Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Así que intentaré hacer una especie de trabajo pseudo etnográfico, ¿por qué no
ser nosotros nuestro propio objeto/sujeto de estudio, y nuestro propio informante?
Si se logra hacer como una especie de trabajo encubierto, creo que podemos
ahondar aun más en el vasto campo de los estudios de las ciencias sociales.
Toda la gente oye canciones tristes, llenas de nostalgia, por un amor que se fue o
por uno que no llega, son estas las canciones que están siempre en el top; se nos
ha dicho que debemos de estar en compañía de otra persona para ser felices, se
nos dice que la soledad es un motivo de turbación y desesperanza, pero aún así,
carecemos en nuestra mayoría, las personas actuales de experiencia y sentido
para mantener relaciones duraderas, estables y sinceras, en las cuales las
personas involucradas siempre estén satisfechas, felices y plenas; el mundo en
que nos manejamos se mueve demasiado rápido y tenemos que dejar muchas
cosas en el camino para poder mantener el curso que lleva, aunque este no sea el
modo ideal para vivir.
Por lo tanto es quizá aún peor de lo planteado por Charles Darwin con su teoría
del origen de las especies, en el cual las especies animales iban evolucionando
según fueran capaces de mantenerse en el medio en el que se encontraran y eso
provocaba que la especie se volviera más fuerte y por ende mejor, como según él,
fue que se llegó desde unos primitivos homínidos a una raza superior de
individuos que somos nosotros; como dice Liendhart en Antropología Social (1964)
esto sencillamente para poder justificar así el imperialismo naciente de la corona
británica; según relata sobre cómo el etnólogo ruso Nikolai Miklouho-Maclay le
mostró al mismo Thomas Henry Huxley, abuelo del anteriormente citado autor de
“ciencia ficción”; aún en estos pueblos primitivos que siguen coexistiendo en
nuestro sistema, no son ni mucho menos incivilizados y quizá estaban
privilegiados ya que no formaban parte del imperialismo, que los desdeñaba e
incluso inferiorizaba, pues como muchos de los primeros antropólogos creían
existían razas que se hallaban en desventaja unas con otras, pues había varios
grado de superioridad unos de otros, por ejemplo, los negros que estaban 6 razas
por debajo del ideal británico, quienes eran la raza pura y civilizada, y debajo de
estos aún otros 6 y así sucesivamente.
Esto aplicado a un contexto social actual nos quiere decir que de la manera en
cómo nos desenvolvamos iremos obteniendo beneficios, a pesar de ir perdiendo
lenta o prontamente nuestra “humanidad”, ó cómo seremos segregados, y
depende en gran medida de nuestro nivel socioeconómico, nuestro nivel de
escolaridad, no de educación, nuestro bagaje cultural, mientras más estemos
actualizados en el uso de la tecnología y sigamos siendo capaces de renovarnos
en cuanto a esos conocimientos, y nuestro desempeño en las relaciones en las
cuales se nos adoctrina desde que nacemos, como saber que decir, y como actuar
frente a tal o cual situación, aunque esto no es del todo cierto ya que muchas
veces se nos negaría esa movilidad a pesar de todo.
Pero, y ¿dónde queda el ser humano? ¿Qué pasa con las relaciones
interpersonales en un mundo en constante cambio y donde se debe “mejorar” y
hacer lo posible por salir adelante, donde todo se comercializa y se vuelve un
producto? ¿Dónde a diario nos ofertamos al mejor postor?
Como bien informaban las botellas hace varios años el personaje original vestía de
otros colores, y no era muy llamativo, a pesar de hacer exactamente lo mismo,
pero para una campaña navideña un artista vistió al simpático personaje con los
colores emblemáticos del mayor emblema imperialista, así, llego al alcance de
todos y fue más querido y atraía más; así es que muchos vemos la celebración de
la navidad como un ardid publicitario más de la bebida, quizá ellos obtengan
alguna especie de regalía de cada Santa Claus en el mundo, quizá sea un legado
que obsequiaron al mundo entero en pos de llevar la alegría y felicidad a la mayor
parte de las personas. Quizá lo sea, quizá no.
Pues bien, el imperialismo también llegó a comercializar una fecha igual de
importante, aunque quizá deba ser la más importante de las fechas a celebrar, tan
importante como celebrar el día en que uno nace o muere; el llamado Día de San
Valentín, comúnmente llamada simplemente Día del Amor y la Amistad; pero,
¿realmente el celebrar ese día demuestra que realmente uno siente tales clases
de afecto hacia ciertas personas?, o, ¿de nuevo en afán de lucro se vulnera y
vitupera lo más preciado del ser humano, los sentimientos más puros los cuales
nos distinguen y hacen superiores a las demás especies con las que
cohabitamos? En absoluto; y esto se demuestra en cómo fue concebido ese día; y
como por simple consumismo se deja de lado el sacrificio que tuvo que hacerse
para llegar a ser una fecha memorable. Se envían toda clase de regalos a las
personas que nos agradan, por las que sentimos algo “especial”, seres queridos
con los que estamos directamente emparentados, o elegimos estarlo, y, para
demostrar cuán grande es nuestro cariño generalmente se debe obsequiar algo
“significativo”, es decir algo caro y llamativo que sea del total agrado de la persona
que lo recibirá; aunque para unos cuantos nostálgicos, románticos o metafísicos, o
simplemente “sinceros”, cuente mas el detalle en sí que el objeto recibido. Pero
como en todo otro aspecto de una sociedad globalizada, si la persona a la que se
lo obsequiamos, es por un fin implícito, como “enamorarla”, por ejemplo, debemos
de cuidarnos de los demás competidores y cerciorarnos de darle un “mejor” regalo
lo cual demostrara que ante los demás nosotros somos quienes merecemos la
compañía y el afecto de esa persona; nada mas bizarro y grotesco, pero nada más
real y accesible a todos gracias a la reificación de los sentimientos y la
despersonalización de estos en una sociedad posmoderna y globalizada.
¿De qué manera se nos está educando y porque medios se hace? ¿Con que
objetivo sucede todo esto? Si desde el surgimiento del capitalismo se nos instaba
a vender nuestra fuerza de trabajo, con cuanta más razón no se nos pediría
convertirnos en un objeto a nosotros mismos y poder comprarnos y vendernos a
placer, y seria despojándonos de nuestra humanidad, del amor hacia los demás,
volviéndonos egoístas y cada vez más distantes unos de otros, cada vez mas
ávidos de placeres sin importar las consecuencias que eso traiga sobre otros,
pues, si uno mismo está bien y es quien solo debe importarnos, no hay nada de
qué preocuparse; y de ese modo es que se nos acostumbra a recibir un trato frío,
distante y despersonalizado de parte de quienes nos emplean.
Una historia popular a modo de anécdota cuenta como un rico empresario quiere
explotar a como dé lugar a un artista oaxaqueño, y cuando este le refuta por qué
no podría llevar a cabo el trabajo, después de todas las formas en que el
imperialista le intenta convencer, el artista le dice: “no lo puedo hacer porque yo
dejo una parte de mi en cada trabajo realizado y al hacerlos como usted me pide,
perdería esa satisfacción, los haría por compromiso, de mala gana y eso no sería
justo para mi, ni para el que recibiera lo que he hecho”; precisamente eso es lo
que pasa con la globalización y la posmodernidad, ya no disfrutamos
absolutamente nada, ni siquiera el ofrecer cariño, amor, amistad, lealtad,
compromiso, nada de eso; eso es solo para nosotros y en caso de ser sumamente
necesario; somos dioses todopoderosos, esclavos de nuestra falsa libertad y de
intereses totalmente ajenos a nosotros; a excepción de unos cuantos brotes de
inconformidad alrededor del mundo, que demuestran su amor y lealtad para
consigo mismos y su prójimo, a pesar de no relacionarse directamente con este.
En el caso del amor erótico uno se debe esforzar por mantener viva la llama de la
pasión, de lo contrario nuestra pareja o uno mismo se cansara y no es verdad lo
que dice Rocío Durcal respecto de que es más fuerte la costumbre que el amor
(1984), pues las parejas no duran lo suficiente para experimentar con otras
personas cosas diferentes, quizá totalmente iguales, pero con distintas personas;
como se nos marca en el contexto globalizado, debemos de obtener siempre más
cosas, mejores beneficios que los actuales, cosas más nuevas, ¿por qué no
habría de hacerse lo mismo con las personas?
Lo cual, por una parte le quitó en la mayoría de los casos ese yugo opresor a las
mujeres y comenzaron a cambiar los roles en pos de mejoras económicas; la
mujer comenzó a trabajar dando paso a si a “libertades” que se fue “ganando”,
pues al volverse competitiva en el mundo laboral y apoyar a la economía familiar y
nacional, llegando a ganar más respeto del obtenido anteriormente, comenzó a
hacerse popular la idea de que para demostrar su éxito y su libertad debía
comportarse igual que lo hacían los hombres; comenzó ella misma tal vez a
ponerse otros yugos, pero revestidos de supuestos beneficios.
Antes era solo la mujer la que se exponía como mercancía contra su voluntad;
hoy en día hombres y mujeres de distintas edades y estratos sociales se ofertan
como mercancía al mejor postor sin importarles nada más que placeres
momentáneos; tenemos el libre albedrio, libertad de elegir lo que mejor nos
parezca con nuestras vidas; pero ¿realmente las elecciones se toman en base a lo
que uno siente que es mejor o simplemente porque se nos ha planteado que así
debe ser? ¿Desde cuándo se hace esto? Este es un mal que se va acrecentando
mientras más nos adentramos en la “era de la información”, y seguirá en aumento
debido a todas las nuevas formas de relacionarse sin realmente llegar a hacerlo.
¿Cómo son los hombres y mujeres del siglo XXI? ¿Cómo se viven las relaciones
humanas afectivas en la posmodernidad? ¿Qué tanto influye la globalización en
estas situaciones?
Cuando las novelas de ciencia ficción fueron escritas, se pensaba que así sería el
futuro, sobre todo cuando se escribía acerca de la distopia, es decir la anti utopía,
que es un sistema similar, por no decir exactamente el mismo en el que nos
encontramos viviendo actualmente; es por eso que los 3 grandes de esta corriente
son considerados profetas como lo es considerado Julio Verne por sus acertadas
historias que vislumbraban el siglo XX lleno de avances tecnológicos que en cierta
medida beneficiaban a la sociedad; pues, por el contrario Huxley, Orwell y
Bradbury, trataban de las relaciones humanas de este siglo, como serian los
avances tecnológicos a su vez un modo de progreso algo que acabaría con
nuestra humanización como tal, y daría pie a formas de represión temibles y
espantosas; Bradbury trataba al igual que Huxley una idea de gente efímera,
intrascendente y enajenada totalmente con el placer y la tecnología, en ocasiones
ambas cosas juntas, el ensimismamiento no conocía límites y esos pobres
remedos de seres humanos son exactamente los mismos seres que habitan hoy
nuestro planeta, Montag, Lenina, Bernard, todos ellos somos nosotros mismos si
no intentamos cambiar en algo esta situación; pero aun dándonos cuenta de ella
muchas veces, es mucho mas cómodo seguir igual o hacer una especie de
mímica que les muestre a los demás que hemos hecho ciertos cambios pero sin
ser esto del todo cierto, o al menos llevar a cabo varios cambios significativos.
Bueno, en el caso de los personajes rebeldes en Fahrenheit 451, tal era la razón a
la cual la gente se aferraba a sus posesiones, en este caso, libros; que el tipo de
gente que abundaba no era para tomarse en cuenta, para compartir sucesos
importantes, y menos conocimiento pues lo rechazaban e intentaban vivir en el
momento de la manera más burda posible totalmente distraídos con sus gadgets,
que eran indispensables para vivir.
¿Y para qué sirve toda esa tecnología? Para mantenernos comunicados con
quienes queremos “relativamente” cerca, pero no para estar juntos físicamente, o
para agilizar un poco más las cosas.
Una persona puede estar más feliz con la relación que tiene con otra por páginas
de redes sociales que las que pudiera tener con esa misma persona si estuvieran
en la misma habitación; y muchas personas so pretexto del tiempo u otras
ocupaciones prefieren mantener contacto vía Facebook o Messenger, Skype y
demás formas que se nos presentan para mantenernos lejanamente al alcance y
disponibilidad deseada.
Proliferan tanto las relaciones por este medio, tomando como coqueteos ciertos
mensajes, o debido al perfil que se tenga, alguna persona puede tener una idea
equivocada de cómo es la persona realmente, pero no importa porque muchos ni
siquiera pretenden llegar a dejar de tomar la relación en la “realidad”.
Uno de los juegos favoritos del amor es el sexo; y como una grata experiencia que
debe pasar para que se pueda decir que existe ese amor, que podamos
decentemente decir que profesamos amor hacia los demás, hacia una pareja
formal en cuestión o simplemente una relación desechable, pero segura, ya que
puedes comprar el kit de una sola noche, donde sabes que después de ahí no hay
nada, solo tu egoísmo queda satisfecho un momento supliendo una necesidad que
no comprendes como llenar, que no entiendes como despojarte pero que seguirás
manteniendo para satisfacerte a ti y a las personas que consideres necesarias, sin
volver nunca atrás, pero sin poder salir adelante del todo.
Lacan decía que el amor era dar lo que no se tenía a quien no se le debía dar,
entonces, una persona después de varios intentos fallidos ¿por qué sigue
intentando? ¿Por qué repite si no le ha servido de nada? Aun si le es fácil o difícil
conseguir relaciones en las que no dé el 100%, y aun si lo da ¿por qué no busca
relacionarse de forma duradera? ¿Por qué son tan solo unos meses, esperar una
cantidad y volver a empezar?
Marx, en El Capital (1867) exponía que los capitalistas eran vampiros que
chupaban la sangre de la gente; y al expandirse, con la globalización, parece que
son todavía bestias más peligrosas que chupan el amor propio de las personas y
envenenan a la vez a estas, las contagian y las vuelven meras mercancías; dígitos
sin importancia, efímeros cálculos que no interesan; como Stalin decía, una
muerte es una pena; pero, 1 millón son una estadística, es eso precisamente, el
sistema globalizado no pretende dar trato humano sino cosificar a la gente, que
sean meros objetos y cada quien les da un valor dependiendo de la necesidad en
que se encuentren.
¿Es en realidad siempre necesario estar con alguien para ser feliz? ¿De algún
modo estamos programados para buscar la felicidad en otra persona, o para que
la nuestra abarque a esa otra persona?
La plenitud debe buscarse y encontrarse en uno mismo, solo así es que uno podrá
realmente ser feliz y hacer feliz a otra persona, cuando existan verdaderas
razones para ser amados y necesitados podremos compartir todo eso con la
persona correcta, o quizá no, quizá este sistema globalizado ya no lo permita y el
destino incierto nos haya alcanzado, y ya no se pueda volver atrás.
Decayendo cada vez más en un espiral que parece no tener fin y del cual no se
puede encontrar algún modo de escapar de el, intentaré retomar congruentemente
el hilo con el que comencé esto; Kierkegaard sigue diciendo que cuando uno es,
por decirlo abandonado, sucumbe a la desesperación pues una parte de nosotros
ha sido arrebatada, es decir ha muerto, pero seguimos viviendo y esto es aun mas
lo que nos sume en esa desesperación que nos despoja de nuestro yo, ya no hay
más esfuerzo por hacer, nuestra humanidad se pierde, y con ello se va también
nuestra eternidad, es decir ¿Qué le deparará a un hombre dependiente, solo ante
un sistema social que lo mastica y lo escupe a placer y que imita y lleva a la praxis
eso en sus relaciones de vida? Creo que no nos queda si no desaparecer, si hace
eso, ya no habrá ningún sacrifico que valga la pena; pero quizá una vez al
desprendernos de nuestro yo, podamos así realmente encontrarnos,
reconstruirnos con lo que nos queda, a raíz de lo que hemos sido.
Provenimos de uno de los pueblos más explotados en todos estos sentidos, aun
no hayamos un lugar establecido; hemos nacido de habitantes del mundo feliz
pero abandonados a nuestra suerte; somos obstaculizados para conseguir la
felicidad, la fidelidad, la sinceridad en nuestras relaciones, porque esto es algo que
no siempre se puede obtener y se debe valorar, pues el sentido de pertenencia se
nota más cuando ya se ha ido esa oportunidad y no volverá.
Realmente debemos de hacer algo para que estos sean los últimos tiempos en
que se viva de esta forma, pues este texto, tomado como mera filosofía o literatura
también nos describe como son las personas en el mundo globalizado; y como se
describe, este tipo de comportamiento es despreciable, y no debe ser aceptado ni
mucho menos establecido, hay que tratar de cambiar esta realidad, y es en base a
nuestra experiencia y sobre todo a nuestro punto de vista crítico que podamos
educar y criar a las personas que hay actualmente de nuevo, y a las futuras
generaciones.
Bibliografía utilizada.
Bauman, Zygmunt (2003) Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos. Fondo de Cultura Económica, México, 2007.