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Este documento resume las ideas del biólogo chileno Humberto Maturana sobre la percepción y la cognición. Maturana argumenta que nuestra percepción del mundo está determinada por nuestra biología y estructura lingüística en lugar de reflejar objetivamente la realidad. Su trabajo influyó en el campo de la terapia familiar, aunque algunos terapeutas creen que sus ideas son demasiado abstractas. Un experimento clave de Maturana sobre la retina de las ranas mostró que la percepción depende de la estructura del observador en lugar
Este documento resume las ideas del biólogo chileno Humberto Maturana sobre la percepción y la cognición. Maturana argumenta que nuestra percepción del mundo está determinada por nuestra biología y estructura lingüística en lugar de reflejar objetivamente la realidad. Su trabajo influyó en el campo de la terapia familiar, aunque algunos terapeutas creen que sus ideas son demasiado abstractas. Un experimento clave de Maturana sobre la retina de las ranas mostró que la percepción depende de la estructura del observador en lugar
Este documento resume las ideas del biólogo chileno Humberto Maturana sobre la percepción y la cognición. Maturana argumenta que nuestra percepción del mundo está determinada por nuestra biología y estructura lingüística en lugar de reflejar objetivamente la realidad. Su trabajo influyó en el campo de la terapia familiar, aunque algunos terapeutas creen que sus ideas son demasiado abstractas. Un experimento clave de Maturana sobre la retina de las ranas mostró que la percepción depende de la estructura del observador en lugar
Según el biólogo chileno Humberto Maturana, cuando iniciamos la enseñanza escolar ya es
demasiado tarde. Ya en el proceso de aprender a hablar, nos tragamos la línea divisoria de nuestra especie. A medida que dividimos el mundo entre sujetos y objetos -en categorías de cosas que actúan y otras sobre las que se actúa- nos autosugestionamos insidiosamente. Sin pensarlo, llegamos a creer que la estructura del lenguaje refleja realmente la estructura del mundo. Al hacerlo -insiste Maturana- toda nuestra cultura ha dado una serie de vuelcos filosóficos confusos y erróneos. Lo que es peor, hemos llegado incluso a identificar nuestro estado de confusión con algo que hemos aprendido a llamar "conocimiento" y "verdad". Durante los últimos años, algunos terapeutas familiares han intentado aplicar las ideas de Maturana respecto del lenguaje y la manera en que los sistemas vivos se organizan a sí mismos para comprender cómo operan las familias y lo que ocurre en la terapia. El nombre de Maturana ha comenzado a aparecer reiteradamente en artículos periodísticos y en conferencias referentes a terapia familiar. Entremedio de trabajos prácticos y rutinarios como emitir informes y quejarse respecto de la pesada carga de sus casos, los entusiastas de Maturana han creado grupos en todo el país orquestando fundamentos improbables para esotéricos diálogos filosóficos sobre cuestiones como las siguientes: - ¿Puede una persona "controlar" a otra? - ¿Puede un modelo cualquiera de causa y efecto, o circular, u otro, proporcionar una explicación confiable de cómo funcionan las familias? - ¿Es el punto de vista del terapeuta respecto de la familia más realista que el de los propios miembros de la familia? A todas estas intrincadas preguntas, el trabajo de Maturana -basado en que la idea de que la ciencia en sí misma no tiene nada que ver con la "objetividad"- responde con un resonante e inequívoco "No". En realidad, Maturana es sólo uno de entre un grupo de pensadores contemporáneos, incluyendo a cibernéticos como Ernst von Glasersfeld, Heinz von Foerster, y el biólogo Francisco Várela, entre otros, cuyo trabajo, como antes el de Gregory Bateson, plantea un desafío a los principios de la tradición científica occidental. Explicando la base de este desafío, Lynn Hoffman, autora de The Foundations of Family Therapy afirma que "Entre muchos científicos, el concepto global de objetividad ha sido superado por la visión constructivista, la idea de que una comunidad que se observa a sí misma decide qué es la realidad". En su libro, ¿Es Real la Realidad?, que constituye una introducción al pensamiento constructivista, Paul Watzlawick escribió: "Todo lo que se denomina realidad es -en el sentido más concreto e inmediato- la común acción de aquellos que creen que la han descubierto e investigado. En otras palabras, lo que supuestamente se descubre es una invención cuyo inventor no está consciente de su acto de invención". La contribución del biólogo Maturana ha sido intentar traer estas nociones relativistas, conocidas desde hace largo tiempo por los físicos, al meollo de las ciencias de la vida. "La observación científica está ligada a la biología del observador", dice Maturana. "La ciencia no es una manera de conocer un mundo que existe separado de nosotros, sino una manera particular de vivir conjuntamente”. Aun quienes se declaran fascinados con las ideas de Maturana reconocen que sus escritos son muy difíciles de leer. Para Maturana, las palabras -con su poder de conceder un status objetivo a las percepciones- son el adversario, que crean un campo minado a través del cual se debe navegar con extrema cautela. Consecuentemente, su lenguaje es agotadoramente abstracto y circular, repleto de redundancias aparentemente interminables, dando vueltas constantemente hacia atrás y reiterando los supuestos subyacentes: "La organización de un sistema lo define como una unidad compuesta y determina sus propiedades como tal unidad especificando el dominio en que puede interactuar (y, en consecuencia, ser observado) como un todo no susceptible de análisis dotado de propiedades constitutivas... En cambio, la estructura de un sistema determina el espacio en que éste existe como una unidad compuesta que puede ser perturbada a través de las interacciones de sus componentes, pero la estructura no determina sus propiedades como unidad" (de The Biology of Language: The Epistemology of Reality.) Maturana habla de manera muy parecida a como escribe, pero personalmente comunica un sentimiento de excitación intelectual que no sobrevive en la transcripción de sus ideas en letra impresa. Mientras dicta una conferencia, Maturana, quien tiene los ojos sentimentales de un Charles Chaplin de barba rala, está en constante movimiento, como si siguiera la pista de una lógica interna que a menudo escapa a sus auditores. Lo que transmite es su convicción absoluta de que lo que está diciendo es trascendental -que nadie nunca ha examinado tan cuidadosamente los problemas de los que él se preocupa-. Considera que ha creado una "meta-teoría" que, entre otras cosas, proporciona una vía para unificar todas las dispares escuelas teóricas de terapia familiar. Maturana sostiene que su teoría ofrece un enfoque general para entender los principios esenciales subyacentes en el funcionamiento de sistemas tan diversos como una ameba, una manada de lobos y la junta de directores de IBM. Algunos terapeutas familiares, aunque dispuestos a reconocer que los puntos de vista de Maturana como biólogo son provocativos e interesantes, están menos seguros de que contengan mucho que sea de su interés. Comenta un destacado terapeuta familiar: "El trabajo de Maturana es tremendamente abarcador. Busca una verdad global, universal. Las pequeñas e insignificantes vidas de las personas no parecen interesarle. Cuando habla como biólogo, pisa terreno seguro. Pero no creo que tenga mucho de relevante que decir para la terapia familiar". Para otros, sin embargo, como el teórico de sistemas Paul Dell, cuyos trabajos son en gran parte responsables de atraer la atención de los terapeutas familiares sobre la obra de Maturana, sus ideas tienen implicancias de largo alcance en el campo familiar. Es así como Dell, Director del Instituto de Terapia Familiar de Virginia Oriental, escribió: "El avance espectacular (de Maturana) en la comprensión de los sistemas vivos... es de magnitud comparable a la teoría de la relatividad de Einstein".
En el ojo de una rana
Dígase lo que se diga sobre Maturana, él mismo tiene el cuidado de no identificar su trabajo con la filosofía o la cibernética, sino con la biología. Atribuye la dirección que ha tomado su labor al famoso experimento en el que colaboró a fines de la década de 1950, mientras gozaba de una beca de postgrado en el M.I.T. El informe sobre ese experimento, “Lo que el ojo de la rana cuenta al cerebro de la rana”, co-escrito con Jerome Leítvin y el pionero de la cibernética, Warren McCullogh, ha llegado a ser, desde entonces, lectura obligada en incontables cursos de introducción a la psicología. "Pero, en el momento en que fue publicado por primera vez, asevera Maturana, "transformó la neurofisiología". Durante el proceso de estudio de la retina de la rana, el equipo del M.l.T. descubrió que el ojo de la rana estaba compuesto de un complejo de conjuntos de células especializadas. Entre éstas, existían algunas asimétricas, receptores oculares de ángulo que podían responder al movimiento de las moscas que se movían a través del campo visual de la rana de izquierda a derecha, pero no de derecha a izquierda. Era como si las diversas estructuras del ojo de la rana tuvieran cada una su "mente propia". La percepción no era como un cuadro del mundo que llegara y de alguna manera se registrara en el cerebro de la rana. La rana no tenía acceso a la realidad del mundo sino sólo a la realidad tal como era filtrada a través de su aparato sensorial. El experimento del M.l.T. ofreció a los neurofisiólogos un nuevo tipo de metáfora para comprender cómo ocurre la percepción. “Puso un signo de interrogación gigantesco sobre la distinción que hacemos entre percepción e ilusión”, dice Maturana en la actualidad. La percepción dejó de entenderse como el modelo de una cámara fotográfica que transmite información a un receptor. Se produjo un cambio en el que se empezó a considerar al organismo como un sistema de información cerrado que nunca "ingresa" información desde el exterior de manera directa. En cambio, lo que percibe está siempre determinado por la naturaleza de su propia estructura. Según Maturana, el experimento del M.l.T. desafió a los biólogos a considerar al organismo como algo parecido al piloto de una aeronave que realiza un aterrizaje instrumental con mal tiempo guiándose por las lecturas de su panel, y reacciona frente a esos datos. No existe referencia directa a lo que está "afuera". Es como si el mundo nos diera un leve golpe en la cabeza y nosotros computáramos a partir de ello. "Después de este experimento, los neurofisiólogos ya no pudieron seguir hablando de ranas que miraban fijamente a las moscas", comenta Robert Shaw, Director del Instituto de la Familia de Berkeley. "En cambio, cuando ocurre cierta organización retiniana, la rana mira fijamente. Traducir esto al ámbito de los seres humanos sería como decir que la gente que concurre a una fiesta no reacciona frente a los otros, sino que reacciona frente al próximo conjunto de configuraciones de su sistema nervioso. Esto es un vuelco considerable para la mayoría de nosotros". Después de la publicación de Lo que el ojo de la rana dice al cerebro de la rana, Maturana se encontró repentinamente elevado desde su relativamente bajo status como Doctor en Filosofía recientemente titulado a un nivel lo más cercano posible al de una celebridad dentro del mundo académico de la neurofisiología. Con apenas 30 años de edad, se le ofreció el rango de profesor titular en varias escuelas de medicina. Pero, en lugar de permanecer en este país (EE.UU.), optó por regresar a su nativo Chile para enseñar en la Universidad en Santiago -aun sabiendo que le sería imposible obtener el tipo de equipamiento necesario para mantenerse a la vanguardia de la investigación neurofisiológica-. No obstante, una vez de regreso en Chile, Maturana comenzó a investigar sobre la visión del color. Estaba intrigado por el fenómeno de las ilusiones visuales -que, por ejemplo, hacen que cuando una luz roja y una blanca chocan con un objeto, las personas lo vean de color verde- aunque espectroscópicamente no haya verde allí. En su investigación, Maturana comenzó a considerar la visión del color como una denominación para una operación de nuestro sistema nervioso, en lugar de una forma de información tomada del medio ambiente. Esta investigación hizo cristalizar su pensamiento que considera a los sistemas vivos como entidades cerradas. "Maturana no está diciendo que los sistemas vivos no respondan", dice Jorge Colapinto, supervisor de la Clínica de Orientación Infantil de Filadelfia. "Se trata de que no procesamos los estímulos procedentes del medio ambiente de la manera que pensábamos. El organismo funciona primordialmente para mantener intacta su organización". Desde esa época, Maturana -en una serie de libros y documentos académicos- ha ido desarrollando meticulosamente su posición y construyendo una teoría general de los sistemas vivos que ha ido mucho más allá del laboratorio de neurofisiología.
Maturana y la Terapia Familiar
¿Cuáles son las implicancias del pensamiento de Maturana para los terapeutas familiares? Cuando se habla con la gente respecto a Maturana se tiende a obtener una de dos reacciones -dice Robert Shaw. La gente dice, o bien "No lo entiendo", o, si ya pensaban de la misma manera que Maturana, "Aquí no hay nada nuevo". Personalmente, encuentra fascinante su trabajo. Su pensamiento rompe completamente con la división sujeto/objeto dentro de la cual vivimos. Jorge Colapinto se muestra más escéptico. La terapia familiar siempre se ha dividido entre quienes son intervencionistas activos y aquellos que piensan que el terapeuta no debe actuar como agente de cambio. El punto de vista de Maturana ha sido usado para dar apoyo a quienes se oponen a la intervención activa. Lo toman como si dijera: 'Los sistemas humanos son lo que son. No responden a los intentos externos de influir en ellos, sólo a sus propias perturbaciones internas'. Con esta interpretación, Maturana se ha unido a quienes se alejan de la lucha en las trincheras y el enfrentamiento con el medio ambiente social. El enfoque hoy en día se centra más en cambiar los conceptos cognitivos que en la interacción de las personas con el mundo. Sin embargo, Lynn Hoffman considera que el punto de vista de Maturana resulta básico para entender el proceso de "ayuda". Nos recuerda que todos somos realmente E.T. (extraterrestres) para los demás, que no podemos suponer que conocemos la estructura de los otros, sostiene Hoffman. Los científicos del film de Spielberg simplemente supusieron que el E.T. estaba construido de la misma manera que ellos. Por eso lo conectaron a sus máquinas y, en sus esfuerzos por ayudarlo, casi lo destruyeron. Me pregunto si acaso no es eso lo que hacemos a veces con las familias. Más allá de las implicancias profesionales que pueda o no tener, el mundo que Maturana nos presenta es un mundo inquietante. Cada persona está, inalterablemente, aprisionada dentro de la burbuja de sus percepciones. Aunque podamos forjarnos fantasías respecto a "salir fuera" de nosotros mismos, Maturana insiste en que todo lo "afuera" que podamos llegar es tan "adentro" como el lugar desde el cual partimos. No sé si podamos vivir en la clase de mundo que Maturana nos muestra, en el cual todos somos observadores comprometidos en un "acoplamiento estructural" hablando de un territorio desconocido fuera de aquí, dice Robert Shaw. Todos vivimos la tensión entre la soledad, el punto de vista aislado que pinta Maturana y nuestra vida en la cultura a la que asignamos "realidad". Desde mi punto de vista, aunque muy impresionado por su trabajo, no querría concebir continuamente la vida como lo hace Maturana. Pero quizás yo sea demasiado judío. Me gustan las complicaciones.