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RICOS POBRES Y EMPOBRECIDOS

NOMBRE: Mishell Narváez


Juan Camilo Guapacha

GRADO: 11-5
LIC: GILDARDO VELEZ
ASIGNATURA: RELIGION
TERCER PERIODO

INSTITUCION EDUCATIVA EUSTAQUIO PALACIOS


SEDE CENTRAL
SANTIAGO DE CALI
2019
Pobreza y Riqueza
FUENTE: https://filosofia.laguia2000.com

Ricos y pobres son los dos polos extremos de la equidad.


La razón nos dice que para que no haya pobre tan pobres no debería haber ricos
tan ricos. La mejor manera de acceder a esa posición, no es arrebatándosela a
otro, que es lo que el hombre ha hecho siempre desde el principio de los tiempos,
sino que deberían existir los medios para que todos puedan lograrlo. La riqueza en
sí misma no es ni mala ni buena, es una condición humana que significa gozar de
opulencia, abundancia de bienes y prosperidad, que no es motivo para sentirse ni
avergonzado ni orgulloso ante los demás, ni para sentirse culpable por tener
demasiado, porque depende de las circunstancias, de dónde se ha nacido, de la
educación que se ha tenido, de las motivaciones personales y de los deseos
genuinos. Pero la pobreza no es digna de un ser humano, no es algo merecido,
porque depende de las circunstancias que se han vivido, y no le permite a una
persona desarrollarse normalmente ni crecer como los demás a un ritmo sostenido
Lo único que puede salvar al mundo es la educación, porque sólo la educación
masiva traerá consigo la equidad. No se trata que los ricos les den a los pobres lo
que les sobra, sino que los pobres tengan las mismas oportunidades y puedan
cambiar su destino. La obligación de los gobiernos de todas las naciones es evitar
que grandes riquezas estén en muy pocas manos, porque el dinero brinda poder y
terminan siendo las grandes corporaciones las que gobiernan para mantener las
diferencias. Por esta razón los patrimonios personales deberían tener un límite
que evite la concentración exagerada de recursos en pocas personas, en
detrimento de la gran mayoría. Mientras muchos carecen de lo mínimo para vivir,
los ricos no se conforman con lo que tienen y desean ser aún más y más ricos. De
modo que ser rico no implica estar ya satisfecho, sino que por el contrario
aumenta la insatisfacción por no ser tan rico como se desea. Sin embargo, el rico
vive esclavizado por su riqueza, porque su libertad ha sido enajenada por todos
sus bienes, mientras que el pobre está esclavizado por su pobreza, porque su
libertad ha sido enajenada por su lucha por la subsistencia. Pobres y ricos son
como las dos caras de una misma moneda, porque también los nuevos ricos, que
han sido pobres primero, comienzan a tener las mismas aspiraciones que tienen
los ricos, olvidándose completamente de su condición previa; mientras que los
ricos prefieren perder la vida antes que su fortuna. Además de poder, el dinero
brinda seguridad y la ilusión de poder comprar la píldora de la juventud o
conseguir el santo grial que les permita no morir jamás. Pero el misterio de la vida
equipara las diferencias, porque nos mide a todos con la misma vara en el
momento de la muerte, y de nada vale todo el oro del mundo, porque ninguno se
puede llevar nada y todos por igual van a parar al mismo lugar sin compañía. Con
una diferencia, no importará nada lo rico que hayan sido, eso será lo de menos,
porque lo más importante al final será cómo se sientan antes de atravesar el
umbral, porque ese sentimiento será distinto según el tipo de persona que hayan
sido.

EMPOBRECIDOS
¿Pobres o empobrecidos? ¿Y cómo los empobrecemos?
Estrategias de combate contra la pobreza en todos nuestros países y exclusión,
menosprecio y desconfianza en los pobres por todo el mundo caracterizan la
cultura económica de nuestro tiempo, que fabrica pobres. Una reflexión cada vez
más actual, cada vez más urgente.
Las culturas que nos envuelven tienden a hacernos pensar que hay pobres y
empobrecidos por una de estas dos razones: por su culpa, porque son vagos,
porque no supieron elegir de acuerdo con las leyes naturales -y supremas- del
mercado; o por designio de la naturaleza, porque ésta ha hecho a algunos seres
humanos libres y poderosos y a otros débiles y esclavos. Por lo general, cuando
queremos rehuir o combatir una de estas dos explicaciones, caemos de bruces en
la otra.
Frente a estas explicaciones dominantes hay otra corriente que atraviesa también
la historia de la humanidad, como una especie de “negaentropía” o antientropía.
En su versión religiosa, proclama que “Dios no quiere que haya pobres” y se
concentra en la Biblia judeocristiana. En su versión no religiosa, esta corriente se
encarna, sobre todo, en la tradición marxista, que afirma con igual rotundidad que
la naturaleza no hizo a los pobres. Más aún, proclama que la plena realización de
la naturaleza implicará la desaparición de los pobres y la igualdad entre los seres
humanos.
En ambas versiones el balance es el mismo: los pobres son obra del ser humano.
Y por tanto, los pobres son, en su inmensa mayoría, empobrecidos, oprimidos. No
se niegan casos particulares -cuya frecuencia puede discutirse y puede variar-, en
los cuales el pobre es el hijo de su propia libertad o de alguna anomalía de la
naturaleza. Pero esos casos particulares no se consideran la ley dominante, que
afirma que existen pobres porque el género humano los produce, bien sea de
modo inmediato o, mas frecuentemente, de manera mediata o indirecta.
HAY POBRES PORQUE SIEMPRE QUEREMOS MÁS
Hay pobres porque los humanos somos una insaciable voluntad de “más”. Esta
voluntad equivale a voluntad de poder más para ser más. Esta voluntad de más es
lo que, en la tradición cristiana, se llama “pecado original”, y en otras tradiciones
no religiosas ha sido detectada y calificada de otras maneras: “mal radical”, “caída.
El “tener menos” lo ponen de relieve algunas cifras conocidas. Según los informes
del PNUD, tres individuos, los tres más ricos del mundo, poseen una riqueza
equivalente a la de 2 mil millones de personas. Y unas 325 personas poseen el
equivalente al PIB de 45 países.
En el país más rico del mundo, Estados Unidos, 20 millones de hogares no llegan
al tercio del ingreso medio y, de ellos, 8 millones ingresan sólo la quinta parte del
ingreso medio (9 mil 200 dólares anuales, sobre 55 mil). En total, unos 60 millones
de personas están oficialmente por debajo de la línea de la pobreza y dos tercios
de la población no llega al nivel de lo que se considera como ingreso medio,
mientras que el 10% de la población duplica el ingreso medio. Y entre ellos, la
mitad casi lo triplica y el 1% lo multiplica casi por seis. En Estados Unidos, 172 mil
individuos ganan un millón de dólares al año, unos pocos miles ganan 10 millones,
250 llegan a los 50 millones y un pequeño grupo -que no sé si llega al centenar-
supera los 100 millones de dólares anuales. Estamos hablando sólo de ingresos,
al margen del patrimonio de cada cual.
En un país tan trabajador es imposible que esas enormes diferencias sean fruto de
la pereza. Más aún, la obsesión o la necesidad por trabajar al precio que sea ha
hecho que aparezca allí una enfermedad, la adicción al trabajo (workadiction), y
está llevando también a lo que un estudio sociológico sobre Estados Unidos titula
la corrosión del carácter, debida a las continuas amenazas de perderlo, los
cambios de residencia, etc.
Unas últimas cifras son las de esa “historia” que lo explica así: si la Tierra fuese
una pequeña aldea de 100 habitantes, de ellos 57 serían asiáticos, 14
occidentales, 8 africanos, 70 no serían blancos... Y sigue: 6 personas poseerían el
59% de toda la riqueza del mundo, y serían norteamericanos, 80 vivirían en
chabolas, 70 no sabrían leer, 50 sufrirían malnutrición y sólo una tendría
computadora.
HAY POBRES PORQUE LOS HACEMOS NOSOTROS
Los humanos somos seres enormemente interconectados, mucho menos aislados
de lo que cree y profesa el individualismo cultural, nacido, en buena parte, como la
ideología defensora del absoluto de la propiedad. Todos nuestros actos repercuten
en el todo social y estructuran bondad o maldad, igualdad o desigualdad, riqueza o
pobreza. Estructuran también sistemas en que los ricos son cada vez más ricos, a
costa de que los pobres sean cada vez más pobres. Nos cuesta aceptar esto
porque el individualismo que domina en nuestro ambiente piensa y enseña que lo
que yo hago me afecta sólo a mí y no toca para nada a los demás.
Pensar así no es más que una puesta en juego de esa pretensión de absoluto o
pretensión de divinidad, que anida en todos nosotros. La tesis que contraponemos
a esta visión individualista podría visibilizarse con una expresión técnica de la
ciencia moderna, que ha logrado cierta vulgarización -hasta fue tema de alguna
película-, el llamado “efecto mariposa”. Hemos aprendido que algo tan leve y tan
imperceptible como es el batir de alas de una mariposa en Londres puede llegar a
tener sus repercusiones en Australia
Dicho de manera un poco más técnica: en los niveles últimos de la constitución de
nuestra realidad material, las que se llaman partículas elementales, ya no es
posible concebirlas como unidades cerradas y determinadas, al modo de la
atomística antigua. Ya se las concibe siempre y sólo al interior de un sistema de
relaciones y de interacciones, con márgenes de indeterminación.
Por tanto, el individualismo económico -el norteamericano sobre todo- traduce a
niveles antropológicos y sociológicos una cosmología y una física newtonianas, ya
superadas. Este individualismo no ha pasado por las revoluciones de la mecánica
cuántica ni por la ecuación de indeterminación.
Dejemos las analogías físicas y hagamos una rápida descripción económica. Una
multinacional potente (Nike, Coca Cola, Reebok) suele terminar el año anunciando
un aumento sustancial de beneficios. Sorprendentemente, y poco después de ese
anuncio triunfal, la multinacional anuncia que va a cerrar sus fábricas en Estados
Unidos, en Alemania o en España y se va a trasladar a México, a Filipinas, a
Birmania. Y cuando se le pregunta por qué obra así, después de un balance tan
positivo, la respuesta infalible es que hay que ser competitivos (We must be
competitive). Así lo reflejaba una espléndida película norteamericana, titulada,
significativamente I am the one.
Se expresa así el afán de “más”. Sus consecuencias: las multinacionales abren
empresas en un país con la condición de no quedar sujetas a las leyes locales o
medioambientales de ese país... si las hay. Si el país no acepta esa condición
siempre tienen la posibilidad de marcharse a otro sitio -de Birmania a China, por
ejemplo-, a donde irán a “aportar capital y a crear puestos de trabajo”.
La verdad de esa noble pretensión son unas condiciones laborales inimaginables
e infrahumanas para las gentes del país anfitrión: trabajo infantil, horarios de 12 a
14 horas, salarios hasta 18-20 veces más bajos que en el país de origen, falta de
permisos hasta para ir al baño, nula protección ante los riesgos laborales,
accidentes o radiaciones cancerígenas... Condiciones tan brutales que nos las
cuentan y no nos las creemos porque nos parecen imposibles.
Los inmensos beneficios que salen de estas empresas van haciendo ricos cada
vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. No se revierten en quienes
han producido los bienes, los trabajadores del país empresarialmente invadido. Se
invierten, en cantidades enormes, en propaganda y en crear estructuras -a veces
incluso de beneficencia- en las cuales la marca lo ocupa todo, hasta convertirse en
una especie de dios, en una entidad que ya no tiene valor por la calidad del
producto, sino por el nombre que lleva y porque la identificación con él da
identidad a quienes sienten no tener ninguna.
Los ejemplos son el pan nuestro de cada día: niños de muchas familias que
rechazan unas zapatillas de tenis tan buenas o mejores que las Nike, porque si no
llevan Nike, aunque caminen mejor, no serán nadie ante sus amiguitos. La
resistencia de muchos adultos ante los medicamentos genéricos viene de esa
misma veneración por la marca, al margen de la mejor o igual calidad del
producto. Un niño de una favela de São Paulo llegará a matar a un compañero de
infancia ¡por unas Nike usadas! Sabe que Ronaldo calza y anuncia las Nike y
ponérselas permitirá a ese pobre muchacho, al que se está haciendo crecer sin
identidad, identificarse un poco con el futbolista.
Son casos extremos y las cosas no son siempre tan radicales. Pero el análisis de
los casos más puros nos permite conocer mejor cuáles son las bacterias y los
gérmenes patógenos que actúan en un organismo enfermo. También ha ocurrido
que algunas de estas firmas acaban muriendo por la locura de su velocidad
enriquecedora, por huelgas de consumidores cuando se conocen sus métodos o
por otras razones. Pero si mueren, serán sustituidas por otras.
Estos modos de proceder buscan una sanción y un refrendo en supuestos
acuerdos o decisiones de la comunidad humana -mejor sería decir de los únicos
que tienen voz en ella y que son los menos-: en las normas que dicta el Fondo
Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio o en aquel AMI
(Acuerdo Multilateral de Inversiones), que se logró frenar. De momento.
De esta situación se sigue como mínimo, la necesidad de una ética seria y radical
-de mínimos, pero también de máximos- relativa a nuestro consumo y al uso de
nuestro dinero. Si la propiedad no es un dios -y una sociedad laica no debe tener
dioses-, ya no puede ser definida al modo romano como un derecho a usar y a
abusar de lo mío (ius utendi et abutendi). Cuando era joven, la clásica tesis de la
doctrina social católica de que la propiedad tiene “una función social” -o mejor,
“una hipoteca” social- nos parecía insuficiente. Hoy, ya ni se habla de aquella tesis
que, en nuestros días, resulta subversiva.
Esta situación nos exige una reflexión sobre nuestra resistencia al consumismo
como definidor de nuestra identidad -Consumo, luego existo, se leía aún no hace
mucho, en unos almacenes de Barcelona-. Esta reflexión sería absolutamente
fundamental para evitar ese empobrecimiento estructural que hemos esbozado.
Nos exige dejar de creer -según la mentalidad del individualismo posesivo- que el
que yo consuma más o menos no afecta para nada a los demás.
Dicen que existen empobrecidos porque los seres humanos nos negamos a
reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros y que hay pobres porque
siempre queremos más. Nuestra negativa a reconocerlas no se hace -o no se
hace todavía- de manera clara y abierta. Mucha gente piensa que Nietzsche es el
autor que formuló de manera más descarada y cínica las verdades de las que vive
hoy nuestra cultura, sin atreverse a reconocerlo. Mientras Charles Péguy escribía
que los ricos llegan a creer que la pobreza ha dejado de existir una vez que han
logrado rodearla oportunamente de silencio -es lo que hace la sociedad de
consumo para nosotros-, Nietzsche iba mucho más allá: Lo esencial de una
aristocracia buena y sana es que acepta con buena conciencia el sacrificio de un
sinnúmero de seres humanos, los cuales, por su bien, deben ser rebajados y
reducidos a seres defectuosos, a cadáveres e instrumentos. Esa “aristocracia
sana”, liberada de toda compasión decadente ante los débiles, capaz de pensar
en profundidad y defenderse de toda debilidad sentimental sabe que la vida es
esencialmente apropiación, herir y avasallar lo extraño, lo débil, opresión,
dureza.... y por lo menos explotación.
Están ahí las dos actitudes que describen nuestro modo de reaccionar ante los
pobres, luego de haber contribuido a producirlos: el olvido, el silencio, la
ignorancia y -cuando esto ya no es posible- la justificación abierta de nuestra
conducta, apelando a “valores” superiores de aristocracia o de nuestra propia
superioridad.
La actitud que propone Nietzche es tan cruel que muchos seres humanos no se
atreverían a aceptarla. Probablemente la aceptan sin rubor quienes mueven los
hilos económicos y militares de nuestro sistema de convivencia. Su problema es
cómo venderle esos contravalores a las gentes que todavía no son capaces de
“liberarse de esa debilidad de la compasión” ni de reconocerse a sí mismos en
esas actitudes.
FUENTE: https://www.envio.org.ni
POBRE
Todos sabemos qué es ser pobre, pero si hay que explicarlo las respuestas se
limitan, se complican y no coinciden. Para elaborar políticas públicas que
pretenden erradicar la pobreza, lo primero es tener una noción sobre qué es ser
pobre. Sin eso la acción estatal es inconducente. La nueva metodología que
presentó el Gobierno Nacional sobre la pobreza está dando pautas; fueron
elegidas cinco dimensiones que cobijan 15 variables que definen lo que es ser
pobre en Colombia; entre otras: informalidad, desempleo de larga duración, no
aseguramiento en salud, no acceso a agua mejorada, bajo nivel educativo. Si
entendemos pobre como aquel que le faltan al menos 5 de los 15 parámetros,
tenemos que en Colombia la pobreza está en el 30,7%; una cifra que ha venido
disminuyendo, pues en 1997 era de 59,9% y en el 2003, de 48,8%. Aun así,
seguimos rezagados en la eliminación de la pobreza rural. El hecho se explica
porque la mayor parte de la población está en las ciudades y las políticas públicas
han sido diseñadas para atender esas necesidades. El campo colombiano
permanece desatendido, las políticas para ese sector han sido escasas y no hay
estudios suficientes para entender la situación de los habitantes rurales pobres y
responder adecuadamente a sus requerimientos. Observando el mapa de la
incidencia de la pobreza rural que diseñó el DNP lo que resulta más interesante es
el dibujo del modelo centralista que caracteriza al país. La pobreza es menor en la
medida en que se esté cerca de Bogotá; con contadas excepciones, la pobreza
aumenta a medida que se expande el mapa del centro hacia fuera. Es sorprende
que el centralismo sea evidente -en colores- hasta en un mapa. Aquello pone de
presente la necesidad de profundizar la descentralización y atender a las regiones
apartadas. Muchas de estas zonas, como los Llanos, el Pacífico y la Amazonia,
tienen poca población. Ello explica que el Estado no les haya dado prioridad. Hay
también departamentos muy habitados en el sur occidente como Nariño y Cauca.
Es necesario que el país torne su mirada hacia las periferias, y atienda esos
ciudadanos que -muchos o pocos- también son colombianos. La otra aproximación
a la pobreza es la que analiza a los hogares por ingresos. Se considera que
alguien es pobre cuando tiene menos de $177 mil pesos para vivir al mes en el
sector urbano y $106 mil en el sector rural. Así las cosas, en la ciudad un salario
mínimo alcanza para una familia de tres miembros; mientras que en el campo da
para cinco personas. Vista la pobreza desde el aspecto monetario -que hoy es de
37,2%- vemos que para el período 2002-2010 la pobreza se redujo en 12 puntos y
la pobreza extrema en 5,2 puntos. Es evidente que aún nos falta, pero que se está
cumpliendo la tarea. Venezuela, que en los últimos 12 años invirtió las gigantescas
rentas petroleras –que Colombia no tiene-, se configuró con un sistema socialista
y tiene una población pequeña (28 millones, mientras que Colombia tiene 45
millones). Allá se redujo la pobreza tan sólo 5 puntos más que en nuestro país. El
camino es largo. Persiste una desigualdad que aún en el contexto latinoamericano
es alta. Es aún más difícil diseñar estrategias para combatir la pobreza. El mejor
antídoto es el empleo formal, pero no es fácil generarlo. Mientras tanto los
programas de asistencia social se convierten en una herramienta poderosa. El
establecimiento de estos 15 parámetros plantea retos concretos para cada uno de
los ministerios y enfoca inequívocamente las acciones estatales. La meta
propuesta por el gobierno es que tengamos la pobreza en 22% hacia 2014.
FUENTE: https://www.elpais.com.com
PREGUNTAS

¿Crees que los pobres son una obra de los seres humanos?
¿Crees que existen los empobrecidos porque los seres humanos nos negamos a
reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?
¿Para ti que es ser pobre?
¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?
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FAMILIARES

¿Crees que los pobres son una obra de los seres humanos?
Si, porque los mismos seres humanos llevamos la pobreza algunos por la avaricia
llevamos la pobreza a los demás

¿Crees que existen los empobrecidos porque los seres humanos nos negamos a
reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?
Si, porque los que tienen mas quieren tener mas y no ayudan a los que tienen
menos para que surjan porque en ves de ayudarlos hacen que caigan mas.

¿Para ti que es ser pobre?


Es no tener deseos para seguir adelante, no encontrar la puerta para salir de los
problemas y no tener visión hacia el futuro o anhelos para encontrar el camino que
nos haga salir del status en el que nos encontramos.

¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?

Si porque como dije anterior mente los ricos no ayudan a surgir a los pobres sino
que hacen que caigan mas
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¿Crees que los pobres son una obra de los seres humanos?
Si porque es una cuestión mental porque si uno trabaja y es pobre se va a quedar
pobre porque no quiere salir adelante. En resumen uno es pobre porque quiere

¿Crees que existen los empobrecidos porque los seres humanos nos negamos a
reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?
Si. Porque todo lo que nosotros ganamos de una lo gastamos en cosas inútiles
sin pensar en que mas adelante lo podemos necesitar en un futuro.

¿Para ti que es ser pobre?


pobre es carecer de factores, estos pueden ser económicos o de carácter, porque
no solo es pobre aquel que no tiene medios económicos para comprar
satisfactores, también es pobre, aquel que no tiene carácter para enfrentarse a la
vida, se es pobre de espíritu y también de convicciones, hay tantas clases de
pobreza como de hombres.

¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?
Si, porque todo debería tener un equilibrio aunque creo que eso no va a pasar
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¿Crees que los pobres son una obra de los seres humanos?

¿Crees que existen los empobrecidos porque los seres humanos nos negamos a
reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?

¿Para ti que es ser pobre?

¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?

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reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?

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reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?

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¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?

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reconocer que hay pobres porque los hacemos nosotros?

¿Para ti que es ser pobre?

¿Crees que para que no haya pobres tan pobres no debería haber ricos tan ricos?

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