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Alejandro Celis H.
Estamos viviendo, probablemente más que nunca, bajo el efecto de una propaganda
absolutamente tendenciosa, cuyos hilos manipulan quienes tienen el poder y el
dinero. Hasta no hace mucho, simplemente creíamos cosas a pies juntillas porque las
veíamos escritas en un libro o en el diario. Pues bien, poco a poco hemos debido
despertar a la realidad de que ése es un profundo error. Los libros, los diarios, los
gobernantes, los ciudadanos supuestamente honorables, los agentes del sistema
legal... todos mienten con mayor o menor frecuencia -tal como cualquier mortal- y a
veces con increíble descaro. En el plano local chileno, a ultranza se negó durante y
después del gobierno militar que hubiese tortura o detenidos-desaparecidos; a
ultranza Pinochet ha negado toda vinculación con los crímenes de que lo acusan; a
ultranza el gobierno de Nixon y la ITT negaron que hubiesen saboteado al gobierno
chileno de Allende; a ultranza el consulado norteamericano negó todo conocimiento
del paradero del periodista Horman -protagonista de la película Missing-, así como
cientos de funcionarios de gobierno negaron conocimiento de otros desaparecidos.
Estos son, claro, ejemplos ultra conocidos, pero muchos siguen comulgando con esas
ruedas de carreta. En Inglaterra, por otra parte, un periodista afirma que Hitler “no
sabía nada” de la ejecución de seis millones de judíos; otros aseguran que todo el
Holocausto fue una fantasía, obra de la maquinaria propagandística judía. Supongo
que todo tiene un límite...
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A nivel individual...
Cuando, entre los 60 y los 80 del siglo XX, la iluminación y el despertar estaban
relativamente de moda –en realidad, esa moda nunca ha sido masiva- muchos de los
que corríamos tras esa zanahoria creímos que ésa era la solución a todas las
dificultades prácticas que encontrábamos en nuestra vida. Los problemas
económicos, los enredos en nuestras relaciones humanas y nuestras dolencias físicas
simplemente desaparecerían. En buenas cuentas, estábamos huyendo de esta realidad
física, creyendo en un mitológico estado "superior" en el que todas estas molestas
situaciones se evaporaban. Craso error: la verdad es muy otra.
Es normal, humano y válido tener preferencias: preferir una realidad a otra; lo que es
neurótico, engañoso y finalmente desquiciante es insistir en que la realidad debe ser
de una forma y no de otra, o que es diferente de lo que es.
Nuestros temores
Es muy penetrante en nuestra cultura -más allá de lo que nos damos cuenta- el temor
al sexo y la descalificación de las necesidades corporales. Eso no se admite, claro, en
forma tan directa, sino que se invocan grandes principios como la virginidad, el
celibato, la decencia, las buenas costumbres, la elevada moralidad, la profundidad del
amor, etcétera, etcétera. Con toda una sociedad que funciona de ese modo, no es de
sorprenderse que prácticamente nadie haya tenido una adolescencia sana en la cual
no haya sentido culpa o vergüenza por sus propias y muy naturales inclinaciones
biológicas. Y entonces, ese estallido de volcán que es la adolescencia no es vivido con
naturalidad y la mayoría de las veces retorcemos esa energía, que en esa etapa surge
con una fuerza de verdad impresionante.
En la situación actual, los desequilibrios que se dan toman la forma de que los
hombres se obsesionan con el sexo al punto de cometer violaciones y las mujeres se
convierten en histéricas y manipuladoras, rehuyendo el contacto sexual natural y
produciendo entonces más obsesión. Obviamente, éste es un círculo vicioso
interminable en que la patología se perpetúa y retroalimenta.
¿Y entonces?
comunicación en su intento por lograr que creamos lo que ellos desean que creamos,
se requiere de un importante grado de voluntad para distanciarnos de todo esto y no
ser manipulados como peleles. Debemos cuestionar TODO lo que se nos ha dicho, no
aceptar nada de lo que se nos diga, sin más y simplemente porque quien lo dice
"parece" honesto.
¿Qué sentido podría tener vivir en la Tierra? Ha habido religiones que proponen una
celebración de todo lo que existe, pues sugieren que todo lo visible y lo invisible
provienen de un mismo Origen. Desde esa perspectiva -con la cual concuerdo- nada
puede ser dejado de lado, apartado. Todo es espiritual y hasta las modestas piedras
nos muestran las maravillas del Origen, de la Fuente, del Todo. Y entonces, el sentido
de la vida sería la celebración de nuestra diversidad y de la multiplicidad de posibles
experiencias que podemos vivir, la celebración del Todo. Naturalmente, éstas son mis
propias conclusiones y análisis, y no se trata de que usted simplemente las adopte; la
idea es, simplemente, mostrarle alternativas a la corriente de pensamiento que
"domina el mercado", y que usted lleve a cabo su propia reflexión.
Nuestra verdad
En general, podría decirse que desde niños se nos entrega todo envasado y digerido:
se nos trata como a verdaderos tarados, como si no tuviésemos una pizca de
inteligencia propia, como si fuésemos incapaces del menor raciocinio inteligente o de
hallar nuestras propias respuestas. Lamentablemente, muchos terminan
convenciéndose de que eso es así, y no tienen suficiente confianza en sí mismos como
para escuchar sus propias claves, en la creencia de que nada positivo puede salir de
eso.
¿Cuál es "la" verdad? Desde mi perspectiva, no existe tal cosa. Es posible que existan
unas pocas verdades absolutas en relación a lo Supremo, pero en lo cotidiano existen
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Por supuesto, es perfectamente posible que de este modo nos equivoquemos: puede
que malinterpretemos ciertos datos, que nos apresuremos a sacar conclusiones, que
tengamos un punto ciego respecto a algo, y no podamos evaluar con claridad la
situación. Pero es de eso de lo que se trata el aprendizaje: sacar conclusiones y
comenzar de nuevo. Si nuestra intuición se equivocó porque nos dejamos llevar por el
temor o por los deseos, tendremos allí la oportunidad de identificar esas energías y el
poder que tienen para nublarnos la percepción lúcida. Si nos dejamos llevar por los
afectos o las simpatías al juzgar a alguien, puede que nos equivoquemos, y lo
deseable, nuevamente, es que aprendamos de ello; si, ingenuamente, creemos que
todo el mundo es bien intencionado, la vida nos dará múltiples oportunidades de
descubrir que no siempre es así.
Volviendo a una idea anterior, podríamos decir que la iluminación es una continua
apertura a la Verdad. Y entonces, lo que deseemos o no creer constituye,
simplemente, un obstáculo. Mientras más transparente sea nuestra percepción -
mientras menos se halle cargada de deseos, proyecciones, temores, subjetividad,
ideas preconcebidas-, más nítidamente veremos todas las facetas y todos los niveles
de una situación. "Que se haga Tu voluntad" es la actitud que nos abre las puertas de la
Verdad: una completa apertura a Lo Que Quiera Desenvolverse, en todas las facetas
del espectáculo del que somos testigos.