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Soy Rosario, tengo 27 años y soy estudiante de Actuación teatral. Si, aún estudiante.

No
pude, como algunxs en la escuela, tomar la decisión de tomar este camino al salir del
colegio, o al poco tiempo, tuve que dejar pasar unos años. No me permití soñar con
pertenecer al mundo del arte, creo que ni siquiera de niña. Yo siempre supe que iba a hacer
algo importante, que iba a ser ingeniera o doctora y ya en cuarto medio me había reducido
la carga a Psicóloga. Ese era mi pensamiento, importante = ingeniera, doctora; menos
importante pero posible = psicóloga. Nunca me plantée, por ejemplo, no hacer nada. Para
mí eso era el fin de la vida, entonces no entraba dentro de los parámetros de mi futuro algo
que se le parecía, como no estudiar en la universidad. No tener hijos. No trabajar. No ser
alguien grande para la humanidad. No trascender. Tenía expectativas altísimas de mí
misma… bien. También tenía, lamentablemente, el hábito de someterme a una gran presión.

Al salir del colegio, hace diez años, tomé los caminos que creía correctos para mi futuro,
dejando poco lugar a la conexión con mis deseos reales (no los que me habían sido
“impuestos”, o había aprendido a tener), los que emergían desde algo profundo en mí y me
fui sintiendo cada vez más perdida. Cuando tomé la decisión de estudiar Teatro, fue cuando
por primera vez me di el trabajo de desmalezar, limpiar, quitar los escombros, etc. que
estaban bloqueando el paso de mi deseo, si lo entendemos como un torrente. Algo ya venía
bullendo, y llevó mi atención hacia eso que impedía que me sintiera realizada. Soñé que
daba la prueba especial para entrar a alguna de las escuelas, literalmente. Sentí una
explosión adentro mío y que me expandía. Sentí, al fin, que si era posible ser la persona que
quería ser: alguien que estuviera siempre en movimiento y en conexión con su cuerpo y sus
emociones, alguien que jugara y creara constantemente, que pueda recoger cosas de
diversos ámbitos del conocimiento, y no solo el de la disciplina que fuera su carrera, para
transformarlas y traducirlas a una creación-manifestación artística-lenguaje nuevo.

Así llegué a este punto, en el que estoy haciendo (o encaminándome a hacer) lo más
importante y lo más valioso que puedo entregar a la humanidad.

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