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UNIDAD XVII: CONTRATO DE COOPERACION CON O SIN ENCARGO – CONTRATO DE MANDATO GESTION DE
NEGOCIOS AJENOS.

(V.1) Mandato (art. 1319). Representación (art. 1320). Poder. Conceptos y diferencias. Requisitos. Caracteres: la
confianza. Distinción con la gestión de negocios, la comisión, el contrato de servicios.

NOTAS DE CLASES DE VILLALBA: contrato de confianza en virtud del cual yo le encargo a una persona que me
represente en uno o más negocios. Único contrato que puede ser revocado por voluntad de una de las partes.

Rescisión: por voluntad de ambas partes (común acuerdo), es unilateral en algunos casos (si está prevista por ley y
fue pactada, por ejemplo el alquiler.

Resolución: es la ley. Retroactiva.

Revocación: unilateral, solo aplicable al contrato de mandato (algunas veces también en donación). Para el futuro.

1. Mandato (art. 1319). Representación (art. 1320). Poder. Conceptos y diferencias.

El CCyC aporta sistematización respecto de tres figuras que se entremezclaban en el Código de Vélez, ellas eran:
representación, poder y mandato.

Se trataba de un contrato de colaboración, que poseía regulación tanto en el Código Civil (art. 1869 a 1985 CC),
como en el Código de Comercio (arts. 221 a 231 CCom.). El Código Civil en el art. 1869 brindaba una definición de
mandato con representación, sin realizar distinciones entre los institutos del mandato, como negocio base con el
cual puede vincularse el apoderamiento y el acto unilateral de apoderamiento del cual emerge la representación

La diferencia entre un sistema legislativo y otro es relevante desde que la representación ha sido desarrollada en la
parte general, Titulo IV (Hechos y actos jurídicos). Ello significa que su regulación es aplicable a todos los hechos y
actos jurídicos, sin perjuicio de disposiciones especiales previstas para aspectos específicos como la representación
legal y orgánica. Por ello, es posible establecer que entre representación y mandato hay una relación de gérero-
especie (Washington Álvarez)

El nuevo método también colabora para una mejor comprensión del mandato, en especial para sus variantes con
representación y sin ella, se debe tener presente que el código considera como única representación verdadera y
propia aquella que requiere la contemplatio domini. Esto importa la manifestación o la conciencia, tanto como para
el representante como para el tercero con quien realiza el acto jurídico, que el asunto del cual trata no es del
representante, sino de aquel por quien él actúa. La contemplatio domini puede ser expresa o tácita. La primera tiene
lugar cuando el representante manifiesta que actúa en nombre de otro, más allá de que pueda o no individualizarse
al representado.

Definición- Art.1319 Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra.

El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona sabe que alguien está haciendo
algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácitamente mandato. La ejecución
del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella.

La persona que se obliga a realizar los actos se llama mandatario, y aquella en cuyo interés los hará será el mandate.

La definición legal se sustenta en su esencia, que es la actuación de una persona SIEMPRE en interés de otra. Esta
actuación puede hacerse de dos formas:
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 Una de ellas es el mandato con representación: la actuación es en nombre del mandante representándolo,
de modo que al gestionar un acto por el mandante el tercero sabe que se vincula con este último y no con el
mandatario. (actuación en nombre e interés ajeno)
 La otra forma es el mandato sin representación, en el cual, si bien el mandatario también actúa en interés
del mandante, frente al tercero lo hace en nombre propio, como si el negocio le perteneciera a él; el tercero
desconoce la existencia del referido mandato, al menos en lo que al acto celebrado se refiere. (actuación en
nombre propio e interés ajeno)

La representación voluntaria puede conferirse mediante un contrato de mandato, pero no todo mandato confiere
representación. Esta hace al modo en que se ejerce el mandato y a los efectos que produce.

Como regla, los actos jurídicos entre vivos pueden celebrarse por medio de representante (358), lo que trae como
consecuencia que los actos celebrados por el representante en nombre el representado y en los límites de las
facultades conferidas por la ley o por el acto de apoderamiento, producen efecto directamente para el representado
(359).

Se advierte que la representación es un medio para la celebración de un acto jurídico, que puede originarse en una
disposición legal, en la voluntad de quien la otorga o resultar de un régimen orgánico propio de las personas jurídicas
(358).

ART 358. Principio. Fuentes. Los actos jurídicos entre vivos pueden ser celebrados por medio de representante,
excepto en los casos en que la ley exige que sean otorgados por el titular del derecho. La representación es voluntaria
cuando resulta de un acto jurídico, es legal cuando resulta de una regla de derecho, y es orgánica cuando resulta del
estatuto de una persona jurídica. En las relaciones de familia la representación se rige, en subsidio, por las
disposiciones de este Capítulo.

El CCCN no da una definición de representación, pero se puede afirmar que es la actuación de una persona en
interés de otra, a la cual sustituye en uno o más actos jurídicos y se la admite o es impuesta, según el caso, por
razones de interés general.

En principio todos los actos jurídicos pueden realizarse por medio de un representante; por excepción la ley exige
que algunos de ellos sean otorgados en forma personal por el titular del derecho.

Hay tres diversas formas de representación: a) la voluntaria: tiene lugar por voluntad de una persona que instituye a
otra como representante, para uno o ms actos y a tal efecto le confiere un poder para actuar en su nombre; b) la
legal: comprende la de los padres respecto de sus hijos menores, la de algunos funcionarios como asesores y
defensores de menores y ausentes; c) la orgánica: se aplica a los supuestos de personas jurídicas.

Los actos celebrados por el representante en nombre del representado y en los límites de las facultades conferidas
por la ley o por el acto de apoderamiento. Producen efecto directamente para el representado (359). Esto es el
principio de hetero-eficacia. Esto es así en tanto lo actuado lo sea dentro de las facultades conferidas por la ley o por
el poder.

ARTÍCULO 1320. Representación Si el mandante confiere poder para ser representado, le son aplicables las
disposiciones de los artículos 362 y siguientes. Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se
aplican las disposiciones citadas a las relaciones entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten
modificadas en este Capítulo

Recordar que el poder es un instrumento jurídico unilateral que sirve de límite para la actuación del representante.
Si el mandatario actúa fuera de los límites que le confiere el poder, los efectos de sus actuaciones no obligan al
representado o mandante.
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(Washington) El poder puede ser expreso o tácito, este ultimo caso se da cuando no se efectúa una oposición al ser
anoticiado de que un tercero está actuando en su interés, no habiendo una declaración de voluntad previa que lo
autorice a ejecutar tales actos

Caracteres.

Es un contrato cuya finalidad es la colaboración, dado que se lo celebra para que por su intermedio se realicen otros
actos jurídicos, colaborando así con las actividades del mandante.

a) Bilateral
b) No Formal: en principio el mandato no tiene que observar ninguna en particular. No obstante, ella puede
resultar impuesta por el acto por el cual se ha otorgado el mandato con representación, vale esta aclaración
porque en el mandato sin representación el tercero no tiene conocimiento de que existe un mandato, por lo
cual la accesión en la forma no cumpliría ninguna finalidad. Esto no obsta a que a los fines probatorios entre
mandante y mandatario lo aconsejable es que se instrumente por escrito.
Hay que tener en cuenta la relación que este caso se establece entre el mandato y la representación, porque
en virtud de esta última se impone al mandato cierta forma en determinados casos. La cuestión no se limita
a los casos del 1017, más allá de los alcances que se puedan dar al inciso c, en tanto refiere todos los actos
que sean accesorios de otros contratos otorgados en escritura pública, pues un mandato para realizar una
compraventa de un inmueble no sería accesorio de ésta, en tanto la precede; lo accesorio requiere de la
existencia previa de lo principal., sin perjuicio de esto, lo dispuesto por el art. 363 tiene como consecuencia
que si el mandato se otorga para realizar un acto o actos que se formalizaran por escrito, en ese caso aquel
debe tener forma escrita. Ese es el caso del mandato que se confiera para actuación judicial, respecto del
cual, el código elimina la exigencia de escritura pública. No obstante, subsisten normas procesales locales
que lo tienen por exigencia.
c) Onerosidad: ART 1322. El mandato se presume oneroso. A falta de acuerdo sobre la retribución, la
remuneración es la que establecen las disposiciones legales o reglamentarias aplicables, o el uso. A falta de
ambos, debe ser determinada por el juez.
d) Sustentado en la confianza: el mandato puede revocarse ante la pérdida de la confianza.

¿Cuándo debe pagarse la retribución? Salvo pacto en contrario, el mandatario puede exigirla una vez que haya
cumplido el mandato, con independencia de que el tercero, con el cual contrató, cumpla la prestación debida.

La retribución debida al mandatario cualquiera que sea el resultado de la gestión, salvo pacto en contrario. Ello sin
perjuicio de que si ella se hubiera fijado en un porcentaje sobre el provecho resultante para el mandante, el
resultado influirá de modo directo sobre su monto. En el caso de que el mandatario no haya cumplido con la gestión,
carece de derecho a la retribución, aunque fuera impedido por una razón de fuerza mayor que no sea el hecho del
propio mandante.

Requisitos

Actos que pueden realizarse por mandato: como principio todos los actos jurídicos pueden celebrarse por medio de
un mandatario, con excepción de aquellos para los cuales la ley exige que sean otorgados en forma personal por el
interesado: matrimonio, testamento.

Capacidad:

Sujetos: tanto las personas humanas como las jurídicas tienen la posibilidad de celebrar contrato de mandato y de
ser mandantes o mandatarias. En cuanto a las personas jurídicas, debe aclararse que el mandato solo puede
otorgarse para posibilitar el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación. Si la persona jurídica es mandante,
el mandato debe ser conferido por quien ejerza su representación legal.
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Consentimiento: art. 1319 seg. Párr: El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una
persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha
conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa
sobre ella.

Por lo tanto, el mandato puede ser conferido de modo expreso o tácito. El general, el consentimiento en el mandato
no queda plasmado en un acto único, a modo de declaración de voluntad común como ocurre en otros contratos;
tampoco hay impedimento para que sea de este último modo. Lo habitual es que se exteriorice de modo expreso
por medio de un acto en el cual el mandante otorga el apoderamiento y ello es aceptado por el mandatario en forma
tácita mediante el efectivo ejercicio de las facultades recibidas (aceptación tácita).

No solo la aceptación se puede dar de modo tácito sino el mandato en sí. En efecto, así ocurre cuando una persona
sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo.

Nada de ello incide en la formación del consentimiento, el cual habitualmente precede en forma verbal al acto en el
cual queda plasmado el mandato, por cuanto nadie faculta a otra persona porque si, a la espera de que el
mandatario lo acepte o no.

Otra cuestión es la representación aparente del art. 367. En este caso la apariencia no está referida al mandato, sino
al poder de representación. Aquí el tercero entiende que se encuentra tratando con un representante cuando en
verdad no lo es. El papel del representado es decisivo pues determina la creación de la apariencia. Este, contribuye a
generar un escenario en el cual el tercero puede creer razonablemente que esta interactuando con un
representante. Ante la pasividad del representado, consciente de ello, se equipara al representante aparente con un
verdadero representante; se entiende que ha otorgado tácitamente poder suficiente.

El mandato tácito tampoco debe confundirse con la gestión de negocios. Diferencias: a) en cuanto al acto jurídico, la
gestión es un acto unilateral, el mandato unilateral y de fuente contractual; b) la gestión de negocios puede tener
por objeto actos materiales o jurídicos, en el mandato solo se admite como tal un acto jurídico; c) la gestión debe
consistir en realizar un acto útil en beneficio del gestionado; d) la gestión la realiza el gestor por propia iniciativa, sin
mediar encomienda alguna del gestionado.

La confianza

Distinción con la gestión de negocios, la comisión, el contrato de servicios

ART 1781. Definición. Hay gestión de negocios cuando una persona asume oficiosamente la gestión de un negocio
ajeno por un motivo razonable, sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada, convencional
o legalmente.

La regulación legal comprende una doble preocupación: a) necesidad de evitar una intromisión molesta o dañosa en
los negocios ajenos; b) necesidad de no perjudicar a quien ha realizado una gestión útil para otra persona.

Dado de que a gestión de negocios es una actuación unilateral del gestor, que la asume por iniciativa propia, este se
encuentra en inferioridad de derechos respecto a un mandatario, pero le confiere más derechos que los que
surgirían del simple enriquecimiento sin causa. Tanto en la gestión de un negocio ajeno como en el caso del
mandato, se actúa en beneficio de un interés ajeno, el del dueño de la cosa, en el primer caso este último no ha
dado ninguna orden para ello y lo contrario ocurre en el segundo supuesto.

La existencia o no de orden por parte del dueño resulta de suma importancia, por lo cual las consecuencias legales
no son idénticas. Empero, en cualquiera de los dos casos quien gestiona realiza actos o gestiones por cuenta de un
tercero y por ello está obligado a poner en su tarea la misma diligencia.
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La similitud de ambos institutos, salvo en cuento a la gestación, es muy grande, a punto tal que las normas del
mandato se aplican supletoriamente a la gestión de negocios. Además, si el dueño del negocio ratifica la gestión,
aunque el gestor crea hacer un negocio propio, se producen los efectos del mandato, entre partes y respecto de
terceros, desde el día en que aquella comenzó.

En el contrato de comisión intervienen dos partes, el comisionista y el comitente; se denomina comisionista a la


persona encargada de realizar uno o varios negocios, en nombre propio, pero por cuenta ajena, y se llama comitente
quien encomienda al comisionista.

Entonces el contrato de comisión es aquel, mediante el cual una persona en nombre propio se encarga de ejecutar
uno a varios negocios, pero encomendado por otra persona

La comisión es denominada como una especie de mandato, en este tipo de contrato estamos frente a un mandato
sin representación debido a que el comisionista actúa en nombre propio, aunque haya sido encomendado por otro;
el comisionista es el encargado de ejecutar lo que se le ha comisionado personalmente.

ART 1251. Definición. Hay contrato de obra o de servicios cuando una persona, según el caso el contratista o el
prestador de servicios, actuando independientemente, se obliga a favor de otra, llamada comitente, a realizar una
obra material o intelectual o a proveer un servicio mediante una retribución. El contrato es gratuito si las partes así lo
pactan o cuando por las circunstancias del caso puede presumirse la intención de beneficiar.

La confusión entre ambos contratos parece imposible; por uno se promete un servicio, a cambio de una retribución;
por otro se otorga una representación para celebrar actos jurídicos por el mandante; pero hay casos en que la
distinción no es clara: habrá que tener en cuenta si existe o no representación y si la terea que se encomienda
implica o no subordinación del que la lleve a cabo. La existencia de una representación es por lo común suficiente de
por si para configurar el mandato (aunque cabe aclarar, puede haber un mandato no representativo), pero también
existe en algunos contratos de servicios, por ejemplo, cuando se celebra un contrato con un abogado, quien además
actúa como apoderado de su cliente. En este caso, lo esencial es la relación de subordinación en tanto, en el
contrato de mandato, el manante pueden instruir la manera en la que el mandatario deberá ejecutar los actos
jurídicos en el que se ve representado; situación que no siempre es posible en el contrato de servicios. Va de suyo,
en este ejemplo, que el cliente no tiene facultades para instruirle a su abogado cual será el contenido de un texto
legal.

1.1 Objeto del mandato.

El objeto se rige por las reglas generales (1003 y ss.). Consiste en que le mandatario realice uno o más actos jurídicos
en interés del mandante. No se encuentran comprendidos como objeto del mandato el encargo de realizar actos
materiales; ellos se rigen por las normas de los contratos de servicios, de obra o de trabajo, entre otros, según la
clase de actos materiales a realizar. Pese a ello, el mandato no pierde su naturaleza de tal por la circunstancia que el
mandatario se obligue a ciertas prestaciones que no sean propiamente actos jurídicos, en tanto sean accesorias y
subordinadas a la principal.

Cada mandato tendrá un contenido diverso en orden a la finalidad con la cual se lo haya conferido. Así podrá ser
otorgado a favor de un abogado para que represente al mandante en un juicio (poder especial) o en cualquier clase
de juicios (poder general), etc.

También hay que tener en cuenta que hay actos jurídicos que no pueden celebrarse a través de mandatario, por
ejemplo, la facultad de t4estar o de contraer matrimonio.

Capacidad para ser mandante o mandatario


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Respecto al mandante, si el mandato tiene por objeto actos de administración, basta con que tenca capacidad para
administrar sus bienes. Si tiene por objeto actos de disposición, se requiere que el mandante tenga capacidad para
disponer.

Algo más complejo es la situación del mandatario: ART 1323. Capacidad. El mandato puede ser conferido a una
persona incapaz, pero ésta puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por inejecución de las
obligaciones o por rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de lo que se ha convertido en provecho
suyo.

La incidencia de la incapacidad del mandatario puede ser analizada desde dos perspectivas; una en su relación con el
mandante y otra referida a los efectos que produce entre este y el tercero.

Si el mandato ha sido otorgado a un incapaz, ello no afecta la validez de los actos que el mandatario celebre con el
tercero. El fundamento radica en que el mandato (con representación) la vinculación tiene lugar entre el mandante y
el tercero, por lo cual la capacidad del mandatario no tiene, en principio, relevancia. No obstante, la situación parece
factible en temas de poca entidad, pues no es razonable encomendar a alguien la realización de negocios que no
están en sus posibilidades comprender. Es una figura de posible aplicación en actos jurídicos simples, pero el
precepto no tiene límites, por lo que pude darse en otras situaciones.

La validez del vínculo concertado por el mandatario no podrá ser cuestionado ni por el mandante ni por el tercero,
quienes quedaran obligados en los términos de lo pactado.

En cuanto al mandatario, en su relación con el mandante, podrá invocar la nulidad del contrato si fuera demandado
por inejecución de las obligaciones o por rendición de cuentas. El mandatario solo estará obligado a restituir aquello
que haya resultado en su provecho, lo cual es concordante con el principio en materia de nulidad del contrato por
incapacidad de un de las partes (1000).

La regla por la cual los incapaces pueden ser mandatarios se explica porque como el mandatario, cuando obra con
representación, lo hace en nombre del mandante, el acto se reputa ejecutado por este, quien debe tener la
capacidad requerida por la ley para el acto del cual se trate.

Por ello cuando el poder ha sido otorgado a favor de un incapaz, el mandante esta obligado por todos los efectos de
la ejecución del mandato, tanto respecto del mandatario como de los terceros con los cuales este hubiera
contratado. Esto significa que la ley autoriza a las personas a las personas capaces a valerse de un mandatario
incapaz, pero deben hacerlo a su propio riesgo.

En lo que se refiere a que el mandatario no puede ser demandado por incumplimiento de las obligaciones es
necesario considerar dos cuestiones. La primera vinculada con las obligaciones del mandatario hacia su mandante,
alcanzada por el art. 1323. La segunda se configura cuando el mandatario incapaz actuase sin representación, en
cuyo caso lo hace en interés del mandante, pero en nombre propio (1321). Este caso está regido por el art. 388. Con
otras palabras, el mandatario incapaz puede alegar la nulidad de acto jurídico pro el tercero solamente lo podrá
hacer si fuera de buena fe y hubiera experimentado un perjuicio importante.

1.2. Clasificaciones: mandato expreso o tácito, gratuito u oneroso, en interés del mandante, del mandatario, en
interés conjunto y en interés del mandante y de un tercero. Mandato general y especial: interpretación. Mandato
revocable con y sin causa. Mandato irrevocable (art. 1330). Mandato real y aparente. Mandatos con y sin
representación (arts. 1320/21). Sustitución (art. 1327)

Mandato expreso o tácito: el expreso puede darse por instrumento público o privado, por carta y también
verbalmente, sin embargo a veces requiere ser otorgado en escritura pública. El tácito resulta de hechos positivos
del mandante, o de su inacción o silencio, no impidiendo, pudiendo hacerlo, los actos que sabe que alguien está
haciendo en su nombre.
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Gratuito u oneroso: respecto a si se acuerda o no retribución para el mandatario. Pero se presume oneroso.

En interés del mandante, del mandatario, en interés conjunto y en interés del mandante y de un tercero (no está
en el libro ni en apuntes)

Mandato general y especial: interpretación.

Será mandato general si comprende todos los negocios del mandante y especial si comprende uno o ciertos negocios
determinados

Mandato revocable con y sin causa

ART 1331. Revocación. La revocación sin justa causa del mandato otorgado por tiempo o asunto determinado obliga
al mandante a indemnizar los daños causados; si el mandato fue dado por plazo indeterminado, el mandante debe
dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su defecto, indemnizar los daños que cause su omisión.

Mandato irrevocable (1330). (pág. 625 Borda)

ART 1330. Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente como irrevocable en los casos de los
incisos b) y c) del artículo 380. El mandato destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no
puede valer como disposición de última voluntad.

Al contemplar este mandato, el código remite a las disposiciones que regulan la representación con igual carácter en
el art. 380. La irrevocabilidad se establece como un régimen de excepción al principio general por el cual el mandato
puede ser revocado en todo momento. Para ello se establecen condiciones especiales.

En primer lugar, el mandato es irrevocable cuando ha sido conferido para actos especialmente determinados y en
razón de un interés legítimo que puede que puede ser solamente del representante, o de un tercero, o común a
representante y tercero, o común a representante y representado y un tercero. En estos casos el mandato no se
extingue por la muerte del mandante.

En segundo lugar, el mandato puede ser conferido con carácter irrevocable, para lo cual debe ser dado para actos
especialmente determinados, limitados por un plazo cierto, y en razón de un interés legítimo que puede ser
solamente del representante o de un tercero, o común a representante y tercero, o común a representante y
representado, o común a representado y un tercereo. Este mandato se extingue si trascurre el plazo fijado; y puede
ser revocado si existe justa causa.

Mandato real y aparente: será real cuando el tercero que va a contratar con el mandatario no tiene duda que va a
contratar con él (lo reconoce como mandatario). Entre mandante y mandatario, hay una contratación. Entre el
tercero y el mandatario hay un contrato entre tercero y mandante a través del mandatario, que exhibe el
documento. El mandatario actúa en cuanta ajena.

Será aparente cuando una persona se comporta como que actúa por otra persona, a tal punto que lo lleva al tercero
a creer o confiar que actúa por otro, creyendo que está frente al mandatario, pero no hay mandato. El contrato no
puede involucrar al tercero salvo que lo consienta.

La persona muestra tener calidad de mandatario pero no lo es. Hay una puesta en escena dolosa (por el ardid,
maquinación) por parte del aparente mandatario. Esto es un vicio en la voluntad del acto (en la intensión).

Regla general: no puede haber representación del mandante. Excepción: hay fuerte verosimilitud y se puede
acreditar que el mandante no hizo nada para detenerlo conociendo su existencia.

Mandato oculto: hay mandato pero el mandatario oculta que actúa en cuenta ajena (oculta la representación).

Mandatos con y sin representación (1320/21).


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ART 1320. Representación. Si el mandante confiere poder para ser representado, le son aplicables las disposiciones de
los artículos 362 y siguientes.

Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones citadas a las relaciones
entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten modificadas en este Capítulo.

La disposición es lógica por cuanto la representación tiene sus normas propias que no pueden ser ajenas a esta clase
de mandato, pues aquella (la representación) está en su naturaleza, a diferencia de los que ocurre en el mandato sin
representación.

Una cuestión relevante es que, cuando el mandato no confiera poder de representación, las disposiciones que
regulan a esta última se aplican a las relaciones entre mandante y mandatario, salvo aquellas que resulten
modificadas en el capítulo que regula el contrato de mandato.

Sin perjuicio de la diferencia entre representación y mandato, lo cierto es que la mayor parte de los mandatos se
confieren con representación, salvo cuando la intervención del mandante en el negocio se quiere ocultar ante
terceros, circunstancia en la que habrá que prestar atención, ya que, pro tal proceder, se puede pretender burlar
derechos de terceros. Ya sea el mandato con o sin representación, el mandatario actúa en interés del mandante.
Cuando ha sido otorgado con representación, el mandatario actúa, asimismo, en nombre del mandante, de modo
que el tercero sabe que establece un vínculo jurídico con este último. Si no hay representación, el tercero no
establece ningún vínculo con el mandante, sino que toda su relación jurídica queda circunscripta en él y al
mandatario, cuya condición de tal debe ignorar.

Art 1321. Mandato sin representación. Si el mandante no otorga poder de representación, el mandatario actúa en
nombre propio, pero en interés del mandante, quien no queda obligado directamente respecto del tercero, ni éste
respecto del mandante. El mandante puede subrogarse en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e
igualmente el tercero en las acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante.

Sustitución

Artículo 1327. Sustitución del mandato. El mandatario puede sustituir en otra persona la ejecución del mandato y es
responsable de la elección del sustituto, excepto cuando lo haga por indicación del mandante. En caso de sustitución,
el mandante tiene la acción directa contra el sustituto prevista en los artículos 736 y concordantes, pero no está
obligado a pagarle retribución si la sustitución no era necesaria. El mandatario responde directamente por la
actuación del sustituto cuando no fue autorizado a sustituir, o cuando la sustitución era innecesaria para la ejecución
del mandato.

(Washington) La regla general es que si está permitido subcontratar a un tercero para que ejecute el mandato. Pero
como este es un negocio de confianza el mandatario es responsable frente al mandante sobre la persona que él elija.
No obstante, si el tercero sustituto se encontraba indicado en el contrato, la responsabilidad recae en el mandante.

La sustitución importa un nuevo contrato, cuyo objeto no puede diferir respecto del mandato original.

La sustitución puede ser prohibida por contrato

1.2. Obligaciones del mandatario (art.1324): (i) ejecución del encargo; (ii) empleo de los bienes conforme a
destino; (iii) entrega al mandante de lo recibido por terceros; (iv) deberes accesorios de conducta:
comunicación de circunstancias relevantes; (v) rendición de cuentas. Ejecución en exceso: la
ratificación del mandato. La noción de apariencia

Es necesario analizar los aspectos que hacen a la relación interna entre mandante y mandatario. Sin perjuicio del
respeto al principio de la autonomía de la voluntad, el código mantiene las obligaciones que contemplaba Vélez.
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Además, cuando el mandato es con representación, el mandatario deberá observar también lo dispuesto por los
artículos 362 y siguientes, en especial el artículo 372.

Las obligaciones contenidas en los artículos 372 y 1324 coinciden parcialmente. Ambas están ordenadas a la
preservación de los intereses del mandante, los que han de primar.

El mandatario debe observar una conducta que preserve los derechos del mandante, con especial cuidado para no
generarle ningún daño. Tiene el deber de actuar de la mejor forma posible para que los actos que realice en ejercicio
del mandato sean del mayor provecho para su mandante.

El desempeño del mandatario presenta dos aspectos que constituyen una regla: 1) hacer todo lo conducente al
buen resultado del mandato y 2) abstenerse todo aquello que pudiera perjudicarlo.

Esto significa que el mandatario ha de cumplir las obligaciones de su cargo en los términos en que se haya obligado
con el mandante; respetará los principios generales del código, y en su caso, los que impongan la contratación o los
actos que esté realizando en ejercicio del mandato, de conformidad con la naturaleza del negocio y que constituya el
objeto en mandato.

Para el buen desempeño debe cumplir las instrucciones que hubiere recibido del mandante. Este desempeño implica
tener en cuenta dos parámetros: uno subjetivo, qué es el actuar como lo haría con los negocios propios, y otro
objetivo: configurado por el deber de observar las reglas de su profesión o bien los usos del lugar de ejecución según
sea el caso.

La responsabilidad del mandatario frente al mandante, reviste carácter subjetivo pues se sustenta en la culpa o el
dolo en que haya incurrido en su obrar. Sin embargo, cuando la relación entre mandante y mandatario sea de
consumo, la responsabilidad del mandatario, como proveedor del servicio, será de carácter objetivo.

En cualquiera de ambos supuestos, el incumplimiento del mandatario a sus obligaciones, ya sea por culpa o por dolo,
o eventualmente con base objetiva, provoca el deber de resarcir los daños que haya ocasionado al mandante.

El buen cumplimiento de ejercicios mandato, impone el mandatario diversas obligaciones de hacer y de no hacer.

Obligaciones del mandatario

ART 1324. Obligaciones del mandatario. El mandatario está obligado a:

a) cumplir los actos comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones dadas por el mandante y a la
naturaleza del negocio que constituye su objeto, con el cuidado que pondría en los asuntos propios o, en su caso, el
exigido por las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución;

b) dar aviso inmediato al mandante de cualquier circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse
de las instrucciones recibidas, requiriendo nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores, y adoptar las medidas
indispensables y urgentes;

c) informar sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que pueda motivar la
modificación o la revocación del mandato;

d) mantener en reserva toda información que adquiera con motivo del mandato que, por su naturaleza o
circunstancias, no está destinada a ser divulgada;

e) dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y ponerlo a disposición de aquél;

f) rendir cuenta de su gestión en las oportunidades convenidas o a la extinción del mandato;

g) entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los intereses moratorios, de las sumas de dinero
que haya utilizado en provecho propio;
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h) informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato;

i) exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la gestión encomendada, y entregarle la que
corresponde según las circunstancias.

Si el negocio encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él regularmente, aun
cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le
encomienda.

(i)Ejecución del encargo

El inciso a, enuncia la obligación nuclear del mandatario y el modo de ejecutarla. La esencia del contrato es que el
mandatario ejecute actos jurídicos en interés del mandante (art. 1319 del Código). La obligación de cumplir esos
actos debe ser conforme las instrucciones recibidas del mandante y la naturaleza del negocio. Lo acordado por las
partes es la primera fuente para este débito a cargo del mandatario, pero también lo son las normas que regulan el
contrato del mandato en este capítulo. El apartado que comentamos también contiene parámetros de la diligencia
que debe emplear el mandante, al imponerle el Código el cuidado que pondría en los asuntos propios.

El mandatario debe actuar como si el acto fuera realizado en su nombre y en su propio interés, aunque así no lo sea.
Por ello, debe adoptar las previsiones necesarias para el éxito de la gestión que realiza y el incumplimiento del
objeto del contrato no lo exonerará de responsabilidad con el argumento de que no constituya una obligación de
resultados, cuando su intervención fue negligente, imperita o imprudente.

también debe llevar a cabo todos aquellos actos que, aunque no se hubieran previsto en forma expresa sean
esenciales para el cumplimiento del mandato. Debe obrar con diligencia y discreción, preservando el interés del
mandante lo mejor que sepa y pueda. Ha de ajustarse no solo a los límites aparentes del mandato originario, sino
también a las instrucciones reservadas, si las hubiere.

(ii)Empleo de los bienes conforme a destino

El inciso b, regula uno de los deberes de aviso que tiene el mandatario. En este apartado, refiere concretamente a
circunstancias sobrevinientes que por su entidad y características justifiquen el apartamiento de las instrucciones
recibidas por el mandante. Una vez que se comunique a este sujeto la situación expuesta, podrá impartir nuevas
instrucciones o ratificar las anteriores, pero para ello es indispensable la obligación de notificación, que se integra
con la de adoptar las medidas indispensables y urgentes que las circunstancias exijan.

(iii) Entrega al mandante de lo recibido por terceros

El inciso e, contiene dos obligaciones vinculadas: la de dar aviso de los valores recibidos y la de ponerlos a
disposición del mandante. Esta manifestación del deber de información expuesta en la norma demuestra una vez
más el imprescindible contacto permanente que debe existir entre las partes de este contrato, que es esencialmente
de colaboración.

El inciso g, regula la posibilidad de que la ejecución del mandato genere ganancias, en cuya hipótesis nace la
obligación del mandatario de entregarlas al mandante con sus accesorios, que aparecen expresamente establecidos
en la norma en las obligaciones dinerarias. Aunque el deber que se impone aparece como una consecuencia lógica
derivada de la esencia del mandato y su ejecución en interés del mandante, aunque parezca una obviedad resulta
conveniente recordar que de la ejecución del negocio jurídico pueden no derivar lucros.

. Si lo recibido de un tercero lo fuese sin causa, el mandatario puede restituirlo a aquella persona de quien lo recibió,
pues ello no genera perjuicio al mandante porque este carece de derecho a la cosa. Siempre limitado a este último
supuesto, la ausencia de daño obsta al reclamo por el mandante. Claro está que la prueba sobre la ausencia de
causa, por ende de derecho del mandante, será una carga del mandatario.
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El mandatario no está obligado a entregar las instrucciones que haya recibido del mandante, pues ello es para el
mandatario la prueba relativa a como ha desempeñado el mandato.

Si lo que se debe restituir son sumas de dinero y el mandatario las usara en su provecho, sin autorización, deberá
abonarlo los intereses moratorios correspondientes.

El mandatario que ha utilizado el dinero del mandante en provecho, sin estar autorizado a ello, ha incurrido en un
incumplimiento a sus obligaciones, por lo cual es pasible d una acción por reparación de los daños que haya causado
a su mandante (1737 y ss.).

Aun no dándose el supuesto de utilización del dinero en provecho propio, la omisión de su oportuna restitución,
confiere al mandante el derecho a exigir intereses. Sin embargo, en este caso, al no hallarse establecido por el
código en forma expresa el momento en que debe hacerse la entrega de lo principal, será necesario constituir en
mora al mandatario; ello en tanto no esté previsto el plazo de entrega en el contrato.

En cualquier caso, la obtención, de un beneficio no autorizado por el mandante, con motivo del desempeño del
cargo, hace perder al mandatario su derecho a la retribución (1325).

(iv) Deberes accesorios de conducta: comunicación de circunstancias relevantes

El inciso c, refiere al particular deber de información relacionado a un posible conflicto de intereses entre las partes,
que sea idóneo para provocar la modificación y hasta la revocación del mandato.

El mandante, así informado, podrá adoptar el criterio que estime más conveniente a sus intereses y disponer lo
adecuado en relación al mandato conferido. Ínterin, el mandatario debe hacer primar los intereses del mandante por
sobre los suyos o bien renunciar. Si en el desempeño del cargo obtuviere un beneficio no autorizado por el
mandante, pierde el derecho a la retribución (1325).

d) Reserva: la información que adquiera con motivo del mandato debe ponerla a disposición del mandante. La
reserva no rige cuando la información ha sido obtenida para ser divulgada, pues en tal caso, no hacer esto último,
implicaría un incumplimiento del mandato. Se trata de obligaciones que derivan del deber de fidelidad, lealtad y
reserva contemplado para el representante en el art. 372 a).

(v) Rendición de cuentas. Ejecución en exceso: la ratificación del mandato

más allá de la previsión legal, como el mandante es el titular del negocio, nada obsta a que pueda exigir en cualquier
momento una rendición parcial de las cuentas hasta tal requerimiento, sin que por ello se vea afectada la vigencia
del mandato.

Tampoco obsta la previsión legal al derecho del mandante de requerir información sobre lo encomendado en todo
momento.

Se entiende por cuenta la descripción de los antecedentes, hechos y resultados pecuniarios de un negocio, aunque
consista en un acto singular. Su rendición consiste en ponerlas en conocimiento de la persona interesada (858), en
este caso del mandante.

La rendición debe realizarse conforme el art. 859, por lo cual ha de cumplir con los siguientes requisitos: a) ser hecha
de modo descriptivo y documentada; b) incluir las referencias y explicaciones necesarias para su comprensión; c)
acompañar los comprobantes de los ingresos y de los egresos, excepto que sea de uso no extenderlos; d) concordar
con los libros que lleve quien las rinda.
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La rendición de cuentas se puede hacer en forma privada, ya que en el caso la ley no dispone que deba hacerlo un
juez. Está sujeta a la aprobación del mandante, la cual puede ser expresa o tácita. Es tácita si no es observada en el
plazo convenido o en su defecto, en el de 30 días de presentadas en debida forma. Sin embargo, puede ser
observada por errores de cálculo o registración dentro del plazo de caducidad de un año de recibida.

Salvo estipulación en contrario, las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario y los gastos que generan
son a cargo del mandante.

No existe en el caso del mandato impedimento para que el mandante libero al mandatario de rendir cuentas.

Ejecución en exceso: la ratificación del mandato. (no está en el libro)

Cuando el mandatario se excede en sus facultades, se obliga a sí mismo a cumplir con las obligaciones que contrajo
en exceso, no obliga a su mandante, a menos que este último ratifique su acto en exceso.

La noción de apariencia.

La apariencia se refiere aquí al poder de representación. El tercero cree que está tratando con el verdadero
representante cuando, en rigor, no es así. El representado juega un rol decisivo en la creación de la apariencia. Él,
con sus actos u omisiones, contribuyó a la conformación de un cuadro de situación que determinó que el tercero
pudiera razonablemente creer que estaba obrando con un representante suyo. De ahí que se hable, en este caso, de
un “representante” y que se asimile su actuación a la de un verdadero representante, pese a que no cuenta con
facultades suficientes. La apariencia juega aquí en protección de los terceros.

1.3. Obligaciones del mandante (1328): (i) facilitación de los medios para la ejecución del mandato; (ii)
resarcimiento del daño provocado al mandante por la gestión; (iii) retribución

Obligaciones del mandante

ART 1328. Obligaciones del mandante. El mandante está obligado a:

a) suministrar al mandatario los medios necesarios para la ejecución del mandato y compensarle, en cualquier
momento que le sea requerido, todo gasto razonable en que haya incurrido para ese fin;

b) indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de la ejecución del mandato, no imputables al
propio mandatario;

c) liberar al mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole de los medios necesarios para ello;

d) abonar al mandatario la retribución convenida. Si el mandato se extingue sin culpa del mandatario, debe la parte
de la retribución proporcionada al servicio cumplido; pero si el mandatario ha recibido un adelanto mayor de lo que
le corresponde, el mandante no puede exigir su restitución.

(i) facilitación de los medios para la ejecución del mandato

El inc. a indica que, como titular del interés, el mandante debe prestar la colaboración necesaria, en tiempo y en
forma, para que el mandatario pueda ejecutar el mandato. Ello se refiere a no obstruir la ejecución, así como
también brindar lo necesario para que pueda concretarla (v. gr., bienes, dinero, documentación, anticipar gastos), o
compensar los razonables en los que haya incurrido el mandatario en ocasión de ejecutar su encargo.

(ii) resarcimiento del daño provocado al mandante por la gestión


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el inc. b impone mantener indemne al mandatario, situación, comprensiva de la obligación referida en el punto
anterior, relacionada con brindar bienes, dinero, documentación, reembolso de gastos o lo que fuere necesario para
evitar que el mandatario incurra en algún perjuicio en su patrimonio.

Se sustenta en la regla general de que el mandato no debe perjudicar ni empobrecer al mandatario, quien tiene
derecho a ser indemnizado de todo daño que sufra siempre que no sea atribuible a su culpa o dolo.

c) Liberar al mandatario de obligaciones que hubiera contraído en su nombre, respecto de terceros: este deber
puede cumplirse en forma directa para con el tercero o bien proveyéndole al mandatario los fondos o cosas
necesarias para exonerarse.

La indemnidad debe ser plena o integra (1740), por lo cual comprende no solo la obligación principal asumida por el
mandatario, sino también las accesorias. En el mandato sin representación, la obligación de indemnidad adquiere
mayor extensión, por cuanto el mandatario queda más expuesto a las acciones de terceros, en tanto el mandante
permanecerá a salvo de ellas, pues el tercero desconoce su existencia como tal.

(iii) Retribución

d) Abonar al mandatario la retribución convenida: el modo y cuantía de la retribución que debe pagar el mandante
será pactada por las partes, sin perjuicio las leyes de aranceles profesionales que serían aplicables al caso. En su
defecto podrá recurrirse a la determinación judicial. Si el mandato e extingue sin culpa del mandatario, el mandante
debe pagar la parte de la retribución proporcional al servicio cumplido, a menos que hubiesen convenido otra cosa.
También puede presentarse la situación en la cual, al tiempo de extinguirse el mandato, por causa que no sea su
agotamiento y sin culpa del mandatario, éste hubiera percibido un adelanto mayor que la parte ejecutada, en cuyo
caso el mandante ni puede exigirle su restitución.

En cuanto al derecho de retención del mandatario por lo que le sea debido con motivo del mandato, nada obsta a
ello en virtud de la previsión genérica a los arts. 2587 y ss.

1.4. Extinción del mandato (art. 1329): (i) cumplimiento del negocio; (ii) vencimiento del plazo; (iii)
revocación por el mandante; (iv) renuncia por el mandatario; (v) fallecimiento del mandante o
mandatario (art. 1333).

Extinción del mandato (art.1329)

Cualquiera sea la causa por la cual se extinga el mandato, no serán afectados los actos realizados por el mandatario
dentro de los límites de su apoderamiento. Producida la extinción no será posible celebrar ningún acto que obligue
al mandante, en la medida que se pruebe que el tercero conocía o que debía conocer aquella situación.

ART 1329. Extinción del mandato. El mandato se extingue:

a) por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición resolutoria pactada; b)
por la ejecución del negocio para el cual fue dado; c) por la revocación del mandante; d) por la renuncia del
mandatario; e) por la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.

Vencimiento del plazo

a) cuando se ha establecido la vigencia temporal del contrato, operado su vencimiento se produce de pleno derecho
la extinción del vínculo contractual. A partir de ese momento los actos que realice el mandatario no tendrán efecto
alguno respecto del mandante, salvo su ulterior ratificación. Es carga de quien lo invoque probar que el acto se ha
celebrado luego de vencido el plazo.

También puede ocurrir que el mandato se haya condicionado a la producción de un hecho futuro e incierto, que de
producirse, opere su resolución (343). Frente a ella no serán afectados los actos que el mandatario hubiese
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celebrado en el ejercicio regular de su mandato, pues los efectos de esta condición solo operan hacia el futuro, sin
que se pueda pactar lo contrario, dado la naturaleza de este contrato. (346 y 348).

Cumplimiento del negocio

b) El código contempla la revocación por el mandante, quien es el único que pueda ejercerla. Aquí la revocación es la
decisión unilateral del mandante de dar por concluido el mandato (1077). La norma se justifica en que el mandato,
salvo el mandato irrevocable, es el titular del negocio o negocios encomendados al mandatario.

En el mandato subyace una vinculación de confianza. Si tal confianza se ve afecta es lógica la consecuencia que exista
plena libertad para revocar; lo contrario implicaría que el otorgamiento de un mandato se transforme en una
verdadera enajenación de los derechos en el comprendidos.

La revocación implica un derecho potestativo, que se configura por medio de una expresión unilateral de voluntad,
modal y recepticia (esto último porque produce sus efectos desde que llega a conocimiento del mandatario).

Este medio de extinción escapa al principio que impide dejar sin efecto un vínculo jurídico por la voluntad de una
sola de las partes sin que medie una justa causa y sin que de ello se derive una obligación indemnizatoria. Así se
posibilita que el contrato se extinga por el solo interés de quien origino el acto.

La revocación puede tener lugar en un mandato oneroso o gratuito. En ambos casos, frente a la revocación se
aplicará el art. 1331.

Revocación por el mandante

ART 1331. Revocación. La revocación sin justa causa del mandato otorgado por tiempo o asunto determinado obliga
al mandante a indemnizar los daños causados; si el mandato fue dado por plazo indeterminado, el mandante debe
dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su defecto, indemnizar los daños que cause su omisión.

Respecto a la forma de revocación, no hay una predeterminada, pero convendrá que lo sea por un medio certero y
que facilite su prueba. También se puede configurar de modo tácito, en ese caso será necesario demostrar que se
han materializado actos inconfundibles, inequívocos, que den certeza de esa decisión unilateral del mandante y que
el mandatario tenía conocimiento de ellos. Ej: el mandante realiza directamente el negocio que había encomendado
al mandatario (situación que se tiene que analizar según el caso); cuando el mandante designe un nuevo mandatario
para el mismo acto.

La informalidad de la revocación en materia de mandato no impone para su ejercicio respetar la forma en la cual fue
otorgado ni siquiera exigiendo un instrumento de la misma naturaleza.

Es un acto unilateral autorizado por la ley sin que requiera justa causa, ni por regla, un tiempo de preaviso, sin
perjuicio de que como todo acto jurídico deba observar el principio de buena fe.

El código no establece un plazo de preaviso, solo indica que debe ser adecuado a las circunstancias. Tanto en el caso
que no diere el preaviso o no fuese el adecuado, el mandante deberá responder ante el mandatario por los daños
que le haya ocasionado.

La facultad de revocar es amplia y no existe obligación de expresar la causa por la cual el mandate lo haga, solo
deberá hacerlo observando la buena fe.

Como excepción a esta facultad, aparece la cláusula por la cual se confiere al mandato el carácter de irrevocable.

En cualquiera de los casos de revocación contemplados en el 1331, el mandatario tiene, además, derecho a la parte
proporcional a la retribución, pues lo contrario violaría la doctrina del art. 1794.
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La evocación produce la extinción del mandato sustituto cuando este haya sido designado por el mandatario de
origen a su solo arbitrio (submandato), no así si la sustitución se realizó a favor de persona designada por el
mandante.

d) El mandatario puede dar por concluido su mandato en todo tiempo, sin que para eso se le exija una justa causa.
Se trata de una declaración unilateral aunque de carácter recepticio, que no debe ser intempestiva. En caso
contrario, el mandatario deberá responder por los daños que ocasione al mandante, más allá del carácter oneroso o
gratuito.

La comunicación de la renuncia no será intempestiva cuando lo sea con antelación razonable para permitirle al
mandante que retome los asuntos, que constituyen el objeto del mandato, ya sea en forma directa o por medio de
otro mandatario o en su caso de un representante. Ante la inobservancia de este deber, el mandatario deberá
resarcir los daños y perjuicios que su conducta haya ocasionado (1332).

El carácter adecuado de la anticipación de analizarse conforme a las circunstancias del caso. La razonabilidad queda
librada a la apreciación judicial, según las características y siguiendo las reglas de la sana critica que imponen los
códigos procesales.

El mandatario debe continuar sus funciones hasta el vencimiento del plazo que haya indicado en la respectiva
comunicación, salvo que ello le cause un grave perjuicio.

Si existe una justa causa, ella podrá autorizar una conducta diversa y solo en la medida que dicha causa lo exija.

La existencia o no de justa causa puede tener relevancia para determinar la obligación del renunciante de resarcir los
daños que su renuncia pueda ocasionar.

Renuncia por el mandatario

ART 1332. Renuncia. La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario obliga a indemnizar los daños
que cause al mandante.

La expresión “intempestiva y sin causa justificada”, hace parecer que no es posible renunciar si no hay justa causa.
Pero el sentido de la norma es contemplar los casos que dan lugar a indemnización y no limitar la renuncia. Así, si la
renuncia es intempestiva y sin causa justificada sin dudas da lugar a una reparación a favor del mandante. Si es
intempestiva y existe una justa causa que impida continuar, la renuncia no debe dar lugar a la indemnización cunado
de no ser así produciría un daño al mandatario. El código no impide que se pacte el carácter irrenunciable del
mandato, pero en tal supuesto, resultaría válida la renuncia si mediara justa causa.

La renuncia, igual que la revocación, produce efectos hacia el futuro, sin que se vean afectados los actos cumplidos
por el mandatario en el ejercicio regular del mandato.

e) el código equipara los efectos de la muerte e incapacidad. Para que tal equiparación sea posible, y aunque el
artículo no lo diga, debe mediar declaración judicial de incapacidad (31 y ss.), si el mandante fallece o se lo declara
incapaz, ello determina la extinción del mandato, ya que se trata del sujeto en cuyo interés se lo ha otorgado y para
los efectos de este contrato, la muerte no constituye un hecho indiferente.

Pese a la conclusión del contrato por muerte o declaración o declaración de incapacidad del mandante, el
mandatario debe continuar con la gestión de los negocios a su cargo, aunque limitado a los actos que no admitan
demora, y ello hasta tanto los herederos o en su caso el representante que corresponda por ley, lo tomen a su cargo.
La omisión del mandatario en este sentido, lo hará responder por los daños que de ello se deriven.

Por otra parte, aunque la muerte del mandante produce la extinción con los alcances mencionados, debe tenerse
presente que si el mandato fue otorgado con representación, ese mandato “…subsiste en caso de muerte del
representado siempre que haya sido conferido para actos especialmente determinados y en razón de un interés
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legítimo que puede ser solamente del representante, de un tercero o común a representante y representado, o a
representante y un tercero, o a representado y tercero” (380, inc. b, segunda parte).

Por otra parte y en lo que hace a la relación interna entre mandante y mandatario, el principio por el cual el
mandato concluye por la muerte de cualquiera de ellos, tiene excepciones; una es que es necesario que el
mandatario haya sabido o podido saber la cesación del mandato.

Cuando se trata de la incapacidad del mandante, el mandato se extingue, sin perjuicio de la actuación que le
corresponda a su curador. Si el mandante recupera su capacidad, ello no puede ser considerado como como un
hecho que haga renacer el contrato extinguido.

f) muerte o incapacidad del mandatario: las obligaciones que este ha asumido no pueden ser cumplidas por sus
herederos por cuento el mandato se confiere en virtud de sus condiciones personales y/o por razones de confianza.
Es un contrato intuito personae.

Pese a esta imposibilidad, los herederos, representantes o asistentes del mandatario, que conozcan la existencia del
mandato deben anoticiar de inmediato al mandante, para que este pueda actuar en consecuencia. Cuando se trata
de un poder irrevocable la CSJN ha dicho, que queda resuelto después de la muerte del mandatario, si los herederos
fuesen menores o hubiese otra incapacidad.

Fallecimiento del mandante o mandatario

ART 1333. Muerte o incapacidad del mandatario y del mandante. Producida la muerte o incapacidad del mandatario,
sus herederos, representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato deben dar pronto aviso al
mandante y tomar en interés de éste las medidas que sean requeridas por las circunstancias. Si se produce la muerte
o incapacidad del mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de conservación si hay peligro en la demora,
excepto instrucciones expresas en contrario de los herederos o representantes.

g) declaración de muerte presunta del mandante o del mandatario; declaración de ausencia del mandatario: esto no
está en el art. analizado, pero surge de la remisión que el art. 1320 hace hacia las disposiciones de la representación.

h) quiebra del mandante o del mandatario.

2. Gestión de negocios ajenos. Definición.

ART 1781. Definición. Hay gestión de negocios cuando una persona asume oficiosamente la gestión de un negocio
ajeno por un motivo razonable, sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada, convencional
o legalmente.

En el primer punto se distinguió esta figura con el mandato. Pero cabe hacer una distinción con el mandato tácito: si
bien lo habitual es que la gestión de negocios se realice sin consentimiento previo del dueño, es posible que aquél la
conozca, sin que por ello se convierta en un mandato tácito. Ello pese a que el mandato tácito consiste en dejar
obrar a quien está realizando algo en nombre del dueño.

En la teoría la distinción es clara, el mandato es un contrato que supone la entrega de instrucciones por parte del
mandante, más allá de que no se encuentren documentadas, atento laa libertad formal que existe a su respecto.

En el caso de la gestión no hay una orden del dueño, sino que el gestor actúa por su propia iniciativa. Esta diferencia
teoría es simple, pero en la práctica puede ser difícil.

Requisitos: a) inexistencia de mandato, representación legal u obligación contractual (1781); b) actuación


espontánea y oficiosa del gestor; c) actuación en negocio ajeno por motivo razonable; d) inexistencia de voluntad de
hacer un liberalidad (1785); e) que se trate de un acto o de una serie de actos, jurídicos o simplemente materiales, a
diferencia del mandato que solo admite por objeto actos jurídicos. Ello es así pues ninguna limitación impone el
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código cunado regula a la gestión de negocios; f) que no medie oposición del dueño del negocio. En el caso que pese
a la oposición del titular, el gestor realiza el negocio, solo tendrá contra aquél la acción por enriquecimiento sin
causa. Sin embargo, aunque exista esa oposición el gestor podrá continuar actuando, aunque bajo su
responsabilidad, cuando lo haga también por un interés propio (1783 inc. a); g) que la gestión resulte útil. La utilidad
debe ser juzgada al inicio de la gestión, aunque el beneficio no subsista al momento de concluirla (1785); h) que se
trate de un asunto lícito (1014); i) que no se trate de un acto personalísimo, ya que nadie puede sustituir al
interesado.

Naturaleza y fundamento: por mucho tiempo se consideró a la gestión de negocios como un cuasicontrato, pero esta
teoría ha sufrido descredito. Otro sector doctrinario, considera que las obligaciones del gestor resultan de su propio
acto voluntario, en tanto que las del dueño son impuestas por la ley. El esquema que le da el CCCN, la gestión de
negocios ajenos sin mandato tiene sus propias normas, constituyéndose en una fuente autónoma de obligaciones
que tiene efectos propios. En los aspectos no regulados expresamente se aplican supletoriamente las disposiciones
del mandato.

Capacidad: el gestor debe tener capacidad para contratar, de lo contrario no podría obligarse válidamente por las
consecuencias de su gestión. Ahora, si la gestión es realizada por un incapaz y de ella se beneficia el dueño, este
responderá en la medida de tal ventaja recibida. En cuanto al dueño del negocio, no necesita capacidad para resultar
obligado por las consecuencias de la gestión, pues esta no requiere su consentimiento sino que las obligaciones le
son impuestas por la ley. Será el gestor quien quede obligado personalmente frente a terceros (1784) y solo se
liberará de las obligaciones en tano el dueño ratifique la gestión o suma las obligaciones, en tanto con ello no afecte
a terceros de buena fe.

Obligaciones del gestor.

ART 1782. Obligaciones del gestor. El gestor está obligado a: a) avisar sin demora al dueño del negocio que asumió la
gestión, y aguardar su respuesta, siempre que esperarla no resulte perjudicial; b) actuar conforme a la conveniencia y
a la intención, real o presunta, del dueño del negocio; c) continuar la gestión hasta que el dueño del negocio tenga
posibilidad de asumirla por sí mismo o, en su caso, hasta concluirla; d) proporcionar al dueño del negocio información
adecuada respecto de la gestión; e) una vez concluida la gestión, rendir cuentas al dueño del negocio.

a) Aviso: incisos a y c: (nada impide que la intervención del dueño sea realizada por pedido de su representante
legal, o a través de un mandatario). La finalidad de esta obligación es permitir que el gestionado (dueño del negocio)
tome conocimiento de la actuado por el gestor y resuelva que quiere hacer al respecto. Luego, el gestor debe
esperar las instrucciones que aquel le imparta, a menos que la espera trajese un perjuicio a los intereses del
gestionado. El dueño podrá dar instrucciones o hacerse cargo de su negocio, por si o por medio de un representante.

El gestor no puede abandonar la gestión asumida, sino que debe terminarla, excepto que el dueño esté en
condiciones de atenderla por sí mismo. Esta obligación cesa con la ratificación por el gestionado o bien cuando le
prohíba al gestor continuarla.

b) Actuación en favor de la voluntad del dueño: inc. b: el gestor debe actuar como lo haría el gestionado y según el
interés de este en el caso. No se trata de una valoración en abstracto, sino real o presunta, lo último porque el gestor
puede, o bien, no conocer al gestionado, o bien, no conocer su pensamiento respecto del negocio.

c) información adecuada: inc. d: la información debe ser completa a efectos de que el dueño disponga de los datos
necesarios para adoptar las decisiones que mejor estime.

d) redición de cuentas: inc. e: el gestor debe rendir cuentas al gestionado por su desempeño y el resultado de la
gestión, pues esto último es titular del negocio. Respecto a esto es aplicable lo que se dijo en la rendición de cuentas
del mandato.

Conclusión de la gestión.
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El código establece que la gestión concluye cuando el dueño le prohíbe al gestor continuar actuando. El gestor, sin
embargo puede continuarla, bajo su responsabilidad, en la medida que lo haga por un interés propio (1783).
También se extingue la gestión cuando el negocio concluye (1783). Además de estos dos supuestos, también
concluye cuando el dueño del negocio asume por si la actividad que desarrollaba el gestor (1782).

Obligación frente a terceros.

ART 1784. Obligación frente a terceros. El gestor queda personalmente obligado frente a terceros. Sólo se libera si el
dueño del negocio ratifica su gestión, o asume sus obligaciones; y siempre que ello no afecte a terceros de buena fe.

Gestión conducida útilmente.

ART 1785. Gestión conducida útilmente. Si la gestión es conducida útilmente, el dueño del negocio está obligado
frente al gestor, aunque la ventaja que debía resultar no se haya producido, o haya cesado: a) a reembolsarle el valor
de los gastos necesarios y útiles, con los intereses legales desde el día en que fueron hechos; b) a liberarlo de las
obligaciones personales que haya contraído a causa de la gestión; c) a repararle los daños que, por causas ajenas a
su responsabilidad, haya sufrido en el ejercicio de la gestión; d) a remunerarlo, si la gestión corresponde al ejercicio
de su actividad profesional, o si es equitativo en las circunstancias del caso.

Responsabilidad del gestor por culpa y caso fortuito.

ART 1786. Responsabilidad del gestor por culpa. El gestor es responsable ante el dueño del negocio por el daño que le
haya causado por su culpa. Su diligencia se aprecia con referencia concreta a su actuación en los asuntos propios; son
pautas a considerar, entre otras, si se trata de una gestión urgente, si procura librar al dueño del negocio de un
perjuicio, y si actúa por motivos de amistad o de afección.

Las circunstancias enunciadas son meramente enunciativas. Del art. surge que aunque la conducta no haya sido
conforma a la esperable de una persona prudente, pero fue la habitual del gestor, este queda eximido de responder
por los perjuicios.

Ain perjuicio de las pautas que fija el 1786, la culpa debe encuadrarse en el art. 1724, según el cual consiste en “ la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el
lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión”.

ART 1787. Responsabilidad del gestor por caso fortuito. El gestor es responsable ante el dueño del negocio, aun por el
daño que resulte de caso fortuito, excepto en cuanto la gestión le haya sido útil a aquél: a) si actúa contra su
voluntad expresa; b) si emprende actividades arriesgadas, ajenas a las habituales del dueño del negocio; c) si
pospone el interés del dueño del negocio frente al suyo; d) si no tiene las aptitudes necesarias para el negocio, o su
intervención impide la de otra persona más idónea.

a) Parece justificado desde que es evidente que el dueño del negocio no desea que aquella se lleve adelante.
Tampoco tendrá en tal caso derecho a remuneración o reintegro de gastos.

b) Es lógico, pues en función del modo de actuar del gestionado nunca hubiera encargado ese negocio y por tanto
jamás le hubiera resultado el daño derivado de la gestión.

c) Se trata de un supuesto que no responde al instituto de la gestión de negocios ajenos, pues es propio de esta que
se actúe en favor de los intereses del dueño y no de los propios del gestor.

d) En el caso de la culpa radica en la imprudencia de llevar a cargo acto para los cuales el gestor no resultaba ser la
persona indicada, sea por desconocimiento del tema, sea porque aun siendo hábil para ello, había otra persona que
resultaba más competente.
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Frente a todos estos supuestos, la responsabilidad del gestor por daños que sufra el gestionado, no queda eximida ni
siquiera por el caso fortuito. Solo se exime de tal responsabilidad si en la medida que la gestión haya resultado útil al
dueño, en cuyo caso, su prueba pesa sobre el gestor; se trata del beneficio que el gestionado haya obtenido de la
gestión.

Que se haga referencia al daño ocasionado al dueño por el caso fortuito y que, al mismo tiempo, se mencione un
beneficio, no necesariamente es un contradicción, ya que puede haber un daño en un aspecto, y a la vez, resultar un
beneficio por otro lado; en este caso, el gestor tiene derecho a una suerte de compensación.

En los supuestos enumerados media una grave imprudencia del gestor, por lo que es justo que la ley extreme su
severidad con él. Pero, pese a ello, aun en tales casos puede eximirse de responsabilidad, por caso fortuito, si prueba
que el perjuicio habría ocurrido de todos modos, aunque no hubiese realizado de la gestión.

Responsabilidad solidaria.

ART 1788. Responsabilidad solidaria. Son solidariamente responsables: a) los gestores que asumen conjuntamente el
negocio ajeno; b) los varios dueños del negocio, frente al gestor.

Ratificación.

ART 1789. Ratificación. El dueño del negocio queda obligado frente a los terceros por los actos cumplidos en su
nombre, si ratifica la gestión, si asume las obligaciones del gestor o si la gestión es útilmente conducida.

Aplicación de normas del mandato.

ART 1790. Aplicación de normas del mandato. Las normas del mandato se aplican supletoriamente a la gestión de
negocios. Si el dueño del negocio ratifica la gestión, aunque el gestor crea hacer un negocio propio, se producen los
efectos del mandato, entre partes y respecto de terceros, desde el día en que aquélla comenzó.

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