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Universidad Autónoma De Baja California

Facultad De Ciencia Humanas

Construcción Del Conocimiento De La Realidad Social

Profesor Héctor Yogueswar Morales Flores

Alumno Juan Meneses Limón 196398

Globalización, distopia y el fin del amor y la vida.


Introducción a modo de queja
Mucho se dice sobre los beneficios de la globalización; que nos ayuda porque
grandes transnacionales crean fuentes de empleo para todos, y salimos
beneficiados directa o indirectamente ya que la economía se vuelve más
sustentable y duradera; que además, nos aporta conocimientos culturales, ya que
podemos conseguir productos y objetos de distintas partes del mundo; nos hace
eso, en cierto modo, “mejores personas”.

Supuestamente se le debe de ver el lado positivo a todo eso; pero sabemos


muchas veces que nos vemos directamente afectados y, que nuestra “identidad
cultural” muchas veces se ve mermada o trastornada por esos “beneficios”, pues,
debido a toda esa información que manejamos estamos en constante cambio,
siguiendo simplemente las reglas establecidas por el mercado, basadas en frías
estadísticas que nos dictan como actuar para sobresalir ante todos los demás,
pues nuestros congéneres son a su vez nuestros competidores directos y
debemos siempre pasar por encima de las personas, ya sea a base de nuestro
propio “esfuerzo” o de maneras aun más destructivas.

Me es un tanto difícil el mantener un hilo coherente a lo que trato de explicar, pues


aún no resuelvo totalmente mis dudas y advierto que quizá más que hacer una
construcción social de la realidad, haré una construcción social del
resentimiento, pues precisamente en estas 2 semanas pasadas me he visto
directamente afectado por una de las peores consecuencias de un sistema
posmoderno, imperialista, globalizado; que afecta contra nuestras más nobles y
vitales características como seres humanos, que son las relaciones
interpersonales, las últimamente mal llamadas “relaciones humanas”.

Así que intentaré hacer una especie de trabajo pseudo etnográfico, ¿por qué no
ser nosotros nuestro propio objeto/sujeto de estudio, y nuestro propio informante?
Si se logra hacer como una especie de trabajo encubierto, creo que podemos
ahondar aun más en el vasto campo de los estudios de las ciencias sociales.

Toda la gente oye canciones tristes, llenas de nostalgia, por un amor que se fue o
por uno que no llega, son estas las canciones que están siempre en el top; se nos
ha dicho que debemos de estar en compañía de otra persona para ser felices, se
nos dice que la soledad es un motivo de turbación y desesperanza, pero aún así,
carecemos en nuestra mayoría, las personas actuales de experiencia y sentido
para mantener relaciones duraderas, estables y sinceras, en las cuales las
personas involucradas siempre estén satisfechas, felices y plenas; el mundo en
que nos manejamos se mueve demasiado rápido y tenemos que dejar muchas
cosas en el camino para poder mantener el curso que lleva, aunque este no sea el
modo ideal para vivir.

Comenzaré esto partiendo un poco de mi experiencia, imaginación e investigación


sobre un tema que me parece de suma importancia; pues la forma en que vivimos
actualmente es patética en este sentido; espero ser objetivo y claro al final de este
breve análisis en el que me ayudan personajes de gran importancia tanto ficticios
como reales, pero en su mayoría seres que sufren debido a la comercialización y
objetivización del sujeto, despersonalizándonos y desprendiéndonos de nuestra
sagrada autonomía.

La transformación del medio en miedo


Como Soren Kierkegaard expuso en su Tratado De La Desesperación (1848), es
esta una enfermedad mortal, pues quien la padece, se encuentra muerto ya, sin
poder solucionar su situación. Esta a su vez, solo empeora, y es algo mucho peor
que estar muerto, uno debe cargar a cuestas con esto, intentar seguir adelante,
pero con una impotencia total para poder subsistir de la mejor manera. “La
desesperación es la desesperación de incluso no poder morir” (Kierkegaard, 1848,
p. 28 – 32); tal como sucedía con “el salvaje” de la novela Un Mundo Feliz de
Aldous Huxley (1932); debido a la forma en que había sido criado, de forma
anticuada, y sobre todo incivilizada, no tenía cabida en ese mundo de falso
progreso, donde el salir adelante ya estaba predeterminado incluso antes de que
se planeara la llegada de la gente al mundo; y, es así, como, debido a la
globalización, se da ese tipo de eugenesia, pero de manera social, uno tiene que
ir aprendiendo distintos tipos de aptitudes necesarias y requeridas para
poder funcionar dentro del sistema, ya que de lo contrario no forma parte de
este y es excluido, pero sigue estando dentro de el, lo cual es una total
contradicción.

Por lo tanto es quizá aún peor de lo planteado por Charles Darwin con su teoría
del origen de las especies, en el cual las especies animales iban evolucionando
según fueran capaces de mantenerse en el medio en el que se encontraran y eso
provocaba que la especie se volviera más fuerte y por ende mejor, como según él,
fue que se llegó desde unos primitivos homínidos a una raza superior de
individuos que somos nosotros; como dice Liendhart en Antropología Social (1964)
esto sencillamente para poder justificar así el imperialismo naciente de la corona
británica; según relata sobre cómo el etnólogo ruso Nikolai Miklouho-Maclay le
mostró al mismo Thomas Henry Huxley, abuelo del anteriormente citado autor de
“ciencia ficción”; aún en estos pueblos primitivos que siguen coexistiendo en
nuestro sistema, no son ni mucho menos incivilizados y quizá estaban
privilegiados ya que no formaban parte del imperialismo, que los desdeñaba e
incluso inferiorizaba, pues como muchos de los primeros antropólogos creían
existían razas que se hallaban en desventaja unas con otras, pues había varios
grado de superioridad unos de otros, por ejemplo, los negros que estaban 6 razas
por debajo del ideal británico, quienes eran la raza pura y civilizada, y debajo de
estos aún otros 6 y así sucesivamente.

Esto aplicado a un contexto social actual nos quiere decir que de la manera en
cómo nos desenvolvamos iremos obteniendo beneficios, a pesar de ir perdiendo
lenta o prontamente nuestra “humanidad”, ó cómo seremos segregados, y
depende en gran medida de nuestro nivel socioeconómico, nuestro nivel de
escolaridad, no de educación, nuestro bagaje cultural, mientras más estemos
actualizados en el uso de la tecnología y sigamos siendo capaces de renovarnos
en cuanto a esos conocimientos, y nuestro desempeño en las relaciones en las
cuales se nos adoctrina desde que nacemos, como saber que decir, y como actuar
frente a tal o cual situación, aunque esto no es del todo cierto ya que muchas
veces se nos negaría esa movilidad a pesar de todo.

Pero, y ¿dónde queda el ser humano? ¿Qué pasa con las relaciones
interpersonales en un mundo en constante cambio y donde se debe “mejorar” y
hacer lo posible por salir adelante, donde todo se comercializa y se vuelve un
producto? ¿Dónde a diario nos ofertamos al mejor postor?

De cómo se trastorna un sentimiento y a su vez se vuelve


comercializable
Uno de los emblemas más comunes y conocidos del mundo entero es el
personaje Santa Claus, basado en un personaje real y posteriormente mitificado;
después renovado y comercializado en el producto más conocido del mundo
entero, Coca-Cola.

Como bien informaban las botellas hace varios años el personaje original vestía de
otros colores, y no era muy llamativo, a pesar de hacer exactamente lo mismo,
pero para una campaña navideña un artista vistió al simpático personaje con los
colores emblemáticos del mayor emblema imperialista, así, llego al alcance de
todos y fue más querido y atraía más; así es que muchos vemos la celebración de
la navidad como un ardid publicitario más de la bebida, quizá ellos obtengan
alguna especie de regalía de cada Santa Claus en el mundo, quizá sea un legado
que obsequiaron al mundo entero en pos de llevar la alegría y felicidad a la mayor
parte de las personas. Quizá lo sea, quizá no.
Pues bien, el imperialismo también llegó a comercializar una fecha igual de
importante, aunque quizá deba ser la más importante de las fechas a celebrar, tan
importante como celebrar el día en que uno nace o muere; el llamado Día de San
Valentín, comúnmente llamada simplemente Día del Amor y la Amistad; pero,
¿realmente el celebrar ese día demuestra que realmente uno siente tales clases
de afecto hacia ciertas personas?, o, ¿de nuevo en afán de lucro se vulnera y
vitupera lo más preciado del ser humano, los sentimientos más puros los cuales
nos distinguen y hacen superiores a las demás especies con las que
cohabitamos? En absoluto; y esto se demuestra en cómo fue concebido ese día; y
como por simple consumismo se deja de lado el sacrificio que tuvo que hacerse
para llegar a ser una fecha memorable. Se envían toda clase de regalos a las
personas que nos agradan, por las que sentimos algo “especial”, seres queridos
con los que estamos directamente emparentados, o elegimos estarlo, y, para
demostrar cuán grande es nuestro cariño generalmente se debe obsequiar algo
“significativo”, es decir algo caro y llamativo que sea del total agrado de la persona
que lo recibirá; aunque para unos cuantos nostálgicos, románticos o metafísicos, o
simplemente “sinceros”, cuente mas el detalle en sí que el objeto recibido. Pero
como en todo otro aspecto de una sociedad globalizada, si la persona a la que se
lo obsequiamos, es por un fin implícito, como “enamorarla”, por ejemplo, debemos
de cuidarnos de los demás competidores y cerciorarnos de darle un “mejor” regalo
lo cual demostrara que ante los demás nosotros somos quienes merecemos la
compañía y el afecto de esa persona; nada mas bizarro y grotesco, pero nada más
real y accesible a todos gracias a la reificación de los sentimientos y la
despersonalización de estos en una sociedad posmoderna y globalizada.

¿De qué manera se nos está educando y porque medios se hace? ¿Con que
objetivo sucede todo esto? Si desde el surgimiento del capitalismo se nos instaba
a vender nuestra fuerza de trabajo, con cuanta más razón no se nos pediría
convertirnos en un objeto a nosotros mismos y poder comprarnos y vendernos a
placer, y seria despojándonos de nuestra humanidad, del amor hacia los demás,
volviéndonos egoístas y cada vez más distantes unos de otros, cada vez mas
ávidos de placeres sin importar las consecuencias que eso traiga sobre otros,
pues, si uno mismo está bien y es quien solo debe importarnos, no hay nada de
qué preocuparse; y de ese modo es que se nos acostumbra a recibir un trato frío,
distante y despersonalizado de parte de quienes nos emplean.

Se nos plantea que no somos indispensables, más bien somos reemplazables, y


se nos insta constantemente a ser más eficaces para llevar a cabo toda clase de
labores que sinceramente no nos llevan a crecer espiritualmente, pero, en la
mayoría de los casos no nos queda de otra; cumplimos funciones y nada más,
estamos para llevar a cabo un “papel” en una ridícula puesta en escena, donde
nuestra participación es meramente transitoria, no vamos a dejar nada, o eso es lo
que se nos quiere hacer creer; el romanticismo ha muerto, al igual que el “dios” del
siglo XIX que Nietzsche pregonaba, ya no hay esperanza, o ¿es que acaso está
en donde nadie intenta jamás buscar por temor, o por apatía, o ignorancia? ¿Por
qué? ¿Será dentro de uno mismo? ¿Tendremos que estarlo buscando en otras
personas?

Una historia popular a modo de anécdota cuenta como un rico empresario quiere
explotar a como dé lugar a un artista oaxaqueño, y cuando este le refuta por qué
no podría llevar a cabo el trabajo, después de todas las formas en que el
imperialista le intenta convencer, el artista le dice: “no lo puedo hacer porque yo
dejo una parte de mi en cada trabajo realizado y al hacerlos como usted me pide,
perdería esa satisfacción, los haría por compromiso, de mala gana y eso no sería
justo para mi, ni para el que recibiera lo que he hecho”; precisamente eso es lo
que pasa con la globalización y la posmodernidad, ya no disfrutamos
absolutamente nada, ni siquiera el ofrecer cariño, amor, amistad, lealtad,
compromiso, nada de eso; eso es solo para nosotros y en caso de ser sumamente
necesario; somos dioses todopoderosos, esclavos de nuestra falsa libertad y de
intereses totalmente ajenos a nosotros; a excepción de unos cuantos brotes de
inconformidad alrededor del mundo, que demuestran su amor y lealtad para
consigo mismos y su prójimo, a pesar de no relacionarse directamente con este.

En el caso del amor erótico uno se debe esforzar por mantener viva la llama de la
pasión, de lo contrario nuestra pareja o uno mismo se cansara y no es verdad lo
que dice Rocío Durcal respecto de que es más fuerte la costumbre que el amor
(1984), pues las parejas no duran lo suficiente para experimentar con otras
personas cosas diferentes, quizá totalmente iguales, pero con distintas personas;
como se nos marca en el contexto globalizado, debemos de obtener siempre más
cosas, mejores beneficios que los actuales, cosas más nuevas, ¿por qué no
habría de hacerse lo mismo con las personas?

Si hay un mejor producto en el mercado, o al menos reciente, se nos satura de


publicidad para que lo consigamos, aunque ya tengamos el mismo producto pero
un modelo anterior y que siga funcionando en perfectas condiciones, es tanta la
presión en ocasiones que se reífica el status y se cree que el obtener ese producto
mejorará la calidad de vida, nos hará mejores personas, lo cual es simplemente
absurdo; pero en la mayoría de los casos cuando uno obtiene posesiones
modernas y de calidad siente que ha avanzado algo, que ya tiene un poco de
éxito, o simplemente por su esfuerzo lo merece; ¿por qué traer un carro de modelo
antiguo si se merece uno mismo un mejor carro?, donde a uno ya lo vean los
demás con otros ojos, donde la gente vea en nuestra ostentosidad el nivel superior
de vida que aspiramos y logramos; igual es con las relaciones de pareja, ¿por qué
andar con una persona que no es suficiente y acorde a nuestras “necesidades”?
Independientemente si es por conveniencia que las relaciones acaben, o existan, y
sí existen muchas otras razones por las cuales una relación de pareja acaba,
como los celos, por ejemplo, el cual es un despliegue total de inseguridad de uno
de los involucrados en sí mismo, aun mas que la pareja a quien esta celando, todo
se debe en gran manera a la forma en que simplemente seguimos asumiendo los
roles que la sociedad ya tiene para todos y cada uno de nosotros sin cambiar ni un
poco nuestra realidad; los hombres asumimos nuestro papel y las mujeres el suyo,
así como también se acepta el de ser de distintas clases sociales, de tener distinta
edad, de comportarse de otra manera, etcétera.

En nuestro país por ejemplo, se acostumbraba antes la abominable creencia de


que el hombre debería ser más inteligente que su mujer, para poder dominarla,
hacer que esta fuera sumisa, y estuviera para poder establecer que realmente él
era inteligente, y bueno, incluso algo poderoso…una mujer no debe ser ningún
adorno ni trofeo para el hombre ni viceversa; se debe respetar y mantener la
dignidad del otro, así, uno demuestra que es digno del cariño de la otra persona,
manteniendo una relación de confianza, y no solo estar tratando de
complementarse si no que deben ser personas completas para poder realmente
mantenerse unidos, si no será una relación débil y de nada serviría cualquier
esfuerzo, aunque siendo sinceros las relaciones que nos ocupan aquí se dan
muchas veces sin que se busque un esfuerzo; creo que se sigue el modelo de las
relaciones antiguas, pues bien un hombre se “robaba” a una mujer, a veces con
consentimiento, a veces no, generalmente menor que él, y se quedaban juntos
hasta morir; la mayoría de las veces la mujer era vista como mercancía; pero los
tiempos han cambiado; el imperialismo se encargo de llevar la globalización a
todos los rincones de la esfera, y estamos viviendo en la posmodernidad, un
sistema que debe de llegar a su fin de manera pronta para poder humanizarnos de
nuevo, pero, no como se plantea actualmente la naturaleza humana.

Lo cual, por una parte le quitó en la mayoría de los casos ese yugo opresor a las
mujeres y comenzaron a cambiar los roles en pos de mejoras económicas; la
mujer comenzó a trabajar dando paso a si a “libertades” que se fue “ganando”,
pues al volverse competitiva en el mundo laboral y apoyar a la economía familiar y
nacional, llegando a ganar más respeto del obtenido anteriormente, comenzó a
hacerse popular la idea de que para demostrar su éxito y su libertad debía
comportarse igual que lo hacían los hombres; comenzó ella misma tal vez a
ponerse otros yugos, pero revestidos de supuestos beneficios.

Ahora ellas pueden tener varias parejas sexuales sin compromiso; ya no


necesitan del compromiso, pues al ritmo acelerado en el que nos encontramos
¿quién quiere engancharse en una relación habiendo tantas otras cosas que
hacer? Y, después de todo, ya no está uno obligado a casarse ni nada de eso,
¿qué sucedería si por mantener una relación que no es tan buena pierde uno otra
oportunidad mejor en el futuro? Eso sería impensable.

Antes era solo la mujer la que se exponía como mercancía contra su voluntad;
hoy en día hombres y mujeres de distintas edades y estratos sociales se ofertan
como mercancía al mejor postor sin importarles nada más que placeres
momentáneos; tenemos el libre albedrio, libertad de elegir lo que mejor nos
parezca con nuestras vidas; pero ¿realmente las elecciones se toman en base a lo
que uno siente que es mejor o simplemente porque se nos ha planteado que así
debe ser? ¿Desde cuándo se hace esto? Este es un mal que se va acrecentando
mientras más nos adentramos en la “era de la información”, y seguirá en aumento
debido a todas las nuevas formas de relacionarse sin realmente llegar a hacerlo.

¿Cómo son los hombres y mujeres del siglo XXI? ¿Cómo se viven las relaciones
humanas afectivas en la posmodernidad? ¿Qué tanto influye la globalización en
estas situaciones?

Solipsismo y Vacuidad como nuevos valores a ejercer para llegar


a la plenitud
En la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451(1953), se prohibía el leer; el hacer
eso y conservar libros era una empresa peligrosísima, y ambos cargos
conllevaban a la muerte, pues debían ser felices, lo cual es el objetivo “natural” de
todo ser humano, y al leer pensabas, y una vez haciendo eso, ya no se llegaría a
ser feliz, y debía de ser feliz la gente a como diera lugar ; pero había unas cuantas
personas que valoraban esas posesiones tanto o más que a sus propias vidas, y
lo hacían por una sencilla razón.

Cuando las novelas de ciencia ficción fueron escritas, se pensaba que así sería el
futuro, sobre todo cuando se escribía acerca de la distopia, es decir la anti utopía,
que es un sistema similar, por no decir exactamente el mismo en el que nos
encontramos viviendo actualmente; es por eso que los 3 grandes de esta corriente
son considerados profetas como lo es considerado Julio Verne por sus acertadas
historias que vislumbraban el siglo XX lleno de avances tecnológicos que en cierta
medida beneficiaban a la sociedad; pues, por el contrario Huxley, Orwell y
Bradbury, trataban de las relaciones humanas de este siglo, como serian los
avances tecnológicos a su vez un modo de progreso algo que acabaría con
nuestra humanización como tal, y daría pie a formas de represión temibles y
espantosas; Bradbury trataba al igual que Huxley una idea de gente efímera,
intrascendente y enajenada totalmente con el placer y la tecnología, en ocasiones
ambas cosas juntas, el ensimismamiento no conocía límites y esos pobres
remedos de seres humanos son exactamente los mismos seres que habitan hoy
nuestro planeta, Montag, Lenina, Bernard, todos ellos somos nosotros mismos si
no intentamos cambiar en algo esta situación; pero aun dándonos cuenta de ella
muchas veces, es mucho mas cómodo seguir igual o hacer una especie de
mímica que les muestre a los demás que hemos hecho ciertos cambios pero sin
ser esto del todo cierto, o al menos llevar a cabo varios cambios significativos.

Bueno, en el caso de los personajes rebeldes en Fahrenheit 451, tal era la razón a
la cual la gente se aferraba a sus posesiones, en este caso, libros; que el tipo de
gente que abundaba no era para tomarse en cuenta, para compartir sucesos
importantes, y menos conocimiento pues lo rechazaban e intentaban vivir en el
momento de la manera más burda posible totalmente distraídos con sus gadgets,
que eran indispensables para vivir.

¿Y para qué sirve toda esa tecnología? Para mantenernos comunicados con
quienes queremos “relativamente” cerca, pero no para estar juntos físicamente, o
para agilizar un poco más las cosas.

El ser humano puede comunicarse desde estaciones espaciales, a través de


internet puede ver y hablar en tiempo real con alguien de cualquier lugar del
planeta; igual con los celulares y muchos otros aparatos y/o aplicaciones y
paginas en la red; pero esto jamás ha garantizado que los miembros de una
familia se acerquen mas; esto no ha mejorado las relaciones de pareja y mucho
menos establece con todos estos aparatos una mejor comunicación entre las
personas.

Una persona puede estar más feliz con la relación que tiene con otra por páginas
de redes sociales que las que pudiera tener con esa misma persona si estuvieran
en la misma habitación; y muchas personas so pretexto del tiempo u otras
ocupaciones prefieren mantener contacto vía Facebook o Messenger, Skype y
demás formas que se nos presentan para mantenernos lejanamente al alcance y
disponibilidad deseada.

Estas ayudas pueden llegar a serlo en algún momento de la relación, pero si se


comienza a basar en este sistema solamente se volverá peligroso, además si se
mantienen perfiles públicos donde otras personas puedan tener acceso; esto
podría llegar a ocasionar graves problemas como malentendidos, pues, una
simple broma o comentario fuera de lugar de un usuario a otro, puede hacer
pensar a la otra persona involucrada “sentimentalmente” que su pareja le engaña
y muchas otras paranoias que traen consigo esta clase de aplicaciones para
mantenerse siempre comunicado y sin absoluta privacidad.
A modo de una especie de Big Brother salido de la novela de Orwell, 1984 (1948),
uno esta “conectado” siempre y se le da la facilidad de delatarse totalmente en vez
de ser uno vigilado sin tener remedio, uno decide que decir, que información
guarda de su pareja y que no de manera que esta no se entere de todo lo que
sucede, pero dejando a la imaginación todo lo que pudiera estar ocultándole.

Proliferan tanto las relaciones por este medio, tomando como coqueteos ciertos
mensajes, o debido al perfil que se tenga, alguna persona puede tener una idea
equivocada de cómo es la persona realmente, pero no importa porque muchos ni
siquiera pretenden llegar a dejar de tomar la relación en la “realidad”.

Nos embarga una vacuidad a todos, que no es sino la falta de un sincero y


genuino interés en otras personas, inclusive en valorarnos nosotros mismos,
porque la manera de demostrar que valemos la pena como seres humanos haría
que sintiéramos un profundo dolor y una enorme consideración a los sentimientos
ajenos tanto o más que a los propios.

La delgada línea entre el conductismo cotidiano y la levedad que


nos orilla a la anomia social
Charles Bukowski tenía razón, el amor es un perro del infierno (1974-1977), ¿por
qué a pesar de ser mordidos varias veces por este simplemente seguimos
buscando el momento de salir avante y repetimos en ocasiones los mismos
errores o mejorando en algunos aspectos, empeorando en otros?, aun si
repetimos el mismo proceso obtenemos distintos resultados, y a veces creemos
obtener los mismos resultados usando otras formas de actuar. Pero ¿Por qué es
que realmente actuamos? ¿No podríamos simplemente ser nosotros mismos y
entregarnos totalmente en una relación? ¿Por qué uno de los 2 terminara fallando,
o al otro no le parecerá suficiente lo que se haga y no querrá seguir?

Uno de los juegos favoritos del amor es el sexo; y como una grata experiencia que
debe pasar para que se pueda decir que existe ese amor, que podamos
decentemente decir que profesamos amor hacia los demás, hacia una pareja
formal en cuestión o simplemente una relación desechable, pero segura, ya que
puedes comprar el kit de una sola noche, donde sabes que después de ahí no hay
nada, solo tu egoísmo queda satisfecho un momento supliendo una necesidad que
no comprendes como llenar, que no entiendes como despojarte pero que seguirás
manteniendo para satisfacerte a ti y a las personas que consideres necesarias, sin
volver nunca atrás, pero sin poder salir adelante del todo.

Uno seguirá cometiendo los mismos errores, porque ya no importa si es que


realmente se libera de esa pesada carga de soledad, autosatisfacción y el ser
utilizado a la vez que utiliza a alguien más, y dejar de darle importancia, ya que
uno mismo espera no tenerla de nadie más realmente.

Lacan decía que el amor era dar lo que no se tenía a quien no se le debía dar,
entonces, una persona después de varios intentos fallidos ¿por qué sigue
intentando? ¿Por qué repite si no le ha servido de nada? Aun si le es fácil o difícil
conseguir relaciones en las que no dé el 100%, y aun si lo da ¿por qué no busca
relacionarse de forma duradera? ¿Por qué son tan solo unos meses, esperar una
cantidad y volver a empezar?

De seguir un método Pavloviano o Skinneriano eso sería muy sencillo, aunque


básicamente es lo mismo que se hace pero sin darse cuenta de que vuelve a caer,
presiona y presiona para obtener un beneficio o simplemente evitar una descarga
y, llega después al punto de no poder hacer nada, que es una total desesperación
y conduce a otros trastornos, igual de nocivos y lastima a la persona y en cierto
modo la imposibilita, y creerá que ya no tendrá oportunidad; y así como acaba una
relación por buscar una más duradera, o por qué no se encuentre ninguna
duradera; y mientras tanto se sigue vagando por ahí con la etiqueta de “libre” cual
si fuera un taxi dispuesto a llevarnos hacia donde queremos ir y nada más.

Y entonces ¿qué es lo que busca al no buscar nada? Una estabilidad en la que


solo uno mismo sea quien se encuentre bien, porque si te involucras demasiado
sufres y repites patrones, pero al optar por este tipo de situaciones y relaciones
sucede lo mismo, solo se repiten patrones muy sencillos sin tomar en cuenta que
no fueron ellos si no otros quienes ya decidieron y dictaron lo que se tiene que
hacer, y simplemente por miedo y orgullo es que se sigue usando el modo de
“amar” que se está volviendo tradicional, y es extraño, encontrar otra forma, salvo
sus excepciones entre los marginados sociales, pudiera decirse; “no es fácil para
mí hablar de esto y manosear las mismas palabras de amor que se entregan a
cualquiera”, cantan Los Prisioneros (González, Jorge, 1984) en una de sus
clásicas canciones “románticas”, podría decirse, pero es cierto, se puede pensar
que todo se ha dicho ya, y es ese mismo hartazgo el que orilla a la gente a actuar
sin importarles nada, pero, es un egoísmo en el que ellos a pesar de todo no
ganan nada, pues no arriesgan nada.

Marx, en El Capital (1867) exponía que los capitalistas eran vampiros que
chupaban la sangre de la gente; y al expandirse, con la globalización, parece que
son todavía bestias más peligrosas que chupan el amor propio de las personas y
envenenan a la vez a estas, las contagian y las vuelven meras mercancías; dígitos
sin importancia, efímeros cálculos que no interesan; como Stalin decía, una
muerte es una pena; pero, 1 millón son una estadística, es eso precisamente, el
sistema globalizado no pretende dar trato humano sino cosificar a la gente, que
sean meros objetos y cada quien les da un valor dependiendo de la necesidad en
que se encuentren.

¿Es en realidad siempre necesario estar con alguien para ser feliz? ¿De algún
modo estamos programados para buscar la felicidad en otra persona, o para que
la nuestra abarque a esa otra persona?

No todo es parte de un gran plan, si no, quizá de un gran negocio; habemos


muchos enajenados que realmente esperamos encontrar la felicidad al lado de
otra persona, aunque esta no nos acepte, por orgullo quizá, porque tiene la
costumbre de seguir buscando y buscando sin saber qué es lo que tiene que
encontrar, pero dando por sentado que si ya lo tuvo, no le fue suficiente, pues
“aprendió” que como en la lotería o juegos de casino uno tiene que seguir
intentando a ver hasta cuando le parece que el premio es el que va de acuerdo
realmente a sus necesidades, pero aunque ya haya afianzado cierta cantidad la
pierde ansiando encontrar mas y recuperarse, cuando a veces ya no se vuelve a
presentar la oportunidad.

La plenitud debe buscarse y encontrarse en uno mismo, solo así es que uno podrá
realmente ser feliz y hacer feliz a otra persona, cuando existan verdaderas
razones para ser amados y necesitados podremos compartir todo eso con la
persona correcta, o quizá no, quizá este sistema globalizado ya no lo permita y el
destino incierto nos haya alcanzado, y ya no se pueda volver atrás.

Podemos sentirnos abandonados, solos, vacíos, y en cierto modo tenemos razón;


en este sistema globalizado estamos despojados de nuestro “ser humano”, aun
cuando haya lemas y propagandas empeñados en construirnos una identidad que
no le hayamos pedido y que no necesitamos de igual manera.

Estamos concebidos en este mundo y “debemos” de adaptarnos a el o seremos


“desviados”, y entonces tendremos menos oportunidades de hacer algo productivo
para salir adelante; pero no tiene por qué ser así, podemos educar con nuevos
valores o reformularnos preguntas, encontrar respuestas, ver la dirección hacia
dónde vamos y virar hacia un mejor porvenir, hacia un sano porvenir; se puede
llegar a hacer uso de la globalización alterando su discurso, es decir, realmente
llevando a cabo todos esos buenos proyectos y propósitos que se supone nos ha
propuesto desde su aparición; ya no tenemos por qué seguir manipulados por
Thatcher, Reagan, Salinas de Gortari y todos los demás que nos han convertido
en un producto; ya no tenemos por qué ser una ladrillo mas en una pared, una lata
en una estantería, un producto que se puede desechar y reusar a placer y
conveniencia de otras personas, necesitamos tener bien afianzada una identidad
que nos sea de provecho, este sistema ya está a punto de caer, hay personas que
se están esforzando por que este sistema se acabe, ya debe de haber un nuevo
paradigma; como si no estuviéramos inconformes.

Decayendo cada vez más en un espiral que parece no tener fin y del cual no se
puede encontrar algún modo de escapar de el, intentaré retomar congruentemente
el hilo con el que comencé esto; Kierkegaard sigue diciendo que cuando uno es,
por decirlo abandonado, sucumbe a la desesperación pues una parte de nosotros
ha sido arrebatada, es decir ha muerto, pero seguimos viviendo y esto es aun mas
lo que nos sume en esa desesperación que nos despoja de nuestro yo, ya no hay
más esfuerzo por hacer, nuestra humanidad se pierde, y con ello se va también
nuestra eternidad, es decir ¿Qué le deparará a un hombre dependiente, solo ante
un sistema social que lo mastica y lo escupe a placer y que imita y lleva a la praxis
eso en sus relaciones de vida? Creo que no nos queda si no desaparecer, si hace
eso, ya no habrá ningún sacrifico que valga la pena; pero quizá una vez al
desprendernos de nuestro yo, podamos así realmente encontrarnos,
reconstruirnos con lo que nos queda, a raíz de lo que hemos sido.

Provenimos de uno de los pueblos más explotados en todos estos sentidos, aun
no hayamos un lugar establecido; hemos nacido de habitantes del mundo feliz
pero abandonados a nuestra suerte; somos obstaculizados para conseguir la
felicidad, la fidelidad, la sinceridad en nuestras relaciones, porque esto es algo que
no siempre se puede obtener y se debe valorar, pues el sentido de pertenencia se
nota más cuando ya se ha ido esa oportunidad y no volverá.

En mi caso particular, este sistema nunca me ha aportado nada duradero y dudo y


sé que no lo hará, soy como ese lastimero salvaje de Huxley que había sido criado
de un modo en el que no era absolutamente compatible con los demás, y junto a
mí, miles de salvajes ansían, subsisten, soportan, una existencia privilegiada y a la
vez inmerecida, a pesar de ser en ocasiones participes de ese carnaval grotesco
de perversión y placer que no anhelamos del todo, el único futuro debe ser el
sacrificio, cual suicidio anómico, en un lugar donde no podemos pertenecer y
somos rechazados a la vez que utilizados, algún día simplemente terminaremos
exactamente como el salvaje de Huxley colgado bajo unas escaleras girando
“lentamente, muy lentamente, como dos agujas de brújula, los pies giraban hacia
la derecha: Norte, Nordeste, Este, Sudeste, Sur, Sudsudoeste; después se
detuvieron, y, al cabo de pocos segundos, giraron, con idéntica calma, hacia la
izquierda: Sudsudoeste, Sur, Sudeste, Este...” (Huxley, 1932, p. 252)

Ya vivimos de esa manera, no debemos acabar así también, tendremos que


desarrollarnos lo mejor posible para salir adelante sin necesidad de nadie más,
aunque esto no quiere decir que estemos solos, aislados, mas bien ayudándonos
todos y dejando de ser meros objetos de intercambio.
Más sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles
de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del
dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres,
desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún
acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros,
testarudos, hinchados [de orgullo], amadores de placeres más bien que amadores
de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su
poder; y de estos apártate. (2 Timoteo 3: 1 -5, La Biblia, Traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras)

Realmente debemos de hacer algo para que estos sean los últimos tiempos en
que se viva de esta forma, pues este texto, tomado como mera filosofía o literatura
también nos describe como son las personas en el mundo globalizado; y como se
describe, este tipo de comportamiento es despreciable, y no debe ser aceptado ni
mucho menos establecido, hay que tratar de cambiar esta realidad, y es en base a
nuestra experiencia y sobre todo a nuestro punto de vista crítico que podamos
educar y criar a las personas que hay actualmente de nuevo, y a las futuras
generaciones.

Bibliografía utilizada.
Bauman, Zygmunt (2003) Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos. Fondo de Cultura Económica, México, 2007.

Kierkegaard, Soren (1848) Tratado de la desesperación. Edicomunicación,


Barcelona, 1994.

Lienhardt, Godfrey (1964) Antropología Social. Fondo de Cultura Económica,


México, 2004.

Huxley, Aldous (1932) Un Mundo Féliz. Debolsillo, México, 2005.

Orwell, George (1948) 1984. Editores Mexicanos Unidos, México, 2009.

Bradbury, Ray (1953) Fahrenheit 451. Harper Collins, México, 2008.

La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. (1987)


Watchtower Bible And Tract Society of New York, Estados Unidos, 1987.

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