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Las relaciones semánticas

Claudia Ramos Baquero


Índice
1. Introducción........................................................................................................................3
2. Tipos de relaciones semánticas...........................................................................................3
2.1. Sinonimia......................................................................................................................3
2.2. Antonimia.....................................................................................................................5
2.3. Hiperonimia-hiponimia y meronimia-holonimia.........................................................6
2.3.a. Hiperonimia-hiponimia..........................................................................................6
2.3.b. Meronimia-holonimia............................................................................................7
2.4. Pluralidad de significados: homonimia y polisemia.....................................................8
2.4.a. Homonimia.............................................................................................................8
2.5.b. Polisemia................................................................................................................9
3. Bibliografía.......................................................................................................................12

2
1. Introducción
La Semántica, en sentido estricto, se encarga de estudiar el significado de los lexemas o,
por decirlo en términos menos técnicos, de las palabras portadoras de una base significativa
léxica, describiendo ese significado, desvelando su estructura y explicando las relaciones
que contrae con los significados de otras palabras.

Por consiguiente, el campo de la Semántica parte de una premisa indiscutible, y es que toda
significación tiene lugar gracias a la existencia de un signo. Por ello, dado que el signo
lingüístico es biplano, es decir, consiste en la asociación de un plano material o significante
y de un plano conceptual o significado, resulta lógico que los problemas semánticos giren a
partir de estos dos polos.

A esto se suma el carácter arbitrario y convencional entre la asociación de significante y


significado, por el que se harán evidentes fenómenos de significación tales como la
polisemia o sinonimia, entre otros, que a continuación explicaremos.

Además, cabe señalar que, en este caso concreto, nuestro estudio tendrá una orientación
sincrónica, es decir, se centrará en un momento determinado, y las relaciones de significado
se darán a nivel paradigmático.

2. Tipos de relaciones semánticas

2.1. Sinonimia
La sinonimia es la relación lingüística en la que para un significado existen varios
significantes, como por ejemplo: óbito, muerte, fallecimiento y defunción.

Sin embargo, para muchos autores, como Ullmann y Trujillo 1, la sinonimia es uno de los
mayores escoyos idiomáticos que la Semántica tiene planteadas. Algunos niegan la
existencia de sinónimos, pero la mayoría prefiere considerarlo una cuestión de grado. Así,
afirman que la sinonimia perfecta es muy poco frecuente, y solo se produce entre términos
de nomenclaturas técnicas (como celitis, del latín, y tiflitis, del griego, que significan
‘inflamación del intestino ciego’).
1
Ullmann, S. (1962): Semántica. Madrid: Taurus Ediciones, 1991.
3
De hecho, incluso en ámbitos científicos, es raro encontrar términos que sean
absolutamente intercambiables y presenten los mismos entornos. Por ejemplo, las palabras
esdrújulo/a y preparoxítono/a, aunque son sinónimas en cuanto a su significado, se
diferencian en su extensión de uso, puesto que la segunda es más especializada.

La razón que muchos arguyen como justificación de esta dificultad es que la sinonimia
atenta contra el principio de economía de las lenguas, que parecería ir en contra de la
existencia de dos términos con idéntico significado. Quizá por eso, entre la mayoría de los
considerados sinónimos se pueden apreciar ciertas diferencias de matiz, procedente de
diversos factores:

- Factores diatópicos: los términos sinónimos pertenecen a distintas áreas geográficas.


- Factores sociológicos y estilísticos: en función del estatus del hablante y la búsqueda (o
no) de un determinado efecto formal (trabajar, pencar, ejercer, currar, faena).
- Factores psicológicos: ligados a la expresividad del hablante (bueno, espléndido, genial,
formidable, espectacular…).
- Factores combinatorios: la sinonimia no se produce en sintagmas fijados léxicamente:
{Hacer/Realizar} un trabajo vs. Estar {hecho/*realizado} polvo.
- Factores asociativos: aun cuando dos términos compartan el mismo significado
conceptual, los mismos valores connotativos y estilísticos y las mismas restricciones
combinatorias, queda casi excluida la posibilidad de que no tengan cada uno un campo
asociativo distinto.

Debido a estas diferencias, podemos encontrarnos con varios tipos de sinonimia, en función
del grado de sinonimia que se produzca entre dos términos:
• Sinonimia conceptual: se produce en aquellos términos que son conmutables en un
contexto dado sin alterar el significado de la secuencia: La fabada es pesada/indigesta o
Pedro es un pesado/pelmazo.
• Sinonimia referencial: dos términos son correferenciales, pero no tienen el mismo
significado: La fábrica de sueños y el séptimo arte (‘el cine’, en ambos casos).
• Sinonimia connotativa: dos términos que son sinónimos por los valores afectivos que
presentan, aunque no en su significado conceptual: Es un cerdo/grosero, por ejemplo.

4
2.2. Antonimia
Por su parte, la antonimia no ha suscitado tanto interés como la sinonimia en los estudios de
Lingüística, salvo recientemente, quizá por la influencia que el concepto de oposición ha
ejercido desde la concepción estructuralista de la lengua.

Lyons2, partiendo de la afirmación de Trier de que toda palabra pronunciada evoca su


opuesta en la mente del hablante y del oyente , define la antonimia como un fenómeno de
“oposicionalidad significativa entre lexemas”.

Así, la relación de oposición significativa se manifiesta de múltiples maneras y el término


antónimo se aplica a pares de palabras que se oponen por factores y de formas muy
dispares. Para Leech3, el error radica en creer que las palabras se oponen en una sola
dimensión, cuando lo hacen en varios aspectos a la vez. De esta forma, el término antónimo
mujer puede ser hombre pero también muchacha, según el rasgo por el que se opongan, [+/-
masculino], en el primer caso; [+/- adulto], en el segundo.

De entre las clasificaciones de los tipos de antonimia que han elaborado los diferentes
autores, suele destacarse la de Lyons, que divide en tres el concepto de antonimia:
• Complementariedad: la negación de una de las unidades léxicas implica la afirmación
de la otra y viceversa: Juan está vivo implica Juan no está muerto. Leech la denomina
oposición binaria, absoluta y excluyente.
• Antonimia: es la relación que se da entre los miembros prototípicos de una relación
escalar. Son antónimos graduables: No quiero a Luis no presupone Odio a Luis. Estos
antónimos, también llamados polares, admiten cuantificación (No quiero mucho a Luis;
Estoy muy contento, etc.).
• Direccionalidad: la oposición entre los términos se establece en función de un eje que
supone una relación biunívoca entre dos puntos: arriba/abajo; llegar/partir; venir/ir… Se
pueden subdividir en:
- Antipodales: denotan la posición de los extremos opuestos en un eje: arriba/abajo,
siempre/nunca…
- Inversos: denotan el movimiento entre los extremos del eje en ambos sentidos:
entrar/salir, subir/bajar, llenar/vaciar…

2
Lyons, J. (1977): Semántica. Barcelona: Teide, 1980.
3
Leech, G. (1974): Semántica. Madrid: Alianza Editorial, 1985.
5
- Reversos o recíprocos: dos unidades denotan la misma posición, pero desde
perspectivas opuestas; frecuentemente expresan funciones sociales recíprocas
(doctor/paciente, jefe/empleado…), relaciones de parentesco (padre/hijo,
tío/sobrino…) o relaciones espaciales (delante/detrás…) o temporales
(antes/después…).

Además de lo visto (antónimos binarios), Lyons habla de contrastes no binarios de sentido,


como los existentes entre los términos de color, los días de la semana, las estaciones del
año..., donde la relación de sentido entre los lexemas es de incompatibilidad: donde aparece
un término no puede aparecer otro (Ese papel es rojo, Ese papel es verde, azul, blanco,
etc.). Este tipo de conjuntos pueden tener diferentes ordenaciones: por series o por ciclos.
En uno seriado, aparecen dos miembros extremos, entre los cuales se disponen los demás
(óptimo, bueno, regular, deficiente, malo, pésimo; caliente, tibio, fresco, frío, helado, etc.).
Los conjuntos cíclicos suelen referirse a unidades o periodos temporales: las estaciones del
año, los días de la semana, los meses del año… Cada término se define por el lugar que
ocupa en la sucesión (noviembre sigue a octubre y precede a diciembre).

2.3. Hiperonimia-hiponimia y meronimia-holonimia


Dentro de las relaciones paradigmáticas entre palabras, ocupan un lugar de especial
relevancia aquellas que organizan el léxico estableciendo jerarquías semánticas. Estas
relaciones son las de hiperonimia-hiponimia y meronimia-holonimia, que a continuación
describimos.

2.3.a. Hiperonimia-hiponimia
Esta relación se establece entre dos términos uno de los cuales (el hiperónimo) incluye
semánticamente al otro (el hipónimo), como sucede entre animal y perro, donde el lexema
más específico (perro) se encuentra semánticamente subordinado al más general (animal).

Por lo tanto, se trata de una relación de inclusión de significado entre conjuntos y


subconjuntos o entre clases y subclases. Desde el punto de vista lógico, el hiperónimo tiene
mayor extensión, ya que es más inclusivo, y menor intensión, puesto que posee menos
rasgos definitorios.

6
Hay que tener en cuenta que el hipónimo contiene como rasgo semántico definitorio el
significado de su hiperónimo4, lo cual hace que las relaciones que se establezcan entre los
términos sean de implicación: todo hipónimo implica su hiperónimo 5, gracias a lo cual
pueden emplearse como correferenciales en el discurso6.

De un mismo hiperónimo pueden depender varios hipónimos ([Animal]> perro, trucha,


gato…), que mantienen entre sí relación de cohiponimia, es decir, son cohipónimos entre sí.
Asimismo, un hipónimo puede tener hipónimos propios, por lo que se generan unos árboles
jerárquicos con diversas ramificaciones, muy frecuentes en las taxonomías científicas,
basadas en la relación género-tipo: [animal[pez[trucha, salmón, merluza, mero…]],
[pájaro[mirlo, canario, ruiseñor, cigüeña…]]]. Otro ejemplo de jerarquía taxonómica a
partir de la hiperonimia es la siguiente:

2.3.b. Meronimia-holonimia
La meronimia es la correspondencia léxica de la relación parte-todo. Se trata de una
relación de inclusión entre individuos. Así, decimos que el dedo es una parte de la mano; la
mano es un homónimo de dedo y dedo un merónimo de mano. Los lexemas rama y árbol
mantienen también una relación de meronimia (la rama es una parte del árbol, luego rama
es merónimo de árbol, que es homónimo de aquella).

La diferencia más importante entre meronimia e hiponima consiste en que la meronimia


implica relaciones de inclusión entre individuos, de tal modo que no podemos hablar de
subclases o subconjuntos. Por ejemplo, la siguiente afirmación, basada en una relación de
meronimia, sería falsa: *El dedo es una subclase del pie; frente a esto, la siguiente, basada
en una relación de hiperonimia, sería verdadera: El clavel es una subclase de flor.

4
El primer rasgo semántico de ‘trucha’ es [PEZ] y el primero de ‘pez’ es [ANIMAL].
5
‘Trucha’ implica ‘pez’ y ‘animal’; ‘pez’ implica ‘animal’.
6
La trucha se enganchó en el anzuelo. Daba pena ver al pez retorciéndose.
7
Cuando dos lexemas X e Y establecen una relación léxica meronímica es posible construir
patrones como los siguientes: (a). X es una parte de Y; (b). Y tiene X; y (c). El/un X de Y.
Igualmente, si aplicamos los patrones anteriores a la relación metonímica entre dedo y pie
obtendremos: (a). El dedo es una parte del pie; (b). El pie tiene dedos; y (c). Un dedo del
pie.

2.4. Pluralidad de significados: homonimia y polisemia


Tanto la polisemia como la homonimia son procesos de significación múltiple en los que un
mismo significante tiene varios significados. Si los significantes en cuestión convergen
fonéticamente en su evolución histórica, se produce la homonimia, que es, por lo tanto, un
fenómeno diacrónico7. Por el contrario, la polisemia se produce por la divergencia de
significados. Ambos procesos, como decimos, generan ambigüedad en el sistema, resuelta,
habitualmente, por el contexto.

2.4.a. Homonimia
La homonimia se origina por la coincidencia fonética en la evolución diacrónica de dos
palabras (FAGEA>haya / HABEAM > haya; PISCIS > pez / PIX > pez). Si las dos palabras se
mantienen en la lengua, es posible que una de ellas llegue a interpretarse, en una etapa
posterior, como un uso secundario o polisémico de la otra.

Además de la convergencia fonética, el origen prototípico de la homonimia, también


pueden surgir homónimos: (a) a partir de la polisemia, cuando dos o más significados de
una palabra se separan y se olvida su parentesco (como con pupila ‘joven’ o ‘parte del
ojo’); (b) a partir de préstamos léxicos: la palabra introducida puede coincidir con otra ya
existente (barata, en algunas zonas de Hispanoamérica significa ‘de precio bajo’ o
‘cucaracha’ [<lengua indígena]).

De entre las varias clasificaciones que se han realizado de los homónimos, optamos por la
de Fernández, Hervás y Báez8:
• Homónimos parciales: se diferencian semántica y gramaticalmente: cave (‘cavar’) vs.
cabe (‘preposición’).
• Homónimos absolutos: solo se diferencian semánticamente: onda vs. honda.

7
En sincronía, la homonimia es una polisemia.
8
Fernández, A., Hervás, S. y V. Báez (1989): Introducción a la semántica. Madrid: Cátedra.
8
• Homónimos homógrafos: presentan identidad ortográfica; pueden ser parciales (como
cabe ‘preposición’ o ‘verbo caber’) o absolutos (bala “de algodón” o “de fusil”).
• Homónimos paradigmáticos: presentan diferencias que funcionan solo en el paradigma
verbal, pueden ser de persona (venía, 1.ª o 3.ª persona del singular) o de tiempo-aspecto
(amamos, presente o pretérito perfecto simple).

Aunque en la mayoría de las ocasiones la homonimia se resuelve gracias al contexto, en


muchas ocasiones, el propio sistema lingüístico pone en marcha una serie de mecanismos
que eluden la ambigüedad, como la diferencia de género (puerto/puerta, el orden/la orden)
o la modificación en la forma, deteniendo la evolución normal (fijo < FIXU e hijo < FILIU).

2.5.b. Polisemia
La polisemia es considerada por muchos autores como un fenómeno inherente a todas las
lenguas naturales. Así, Ullmann mantenía que la polisemia era “un universal semántico
inherente a la estructura fundamental de la lengua” y Kleiber 9 mantiene esta idea de la
polisemia como hecho lingüístico constitutivo de base de las lenguas naturales, que se
produce de manera regular, y no marginal o accidental.

Asimismo, la polisemia se define básicamente como la pluralidad de significados ligados a


una única forma, y entre esos diferentes significados existe una relación que puede ser de
diversos tipos.

Esta se opone a la monosemia, que es la correspondencia unívoca entre un significado y


una forma, frecuente en la mayoría de los códigos, salvo en las lenguas naturales, en las que
solo se produce en variedades específicas (lenguaje técnico, científico, jurídico…).

En este sentido, la polisemia se relaciona con el principio de economía lingüística, puesto


que el esfuerzo memorístico que un hablante tendría que realizar si su lengua fuera
monosémica sería prácticamente imposible. Gracias a la polisemia, con un número limitado
de palabras se puede expresar un mayor número de significados. Además, esta relación no
solo se produce en el nivel léxico, sino que también hallamos numerosos casos de

9
Kleiber, G. (1990): La semántica de prototipos. Madrid: Visor, 1995.

9
morfemas polisémicas (–ero, por ejemplo, significa diferentes cosas en cenicero, limonero
y zapatero).

De esta manera, uno de los modelos de análisis más aceptados es el que considera la
polisemia como un proceso de desplazamiento o transferencia de sentido. Kleiber recoge
varios tipos de principios asociativos que dan lugar a los sentidos polisémicos:
- Principios categorizados semánticamente que actúan de forma regular: contable/no
contable, parte/todo, ejemplar/tipo, continente/contenido, proceso/resultado…
- Principios no categorizados, pero con un funcionamiento sistemático e
institucionalizados: autor/obra, lugar/acontecimiento, músico/instrumento,
bandera/nación…
- Principios prácticos, no institucionalizados, lingüísticamente imprevisibles, que funcionan
y se construyen en el discurso: uso atributivo/uso referencial (un loco mata a seis
personas), uso descriptivo/uso cuantificador (una cucharada de azúcar)…

En cuanto a las posibles fuentes de la polisemia, para Ullmann serían las siguientes:
- Cambios de aplicación, que vienen provocados por cambios procedentes de factores
contextuales, que dan lugar a matices permanentes de significado, y desarrollan así
sentidos diferentes. Se dan preferentemente en los adjetivos. Por ejemplo, diestro se
separa en la Edad Media de derecho y adquiere valores distintos según se refiera a
acciones (‘mañoso’, ‘hábil’), al saber profesional (‘versado’, ‘ducho’) o a la conducta
(‘sagaz’, ‘astuto’).
- Especialización de un medio social. El ámbito profesional puede definir distintos
significados de un término: compañía (comercial o militar), acción (en lo jurídico, en lo
cinematográfico, en lo militar).
- Lenguaje figurado. A partir del significado primario, pueden desarrollarse significados
figurados por una relación metafórica, por un paso de lo concreto a lo abstracto, del
sentido restringido al extenso. Los distintos significados coexisten siempre que no haya
posibilidad de confusión; son ejemplos como ojo, boca, red, etc.
- Reinterpretación de homónimos. El término reja (‘de la ventana’ / ‘del arado’) se
considera hoy polisémico porque se ha perdido la conciencia de una doble etimología.
- Introducción de préstamos. Hay ampliación de sentidos en un término que viene
provocada por la importación de una palabra extranjera: por ejemplo, Señor para designar

10
a Dios, por influjo del hebreo; jugar en el sentido de desempeñar una función por influjo
del inglés, to play a role.
- La polisemia produce ambigüedad interpretativa que se resuelve gracias al contexto
situacional, fundamentalmente, o por el cotexto (en casos de proformas, como los verbos
hacer, poner...).

11
3. Bibliografía
FERNÁNDEZ, A., HERVÁS, S. Y BÁEZ, V.: Introducción a la semántica. Madrid: Cátedra,
1989.
GUIRAUD, P.: La Semántica. México: Fondo de Cultura Económica, 1960.
KLEIBER, G.: La semántica de prototipos. Madrid: Visor, 1995.
LEECH, G.: Semántica. Madrid: Alianza Editorial, 1985.
LYONS, J.: Semántica. Barcelona: Teide, 1980.
ULLMANN, S.: Semántica. Madrid: Taurus Ediciones, 1991.

• Webgrafía:
Blogs sobre cuestiones lingüísticas:
<http://anallevaalosolaavellana.blogspot.com.es/>
<http://rosamorenolengua.blogspot.com.es/>

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