Está en la página 1de 26

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL


DE LOS LLANOS CENTRALES
“ROMULO GALLEGOS”
ÁREA DE POSTGRADO

Aportes filosóficos
Perspectivas epistemológicas en la producción de los saberes.

Facilitador: Doctorandos:
Dr. Edgar Balza MSc. Ángel Páez.
MSc. Leidi Toro.
MSc. Marlene Maurera.
MSc. Sorenny Rodríguez.
MSc. Yajaira Pérez.
San Juan de los Morros, mayo de 2023
Aportes filosóficos como Humberto Maturana, Edgar Morín, Luhmann Nickas:

LEGADO DEL DR. HUMBERTO MATURANA ROMESÍN (1928-2021)

El Dr. Humberto Maturana Romesín nació en Santiago el 14 de septiembre de


1928. Estudió en el Liceo Experimental Manuel de Salas y en 1950 ingresó a
la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. En 1954 se trasladó al University
College London para estudiar anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de
la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en Biología de
la Universidad Harvard, en Estados Unidos. Reconoció como sus maestros a Gustavo
Höecker en Chile y a J. Z. Young en Inglaterra e indiscutiblemente se encuentra
dentro del área de pensadores que ha influenciado G. Bateson. 

Trayectoria. Pensamiento y legado científico

El Dr. Humberto Maturana registró por primera vez la actividad de una célula
direccional de un órgano sensorial, junto al científico Jerome Lettvin del Instituto
Tecnológico de Massachusetts, por ello, ambos fueron postulados para el Premio
Nobel de Medicina y Fisiología. Entre 1958 y 1960 se desempeñó como investigador
asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica del Massachussets Institute of
Technology. En 1960 volvió a Chile para desempeñarse como segundo ayudante en la
cátedra de Biología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Entre
1965 y 2000 se desempeñó en el Departamento de Biología de la Facultad de
Ciencias.

En la década de 1970 creó y desarrolló junto al Dr. Francisco Varela el


concepto de autopoiesis, concepto que explica el hecho de que los seres vivos son
sistemas cerrados, en tanto redes circulares de producciones moleculares en las que
las moléculas producidas con sus interacciones constituyen la misma red que las
produjo y especifican sus límites. Al mismo tiempo, los seres vivos se mantienen
abiertos al flujo de materia y energía, en tantos sistemas moleculares. Así, los seres
vivos son "máquinas", que se distinguen de otras por su capacidad de auto producirse.
Desde entonces, Maturana desarrolló la Biología del conocimiento. 

La realidad de los seres vivos está en la biología, como la percepción y la


construcción de la realidad. Maturana describe una biofilosofía determinista que, a
partir del concepto de 'autopoiesis', descubre sistemas de vida autorreferentes,
dotados de autonomía para la supervivencia y la reproducción que actúa de forma
distinta según las circunstancias ambientales, lo que le permite inferencias en el
campo de los sistemas sociales, la educación, la comunicación.

A partir de sus numerosos trabajos en la anatomía y fisiología de la visión


animal, advierte el relativismo de la recepción al constatar “que es el vivir del animal
lo que determina cómo y qué ve éste” y que, consiguientemente, existe una
“congruencia operacional de un organismo con su circunstancia”, resultado de los
“cambios estructurales coherentes entre organismo y medio que han surgido de la
historia evolutiva a que éste pertenece”.

Para Maturana y su trazado sistémico, los seres vivos están sujetos a una
dinámica estructural interna, que distingue a las especies y a los individuos, descrita
por su autonomía o 'autopoiesis', pero también por la dinámica comunicativa o
relacional que permite el consenso vital de las diferentes formas de vida. Maturana se
acerca a los conceptos de lo que comúnmente se entiende por realidad virtual,
construcciones que dejan de serlo en la medida que la dinámica del sistema nervioso
las integra como nuevos elementos ambientales y relacionales. 

Otro aspecto importante de sus reflexiones corresponde a la invitación que el


Prof.  Maturana hizo al cambio de la pregunta por el ser (pregunta que supone la
existencia de una realidad objetiva, independiente del observador), a la pregunta por
el hacer (pregunta que toma como punto de partida la objetividad entre paréntesis, es
decir, que los objetos son traídos a la mano mediante las operaciones de distinción
que realiza el observador, entendido éste como cualquier ser humano operando en el
lenguaje), premisas básicas, entre otras, de su obra de autoayuda. 

En 1990 fue designado Hijo Ilustre de la comuna de Ñuñoa. Además, fue


declarado Doctor Honoris Causa de la Universidad Libre de Bruselas. En 1992, junto
al biólogo Dr. Jorge Mpodozis, plantea la idea de la evolución de las especies por
medio de la deriva natural, basada en la concepción neutralista, es decir la manera en
que los miembros de un linaje realizan su autopoiesis se conserva
transgeneracionalmente, en un modo de vida o fenotipo ontogénico particular, que
depende de su historia de interacciones, y cuya innovación conduciría a la
diversificación de linajes. El 27 de septiembre de 1994 recibió el Premio Nacional de
Ciencias en Chile, gracias a sus investigaciones en el campo de la percepción visual
de los vertebrados y a sus planteamientos acerca de la teoría del conocimiento.

En el año 2000 fundó junto a Ximena Dávila Yáñez el Instituto de Formación


Matríztica. El Dr. Humberto Maturana fue uno de los pensadores contemporáneos
más influyentes. Su obra, ha tenido resonancia en los más diversos ámbitos de la
cultura humana, desde la biología fundamental hasta la teoría del conocimiento y la
antropología. Basándose en sus estudios fundacionales de la neurobiología de la
percepción visual, el Dr. Maturana desarrolló un pensamiento epistemológico y
biológico radical, que rescata la naturaleza determinista, sistémica e histórica de los
seres vivos.

Este cuerpo de pensamiento, que él llamó “Biología del Conocer”, constituye


un paisaje conceptual original y deslumbrante por su rigor y lucidez, en el que se
establecen profundos vínculos de entendimiento entre el mundo natural y el mundo
humano. El Dr. Maturana fue Profesor Emérito en la Universidad de Chile, desarrolló
el cuerpo principal de su obra en Chile, y en idioma castellano, por lo que es
considerado en muchos círculos como un exponente máximo del pensamiento en
nuestro idioma. 
Fue fundador y docente del Instituto de Formación Matríztica, en el que
desarrolló la dinámica de la Matriz Biológico-cultural de la Existencia Humana. La
propuesta del instituto matríztico es explicar las experiencias desde las experiencias,
como un hacer propio del modo de vivir humano (cultura), en un fluir en el
entrelazamiento del lenguajear y el emocionar (conversar), que es donde sucede todo
lo humano.

Rescatar las emociones dentro de una deriva cultural que ha escondido las
emociones, por ir en contra de la razón, fue una de las miradas propuestas por el
doctor Maturana y sus colaboradores, pues da cuenta de que la deriva natural del ser
humano como un ser vivo particular tiene un fundamento emocional que determina
esta deriva. El AMAR (expuesta como verbo, esta noción devela dinámica relacional
desde la cual surge en el vivir humano) es la emoción que, sostuvo, funda lo humano
en tanto es el fundamento de la recurrencia de encuentros en la aceptación del otro, la
otra o lo otro como legítimo, otro que da origen a la convivencia social y, por lo
tanto, a la posibilidad de constitución del lenguaje, elemento constitucional del vivir
humano y sólo del vivir humano.

El 5 de agosto de 2006, un incendio destruyó totalmente las dependencias del


Laboratorio de Neurobiología y Biología del Conocer de la Facultad de Ciencias, que
compartía junto a los Dres. Jorge Mpodozis y Juan Carlos Letelier. Aunque quedó
muy impactado por los desastrosos resultados del siniestro y la pérdida que afectó a
su laboratorio —el que también fuera lugar de trabajo de Francisco Varela—, dijo:
“Lo principal está en el corazón y la mente. Eso no se quemó”.  

El Prof. Maturana también hizo grandes aportes a las ciencias humanistas,


principalmente a la psicología constructivista, tanto procesal sistémica como post-
racionalista, citándolo en sus planteamientos principales señala "la terapia permite, en
un espacio protegido volver a reencontrar los pilares de las relaciones humanas,
aprender a comunicarse positivamente, desarrollar habilidades de empatía hacia la
familia y los hijos, aprender a escuchar desde el otro y traer nuevamente a la relación
los espacios de respeto, aceptación y reconocimiento del otro como una persona
distinta a nosotros. Esto es la terapia conversacional, es decir, disolver el sufrimiento
en conversaciones de reformulación y aceptación de las experiencias y contenidos
negados.

Señaló Maturana (1990 a, 1993b) que lo que otorga identidad de clase a una
unidad compuesta es su organización. “En las unidades compuestas podemos
distinguir organización y estructura, siendo la organización –la relación específica
entre los componentes- la que determina la identidad de clase de la unidad compuesta
que distinguimos en nuestra observación. Mi paso inmediato será, pues, precisar cuál
es esa organización específica que debo distinguir en mi observación para decir que
tengo la experiencia de observar una persona”, señalaba.

En el 2014 fue premiado con la "Norbert Wiener Gold Medal" por parte del
World Organisation Of Cybernetics and Systems en la ciudad de Ibagué Colombia
por toda una vida de aportes y trabajo científico a la Cibernética. Fue fundador y
formador de la Escuela Matriztica con Ximena Dávila donde difunde las ideas de la
Biología del Conocer y el Amar incluido el concepto de Cibernética en Tiempo Cero,
la Biología Cultural y la autoayuda sistémica-radical. Fue Doctor 'Honoris Causa' por
las universidades Libre de Bruselas (Bélgica), Santiago (Chile) y Málaga (España).

Principales libros

Autor, entre otros, de los libros “De máquinas y seres vivos”, con Francisco
Varela (1972), “Autopoiesis and cognition” (1980), “El árbol del conocimiento”, con
Francisco Varela (1984), “Emociones y lenguaje en educación y política” (1990), “El
sentido de lo humano” (1991), “Desde la biología a la psicología” (1993), “La
realidad, ¿objetiva o construida?”, 2 vols. (1996), “La objetividad, un argumento para
obligar” (1997), “Transformación en la convivencia” (1999), “From Being to Doing.
The Origins of the Biology of Cognition”, con Bernhard Poerksen (2004), “The
Origins of Humanness in the Biology of Love”, con Gerda Verden-Zoller (2009).
EDGAR MORÍN
Heterodoxo, inconformista e innovador

Bien se afirma que Edgar Morin es uno de los grandes pensadores del siglo
XX y comienzos del XXI. Un hombre nacido y desarrollado en el cruce de diversas
herencias culturales e intelectuales; un ser humano abierto y permeable a diversos
afluentes. Este autor, heterodoxo, inconformista e innovador, no puede ser apropiado
por una disciplina en particular ni por una corriente política en exclusiva. No obstante
esta diversidad, existe un énfasis que da unidad a su producción intelectual. Tal como
Edgar Morin lo indica en sus numerosos escritos, en sus aportaciones al pensamiento
complejo, su obra, es un compromiso incesante con la búsqueda de un conocimiento
no mutilado, no aislado, que respetando la individualidad y la singularidad de lo
observado, lo inserta en circuitos de conocimientos más amplios para relacionarlo en
contextos y conjuntos de mayor envergadura (Gutiérrez 2003: 20).

Para responder a la pregunta sobre los aportes de Edgar Morin a las ciencias sociales,
las ciencias humanas y las humanidades es necesario, primeramente, clarificar lo que
entendemos por estos ámbitos de conocimiento. Las ciencias humanas y las
humanidades pretenden buscar conocimientos y reflexionar sobre estos para
ayudarnos a comprender quiénes somos, cómo hemos vivido juntos, cómo vivir en
comunidad, cómo organizarnos para vivir mejor. En pocas palabras, son
conocimientos que pretenden ayudarnos a vivir. Tal y como dice Carlos Eduardo
Maldonado (2016: 13): “las ciencias sociales y humanas comportan en su seno, por lo
menos en semilla, la idea de una cierta sabiduría de vivir”.

Teniendo en consideración este breve preámbulo, como punto de partida, podemos


afirmar que Morin, a lo largo de distintas etapas de su producción, ha ido
contribuyendo destacadamente en los siguientes ámbitos de las ciencias sociales y las
humanidades:
1) La realización de investigaciones en temas de antroposociología contemporánea y
el cuestionamiento del proceder investigativo y de la conceptualización convencional
de las ciencias sociales.

2) La búsqueda de un método capaz de enfrentar el desafío de la complejidad de lo


real, no solo en lo referente al conocimiento científico, sino también a la complejidad
de los problemas humanos, ambientales, sociales y políticos que nos retan
continuamente.

3) La incorporación de la dimensión biológica y de la dimensión imaginaria en la


concepción de la complejidad antroposocial. Morin reconoce nuestra inserción y
evolución físico-biológica y mítico-simbólica e invita a tenerla presente en el
autoconocimiento que los humanos tenemos sobre nosotros mismos, nuestro contexto
y nuestra alianza con el universo.

4) La apertura de las ciencias sociales al reconocimiento de la dimensión de la vida


cotidiana y de la subjetividad. Consiste en avanzar en un conocimiento de lo social y
de lo humano que integre la dimensión del sentir y del significado que dan las
personas a sus propias actuaciones. Aspecto que, en muchos casos, las explicaciones
de las ciencias sociales no incorporan, han abandonado o desatendido.

5) El diagnóstico de los problemas fundamentales y de una propuesta ética para


nuestro tiempo, relacionada con la propuesta de un conjunto articulado de reformas
del pensamiento, de la educación, de la ciencia, de la política, de la sociedad y de la
economía) para enfrentar nuestro futuro.

6) Las reflexiones de Morín sobre el método del conocimiento y la complejidad, que


lo llevaron a escribir una serie de libros y artículos sobre la necesidad urgente e
imprescindible de reformar la educación.

7) El conjunto de estas aportaciones de Edgar Morín está alimentado y nutre, a su


vez, su propuesta de un pensamiento complejo.
Morín es, sin duda, un producto de las tendencias dominantes y de las
corrientes de pensamiento de su época, pero, a la vez, es productor de un conjunto de
nuevas ideas resultantes del entrelazamiento de esos diversos afluentes. Pudiéramos
preguntarnos sobre su originalidad o si fue el primero en expresar tal concepto o tales
tesis. Sin embargo, lo que no sería justo es negarle la capacidad de ser un articulador
e innovador de un conjunto de aportaciones para enriquecer las ciencias sociales y las
humanidades. De hecho, cada vez que Morín aborda un problema social es para
traducir su complejidad y expresarla en sus diversas dimensiones de análisis, pero sin
perder de vista la organización o estructuración que lo sintetiza, incluyendo sus
contradicciones, sus ambivalencias y su interacción con otros sistemas o contextos
más amplios o de menor tamaño.

La gran curiosidad intelectual de Morín, su desinstitucionalizada formación


intelectual y su interés por “alimentarse omnívoramente”, como él mismo señala en
su autobiografía intelectual titulada Mis demonios (1995: 12 y 42), fueron
componentes que le han permitido vincular una serie de aportaciones teóricas y
conceptuales en tan vasta y diversa producción intelectual.

Aportaciones de Edgar Morín a las Ciencias Sociales y a las Humanidades

Las aportaciones de Edgar Morín a las temáticas antes señaladas se


manifiestan y concretizan en su enorme producción intelectual. Son tan diversas
contribuciones de este “pensador inconformista” a las ciencias sociales y a las
humanidades. Se presentan a continuación los conjuntos temáticos que Morín ha
trabajado y algunas de sus principales obras.

3.1. Aportaciones innovadoras en los procedimientos de la investigación


empírica antroposociológica y críticas a las metodologías de investigación social
estrechas

Las investigaciones y los ensayos antroposociológicos de Morín destacan por ser


estudios inter y transdisciplinarios que, orientados por los principios de la
complejidad, combinan diversos procedimientos y técnicas de investigación con gran
flexibilidad y rigor. Este es el caso de sus investigaciones sobre el impacto de la
modernización en una pequeña comunidad (Comuna en Francia: La metamorfosis de
Plozévet, publicado en 1967) y sobre un rumor antisemita en una ciudad de Francia
(El rumor de Orleans, editado en 1969). Estas investigaciones aportaron, en su
tiempo, novedosas y creativas formas de utilización e interrelación de diversas
estrategias y técnicas de investigación.

Si bien muchas de sus primeras investigaciones empíricas fueron solicitadas por


encargo, el hecho de realizarlas permitió a Morín repensar las formas de abordaje
metodológicas y conceptuales. De ahí se desprende que en esos trabajos puedan
apreciarse las agudas y atinadas críticas que Morín hace a las metodologías y
herramientas convencionales de investigación social. La realidad, según él, es mucho
más compleja y rica de lo que estamos dejando pasar por los procedimientos
comúnmente utilizados en las ciencias sociales. Su libro Sociología (1984) recoge las
propuestas y los cuestionamientos a la ciencia social, a sus conceptos y herramientas
de conocimiento.

Otro ámbito de contribución, donde Morín ha sido muy activo a lo largo de su vida,
es lo que él llama la sociología del presente. Se trata de diagnósticos sobre
acontecimientos sorpresivos en la vida política y social que cuestionaban las
interpretaciones o explicaciones de los sistemas de ideas convencionales que no los
habían previsto con antelación (Morín 1994a: 36).

La sociología del presente es un método en vivo de un suceso emergente y singular,


que Morín propone en contraposición a la especialización disciplinaria y a los
métodos de las ciencias sociales que buscan la regularidad de los fenómenos. El
método en vivo, nos dice, es un compromiso del científico social con el acontecer
contemporáneo y pretende atender al suceso marginal y polémico, así como a las
crisis potencialmente reconstructoras de la vida social (Morín 1995: 186-191).
3.2. Aportaciones al método y a la epistemología de la complejidad

El método (6 tomos) es su obra mayor, ilustra la trayectoria de sus ideas e


invita a la conciencia de un nuevo saber integrador. Esta magna obra está compuesta
por los siguientes libros: La naturaleza de la naturaleza (t. 1) (1977), La vida de la
vida (t. 2) (1980), El conocimiento del conocimiento (t. 3) (1986), Las ideas (t. 4)
(1991), La identidad humana (t. 5) (2001) y Ética (t. 6) (2004), y se relaciona
directamente con sus libros de corte epistemológico, donde hace referencia a su
versión sobre la complejidad.
El método para Morín es una estrategia creativa y abierta del proceso de
conocimiento que avanza y retrocede en la comprensión de sistemas u organizaciones
complejas. Este proceso se orienta por algunos principios organizadores que permiten
generar el conocimiento complejo.

De esta manera, la complejidad no solo tiene que ver con un incremento y una
profundidad en el volumen de mayores interacciones entre los componentes de la
organización o sistema que se pretende conocer, sino que comprende también las
incertidumbres, los accidentes o azares, las indeterminaciones y las innovaciones que
se vinculan y que explican el constante movimiento entre el orden y el desorden de
los fenómenos que se estudian.

En cuanto a su epistemología, que sustenta sus planteamientos, Morín (2013:


135-157) considera los cuestionamientos y las nuevas propuestas que hacen distintas
ciencias y posturas filosóficas al modelo clásico de ciencia (por ejemplo, Bergson,
Bachelard, Piaget, von Neumann, von Foerster, Popper, Holton, Khun, Lakatos,
Husserl). Propone sustituir unos principios simples del conocimiento por otros de
mayor complejidad. Esta apuesta le permite proponer un nuevo paradigma (el
paradigma del conocimiento complejo, donde sujeto y objeto se interproducen,
reformulándose) y oponerse a la división y simplificación del pensamiento.

Relacionado con su propuesta epistemológica, Morín propone que los objetos


de las ciencias de lo humano colectivo no deben cerrarse; por el contrario, tienen que
comunicarse con las demás ciencias, identificando los vínculos que mantienen entre
sí. Esta reconstrucción sistémica conduce a Morín a proponer una teoría de la
organización, que, retomando las aportaciones de las distintas vertientes del
pensamiento sistémico, contribuye a explicar el continuo proceso entre orden,
desorden y organización.

3.3. Aportaciones antroposociológicas de carácter inter y transdisciplinario

Uno de los aportes de Morín a las ciencias sociales es la crítica que hace a su
institucionalización. Según él, esas disciplinas han eliminado la complejidad
antroposocial, al considerar la sociedad como un sistema cerrado, separado de la
física, de la biología, de la psicología, de la evolución histórica de la especie homo y
del mundo mágico-simbólico que ha acompañado a la humanidad desde los tiempos
más remotos. También ha insistido en el riesgo que representa el hecho de que en el
interior de las ciencias sociales y humanas se estén multiplicado las especializaciones,
pues nos aleja de la posibilidad de captar la multidimensionalidad de los fenómenos
sociales y de lo humano como unidad compleja.

La inter y transdisciplina, según Morín, exigen a los científicos e


investigadores cultivar el arte de concebir la manera de hacer investigación
(cualidades requeridas para responder a la complejidad de los problemas abordados),
el arte del diálogo (el movimiento organizador-creador del pensamiento entre los que
participan en la investigación) y el arte estratégico de la investigación (considerar los
efectos de las acciones y los potenciales resultados de la investigación desde una
perspectiva ética y desde lo que Morin denomina ecología de la acción) (Barrón
2013: 137-138).

Particularmente, para conocer su concepción y sus propuestas sobre las


ciencias sociales, es importante mencionar su libro Sociología, en el cual hace una
revisión de conceptos tales como sociedad, ciencias sociales, sociología, ecología
social, cultura, acontecimiento social, crisis, reorganización social, método de la
complejidad y, además, lleva a cabo una serie de ejercicios de sociología del presente
a partir de algunos objetos y fenómenos cotidianos.

3.4. Apertura de las ciencias sociales al reconocimiento de la dimensión de la


vida cotidiana y de la subjetividad

Morín ha insistido en la necesidad de la apertura del pensamiento de las


ciencias sociales al acontecer de la vida cotidiana y a otras formas de conocimiento,
como la literatura, el cine y la poesía, pues son un mundo en el que se anudan, sin
negarse, lo singular concreto de las personas y el conjunto general de lo social. Invita
a buscar en esa articulación una riqueza que las ciencias sociales solas no pueden
expresar. Algunos libros donde aparecen esos nexos son El cine y el hombre
imaginario (1956), El espíritu del tiempo (1962), Amor, poesía y sabiduría (1997),
Sobre la estética (2016)y, particularmente, en la teorización que hace de todo ello en
El método IV: las ideas (1991).

El mito y lo imaginario, así como su relación con la afectividad, tienen un


lugar fundamental dentro de la antroposociología de Morín. El ser humano no se
define solo por lo racional, sino también por lo simbólico. En otras palabras, el
mundo de las ideas, la noosfera como Morín la llama, es una realidad producida y
creada por los humanos, que adquiere vida propia y se nos impone como algo externo
a nosotros mismos. En nuestra subjetividad, manifiesta en nuestro transcurrir
cotidiano, están presentes los mitos. Tal como afirma uno de los comentaristas más
lúcidos que he conocido sobre la obra de Morín, Alfredo Gutiérrez (2003: 33-44)

“No hay que simplificar y creer que los mitos son mentirosos. Crean ilusión y
permiten la mentira porque ‘son verdaderos’, verdaderos en el sentido en que un gran
mito lleva, concentra y transmuta en sí las aspiraciones profundas que no son
solamente de una época y de una sociedad, sino también de carácter antropológico
(…). En consecuencia, no se trata de desmitificar (revelar la mentira en su uso), no se
trata de desmitificar (pues no solamente estos mitos contienen nuestras ‘verdades’, es
decir, nuestras aspiraciones, sino que, no podemos vivir sin mitos), se trata de
considerarlos en su complejidad y de trabajar con/contra ellos”.

3.5. Aportaciones innovadoras de políticas para la convivencia mundial y


reformas para enfrentar los problemas fundamentales de nuestro tiempo y
construir nuestro futuro

Edgar Morín, a lo largo de los años, ha continuado avanzando en la aplicación


de ciertos principios del pensamiento complejo, lo que le ha permitido abordar tanto
la realidad del presente como diversos sucesos singulares que le han interesado.

Morín concibe las políticas y necesidades de reformas de la sociedad, no en un


sentido estrecho, sino como la configuración del espacio de lo público, constituido
por múltiples interretroacciones en diferentes escalas geográficas desde lo local a lo
planetario, donde intervienen, en distinto grado, múltiples actores sociales. Se trata de
una nueva política o, más bien, como él la denomina, de una ántropo-política, que
responda a los tres componentes interrelacionados de lo que es el ser humano:
individuo, sociedad y especie.

Pues, paradójicamente, los humanos hemos sido productores y reproductores


de la vida, pero también somos su principal amenaza y potenciales destructores. El
urgente llamado que nos hace Morín es para preguntarnos si ya hemos cruzado el
umbral crítico de nuestro engañoso dominio sobre el planeta e interrogarnos sobre
cuándo detendremos la acelerada marcha hacia la autodestrucción de nuestra especie,
los demás seres vivos y la biosfera, nuestra casa terrestre.

3.6. Aportaciones en torno al pensamiento complejo

Morín desarrolla los principios del pensamiento complejo para resignificar el


conocimiento y, así, facilitarnos el avance hacia una más y mejor ciencia con
conciencia. Entiende su contribución como una oportunidad ética de mayor
conocimiento intercultural, internacional e interpersonal. De esta manera, sus aportes
son una posibilidad para la fraternidad, sin prejuicios ni exclusiones, de la común
ciudadanía terrestre, de la amistad ilustrada en la democracia cognitiva, del
conocimiento transdisciplinar y del pensamiento complejo. Por estas razones, algunos
de los conocedores de su obra piensan, no sin razón, que el siglo XXI será el siglo de
su obra.

Es de destacar que, la apelación a una ciencia con conciencia permite pensar y


conocer, distintamente a como lo hemos estado haciendo, las dimensiones
interactivas y relacionadoras de la realidad. Esa apelación tiene también la intención
de liberar el pensamiento solidario y el conocimiento compartido. Es decir, pensar y
conocer complejamente para entender de otro modo nuestro actuar entre los humanos
y nuestra relación con la naturaleza con la propia y la de otros. Pensar y conocer
uniendo lo que está separado es una apuesta por la fidelidad a la vida.

La consigna del pensamiento complejo, nos dice Alfredo Gutiérrez, “podría decir:
más conocimiento, siempre, pero con más conciencia”, y añade: “No es igual saber
más que saber mejor; saber para el presente que saber para la sucesión generacional;
saber para nosotros sin saber para la Tierra. Saber solo lo nuestro sin ocuparnos del
saber de los demás, democratizando la fuerza del conocimiento, advirtiendo de los
riesgos del conocimiento mismo, asegurando los derechos de vida del conjunto
humano por medio de una información científica oportuna y universal” (2003: 19).

Por ello, se afirma que Edgar Morín es un pensador avanzado para nuestro tiempo y
nuestros problemas; su obra es y será un recurso necesario, entre otros, para
sobrevivir ante los desafíos que nos amenazan y ante el riesgo que significamos
nosotros mismos, los humanos, para la existencia de otras formas de vida en la Tierra.
Morín es el autor de una obra que contribuye a abrir la mente del siglo a las armonías
y dificultades de la convivencia humana, de la ciencia y del arte del pensamiento
complejo. Su contribución intelectual sobre el conocimiento, la comprensión y la
solidaridad, junto a su insistencia en la interacción de los hechos que no se deberían
aislar de su contexto-, forman parte de un circuito que nos convoca e involucra a cada
uno de nosotros.
3.7. Aportaciones para transformar la educación y poder pensar y conocer de
otra manera

Las diversas contribuciones a las ciencias sociales y las humanidades, llevaron


a Morín a la conclusión de que no solo era necesario conocer a partir de otros
principios epistemológicos y metodológicos, sino que era urgente una reforma del
pensamiento, la cual, a su vez, requería de una reforma de la educación en todos sus
niveles educativos. Morín (1993: 192) afirma con contundencia que “la reforma del
pensamiento es un problema antropológico e histórico clave. Esto implica una
revolución mental todavía más considerable que la revolución copernicana. Nunca, en
la historia de la humanidad, las responsabilidades del pensamiento fueron tan
abrumadoras. El nudo de la tragedia también está en el pensamiento”.

El camino recorrido por él, confiesa, lo condujo a ese convencimiento. Para


pensar, conocer y actuar de otra manera, es decir, complejamente, requerimos
fortalecer o modificar ciertos contenidos educativos, precisamos una reorganización
de las instituciones educativas y los curricula, para que faciliten la articulación de los
conocimientos, de reformas en la formación docente y la didáctica, de una
transformación en las relaciones que se establecen entre los procesos educativos y las
problemáticas sociales del entorno; necesitamos nuevas formas de educación
permanente y de difusión de la ciencia y la cultura a las poblaciones no escolarizadas.

Esta faceta educativa de los aportes de Morín es, con mucho, la más conocida.
Sus libros La cabeza bien puesta (1999), Religar el conocimiento (1999), Educar
para la era planetaria (2003), Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación
(2014)y Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999),este último
escrito a solicitud de la UNESCO, han tenido una amplia acogida entre los
educadores y el público en general.
3.8. Otras múltiples contribuciones relacionadas con las Ciencias Sociales y las
Humanidades

Las aportaciones de Morín no se circunscriben al ámbito de la filosofía o las


ciencias, sino que se amplían a través de la divulgación y el debate de sus ideas, de su
ejemplar liderazgo intelectual, y del humanismo que conllevan su acción y su
pensamiento. Su producción editorial no solo consiste en profundos y bien
argumentados textos destinados a lectores con formación científica o universitaria,
sino que tiene la característica de ser vibrante y emocional, lo que le ha permitido
transmitir su pensamiento relacionado con las ciencias sociales y humanas a sus
lectores y público habitual.

Morín es un humanista de la acción y del pensamiento. En él encontramos una


adhesión a las causas justas y buenas del planeta, oponiéndose de manera consistente
a la crueldad del mundo, a los odios nacionalistas e interreligiosos o de otro tipo, a los
prejuicios y al juicio apresurado que condena sin entender (Gutiérrez 2007: 59). A lo
largo de su vida, ha resistido a los dogmas y fanatismos, manteniendo su compromiso
con la libertad.

Por otra parte, como buen humanista, Morín ha repasado el mapa de la


evolución humana, abriendo un camino para que los hombres y las mujeres nos
contemplemos con un mismo origen cósmico, terrícola, biológico y humano común.
Esta vía de comprensión, a la cual nos invita, nos facilita admirar nuestra diversidad
de culturas, nos impulsa a la fraternidad y es una guía para la interrogación del
mundo y de lo que estamos haciendo con él. Así, hay quien afirma que Morín es “un
autor militante del amor, la comprensión y el perdón entre los humanos” (Gutiérrez
2007: 60).

Por último, otro aspecto de su contribución es el liderazgo, Edgar Morín que


ha sido patente en distintas etapas de su vida y se refleja en las actividades y los
compromisos que asume. A una edad temprana, con solo 22 años, se convirtió en uno
de los líderes del movimiento de resistencia al nazismo en Francia, teniendo a su
cargo grandes responsabilidades. Este hecho le fue reconocido, posteriormente,
otorgándosele la distinción de Commandeur de la Legion d’Honneur por parte del
Gobierno francés. Por otro lado, el liderazgo intelectual de Edgar Morín puede ser
constatado no solo a través de las diferentes iniciativas en las que ha participado para
crear diversos grupos, asociaciones y centros de reflexión, intercambio de ideas e
investigación, sino también en el hecho de ser una figura central en diversos
coloquios y seminarios internacionales. Otra clara evidencia de su presencia y valía
intelectual es creación por la UNESCO de una cátedra con su nombre: Cátedra Edgar
Morín para el pensamiento complejo.

LA TRADICIÓN SOCIOLÓGICA Y LA TRANSICIÓN A LA TEORÍA  DE


LOS SISTEMAS SOCIALES DE NIKLAS LUHMANN.

Niklas Luhmann: Nace el 8 de diciembre de 1927 en Luneburgo, Baja


Sajonia y muere el 6 de noviembre, 1998 en Oerlinghausen, Renania del Norte-
Westfalia). Fue un sociólogo alemán reconocido a nivel académico por su
formulación de la teoría general de los sistemas sociales. También es uno de los
máximos exponentes del uso de la metodología Zettelkasten.

El marco teórico básico de Luhmann es la Teoría de Sistemas; pero, a partir


de su crítica, la rebasa proponiendo un cambio de paradigma, sustituyendo enfoques,
radicalizando posiciones analíticas, hasta llegar a construir su propia teoría. La
concepción Luhmanniana de la Teoría de los Sistemas Sociales y su evolución,
sostienen Rodríguez y Arnold: 

Representa la culminación de un largo proceso de desarrollo intelectual. Su


autor, que en un principio fue presentado como innovador de la teoría funcionalista, y
específicamente como un renovador del denominado estructural - funcionalismo de
corte parsoniano; en el ambiente académico internacional, se distingue hoy como el
constructor de una súper teoría de la cual no escapa ningún ámbito de lo
sociocultural, debiendo incluso ella misma considerarse parte de su objeto de
análisis. 

Veamos algunas de sus contribuciones, analizando las principales categorías de su


teoría. 

CONTINGENCIA Y DOBLE CONTINGENCIA 

Contingente es aquello que no es necesario, ni imposible, es decir aquello que


puede ser como es (fue, será) pero que también puede ser de otro modo.
Históricamente esta comprensión del concepto se origina en Aristóteles. “El concepto
designa, por lo tanto, lo dado (experimentado, esperado, pensado, imaginado) a la luz
de un posible estado diferente, designa objetos en un horizonte de cambios posibles.
Presupone el mundo dado, es decir, no designa lo posible en si, sino aquello que,
visto desde la realidad, puede ser de otra manera (mundos posibles, del único mundo
real). La realidad de este mundo, entonces se presupone en el concepto de
contingencia como primera e insustituible condición de lo que es posible”. 

Para Luhmann el concepto de la doble contingencia establece la transición a la


teoría de los sistemas sociales.  No obstante su importancia, no ha encontrado la
atención que se merece. Para tratar y entender la doble contingencia nos remite al
concepto de acción y a los planteamientos de Talcott Parsons a los fines de establecer
referencias y marcar diferencias, reconociendo aportes importantes de dicho autor que
van más allá de simples teorías.

La formulación del problema de la doble contingencia induce imaginar de


ambos lados, como ego (yo) y como alter (el otro), a los hombres, sujetos, individuos
y personas como existencias plenamente concretizadas, advirtiendo que esto no es del
todo falso ni correcto. Para Luhmann los sujetos de acción (agentes, factores) no sólo
se confrontan con necesidades autodeterminadas, dadas por la naturaleza que lo hacen
depender de otras para la satisfacción de esas necesidades, sino que tanto el ego como
el alter tienen un potencial abierto de determinación de sentido que le es dado a sí
mismo y a los demás.

Para el autor en estudio, la estabilidad de un orden social no se puede


fundamentar ni en la naturaleza, ni en las normas o valores a priori; en su lugar nos
refiere a la doble contingencia que actúa de manera catalizadora, a una realidad
consolidada en suspenso, una empresa que se fundamenta a si misma. 

La Sociología,  que al principio de su historia y ante el problema de la


estabilidad del orden tuvo que enfrentar preguntas sobre lo escondido, inconciliable y
lo latente; después de Weber y Durkheim, se remitió a un “Consenso de valor
fundamentalista, a una religión civil, a una fe en lo legítimo” (poder político como
garantía en un orden)”. Pero agrega, que esto sólo es una suposición, pues no
precisamente sucede así en los sistemas simbólicos compartidos. Al respecto señala
“habría que pensar sino queda implícito en la evolución más reciente de la teoría, que
en un sentido amplio el tiempo y la historia toman exactamente el lugar que antes
ocupaba la naturaleza, las normas o los valores como entes que otorgaban energía”. 

COMUNICACIÓN Y ACCIÓN 

El análisis de la formación autoreferencial de sistemas basado en la doble


contingencia, obliga a Luhmann a revisar la idea de que un sistema social no está
constituido por personas sino por acciones, para luego concluir que la unidad del
sistema social autopoiético es la comunicación y no la acción. 

Reconoce que la idea de la fundamentación teórica de la acción es dominante


en la actualidad y al respecto, se remite a Weber y a Parsons al señalar: que para
ambos, de alguna manera, la acción social constituye un caso especial de acción
determinada por la intención dirigida por lo social. De tal forma, que la formación de
sistemas sociales es una aportación analíticamente diferenciada de la emergencia de
la acción. Los sistemas sociales entonces se basan en un tipo o en un aspecto de la
acción y a través de la misma el sujeto entra prácticamente al sistema. Ante esto
Luhmann se pregunta si con ello se capta correctamente la relación entre la acción y
la sociabilidad, respondiéndose que: “esta última no es ningún caso especial de la
acción sino más bien, que en los sistemas sociales la acción se constituye por medio
de la comunicación y de la atribución en una reducción de complejidad, como
autosimplificación indispensable del sistema”.

De lo anterior, el autor citado deduce, que el proceso básico de los sistemas


sociales que produce a su vez, sus propios elementos constitutivos, no puede ser, bajo
estas circunstancias, más que la comunicación. Excluyendo toda determinación
psicológica de la unidad de los elementos de los sistemas sociales. Plantea entonces,
que aunque comunicación y acción no se pueden separar, si se pueden distinguir;
dado que forman una relación que debe ser entendida como reducción de la propia
complejidad y que los sistemas sociales se descomponen en acciones y obtienen por
medio de esta reducción las bases para establecer relaciones con otros procesos
comunicacionales. 

La comunicación es un hecho emergente como la vida y la conciencia. Tiene


lugar mediante la síntesis de tres selecciones distintas: la selección de una
información, la selección de una expresión de esta información y la comprensión o
incomprensión selectiva de esta expresión y su información. 

Estamos en presencia de la comunicación como proceso. Una información


tiene lugar cuando un suceso selectivo puede elegir estados sistémicos, es decir,
puede operar selectivamente en el sistema, lo que presupone la capacidad de
orientación por diferencias y la operación autoreferencial del sistema. Un suceso
cualquiera, sólo construirá información, si a partir de él pueden producirse cambios
de estado en el sistema. En la expresión de la información, se produce otra selección:
la de la forma y los medios de expresarla, para ello es necesario que el suceso en
referencia sea codificado para que actúe como información. 
Al respecto, Rodríguez y Arnold acotan: 

Es interesante destacar el camino recorrido por Luhmann en su búsqueda del


elemento básico de los sistemas sociales.  En sus primeros trabajos, este elemento es
la acción, con lo que se mantiene en una de las más importantes tradiciones
sociológicas. Posteriormente, al tratar de entender el sistema social con ayuda del
concepto de autopoiesis, encuentra en la comunicación la unidad elemental de los
sistemas sociales autopoiéticos. En este concepto de comunicación, sin embargo, las
tres selecciones eran información, expresión y expectativas de éxito. Como puede
verse, este concepto de comunicación está todavía muy referido a una acción, a un
“Comportamiento Comunicativo”.  

Por último, la comunicación pasa a definirse como la síntesis de las


selecciones de información, expresión y comprensión o incomprensión. Con esto, el
concepto se hace definitivamente social y se separa con nitidez del concepto de
acción.... Las tres selecciones solo pueden existir unidas y en comunicación, todas se
suponen mutuamente, de allí que un sistema de comunicación es un sistema cerrado
que genera los elementos que lo componen mediante la misma comunicación.

SOCIEDAD, INDIVIDUO, ORDEN SOCIAL Y CAMBIO SOCIAL 

Para Luhmann, la originalidad del pensamiento sociológico en relación con el


de filósofos tales como Hobbes, Rousseau y Kant, tuvo que ver con la capacidad de
plantear un problema nuevo. Las condiciones históricas de transformación social
radical, tales como: Revoluciones de base obrera que se sucedieron en Europa
alrededor de 1848 y la experiencia de la Comuna de París en 1971, comenzaban a
plantear el desafío de explicar, ya no cual es el origen de la sociedad y sus
fundamentos, sino más bien cómo es posible la existencia del orden social. 

Al respecto señala Castro que al enfrentar este desafío, Durkhein confrontó a


las teorías contractualistas vigentes en su época y rechazó su fundamento utilitarista,
que daba centralidad teórica al cálculo individual como factor explicativo del
desarrollo de la división social del trabajo. En la gran controversia acerca del carácter
de lo social, adoptó una posición de enfrentamiento con el pensamiento liberal de
Herbert Spencer y por el contrario, postuló la existencia de una base precontractual en
la sociedad: la existencia de una solidaridad que articula a los hombres en relación
con la división del trabajo social. Presuponiendo normas previas que constituyen los
compromisos morales generales sin los cuales no podrían existir los vínculos
contractuales. 

En opinión de Luhmann, al adoptar Durkhein esta perspectiva, renunció  a la


consistencia en la historia de la teoría social mediante su ruptura con los clásicos
económico-utilitarios y estableció así la autonomía de la Sociología como disciplina.
Al mismo tiempo que establecía una continuidad con la tradición, puesto que en su
teoría, la división del trabajo mantuvo el lugar central en la organización de las
relaciones sociales. El concepto de división del trabajo estaba íntimamente
relacionado con los de solidaridad y moralidad, componentes centrales de su teoría a
través de lo que denominaba conciencia colectiva. Durkhein definía solidaridad en
forma positiva, como cohesión o unión, mientras que en forma negativa, como
resistencia a la disolución o a la descomposición de la sociedad, que lejos de
disminuir aumentaba con el curso del desarrollo social. 

Luhmann plantea que del escenario evolutivo en dos actos que describe
Durkhein, surge un problema teórico: los conceptos básicos de solidaridad y
moralidad respondían a una escala de valores pre-establecida que no alcanzaba tener
el nivel de generalidad suficiente como para abarcar distintas posibilidades, que
pudiera incluir los valores negativos. De manera que no pudo conceptualizar las
formas negativas de solidaridad y moralidad (insolidaridad - inmoralidad) más allá de
las ausencias y falta de solidaridad y de moralidad respectivamente. 

La integración en la sociedad moderna ya no se basa en el compromiso de los


individuos con ciertos valores comunes, aunque este tipo de consenso moral  sigue
siendo importante en los niveles micro y en las situaciones de la vida cotidiana. No
obstante, el consenso acerca de metas y normas generales ya no resulta suficiente
para garantizar la unidad en la sociedad moderna.  A partir de este enfoque sostiene
Castro: que Luhmann se ha dedicado a explorar lo que denomina alternativas a la
integración normativa, es decir vías por las cuales la sociedad moderna ha mantenido
formas de orden y de cambio regulado que no dependen de la existencia de un
consumo social generalizado.

Ampliando su crítica al conjunto de la teoría social clásica, Luhmann señala


que la misma conceptualizó al proceso de evolución social a partir del modelo de la
división del trabajo desarrollado en los siglos XVIII y XIX. En perspectiva histórica
este modelo presenta tres problemas principales: a) por su estructura lógica, el
modelo exige la postulación de un punto de llegada en la evolución social, el cual
parece haber sido alcanzado en la llamada sociedad post-industrial, b) un supuesto del
modelo era, que la integración así como el incremento en las creencias compartidas
por los individuos, podían funcionar como contrabalance  o compensación para los
efectos del proceso de diferenciación y c) el modelo clásico no fue capaz de manejar
adecuadamente los problemas de la estratificación social. 

Ahora bien, en oposición a esa teoría social clásica, Luhmann conceptualiza el


cambio social como un proceso de diferenciación o de pluralización, con una
perspectiva evolutiva.  Por su parte,  el progreso social procede en la forma de una
creciente complejización de la sociedad, la cual tiene lugar a partir de una presión
para la adaptación que todos los subsistemas deben enfrentar en relación con su
ambiente. 

Las sociedades modernas, a diferencia del análisis tradicional que


caracterizaba a las sociedades con referencia a sus partes o formas de gobierno, son
caracterizadas con referencia a su patrón primario de diferenciación; ya que tanto la
estratificación y diferenciación funcional son formas de diferenciación que explican
de alguna manera los cambios, sin pretender con ello explicar la evolución socio-
cultural ni representar una teoría de la evolución. Sin embargo, a juicio de Castro: 
Luhmann considera posible, siguiendo la tradición darwiniana, el construir
una teoría de los cambios estructurales producidos por la diferenciación y el
interjuego de los distintos mecanismos de variación, selección y estabilización. En
este caso, la diferenciación sistémica podría ser entendida como uno de los factores
de la evolución, capaz de estabilizar las condiciones para las subsecuentes etapas
evolutivas.

Para Luhmann la actividad del sujeto individual depende de un sistema de


significados dados de antemano, por lo cual una teoría de la subjetividad debe tomar
en cuenta la dependencia que tiene el sujeto respecto de las estrategias que le
permiten la simplificación y esquematización del rango de posibilidades accesibles.
Con esto, no plantea que la Sociología deba considerar a los seres humanos como si
se trataran de objetos gobernados por leyes causales. 

En la sociedad moderna los individuos no pueden ser localizados


exclusivamente dentro de ningún sistema social particular. Luhmann sostiene que los
subsistemas y organizaciones, incluyendo el sistema político, deben ser
conceptualizados como excluyentes de los hombres en tanto unidades psico-
orgánicas. Ningún hombre está completamente contenido dentro de ellos.

Como consecuencia, el hombre es considerado como parte del entorno y no


como parte del sistema social, esto no significa que el mismo no desempeña ningún
papel en la teoría. No se pierde como entorno del sistema, solo cambia la posición
jerárquica de la que gozaba en la antigua teoría europea de la sociedad civil, que
consideraba seriamente al ser humano como una unidad concreta y empírica formada
física y química, orgánica y psicológicamente. 

También podría gustarte