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ACTIVIDAD: TOMA DE DECISIONES, DERIVAR A DIAGNÓSTICO PSICOPATOLÓGICO.

- CASO 1.

Por lo que parece Luis es un chico extrovertido, agresivo y violento, con una falta
importante del control de impulsos, consumidor de drogas, con un importante historial
delictivo –delitos sin mucha planificación-.

Respecto a su historial familiar, parece que su familia es estructurada; aunque su madre


reconocía haber tenido problemas en su juventud –entiendo depresión o algún problema de
adaptabilidad-.

No parece haber tenido ningún brote psicótico -exceptuamos la intoxicación por drogas-,
desconocemos si tiene medicación pautada.

Parece presentar un Trastorno de Personalidad del Grupo B, clasificación DSM-V. Los


trastornos de este grupo se caracterizan por un deterioro claro en el manejo de las
emociones, lo que les provoca dificultad para controlar su comportamiento, que suele ser
impulsivo. Estos individuos suelen ser descritos como caprichosos, impulsivos,
manipuladores y egoístas.

Dentro de dicho grupo, parece presentar trastorno antisocial de la personalidad (TAP), el


cual estaría ampliamente relacionado con la criminalidad. El factor más claramente
implicado en su conducta desadaptativa es su impulsividad. Además, su comportamiento
suele ser irresponsable y una importante insensibilidad hacia las consecuencias de sus actos
en los demás. Emplea a menudo esa impulsividad como un mecanismo de defensa ante una
imagen de sí mismo autónoma y egoísta, además de presentar una baja tolerancia a la
frustración, lo cual encajaría plenamente con la cantidad de trabajos que ha tenido, sin
llegar a encajar en ninguno -a pesar de tener aptitudes para ello-; mención aparte sería su
tatuaje en el cuello, el cual podría ser interpretado como impulsivo, desadaptativo,
caprichoso y egoísta.
Los delitos causados por Luis son: Delitos contra las personas: lesiones. Delitos contra la
propiedad: hurtos, robos, estafas y daños; los cuales encajarían plenamente con el TAP. El
inicio de la conducta criminal ha sido precoz, evidenciando un patrón generalizado de
desprecio de las normas y de los derechos de los demás, reforzado por su baja capacidad de
empatía.

Por lo que respecta a la clasificación propuesta por el CIE 11 -centrada más en la gravedad
de los síntomas que en categorías-; se trataría de un Trastorno de personalidad moderado:
caracterizado por que las alteraciones afectan a múltiples áreas de funcionamiento de la
personalidad; están afectadas la mayoría de las relaciones interpersonales a la vez que se
compromete el desempeño de la mayor parte de los roles. Las relaciones se caracterizan por
el conflicto. Se aprecia el daño contra otros, manteniéndose el funcionamiento en algunas
áreas, llegando a mantener una vida “normal” en algunas fases.

Respecto a la derivación a un profesional mental para llevar a cabo una evaluación


diagnóstica, ha surgido una controversia en torno a la demanda de las personas que, sin
cumplir criterios para ser diagnosticados de un trastorno mental, presentan ciertos síntomas
y son remitidos a un servicio de salud mental. El tratamiento de estos malestares de la vida
que no constituyen un trastorno mental supone una sobrecarga en los servicios públicos de
salud mental restando atención a los pacientes más graves y suponiendo un incremento del
gasto sanitario, tanto farmacológico como asistencial, siendo iatrogénico para los pacientes
que reciben un tratamiento sin necesidad.

En cualquier caso, los profesionales asisten a un incesante incremento de distintas


demandas que tienen que ver con estos sentimientos de malestar estrechamente
relacionados con el desarrollo de la vida cotidiana. Desde esta perspectiva, el sufrimiento y
el dolor, que son inherentes a la condición humana, ahora ya no son entendidos por la
población como naturales y adaptativos, sino codificados como patológicos o, al menos, se
consideran tratables por un profesional.

La derivación al profesional mental por el miedo a la responsabilidad civil/penal está


fundamentada en un sistema legal que deja al profesional totalmente “desamparado”,
impidiendo la toma de la decisión basada en criterios intrínsecos a la ciencia.
En el caso concreto de Luis, dada la gravedad del mismo, considero correcto el apoyo de un
profesional de la salud mental, habiendo una cantidad importante de rasgos compatibles
con un TAP.

- CASO 2.

Ana es una chica introvertida, carente de habilidades sociales, resentida y escéptica, con
una falta del control de impulsos, comportamiento violento y con una importante falta de
autoestima, consumidora de hachís. Con algún antecedente delictivo de poca entidad.
Parece evidente su carácter manipulador, dado las amenazas a su hermana.

Familia desestructurada, pocos recursos e integrada en bandas urbanas –en su fase inicial-.

Sin antecedentes de brotes psicóticos. Desconocemos si tiene medicación pautada.

El mal comportamiento de Ana empieza a mostrarse desde muy joven.

Ana bajo mi criterio carece de cualquier trastorno mental –con la información aportada-; en
caso de presentarlo sería compatible con un trastorno de la personalidad del grupo B,
clasificación DSM-V, con un carácter susceptible, de ánimo lábil y superficial. Los trastornos
de este grupo se caracterizan por un deterioro claro en el manejo de las emociones, lo que
les provoca dificultad para controlar su comportamiento, que suele ser impulsivo. Estos
individuos suelen ser descritos por los demás como caprichosos, impulsivos, manipuladores
y egoístas.

Dentro de este grupo, encajaría con el Tipo Limítrofe, el cual está caracterizado
fundamentalmente por la impulsividad, el afecto inestable, con frecuencia de ira intensa e
inapropiada y que les cuesta mantener relaciones interpersonales estables. Presentando
una alta reactividad emocional ante los estímulos, así como una tendencia depresiva ante el
aislamiento y humillación.

Por lo que respecta a la clasificación propuesta por el CIE 11, nos encontraríamos ante un
Trastorno de personalidad leve; caracterizado por la alteración de algunas facetas de la
personalidad, pero no todas. Hay problemas también en las relaciones sociales, pero otras
se mantienen –como con su hermana-, al igual que algunos roles. Se asocia a un malestar
subjetivo y deterioro en algunas áreas, pero de modo leve.

Sería muy importante un seguimiento de la misma en torno a su implicación en bandas


urbanas, ya que podría sufrir un empeoramiento de su equilibrio emocional y desencadenar
en problemas mayores; sin mencionar el consumo de tóxicos y sus efectos -el perfil de
consumo de tóxicos en población atendida en salud mental y adicciones en el ámbito de
justicia juvenil es mucho más alto que en población general-.

Respecto a la derivación de Ana a un profesional de la salud mental, lo veo innecesario, Ana


es una adolescente que bajo mi parecer no padece ningún trastorno -en caso de existir sería
compatible con un trastorno en un grado muy leve-.

El fácil acceso a las drogas, la falta de oportunidades de empleo, salud, educación y espacios
para la cultura y el deporte, la desintegración familiar, la impunidad, entre otros factores,
componen el contexto en el que nace y crece la juventud del siglo XXI.

Existe una cantidad excesiva de pacientes que no presentan un trastorno mental


diagnosticable y que son remitidos al centro de salud mental, muchos con tratamiento
psicofarmacológico pautado, lo que pone en cuestión la función de filtro asistencial de la
atención primaria con estas personas. Probablemente, la indiscriminada demanda
asistencial de la población junto con una tendencia excesiva en la utilización de
psicofármacos en la salud mental explica parte de este fenómeno.

Un cambio importante que ha ocurrido en los últimos años es que el manejo de la


información respecto a los trastornos mentales y a la salud mental no es algo exclusivo de
los especialistas. Actualmente la información se encuentra disponible para todos los
interesados: pacientes, familiares y público en general.
BIBLIOGRAFÍA:

** CASTAÑO YEPEZ, Manuel Camilo; MUÑOZ MONCADA, Yeison Alejandro. Psicopatología


del comportamiento criminal. 2021.

** CIVIT-RAMIREZ, Monica; CANALIAS-PEREZ, Oriol; OCHOA, Susana. Adolescentes


multiproblemáticos: consumo de tóxicos y trastorno mental en jóvenes que delinquen.
Actas Esp Psiquiatr, 2015, vol. 43, no 6, p. 197-204.

** COLLAZOS, Marcelo Valencia. Trastornos mentales y problemas de salud mental. Día


Mundial de la Salud Mental 2007. Salud mental, 2007, vol. 30, no 2, p. 75-80.

** GARCÍA, Esther Hava. Enfermedad mental y prisión: análisis de la situación penal y


penitenciaria de las personas con trastorno mental grave (TMG). Estudios Penales y
Criminológicos, 2021, vol. 41, p. 59-135.

** HIKAL-CARREÓN, Wael Sarwat. Criminología del desarrollo: el estudio de la personalidad.


CIENCIA-UANL, 2009, vol. 12, no 2, p. 124-130.

** JIMÉNEZ ORNELAS, René Alejandro. La delincuencia juvenil: fenómeno de la sociedad


actual. Papeles de población, 2005, vol. 11, no 43, p. 215-261.

NOMBRE: MANUEL LÓPEZ MARTÍNEZ.


FECHA: 10/04/2023.
ACTIVIDAD: TOMA DE DECISIONES, DERIVAR A DIAGNÓSTICO PSICOPATOLÓGICO.

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