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Documentos para Reflexionar

Formación en Liderazgo y Diseño Ontológico

“Visión del mundo desde el ojo de una rana”


Richard Simón

Según el biólogo chileno Humberto Maturana, cuando iniciamos la enseñanza escolar ya es


demasiado tarde. Ya en el proceso de aprender a hablar, nos tragamos la línea divisoria de
nuestra especie. A medida que dividimos el mundo entre sujetos y objetos -en categorías de
cosas que actúan y otras sobre las que se actúa- nos autosugestionamos insidiosamente. Sin
pensarlo, llegamos a creer que la estructura del lenguaje refleja realmente la estructura del
mundo. Al hacerlo -insiste Maturana- toda nuestra cultura ha dado una serie de vuelcos
filosóficos confusos y erróneos. Lo que es peor, hemos llegado incluso a identificar nuestro
estado de confusión con algo que hemos aprendido a llamar "conocimiento" y "verdad".
Durante los últimos años, algunos terapeutas familiares han intentado aplicar las ideas de
Maturana respecto del lenguaje y la manera en que los sistemas vivos se organizan a sí
mismos para comprender cómo operan las familias y lo que ocurre en la terapia. El nombre
de Maturana ha comenzado a aparecer reiteradamente en artículos periodísticos y en
conferencias referentes a terapia familiar. Entremedio de trabajos prácticos y rutinarios
como emitir informes y quejarse respecto de la pesada carga de sus casos, los entusiastas
de Maturana han creado grupos en todo el país orquestando fundamentos improbables para
esotéricos diálogos filosóficos sobre cuestiones como las siguientes:
- ¿Puede una persona "controlar" a otra?
- ¿Puede un modelo cualquiera de causa y efecto, o circular, u otro, proporcionar una
explicación confiable de cómo funcionan las familias?
- ¿Es el punto de vista del terapeuta respecto de la familia más realista que el de los
propios miembros de la familia?
A todas estas intrincadas preguntas, el trabajo de Maturana -basado en que la idea de que
la ciencia en sí misma no tiene nada que ver con la "objetividad"- responde con un resonante
e inequívoco "No".
En realidad, Maturana es sólo uno de entre un grupo de pensadores contemporáneos,
incluyendo a cibernéticos como Ernst von Glasersfeld, Heinz von Foerster, y el biólogo
Francisco Várela, entre otros, cuyo trabajo, como antes el de Gregory Bateson, plantea un
desafío a los principios de la tradición científica occidental. Explicando la base de este
desafío, Lynn Hoffman, autora de The Foundations of Family Therapy afirma que "Entre
muchos científicos, el concepto global de objetividad ha sido superado por la visión
constructivista, la idea de que una comunidad que se observa a sí misma decide qué es la
realidad". En su libro, ¿Es Real la Realidad?, que constituye una introducción al pensamiento
constructivista, Paul Watzlawick escribió:
"Todo lo que se denomina realidad es -en el sentido más concreto e inmediato- la común
acción de aquellos que creen que la han descubierto e investigado. En otras palabras, lo que
supuestamente se descubre es una invención cuyo inventor no está consciente de su acto de
invención".
La contribución del biólogo Maturana ha sido intentar traer estas nociones relativistas,
conocidas desde hace largo tiempo por los físicos, al meollo de las ciencias de la vida. "La
observación científica está ligada a la biología del observador", dice Maturana. "La ciencia
no es una manera de conocer un mundo que existe separado de nosotros, sino una manera
particular de vivir conjuntamente”.
Aun quienes se declaran fascinados con las ideas de Maturana reconocen que sus escritos
son muy difíciles de leer. Para Maturana, las palabras -con su poder de conceder un status
objetivo a las percepciones- son el adversario, que crean un campo minado a través del cual
se debe navegar con extrema cautela. Consecuentemente, su lenguaje es agotadoramente
abstracto y circular, repleto de redundancias aparentemente interminables, dando vueltas
constantemente hacia atrás y reiterando los supuestos subyacentes:
"La organización de un sistema lo define como una unidad compuesta y determina sus
propiedades como tal unidad especificando el dominio en que puede interactuar (y, en
consecuencia, ser observado) como un todo no susceptible de análisis dotado de propiedades
constitutivas... En cambio, la estructura de un sistema determina el espacio en que éste
existe como una unidad compuesta que puede ser perturbada a través de las interacciones
de sus componentes, pero la estructura no determina sus propiedades como unidad"
(de The Biology of Language: The Epistemology of Reality.)
Maturana habla de manera muy parecida a como escribe, pero personalmente comunica un
sentimiento de excitación intelectual que no sobrevive en la transcripción de sus ideas en
letra impresa. Mientras dicta una conferencia, Maturana, quien tiene los ojos sentimentales
de un Charles Chaplin de barba rala, está en constante movimiento, como si siguiera la pista
de una lógica interna que a menudo escapa a sus auditores. Lo que transmite es su
convicción absoluta de que lo que está diciendo es trascendental -que nadie nunca ha
examinado tan cuidadosamente los problemas de los que él se preocupa-.
Considera que ha creado una "meta-teoría" que, entre otras cosas, proporciona una vía para
unificar todas las dispares escuelas teóricas de terapia familiar. Maturana sostiene que su
teoría ofrece un enfoque general para entender los principios esenciales subyacentes en el
funcionamiento de sistemas tan diversos como una ameba, una manada de lobos y la junta
de directores de IBM.
Algunos terapeutas familiares, aunque dispuestos a reconocer que los puntos de vista de
Maturana como biólogo son provocativos e interesantes, están menos seguros de que
contengan mucho que sea de su interés. Comenta un destacado terapeuta familiar: "El
trabajo de Maturana es tremendamente abarcador. Busca una verdad global, universal. Las
pequeñas e insignificantes vidas de las personas no parecen interesarle. Cuando habla como
biólogo, pisa terreno seguro. Pero no creo que tenga mucho de relevante que decir para la
terapia familiar". Para otros, sin embargo, como el teórico de sistemas Paul Dell, cuyos
trabajos son en gran parte responsables de atraer la atención de los terapeutas familiares
sobre la obra de Maturana, sus ideas tienen implicancias de largo alcance en el campo
familiar. Es así como Dell, Director del Instituto de Terapia Familiar de Virginia Oriental,
escribió:
"El avance espectacular (de Maturana) en la comprensión de los sistemas vivos... es de
magnitud comparable a la teoría de la relatividad de Einstein".

En el ojo de una rana


Dígase lo que se diga sobre Maturana, él mismo tiene el cuidado de no identificar su trabajo
con la filosofía o la cibernética, sino con la biología. Atribuye la dirección que ha tomado su
labor al famoso experimento en el que colaboró a fines de la década de 1950, mientras
gozaba de una beca de postgrado en el M.I.T. El informe sobre ese experimento, “Lo que el
ojo de la rana cuenta al cerebro de la rana”, co-escrito con Jerome Leítvin y el pionero de la
cibernética, Warren McCullogh, ha llegado a ser, desde entonces, lectura obligada en
incontables cursos de introducción a la psicología. "Pero, en el momento en que fue
publicado por primera vez, asevera Maturana, "transformó la neurofisiología".
Durante el proceso de estudio de la retina de la rana, el equipo del M.l.T. descubrió que el
ojo de la rana estaba compuesto de un complejo de conjuntos de células especializadas.
Entre éstas, existían algunas asimétricas, receptores oculares de ángulo que podían
responder al movimiento de las moscas que se movían a través del campo visual de la rana
de izquierda a derecha, pero no de derecha a izquierda. Era como si las diversas estructuras
del ojo de la rana tuvieran cada una su "mente propia". La percepción no era como un cuadro
del mundo que llegara y de alguna manera se registrara en el cerebro de la rana. La rana no
tenía acceso a la realidad del mundo sino sólo a la realidad tal como era filtrada a través de
su aparato sensorial.
El experimento del M.l.T. ofreció a los neurofisiólogos un nuevo tipo de metáfora para
comprender cómo ocurre la percepción. “Puso un signo de interrogación gigantesco sobre
la distinción que hacemos entre percepción e ilusión”, dice Maturana en la actualidad. La
percepción dejó de entenderse como el modelo de una cámara fotográfica que transmite
información a un receptor. Se produjo un cambio en el que se empezó a considerar al
organismo como un sistema de información cerrado que nunca "ingresa" información desde
el exterior de manera directa. En cambio, lo que percibe está siempre determinado por la
naturaleza de su propia estructura. Según Maturana, el experimento del M.l.T. desafió a los
biólogos a considerar al organismo como algo parecido al piloto de una aeronave que realiza
un aterrizaje instrumental con mal tiempo guiándose por las lecturas de su panel, y
reacciona frente a esos datos. No existe referencia directa a lo que está "afuera". Es como
si el mundo nos diera un leve golpe en la cabeza y nosotros computáramos a partir de ello.
"Después de este experimento, los neurofisiólogos ya no pudieron seguir hablando de ranas
que miraban fijamente a las moscas", comenta Robert Shaw, Director del Instituto de la
Familia de Berkeley. "En cambio, cuando ocurre cierta organización retiniana, la rana mira
fijamente. Traducir esto al ámbito de los seres humanos sería como decir que la gente que
concurre a una fiesta no reacciona frente a los otros, sino que reacciona frente al próximo
conjunto de configuraciones de su sistema nervioso. Esto es un vuelco considerable para la
mayoría de nosotros".
Después de la publicación de Lo que el ojo de la rana dice al cerebro de la rana, Maturana
se encontró repentinamente elevado desde su relativamente bajo status como Doctor en
Filosofía recientemente titulado a un nivel lo más cercano posible al de una celebridad
dentro del mundo académico de la neurofisiología. Con apenas 30 años de edad, se le
ofreció el rango de profesor titular en varias escuelas de medicina. Pero, en lugar de
permanecer en este país (EE.UU.), optó por regresar a su nativo Chile para enseñar en la
Universidad en Santiago -aun sabiendo que le sería imposible obtener el tipo de
equipamiento necesario para mantenerse a la vanguardia de la investigación
neurofisiológica-.
No obstante, una vez de regreso en Chile, Maturana comenzó a investigar sobre la visión del
color. Estaba intrigado por el fenómeno de las ilusiones visuales -que, por ejemplo, hacen
que cuando una luz roja y una blanca chocan con un objeto, las personas lo vean de color
verde- aunque espectroscópicamente no haya verde allí. En su investigación, Maturana
comenzó a considerar la visión del color como una denominación para una operación de
nuestro sistema nervioso, en lugar de una forma de información tomada del medio
ambiente. Esta investigación hizo cristalizar su pensamiento que considera a los sistemas
vivos como entidades cerradas.
"Maturana no está diciendo que los sistemas vivos no respondan", dice Jorge Colapinto,
supervisor de la Clínica de Orientación Infantil de Filadelfia. "Se trata de que no procesamos
los estímulos procedentes del medio ambiente de la manera que pensábamos. El organismo
funciona primordialmente para mantener intacta su organización". Desde esa época,
Maturana -en una serie de libros y documentos académicos- ha ido desarrollando
meticulosamente su posición y construyendo una teoría general de los sistemas vivos que
ha ido mucho más allá del laboratorio de neurofisiología.

Maturana y la Terapia Familiar


¿Cuáles son las implicancias del pensamiento de Maturana para los terapeutas familiares?
Cuando se habla con la gente respecto a Maturana se tiende a obtener una de dos
reacciones -dice Robert Shaw. La gente dice, o bien "No lo entiendo", o, si ya pensaban de
la misma manera que Maturana, "Aquí no hay nada nuevo". Personalmente, encuentra
fascinante su trabajo. Su pensamiento rompe completamente con la división sujeto/objeto
dentro de la cual vivimos.
Jorge Colapinto se muestra más escéptico. La terapia familiar siempre se ha dividido entre
quienes son intervencionistas activos y aquellos que piensan que el terapeuta no debe
actuar como agente de cambio. El punto de vista de Maturana ha sido usado para dar apoyo
a quienes se oponen a la intervención activa. Lo toman como si dijera: 'Los sistemas
humanos son lo que son. No responden a los intentos externos de influir en ellos, sólo a sus
propias perturbaciones internas'. Con esta interpretación, Maturana se ha unido a quienes
se alejan de la lucha en las trincheras y el enfrentamiento con el medio ambiente social.
El enfoque hoy en día se centra más en cambiar los conceptos cognitivos que en la
interacción de las personas con el mundo.
Sin embargo, Lynn Hoffman considera que el punto de vista de Maturana resulta básico para
entender el proceso de "ayuda". Nos recuerda que todos somos realmente E.T.
(extraterrestres) para los demás, que no podemos suponer que conocemos la estructura de
los otros, sostiene Hoffman. Los científicos del film de Spielberg simplemente supusieron que
el E.T. estaba construido de la misma manera que ellos. Por eso lo conectaron a sus máquinas
y, en sus esfuerzos por ayudarlo, casi lo destruyeron. Me pregunto si acaso no es eso lo que
hacemos a veces con las familias.
Más allá de las implicancias profesionales que pueda o no tener, el mundo que Maturana
nos presenta es un mundo inquietante. Cada persona está, inalterablemente, aprisionada
dentro de la burbuja de sus percepciones. Aunque podamos forjarnos fantasías respecto a
"salir fuera" de nosotros mismos, Maturana insiste en que todo lo "afuera" que podamos
llegar es tan "adentro" como el lugar desde el cual partimos.
No sé si podamos vivir en la clase de mundo que Maturana nos muestra, en el cual todos
somos observadores comprometidos en un "acoplamiento estructural" hablando de un
territorio desconocido fuera de aquí, dice Robert Shaw. Todos vivimos la tensión entre la
soledad, el punto de vista aislado que pinta Maturana y nuestra vida en la cultura a la que
asignamos "realidad". Desde mi punto de vista, aunque muy impresionado por su trabajo,
no querría concebir continuamente la vida como lo hace Maturana. Pero quizás yo sea
demasiado judío. Me gustan las complicaciones.

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