Está en la página 1de 5

Semana 6 presentar video

En este comentario se analizará el poema “XXVIII” perteneciente al poemario “Trilce” cuyo autor
es César Vallejo y fue publicado en 1922. Vallejo fue un autor peruano y su poesía se caracterizó
mucho por incluir sus experiencias vivenciales en cada poema. Cada uno de sus poemarios
representa una etapa específica de su vida, y gracias a esto es que podemos encontrar temas
muy concretos en su poesía como el amor, el sufrimiento, la soledad, entre otros. En su primer
poemario “Los Heraldos Negros”, destaca mucho el cuestionamiento de la existencia, dirigido más
a un tema espiritual. Por otro lado, en el poemario “Trilce” y sobre todo en el poema a analizar, se
puede apreciar una poesía dirigida a una persona en especial: su madre. Cabe resaltar que pese
a que este poemario fue publicado en 1922, empezó a ser escrito en 1919, un año después del
fallecimiento de la madre de Vallejo. Es por esto que en “Trilce”, se observa muchísimo a un yo
poético sólo, triste, abandonado y sobre todo nostálgico. 
Además, este poemario pertenece a la corriente literaria vanguardista, la cual tenía como
característica principal no respetar ninguna regla, y a pesar de su complejidad en el uso del
lenguaje y recursos debido a la plena libertad que tenía el autor para redactar, se lograba
transmitir el sentimiento que el autor sentía. A continuación se hará el respectivo análisis más
completo y detallado del poema “XXVIII”.

Para comenzar, el tema de este poema es la soledad. El yo poético nos presenta un almuerzo, en
el cual hace falta la presencia de una figura tanto materna como paterna, como se puede
evidenciar en la siguiente cita: 

“HE ALMORZADO SOLO ahora, y no he tenido/ madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua, / ni padre
que, en el facundo ofertorio/ de los choclos, pregunte para su tardanza/ de imagen, por los
broches mayores del sonido.” (v. 1-5). 

El yo poético nos muestra la ausencia de una madre y un padre encargados de servir el almuerzo,
el cual es comparado con un “ofertorio”, pues era un momento sagrado para toda familia.
Dicha ausencia lleva al mismo autor a tener un rechazo por el almuerzo, pues como lo menciona
él mismo: “Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir/ de tales platos distantes esas cosas, /
cuando habrase quebrado el propio hogar, / cuando no asoma ni madre a los labios.” (v. 6-9).  
En otras palabras, ¿cómo iba a servirse el almuerzo en una mesa que no estaba completa?
“Cómo iba yo a almorzar nonada.” (v.10).

Después de estas dos primeras estrofas donde el autor nos presenta su soledad mediante la
ausencia de personas, en las siguientes tres estrofas el autor nos presenta su soledad desde otro
punto de vista: La experimentación de un amor ajeno. 
Es decir, por un lado el autor se encuentra totalmente sólo y sin ningún tipo de compañía,
mientras que en el otro lado, está acompañado y presencia un amor. Sin embargo, este amor es
ajeno y no propio, pues no es su familia ni su mesa, por lo que la soledad sigue invadiéndolo.
Como podemos evidenciar en la siguiente cita: “A la mesa de un buen amigo he almorzado/ con
su padre recién llegado del mundo,” (v. 11-12); el yo poético recurre a otra familia para no
almorzar sólo. Sin embargo, a pesar de la compañía, sigue sintiéndose sólo pues el amor que
presencia es impropio, evidenciado en la estrofa 4: 
“El yantar de estas mesas así, en que se prueba/ amor ajeno en vez del propio amor, / torna tierra
el brocado que no brinda la/ MADRE, / hace golpe la dura deglución; el dulce, / hiel; aceite
funéreo, el café.” (v. 20-25).

Finalmente, el autor cierra el poema con la siguiente cita: “Cuando ya se ha quebrado el propio
hogar, / y el sírvete materno no sale de la/ tumba, / la cocina a oscuras, la miseria de amor.” (v.
26-29).
Por lo tanto, el yo poético nos menciona que estando o no acompañado, la soledad siempre está
ahí. En las tres últimas estrofas principalmente, el autor no solo presenta lo difícil y doloroso que
es presenciar un amor ajeno, pues también nos muestra lo difícil que es para él entender que ya
no tiene ese amor maternal.  

Ahora pasaremos a analizar el poema desde otro aspecto, enfocándonos en la estructura externa
y recursos literarios empleados.
El poema “XXVIII” consta de 29 versos, agrupados en cinco estrofas. Al pertenecer a la corriente
vanguardista, el texto no sigue ninguna regla en específico; presenta versos libres y algo que
destaca mucho es el uso de una sola palabra que compone el verso en su totalidad, como es en
el caso de “MADRE,” (v.23). y “tumba,” (v.28).
Por otro lado, en el uso de recursos literarios podemos destacar al polisíndeton en la siguiente
cita: 
“HE ALMORZADO SOLO ahora, y no he tenido/ madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua, / ni padre
que en el facundo ofertorio/ (…)” (v. 1-3).
En este fragmento, el uso repetitivo del enlace “ni” sirve para hacer énfasis a todo lo que al yo
poético le falta y ha ocasionado su soledad.

También se puede rescatar una comparación en la estrofa cuatro, citada anteriormente (v. 20-25),
en la cual se puede evidenciar que el autor hace una relación entre el proceso de alimentación (es
decir, el orden en el que asimila la comida) y sus sentimientos en dicho almuerzo, al entender que
pese a la compañía sigue estando solo.

En conclusión, el poema comentado perteneciente al poemario “TRILCE”, nos habla de un yo


poético que experimenta la soledad en su máxima expresión, pues se siente solo con o sin
compañía. Esto se debe al gran vacío que dejó la muerte de la madre del autor. Además se puede
evidenciar que el autor hace relación con temas como el amor y la muerte. Todos los elementos
de análisis, tanto de fondo como de forma, permiten al lector entender la soledad que estaba
experimentando Vallejo, y a la vez el dolor y sufrimiento al saber que no podía hacer nada para
que su madre vuelva, por lo que se puede concluir que el mensaje final de este poema es saber
aprovechar a las personas que amas pues una vez en la tumba, ya no hay vuelta atrás.

Asimismo, en el poema XIII el texto irrumpe con “Pienso en tu sexo./ Simplificado el corazón, pienso
en tu sexo,/ ante el hijar maduro del día./  Palpo el botón de la dicha, está en sazón”. Este es el poema
donde Vallejo da rienda suelta a su libido, se identifica con el «bruto libre» (el animal sensual que
todos llevamos dentro) y que transforma el lenguaje para expresar lo inexpresable: el deseo sexual
como un «estruendo mudo» al que no le alcanzan las palabras y por eso debe convertirse en un
nuevo idioma, inverso, primordial, un inesperado «odumodneurtse», tan único y abrupto como la
pasión.
INFORMACIO DE EMPRENDIEMINTO CULTURAL EN EL PAIS (TESIS)

También podría gustarte