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“ME BUSCO Y NO ME ENCUENTRO” COMENTARIO

Nos disponemos a comentar el poema titulado Me busco y no me


encuentro, creado por la autora canarias Josefina de la torre,
perteneciente al tercer poemario titulado “Marzo Incompleto” publicado
en 1968. Nos encontramos, por tanto, ante una poetisa que se inscribe
dentro de la Generación del 27 caracterizada por representar una voz
singular, personal y compacta, creadora de una poesía íntima y rica en
vivencias personales.

Estéticamente estableció estrechos vínculos con la corriente


vanguardista hispánica de la primera mitad del siglo XX, con la
denominada poesía pura juanramoniana y, particularmente, con la obra
de algunos de los poetas más representativos de la Generación del
27( Salinas, Guillén, Lorca,
Alberti…), con los que, en el caso de algunos, tuvo una cercana amistad.
De este modo, comparte con ellos, el gusto por la sencillez formal, el
lirismo interior, un lenguaje en ocasiones cercano a la expresión popular
y las innovaciones vanguardistas. Sin duda alguna, la inclusión de su
nombre y de algunos versos de sus dos primeros poemarios (Versos y
Estampas, de 1927 y Poemas de la Isla, de 1930) en la segunda antología
que Gerardo Diego organizó en torno a los autores del 27, justifica para
la crítica la dependencia estética de nuestra autora con respecto a aquel
grupo.

Pero también Josefina se dejó contagiar del aliento isleño de grandes


poetas grancanarios como los modernistas Alonso Quesada Saulo Torón
y Tomás Morales. Con el modeernismo comparte un profunda angustia
existencial y una evidente ansia de alcanzar un absoluto que le es
imposible. Otro rasgo modernista es el gusto por lo local, que ya señaló
Pedro Salinas al referirse a la autora como “muchacha-isla”, en el
prólogo de Versos y Estampas.

Con todo, Josefina de la Torre representa una voz singular,


personalísima y compacta, creadora de una poesía íntima, rica en
vivencias, aferrada a sus recuerdos y a sus sueños e intalada en la
nostalgia de su tierra canaria de la que se alejó, en distintas ocasiones,
para participar en proyectos culturales en Madrid y en París.
En Marzo Incompleto se reúnen algunos versos escritos mucho antes,
entre 1930 y a936, sin embargo, la autora no abandona el tono intimista
y su itinerario por algunas de las cuestiones universales del pensamiento
lírico, pero ahora, desde otra perspectiva si cabe más trágica. Por lo
tanto, el paso en el tiempo, la memoria, la evocación y el desasosiego
ante aspiraciones incumplidas, centran el interés de este tercer poemario.

La obra posee como tema principal “la insatisfacción de la poetisa


consigo misma”. Dicho tema lo ubicamos a lo largo de todo el poemario
debido a la frustración que siente la autora en relación con su esterilidad,
puesto que siente que no se ha desarrollado como mujer. Josefina de la
Torre busca un sentido a la vida, sintiéndose perdida y rodeada de
oscuridad. Asimismo, se interroga constantemente y no encuentra la
respuesta que ansía. Esto la lleva por un camino de desolación, tristeza,
inseguridad, desaliento y rebeldía, como se justifica por la constante
presencia del “no”.

Como ella misma dice en el poema, esta desazón que siente le lleva a
preguntarle constantemente a su yo más íntimo para intentar encontrar
respuesta a su situación personal que le atormenta.

En cuanto a la estructura externa, el poema consta de trece versos que


se combinan en versos alejandrinos y heptasilabos, situados estos
últimos, en el primer y quinto verso. En ellos, pone de manifiesto la
búsqueda personal que no logra su objetivo “Me busco y no me
encuentro” y “No me encuentro a mí misma”. Estos dos versos cautivan
la atención del lector tanto métricamente como desde el punto de vista
semántico. La rima es consonante en los versos dos y cinco y asonante
en el resto, excepto los que no tienen rima ( 7a, 14B, 14-, 14-, 7b, 14-,
14B, 14B, 14A, 14-, 14B, 14B, 14-).

Por otro lado, se trata de una composición estrófica que se ajusta para
unos a una lira y para otros a una silva, pero lo que no cabe duda es que
está influenciada de las vanguardias. Además presenta una rima variable,
puesto que encontramos tanto rima consonante en los versos segundo,
quinto y duodécimo; como rima asonante en los versos primero, séptimo,
octavo, noveno y undécimo o como versos sueltos en los restantes.

Analizando, aún más la obra vemos que en cuanto a la estructura


interna, está dividida en dos bloques bien diferenciados. Podemos tener
constancia de esta división, pues del primer al quinto verso, la autora
expone el tema anteriormente dicho de manera íntima, ese intimismo
recuerda a Béquer y a Rosalía de Castro. El segundo bloque se encuentra
desde el sexto al penúltimo verso donde la autora expresa sus frustración
por no poder ser una mujer creadora de vida. A continuación en los dos
últimos versos del poema retoma la idea inicial, es decir, la búsqueda de
sí misma pero ahora con un ligero optimismo que pudiera ser solo un
espejismo, un milagro imposible de cumplir, “ y rondo por las sordas
paredes de mí misma// esperando el momento de descubrir mi sombra”,
dando a entender una estructura circular.

Al tratarse de un texto literario, concretamente del género lírico, se


caracteriza por tener una serie de rasgos como son entre otros, su función
poética, el carácter connotativo, el valor polisémico y el interés estético.
Aunque también predomina la función emotiva, pues se transmiten
sentimientos de una alta carga de emotividad.

En cuanto a los aspectos morfosintácticos, ésta se caracteriza por tener


una perspectica subjetiva, de forma que el poema gira en torno al “yo”
poético, por lo que la autora deja claro su intensión de describir su
tormento interior. Josefina se detiene en el estado en que se encuentra su
alma, su persona. Se siente perdida, intranquila, intenta descifrar quién
es su “yo” realmente pero no consigue conocerlo.

Por otro lado, llama la atención la utilización de un vocabulario


sencillo pero de alto valor connotativo con lo que expresa sus
sentimientos profundos salidos de un mundo en el que solo hay
pesadumbre y dolor. Para ello, la autora utiliza una serie d sustantivos
abstractos como “incertidumbre”, “esencia” o “armonía” que potencian
el desasosiego que siente en su mundo interior. También encontramos
dos campos semánticos en los que podemos agrupar los sustantivos del
poema. El que hace referencia a la noche que metafóricamente compara
consigo misma como “tinieblas”, “sombras”, “oscuridad”, “silencio”, “
vacío2 y otro campo semántico que hace referencia a la creación y la
vida como “universo”, “tierra”, “fruto”, etc.

Por otro lado, los adjetivos, son en su mayoría explicativos, “oscuras”,


“torpe” que aportan sugerentes connotaciones de soledad, frustración y
tristeza.
En cuanto a los tiempos verbales, destaca el uso del presente de
indicativo de forma paralelística al inicio de los versos “me busco”,
“rondo”, “interrogo”, “no acierto” que van aumentando en intensidad.
Pero sin duda los verbos principales que nos acercan al sufrimiento de la
poetisa son “busco” y “encuentro”. Llama la atención también el empleo
de gerundios que insisten en remarcar la tristeza e intranquilidad que
continúan y que no parecen tener fin: “ tanteando” o “esperando”.

También encontramos un pretérito perfecto simple “pude”o octavo


que indica un pasado que nunca se cumplió, en relación la maternidad
frustrada.

Por otro lado destacan en este poema la utilización de los siguientes


recursos literarios:

En el plano fónico:

Aliteración: “ interrogo al silencio y a este torpe vacío”.

En el plano morfosintáctico:

Epítetos: “torpe vacío”, “oscuras paredes”.

Encabalgamiento: “no este desalentado y lento desgranarse// que


convierte en pregunta todo cuanto es herida”. “ y rondo por las sordas
paredes de mí misma// esperando el momento de descubrir mi sombra”

Asíndeton: “y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía,// que son


fruto, sonido, creación universo.”

En el plano léxico-semántico:

Personificación: “rondo por las oscuras paredes de mí misma”. “Torpe


vacío”.

Antítesis: “me busco y no me encuentro”.


Metáfora: “y no acierto en el eco de mis incertidumbres”. “Tanteando
la noche de todas las esquinas”. “Y rondo por la sordas paredes de mí
misma”.

Simil: “Y ahora voy como dormida en las tinieblas”.

En conclusión, este poema es una magnífico ejemplo de lo que


significa para las letras canarias y para la literatura hispánica la figura de
la canaria Josefina de la Torre. Marzo Incompleto marca un momento
especialmente dramático en la vida de la autora: su frustrada maternidad,
un hecho que la conduce a preguntarse constantemente sobre sí misma,
pues pareciera que la vida a perdido sentido.

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