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Lección catorce.

La representación
1. La representación. Conceptos y clases

La representación tiene gran trascendencia práctica, pues facilita la realización


de actos juridico o contratos, bien porque el titular del derecho no puede
llevarlos a cabo por sí mismo, por encontrarse lejos del lugar donde el negocio
se va a celebrar, por ejemplo, bien porque prefiere que el negocio juridico lo
celebre una persona experta en la materia para asegurar el mejor resultado.

La representación es una institución a través de la cual una persona se


encuentra legitimada para actuar en nombre de otra de modo que las
gestiones que el representante lleva a cabo inciden en la esfera jurídica del
representado, ya sea de forma directa o indirecta.

La representación puede ser legal o voluntaria, en atención a que esté prevista


en la norma para determinados supuestos o que la persona designe
voluntariamente a otro sujeto para que gestione sus intereses. A esto alude el
artículo 1259CC

La representación voluntaria tiene lugar cuando una persona otorga a otra


persona poder para que gestione todos o algunos de sus intereses, en definitiva,
la legítima para actuar en su nombre, de modo que los efectos de la gestión
que se lleve a cabo recaen en la esfera jurídica de quien otorga la
representación.

Se distingue también entre representación directa o indirecta, en atención a


que la actuación del representante vincule directamente al representado
cuando el representante actúa en nombre y en interés de aquél, o que no sea
asi porque el representante actúa en nombre propio y en interés ajeno, dando
lugar a lo que se denomina representación indirecta.

La representación legal se trata de una forma de sustitución o complemento de


la voluntad del titular del derecho cuando no puede formarla por sí solo y
porque su contenido viene dado por la ley.

Hay que hacer referencia a la figura del nuntius. Estamos ante esta situación
cuando la persona que actúa es un mero transmisor de la voluntad del
mandante, a la que se sujeta sin ningún margen de decisión.

2. El negocio de apoderamiento

El apoderamiento es un negocio juridico en virtud del cual una persona encarga


a otra que la represente en la gestión de sus intereses, de modo que la gestión
realizada por éste produzca efectos en la esfera jurídica del podernante.

El apoderamiento puede presentarse aislado, el poder que se otorga para


realizar un acto jurídico o celebrar un negocio concreto. El contrato típico de
apoderamiento es el contrato de mandato. Además, el apoderamiento puede
derivarse de un contrato de arrendamiento de servicios, el del abogado al que
se otorga poder para que gestione los asuntos que se le encomiendan, el socio
que otorga poder a un representante de la sociedad, entre otros.
Capacidad para celebrar el negocio de apoderamiento. En cuanto a la
capacidad para otorgar el poder que permite a otro actuar en nuestro nombre
se considera que el podernante debe de tener capacidad general para emitir
el necesario consentimiento, estando a lo dispuesto en el artículo 1263CC, pues
sólo él celebra el negocio de apoderamiento.

El precepto, tras la modificación operada en 2021, ya no hace ninguna


referencia a la capacidad para emitir el consentimiento de las personas con
discapacidad intelectual o cognitiva, temporal o definitiva, aunque esta
ausencia de regulación al respecto no significa que su consentimiento sea
válido en todo caso.

El artículo 323CC entiende que el podernante debe tener capacidad para


celebrar el contrato o negocio concreto para el que otorga el poder, la general
o la especifica exigida para determinados negocios.

En cuanto al apoderado, se entiende que debe tener capacidad general de


contratar, el menor emancipado la tiene, de hecho, el artículo 1716CC permite
que el menor emancipado sea mandatario, pero no se le exige la capacidad
requerida para la celebración del contrato que se vaya a celebrar, donar, por
ejemplo, pues esta capacidad en quien debe de concurrir es en el poderdante,
como se acaba de indicar.

Forma del apoderamiento. El mandato puede ser expreso o tácito, no exige una
forma concreta para su celebración, salvo en los supuestos expresamente
previstos en la ley, puesto que en él se indica que el mandato expreso puede
darse por instrumento público o privado y aun de palabra.

El apoderamiento expreso puede otorgarse mediante documento público o


privado y aún de forma verbal, puesto que no se exige una forma determinada.
El apoderamiento tácito tendrá lugar cuando se desprenda de hechos
concluyentes.

Ejecución del apoderamiento. El apoderado tras conocer su designación y


aceptarla, o al menos no renunciar a ella, queda obligado a cumplir con la
gestión que se le ha encomendado y a respetar las instrucciones que el
podernante le haya dado.

La actuación del apoderado dentro de los límites del encargo vincula al


podernante como si él mismo hubiera contratado y tiene que cumplir lo
pactado, siendo directamente responsable del incumplimiento de todo o de
parte

Extinción del apoderamiento. La extinción del apoderamiento tampoco cuenta


con regulación específica por lo que una vez más se recurre a las reglas previstas
para el mandato, en este caso el artículo 1732CC.

La revocación del poder por el podernante se justifica no solo porque se trata


de una relación de confianza, sino porque es un negocio unilateral, como se ha
dicho, que tiene por objeto la gestión de los negocios del podernante en la
forma que considere oportuno, incluida la decisión de revocar los poderes
otorgados.
Cuando el poder se extingue por cualesquiera de las cusas apuntadas deja de
tener efecto, no obstante, se sigue protegiendo la apariencia de legitimación
para actuar que el apoderado tiene respecto de las personas que
desconozcan la extinción del poder.

Si la extinción se produce por renuncia del apoderado cabe entender, al igual


que ocurre con la renuncia del mandatario, que no queda liberado de las
obligaciones y responsabilidades contraídas en el cumplimiento de la
representación otorgada.

Representación sin poder. La representación sin poder puede darse en el caso


de inexistencia de poder, al que alude el artículo 1259CC y también en los casos
en los que el poder otorgado sea insuficiente para el negocio celebrado, o
cuando el representante se extralimite en sus funciones.

Se trata de establecer si la actuación en nombre de otro sin contar con poder


para ello puede producir efectos. Lo cierto es que, al actuar en nombre de otro
puede decirse, como señala la doctrina, que hay representación, por lo que
procede decidir cuáles sean los efectos frente a las partes implicadas,
representado, representante y tercero con quien se ha contratado.

El representado puede ratificar el negocio celebrado por el representante en


cuyo caso producirá todos sus efetos como si hubiera habido representación
desde el inicio, pues convierte en válido el negocio celebrado inicialmente si
autorización y se retrotrae al momento de celebración del contrato. La
ratificación viene a suplir la falta de apoderamiento.

La doctrina entiende que la ratificación puede ser expresa o tácita. La expresa


debe hacerse en la forma requerida por el negocio que se ratifica, se exigirá
escritura pública si es alguno de los previstos en el artículo 1280.5CC. habrá
ratificación tácita cuando la intención de ratificar pueda deducirse de hechos
concluyentes que indiquen que se conoce y asume el contrato celebrado por
el representante sin autorización.

Apoderamiento preventivo. El mandato se extinguirá también, por la


incapacitación sobrevenida del mandante a no ser que en el mismo se hubiera
dispuesto su continuación o el mandato se hubiera dado para el caso de
incapacidad del mandante, apreciada conforme a los dispuesto por éste.

La regulación de esta figura en síntesis permite que el podernante al otorgar el


poder incluya una cláusula que estipule que el poder subsista si en el futuro
precisa apoyo en el ejercicio de su capacidad. Eso implica que se incluye en un
poder otorgado para la gestión de asuntos de la persona antes de necesitar
apoyo.

En los casos del mandato representativo podemos considerar la opinión


expuesta respecto del último párrafo del artículo 1732CC, ahora derogado.

3. La representación indirecta

La representación indirecta, de la que hay quien entiende que no es verdadera


representación, se produce cuando el representante actúa en virtud del poder
otorgado, pero en nombre propio, es decir, el tercero con el que contrata no
sabe que el representante actúa en nombre de otro.

4. La representación legal

Se produce en los casos expresamente previstos en la ley, los supuestos de


representación legal son, por tanto, numerus clausus, y operan con el alcance
que para cada asunto se establece.

La legal si es una representación, pues el representante actúa en nombre e


interés del representado, aunque en esta materia la legitimación se la otorga la
ley precisamente porque el representado no puede actuar por sí solo, y, por
tanto, las consecuencias y efectos de la actuación del representante se insertan
directamente en la esfera jurídica del representado, exactamente igual que en
la representación voluntaria.

Se acude a la representación legal, cuando la persona, titular del derechos y


obligaciones, no puede ejercitarlos por ella misma debido a la edad, la
discapacidad, la situación de ausencia, falta del titular definitivo de un
patrimonio, etc.

La representación legal de los menores la ostentas sus progenitores, titulares de


la patria potestad, ambos o uno solo de ellos cuando el otro no está
determinado, no puede ejercerla o ha sido apartado del ejercicio de la patria
potestad.

El contenido y extensión de las facultades de los representantes legales viene


determinado, como ya se ha dicho, en las normas que regulan cada institución
y se concreta, en su caso, en la resolución judicial en la que se designa al
representante legal. La representación legal debe inscribirse en el registro civil.

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