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DECLARACION DE LA HAYA, DE 11 DE MARZO DE 1989 1

El derecho a la vida es el derecho del que se derivan el resto de los derechos. Garantizar
este derecho es el deber supremo de los máximos dirigentes de todos los Estados del mundo.
Hoy, las condiciones de vida de nuestro planeta están amenazadas por los serios ataques a
los que la atmósfera de la tierra se ve sometida.
Estudios científicos fiables han demostrado la existencia y alcance de peligros considerables
vinculados, en particular, al calentamiento de la atmósfera y al deterioro de la capa de ozono. Este
último problema ya ha sido objeto de e medidas en el Convenio de Viena de 1985 para la Protección
de la Capa de Ozono y en el Protocolo de Montreal de 1987. Por otra parte, el primer problema está en
manos del Grupo Intergubernamental sobre Cambios Climáticos establecido por el PNUMA
(Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y por la Organización Mundial de
Meteorología, que acaba de empezar sus trabajos. Además, la Asamblea General de la ONU ha
aprobado en 1988 la Resolución 43/53 sobre la Protección del Clima Mundial reconociendo que el
cambio de clima es una preocupación de la humanidad.
De acuerdo con los conocimientos científicos actuales, las consecuencias de estos
fenómenos pueden perfectamente poner en peligro los sistemas ecológicos así como los intereses más
vitales de toda la humanidad.
Dado que el problema afecta a todo el planeta, sólo pueden concebirse soluciones de
carácter mundial. Debido a la naturaleza de los problemas en cuestión, los remedios que han de
buscarse conllevan no solamente el deber fundamental de preservar el ecosistema, sino también el
derecho a vivir con dignidad en un medio ambiente mundial viable, y el consiguiente deber de la
comunidad de naciones para con las generaciones presentes y futuras de hacer todo lo posible por
conservar la calidad de la atmósfera.
Por lo tanto consideramos que, enfrentados con un problema cuya solución reúne tres
características, es decir, que es vital, urgente y mundial, nos encontramos ante una situación que no
sólo exige la aplicación de los principios ya existentes sino que exige también un nuevo
planteamiento, a través del desarrollo de nuevos principios de derecho internacional que incluyan
nuevos y más eficaces mecanismos de toma de decisiones y de aplicación.
Son necesarias medidas de regulación, de apoyo y de ajuste, que tengan en cuenta la
participación y contribución potencial de los países que han alcanzado distintos niveles de desarrollo.
La mayoría de las emisiones que afectan hoy a la atmósfera tienen su origen en las naciones
industrializadas. Es, igualmente, en estas mismas naciones donde la capacidad de cambio es mayor, y
también son éstas las que tienen los mayores recursos para hacer frente a este problema de manera
eficaz.
La comunidad internacional y, especialmente, las naciones industrializadas, tienen la
obligación particular de ayudar a los países en vías de desarrollo que se verán afectados negativamente
por los cambios en la atmósfera, aunque la responsabilidad de muchos de ellos en el proceso pueda ser
hoy en día sólo marginal.
Las instituciones financieras y los organismos de ayuda al desarrollo, ya sean nacionales o
internacionales, deben coordinar sus actividades con el fin de promover un desarrollo sostenido.
Sin perjuicio de las obligaciones internacionales de cada Estado, los países signatarios
reconocen y se comprometen a promover los siguientes principios:
a) El principio de desarrollar, dentro del marco de las Naciones Unidas, una nueva
autoridad institucional, ya sea con el fortalecimiento de las instituciones ya existentes o con la
creación de una institución nueva, que, con la finalidad de conservar la atmósfera, recurriendo a
procedimientos de toma de decisiones que sean efectivos aun cuando, en algunas ocasiones, no se haya
llegado a un acuerdo unánime.
b) El principio de que esta autoridad institucional realice o encargue los estudios necesarios;
tenga acceso a la información necesaria cuando la solicite; garantice la circulación y el intercambio de
conocimientos científicos y tecnológicos - lo que implica la facilidad de acceso a la tecnología
necesaria -; desarrolle instrumentos y defina normas con el fin de favorecer o garantizar la protección
de la atmósfera, y controle el acatamiento de las mencionadas normas.

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Esta Declaración se publicó simultáneamente en los 24 países firmantes: Francia,
República Federal de Alemania, Canadá, España, Hungría, Noruega, Malta; Italia, Suecia, Países
Bajos, Jordania; Egipto, India, Zimbabwe, Túnez, Senegal, Kenia, Costa de Marfil, Indonesia,
Australia, Japón, Nueva Zelanda, Venezuela, Brasil.

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c) El principio de medidas adecuadas para favorecer la aplicación efectiva y el respeto de
las decisiones de la nueva autoridad institucional, que estarán sometidas al control del Tribunal
Internacional de Justicia.
d) El principio de que los países, a quienes las decisiones tomadas para proteger la
atmósfera afecten de modo anormal o supongan una carga especial, en atención, entre otros factores, a
su nivel de desarrollo y a su responsabilidad efectiva en el deterioro de la atmósfera, reciban ayuda
justa y equitativa que les compense por dicha carga. Para ello deberán desarrollarse los mecanismos
apropiados.
e) La negociación de los instrumentos legales necesarios para dotar de una base efectiva y
coherente, desde el punto de vista financiero e institucional, a los principios anteriormente citados.
Los jefes de Estado y de Gobierno o sus representantes, que han expresado su adhesión a
esta Declaración al suscribirla, subrayan su propósito de promover los principios de la misma:
- Fomentando el desarrollo de su iniciativa en el seno de las Naciones Unidas y en estrecha
coordinación y colaboración con los organismos existentes establecidos bajo los auspicios de las
Naciones Unidas.
- Invitando a todas las Naciones del mundo y a las organizaciones internacionales
competentes a participar, teniendo en cuenta los estudios del Grupo Intergubernamental sobre
Cambios Climáticos en la elaboración de los convenios marco y demás instrumentos jurídicos
necesarios para el establecimiento de la autoridad institucional, y a aplicar los demás principios arriba
indicados con el fin de proteger la atmósfera y combatir el cambio climático, en especial, el
calentamiento global.
- Instando a todos los Estados del mundo y a las organizaciones internacionales
competentes a que firmen y ratifiquen los convenios en materia de protección de la naturaleza y el
medio ambiente.
- Invitando a todos los Estados del mundo a que suscriban esta Declaración.

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