenguaje por parte de quienes lo consideran una imposición.
También en 2019, la revista Textos en Proceso ha publicado un monográfico denominado Comportamientos ver-
bales sexistas e imagen sociocultural en Argentina y México, que incluye un trabajo de Valle Núñez (2019) sobre la
descortesía en una lista de distribución de una universidad pública argentina cuando surgen discusiones sobre sexis-
mo. El trabajo muestra las ideologías diferentes y contrapuestas que aparecen y los recursos variados con los que se
produce dicha descortesía (lenguaje inapropiado, ironía, descalificación, descripción denigratoria o burla mediante
denominación irónica).
De todos los países de habla hispana, el que más destaca por la implementación del lenguaje inclusivo es Argen-
tina. De hecho, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) ha aprobado la Guía de pautas
de estilo del lenguaje inclusivo, mediante la Resolución 900/2020, publicada el 20 de octubre de 2020 en el Boletín
Oficial de la República Argentina. En la guía se recomienda “el uso de la «e» para definir el plural cuando se trate
de un grupo diverso de personas de las cuales desconocemos identidad de género autopercibida” (https://elintransi-
gente.com/2020/10/el-inaes-reglamenta-una-guia-de-pautas-de-estilo-del-lenguaje-inclusivo/). Varias universidades
ya han aprobado este lenguaje. El estudio de Lagneaux (2018) constata su presencia en los textos de estudiantes de
primer año de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, lo que res-
ponde a una decisión política, esto es, a un posicionamiento y un compromiso ante la realidad. El lenguaje inclusivo
se convierte así en una “herramienta de disputa” y los cambios en la escritura y en la manera de nombrar las cosas se
perciben como una demanda social a un proceso de inclusión que empezó legalmente en el Argentina en 2012,
con La Ley de Identidad de Género (Ley 26.743).
También Cardelli (2018) aborda cómo una cantidad numerosa de estudiantes utiliza el morfema e en este país,
que ya no se limita a una propuesta para la escritura (como la x o la @), sino para la oralidad. Son dos los usos
observados:

[…] en algunos contextos “e” reemplaza el uso de “o” como morfema de masculino inclusivo de todos los géneros: “les
compañeres”; pero en otros se suma para nombrar a aquellas personas con identidades que no coinciden con los géneros
binarios tradicionales ―femenino o masculino―: “compañeros, compañeras y compañeres” (Cardelli 2018: 101).

Dos profesoras de la Universidad de Buenos Aires, Romero y Funes (2018), han analizado las formas x, @ y e
como morfemas de género inclusivo, y han establecido un continuum que va desde las estrategias que se acercan más
a los usos binarios (los morfemas a y o separados por barra y el uso de la @) hasta las más innovadoras (la x y e).
Tosi (2019) aborda también el uso del morfema e. En su artículo analiza algunas prácticas discursivas de lectura
y escritura en instituciones argentinas de educación superior para mostrar la relevancia del lenguaje inclusivo como
objeto de análisis en el aula, ya que fomenta la pluralidad y el pensamiento crítico, abriendo así espacios de debate
que inciden en la reflexión lingüística y en el respeto por la diversidad.
El trabajo de Salerno (2019) reflexiona sobre las principales posiciones y argumentos que conforman los deba-
tes actuales en torno al lenguaje inclusivo, cuya designación no considera apropiada, por lo que propone “lenguaje
incisivo”. La expresión está tomada de un artículo periodístico publicado por Emmanuel Theumer el 18 de agosto
de 2018 (recuperado de https://www.pagina12.com.ar/133908-como-empezo-tode); se trata de un lenguaje que usa
la e, la x o la @ para cuestionar el masculino genérico, pues “no discute una norma gramatical sino una norma ins-
titucional y social. Lo discutido es el uso del género gramatical masculino para referirse a una identidad de género
masculina, femenina, no binaria, trans, lesbiana, intersex, etc.” (Salerno 2019: 112).
Este debate apenas ha llegado a las universidades españolas, sin embargo, en Argentina, en menos de un año, siete
universidades (las de Río Negro, Patagonia San Juan Bosco, Mar del Plata, Córdoba, Buenos Aires, Rosario y San
Martín) permiten el empleo del lenguaje inclusivo, aunque de manera diversa, como dan cuenta las siguientes noticias:

1. Lenguaje inclusivo: en distintas formas, ya se acepta su uso en universidades (recuperado de http://


eluniversitario.unnoba.edu.ar/2019/08/05/testimonio-inclusivo/).
2. La Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco,
permitió su uso en cualquier práctica académica. A fines de 2018 se aprobó la primera tesina en la Universidad
Nacional de Río Cuarto. Y La facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aceptó
18 Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29

el uso del lenguaje inclusivo en todas sus modalidades como recurso válido en producciones de grado y
posgrado (recuperado de http://eluniversitario.unnoba.edu.ar/2019/08/05/testimonio-inclusivo/).
3. El lenguaje inclusivo llegó a la Universidad de Rosario
Es la primera casa de altos estudios que aprueba la utilización de la “e” y la “x” no solo en los trabajos
académicos sino también en la comunicación oficial (recuperado de https://www.pagina12.com.ar/211989-el-
lenguaje-inclusivo-llego-a-la-universidad-de-rosario).
4. En la FHAyCS: se aprobó la utilización del lenguaje inclusivo para producciones académicas de les estudiantes.
El Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la UADER; reconoce
por resolución el uso del lenguaje inclusivo en cualquiera de sus modalidades, en todas las producciones
académicas orales y escritas tales como: ensayos, trabajos prácticos, monografías, tesis, trabajo integrador
final (TIF) y demás; realizadas por estudiantes de pregrado, grado y posgrado de sus carreras (recuperado de
https://fhaycs-uader.edu.ar/novedades-institucionales/8293-en-la-fhaycs-se-aprobo-la-utilizacion-del-
lenguaje-inclusivo-para-producciones-academicas-de-les-estudiantes).

3. La implementación del lenguaje inclusivo en las universidades españolas

En España, es en la década de los ochenta cuando se consagran los estudios lingüísticos desde la perspectiva de género,
coincidiendo con la puesta en marcha de las recomendaciones que a nivel europeo se venían realizando sobre el uso
igualitario del lenguaje y que culminaron con la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mu-
jeres y hombres, la cual, por primera vez, incluía el uso de un lenguaje no sexista como parte del ordenamiento jurídico.
De este modo, desde 2007, las universidades españolas se han visto en la necesidad de implantar el lenguaje
inclusivo, aunque no existen muchos trabajos que nos muestren cómo se está llevando a cabo su implementación,
ni qué opina la comunidad universitaria al respecto. La escasa investigación existente es de la segunda década del
presente siglo. Destacamos así el artículo de Jiménez, Román y Traverso (2011), que explora las percepciones en
torno al lenguaje no sexista del alumnado de la Universidad de Sevilla con el objetivo de conocer la importancia
que se le da a su utilización, identificar las manifestaciones sexistas en las expresiones cotidianas y las barreras que
pueden impedir su uso. Los resultados obtenidos manifiestan, por un lado, las carencias del alumnado universitario en
cuanto al entendimiento y al uso del lenguaje inclusivo; y, por otro, que son las mujeres las que presentan una mayor
concienciación, mientras que los hombres otorgan poca importancia al tema.
En esta misma línea, Bengoechea (2009: 62-84; 2014) ha evaluado la actitud de casi 500 estudiantes de dos
universidades madrileñas ante cuatro alternativas lingüísticas no sexistas: el uso de la arroba, del doble género, de
términos femeninos para títulos y ocupaciones profesionales de mujeres, y de sustantivos colectivos no sexistas.
El estudio concluye que, en general, las mujeres se muestran más a favor de estas alternativas que los hombres. En
cuanto a su grado de aceptación, destacan, en primer lugar, el uso de la arroba y de los sustantivos colectivos, seguido
del doble género, y, por último, el uso del femenino para algunos nombres de profesiones, hecho que provoca mayor
vacilación o incluso oposición.
El trabajo de Centenera Sánchez-Seco (2013) expone los fundamentos de la implementación del lenguaje no sexis-
ta en el ámbito jurídico y los recursos que pueden utilizarse para ello tomando como referencia la docencia impartida
en la asignatura Redacción de textos legales, de la facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares.
Las publicaciones más recientes de los investigadores españoles inciden, sobre todo, en el carácter inclusivo del
masculino genérico y en la crítica a las formas desdobladas, reafirmando así el discurso de la Real Academia Es-
pañola (Rodríguez Fernández 2009; Roca 2009, 2013a y 2013b; Álvarez de Miranda 2018; Escandell-Vidal 2018 y
2020; Mendívil Giró 2020). Una visión distinta es la que aporta Márquez Guerrero (2013 y 2016), quien analiza los
supuestos epistemológicos que subyacen en las dos posturas enfrentadas: por un lado, quienes defienden la indepen-
dencia de la lengua con respecto a la realidad y, por otro, quienes parten de la interrelación entre lengua, pensamiento
y realidad. La autora, sin disidir de la opinión académica, es más abierta en cuanto al lenguaje inclusivo.
Muy escasas son las investigaciones que tratan fenómenos tan novedosos como el uso de la x, de la e o del feme-
nino universal (Bengoechea 2015; San Julián Solana 2017; Cabello Pino 2020). Así mismo se echan en falta estudios
sobre las actitudes de la comunidad educativa hacia el lenguaje inclusivo y sobre qué universidades españolas están
realizando acciones de implementación, qué tipo de acciones y, sobre todo, qué grado de implicación están teniendo
en ellas las áreas de Lengua y de Lingüística. Para cubrir esta carencia, a partir del éxito de una práctica docente
llevada a cabo el curso 2019/2020 (Guerrero Salazar 2020c), nace el Proyecto Estudio de actitudes del alumnado
universitario ante el debate sobre el uso del lenguaje inclusivo reflejado en los medios de comunicación (Guerrero
Salazar 2021: 1638-1639), que, incardinado dentro del Proyecto DISMUPREN, ha sido puesto en marcha en el curso
2020/2021 en las Universidades de Málaga y Bolonia.

3.1.  Las guías de uso no sexista del lenguaje

Las primeras guías de uso no sexista se editan para la lengua inglesa en los años setenta, impulsadas por políticas
lingüísticas antisexistas (Pauwels 1998; Bengoechea 2009). Son publicadas por las instituciones que apoyan la im-
Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29 19

plementación de la Reforma Lingüística Feminista (Feminist Language Reform), una reforma que persigue, princi-
palmente, unos fines sociales y políticos de igualdad (Vázquez Hermosilla y Santaemilia Ruiz 2011: 175).
Tomando como modelo las guías en lengua inglesa, en la década de los ochenta se editan textos similares en
España, sobre todo a partir de que la UNESCO reivindicara el uso de un lenguaje que nombrara explícitamente a las
mujeres (Resolución 14.1, aprobada en la Conferencia General celebrada en París en 1987). Diversos organismos se
hacen eco de sus propuestas y comienzan a emanar documentos que recomiendan que la igualdad comience por refle-
jarse a través de la lengua. En Guerrero Salazar (2007) se analizan 68 de ellos, todos editados entre 1986 y 2006, en
lengua castellana y dirigidos al ámbito administrativo. En este esbozo bibliográfico se pone de manifiesto que existe
una gran heterogeneidad en cuanto a forma, contenido, volumen, autoría y público; que la calidad de los trabajos
depende, fundamentalmente, de si están realizados por lingüistas; que poseen un carácter didáctico y divulgativo,
pues van destinados a un público no experto en cuestiones lingüísticas; que se trata de iniciativas institucionales,
enmarcadas dentro de las políticas de género, cuyo objetivo es servir de herramienta a la implantación de un uso
igualitario del lenguaje. En este sentido, como explica Furtado (2013: 48), son parte de una estrategia más amplia que
busca visibilizar a las mujeres en la sociedad.
Sin embargo, hasta finales de la primera década del presente siglo no se editan guías específicas para el ámbito
universitario, coincidiendo con la puesta en marcha de las Unidades de Igualdad, órganos directivos que se encargan
de las funciones relacionadas con el principio de igualdad entre mujeres y hombres en las universidades (Ley Orgá-
nica 4/2007, de 12 de abril, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades);
en algunos casos, las guías son impulsadas por órganos con cometidos similares que ya estaban funcionando (como
la Dirección para la Igualdad de la UPV, el Observatorio para la Igualdad de la UAB o la Oficina de Igualdad de la
UNED).
En la actualidad, muchas universidades españolas tienen alojadas en la web de sus respectivas Unidades de Igual-
dad (u otros órganos con competencias similares) una guía propia, o bien enlaces a otras guías, o simplemente algún
documento con recomendaciones sobre cómo utilizar un lenguaje igualitario. Citamos algunos ejemplos: la página
web de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Vigo presenta recursos y enlaces a distintas guías (https://igualdad.
uniovi.es/nosexista), al igual que la Universidad de Navarra (https://www.unavarra.es/unidad-igualdad/lenguaje); la
Universidad de Sevilla añade, además, un analizador de lenguaje sexista (http://igualdad.us.es/?page_id=1683); la
Universidad Complutense de Madrid posee un folleto de dos páginas denominado Más allá de una @. Propuestas
para un uso no sexista del lenguaje en la UCM (s.f.); el Observatorio de Igualdad de la Universidad de Zaragoza
tiene un díptico y un enlace a la Guía para un uso igualitario del lenguaje administrativo de la Diputación de Huelva
(2006) (https://observatorioigualdad.unizar.es/lenguaje-inclusivo); etc. En general, instituciones de todo tipo, entre
ellas las culturales y científicas, suelen manifestar, de algún modo, su compromiso con el lenguaje inclusivo. Por
ejemplo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas posee unas breves Recomendaciones para utilizar un
lenguaje no sexista (2011), publicadas en la web (https://www.dicat.csic.es/images/Recomendaciones-lenguaje-no-
sexista-CSIC.pdf).
También el Instituto Cervantes, cuyo objetivo es la promoción y enseñanza de nuestro idioma y la difusión de
la cultura de España e Hispanoamérica, posee editada en papel una Guía de comunicación no sexista (Instituto
Cervantes 2011), coordinada por el catedrático de lengua española Antonio Briz Gómez y realizada por un grupo
de filólogas (Mercedes Quilis Merín, Marta Albelda Marco, Marta Pilar Montañez Mesas y Andrea Carcelén
Guerrero). Es la más extensa de las guías sobre esta temática editadas hasta la fecha y ha sido actualizada en
2021. En el prólogo que realiza Carmen Caffarel Serra, directora del Instituto en el momento de la primera
edición (2011), se explica que esta es fruto del plan de igualdad del Instituto Cervantes, puesto en prác-tica en
cumplimiento de la Ley Orgánica 3/2007 citada anteriormente. La finalidad de la guía queda claramente
explícita:

Se trata, efectivamente de una guía. No es, por tanto, un reglamento ni un código ni una rígida norma; no es ese el co-
metido del Instituto con relación al español. Además, el uso de la lengua viene tan condicionado por los contextos, por
las necesidades expresivas inmediatas y por las intenciones comunicativas particulares que no puede regularse de un
modo absoluto en su dimensión sociolingüística. Sí cabe, en cambio, orientar, recomendar, presentar opciones, guiar el
uso lingüístico, de forma que sea posible evitar o minimizar los elementos discriminatorios que, por desconocimiento
o hábito, pudieran aparecer en la práctica comunicativa. Porque esta guía no se refiere al manejo de la lengua como
sistema en exclusiva, sino que trata de la discriminación en la comunicación, entendida como proceso de intercambio
de información, que incluye componentes verbales junto con otros de naturaleza diferente (lenguaje no verbal, iconos,
gráficos, imágenes fijas, imágenes en movimiento) (Instituto Cervantes 2011: 14).

En la introducción se realiza toda una declaración de principios, posicionándose en el marco de la norma académi-
ca, distanciándose de otras guías publicadas anteriormente y autoproclamándose como una guía distinta que viene a
“armonizar con sentido común” posturas encontradas: “La propuesta resulta de armonizar con sentido común varios
criterios: la norma gramatical, la coherencia textual, el contexto situacional y los ámbitos o géneros discursivos”
(Instituto Cervantes 2011: 21). Los criterios de coherencia y naturalidad son los que permiten “armonizar”, al menos
en parte, el lenguaje igualitario a la norma académica. Toda alternativa que suponga “forzar” la gramática o sea “ar-
tificial” o “artificiosa” es “absolutamente rechazable”:
20 Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29

Ser natural es, por ejemplo, no rechazar el uso del masculino genérico por sistema (ni emplearlo por la fuerza); es
moderar las formas concordadas y los desdoblamientos (desdoblar, por ejemplo, en la primera referencia o apelación
personal y no en todo el momento) o alterar el orden de las palabras en estos desdoblamientos (“hombres y mujeres”;
“mujeres y hombres”)…; es decir, todo lo que suponga hacer más visible a la mujer o a ambos sexos, todo lo que evite
la discriminación es algo natural y aceptable, sin que por ello haya que forzar la gramática o el lenguaje; lo artificial y
artificioso es absolutamente rechazable (Instituto Cervantes 2011: 23).

Al presentar los aspectos originales de este trabajo, se hace una crítica velada a otras guías anteriores. La autopre-
sentación positiva queda manifiesta en la afirmación categórica que se realiza (“Es verdaderamente una guía de uso”)
y que deja implícito el mensaje de que otras no lo son. Hay, además, un rechazo a los listados con desdoblamientos o
sustituciones que ofrecen otras guías, soluciones que son tildadas como “simples” y “falsas”:

Es verdaderamente una guía de uso para hacer discursos no sexistas, puesto que dispone y propone lo correcto o
incorrecto, lo posible, preferido, aconsejado o más adecuado, siempre en relación con la situación comunicativa.
Ciertamente, está pensada y elaborada desde el contexto y, por ello, no ofrece meros listados normativos con desdo-
blamientos o sustituciones en los que la regla resulta tan simple como falsa” (Instituto Cervantes 2011: 21).

Esta guía, aunque sigue muy de cerca “la norma académica y culta” en cuanto al masculino genérico, se desmarca
de algunas críticas que recibe el lenguaje inclusivo, pues no rechaza de pleno las formas desdobladas:

Asimismo, es novedosa esta guía por el modo de tratar la cuestión y por el planteamiento previo: en principio (no
por principios), la forma masculina no es sexista, usar el masculino genérico no es sexista, ni, en principio (no por
principios), el desdoblamiento resulta “demencial” […].
Se describe la norma académica y culta a la vez que se proponen distinta opciones y alternativas para dar solución a
ciertos problemas como los que plantean, gramaticalmente, el empleo del masculino genérico (correcto, pero no siem-
pre adecuado), los desdoblamientos (-o>-a), ciertos usos sexistas, algunos empleos gráficos (por ejemplo, el del signo
@), la propia concordancia gramatical o el orden de palabras (Instituto Cervantes 2011: 21-22).

Los medios de comunicación dan cuenta de la publicación de la Guía del Instituto Cervantes con perspectivas
muy distintas; el primer titular la elogia como “referente no extremista” y en el texto del artículo se da la palabra a su
coordinador, Antonio Briz, que la defiende con argumentos lingüísticos; el segundo titular, sin embargo, desautoriza
la guía y la convierte en un producto ideológico de un partido político que “intenta imponer una forma de pensar a
través del lenguaje”:

5. La Guía del Instituto Cervantes, un buen referente no extremista (recuperado de http://www.teinteresa.es/


cultura/Guia-Instituto-Cervantes-referente-extremista_0_657535214.html)
6. La guía no sexista que dejó el PSOE (recuperado de https://www.larazon.es/historico/3643-la-guia-no-sexista-
que-dejo-el-psoe-OLLA_RAZON_441711/)

En cualquier caso, el posicionamiento de esta guía es el mismo que ha seguido la institución posteriormente (Ins-
tituto Cervantes 2019 y 2021) y que consiste en respetar los criterios de la Academia y de la ASALE (2005, 2009 y
2018), pues dichas instituciones defienden el uso del masculino como término no marcado y como un recurso básico
de la economía lingüística; avisan de que las formas desdobladas deben usarse con prudencia, pues pueden resultar
inadecuadas por redundantes; y desaprueban el uso de la arroba u otras marcas ajenas al sistema lingüístico español
(Academia 2020a y 2020b).
Poco después de la publicación de la guía del Instituto Cervantes (2011) se publicó en el Boletín de Información
Lingüística de la Real Academia Española el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, firmado por el
académico Ignacio Bosque (que apareció íntegramente el 4 de marzo de 2012 en el diario El País). En él se critican
duramente nueve guías —curiosamente no incluye la del Instituto Cervantes—, algunas de las cuales han sido crea-
das desde y para el ámbito universitario (concretamente las de la Universidad de Granada, Universidad de Murcia,
Universidad Politécnica de Madrid y UNED). Este informe ha sido contestado en múltiples trabajos académicos que
han dado cuenta del debate mediático suscitado y que han cuestionado o defendido algunos de sus planteamientos
(Moreno Cabrera 2012; Márquez Guerrero 2013: 74-93, 2016; Morillo Herrero 2014; Del Valle 2014; Llamas Saiz
2015; Medina Guerra 2016; Cardelli 2018; Cabello Pino 2019a y 2019b; Barrera Linares 2019; Becker 2019; Ben-
goechea 2019; etc.). De lo que no cabe duda es de que la repercusión de este informe ha sido fatal para el desprestigio
de las guías en general, hecho que puede explicar, al menos en parte, por qué en muchas de las guías universitarias
españolas no se han involucrado los propios lingüistas y por qué dichas guías apenas han sido objeto de análisis (véa-
se Vázquez Hermosilla y Santaemilia Ruiz 2011; Guerrero Salazar 2013 y 2020a).

3.2.  Las guías sobre lenguaje inclusivo editadas en castellano por las universidades españolas

Desde 2008 hasta 2019 hemos catalogado veinticinco guías en castellano dirigidas al ámbito universitario español.
En la tabla que presentamos a continuación constatamos los datos más relevantes.
Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29 21

Tabla 1. Guías de universidades españolas sobre lenguaje inclusivo.

Universidad Autoría Fecha Título N.º págs.


Universidad del País 2008 Guía para el uso no sexista Dirección para la 37
Vasco de la lengua castellana y de Igualdad de la UPV
imágenes de la UPV/EHU
Universidad del País June Fernández (autora) 2018 Uso inclusivo del lenguaje Dirección para la 69
Vasco Lucía Martínez Igualdad de la UPV
M. Ángeles Fernández
Andrea Momoitio
(colaboradoras)
Universidad de 2008 Guía de uso del lenguaje no Vicerrectorado de 4
Cantabria sexista Campus y Desarrollo
Social
Universidad de 2011 Guía UC de Comunicación en Unidad de Igualdad 26
Cantabria [reed. igualdad
2018]

Universidad de Anna Devís Arbona 2009 Hacia la igualdad desde el Unidad de Igualdad 19
Valencia lenguaje.
Guía para un uso no sexista
del lenguaje
Universidad de Mercedes Quilis 2012 Guía de uso para un lenguaje Tecnolingüística 163
Valencia Marta Albelda igualitario (castellano)
María J. Cuenca
(redactoras)
Antonio Briz
(colaborador)
Universidad de 2010 Guía de lenguaje no sexista Unidad de Igualdad 11
Granada
Universidad 2010 Manual de lenguaje no sexista Unidad de Igualdad 24
Politécnica de [actualiza- en la Universidad Politécnica
Madrid ción de Madrid
2016]
Universitat Jaume I Gemma Escrig 2011 Guía de tratamiento no Unidad de Igualdad 44
Anna Sales Boix sexista de la información
y la comunicación en la
Universitat Jaume I
Universidad Heura Marçal 2011 Guía para un uso no sexista Servicio de Lenguas 42
Autónoma de Fiona Kelso del lenguaje en la Universitat de la UAB,
Barcelona Mercè Nogués Autònoma de Barcelona Observatorio para la
Igualdad de la UAB
Universidad de Carmen Marimón 2011 Guía para un discurso Unidad de Igualdad 60
Alicante Isabel Santamaría igualitario en la Universidad
de Alicante
Universidad de 2011 Guía de uso no sexista del Unidad para la 11
Murcia vocabulario español Igualdad entre
Mujeres y Hombres
Universitat M.ª Rosa 2011 Buenas prácticas para una Unidad de igualdad 13
Politècnica de Cerdá Hernández comunicación no sexista de
València la Universitat Politècnica de
València
UNED 2012 Guía de lenguaje no sexista Oficina de Igualdad 12
Universidad de 2012 Guía para un uso no sexista Unidad de Igualdad 8
Salamanca del lenguaje
Incluida en la Guía de
igualdad
22 Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29

Universidad Autoría Fecha Título N.º págs.

Universidad de Jaén Susana Guerrero Salazar 2012 Guía para un uso igualitario Unidad de Igualdad 41
del lenguaje y de la imagen en
la Universidad de Jaén

Universitat de Lleida 2012 Lenguaje y comunicación no Centre Dolors 7


sexistas Piera d’Igualtat
d’Oportunitats i
Promoció de les
Dones

Universitat de Lleida 2012 Recomendaciones para el uso Centre Dolors 10


no sexista ni androcéntrico del Piera d’Igualtat
lenguaje y de las imágenes en d’Oportunitats i
los medios de comunicación Promoció de les
Dones

Universidad de Susana Guerrero Salazar 2014 Guía orientativa para el uso Unidad de Igualdad 52
Málaga igualitario del lenguaje y de la
imagen en la Universidad de
Málaga

Universidad Pablo 2014 Construir igualdad con las Oficina de Igualdad 15


Olavide palabras.
Recomendaciones para un uso
inclusivo del lenguaje

Universidad Carlos Ana Costa Pérez 2016 Buenas prácticas para el Unidad de Igualdad 23
III tratamiento del lenguaje en
de Madrid igualdad

Universidad de las Manuel Almeida 2016 Protocolo lenguaje no Sexista Unidad de Igualdad 127
Palmas de Gran Suárez ULPGC. El sexismo en el
Canarias lenguaje.
Orientaciones para una
Práctica no sexista
De la lengua

Universidad de la Fabián González 2017 Guía para un uso de lenguaje Unidad de Igualdad 6
Rioja Bachiller (coord.) no sexista en la Universidad
de La Rioja

Universidad Cristina Albert 2019 Guía para un uso no sexista Unidad de Igualdad 43
Autónoma de Muñoz de la lengua en la Universidad
Madrid Autónoma de Madrid

Universidad de 2010 Guía del lenguaje no sexista Unidad de Igualdad 10


Castilla-La Mancha de la Universidad de Castilla-
La Mancha

La tabla nos muestra, coincidiendo con el estudio de Guerrero Salazar (2013), que las guías universitarias editadas
son bastante heterogéneas en cuanto al número de páginas y también al contenido (basta con observar los títulos).
Unas tratan las imágenes, otras incluyen glosarios, otras se basan en las correcciones de ejemplos reales, unas inclu-
yen bibliografía, otras no, alguna presenta simultáneamente recursos para otras lenguas, etc. La mayoría no posee
depósito legal ni ISBN, e incluso omiten la fecha de edición (dato facilitado por las Unidades de Igualdad para este
trabajo).
El 48 % de ellas no indica autoría y es la Unidad de Igualdad (o autoridad similar) la que asume la responsabili-
dad. Una de las críticas del informe de Bosque a las guías (2012) era precisamente que muchas no están realizadas
por lingüistas. De hecho, algunas han sido redactadas por personal técnico (Universitat Politècnica de València,
Universidad Autónoma de Barcelona), estudiantes del Grado de Trabajo Social y del Máster de Género e Igualdad
(Universidad Pablo Olavide) o periodistas expertas en igualdad (Universidad del País Vasco, 2018). Por ejemplo, la
guía de la Universidad Autónoma de Barcelona (2011) es una actualización de la que se hizo en 2008 en catalán, a
la que se ha añadido la traducción en castellano. Una noticia publicada el 21 de noviembre de 2008 en la página web
de la UAB dice: “Este documento ha sido elaborado por Heura Marçal, del Servicio de Lenguas de la UAB, con la
participación de Fiona Kelso y Mercè Nogués y con la colaboración de la profesora Amparo Tusón” (recuperado de
https://www.uab.cat/web/noticias/detalle-de-una-noticia-1099409749848.html?noticiaid=1227512987110).
Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29 23

En los casos en los que han participado lingüistas o asesores lingüísticos con prestigio, sus nombres suelen apare-
cer en la portada, en la contraportada o en la introducción, como ocurre con las guías de la Universitat Jaume I (que
ha contado con el asesoramiento de Antoni Albalat; además, una de sus autoras, Anna Sales Boix, es licenciada en
Filología Inglesa), de la Universidad de Alicante (realizada por las profesoras del área de Lengua Española de la UA,
Carmen Marimón Llorca e Isabel Santamaría Pérez), de la Universidad de Jaén y de la Universidad de Málaga (reali-
zadas por la catedrática de Lengua Española de la UMA, Susana Guerrero Salazar), de la Universidad de las Palmas
de Gran Canarias (realizada por el catedrático de Lingüística Manuel V. Almeida Suárez, profesor de la Universidad
de la Laguna), de la Universidad Carlos III de Madrid (realizada por Ana Costa Pérez, del Departamento de Huma-
nidades), de la Universidad de la Rioja (coordinada por el profesor del área de Lengua de la UR, Fabián González
Bachiller), de la Universidad Autónoma de Madrid (realizada por Cristina Albert Muñoz, licenciada en Lingüística)
y, por último, las dos guías editadas por la Universidad de Valencia, que merecen mención aparte.
La primera, publicada en 2009, fue redactada por Anna Devís Arbona, profesora de Didáctica de la Lengua y
la Literatura de la Universidad de Valencia. A Vázquez Hermosilla y Santaemilia Ruiz (2011) les llama la atención
que, en este proyecto, al igual que en la redacción del Plan de Igualdad, no intervinieran miembros especialistas en
sexismo lingüístico de la Facultad de Filología:

[…] nos resulta también llamativo el hecho de que entre la comisión redactora del I Pla d’Igualtat de la Universitat
de València no encontremos ningún representante de la Facultad de Filología, los cuales, especialistas en lenguas, po-
drían haber aportado una visión distinta para la redacción tanto del plan como de la guía. Además, es importante desta-
car que dentro de la Facultad de Filología, la Universitat de València cuenta con, al menos, un grupo de investigación
especializado en aspectos de género y con miembros dedicados, específicamente, al estudio del sexismo lingüístico.
Este hecho incrementa todavía más nuestra sorpresa por la ausencia de algún especialista en este campo dentro de la
comisión redactora (Vázquez Hermosilla y Santaemilia Ruiz 2011: 183).

Este hecho fue subsanado en la Guía de uso para un lenguaje igualitario (castellano), que publica la Universidad
de Valencia en 2012, que se realiza con la colaboración de Antonio Briz y de las profesoras Mercedes Quilis Merín,
Marta Albelda Marco y Maria Josep Cuenca (se trata de la misma empresa —Tecnolingüística, S.L.— y de un equipo
en gran parte similar al que ha redactado las guías del Instituto Cervantes).
El de la Universidad de Valencia no es el único caso en que los propios miembros especialistas no aprueban las
guías de sus respectivas universidades. De hecho, los medios de comunicación se hicieron eco de la reacción del
Departamento de Lengua española y Lingüística general de la Universidad de Murcia, que envió un duro informe al
rector, rechazando el documento y pidiendo su retirada (petición que no fue satisfecha), argumentando que el texto
incurría en errores y no se atenía a las normas académicas (algo que consideraron “bochornoso, intolerable e inde-
cente”). El texto del Departamento, sin embargo, elogiaba la Guía de comunicación no sexista del Instituto Cervantes
(2011). El informe de Bosque (2012: 1) también recoge la polémica: “Ha trascendido a la prensa recientemente el
malestar de los profesores de Lengua Española de la Universidad de Murcia ante la guía de lenguaje no sexista que
esta institución elaboró […] sin contar con su participación o recabar si quiera su parecer”. Los medios de comuni-
cación dan cuenta de ello:

7. La RAE critica la guía del lenguaje no sexista «radical» de la UMU


Asegura que si se aplicaran las directrices sería “imposible” hablar porque no están adaptadas al lenguaje
común (recuperado de https://www.laverdad.es/murcia/20120304/local/region/critica-guia-lenguaje-
sexista-201203041404.html).

Estos hechos nos plantean un interrogante: ¿son las Unidades de Igualdad las que no han acudido a los Departa-
mentos de Humanidades o son estos los que no han querido implicarse? Es posible que se hayan dado los dos casos
y que las Universidades hayan replicado, en gran parte, el debate polarizado de los medios, de forma que los Depar-
tamentos se hayan posicionado de parte de la RAE (y ASALE), y las Unidades de Igualdad de parte del Feminismo,
como si ambos bloques fueran irreconciliables. Lo que subyace realmente, como explica Cabello Pino (2019a), es un
conflicto de competencias entre las academias, por un lado, y entre las instituciones encaminadas a la política y a la
planificación lingüísticas, por otro.
No obstante, las guías realizadas por lingüistas podrían ser un punto de encuentro a las posturas enfrentadas. Las
que se han realizado hasta la fecha tienen en común que son más extensas (todas superiores a 40 páginas) y están más
elaboradas que las demás guías, pues suelen profundizar en detalles según el tipo de texto que analizan, añaden bi-
bliografía y hacen referencias a los textos académicos, mostrando un conocimiento claro de las normas gramaticales
de la lengua española. El objetivo de estas guías no es en ningún caso impositor, sino descriptivo de unos usos que
van consolidándose. No realizan propuestas de modificación, sino que plantean alternativas normativas y se limitan
a describir dónde se están usando las propuestas surgidas fuera de nuestro sistema lingüístico (como la arroba, la x o
la e). Ninguna apostata del masculino genérico ni anima a la utilización sistemática de las formas desdobladas o de
las alternativas ajenas a la gramática del español. Sin embargo, se suceden los trabajos que critican las guías todas
por igual, siguiendo la línea iniciada por Bosque (2012). Así, Escandell-Vidal (2018 y 2020) las culpa de “urgir” a
los hablantes a producir formas desdobladas:
24 Guerrero Salazar, Susana. CLAC 88 2021: 15-29

El doblete de género en español se sustenta sobre el argumento general de que el masculino neutral o inclusivo man-
tiene invisibles a las mujeres. Desde este presupuesto, diferentes asociaciones ciudadanas, algunos partidos políticos,
e incluso ciertos organismos oficiales, a través de sus libros de estilo, urgen a los hablantes a que produzcan sistemáti-
camente sintagmas como los niños y las niñas, los ciudadanos y las ciudadanas, los trabajadores y las trabajadoras.
Quienes no lo hacen así sufren no solo la sanción social de ser tachados de machistas, sino incluso, en algunos casos,
sanciones de tipo económico, al negárseles el acceso a ciertas ayudas públicas si no se ajustan a las normas impuestas
(Escandell-Vidal 2018: s.p.).

Y desautoriza a quienes las han realizado por ignorar cómo funciona el sistema lingüístico. La crítica queda amor-
tiguada mediante una concesión aparente (“las buenas intenciones” que persiguen las guías):

Las buenas intenciones con que se emiten estas recomendaciones visibilizadoras, que luchan por una igualdad sin
duda irrenunciable, ignoran, sin embargo, el funcionamiento del sistema lingüístico, y se hacen de espaldas a las cau-
sas que determinan el cambio, y en contra de los tiempos propios del sistema (Escandell-Vidal 2018, s.p.).

Del mismo modo, Mendívil Giró (2020), para defender el carácter inclusivo del género gramatical masculino en
español, se postula en contra de estos manuales, recurriendo también a generalizaciones precipitadas (como si todos,
sin distinción, propusieran lo mismo), desautorizando a quienes los han realizado por su incapacidad de distinguir
una oración sexista de otra que no lo es:

En contra de lo que se sostiene en manuales, informes y estudios de lenguaje inclusivo, las sociedades son las que
cambian las lenguas, no las lenguas las que cambian las sociedades […].
La negación (o la deficiente comprensión) del masculino inclusivo lleva a los autores de guías y manuales a la incapa-
cidad de distinguir entre una oración claramente sexista como Los ingleses prefieren el té al café, como prefieren las
mujeres rubias a las morenas (en la que se asume el punto de vista androcéntrico como la norma) y una que no lo es
en absoluto (Mendívil Giró 2020: 32-33).

Ninguna de las críticas que reciben, de forma general, las guías sobre uso no sexista del lenguaje puede aplicarse
a las realizadas por lingüistas en el ámbito académico, pues ninguna proscribe el uso del masculino genérico, suelen
ser muy cautelosas a la hora de explicar cuándo es operativo el desdoblamiento e insisten en que la lengua funciona
en contexto. De alguna manera, las guías realizadas por lingüistas tratan de aunar las demandas sociales con la norma
académica, pues parten de la base de que el español cuenta con los recursos lingüísticos necesarios para redactar de
un modo inclusivo evitando un estilo artificioso.
De hecho, aunque Grijelmo (2019: 49) critica que la mayoría de las guías prescinden del contexto “y parecen cen-
trar sus objetivos en los significantes, aislados del significado y del sentido”, reconoce que “las filólogas feministas
no suelen encontrarse en el grupo que ataca al idioma y aportan generalmente soluciones más acordes al funciona-
miento de la gramática” (Grijelmo 2019: 37). Además, “por lo general han hecho planteamientos viables y nos han
enseñado algunos de los problemas del sexismo, han propuesto alternativas aceptables porque encajan en la lengua y
el discurso sin excesivas distorsiones […]” (Grijelmo 2019: 232).
No obstante, cabe mencionar que estas guías que aportan soluciones dentro de lo normativo han sido puestas
también en entredicho por determinados colectivos, con el argumento de que algunas de las estrategias que proponen
“continúan aludiendo al carácter binario de la lengua, con escasa o nula cabida al amplio espectro de identidades
de género, como el caso de quienes se construyen así: intersex” (Castillo Sánchez y Simona Mayo 2019: 382-383).

4.  El enfrentamiento ideológico del debate mediático

El hecho de que la Universidad haya prestado una atención tardía al tema del sexismo lingüístico ha contribuido a
que el debate se lleve a cabo, primero en los medios de comunicación, y, actualmente, en las redes sociales, cuyas
controversias son las que alimentan las noticias de los medios tradicionales (Guerrero Salazar 2019b). No olvidemos
que la prensa es un instrumento esencial en la reproducción ideológica y en la creación de representaciones sociales
(Marimón Llorca y Santamaría Pérez 2019). A través de ella se han difundido distintas actitudes sobre el sexismo
lingüístico (Llamas Saíz 2013, 2015; Guerrero Salazar 2019a, 2019b, 2019c, 2020b; Becker 2019), contribuyendo a
crear un determinado imaginario sobre el papel tanto del Feminismo como de la Academia ante el lenguaje inclusi-
vo. Ambos grupos, a través de la argumentación y del léxico, adoptan en los medios una actitud, fundamentalmente
emocional, con la que pretenden provocar en el público una respuesta empática, a través de la cual lograr un acuerdo
ideológico.
Cuando la Academia contesta a través de @RAEinforma en Twitter (Academia 2020a: 92-172), o cuando sus
miembros se manifiestan en la prensa (Becker 2019), no solo se produce una transmisión de un conocimiento ex-
perto, sino también un ejercicio de poder, pues los argumentos discursivos que defienden influyen en la modelación
del imaginario colectivo en torno a lo que debe (o no) ser, a lo correcto e incorrecto, etc. El poder hegemónico de la
Real Academia, como institución que vela por la lengua y como organismo rector de la norma gramatical y léxica,
le otorga un claro posicionamiento ideológico, como han demostrado, entre otros, Del Valle (2014), Cuba (2018),
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Becker (2019), Escaja y Prunes (2021), etc., aunque la RAE se autolegitime en su discurso como la parte neutral y
científica.
Tanto la Academia como el Feminismo (así como otros colectivos que promueven cambios en los usos lingüísti-
cos como una forma de transgresión plenamente consciente) poseen ideología. Estas ideologías quedan muy patentes
en el discurso mediático, pues, como se demuestra en Guerrero Salazar (2019b, 2019c y 2020b), todas las partes tra-
tan de representar negativamente al contrario haciendo uso de figuras retóricas como la ironía, la hipérbole, el símil
o la metáfora, acudiendo a falacias (argumento ad hominem, generalización precipitada, falsas analogías…), a estra-
tegias argumentativas (preguntas retóricas, concesiones aparentes, reductio ad absurdum…) y a la descalificación (a
través de disfemismos, insultos, léxico de valoración negativa…). Basta como muestra los siguientes titulares:

8. La RAE critica en un informe a los ‘fundamentalistas’ del lenguaje no sexista (recuperado de https://www.
elmundo.es/elmundo/2012/03/04/cultura/1330839500.html)
9. Pérez-Reverte: «Estaba siendo intolerable el matonismo de las ultrarradicales feminazis»
El académico responde en Twitter a los críticos con el informe de la RAE contra las guías de lenguaje no sexista
(recuperado de https://www.abc.es/cultura/abci-perez-reverte-estaba-siendo-201203060000_noticia.html).
10. La curiosa misoginia de la RAE (recuperado de https://www.eldiario.es/cultura/RAE-institucion-
tradicionalmente-misogina_0_502200361.html).

Estas batallas mediáticas imposibilitan, a mi parecer, una reflexión mesurada y constructiva que nos haga avanzar
en el conocimiento. Como explica Bolívar (2019), es necesario aclarar lo que se entiende por lenguaje inclusivo y
analizar el debate que está teniendo lugar en los medios, donde se usa el tema como un espectáculo para divertir o
para insultar:

[…] es importante conocer los argumentos de cada postura y evitar las descalificaciones de un lado y de otro, porque
cuando se recurre a este tipo de lenguaje se están favoreciendo estrategias pragmático-discursivas en las que en vez de
usar actos típicos del desacuerdo, se apela a acciones que disminuyen u ofenden al otro. Se pone en práctica una ar-
gumentación retórica falaz ad hominem, pues “el ataque” se dirige a la persona o a la institución y no a los contenidos
del mensaje referido a las características del lenguaje, que es lo que nos interesa discutir (Bolívar 2019: 371).

Dentro del ámbito universitario las posturas también son encontradas. Todo depende del enfoque lingüístico que
se emplee. Barrera Linares (2019: 341-343) recoge opiniones sobre el masculino genérico vertidas por académicos
y lingüistas en la prensa, donde destaca, fundamentalmente, el compromiso con el discurso de la RAE. Igualmente
sucede en artículos académicos recientes que argumentan sobre el uso inclusivo del masculino genérico y la ausencia
de ideología de la gramática (Roca 2013a; Escandell-Vidal 2018 y 2020; Mendívil Giró 2020).
Sin embargo, desde un enfoque pragmático, de análisis del discurso, se constata que la lengua no es ajena a los
aspectos sociales, culturales e ideológicos (Cabeza Pereiro y Rodríguez Barcia 2013). Igualmente sucede desde una
perspectiva glotopolítica (Del Valle 2018; Cuba, 2018) y, por supuesto, desde los planteamientos teóricos de la Lin-
güística Feminista (Cameron 1985). Desde estos enfoques se aborda el estudio del sexismo y se justifica la existencia
de las guías, como herramientas para paliar los usos discriminatorios en las denominadas lenguas cultivadas (Moreno
Cabrera 2012; Grijelmo 2019: 256).
La Universidad española, desde las áreas competentes, debería promover espacios para un debate científico, de
forma que todas las partes puedan argumentar sin ridiculizar a quien defiende otras opiniones, hecho que ocurre muy
a menudo en los medios de comunicación y en las redes sociales.

5.  Reflexiones finales

El debate académico sobre sexismo lingüístico, el masculino genérico y la creación de alternativas lingüísticas es
relativamente reciente pero bastante polémico. En varias universidades hispanoamericanas hay un fuerte debate
abierto, pues, al pasar del concepto biológico del sexo al de identidad de género, se produce un rechazo hacia el
binarismo, y una parte de la comunidad universitaria, sobre todo del alumnado, ha empezado a hacer defensa de
un lenguaje inclusivo que utilice la @, la x o la e, como alternativas a los morfemas de género normativos, esto es,
como una transgresión consciente de las normas, lo que supone posicionarse política y éticamente (Del Valle 2018:
15). En principio, estas prácticas empezaron en el espacio de lo privado, desde el idiolecto, como recursos escritos
usados en ámbitos informales, sobre todo virtuales, con la consciencia de romper la dualidad masculino/femenino e
incluir todo tipo de diversidad (Guerrero Salazar 2020a). Sin embargo, siete universidades argentinas han dado carta
de naturaleza al empleo de estas alternativas, sobre todo desde la militancia queer y trans, grupos que no se sienten
representados con las alternativas al masculino genérico centradas en una visión binaria de los seres humanos.
En las universidades españolas la situación es distinta. Aunque en el aula, cada vez con más frecuencia, se hacen
concesiones para usar el femenino genérico cuando las estudiantes son mayoría (San Julián Solana 2017: 123-124),
realmente desde los Departamentos de Humanidades no se ha producido un debate serio, ni siquiera sobre las al-
ternativas acordes a nuestro sistema lingüístico (como las formas desdobladas, el uso de colectivos, abstractos…).
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Posiblemente haya influido el que la Real Academia Española, que sigue siendo la autoridad de referencia en dichos
Departamentos, ha manifestado en numerosas ocasiones su rechazo al lenguaje inclusivo y a las guías de uso no se-
xista del lenguaje (sobre todo a partir del informe del académico Ignacio Bosque).
Las causas del rechazo hacia las guías en general son variadas: las cuestiones ideológicas, el debate mediático
(no exento de descalificaciones, burlas e ironías), el estancamiento metodológico de algunos de estos trabajos, que se
centran en el análisis léxico y descuidan el nivel discursivo (Vázquez Hermosilla y Santaemilia Ruiz 2011: 181-182),
y que, salvo contadas excepciones, no están realizadas por personas expertas en Lingüística o Análisis del Discurso
y, por tanto, pueden incurrir en errores (Bosque 2012: 1; Bolívar 2019: 365). Sin embargo, no todas las guías son
iguales, pues las realizadas por lingüistas son textos que, si se conocieran, podrían ser un punto de encuentro entre
las posturas más alejadas.
Lo que es una realidad es que los usos lingüísticos se transmutan constantemente para dar cuenta de los cambios
sociales que se producen y la Universidad no puede mantenerse al margen de ellos, sino que debe fomentar su análi-
sis. Por tanto, urge un debate panhispánico serio, y una reflexión en profundidad, impulsada desde los Departamentos
de Lengua Española, que tenga en cuenta, los siguientes aspectos:

a) El análisis de los argumentos y los fundamentos ideológicos tanto de quienes están en contra del lenguaje
inclusivo, como de quienes lo defienden.
b) Una investigación rigurosa de las guías y una discusión de las propuestas de cambio lingüístico que están
surgiendo en distintos contextos y comunidades.
c) El estudio de las alternativas ajenas al sistema lingüístico (como el femenino genérico, la @, la x, la e…) de-
pendiendo del sexo, de la edad y del medio.
d) La catalogación y definición de los neologismos que está aportando el lenguaje inclusivo.
e) Las actitudes del alumnado, del profesorado y del personal administrativo ante cada una de las propuestas del
lenguaje inclusivo.

Banegas y López (2019: 5) terminan su trabajo haciendo un llamamiento a la Lingüística aplicada para que ofrez-
ca su conocimiento experto en el entorno escolar: “We invite applied linguists to engage with the school communities
they are part of as citizens to offer expert advice that can help people increase their sociolinguistic awareness for
inclusion and social justice.” Este mismo llamamiento se podría extrapolar al ámbito universitario español, donde el
enfrentamiento del debate mediático parece replicarse sin dejar paso a un análisis en profundidad que pueda llevar
al entendimiento entre posturas enfrentadas. Debemos investigar en este tema sin banalizarlo, sin acudir a posicio-
nes extremistas o a burlas paródicas y sin olvidar que, en último término, el control sobre la lengua corresponde a
la comunidad de hablantes, que es la que decidirá, a través del uso, qué recomendaciones del lenguaje inclusivo se
mantienen y cuáles no.

6. Agradecimientos

Este trabajo forma parte del proyecto de investigación I+D+i del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Inno-
vación (PAIDI 2020) del que Guerrero Salazar es investigadora principal, denominado El discurso metalingüístico
sobre “mujer y lenguaje” en la prensa española: Análisis del debate lingüístico y su repercusión social (https://
dismupren.com/).

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GLOTOPOLÍTICA DEL SEXISMO: IDEOLOGEMAS DE LA
ARGUMENTACIÓN DE IGNACIO BOSQUE Y CONCEPCIÓN COMPANY
COMPANY CONTRA EL LENGUAJE INCLUSIVO DE GÉNERO

GLOTOPOLITICS OF SEXISM: IDEOLOGEMES OF IGNACIO BOSQUE AND CONCEPCIÓN COMPANY


COMPANY’S ARGUMENTATION AGAINST GENDER-INCLUSIVE LANGUAGE

Lidia Becker
Leibniz Universitat Hannover
becker@romanistik.phil.uni-hannover.de

Fecha de recepción: 15 de junio de 2019


Fecha de aceptación: 14 de julio de 2019
http://dx.doi.org/10.30827/TNJ.v2i2.9827

Resumen:
La contribución ofrece un análisis glotopolítico de la argumentación en favor del masculino
“genérico” de dos personajes clave en los debates sobre el lenguaje no sexista, Ignacio
Bosque y Concepción Company Company, realizada en la prensa digital de España, México
y Argentina. Se consideran los topoi argumentativos y metáforas que configuran los dos
ideologemas centrales para la posición de Bosque y Company Company: el ideologema del
lenguaje como “objeto natural” y el ideologema que construye a les partidaries del lenguaje
no sexista como adversaries “radicales”. Finalmente, se constata una confluencia de estos
ideologemas conservadores, característicos del pensamiento lingüístico academicista, con
representaciones lingüísticas populares difundidas en varios sectores de la sociedad, incluso
entre escritores feministas.

Palabras clave: glotopolítica; lenguaje no sexista / lenguaje inclusivo de género; masculino


genérico; lingüística popular; escritores feministas.

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LIDIA BECKER - GLOTOPOLÍTICA DEL SEXISMO

Abstract:
The paper reviews arguments in favour of masculine “generics” from the glotopolitical point of
view. For this purpose, statements of two key figures in the debates on non-sexist language,
Ignacio Bosque and Concepción Company, effectuated in the digital press of Spain, Mexico
and Argentina are analysed. The text focuses on the argumentative topoi and metaphors that
make up the two central ideologemes for the position of Bosque and Company Company: the
ideologeme of language as a “natural object” and the ideologeme that constructs partisans of
non-sexist language as “radical” adversaries. These conservative ideologemes, characteristic
of academicist linguistic thought, overlap with folk linguistic representations disseminated in
various sectors of society, even among feminist writers.

Keywords: glotopolitics; non-sexist language; gender-inclusive language; generic male


form, popular linguistics; feminist writers.

0. Introducción
El debate acerca del lenguaje inclusivo de género o no sexista1 estalló en países de habla
hispana a partir de los años 80 del siglo XX (para España cf. Bengoechea 38 y Ossenkop 58)
y, al parecer, hemos vivido varios ciclos de intensificación del mismo en las esferas públicas
durante los últimos decenios. La Real Academia Española ha jugado un papel central en las
disputas transatlánticas acerca del sexismo en el lenguaje desde sus inicios. A partir de 2001,
la Academia se ha expresado repetidas veces a favor del masculino “genérico” (Bengoechea
64). Así, por ejemplo, en su informe para la Comisión del Parlamento Andaluz encargada
de redactar el Estatuto Andaluz en febrero de 2006 (Bengoechea 39). Cabe destacar que
la insistencia tenaz de la RAE en la defensa del masculino “genérico” va en contra de los
esfuerzos políticos expresados en primer lugar por la Ley Orgánica 3/2007 “para la igualdad
efectiva de mujeres y hombres” que incluye la implantación de un lenguaje no sexista en
diferentes ámbitos públicos (Gobierno de España et al.; cfr. Bengoechea 44).
A principios de la década del 2010, la RAE dio otro impulso importante al debate sobre
el lenguaje inclusivo de género con el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”,
siempre insistiendo en la ausencia de alternativas para el masculino “genérico”, un tema que ha
sido punto neurálgico de la polémica. El documento fue redactado por el catedrático Ignacio
Bosque y firmado por les 26 académiques de número y siete académiques correspondientes
presentes en el pleno de la Academia el 1 de marzo de 2012. Inmediatamente después de
su publicación en el diario El País el 4 de marzo de 2012, el informe provocó una ola de
reacciones críticas, por un lado, y de expresiones de solidaridad, por otro lado, en diferentes
1 Entiendo con el término de “lenguaje inclusivo de género” o “lenguaje no sexista” una manifestación
de la innovación lingüística que puede situarse en el contexto más amplio del lenguaje políticamente correcto.
Puede ser definido como la creación de patrones lingüísticos por determinados grupos sociales con el objetivo
de implementar la igualdad de personas de diferentes sexos en y mediante usos lingüísticos.

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espacios del habla hispana. En su último producto, el Libro de estilo de la lengua española
según la norma panhispánica, publicado en el año 2018, los representantes de la RAE
reiteraron que “En español el género masculino, por ser el no marcado, puede abarcar el
femenino en ciertos contextos”, apoyándose en el primer capítulo del manual ("Ni 'todes' ni
'todas y todos'"). Todavía no se ha hecho público el informe sobre lenguaje inclusivo en la
Constitución solicitado a la RAE por el presidente español, Pedro Sánchez (Camps). Queda
esperar si la afirmación del nuevo director de la RAE desde 2018, Santiago Muñoz Machado,
en el 8º Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba, Argentina, “Estamos
dispuestos a mejorar la visibilidad del sexo femenino” (“La RAE ahora”), significa una apertura
hacia algunas de las formas lingüísticas inclusivas de género.
A pesar de la larga duración e intensidad del debate sobre el sexismo lingüístico, la
aceptación general de los nuevos usos lingüísticos recomendados por múltiples guías de
lenguaje inclusivo de género sigue siendo relativamente baja. P. ej. la encuesta presentada
en las I Jornadas Internacionales Feministas en Zaragoza destapa que mientras la conciencia
igualitaria y la voluntad de implementar la igualdad entre hombres y mujeres están aumentando
en España, el uso del lenguaje inclusivo es la menos elegida entre las medidas propuestas
para ello, con el 42% de votos, muy por detrás de la de fijar por ley la igualdad salarial entre
hombres y mujeres, la formación de género para los jueces y la equiparación de los permisos de
maternidad y paternidad, todas ellas con más del 80% de votos (Izquieta). Según otra encuesta
de 3.000 casos, realizada por Emilia Alegre, de la Facultad de Lenguas de la Universidad
Nacional de Córdoba en Argentina, el 75,8% de las personas encuestadas rechaza el uso de
la “e” para evitar el plural masculino, aunque el 55,2% da cuenta de alguien a su alrededor que
utiliza este recurso. Seis de cada diez encuestades han señalado que las formas como todes
o chiques les “molestan” (Bruni)2. En consecuencia, resulta relevante analizar los argumentos
de las “autoridades” lingüísticas contra el lenguaje no sexista, sus fundamentos ideológicos y
su repercusión en la opinión pública desde la perspectiva glotopolítica, atenta a “las distintas
formas en que las acciones sobre el lenguaje participan en la reproducción o transformación
de las relaciones de poder” (Arnoux, “La glotopolítica” 3; cfr. además Arnoux, “Glotopolítica” y
Del Valle, “La perspectiva”).
El objetivo del presente estudio consiste en ofrecer un análisis de la posición de la RAE
representada por dos personajes clave en los debates actuales acerca del lenguaje no sexista,
Ignacio Bosque y Concepción Company Company, en los medios digitales de España, México
y Argentina. En lo que sigue, voy a presentar representaciones, topoi argumentativos y usos
metafóricos que expresan los ideologemas centrales para esta posición. A continuación, me
detendré en la confluencia de estos ideologemas conservadores con representaciones de
lingüística popular largamente difundidas en varios sectores de la sociedad, incluso dentro de
grupos feministas.

2 Cfr. la encuesta de 465 estudiantes de la Universidad de Alcalá de Henares y la Universidad Complutense


de Madrid que mostró una aceptación de la forma inclusiva con @ (alumn@s) por el 66% de les encuestades
(71% de mujeres y 57% de hombres) (Bengoechea y Simón 74).
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1. Ignacio Bosque y Concepción Company Company como portavoz y portavoza de


la RAE
Los argumentos contra el lenguaje no sexista en un corpus de artículos periodísticos que
será analizado más adelante provienen de dos lingüistas de origen español, siendo el primero
de elles el académico de número de la Real Academia Española, catedrático de Filología
Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid, Ignacio Bosque Muñoz. La segunda
lingüista es académica de número de la Academia Mexicana de la Lengua y miembra del
Colegio Nacional de México, catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Concepción Company Company.
Ignacio Bosque es especialista en gramática española y teoría gramatical, sobre todo
de la sintaxis. En 1999, coordinó junto con Violeta Demonte la publicación de la Gramática
descriptiva de la lengua española en tres volúmenes en la editorial Espasa-Calpe. Además,
fue el coordinador de la Nueva gramática de la lengua española (2009) de la RAE. Después
de la publicación del informe de la RAE “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” en el
diario El País el 4 de marzo de 2012, Bosque fue entrevistado varias veces y en una multitud
de textos sobre el tema del lenguaje no sexista a ambos lados del Atlántico se ha referido
de una u otra manera a la autoridad o, al revés, a la falta de competencia del redactor del
informe (cfr. Llamas Sáiz). Solo dos días después de la aparición del informe en El País, cuatro
lingüistas, Antonio Fábregas, María Carmen Horno Chéliz, Silvia Gumiel Molina y Luisa Martí,
publicaron el manifiesto “Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la
sociedad: manifiesto de apoyo a D. Ignacio Bosque” (Fábregas et al.) que actualmente cuenta
con 1159 signataries. El manifiesto provocó, a su vez, una crítica abierta por parte de Juan
Carlos Moreno Cabrera (“Acerca de”), un lingüista que se destacó por su postura crítica hacia
la RAE en otras ocasiones (cfr. “‘Unifica, limpia y fija’”).
Concepción Company Company es igualmente especialista en gramática, sobre todo
en sintaxis, aunque también se dedicó al ámbito de la lexicografía. Es editora de la obra
colectiva en siete volúmenes Sintaxis histórica de la lengua española. El Diccionario de
mexicanismos, dirigido por Company Company y publicado por la Academia Mexicana de
la Lengua y Siglo XXI Editores en 2010, ha sido objeto de numerosas críticas (cfr. Zaid; Lara,
“Diccionario de” y “Un diccionario”; Zimmermann; Del Valle, “Lo político” 105-107). Como
Bosque, Company Company fue entrevistada varias veces y sus discursos se tematizaron en
varios periódicos digitales en España y en países latinoamericanos. Su ponencia “¿Es sexista
la lengua española?” presentada en la 31ª Feria del Libro de Guadalajara (25.11-03.12.2017)
causó una onda de reacciones en los medios digitales. Cabe señalar que Company Company
es una de las ocho miembras de la Academia Mexicana de la Lengua de les 34 en total
(AML), mientras que la Real Academia Española cuenta con igualmente ocho mujeres entre
les 46 miembres de número actuales (RAE, “Académicos de número: Relación”). La primera

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miembra de la RAE, Carmen Conde, pronunció su discurso de entrada en el año 1979 (RAE,
“Académicos de número: Listado histórico: Carmen”). Solo once mujeres han sido elegidas,
hasta ahora, miembras de número de la RAE. La voz de Company Company como mujer es
de particular interés en el debate sobre el lenguaje no sexista.

2. Ideologemas de la argumentación de Bosque y Company Company contra el


lenguaje inclusivo de género
El corpus del presente estudio se compone de 8 entrevistas de Ignacio Bosque y de Concepción
Company Company publicadas en la prensa digital de España, México y Argentina entre los
años 2012 y 2018. También se ha considerado el informe de la RAE redactado por Bosque
y publicado en la versión digital de El País que sirvió de referencia en la mayoría de las
entrevistas. Para el análisis, se atiende en primer lugar al concepto de “ideologema” que fue
utilizado por primera vez dentro del círculo de Bajtín (Volóshinov 393; Bajtín 1464) en el sentido
de una representación de una ideología que se materializa en el signo lingüístico. Más tarde,
el término fue utilizado por Angenot (24) que lo define como “toute maxime, sous-jacente à
un énoncé, dont le sujet circonscrit un champ de pertinence particulier (que ce soit ‘la valeur
morale’, ‘le Juif’, ‘la mission de la France’ ou ‘l’instinct maternel’)”. Arnoux y Del Valle (13)
reflexionan sobre el proceso de la imposición de un ideologema mediante su naturalización
desde el punto de vista glotopolítico:

La imposición de un nuevo ideologema se logra cuando naturaliza lo que enuncia generalizando


su aceptación hasta el punto de bloquear la posibilidad de su lectura crítica o problematización.
Para llevar a cabo este tipo de naturalización, se recurre, en general, a representaciones
emocionales generadas en situaciones anteriores que se proyectan sobre la nueva.

A continuación, se presentan los ideologemas más importantes de los discursos academicistas


en cuestión que se expresan mediante una serie de representaciones, topoi argumentativos5
y metáforas conceptuales6.
3 “[…] идеологема на стадии внутреннего развития, невоплощенная во внешнем идеологическом материале,
— смутная идеологема; уясняться, дифференцироваться, закрепляться она может лишь в процессе идеологического
воплощения”. “[…] un ideologema en la etapa de desarrollo interno, no encarnado en material ideológico externo,
es un ideologema vago; puede ser entendido, diferenciado y fijado solo en el proceso de encarnación ideológica”.
(traducción propia).
4 “Говорящий человек в романе — всегда в той или иной степени идеолог, а его слова всегда идеологема.” “El sujeto
hablante en la novela siempre es un ideólogo de una manera u otra y sus palabras siempre son un ideologema”
(traducción propia).
5 El concepto de “topos argumentativo” puede ser definido como un elemento recurrente de argumentación
que forma la premisa obligatoria (“warrant” en el modelo de Toulmin, p. ej. “en tiempos inciertos tienes que
aceptar lo que se te ofrece”) y conecta el argumento (“los tiempos son inciertos”) con la conclusión (“tienes que
aceptar el puesto de trabajo”) (Kienpointer 179; Reisigl).
6 Bajo una metáfora conceptual se entiende con Lakoff / Johnson una conceptualización de una unidad
abstracta como una unidad concreta que se materializa en el lenguaje. En el proceso de construcción de una
metáfora, los componentes semánticos del dominio A se transfieren al dominio B, mientras que los dos dominios
se perciben como semejantes (Koller).

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2.1. Ideologema del lenguaje como “objeto natural”


La mayoría de los argumentos contra la sustitución del masculino “genérico” en los textos
analizados se remontan a un solo ideologema tradicional de la objetividad y naturalidad
del lenguaje representado por la “lingüística objetivista”. Lakoff y Johnson hablan en su
libro Metaphors We Live By (1980) de “the myth of objectivism in Western philosophy and
linguistics” (título del capítulo 26) que fue perpetuado últimamente por Noam Chomsky. Entre
los elementos constitutivos del mito objetivista, Lakoff y Lohnson (198-209) mencionan la
objetividad y la “desencarnación” (“disembodiment”) del significado que se percibe como
independiente de los usos lingüísticos, la percepción y la interacción humanas:

In the objectivist view, objective meaning is not meaning to anyone. Expressions in a natural
language can be said to have objective meaning only if that meaning is independent of anything
human beings do, either in speaking or in acting. That is, meaning must be disembodied.
(199; cursiva original).

El ideologema de la objetividad y naturalidad del lenguaje se refleja en una gran parte de los
argumentos de Bosque y Company Company. Comenzamos por su núcleo: la representación
del lenguaje como “objeto natural”. Bosque utiliza en su argumentación repetidamente una
antítesis entre “natural / común / real” (apolítico, según su interpretación) y “artificial / oficial”
(ideológico), confundiendo claramente “natural” con “naturalizado”:

¿Cree usted que alguien diría con naturalidad ‘Ayer por la noche estuve tomando copas
con unos amigos y unas amigas’? […] Observe que las frases que le acabo de proponer
son absolutamente naturales. Las usan todos los hispanohablantes, incluidas las personas
que las considerarían discriminatorias para la mujer, lo que resulta más que paradójico. La
conclusión me parece evidente: esas frases no son discriminatorias […]. (Vaquero) 7

“Tal vez creen – relata Ignacio Bosque a ABC – que la lengua ha de ser un reflejo directo
del mundo. Me parece preocupante que en estas guías se censure indirectamente a las
mujeres que se sienten abarcadas por el uso genérico o no marcado del masculino (la mayor
parte, por lo demás); que se propague la idea de que hablar comúnmente es aceptar la
discriminación”. (Astorga)

Y considera significativo el que los políticos insistan en distanciar el lenguaje oficial y el real,
con lo que “indirectamente reconocen que el primero es artificial, un código inventado que
tiene que ver muy poco con la gente y con su lengua”. (Gutiérrez)

7 Énfasis añadido en todas las citas. Se han eliminado otros tipos de resaltado en el original. Los ejemplos
lingüísticos en las citas se ponen entre comillas simples.

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La representación abstracta del lenguaje como “objeto natural” o “sistema” independiente


de los hablantes se concretiza mediante una serie de metáforas conceptuales que transmiten
imágenes de solidez, inmovilidad e inmutabilidad (“asentamiento”, “sedimentación” ,
“fosilización” de unidades lingüísticas):

Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del
masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del
español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también
en que no hay razón para censurarlo. (Bosque, “Sexismo lingüístico”)

Pero, al mismo tiempo, señala que “las expresiones que ponen de manifiesto el sexismo
están a menudo lexicalizadas o fosilizadas, es decir, ya no están vivas en la conciencia de los
hablantes. Cualquier hispanohablante sabe que cuando dice ‘Hoy he comido con mis padres’
no está ocultando a su madre. Lo sabe con total seguridad, digan lo que digan los políticos”.
(Gutiérrez)

“Quienes estudiamos el lenguaje hemos observado que una lengua otorga identidad, que
la gramática es una sedimentación histórica milenaria y que cambia, pero la cultura y la
sociedad cambia primero, después, el lenguaje se modifica en escasas tres décadas”, planteó
la investigadora, de origen español. (“¿Es sexista la lengua española?”)

“No es que me oponga, pero sí creo que el lenguaje inclusivo no sirve para nada. La igualdad
no se consigue forzando un mecanismo tan sedimentado como es una lengua, sino por el
contrario, el cambio tiene que venir de la sociedad; entonces sí, lo más probable es que la
lengua lo recoja”, explicó, polémica, Company. (Benavides)

Varias veces se repite en el corpus el siguiente topos que separa la “gramática / sintaxis” del
“discurso / uso / lenguaje” y puede ser inferido de siguiente manera: “ya que la gramática es
neutral y existe de manera autónoma, los hablantes solo pueden discriminar valiéndose de
ella en el discurso” .

Otra opción, que algunos consideramos preferible, sería entender que la irregularidad de
esta frase [‘Nadie estaba contenta’] no está en la sociedad, sino en la sintaxis. Nos parece
natural, en efecto, ‘¿Quién estaba contenta?’ porque interpretamos un complemento partitivo
tácito (‘¿Quién de ellas?’), mientras que rechazamos ‘Nadie estaba contenta’ porque este
complemento se rechaza igualmente en ese caso (es decir, no decimos ‘Nadie de ellas’).
(Bosque, “Sexismo lingüístico”)

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Company Company metaforiza este topos comparando la gramática con una botella (“un
mero recipiente”) y el discurso con el whisky (el contenido):

Entonces, ¿qué tiene que ver la gramática con la discriminación sexista? “Nada –responde
Concepción Company, doctora en filología por la UNAM– porque la gramática es neutral, es
un mero recipiente. Somos los humanos los que discriminamos, pero no con la gramática,
sino con el discurso que hacemos valiéndonos de ella”. Es decir, lo te que emborracha no es
la botella, sino el whisky que contiene la botella. (Pérez)

Otra metáfora describe la gramática como algo “aséptico” vinculando el dominio del lenguaje
con el dominio de la medicina. Siguiendo esta lógica, el discurso tendría que ser interpretado
como un conjunto de unidades lingüísticas contaminadas:

–¿Es sexista el lenguaje? 


–Creo que la gramática no es sexista ni deja de serlo. No es un concepto que pueda ser
aplicado a la gramática, pero sí al lenguaje y al discurso.
–¿Entonces sí puede serlo el lenguaje? 
–Puede serlo el uso que hagamos de la gramática o cómo construyamos el discurso. Eso sí
puede serlo, y de hecho muchas veces lo es. La gramática es totalmente aséptica, está ahí
porque le funciona a una comunidad, pero el uso sí puede ser sexista. […]
Es como María Moliner, una gran lexicógrafa de quien todo el mundo dice que tenía cinco
hijos y le zurcía los calcetines al marido. Eso sí es discriminatorio, por eso le digo que el
discurso sí puede serlo, pero la gramática únicamente recoge repositorios históricos de
siglos y milenios, y una comunidad funciona con ella. (Álvarez)

Otro topos en la misma línea de argumentación sugiere que “ya que es más importante luchar
por la igualdad real en la sociedad, es inútil luchar contra la estructura del idioma”. De esta
manera se separa otra vez la “gramática” como un “objeto natural” de la “sociedad”:

En fin, lo que tenemos que modificar es la sociedad. […] A mí me pueden llamar ‘‘oye, tú’’,
o no llamarme de ningún modo; igualdad es que me paguen igual, me contraten igual y que
tenga las mismas oportunidades sociales. En el Colegio Nacional al que pertenezco corren
ríos de tinta por el escaso número de mujeres que hay, pero yo no quiero que me incluyan por
ser mujer, como no quiero que me excluyan por ello. Y esta batalla no se da en la gramática,
se da en la sociedad. Cuando las sociedades sean igualitarias estoy segurísima de que los
hábitos gramaticales se van a modificar. (Álvarez)

“Aquí en la UNAM hubo una campaña hace poco cuya consigna era ‘Igualdad es que te
llamen arquitecta’. Yo digo que no, que igualdad no es eso. Igualdad es que me paguen lo

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mismo por la misma tarea, no me importa que me llamen arquitecta, o que directamente no
me llamen”, agregó. (Benavides)

En lugar de luchar contra la estructura del idioma (que ninguna Academia, presente o pasada,
podría establecer jamás), a mí me parece más importante luchar por la igualdad de salarios,
por el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad o por acabar con otras muchas
situaciones de discriminación que sin duda existen en nuestra sociedad (los permisos de
maternidad y paternidad, sin ir más lejos). (Vaquero)

Un topos similar equipara los intentos “oficiales” de modificar la lengua con “forzarla” o privar
a los hablantes de “libertad”, “ya que solo el cambio natural del lenguaje es legítimo, impulsar
las políticas normativas significa forzar las estructuras lingüísticas y privar a les hablantes de
libertad”:

Intuyo que somos muchos –y muchas– los que pensamos que la verdadera lucha por la
igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y
en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras
lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, impulsar políticas normativas que
separen el lenguaje oficial del real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de
expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar
en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás. (Bosque, “Sexismo
lingüístico”)

2.2. Ideologema del adversario “radical”


El segundo ideologema central para el discurso de Company Company y Bosque se
infiere en el nivel de los ejemplos ilustrativos (cfr. Arnoux y Di Stefano 20-21). Se trata en
este caso de los contraejemplos que se someten a la crítica por parte de la académica y
el académico. Bosque comienza su informe con la constatación de que en España se han
publicado “numerosas guías de lenguaje no sexista” que fueron editadas por “universidades,
comunidades autónomas, sindicatos, ayuntamientos y otras instituciones” (Bosque, “Sexismo
lingüístico”). En el informe, Bosque considera nueve manuales editados por unidades
administrativas encargadas de implementar igualdad de géneros (Ministerio de Igualdad, Área
de la mujer del Ayuntamiento de Málaga, Unidad para la Igualdad entre mujeres y hombres de
la Universidad de Murcia, Secretaría confederal de la mujer de la Confederación Sindical de
Comisiones Obreras, etc.). Según la Ley Orgánica 3/2007, las instituciones estatales deben
encargarse, entre otras cosas, de “11. La implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito
administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”
(Artículo 14. Criterios generales de actuación de los Poderes Públicos, Gobierno de España
et al.). Sin embargo, Bosque como representante de la RAE rechaza las medidas propuestas

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por estas organizaciones de acuerdo con la ley y/o sus principios fundacionales, como es
el caso de las dos organizaciones sindicales obreras, La Unión General de Trabajadores y la
Confederación Sindical de Comisiones Obreras. El rechazo y una larga lista de críticas, en
parte ridiculizadoras, se justifican por la discordancia de las recomendaciones con las normas
de la RAE, varias gramáticas normativas y guías de estilo. Irónicamente, las exigencias de
la Ley Orgánica 3/2007 se desbaratan mediante la concesión monárquica de que “No hay,
desde luego, ilegalidad alguna en las recomendaciones sobre el uso del lenguaje que se
introducen en esas guías” (Bosque, “Sexismo lingüístico”). Las propuestas más “radicales” y,
en consecuencia, más “ridículas”, como la arroba –por cierto, un símbolo del movimiento de
l@s indignad@s o 15M– provienen según la opinión del académico efectivamente de las dos
organizaciones sindicales.
Otro adversario “radical” se identifica en un ejemplo ilustrativo del desdoblamiento
léxico presentado como sumamente “ridículo”. Se trata de fragmentos de la constitución de
la República Bolivariana de Venezuela: “Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y
sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República,
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, magistrados o magistradas del Tribunal
Supremo de Justicia […]”. Bosque compara esta cita con “ejemplos recargados con el solo
propósito de ridiculizar, a menudo en periódicos o en blogs” que “los críticos del desdoblamiento
léxico (‘ciudadanos y ciudadanas’, etc.) construyen deliberadamente” según algunas guías del
lenguaje no sexista (Bosque, “Sexismo lingüístico”). Company Company también utiliza el
ejemplo de la constitución venezolana para condenar la “falta de coherencia” de les partidaries
del lenguaje no sexista:

En aras de esa igualdad de sexo, se han modificado constituciones para hacer especificaciones
sexuales como: ‘ciudadanas y ciudadanos, venezolanos y venezolanas, vicepresidentas y
vicepresidentes’, pero la diferencia de sexo que hacen no tiene nada que ver con el género en
la gramática. “Sin embargo, esta tendencia no la aplican a todas las palabras, solo a aquellas
que empoderan a las mujeres como ‘presidente’ o ‘presidenta’, pero ¿por qué no las aplican
a ‘cantante’ y ‘cantanta’ o ‘testigo’ y ‘testiga’? Esto refleja una falta de coherencia”, dijo la
experta, quien es integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, la cual, forma parte de
la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico. (“La gramática”)

La crítica de la constitución de un estado soberano desde una institución presuntamente


cultural manifiesta una inconmensurabilidad grotesca y revela un comportamiento fuertemente
hegemónico y neocolonialista. Efectivamente, las digresiones en el informe de la RAE fueron
percibidas como un ataque contra el progresismo latinoamericano:

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A la Real Academia Española (RAE) le llamó la atención el uso creciente de un latiguillo lingüístico en
América Latina: un artículo de la Constitución de Venezuela habla de ‘venezolanos y venezolanas’, y la
presidenta Cristina Kirchner comienza siempre sus discursos dirigiéndose ‘a todos y a todas’. (Sack)

3. El dardo a una escritora y un escritor feministas


Cabe subrayar que en su argumentación Bosque se apoya repetidamente en opiniones de
mujeres contra el lenguaje no sexista, lo que corresponde a una estrategia muy difundida:
“invocation of the woman who despises feminists and their verbal hygiene is a common
strategy” (Cameron 138). La insistencia pública de Concepción Company Company como
mujer en la inutilidad de formas inclusivas de género forma parte de la misma estrategia
persuasiva:

Hace unas semanas pregunté a mis alumnas de sintaxis de la Universidad Complutense si


aceptaban la oración ‘Nadie estaba contenta’. Ninguna contestó afirmativamente. (Bosque,
“Sexismo lingüístico”)

“Hoy mismo he sabido que una rectora de universidad ha declarado que está de acuerdo con
el uso genérico del masculino. Solo en este punto lleva la contraria a ocho de las nueve guías.
Como le digo, la idea de visibilizar admite varias interpretaciones. Todo mi artículo trataba de
este punto”, explicaba a ABC Ignacio Bosque, el hombre más buscado ayer, minutos antes
de entrar a dar su clase vespertina en la Universidad. (Astorga)

Pero a Bosque no le bastan estudiantes o mujeres “prestigiosas”, remite incluso a la autoridad


de escritoras feministas:

¿Qué conclusión ha sacado usted al respecto de la lectura de textos de mujeres, algunas de


ellas feministas, como Maruja Torres, Ángeles Caso, Rosa Montero o Almudena Grandes?
Me di cuenta de que no desdoblaban los sustantivos, a diferencia de lo que hacen algunos
políticos. Creo que todas las que usted menciona son feministas, pero lo cierto es que todas
usan el masculino como término inclusivo en sus textos. (Vaquero)

La comparación entre los textos de escritoras feministas y los usos lingüísticos de polítiques
es irrelevante porque, hasta ahora, las formas inclusivas de género se han utilizado sobre
todo en los ámbitos administrativos. Sin embargo, algunas escritoras feministas, como Rosa
Montero, efectivamente adoptan la distinción objetivista y naturalizadora entre la “gramática” y
la “sociedad” o la “política” en su reflexión sobre el lenguaje inclusivo de género:

“La lengua es como la piel del cuerpo social que refleja el movimiento de ese cuerpo. Por eso,
si la sociedad es machista, la lengua es machista. Pero intentar cambiar ese organismo vivo

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por decreto casi nunca da buenos resultados”, apunta la escritora española Rosa Montero,
quien reconoce que “el todos y todas es de un cansino que mata”. Porque el escollo no es
la gramática sino el sesgo cultural e ideológico, las relaciones de poder que pesan sobre
sus reglas. La palabra “señorita”, por ejemplo, va poco a poco desapareciendo en España,
“porque –añade Montero– es demencial que a una mujer se le consideré [sic] de diferente
modo por estar o no casada”. La elección de las palabras es una cuestión más política que
gramatical. (Pérez)

De la misma manera, el escritor Julio Ortega califica formas inclusivas de género como un
lenguaje “artificial” y “burocrático”, mientras que la lengua, supuestamente “natural”, “no
trabaja bien así”:

Para Ortega, “la lengua española, de todos los lenguajes modernos, es la que está más cargada
de un peso ideológico tradicional”. Y cree que en su origen estuvo caracterizada por el machismo,
la discriminación y la falta de apertura. […]
Le pregunto si es válido, más inclusivo, el uso que se popularizó del “todos y todas” en nuestra
región, para señalar un caso concreto: “Yo creo que no, porque es la búsqueda de una solución
burocrática. La lengua no trabaja bien así. Crea una cosa artificial a nombre de una buena
conciencia o de lo políticamente correcto”, opina.
Después lanza un llamado de atención, válido para atender en la era del marketing: en su opinión,
“hay un lenguaje aparentemente justo que se impone, entonces vivimos en un lenguaje artificioso
que aparentemente salda las brechas, pero que en realidad las encubre”. (Viéitez)

4. Evaluación
El ideologema del lenguaje como “objeto natural” expresado en las metáforas como
“sedimentación” y “fosilización” o en los topoi basados en la distinción entre la “gramática”
vs. el “discurso”, la “gramática” vs. la “sociedad” o “lenguaje natural” vs. “lenguaje artificial”
ya puede ser refutado mediante la dicotomía de ergon y energeia de Aristoteles que fue
adaptada por Wilhelm von Humboldt para los estudios del lenguaje. Según Humboldt, el
lenguaje no es ergon, es decir, un producto final y estático, sino energeia, que corresponde
a una actividad, un proceso dinámico. El lingüista alemán afirma que “romper [el lenguaje] en
palabras y reglas es solo una obra muerta de disección científica”8 (Humboldt 37, traducción
propia). Les representantes de la sociología del lenguaje en la joven Unión Soviética de los años
1920 argumentan en una línea similar, luchando por una nueva comprensión socio-histórico-
materialista del lenguaje. Rosalia Schor, posiblemente la primera mujer sociolingüista, escribe
en el libro Lengua y sociedad (1926): “[…] el lenguaje no es una función biológica natural del
cuerpo humano, sino un bien cultural tradicional de la colectividad”9 (Schor 43, traducción
8 “Das Zerschlagen in Wörter und Regeln ist nur ein totes Machwerk wissenschaftlicher Zergliederung”.
9 “[…] язык – не естественная биологическая функция человеческого организма, но традиционное
культурное достояние коллектива”.
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propia). Valentín Volóshinov deduce: “El lenguaje vive y se desarrolla históricamente aquí, en
la comunicación verbal concreta, no en el sistema lingüístico abstracto de las formas del
lenguaje y no en la psique individual de los hablantes”10 (Volóshinov 105, traducción propia).
El mismo autor explica en detalle los déficits del “objetivismo abstracto” (como también del
“subjetivismo individual”):

[…] si nos distraemos de la conciencia individual subjetiva que se opone al lenguaje como
un sistema de normas indiscutibles, si contemplamos el lenguaje de una manera realmente
objetiva, por así decirlo, desde fuera, o, más precisamente, desde arriba, no encontraremos
ningún sistema fijo de normas idénticas. Por el contrario, nos enfrentaremos al continuo
desarrollo de las normas lingüísticas11. (Volóshinov 71, traducción propia)

Coseriu continua la misma línea de pensamiento: “In the right perspective, languages are not
continually changing: they are continually being produced, being done” (150). En este sentido,
Bochmann da una respuesta negativa a la pregunta sobre la existencia de “lenguas naturales”
(23-24). Este autor considera errónea la distinción entre las lenguas “naturales” y “artificiales”,
practicada en la lingüística12. Todas las lenguas son productos históricamente “creados” (no
formados) de la cultura humana y no de la naturaleza. Incluso el esperanto, un ejemplo típico
de una lengua “artificial”, ya cuenta con una comunidad internacional de hablantes y puede
ser considerado una lengua histórica. Cada lengua estándar es “artificial” porque el proceso
de su creación representa una serie de intervenciones planeadas (Bochmann 23).
Con las metáforas de “fosilización” y “sedimentación”, Company Company y Bosque
reproducen, sin ser conscientes de ello, un mito antiguo y contradictorio del pensamiento
lingüístico conservador. Aunque determinadas formas lingüísticas “están firmemente
asentadas en el sistema gramatical”, la RAE se esfuerza en perseguir el objetivo de velar por
su intangibilidad:

As so often in conservative discourse, traditional wisdom is presented here as both rock solid,
in that it embodies the tried-and-tested perceptions of countless generations, and extremely
fragile, so that the slightest challenge threatens to destroy it. (Cameron 152)

En lo que concierne a la premisa de que “la sociedad cambia primero”, Cameron escribe a
este propósito:

10 “Язык живет и исторически становится именно здесь, в конкретном речевом общении, а не в абстрактной
лингвистической системе форм языка и не в индивидуальной психике говорящих”.
11 “[…] если мы отвлечемся от субъективного индивидуального сознания, противостоящего языку как системе
непререкаемых для него норм, если мы взглянем на язык действительно объективно, так сказать, со стороны, или, точнее,
стоя над языком, – то никакой неподвижной системы себетождественных норм мы не найдем. Наоборот, мы окажемся перед
непрерывным становлением норм языка”.
12 Nótese cómo por ejemplo incluso Lakoff / Johnson (199) hablan de “natural language”.

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[…] the over-simple assumption […] that‚language reflects society’. Thus movements for
linguistic change are common-sensically represented as merely parasitic on movements for
social change; at the same time they are felt to be a superfluous embarrassment to those
movements, since any social change will ‘naturally’ produce linguistic change. (119)

Una estrategia discursiva de Bosque y Company Company consiste en invisibilizar el hecho de


que sus enérgicos esfuerzos por perpetuar formas lingüísticas obsoletas caen al menos también
en las categorías de “ideología” y “radicalismo” como las propuestas que elles critican. En el
caso del lenguaje inclusivo de género, claramente se trata de una lucha entre representantes
de ideologías progresistas y conservadoras. Por supuesto, no es una coincidencia que el
informe de Bosque critique las propuestas de las organizaciones sindicales españolas y de la
República Bolivariana de Venezuela. La dimensión política de esta argumentación es obvia13,
aunque la propia postura conservadora se disimula y se construye como apolítica, neutral y
normal:

[…] la ruptura está en la afirmación de la inconmensurabilidad de ambos proyectos, en la


articulación de un antagonismo que no acepta las reglas del juego hegemónicas del discurso
panhispánico y fuerza a las instituciones que lo producen a desvelar lo político de su condición,
su necesario anclaje en operaciones de exclusión. (Del Valle, “Lo político” 108)

Volviendo a la cuestión de la aceptación del lenguaje no sexista, hay que constatar que los dos
ideologemas conservadores analizados en el presente estudio moldean las representaciones
lingüísticas de una gran parte de les hablantes. Como señala Cameron y como lo demuestran
las opiniones de Rosa Montero y Julio Ortega citadas arriba, la resistencia contra las nuevas
formas lingüísticas no se limita a les representantes de ideologías conservadoras:

Opposition to politically motivated language change is not fuelled only by hostility to feminism
or multiculturalism or whatever, but in many cases reflects a second and deeper level of
disturbance to people’s common-sense notions of language. (Cameron 121)

La contradicción entre una postura política progresista y las actitudes lingüísticas conservadoras
se explica por la inculcación, apropiación, incorporación y naturalización de normas lingüísticas
en el proceso de la socialización que culmina con la formación de un “habitus” (Bourdieu). Del
Valle escribe al respecto:

13 Bengoechea (57-58) califica de “resistencia normativa” “la postura claramente ideológica de la RAE de
detener el proceso de transformación hacia la feminización del castellano e imponer su visión androcéntrica de
la lengua.”

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Es un hecho fácilmente constatable que las alteraciones de un hábito tienen un efecto


corporal (que puede ser la mayor segregación de adrenalina, el aumento del ritmo cardíaco,
la intensificación de la respiración, el mareo). Y, como señalé arriba, las reglas o normas de la
gramática están inscritas en el cuerpo y por ello su alteración nos ‘suena mal’. […] Es en esta
corporalidad donde está la base de los procesos ideológicos de naturalización de una norma
que en realidad es social en su origen; y en la lógica argumentativa de la RAE es el sistema
gramatical autónomo el que ocupa el lugar del hecho natural perturbado por la innovación
agramatical o contranatura. (Del Valle, “La política” 17)

La naturalización de las normas lingüísticas condiciona, entonces, el conservadurismo


lingüístico de la población general observado por autores como Schor y Coseriu:

De todas las instituciones sociales, sólo la lengua es propiedad no de una parte de la


comunidad, sino de todos los individuos de la comunidad. De todas las instituciones sociales,
la lengua es la que menos espacio da a la iniciativa. Se funde con la vida de un grupo
comunitario que, siendo inerte en su naturaleza, es sobre todo un factor conservador para la
lengua14. (Schor 142)

The speakers of a language are normally convinced that they do not change the language,
but only realize it; they do not even recognize objectively “new” facts which they themselves
created as new facts, but consider them as already “existing” or view them at least as a mere
continuation and application of their language tradition.
This fact is certainly connected in the first place with the weight and the status of tradition in
language as contrasted with other forms of culture, forms in which creativity and the originality
of individual creation is most striking. (Coseriu 154)

Estudios recientes de representaciones lingüísticas populares confirman una confluencia


significativa con los ideologemas de la RAE en cuestión, un hecho que garantiza una buena
acogida de sus intervenciones prohibitivas por una gran parte de la sociedad. Por ejemplo
les hablantes encuestades en España e Italia consideran el lenguaje como “un ente objetivo,
una realidad externa” (Borrego Nieto), “como una realidad estática y ‘monumental’, casi un
bien que debe ser protegido, preservado inmutable y defendido del vandalismo de algunos”
(Fiorentino, traducción propia).

14 “[…] из всех социальных учреждений только язык является достоянием не части, но всех индивидов данной
общины. Из всех социальных учреждений язык дает наименьшее место инициативе. Он сливается с жизнью общественного
коллектива, который, будучи по природе своей инертным, является прежде всего консервативным фактором для языка.”

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5. Conclusión y perspectivas
Aunque los residuos del ideologema del lenguaje como “objeto natural” continúan
perpetuándose en los ámbitos más alejados de la comprensión socio-histórica dentro de
las ciencias lingüísticas, numeroses investigadores e investigadoras han comprobado que el
fundamento ideológico de la oposición contra el lenguaje no sexista no es sostenible desde
el punto de vista de la lingüística teórica. Tanto la separación del lenguaje de la comunidad
hablante como la construcción de la imagen de adversarios “radicales” desde la “normalidad”
conservadora son estrategias que emanan de mitos lingüísticos populares. Teniendo en
cuenta que la tarea de la ciencia consiste, entre otras cosas, en desmentir mitos colectivos,
es importante desplegar la labor educativa y crear nuevas imágenes a la altura del estado
actual de la investigación. En este sentido, la imagen de “las aguas de la lengua alemana”
(“das Gewässer der deutschen Sprache”) evocada por les germanistas Damaris Nübling y
Henning Lobin me parece un avance bienvenido en contraste con las metáforas obsoletas
de “sedimentación” o “fosilización”. Esta propuesta está en consonancia con los esfuerzos
de George Lakoff, que lleva décadas luchando por la construcción de nuevas imágenes con
el fin de fomentar la democracia: “Progressives need to learn to communicate using frames
that they really believe, frames that express what their moral views really are” (Lakoff). Como
consecuencia de la ilustración sobre la esencia del lenguaje y los fundamentos ideológicos
de la normatividad lingüística, les hablantes informades podrán tomar la decisión entre una
u otra forma de hablar y podrán asumir la “responsabilidad lingüística” resultante de “una
combinación dialéctica entre la necesidad y la libertad” (Volóshinov 89).
Finalmente, es de esperar que también el frente antifeminista duro de la RAE,
representado actualmente por Arturo Pérez-Reverte que reprochó a su institución el “dejarse
amedrentar por el matonismo ultrafeminista radical” (Vaquero), neutralice su postura en la
medida que cada vez más mujeres entren en la Academia y disuelvan las redes de “old boys”.
Así, Inés Fernández-Ordóñez, la miembra más joven de la RAE y especialista en dialectología
y filología (RAE “Académicos de número: Inés”), se expresa con más cautela al respecto del
lenguaje inclusivo de género:

Es difícil. En las lenguas, una vez que una estructura se fosiliza no es fácilmente reversible.
En ciertos contextos, yo no usaría la diferenciación ‘candidatos y candidatas’, pero no por
eso desde la RAE debemos censurarlo”. […] “Las estructuras lingüísticas son heredadas y
no se pueden cambiar por decreto. A dichos colectivos se les ha hecho ver que la estructura
de nuestra lengua funciona así, pero proponen cambiarla y, es más, lo practican. Deben ser
respetados. La lengua supone cambio permanente y lo mismo que si antes no se podía
convivir fuera del matrimonio y hoy solo el 20% de la población se casa, debemos mostrarnos
abiertos. (Ruiz Mantilla)

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