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De: Alguien muy agradecido

Por y para: La vida

Johan Esteban Orrego Castaño - Comunicador Audiovisual y Multimedial

No sé si han visto la película En búsqueda de la felicidad


dirigida por Gabriele Muccino y actuada en el papel protagónico por Will Smith. Más allá
de si la pelicula les gusta o no, hay una frase reiterativa a lo largo de la misma que siempre
uso para momentos especiales. Quien la haya visto podrá recordar cuando él dice: “A esta
parte de mi vida la llamo correr…” y permitiéndome reinterpetrarla diré que a esta parte de
mi vida, a este pequeño momento lo llamo plenitud, lo llamo satisfacción, gozo y también
felicidad.

Creo que pocas cosas cuestan tanto esfuerzo en la vida como esta, de manera muy personal
yo pondría en el top 5 de la lista de cosas más difíciles de hacer el escribir un trabajo de
grado y graduarme, necesariamente en ese orden. Estoy seguro que muchos, cuando no
todos los que han pasado por algo similar, podrán identificarse con estas palabras cuando
digo que hacer esto a ratos se movía más en la esfera de lo imposible que de lo posible.
Durante al menos un semestre entero y uno incompleto estuve viendo más las estanterías de
libros y lo auxiliares de la biblioteca que a mi cama o a mi propia familia. Y entonces
recuerdas que a uno le dicen que escribir un trabajo de grado es un acto mental de renuncia
y síntesis, pero olvidan decirte que al final todo se verá reducido a un cuadrilátero de lucha
libre donde uno de los contrincantes eres tú y el otro también, uno se encuentra ahí dando
ganchos y esquivando golpes, a veces gritando, tratando de convencerte, pese a todas las
dudas y miedos de que sí eres capaz de hacerlo, que eso no es más grande que tú. Pero no
es fácil, cualquier descripción, metáfora o analogía se queda corta para describir cada lucha
personal que cada persona ha tenido que vivir a este respecto.

Recuerdo que un compañero me dijo como a mitad de la carrera que el secreto consistía en
descuidarse, dejar que la vida fuera pasando y que cuando uno menos lo pensara estaría
recibiendo el diploma de manos del decano, coordinador del pregrado o profesor designado.
Probablemente sí, probablemente para muchos funcione así, pero desde niño me inculcaron
un sentido de pertenencia y compromiso tan alto que me impide conformarme con hacer las
cosas solo por hacerlas si veo que no son buenas o van a servir de verdad para algo, y creo
que por eso mismo para mí ese método de descuidarse mientras se terminaba todo no
funcionó nunca. Gracias a eso es que hoy me siento agradecido de poder decir: “¡hp, me
gradué!, es de verdad, ¡me gradué!” y de compartir un momento con mis pares que pasaron
por la misma situación o lo harán pronto. Antes de empezar la Universidad yo vivía
convencido que uno venía al mundo a ser alguien, pero a raíz de cosas que viví; entendí que
uno viene a hacer algo y ese algo hay que disfrutarlo mientras se hace. Que uno se puede
disfrutar la meta, pero también la carrera mientras llega a esa meta.

Siempre he vivido convencido que las palabras a través del medio que sea (escrito, hablado,
configurado a partir de imágenes y sonidos) en tanto sean de forma adecuada pueden
transformar el mundo, de eso ya tenemos muchos casos ejemplo en la historia, tanto para
bien como para mal, lo cierto es que me sorprende lo que la gente hace con las palabras y
fui testigo de gente con mucho talento, tanto en mi pregrado como en los demás, y sé que
eso puesto al servicio de la creación, de la sociedad y del arte daría resultados formidables,
entonces lo único que quiero decir al respecto a quien lea esto es algo que no es nuevo pero
que a veces se pierde de vista: no baje guardia, esté siempre atento y funcionando, que la
universidad da herramientas, pero todo lo que podemos llegar a hacer, que es mucho y
posiblemente ya por fuera de la academia, lo vamos a hacer por convicción personal
motivados solo y casi que exclusivamente por nuestras propias ganas. Por eso, escriba ese
proyecto, ruede ese cortometraje, digite ese libro, haga ese reportaje, redacte ese artículo,
tome tiempo para hacer ese guión, capture esas fotos, analice esa obra, compare esos
autores, lo que sea que tengan en la cabeza, hágalo, porque incluso si ahorita no sabemo
cómo, por falta de recursos, la misma vida, y esto lo he aprendido de formas que no puedo
explicar, le va señalando el camino para lograrlo. Con esto le hablo a quien lee, pero
también me hablo a mí, porque sé que mucho de lo que pensé hacer, nunca me atreví a
mostrarlo, a exhibirlo para escuchar opiniones y mejorarlo, y por eso mi nuevo propósito es
perder la timidez y el miedo al desacierto, que además son cosas que no sirven para nada.
Si uno hace cuentas felices de pronto resulta que de 10 proyectos sale uno que hace que los
otros 9 que no funcionaron valgan la pena. Hay una frase que le acuñan a Woody Allen que
me gusta mucho que reza así: “Me interesa el futuro porque es el lugar donde planeo pasar
el resto de mi vida”, y hay que construirlo desde ayer para que el futuro nos toque sea una
cosa bonita y bien hecha.

Finalmente quiero destinar este último párrafo para agradecer a todas esas personas que de
una manera u otra ayudaron en este proceso, a los compañeros con los que hice proyectos
que muchos de ellos ya están graduados, a los que recién nos graduamos y a los que faltan
por graduarse, a los profesores que me inspiraron y me sirven como modelos a seguir si
alguna vez me dedico a la docencia, a los profesores que no me inspiraron y me enseñaron
cómo NO ser si alguna vez me dedico a la docencia, a mi familia, a mi madre que siempre
me acompañó durante todo el proceso y me aconsejó cuando un día acongojado le dije que
no quería seguir estudiando lo que estudiaba antes de esto y me dijo que buscara lo que me
hiciera feliz, y cuando empecé esto y una vez más volví con las mismas angustias me dijo
que lo más importante era que disfrutara lo que hacía. A Ernesto Correa que no me dejó ir
cuando le dije que me iba a pasar para economía porque sentía que todo se me caía a
pedazos y no servía para esto, a la profesora María Fernanda Arias que habló conmigo más
de media hora y dejó de hacer lo que estaba haciendo (que sé que era importante) para
hacerme entrar en razón y enseñarme que la emocionalidad sirve para el cine, pero no para
tomar decisiones, a Deisy García que siempre fue y es una persona dispuesta a escuchar
situaciones que duelen adentro donde ningún ungüento puede sanar y me dijo que nada de
lo bueno en la vida era fácil, a los pocos buenos amigos que hice dentro y fuera de la
academia, a los que ya no me acompañan, pero me encantaría que estuvieran aquí  y a la
universidad en general que me permitió conocer gente maravillosa, que me permitió
ampliar mi mundo, ser más plural y lavarme de tanto prejuicio y preconcepto con que
venía. A todos muchas gracias desde lo más profundo del corazón.

Discurso de Graduación
Alejandra Sandoval Escudero - Periodista

No es de extrañar como las formas semánticas de la vida


muestran su belleza desde tan sutil perspectiva. Lo que hoy nos presupone una culminación
es, en efecto, una apertura. 

Han pasado ahora 17 años desde la primera vez que pisé el suelo de esta amada y respetada
Alma Máter, como joven visitante desprevenido, perdido en las hordas colegiales, entre
asustado y atónito observando su fauna humana, presintiendo los frondosos valles de sus
ideas y la riqueza de pensamientos. Vino como imposición del destino elegir estos pasillos
para hacerse a una vida con coraje y con espíritu, con templanza y con promesa. 

No obstante, no estamos aquí para despedirnos, porque bien sabemos todos que la
Universidad de Antioquia nunca se deja, ni se supera, ni se instala en el pasado. Vinimos sí
a celebrar la vida y el intelecto, la amistad y el desconcierto, esos recíprocos espasmos de
alegría cuando descubrimos que, en esta Infausta Medellín de la sombría Colombia que nos
cupo en suerte, hay individuos sobre los cuales la luz brilla con desenfado y un espacio que
sacralizamos con cariño, del cual nos apropiamos y en donde otro mundo nos fue posible,
en donde otro rumbo es, quizá y por siempre, posible. 
Decía Federico Nietzsche que “Todo trato que no eleva, rebaja”, mis queridos maestros me
lo enseñaron en la práctica. Me exigieron compostura, pulcritud en la idea, rigurosidad en
las investigaciones, contundencia en la argumentación. Aprendimos juntos de la
contradicción, del debate como principio, y por supuesto, como Facultad de
Comunicaciones, el reconocimiento absoluto por la belleza y el peligro que habita en la
palabra. 
Exijo de mis compañeros, de ahora y en adelante, disciplina, respeto por todo lo aprendido,
honor para con nosotros mismos, nuestros profesores y esta institución que nos acoge como
renovación y nos avala como sujetos de transformación.

Agradecemos a nuestros padres y amigos la paciencia que nos ofrendaron estos años, el
soporte económico, emocional o intelectual, las expectativas frente a nuestras ideas y su fe
en ellas. Agradecemos, además, al personal administrativo, de nuestra facultad en
particular, la calidez en sus respuestas, la solidaridad con nuestros conflictos y la
disposición para la escucha y la solución de inconvenientes. 

En estos años de trasegar, encontré en la Universidad una humanidad que no está por fuera
de las dinámicas de la guerra y aun así encuentra otras formas de configurarse como sujetos
sociales por fuera de la estulticia o el horror. 

Pido a todos aquellos que hoy obtienen su formatura, filólogos, audiovisuales,


comunicadores, y periodistas que no abandonen el arte, que no descuiden el ingenio ni las
formas de la representación simbólica que, desde tiempos inmemoriales, nos salvan del
olvido y el hastío. 

Dejemos ya, como delegados del discurso, de regodearnos en la miseria de nuestra tierra,
proscribamos las letras de la infamia y la mediocridad, mantengamos una ética propia y
llevemos con nosotros este pasaje del poeta venezolano Rafael Cadenas donde reza:

Que cada palabra lleve lo que dice


Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo Que/ Es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad. 
Seamos reales.

Quiero exactitudes aterradoras.


Tiemblo cuando creo que me falsifico.
Debo llevar en peso mis palabras.
Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira,


señálame la impostura,
Restriégame la estafa. 
Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
 

Discurso de graduación
Cristian Alejandro Gómez Tenelanda - Comunicador Audiovisual y Multimedial

Escribir este discurso fue una mezcla de satisfacción y


nostalgia; satisfacción por la meta alcanzada y nostalgia por abandonar la que fue para
muchos, nuestro segundo hogar. Hoy culmina una de las etapas más importantes de nuestra
vida. Este logro no es sólo nuestro, también es de aquellos quienes día tras día estuvieron
ahí, detrás de nosotros, impulsándonos a seguir adelante, siendo siempre nuestros más
fieles aliados. Éste es uno de los pocos momentos en qué podemos echar la vista atrás con
la satisfacción de haber culminado un proyecto personal que nos acompañará por siempre.
Muchos venimos de lugares donde decían que triunfar era imposible y acá estamos, cada
uno con una historia distinta pero con el mismo desenlace; no ha sido un camino fácil, ha
sido un camino lleno de tropiezos, de altibajos, de momentos infímamente duros, pero
nunca retrocedimos; no supimos rendirnos y acá estamos para recordar este día, nuestro
día. 

Aprendí que no hay mejor profesor que el error. Que ser profesional no es solamente
aprobar todas las materias, sino que es una construcción que se realiza día a día, en cada
clase, en cada texto, en cada rodaje, en cada DeMuestra, en cada reportaje, en cada análisis
del discurso literario o lingüístico a partir de las interacciones con el tiempo, el espacio y
las cosmovisiones respectivas. Que para poder ser profesionales hubo que cooperar con las
boletas e innumerables estrategias de los compañeros de Audiovisual para financiar sus
proyectos; tolerar las interminables peleas y lágrimas de los Comunicadores para manejar
Premiere, Illustrator, Photoshop o aprobar el curso de un tal “Cano”; las quejas cotidianas
de los Periodistas porque en sus casas creían que su única oportunidad laboral era la
presentación y la eterna paciencia de los filólogos para soportar el bullying de quiénes no
podíamos comprender de qué trataba su carrera. Felicitar también a nuestros compañeros de
Postgrado en Lingüística y Literatura por su logro y despedirnos de los institutos de
Filosofía y Bibliotecología, que paradójicamente es donde se encuentran los estudiantes
más reggaetoneros de toda la Universidad. 
Hoy muchos llegamos a la meta, pero otros tomaron la decisión de marcharse a la mitad del
camino. Desde ese amigo que se dio cuenta que con ninguna de estas carreras iba a ser
multimillonario, hasta aquel amigo que abandonó este mundo por razones que a veces son
difíciles de comprender. Tuvimos tiempos difíciles, también vimos “Tiempos Modernos”
de Chaplin casi que una vez por semestre, muchos tuvimos que aguantar y no desfallecer;
esperar que nuestros días de gloria se acercarán. Somos personas con valores marcados
indudablemente por esta Universidad, nos ha dado educación, razón, moral y sobre todo
conocimiento y ese conocimiento nos hace más libres y la libertad nos hace encontrarnos
con quien verdaderamente somos y quienes queremos ser en este mundo con tanto ruido. El
ambiente multicultural que se respira en nuestra Alma Mater, es sin duda el factor que hace
distinta y hermosa nuestra Universidad, incluída por The Best Global Universities en el Top
30 de las mejores Universidades de Latinoamérica.

Tantos años, viendo preparar estas gradas para otros, imaginándonos con todas las
asignaturas aprobadas y con todos nuestros compañeros, el que te cae bien, el que puede
que te caiga mal, con el que nunca cruzaste una palabra, en fin, hoy es nuestro día queridos
compañeros, hoy nos graduamos nosotros. Nos vienen infinidad de recuerdos, de un tiempo
mezclado con trabajo y sacrificio, pero de haberlo pasado bien, muy bien. Siempre había
una excusa para ese café o ese cigarrillo, para no estudiar en casa porque supuestamente no
lográbamos concentrarnos, para maldecir ese despertador que por razones aún desconocidas
nunca sonaba a tiempo. Queridos compañeros, amigos, seamos corazones libres y almas
imparables, vivamos nuestros sueños ya que perseguirlos podrá implicar nunca alcanzarlos,
busquemos caminos, encontremos soluciones, seamos faros de luz que alumbren caminos y
no que los opaquen; como lo expresó el gran Albert Einstein: “No intentemos convertirnos
en personas de éxito. Intentemos convertirnos en seres de valor.”.

Gratitud infinita con todo el personal administrativo, con cada coordinador de pregrado,
con cada uno de los docentes que tuvimos a lo largo del camino, con cada compañero de
facultad que no vaciló en hacernos parte de su mesa, con cada amigo que nos demostró el
verdadero valor y significado de la palabra “amistad”, con cada chacero que nos surtió de
su “ilegal” pero muy necesaria mercancia en innumerables oportunidades, con cada
vendedor de postres, donas, sánduches, café con cáscara de naranja, ropa de segunda,
artesanias, chocolates deliciosos y otros aún más deliciosísimos; gracias también con cada
señora del aseo que hizo que tuviéramos que adaptar nuestra vejiga para correr de un baño a
otro porque coincidencialmente todos estaban siendo aseados. Porque eso es la Universidad
y más si es la de Antioquia, un lugar donde aprendes que imprimir un trabajo diez minutos
antes de clase puede volverse una verdadera travesía, donde sientes adrenalina y hasta
miedo al ir donde Pastora y no saber concretamente qué quieres comer cuando ya sigue tu
turno, donde lo realmente difícil no es convivir con otras personas sino con palomas
impertinentes que se cruzan en tu camino día a día.

Reflexionar sobre nuestros profesores es hoy una tarea obligada, cuanto los hemos odiado y
querido a la vez; nos sentimos moralmente obligados a reconocer vuestra profesión, tanto
que, fracamente, sólo sabemos devolverlo con estas palabras de homenaje, recordándolos
para siempre e imitando su ejemplo de entrega, disciplina, responsabilidad y sobre todo,
vuestro empeño en que nos superemos cada día. Gracias a todos nuestros profesores porque
nos llevaron de la mano a través de este camino, ejerciendo, una de las tareas más nobles
que pueda ocupar el hombre, la de ilustrar a sus semejantes. Ayer como estudiantes y hoy
como egresados no debemos olvidar nunca las lecciones de nuestros maestros, quienes más
que formarnos para el trabajo, nos formaron para la vida. 

Por último, me gustaría hablar y resaltar a todos nuestros familiares, en especial a nuestros
padres y madres que tanto tiempo han invertido en nosotros. Hoy, más que nadie, ellos
sienten que han culminado uno de sus mayores retos, vernos aquí sentados; lo que no saben
probablemente nuestras madres y padres es que ellos son nuestro orgullo y que les
estaremos eternamente agradecidos. En este momento, damos otro paso al frente, abrimos
otro capítulo en nuestras vidas; llegó el momento para muchos de trabajar; el trabajo va a
comprender gran parte de nuestra vida; tenemos que buscar algo que amemos, nuestras
pasiones personales y profesionales para ser felices y liderar el futuro, haciendo quedar en
alto el nombre y los valores de nuestra amada Universidad de Antioquia. Les deseo la
mejor de las suerte, la sabiduría y la serenidad para tomar las decisiones que forjarán el
resto de nuestras vidas. Gracias mamá, gracias papá, porque ustedes fueron y serán siempre
los mayores forjadores de sueños, gracias porque sí bien, su palabra me motivó, su ejemplo,
su sacrificio, su actuar, día con día, fue lo que realmente me inspiró. ¡Gracias inmensas
para todos aquellos quienes hicieron posible que hoy estemos aquí, esto va por ustedes!. 

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